Samanta.
El tiempo iba pasando, la mayoría de las cosas en la ciudad—había decidido llamarla así,por que era mas
comodo—seguían igual.
Solo que ahora para poder sustentar a todos, gran parte de los hombre mas jóvenes tenían que ir a las expediciones—que consistia en salir a fuera de los muros, para poder traer todo lo que encontraran—lo unico malo de eso, era que habían escogido a Noah. Por el momento no le había pasado nada en las nueve veces que había salido. Pero era inevitable que me preocupara.
La doctora había empezado a investigar mas formas de como hacer pruebas en mi bebé, y por suerte había encontrado una en la cual, no incluía tener que acercarla a nada que tenga que ver con un zombi. Noah y yo aceptamos—luego de que Noah le preguntara a la doctora como mil veces, si doleria lo que le iban a hacer a la bebé. Y la doctora le dijo otras mil veces, que no le iba a doler nada a mi bebé—en fin.
Ya llevaba ocho meses de embarazo. Lo se, como vuela el tiempo. Prácticamente desde que me empezó a crecer la panza, Noah no me a dejado nisiquiera pararme a servirme un baso con agua, cada que él podía, evitaba que me moviera.
Y cuando tenia que ir a las expediciones, antes de irse me decía un montón de veces de que me cuidara, y que no hiciera mucha fuerza.
Volviendo a la realidad, estaba recostada entre las piernas de Noah sentada en el sillón que daba a la ventana en nuestro cuarto, con Noah acariciando mi barriga distraidamente.
El sol se colaba por la ventana, un sol suave de atardecer. Se podía ver el patio trasero, y una pequeña parte de la ciudad.
Estábamos en un silencio muy comodo, hasta que una preguntita asalto en mi mente.
—Noah.
—¿Mhm? —dijo sin detener sus suaves caricias en mi barriga.
—¿Que nombre le vamos a poner?
Era algo que por primera vez, me estaba deteniendo a pensar.
—No me había puesto a pensar en
eso—respondió. Y podría jurar que estaba frunciendo el ceño.
—Es increible que estuvieramos pensando en todo, menos en le nombre de nuestra hija.
—Nuestra hija—repitio—suena raro, pero hermoso.
—¿Por que, raro?
—Por que nuca crei, que en algún momento seria padre.
—¿Y...no te gusta?—dije sin despegar mi vista de la ventana.
—Claro que me encanta. Ser padre es lo mejor que me puede estar pansando, y sobre todo, por que eres tú la madre.
Eso me hizo sonreir. Y sentir esas mariposas en el estomago, que sinceramente creo que nunca dejare de sentirlas.
De pronto, aparte de las mariposas, sentí un empujoncito desde dentro de mi barriga.
—¿Lo sentiste?—dije mas emociona de lo pensé.
—Si, lo sentí—Me contesto Noah, con un tono de emoción y sorpresa a la vez.
—Acaba de dar una patadita—me gire para mirarlo y darle un corto beso—¡mi bebé, me acaba de patear!
—Querrás decir, nuestro bebé.—dijo con una sonrisa.
Solté un pequeña risa—Si, nuestro bebé, me acaba de patear.
¿pero por que no sentía que Noah estaba tan emocionado como yo?, si era la primera vez que pateaba.
—¿No estas emocionado?—pregunte aun mirándolo por sobre el hombro.
—¿Eh?
—Es la primera vez que patea, no te veo muy emocionado. Es mas bien, como si ya lo hubiera echo.
—Bueno... pues digamos, que ya lo había echo antes.
—¡¿Que?!¡¿me estas diciendo que no senti la primera patada de mi bebé, siendo,yo, la que lo tiene dentro?!
—Fue mientras dormias, ok. Digamos que me desperté a media noche, y patio.
—Los bebés no patean así por que si. Tuviste que haber tocado mi bariga, o haberle hablado—entrecerrando los ojos le pregunte—¿Le estabas hablando, Noah?
—¿Que? No.
Ya se puso nervioso. Si le estaba hablando.
Concuerdo contigo consiencia.
—Si le estabas hablando—dije sonriendo.
—Que no.
—Que si. Anda, dime que le estabas diciendo.
—Que no le estaba diciendo
nada—insistió.
—Ya. Are como que te creo.
—Es verdad.
—Si,si. Es verdad—dije aun con una sonrisa.
—Ash... Ok. Si, le estaba hablando.
Me incorpore un poco para poder mirarlo mejor.
—¿Que le estabas diciendo?
—De eso nada. Era una charla entre padre e hija.
—Padre e hija—repeti—Bueno.
Me volví a recostar en su pecho.
—¿Que?—pregunto al ver que seguía con mi sonrisa.
—Nada. Nada.
—Ya. Dime de que te ríes.
—No me estoy riendo.
—Pues yo veo que te aguantas una risa.
—Es que si eres así ahora. Como seras cuando ella tenga novio.
—De eso nada. Prefiero que viva y muera soltera.
—Ves. Vas a ser de esos papis sobreprotectores. Que no dejan que nadie se acerque a su princesita.
—Bueno, pues vale, seré uno de esos, con tal de que no la lastimen.
—Pero si Mateo nunca le haría daño, ni amorosa ni físicamente.
—¿Y quien hablo de Mateo?
—Buenos pues, teniendo en cuenta de que es el único niño mas joven de toda la ciudad, y que cuando crezca nuestra hija, él va a ser su mayor con solo tres años. Pues mi conclusión es que por el momento él es el único que podría ser el novio de nuestra hija, en un futuro claro.
—Ni de chiste ese niño se va a acercar a mi hija.
—Bueno pues creo que en algún momento tendrás que asimilar que tú princesa va a salir con Mateo, o, con algún otro niño, que por el momento no existe.
—¿Sabes que?, mejor regresamos a la parte donde estábamos pensando en un nombre para ella. Todavía falta como cien siglos para que ella tenga novio.
—Pero si los humanos no pueden vivir cien siglos Noah.
—Veo que ya entendiste.
—No tienes remedio—murmuré divertida—En fin. Tengo algunas ideas de nombres.
—¿Como cuales?
—Chloe, Dalila, Isabel, Victoria, Sue, Sara, Ana, Nora...
—Ok.Ok. Mejor dime los dos que mas te gusten y nos ahorramos la parte en la que me dices todos los nombres del mundo.
—Mm...—lo pensé un momento—Vianca o Luana.
—Me gusta Vianca.
—Entonces Vianca será.—dije alegre.
—Vianca Jones Feming. Me gusta.
Nota de la autora
Este capitulo va dedicado para AzaryPorrasAlpizar
Por siempre ser la primera en leer y comentar mis nuevos capitulo.
Y muchas gracias a todos por su apoyo.
Nos vemos en el siguiente capitulo.
Besos.
Voten y comente plis.
Con cariño de.
Gabriela Rosas.