Capitulo 21 –El regalo de cumpleaños
-DANIEL! –exclama Alma sobresaltada- QUE HACES AQUÍ?
-Alma, escúchame no vuelvas a la cabaña por lo que mas quieras!
-POR QUE? Que sucede? –pregunta desesperada.
-Jovencito, tomó una decisión muy errada –dijo un policía esposándolo.
-Esperen! –suplica Alma- no se lo lleven me quiere decir algo importante!
-Lo siento señorita. Él acaba de escaparse y esto lo va a perjudicar mucho –dijo mientras lo obligaban a pararse.
-Alma, hazme caso… no vayas por favor! –agrega Daniel antes de que se cierre la puerta de la habitación. Alma quedó shockeada con el acontecimiento recientemente vivido.
-Wow –suspira Amanda- que fue eso?
-No lo sé… por que dijo que no vuelva a la cabaña? –preguntó muy exasperada. Amanda niega con la cabeza.
-Voy a llamar a Ian para ver que puede hacer con respecto a esto que pasó recién.
-Cuando voy a poder salir de aquí? Ya no aguanto…
-Tendras que ser paciente en esto Alma. Tu operación ha sido muy delicada.
-Es que aquí me siento extraña… siento una sensación extraña. Tengo que ir a la cabaña.
-QUE?! No acabas de escuchar lo que te dijo Daniel?
-Si pero estoy harta de esto y quiero terminar con lo que inicié –dijo Alma muy convencida.
-Igual no vas a poder salir de aquí por unos cuantos días… -Alma suspiró resignada. Amanda salió al pasillo para hablar con Ian.
-Hola Ian? –preguntó Amanda ansiosa.
-Hola Amanda, justo te iba a llamar para contarte que voy bien con la liberación provisoria de Daniel –le contó entusiasmado Ian. Amanda suspiró pesadamente- Que sucede Amanda? Por que ese suspiro?
-Acaba de ocurrir algo grave… -dijo apenada.
-Oh, no… que pasó? Alma esta bien?
-Si, ella esta bien. Es sobre Daniel…
-Oh no, y ahora que hizo ese chico?
-Acaba de venir aquí, al hospital…
-QUE?! –grita asombrado provocando un pequeño sobresalto en Amanda.
-No sé como hizo pero se escapó de la comisaria y llegó aquí muy desesperado llamando a Alma…
-Dios! Este chico no se cansa de meterse en líos… -dijo Ian abatido por la situación.
-Siento mucho que se hayan complicado las cosas Ian. Jamas me imaginé que Daniel podría escaparse de la comisaria…
-Tranquila Amanda, voy a ver que puedo hacer. Ahora mismo voy para la comisaria.
-Está bien pero no seas tan duro con Daniel, lo vi muy mal trata de entenderlo… -Ian suspiró y colgó. Amanda conocía el carácter de Ian y sabía que le iba a dar un buen regaño.
Amanda volvió a la habitación. Alma estaba llorando.
-Alma? Que sucede? Por que lloras? –preguntó Amanda muy alarmada.
-No entiendo qué es lo que sucede, no entiendo nada –dijo Alma entre llantos.
-Sobre qué Alma?
-Sobre todo! No aguanto esta situación, quiero volver a mi casa y estar tranquila como si nada hubiera pasado –Amanda se dirige a ella para abrazarla fuertemente.
-Ya va a pasar Alma, intenta pensar en algo que te de animos a seguir. Tus padres por ejemplo –Alma se aparta unos centímetros del cuerpo de Amanda- dije algo malo?
-Nada… son problemas mios… -dijo evasiva.
-Alma, cuéntame. Pasó algo con tus padres? No te llevas bien con ellos?
-No, ellos me tratan bien y son muy cariñosos pero… -hizo un silencio inseguro.
-Pero qué, Alma? Puedes confiar en mi –dijo acariciando su cabellera.
-Hace un año en mi cumpleaños recibí un regalo muy extraño.
-Que tipo de regalo?
-Un cepillo para el cabello muy bonito.
-Y que tiene eso de extraño?
-Lo extraño era que el cepillo tenia una hebra de cabello, de color rubio igual que mi cabello. Intenté buscar alguna carta o tarjeta que indicara de quien era el regalo pero no había nada. Le mostré el regalo a… -suspiró con melancolía- a Alice y me preguntó de quien venia pero yo le dije que había sido anónimo.
-Eso fue muy extraño… -comentó Amanda pensando que allí terminaba la historia.
-Pero falta que te cuente lo que fue aun más raro…
-Que?
-Cuando mis padres vieron el cepillo se pusieron muy serios y misteriosos…
-Misteriosos? –dijo Amanda incorporándose en la silla y acercándose un poco mas a Alma demostrando mas interés en la historia.
-Se miraban como hablando en códigos que yo no podía decifrar. Mi mamá me pidió el cepillo de una manera cariñosa pero con una mirada autoritaria. Yo se lo entregué confusa, entonces ellos se lo llevaron y yo los perseguí preguntando qué era lo que ocurría. Ellos me dijeron que no podía estar recibiendo regalos anónimos, que podía ser algún pervertido y bla bla bla… pero en sus miradas había algo más. Lo tiraron a la basura, cerraron bien la bolsa de residuos y la arrojaron al bote de basura de afuera.
-Mmm… si es raro eso…
-Cuando ya era la noche, esperé a que mis padres se durmieran y fui a buscar el cepillo. Era demasiado bonito como para tirarlo a la basura y además la curiosa actitud de mis padres me atraía más a ese cepillo. Rogaba que la hebra de cabello siguiera en el cepillo y fue así. Me lo llevé a mi habitación y estuve observándolo por un rato hasta que me quede dormida.
-Y que ocurrió con el cepillo?
-Me lo quedé sin que ellos se dieran cuenta. Hasta ahora lo tengo, lo traje aquí.
-Oh quiero verlo –dijo Amanda emocionada. Alma sonrió y asintió.
-Pero tendremos que esperar a que me den de alta.
-Tienes razón.
-La hebra de cabello la conservé en una bolsa hermética que le robé a mi padre ya que él es policía forense.
-Oh! –exclamó asombrada Amanda.
-Luego le pedí a un amigo de mi papi que es policía científico que me haga una muestra de ADN a ese cabello.
-Aceptó sin titubear?
-No –negó con la cabeza.
-Entonces? Le contaste lo del cepillo y lo de tus padres?
-No –negó nuevamente agitando su cabeza- Yo tuve la buena fama de ser muy celosa y le inventé que estaba saliendo con un chico pero mis padres no sabían y cuando fui a su casa, en su cuarto encontré ese cabello rubio y que no era mio porque era la primera vez que entraba a su habitación. Al principio se rió pero luego aceptó, siempre me consentía. Luego de una semana me entregó los resultados y el cabello era de una mujer joven de unos 27 años, pero que ya estaba fallecida. Me entró un escalofrío en el cuerpo, ¿un cabello de un muerto? No entendía nada. Su nombre era Leila Calo.
-Que escalofríante! –comentó Amanda aterrorizada.
-La actitud extraña de mis padres me decía que ellos sabían algo de eso. Luego de unos días de tomar valor para lo que fuese que tuvieran que decirme, me dirigí en la noche a su habitación y les pregunté directamente quien era Leila Calo. Entonces ellos se pusieron nerviosos luego de mucho titubeo me dijeron que ella era mi madre biológica y que había sido adoptada con el primer año cumplido –Amanda se llevó una mano a sus labios, en señal de asombro.
-Por Dios! Debe haber sido muy duro todo eso…
-Si –Alma no pudo evitar las lágrimas que caían desenfrenadamente por sus mejillas hasta cortarse en su mentón. Amanda le limpiaba su carita humeda- Luego de todo eso nada fue igual, estuve a punto de dejar el colegio, si no hubiera sido por Alice, los profesores y mis otros compañeros no hubiera podido continuar estudiando. Me fue muy difícil asimilar todo, luego todo encajaba. Jamás vi fotos mias de recién nacida, yo era rubia y ellos castaño medio oscuro, no tenia ningún parecido a ninguno de ellos. Todo eso me llevó un buen tiempo para asimilarlo. Aun me duele –confesaba llorando.
-Y si, seguro que si. Aun es todo muy reciente Alma. Como es ahora la relación con tus padres?
-Pues… ya no es lo mismo, antes le tenia confianza para todo pero ahora se me hace difícil contarle las cosas. Por eso no quiero que sepan esto, no quiero que vengan. Encima ellos no querían que viaje, no sé, según ellos tenían un mal presentimiento, y mira! –dijo abatida.
-Tranquila Alma, trataremos de arreglar todo esto lo más antes posible para que vuelvas a casa –Alma asintió ya menos angustiada.
-Gracias por escucharme y por estar aquí –Amanda la abrazó. En pleno abrazo sonó el teléfono móvil de Amanda.
-Disculpame Alma, es Ian a lo mejor trae buenas noticias. Tú intenta descansar que ya es tarde –dijo sonriendo y saliendo de la habitación.
-Hola Ian? Que pasó con Daniel?
-Ya está todo arreglado. Mañana lo liberaran mientras se inicia la investigación sobre la desaparición de Tomás y Frida –Amanda cambió su expresión de alegría al escuchar el ultimo nombre, Frida.
-Fri-Frida? –no pudo evitar tartamudear.
-Si, entrevistaron a todos los alumnos y descubrieron que también desapareció esa muchacha.
-Mierda! –pensó en voz alta.
-Que dijiste Amanda?
-No… pues, que mal que esa chica también haya desaparecido.
-Alma sabe algo de ella?
-No! –negó al instante.
-Por Dios! –exclamó Ian- sabes algo y no me lo quieres decir!
-Que? Claro que no… -Amanda estaba temblando.
-Por favor Amanda, te conozco… -ella suspira nerviosa.
-No sé nada…
-Amanda, escúchame, si quieres que todo esto termine dime todo lo que sabes.
-Ian…
-En seguida me desocupo y voy para allá –cuelga. Amanda empieza a dar vueltas por el pasillo pensando si era mejor contarle o no. Luego se sentó y esperó a Ian. Media hora después llegó. Amanda estaba perdiendo la batalla contra el sueño hasta se alarmó por unos pasos, suaves y cortos sabia que era Ian. Amanda se incorporó en el asiento.
-Amanda –la saludó Ian con un beso- disculpa que haya tardado es que tuve que dejar varias cosas en orden antes de venir aquí.
-No hay problema Ian –dijo Amanda refregándose los ojos.
-Si quieres dormir, yo no tengo problema. Podemos hablar luego… -propuso Ian al ver a Amanda tan cansada.
-Descuida, creo que tengo que decírtelo ahora antes de que me arrepienta –Ian levantó una ceja en señal de curiosidad.
-Que es lo que tienes que decirme?
-Alma me contó que Frida murió…
-MURIÓ?! –preguntó interrumpiendo a Amanda. Ella asintió.
-El dia que Tomás murió Frida también murió.
-Dios estos chicos están demasiado complicados Amanda…
-No! –exclamó esperanzada- ellos no la mataron, fue Tomás.
-Tomás? Pero por qué? –la cara de Ian era indescriptiblemente de asombro tras asombro.
-Ya te conté que Tomás tenía como un ataque de nervios ese día, que se escapó del hospital y se la llevó consigo a Alma. Parece que Frida quiso intervenir porque ella estaba en la cabaña y entonces Tomás la apuñalo con un cuchillo de cocina hasta matarla. Luego de ello Alma quería escapar pero Tomás no la dejó y la acostó en el sofá y quiso abusar de ella –Ian se quedó callado, estaba atónito.
El dia siguiente fue la liberación de Daniel. Ian pagó la fianza por el escape y con lo demás acordado pudo salir en libertad provisional.
-Quiero ver a Alma –dijo Daniel en tono de suplica.
-Si, ahora vamos camino al hospital. Pero trata de tranquilizarte, si? –le aconsejó Ian.
Luego de 15 minutos llegaron al hospital, Daniel sin controlar su ansiedad salio disparando del auto de Ian hacia el interior del hospital en busca de Alma.
-Hoy liberan a Daniel, no? –dijo Alma ilusionada.
-Si Almita –le respondió Amanda con una sonrisa.
-Espero que… -la conversación fue interrumpida por un Daniel que irrumpió en la habitación asustando a ambas. Se detuvo por un instante para comprobar que Alma esté allí y al verla fue directo a sus brazos.
-Alma! Alma! Cuanto te he extrañado! –decia entre sollozos.
-Da-Daniel… -tartamudeo de su reencuentro repentino- yo también te he extrañado mucho –lo abrazó fuerte.
-Me alivia saber que aun sigues aquí –Alma y Amanda no entendieron ese comentario.
-Como? Lo que mas quiero es salir de aquí –dijo Alma.
-Quiero decir, prefiero que estés aquí que en otro lugar que no sea seguro para ti –Alma se apartó un poco de él para poder verlo a los ojos. Su rostro dejaba la evidencia de todo el calvario que habría pasado encerrado en esa comisaria.
-Daniel, dime la verdad. Por que me dijiste que no vaya a la cabaña?
-Un presentimiento nada más… -suspiró.
-Daniel, dime que eso no te creo…
-Él me dijo que no vayas… -el miedo se le notaba en sus ojos.
-Quien? Quien te dijo que no vaya? Daniel por favor dime… -le suplicó Alma. Amanda observaba la escena desde un rincón.
-TOMÁS! –el rostro de Alma era de asombro. Amanda se levantó de su asiento.