La Mala del Cuento [Editada]

By rcrv-vrcr

146K 8K 356

La vida de Eleanor es perfecta. Es popular en la escuela, sus padres tienen dinero, y está en una relación en... More

Capítulo 1 [Editado]
Capítulo 2 [Editado]
Capítulo 3 [Editado]
Capítulo 4 [Editado]
Capítulo 5 [Editado]
Capítulo 6 [Editado]
Capítulo 7 [Editado]
Capítulo 8 [Editado]
Capítulo 9 [Editado]
Capítulo 10 [Editado]
Capítulo 11 [Editado]
Capítulo 12 [Editado]
Capítulo 13 [Editado]
Capítulo 14 [Editado]
Capítulo 15 [Editado]
Capítulo 16 [Editado]
Capítulo 18 [Editado]
Capítulo 19 [Editado]
Capítulo 20 [Editado]
Capítulo 21 [Editado]
Capítulo 22 [Editado]
Capítulo 23 [Editado]
Capítulo 24 [Editado]
Capítulo 25 [Editado]
Capítulo 26 [Editado]
Capítulo 27 [Editado]
Capítulo 28 [Editado]
Capítulo 29 [Editado]
Capítulo 30 [Editado]
Capítulo 31 [Editado]
Capítulo Especial [Editado]
Capítulo Final [Editado]
Epílogo [Editado]
Segunda Temporada
Nota Importante

Capítulo 17 [Editado]

1.2K 74 0
By rcrv-vrcr

—No lo has hecho, ¿o sí? —arquea una de sus tupidas cejas.

Trago saliva, nerviosa.

Muy bien. Sabe que me tiene colgando en sus manos. Me quiere poner entre la espada y la pared, y lo está logrando.

—¿Qué puedo hacer para que mantengas la boca cerrada? —le pregunto bajando la guardia.

—Sube.

—¿Para qué?

—Que te subas, digo.

Maldiciendo entre dientes volteo hacia mi casa antes de rodear el auto y entrar en él.

Espero que antes nadie me haya escuchado abrir la puerta, ni que Andrew me retenga por mucho tiempo, porque ya el cielo se está oscureciendo.

—¿A dónde me llevas?

—Vamos a mi casa.

Mierda, lo sabía. Pretende que me acueste de nuevo con él. Dejaré que conduzca, pero no tropezaré dos veces con la misma piedra.

Cruzándome de brazos, durante el camino no digo una sola palabra, ni siquiera cuando llegamos y nos dirigimos a su recámara.

Es cuando cierra la puerta con pestillo que decido hablar:

—¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres?

—Hacer que recuerdes... cosas —me susurra al oído seductoramente por detrás, mientras rodea mi cintura.

Por más que quisiera, no soy de piedra; en mis venas fluye sangre y precisamente es por ello que la sensación de su cálido aliento sobre mi oreja hace que se me erice la piel. Sin embargo hago un esfuerzo para no caer en provocaciones.

—¿Recordar qué? —doy un par de pasos adelante, separándome de él y giro para encararlo— No pienses que me voy a acostar contigo otra vez. Eso no sucederá.

Gracias a Dios sueno muy segura aunque por dentro no lo esté para nada.

La naturaleza humana es tan sorprendente que juro que hace unos segundos estaba molesta, pero ahora, que él apenas ha sugerido tener sexo, solo me puedo concentrar en el cosquilleo que comienza a expandirse por mi vientre.

Por si fuera poco, a mi mente vienen varios flashbacks de la noche en la que perdí la virginidad, que hacen que involuntariamente apriete los muslos.

—¿Segura?

Andrew sonríe; es una sonrisa confiada, pícara, sensual. Hace que retomemos la cercanía, haciéndome chocar contra su pecho con brusquedad. En el proceso de dicho movimiento, además cuela una mano debajo de mi falda para apretarme el trasero.

Mi última gota de fuerza de voluntad se va cuando siento el roce de sus labios y la dureza de su masculinidad al mismo tiempo en lugares diferentes.

Abro la boca para recibirlo y no solo eso; participo con entusiasmo en el grandioso beso, dándole a mi cuerpo justo lo que está pidiendo.

Enrollo las piernas alrededor de su cadera en automático cuando me alza. Sin dejar de besarnos, Andrew hace que tropecemos con la cama y me deja caer en ella.

Se quita la camisa, y yo también desabotono la mía, enseñándole mi tierno brasier celeste que paradójicamente realza mi busto.

—Solamente me acostaré contigo si te olvidas de lo que sucedió entre nosotros, incluyendo esto —condiciono con los ojos cerrados mientras él reparte un reguero de besos entre mi cuello y mis pechos aún cubiertos.

Levanta la cabeza.

—Está bien... lo pensaré.

Entonces hace que me dé la vuelta, dejándome en cuatro sobre el colchón. Ahora sí desabrocha mi sujetador, que se desliza por mis brazos, y sin molestarse en quitarme la falda del uniforme, únicamente la enrolla en mi cintura para después bajarme las bragas.

Aunque parezca bestial, esto me está excitando. Una vez más, como ese día, mi cuerpo y mi mente deciden tomar caminos opuestos; antes dije que no volvería a tropezarme con la misma piedra, pero mi feminidad demanda, mejor dicho, casi grita por atención, y esa sensación es peligrosamente adictiva.

No me gusta Andrew, pero de repente quiero que me toque, que haga conmigo lo que le venga en gana.

Que me folle...

Esta parte de mí no la conocía, ni sabía que existía; mi lado morboso. Pero es que en este momento no soy capaz de pensar en nada más.

—¡Oh, Dios! —suelto al sentir la lengua de Drew en el lugar más íntimo de mi anatomía.

La percepción de su saliva mezclándose con la humedad de mi centro es simplemente... demasiado.

Me sonrojo avergonzada, mas no consigo fuerzas para pedir que pare, sino todo lo contrario.

Mientras él sigue con la cara enterrada en la zona en medio del ano y la vagina, recuesto mi torso levantado más el trasero e incluso separo más las piernas.

—No te... detengas.

Luego de varios segundos así, Andrew finalmente oculta sus dedos entre mis labios; no introduce nada pero me frota el clitoris con rusticidad, llevándome al abismo casi de inmediato.

Todavía no termino de recuperarme del orgasmo cuando oigo la cremallera de su pantalón. Abandona su posición y estoy a punto de reclamar, antes de verlo buscar un preservativo.

Intenta acostarme boca arriba pero protesto.

—No —digo manteniéndome apoyada con las rodillas–. Lo quiero así. Así me gusta.

Andrew asiente con el rostro enrojecido, encamina la punta y se mete dentro de mí de un solo golpe. Mi estrecha vagina se abre como los pétalos de una flor al recibirlo, y lo envuelve como un guante.

—Mierda, tu coño... —gruñe sin terminar la oración.

Se mueve rápido, fuerte, sin salirse mucho de mí para volver a penetrarme. Me nalguea y ese ligero dolor, lejos de provocarme molestia, aumenta mis palpitaciones.

Literalmente chillo de placer. Se siente extremadamente bien. Tanto, que no me interesa si alguien pasa y me escucha.

Estrujo el edredón que cubre las sábanas y Andrew hace lo mismo pero con uno de mis senos, aplastando mi rígido pezón contra su palma. Extasiada me incorporo para poder besarnos; luego él deja caer todo su peso acostándose encima de mí.

Aumenta el ritmo de sus embestidas y el segundo orgasmo llega de una forma tan arrolladora, que derramo lágrimas de placer.

Ni él ni yo nos movemos sino hasta un par de minutos, cuando los espasmos causados por el clímax cesan. Drew es el primero que se separa poniéndose a un lado; yo por mi parte me acomodo en la cama. Estoy exhausta.

Espero que la respiración se me normalice y entonces me levanto. Con el orgullo magullado arrastro los pies hasta el baño.

Lo volví a hacer. ¿Pero qué rayos le sucede a mi cerebro? Simplemente creo que se apaga por ratos, pero ya estoy cuerda nuevamente y casi tengo un infarto cuando miro mi reflejo en el espejo del lavado.

Parezco una auténtica prostituta callejera; lo único que tengo puesto es la falda, las medias y los zapatos. Mi maquillaje arruinado, en especial las manchas de rímel en los párpados, es lo que completa el look.

Me enjuago el rostro y rehago mi cola de caballo. También orino y me aseo, dentro de lo que cabe, con suficiente papel higiénico.

Cuando salgo, Andrew sigue acostado viendo su teléfono. Apenada hago por lo menos el intento de taparme con los brazos, aunque no tenga mucho sentido.

Lo peor de todo es que ya no tengo excusa; no hay ni una gota de alcohol en mi organismo.

Recojo mis prendas del suelo y me siento a la orilla de la cama para ponerme la ropa interior.

—Muy bien, ya obtuviste lo que querías... —digo ajustándome el sujetador— Ahora espero que cumplas con tu palabra y hagas como si esto nunca pasó.

—No.

Giro para ver su cara cínica y alzo las cejas.

—¿Cómo que no?

—Así como lo oyes; no.

—¡Dijiste que lo ibas a pensar!

Se encoge de hombros.

—Exacto. Ya lo pensé, y mi respuesta es... no.

Me paro furiosa.

—¡Jodido bastardo!

—Sí, Eleanor, llámame como quieras...

—¡Das asco! ¡Me engañaste como a una estúpida!

—¡La única que engaña aquí eres tú! —contraataca— ¡Fui claro, y te guste o no, ahora vas a tener que hacer lo que yo quiera!

—¡¿Qué?! —exclamo— ¿Acaso me estás chantajeando? Estás loco si piensas que me dejaré. ¡Loco!

—Bueno, entonces creo Fred Roberts va a disfrutar mucho escuchando lo que le voy a contar.

Bufo —¿Sabes qué? Haz lo que quieras. Freddie nunca te creería a ti en vez de a mí.

—¿Y si le muestro pruebas?

—Por favor... ¿cuáles pruebas podrías tener?

En ese momento oigo el disparo de una cámara. La cámara del celular de Andrew.

—¿Qué haces?

—Tomar una foto de tus lindas tetas.

Tardo un poco en comprender.

—¿Qué?

—Creo que me puede servir como prueba.

Abro los ojos como platos.

—¡No!

No es que esté totalmente desnuda, pero una foto mía en sostén sí que comprobaría su testimonio. Y ni pensar en lo que puede llegar a hacer; no solo mostrársela a Freddie, sino a todo el colegio.

—¡Dame eso!

Me abalanzo sobre él, quien ríe mientras alza la mano dejando el teléfono fuera de mi alcance. Casi mide dos metros así que muy difícilmente podría arrebatarle algo a la fuerza.

—No hagas esto. De verdad te estás pasando de la raya —comienzo a llorar.

No estoy segura si por rabia, de preocupación, o por la impotencia; creo que por todo a la vez.

—No llores. No se la mostraré a nadie, solo quiero asegurarme que no me volverás a evitar.

—¡¿Por qué, qué mierda quieres de mí?!

—Tú ya los sabes, Eleanor. Considéralo como un acuerdo que nos beneficia a ambos; tu lo disfrutas tanto como yo.

Me cruzo de brazos.

No puedo creer que me esté pasando esto. Mentira, sí lo creo; es la consecuencia de mis estúpidos actos.

Andrew luce muy decido, así que no sirve de nada seguir replicando. Tiene mi reputación en sus manos, así que mejor me callo. Tampoco puedo mostrarle tanta vulnerabilidad, aunque por dentro esté completamente desesperada.

Termino de vestirme y hago que me lleve a casa.

—¿Vienes a casa? —me preguntó Fred el día siguiente, a la hora de salida en la escuela.

—En realidad... olvidé que tengo que ayudar a mamá con algo en la casa. No podré ir hoy, pero saluda a tu madre y a Ashley de mi parte —tuve que mentirle, con todo el dolor de mi alma.

Andrew me había dejado claro que mis tardes ahora le pertenecían a él.

Todos los días después de clases, me esperaba en su casa, donde técnicamente era su esclava sexual. No me quedaba más que esperar que se aburriera de mí, me dejara en paz y se dignara a borrar la maldita foto que sacó.

Cuando estaba con Andrew le decía a mi madre que estaba con Fred o con Ashley, y a su vez le hacía creer a ellos que estaba en mi casa. Mentirles así era como practicar un deporte extremo.

La parte buena es que el sexo, por lo menos con Drew (no tengo más referencias), era estupendo. Pero la parte mala es que odiaba tener que engañar a tantas personas a la vez.

Por la mañana estaba con mi novio, pero la tarde la pasaba con otro. Me sentía como una zorra.

Además, cada vez se volvía más complicado excusarme con Ashley por no poder pasar tanto tiempo con ella como solía. Gracias a Dios las vacaciones de Navidad llegaron y los Roberts salieron de viaje a visitar a su familia fuera de la ciudad, lo que aliviaba un poco la carga sobre mis hombros.

—Ya vengo, mamá —le aviso bajando las escaleras.

Ella aparta la vista de su revista.

—¿A dónde vas?

—Al centro comercial. Necesito comprarme algo que ponerme en Noche Buena.

—Está bien; ve con cuidado y no tardes mucho.

Asiento de camino a la puerta y tomo un taxi.

¡Ay, ojalá se dignen a comprarme un auto este año que viene!

Deslizo mi tarjeta de crédito en varias tiendas; de hecho, me compro más de un atuendo, y cuando decido que es suficiente para mí, voy a buscar los regalos de Navidad para mis padres.

Entro en Prada y consigo un hermoso bolso para mamá; para papá pienso que sería buena idea darle un reloj, así que voy a una joyería.

El dependiente me muestra varios modelos pero ninguno me convence.

—¿Busca algo en especial?

—No, quiero decir, no sé. Es un regalo para mi padre. Pero él ya tiene muchos relojes, y no veo ninguno que se diferencie. Es como... más de lo mismo.

—En ese caso, puede mandarle a grabar algún nombre, frase, o una fecha importante.

—Sí, creo que sería bueno. Me gustaría grabarle una frase a... este —señalo el reloj que más me gusta. Luego me dice cuánto costará junto con el grabado y pago—. Iré a almorzar mientras pienso que poner, ¿bien? Vendré luego.

—Claro, señorita.

Doy la vuelta hacia la salida, aunque pasos antes de llegar una voz familiar hace que me detenga.

Frunciendo el ceño, sin girar mucho el rostro soy capaz de ver por el rabillo a mi papá de espaldas eligiendo un majestuoso collar de esmeraldas muy cariñoso junto a una joven mujer que definitivamente no es mi madre.

Continue Reading

You'll Also Like

7.4K 525 39
un joven de 32 años que le gusta el anime que no ha tenido una vida fácil y solo a salido a delante con frases inspiradoras por su vida complicada un...
6.8K 389 8
Esta es la segunda temporada de ¿¡UNA MUJER ALFA Y UN OMEGA HOMBRE!? Haruki un alfa dominante hijo de una pareja conocida, ya por ser una pareja mill...
68.8K 2.3K 42
en esta historia seras Mia 🔞
5K 634 22
Felix es un adolescente cansado de si mismo. Pero al parecer es escuchado por Hyunjin, quien se encargará de modificar su vida haciéndolo cada vez má...