ᴍʏ ᴏɴᴇ ᴀɴᴅ ᴏɴʟʏ - ᴊɪᴍ ʜᴀᴡᴋɪɴs

Por -Shxtberry

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Leah Khane, pirata y única sobreviviente de la masacre de su planeta, se une a la tripulación del R.L.S Legac... Más

𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞
𝐨𝐧𝐞
𝐭𝐰𝐨
𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞
𝐟𝐨𝐮𝐫
𝐟𝐢𝐯𝐞
𝐬𝐢𝐱
𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧
𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐧𝐢𝐧𝐞
𝐭𝐞𝐧
𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧
𝐭𝐰𝐞𝐥𝐯𝐞
𝐟𝐨𝐮𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐟𝐢𝐟𝐭𝐞𝐞𝐧
𝐞𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞
- 𝐭𝐡𝐚𝐧𝐤𝐬

𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧

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Por -Shxtberry

La tripulación corrió y se lanzó al tesoro, haciendo llover las monedas y rebuscando joyas entre ellas. Leah no se quedó atrás y se agachó en la orilla, tomando un puñado de monedas para apreciarlas, ciertamente todo le parecía muy surreal.

– Todo esto me suena mucho. No recuerdo porqué. – B.E.N observaba el lugar confundido y buscando en lo poco de su memoria algún recuerdo de aquel sitio. Jim miró a Silver caminando entre el tesoro y vió su oportunidad para escapar.

– B.E.N, vamos. Nos vamos de aquí y no nos iremos con las manos vacías. – Leah, que no se había separado demasiado de la entrada y se había encargado de llenar la bolsa en la que tenía su libro con lo primero que agarró, escuchó el plan de Jim y caminó hasta él, viendo que no muy lejos de ellos, en una montaña de monedas, se encontraba un barco pirata igual de repleto de tesoros que el resto del lugar.

Jim vió con desconfianza a la Meryn mientras se acercaba, y sin embargo, dándole el beneficio de la duda. Cuando la azabache estuvo a su altura lo miró nerviosa y jugando con los bordes de su chaqueta.

– ¿Crees que pueda acompañarte? – Jim la miró con el ceño fruncido.

– ¿Por qué lo haría? – Leah suspiró frustrada, sabiendo que no sería fácil volver a ganarse la confianza del chico.

– Jim, ya me disculpé y te dije por qué lo hice, no pienso repetirlo. Estoy cansada de vivir la vida de un pirata... De viajar de un sitio a otro, robando tesoros y haciendo lo que me viniera en gana. Por un tiempo fue divertido, pero después de este viaje... He decidido que tengo planes. – Ante la declaración, Jim descruzó sus brazos y escuchó con más atención. – Tengo planes y quiero que funcionen... Y si me quedo, no lo harán.

Jim la miró por un momento, había visto la sinceridad en los ojos rojos de la chica y a pesar de no querer admitirlo, la había perdonado.

En verdad no había tenido tiempo para pensar si quería perdonarla o no, pero estando ahí, viendo cómo sus ojos brillaban con un destello que recordaba haber visto en algún otro momento, no sentía ningún tipo de rencor hacia ella. Y fue entonces cuando los sentimientos que tenía hacia ella volvieron a golpearle, recordándole lo tonto que había sido al dudar de ella.

Jim le dió una breve mirada al robot, que al darse cuenta, alternó la vista entre ambos jóvenes un par de veces confundido.

– ¿Qué dices tú, B.E.N? – El robot se sobresaltó.

– ¿Quién? ¿Yo? – Jim asintió y la máquina miró nervioso a la chica, antes la había visto gruñéndole a los piratas y le tenía algo de miedo, pero ahora ella lo miraba sin entender por qué el castaño le preguntaba por su opinión. – Ah, pues... Yo no tengo problema en que venga, digo... no tengo idea de por qué se pelearon, pero no creo que sea correcto abandonar así a tu novia. No creo que seas ese tipo de chico ¿No, Jimmy? Yo te veo más sensible, seguro que te gusta que te rasquen la panza...

Ambos chicos ignoraron el resto y se sonrojaron ante las palabras del robot, más bien por haber sugerido que ellos eran pareja. Balbucearon un par de negaciones ante la idea y luego se callaron, sin saber cómo continuar.

– Tienes razón, B.E.N. – Dijo Jim decidido, sorprendiendo a la azabache. – No soy ese tipo de chico.

El castaño le dió una pequeña sonrisa a la chica que logró que su corazón diera un salto.

– ¿Qué tipo? ¿Sensible? – Interrumpió el robot, recibiendo una mala mirada de los chicos. – ¿Acaso eres de los rudos? Vaya... No me lo habría imaginado, galán.

B.E.N le dió un pequeño golpe cómplice en el brazo a Jim y él negó rendido. Cuando vieron que estaban perdiendo tiempo, los
jóvenes corrieron hacia el barco pirata, seguidos del robot y Morph, mientras Silver aún estaba inmerso en lo maravilloso del tesoro.

– ¿Sabes qué es raro? – Leah había juntado sus manos a la altura de sus rodillas para hacer una escalera y darle un empujón a Jim para que subiese al barco, cuando B.E.N llamó su atención. – No puedo decirles lo frustrante que es, chicos. Porque hay algo que simplemente me está molestando.

Jim ayudó a Leah y a B.E.N a subir, cuando éste último estuvo en el borde se tropezó y  cayó de cara a la cubierta del barco. Leah trató de disimular su risa con una tos fingida, Jim estuvo por mirarla mal cuando miró algo por sobre el hombro de la azabache que lo dejó sin palabras.

– ¿Qué sucede? – Al ver que Jim tenía una expresión sorprendida y no le decía nada se giró siguiendo la mirada del chico, notando un esqueleto con uniforme de pirata sentado en un trono detrás de ellos.

Leah apretó la mandíbula y su respiración se volvió irregular, detestaba los esqueletos y se había encontrado miles en sus viajes. Morph sabía esto y se colocó entre las manos de la chica dejando que lo acariciara para relajarse.

– El Capitán Flint. – Afirmó Jim, avanzando hasta el esqueleto. Mientras que Leah mantenía su distancia y se quedaba detrás del chico.

– ¡En carne y hueso! – Completó B.E.N – Bueno, más o menos. Sin la piel, los órganos, o cualquier cosa que sea carne, la cual no hay.

– Jim, no te acerques mucho a esa cosa ¿Quieres? – Leah trataba de ocultar el temblor en su voz cuando el chico se acercó al esqueleto para admirarlo más de cerca.

– Y es demasiado extraño ¿Sabes? – B.E.N continuó con el tema del que estaba hablando anteriormente sin hacer mucho caso a lo que pasaba alrededor, Leah lo miraba aún sin comprender el funcionamiento de aquella máquina. – Recuerdo que había algo horrible que Flint no quería que nadie más supiera, pero no puedo recordar qué era.

Leah observó cómo Jim tomaba la mano del esqueleto y la rompía para quitarle un extraño objeto que estaba sosteniendo, se abrazó a si misma conteniendo un escalofrío e hizo el amago de vomitar.

– ¡Maldita sea, cabeza de nuez! ¡¿No te dije que no tocaras esa cosa?! – Leah sacudió la cabeza, apartando de su mente la sensación que tendría al tocar un esqueleto, la idea le ponía la piel de gallina.

– ¡Es terrible perder algo como la mente! – Por su parte, B.E.N aún se quejaba de su perdida de memoria, Leah se rindió y rodó los ojos decidiendo pasar de él.

– B.E.N, creo que acabo de encontrar tu cerebro, quédate quieto.

– Jimmy, tienes las manos muy, muy frías. Oye ¿Siempre ha sido así? – La pregunta fue dirigida a la azabache, qué frunció el ceño. Jim tomó al robot y colocó la pieza que recién había sacado del esqueleto en la parte trasera de su cabeza. La pieza encajó perfectamente y se vió en los ojos de B.E.N como su memoria era restaurada y volvía en sí. – ¿Sabes, Jimmy? Estaba pensando en algo, estaba... ¡Pensando!

– ¿Y no te dolió? – Comentó Leah, Jim le dió un ligero golpe en el brazo y ambos observaron como el robot celebraba por recuperar sus recuerdos.

– ¡Volvió todo! ¡Todas mis memorias! ¡Hasta el momento en que Flint sacó mis circuitos de memoria para que no pudiese contarle a nadie sobre su trampa! – Justo en el momento en que B.E.N dijo esas palabras, algo detonó sobre sus cabezas, alarmando al grupo. – Hablando de eso...

Jim y Leah observaron con terror como el mecanismo que los rodeaba comenzaba a estallar y a destruirse por completo.

– Flint quería asegurarse de que nadie jamás pudiera robar su tesoro. – Explicó B.E.N lo más rápido que pudo. – Equipó el planeta entero para que volará más alto que una cometa Kalepsiana.

Con las explosiones, una de las máquinas láser que colgaban sobre ellos colapsó y cayó no muy lejos de su posición, destruyendo el suelo y levantando el tesoro por los aires.

– ¡Corre, Jimmy! ¡Sálvate! ¡Salva a tu chica y sean felices para siempre!

– ¿¡Puedes detenerte!? – Le gritó la azabache, a lo que el robot respondió con un gritó aterrorizado.

– ¡Vuelvan y ayuden a la capitana y al Doc! – Encargó Jim, corriendo hacia el tablero del barco y colocándose debajo. – Si no llego en cinco minutos, márchense sin mí.

– ¡No voy a dejar a mi amigo Jimmy! – B.E.N lo tomó de la pierna y lo arrastró fuera, Jim lo miraba serio y con un par de cables en sus manos y el robot dudó. – A menos que me mire de esa manera... ¡Adiós, Jim y su novia!

– ¡Es Leah! – Le gritó con rabia mientras él se alejaba corriendo a hacer lo que le decían. Leah se plantó junto al chico que la miró expectante. – Si quieres que me vaya vas a tener que arrastrar mi cadaver, cabeza de nuez.

Jim rodó los ojos y volvió debajo del tablero para encender el barco. Leah observaba como el láser se movía y abría una brecha en el suelo, llevándose consigo gran parte del tesoro y si no se apuraban, a ellos también.

Los piratas trataron de llevarse lo que podían del tesoro, pero incluso algunos de ellos fueron arrastrados hacia la inmensa brecha sin oportunidad de regresar.

– Jim... ¿Cómo vas con eso? – Leah trató de apresurarlo al ver la escena en la que sus antiguos compañeros caían a la lava.

– Ya está. – Jim se levantó y tocó un par de botones en el tablero, logrando encender los propulsores del barco. – ¡Sí! ¡Nos vamos de aquí!

Morph dió un par de vueltas feliz mientras Jim giraba el timón para sacarlos de aquel lugar. Cuando escucharon detrás de ellos la voz de Silver y se giraron alarmados.

– ¡Jimbo! ¿No eres la séptima maravilla del universo? – Leah no dudó un segundo, cuando sus ojos se posaron en una espada que estaba en el suelo, en tomarla y apuntar al cyborg con ella.

– ¡Atrás! – Ante la amenaza, Silver dió un paso hacia atrás y bajó la mirada un segundo para regresarla a la azabache con enojo. – ¡No des un paso más!

– Leah... Tienes que reaccionar. ¿No planificamos esto durante años? ¿Conseguir este tesoro y adueñarnos de él? – El agarre de Leah en la espada no tembló en ningún momento y Silver suspiró frustrado. – Chicos, me agradan, pero he llegado demasiado lejos para dejar que se interpongan entre mi tesoro y yo.

Cuando Silver comenzó a avanzar hacia ellos Leah retrocedió, estirando una mano hacia Jim para que se mantuviera detrás de ella y poder protegerlo. Ya no sabía quién era el cyborg parado frente a ella, no era el John Silver que la crío durante diez años, era un hombre obsesionado con un tesoro que se estaba desmoronando justo debajo de ellos.

Leah chocó contra el timón cuando un láser impactó contra su barco, lanzando a los tres por los aires. La espada de la Meryn voló y ella cayó chocando con el borde del barco, cuando se incorporó y recobró el equilibrio vió que Silver se sostenía del borde para no caer y no había rastro de Jim en su campo de visión.

Al levantar la mirada logró ver al castaño sosteniéndose de una saliente en la pared frente a ellos y debajo de él no había otra cosa más que lava. Su corazón latió a mil por hora y saltó por encima de Silver para llegar a la orilla más cercana al chico.

En ese momento, el láser había comenzado a destrozar el barco y Silver lo jaló hacia atrás para evitar más daños a su única vía de escape segura.

– ¡Jim! ¡Dame tu mano! – Leah se había colgado de la orilla de la estructura y se estiró lo más que pudo hacia Jim que hacia lo mejor que podía, pero la saliente cada vez se incrustaba más en la pared.

– ¡No te alcanzo! – Jim trataba de subirse en la saliente y tener de donde apoyarse pero le era muy difícil, la Meryn trataba de alcanzarlo como podía y bajaba más en la estructura, evitando mirar la lava que burbujeaba a pocos metros debajo de ellos.

Jim no pudo sostenerse más de la saliente y resbaló algunos metros hasta lograr agarrarse de otra saliente, Leah gritó con horror al casi verlo caer y bajó un poco más hacia el castaño, arriesgándose a no poder subir ella misma.

Silver miró al barco con el tesoro que sostenía con su mano mecánica y luego miró a los jóvenes que luchaban por mantenerse en pie y finalmente cedió. Leah levantó la mirada sorprendida cuando sintió una mano rodear la suya con la que se sostenía a la estructura, encontrándose con el cyborg.

No se detuvo a pensar el asunto y se giró hacia Jim, que estuvo a punto de caer a la lava y de no ser por el agarre de Silver, no habría podido estirarse lo suficiente para atrapar la mano del castaño antes de que cayera.

Jim subió como pudo y se abrazó a la azabache para que Silver los subiera a ambos a la cima de la estructura. El cyborg se impulsó hacia arriba y los tres se relajaron al estar relativamente a salvo.

Leah miró a Jim a su lado y se lanzó a abrazarlo sin muchos rodeos, casi faltaba a su promesa de protegerlo y afortunadamente lo tenía ahí a su lado, y no podía estar más tranquila. Jim lo dudó un momento pero al final correspondió el abrazo de la Meryn mientras Silver los miraba con una sonrisa.

Cuando los jóvenes se separaron se miraron con sonrisas avergonzada hasta que un gran destello frente a ellos llamó su atención, viendo cómo su barco estallaba en pedazos, sin dejarles mucho tesoro que recoger.

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