La consejera sexual de Ashton...

By KaluAngim

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Ashton Carter es el cliché personificado. Un sexy chico popular, que juega a todas esas mierdas de deportes... More

Dedicatoria
Introducción a la tragedia
ADVERTENCIA
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Personajes.
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
POV Ashton: Especial 50k
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
POV Ashton: Especial 60k
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
POV Ashton: Especial 70k
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85| Final
Epílogo
Agradecimientos garrapatosos.
¿Quieres seguir sufriendo?
Extra uno| Novios
Extra dos| Esposos
Extra tres| Padres
La consejera sexual de Ashton YA EN FÍSICO
Noticias y las extrañé

Capítulo 60

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By KaluAngim

COMENTARIO ESTRELLA (23/05/2022): QuieresChocolatito Necesito su autoestima 
Pero para que si puedo tener un auto encima?

Kalu: Fue de lo mejor que he leído ajjajajajja

Capítulo 60| No fue una pregunta.

Daymond estaba en un periodo de negación desde que sus padres le dieron la noticia de su separación. Annaí intentó varias veces de convencerlo de que fuera con nosotros en su auto, como era costumbre, pero toda la semana se dedicó a ir y volver en su motocicleta del demonio. Yo intenté visitarlo todos los días y quedarme un rato con él en su casa, pero me ignoraba utilizando el celular o poniéndose a jugar. 

Ashton también intervino, comió con nosotros toda la semana y en una oportunidad logró que Day fuera a su casa y hasta se quedara a dormir allí. Aunque la información que trajo fue la misma... Daymond fingía que no le importaba. El único momento en el cual habló del tema, fue la misma noche cuando nos llamó e informó, de mal humor, la noticia.

Me hubiera gustado hacer más por él, a todos, pero debíamos dejar que manejara el dolor a su manera, sin presionarlo. 

Annaí peleó con Alvin y hacía unos cuantos días que la veía más nerviosa. Aquello me tenía alarmada, más cuando se presentó a la tarde para llevarme el vestido que le pedí prestado para la dichosa fiesta de la tía de Ashton.

—Ya no hables con él, por favor. Has dicho que no lo amas, sabes como es, y aún así te relacionas con él. ¿Qué está pasando? —cuestioné en cuclillas frente a ella, que estaba sentada en mi cama.

Sonrió, como si no pasara nada y solo me abrazó.

—Te quiero —susurró contra mi oído y se enojó cuando le dije que me quedaría con ella todo el fin de semana. 

Estaba insistente con el tema de que debía salir con Ashton. Era extraño, porque recordaba que al inicio aquello no le hacía gracia, y hoy parecía ser su prioridad. 

El viernes a la noche Ashton pasó por mí. Metí mi mochila con la ropa necesaria para el fin de semana en el asiento trasero de su auto, y tardamos dos horas en llegar al hotel. Estaba nerviosa, desde días atrás, sin embargo ese recorrido logró apaciguar todas las malas vibras. 

Noté a Ashton diferente. Hablaba más, se veía extremadamente feliz y mucho más tierno. Me habló sobre su infancia, la parte agradable, sobre sus entrenamientos. Me contó de la horrorosidad de mascota que tenía y que llevaba con él dos años. Una tarántula de patas rosas llamada Gladis. Cuando me reí del nombre, me dijo que así se llamaba su madre. No tengo que aclarar lo mierda que me sentí, aunque él solo rió. 

Yo, por mi parte, le conté de la inquietud que estaba teniendo sobre las reuniones. Adrián había vuelto a insistir con seguir con ellas y la bandeja de mi correo electrónico tenía setenta y tres mensajes de chicos interesados. Varias veces me vi tentada a tomar aunque sea a uno o dos. Era extraño no hacer nada, había pensado en otras formas de ganar dinero, a pesar de que ya no era estrictamente necesario, pero lo único que me venía a la mente era seguir con las reuniones. 

 Ashton no creyó que fuera un trabajo muy seguro, y no se burló cuando sin darme cuenta le hice ver que él era mi único cliente y que jamás le cancelé las clases a pesar de que a los otros sí. Aunque seguro ya lo sabía desde hacía mucho, le dedicaba todo mi tiempo libre luego de mis responsabilidades y amigos. 

El hotel era de ricos. No tenía idea cuánto costaba una noche ahí, pero seguro era un sueldo de mi madre. Como yo no estaba en la lista hasta una semana atrás, nadie pareció en tener problema con que compartiera habitación con él. La cual, la primera noche, solo utilizamos para dormir. Literalmente. 

Si la cama de Ashton superó la mía, la de ese hotel, le daba diez vueltas. Era como dormir en una nube. Cenamos en la habitación, sin saludar a nadie de su familia, y cuando pusimos Netflix... Nos dormimos. En nuestra defensa, el colegio estaba siendo pesado. El estrés se sentía desde profesores a alumnos, él no dejaba de entrenar y estudiar para los exámenes, y de hacerse tiempo para mí. Yo iba a explotar con todo también. Ya nos merecíamos un descanso. 

La fiesta era el sábado a la noche, por lo que no tenía mucho tiempo para acostumbrarme a su familia. Nos levantamos a eso de las diez, y entre que nos vestimos y demás, salimos de la habitación al mediodía. Y allí los conocí.

En el restaurante más caro del lugar, con quince tenedores, catorce cucharas, ocho cuchillos, y cinco copas... Me sentí diminuta. 

Además de Pilar y Gema, había una chiquilla de unos siete años que no dejaba de mirarme con asco. Las hermanas de Michael eran tres, cuál de todas más hipócritas. Fiona, la cumpleañera, me observó desde un lado con curiosidad y una sonrisa burlona mientras yo sudaba al no saber qué maldito cubierto usar. 

Ashton me apretó la rodilla por debajo de la mesa y me hizo una señal para que lo imitara. Así lo hice. Me hubiera gustado que pudiera ir con los otros hombres, aunque me pareciera por demás machista eso de separar mujeres por un lado y hombres por otros, pero no tenía el valor para enfrentar sola a ese nido de víboras.

—¿Lúa? —Gema se inclinó hacia mí —¿Day está bien? Hace días que no me habla.

No tenía idea de que siguieran en contacto. Pero quizás por eso Daymond no había aparecido con novia nueva.

—Es que ha estado un poco ocupado, yo...

—Gema —La voz de su mamá nos hizo alejar. 

«Ni que tuviera la lepra»

Los ojos de la mujer fueron hacía mí. 

—Cuéntanos algo de ti, Lúa. Nos comentó Michael que eres feminista.

Casi volteo los ojos. Giré la cabeza llevando mis ojos a Ashton, exigiendo una explicación ante esto. Él me frunció el ceño, confundido ante mi expresión, y volvió la atención a Rose, la mamá de Gema.

—La verdad...

—A mí esas cosas me parecen de mujeres sin moral —me interrumpió la mamá de Michael.

Una mujer que no podía ni con ella misma, en silla de ruedas, delgada, llena de alhajas de perlas, lentes redondos con armazón dorada y cara de esposa de satán.

Sonreí, ante su interrupción a mis palabras. Las tres mujeres más jóvenes y que parecían imitar el estilo de la vieja, rieron burlonas. Pilar solo estaba embobada en Ashton, justo se sentó frente a él, y Gema suspiró a mi lado. 

—La verdad creo lo mismo. ¿Quién en su sano juicio reclamaría por sus derechos? Es que las mujeres de hoy en día quieren sarna para rascarse —solté, tranquila. 

Volví a sonreír, que fue más bien una mueca, y me metí a la boca la tostada con una miseria de huevo y aguacate. Y seguro que costaba millonadas. 

Ashton rió agachando la cabeza y yo fingí no notar las miradas fastidiosas que me lanzaron las cuatro mujeres.

—¿Tus padres trabajan? —cuestionó la vieja. 

Tuve ganas de llamar al mesero y pedirle de manera cordial si me haría el favor de traerme un vasito con arsénico. 

—Si, obvio que trabajan —intervino Ashton, incómodo. 

Es que se les notaba las ganas de buscarme algún error para hacerme sentir incómoda.

—¿Y de qué?

Tragué la comida y le di un sorbo al jugo de naranja. 

—Trata de blancas.

Ok, no. No dije eso, pero ganas no me faltaron. 

—Mamá es encargada en un hotel y mi padre es mecánico.

Torció el gesto.

—Así que ustedes no cuentan con muchos recursos —observó a Ashton unos instantes, sentí como la rodilla que estaba pegada a la mía se tensaba —. ¿Y tú qué harás? Imagino que quieres estudiar y trabajar, ¿no es así? O prefieres más... ser ama de casa.

Elevé la comisura de mi boca.

—La idea de ser una mantenida me llama mucho, pero la verdad es que la gente de plata me cae mal. Ya sabe, mucha hipocresía, gente sin empatía, con malos valores y cierta... maldad —su gesto se endureció y tuve miedo por la taza de café en sus manos. 

Si me la lanzaba al estilo telenovela mexicana, iba a dejar cicatrices. Y no era como si Dios me hubiera bendecido con una cara hermosa.

—Y la gente sin dinero suele extorsionar a los que si lo tenemos...

Ashton se puso de pie en ese instante y clavé mis ojos en él en el instante. Me sonrió, dulce.

—¿Has acabado? Vamos a la piscina.

Entendí la razón de aquello, el padre de Ashton. Su verdadero padre. Vieja hija de...

—Yo quiero ir —Pilar se limpió la boca con una servilleta y su madre, a la cual había salido igual, carraspeó.

—Si, ve con ellos. 

Entorné los ojos en dirección a la señora. Gema se puso de pie como un resorte, y tras disculparse me tomó de la mano y sacó de allí a rastras. Ashton nos siguió de atrás con Pilar a su lado. 

—No te preocupes. Siempre es lo mismo, le tiran a Pilar por delante para que lo conquiste. Está vez estarán de peor humor que siempre, nunca trajo a una chica —mientras ella hablaba, yo no podía dejar de mirar hacia atrás, a unos metros. Donde el chico al que vine a acompañar caminaba mirando al suelo, con gesto aburrido, mientras la morena no dejaba de sonreírle y comentarle cosas. 

Se veía realmente encantada con él, era una mirada diferente a la que le daba Gema. Gema lo admiraba, Pilar lo observaba como en una ensoñación. Realmente gustaba de él. Me dolió el pecho al darme cuenta de esto. Quizás no me parecía que ella fuera muy buena para él. Pero, ¿quién lo era? ¿yo? 

No, ni yo, ni Ailyn, ni nadie en quién se haya interesado Ashton. Quizás un día voltearía y vería a la chica hermosa que hacía todo por llamar su atención y lo observaba de esa manera tan penetrante. Y yo no estaba lista para que ese dia llegara.

Volví la mirada al frente,  repentinamente angustiada. 

—Así que si me tratan mal, ¿será personal? —Asintió, con una sonrisa condescendiente.

—Pero no te preocupes. Así son todos aquí, un montón de lacra humana —Suspiró, triste —. Hasta mis padres.

No quise indagar más, y cerré la puerta con urgencia cuando Gema me dejó en mi habitación para que buscara el traje de baño. Perdí de vista a Ashton cuando subimos al elevador, y ahora solo imaginaba diferentes escenarios donde Pilar tenía su lengua introducida en la boca de mi chico, hasta la garganta. 

Necesitaba volver a mi casa y dejar esos juegos de... novia. Aquí sobraba. Una tipa que parecía modelo, estaba enamorada de el único chico que me estaba gustando...

Caminé, arrastrando los pies, hasta llegar a la cama, los cuales eran bastantes y me senté mirando la puerta. 

¿Ashton me gustaba? 

Reí, y me queje, y volví a reír intentando de convencer de que no era así. ¿En qué momento? No, solo estaba preocupada por donde me había metido. Y porque me tenía sumamente angustiada y enfadada Pilar y su interés en Ashton. 

Bien, Ashton Carter me importaba. Y estaba muerta de celos, pero nada más. Cuando apareciera otro chico que me prendiera como horno eléctrico, lo olvidaría... Aunque él era el primero que me hacía cuestionarme tantas cosas. 

Ashton abrió la puerta y sus ojos se clavaron en mí de inmediato. Me observó confuso, y luego preocupado. Se acercó, a pasos apresurados y se acuclilló frente a mí tomándome el rostro con las manos. 

Su aroma a coco me tranquilizó. 

—¿Estás bien? Estas pálida.

Tragué saliva y asentí para luego forzar una sonrisa.

—Perfecto —Lo di un rápido beso antes de ponerme de pie y caminar hasta mi mochila —. Solo pensaba un poco. Me cambio en diez minutos, espérame.

No lo observé de nuevo antes de entrar al baño y mirarme en el espejo con las manos apoyadas en el lavabo. Mi reflejo era desastroso, entendía la preocupación de Ashton al verme. Parecía que hubiera visto un fantasma. 

—Lúa —Llamó del otro lado de la puerta —. No vamos a ir a la piscina, ya le avisé a Gema. Iremos a la sala de juegos. 

Sonreí. Y solo faltaron Daymond y Annaí para que aquella tarde fuera perfecta. 




A la noche, me encontraba frente al espejo del baño, de espaldas a Ashton. El reflejo daba directo a la cama si se dejaba las puertas de vidrios abiertas. Yo las tenía totalmente abiertas, así que mientras que intentaba delinear el ojo, como solo sabía hacerlo Annaí, también me deleitaba con la imagen de Ashton sentado sobre la cama, solo con una toalla en la cintura y los ojos clavados en mi figura. 

Llevaba un vestido negro, pegado al cuerpo, con brillos en la parte del busto. Me llegaba poco más arriba de las rodillas, y las mangas eran largas. Era sexy, con escote en V. An aseguró que eso se usaba en las fiestas de alta sociedad. A mí me parecía más de antro, pero ella era la que sabía de moda.  

Ahora, olvidando esto, allí tenía a Ashton. El cual me observaba como si solo fuera una presa, como si intentara contener sus instintos. Sonreí cuando suspiró, agotado. 

—¿Qué tanto miras, Carter? 

La intensidad de su mirada no apaciguó, solo fue en aumento. Se puso de pie, y me deleité con su torso desnudo, sus brazos tensos, la V de sus abdominales, y algunos vellos que escapaban de la tela blanca. Él estaba a metros, y yo tuve que sostenerme de la mesada del baño para que las piernas no me traicionaran, para no quitarme el maldito vestido y implorar que fuéramos a la cama.

Se acercó, lento, y se detuvo justo detrás de mí. Nuestras miradas no se apartaron del reflejo del otro en el espejo, y retuve el aire cuando pegó su cuerpo a mi espalda. Sus manos frías se posaron en mi cintura y apoyó su mentón en la coronilla de mi cabeza.

Se me desbocó el corazón, y solté el delineador utilizando toda mi mano para apretar el mármol de color blanco. Ashton rió al ver mi reacción.

Cerró los ojos, y se dedicó a olfatear mi cabello, haciéndome cosquillas con su respiración. Pasó por mi oreja, y luego llegó a mi cuello. La respiración me fue en aumento, volviéndose irregular. 

Elevó una mano, apartando el cabello de la zona, y besó la piel debajo del lóbulo antes de susurrar con sus ojos clavados en los míos:

—Tengo un problema.

¿Uno solo? Yo tenía miles, y todos lo involucraban a él y las miles de razones por la cual sobraba la poca tela en nuestros cuerpos. 

—¿Cuál? 

Ashton volvió a reír, divertido. Yo misma me hubiera burlado si él hablara con el tono afectado de voz que lo hice. 

Se dedicó a dejar besos húmedos en la piel de mi hombro y cuello. Y mordisqueó un poco allí, ocasionando que me deje caer contra él. Apreté con más fuerza el mármol frente a mí.

—No voy a poder verte toda la noche en ese vestido, sin tocarte. 

Su respuesta me sorprendió. La seguridad con la que habló, el movimiento de sus labios sobre mi piel. Su erección pegándose a la parte baja de mi espalda. Si ya me hubiera puesto los tacones, la sentiría en mi trasero. Maldije ir descalza. 

Giré mi cabeza, extrañada. 

—¿Me estás haciendo una propuesta indecente? 

Sus ojos, oscuros, viajaron a mis labios unos segundos antes de conectar con los míos. Con rapidez, me volteó, hasta que el bulto quedó pegado a mi estómago, y me observó, serio.

Iba a matarme. ¡Dios! Iba a hacerme tener una puta crisis en ese instante si no se alejaba. Aunque todo lo que quería, era que se pegara más, que me recorriera entera. Podía sentir el mármol, helado, pegado a mi culo y mis palmas sobre su pecho me dejaban claro que su corazón iba a la misma velocidad, anormal, que él mío. 

—¿Qué crees que podemos hacer en veinte minutos? 

Su nariz se pegó a la mía, pero su boca no. Se mantuvo alejado, torturandome. Porque él sabía que moría de ganas de besarlo. Podía evocar el sabor de sus besos solo con su cercanía.

Solté el aire, de forma entrecortada.

—No lo sé, tú fuiste el de la idea. 

Lo siguiente que vi, fue como su rostro descendió y se perdía debajo. Estaba arrodillado frente a mí. Su cabello húmedo, que lo hacía ver más oscuro, y sus hombros, eran lo único que podía apreciar. Sus manos se aferraron a mis tobillos, y cuando quise moverme, decidida de que necesitaba más ya mismo,  Ashton elevó la cabeza y clavó sus ojos en mí con decisión.

Cerré los puños a mis lados, con fuerza. Las uñas se me clavaron en la piel blanda de las palmas y dejé de respirar cuando Ashton comenzó a ascender por mis piernas. Fue lento, seguro... y muy caliente. 

Solo podía imaginarme como recorrería la piel entre mis piernas, luego debajo de la braga, y me metería los dedos hasta hacerme acabar. Sin embargo, la dirección cambió cuando las llevó a la parte trasera y llegaron a mi culo. Apretó allí, despacio, y enganchó con sus dedos la tela por los lados.

Me sonrió, dulce, antes de besar por sobre el vestido arrugado, justo en mi pelvis. Gemi, a pesar del poco contacto y cuando, por instinto, llevé la mano a su cabeza tomándolo del cabello, solo pude pensar en que Ashton me quebraba. Quería besarlo, moría por besarlo en todas partes con dulzura, y al mismo tiempo que me lo metiera con fuerza. Quería abrazarlo, pero también montarme sobre él, observarlo todo el día, dormir juntos, verlo sonreír, y luego que me tomara del pelo y me...

Jadee, cuando una de sus manos se movió delante y con la palma, presionó la zona que tanto lo deseaba. Iba a matarme con aquellos movimientos, con su mirada. Es que ya estaba mojada y él no había hecho nada. Entreabrí los labios cuando una sonrisa ladeada se deslizó por sus labios. 

Se puso de pie, sin dejar de presionar con su mano y cuando estuvo con la boca pegada a la mía, apretó más. Me mordí los labios con una sonrisa de incredulidad. Jamás le vi esa seguridad al mirarme, al tocarme. Estaba seguro de lo que provocaba, de lo que causaba en mí. 

Lamió sus labios y se alejó un poco para observarme mejor.

—Quiero que te sientes en mi cara—jadeó, seguro. 

Abrí los ojos, confundida. 

—¿Qué? —Pareció querer apartar la mirada, retraerse. Me arrepentí de cuestionar sobre lo que dijo —. Repítelo, Ashton.

Volvió a presionar su mano en la humedad de mi entrepierna y apreté la tela de mi vestido entre los puños. 

—Quiero que te quites las bragas, y te sientes en mi cara, Lúa.

¡Dios! Iba a correrme solo con la presión de su mano y sus palabras. 

Reí, nerviosa. 

—No —susurré. Se vio confundido —. No pienso hacer eso a las apuradas. Cuando volvamos de la fiesta...

Negó, sonriendo. Apartó la tela y cuando su dedo tocó de manera suave la piel, eché la cabeza hacia atrás sujetándome de sus hombros. Recorrió con su dedo un par de veces, dejándome sin aliento, y cuando lo sacó, lo llevó directo a su boca.

Con su lengua, la que ahora no podía dejar de imaginar entre mis piernas, delineó su labio inferior al quitar su dedo de allí, y volvió a observarme, serio. No sabía cual de todas las imágenes que estaba viendo en esos momentos, era la más caliente. La que más me gustaba. 

No sabía que decir, no tenía idea de qué hacer. Lo desconocía, y esta versión, este Ashton, me encantaba. 

—No fue una pregunta —aclaró, solemne —. Siéntate en mi cara —ordenó. 

¡Hola, garrapatitas!

*escapa avergonzada*

Con cariño.

¡Kalu!

Pd: No roguen detalles... los habrá. Por ahora esa es la idea. Si me da mucho cringe no jajaja




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