Los Sementales

By YukiTsuki18

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Machistas, lujuriosos, atractivos e infieles, así son los sementales... tres hermanos ricos y guapos que no c... More

Booktrailer y Presentación
0.- Prólogo
1.- Fruta prohibida
2.- Marcado
3.- En la cuna de Los Sementales
4.- Castigo
5.- Apuesta
6.- Calumnia
7.- Buitres
8.- Borracho
9.- El color de tus ojos
10.- Última cena
11.- Triste adiós
12.- Testamento
13.- El patrón
14. Boda
15.- Noche de Bodas
16.- Reencuentros
17.- De rodillas
19.- Estos celos
20.- Pasiones
21.- Evidencias
22.- Romances
23.- Bajo el mismo techo
24. Noche de donceles
25.- Corazón galopante
26.- Cita
27.- Primera vez
28.- Lágrimas
29.- La propuesta
30.- Poco a poco, lentamente
31.- Hacer el amor
32.- Nubes negras
33.- Decisiones
34.- Amar es libertad
35.- Lágrimas de amor
36.- El fin de Los Sementales

18.- Capricho

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By YukiTsuki18

¡¡¡¡¡NUEVO CAPÍTULO!!!!!

HABEMUS NUEVO CAPÍTULO Y ES GRACIAS A TODOS SUS COMENTARIOS POSITIVOS E INTERÉS MOSTRADO POR LA HISTORIA... SIGAN HACIÉNDOLO...

Y PARA PREMIARLOS LES DEJO UN CAPÍTULO MÁS LARGO DE LO NORMAL...

¡DISFRÚTENLO!

Diego se paró frente a Julián y le dijo mirándolo a los ojos: háblame claro ¿quieres saber de dónde vengo? Pues sí, estuve con un doncel toda la tarde... ¿algún problema?

Julián sintió hervir la sangre ante la afirmación de Diego.

Diego: responde... ¿te molesta que haya estado con un doncel? ¿estás celoso?

Sin poder contener su rabia, Julián contestó: pues sí... ¡SÍ ESTOY CELOSO!

El semental no pudo evitar sonreír al escuchar al pelirrubio: lo sabía, sabía que no podías estar hecho de piedra... al fin admites lo que sientes por mí...

Diego tomó por la cintura al doncel y lo apretó a su cuerpo diciendo: yo también te deseo Julián, te deseo desde el día que te conocí...

Al darse cuenta que había cometido un error hablando sin pensar, el pelirrubio empujó al varón vociferando: no seas estúpido Diego, no son esa clase de "celos" a los que me refiero... lo que quise decir es que estoy celoso de que algo más robe tu atención y cambies tu decisión de trabajar en el negocio de las manzanas...

Sorprendido, el ojinegro comentó molesto: eso no se llaman "celos"... tú dijiste que estabas celoso y celos son los que sienten un hombre o un doncel por la persona que aman...

Intentando borrar lo dicho, Julián aclaró: pues me confundí de palabra... lo único que a mí me importa es que te mantengas cooperando conmigo para no dejar caer el negocio familiar... esa es mi misión en esta casa como albacea de tu abuelo...

Decepcionado de la actitud del doncel, Diego expresó con amargura: sí, ya veo que a ti solo te importa el negocio y ser el albacea de la herencia de mi abuelo... pues no te preocupes que voy a mantener mi palabra de seguir trabajando contigo, solo que a diferencia de ti, yo no estoy hecho de hielo y necesito de alguien que me dé cariño cuando no estoy trabajando ¿entiendes a lo que me refiero?

Julián: no, explícame lo que quieres decir exactamente...

Diego: quiero decir que trabajaré a tu lado para mantener el negocio de las manzanas, pero en mis ratos libres puedo hacer lo que quiera y lo que quiero es un doncel que cubra mis necesidades afectivas... y como en esta casa no lo hay, lo buscaré en otra parte, así que no te desveles esperando mi llegada porque no prometo venir todas las noches a dormir...

El ojinegro comenzó a subir apresuradamente las escaleras al tiempo que Julián aseveró: pues haz lo que quieras con tus ratos libres, yo también lo haré... ojalá que ese doncel que te "da cariño" sea sincero y valga la pena...

Al llegar a la parte superior de las escaleras, Diego se detuvo para contestarle al pelirrubio: no importa el tipo de doncel que me consiga, lo que importa es que sea caliente y me encienda con sus caricias... lo peor que podría pasarme es que me enamore de un doncel que sea un tempano de hielo, ¡COMO TÚ!

El semental se fue a su cuarto mientras que Julián golpeó la barandilla de las escaleras diciéndose a sí mismo: sí, estoy celoso... me muero de celos al pensar que Diego estuvo con un doncel, pero él no puede saberlo porque yo soy el albacea y eso impide cualquier cosa entre él y yo...

El ojiazul se aferró al amuleto de su cuello.

Julián: abuelo, le prometí cumplir con su último deseo, pero no puedo evitar sentir esto que siento por uno de sus nietos... pero no puedo permitirme este sentimiento porque eso me alejaría de mi verdadera misión en esta casa... tengo que hacer de LOS SEMENTALES, hombres de bien... tengo que lograr que Diego sea un hombre responsable y cabal, aunque él no sea para mí...

**********

Cerca de la medianoche, Carlos despertó luego de dormir varias horas tras ingerir dos pastillas para el dolor, las cuales le provocaron somnolencia.

Al abrir sus ojos, la vista del barbado se topó con la espalda de su doncel, que yacía al lado de él, aunque una larga almohada los separaba.

Martín había colocado esa almohada como una barrera entre él y su marido.

Molesto, Carlos arrojó dicha almohada lo más lejos posible y pegó su cuerpo con el del castaño, quien abrió sus ojos al sentir las lujuriosas manos del semental tocándolo.

Martín apartó de su cuerpo una de las manos del barbado al tiempo de decir: Carlos, por favor... tengo sueño, quiero dormir...

El ojiverde se repegó más al doncel y le susurró al oído: en el día puedes dormir todo lo que quieras, pero en las noches te quiero despierto para mí...

Al sentir la erección del varón rozando su trasero, Martín intentó alejarse: Carlos, tú no estás bien... estás golpeado y adolorido...

Aprisionando al delgado doncel entre sus musculosos brazos, el ojiverde respondió: los golpes no aminoran mis deseos por ti... y la mejor medicina para el dolor son tus besos y caricias...

Haciendo un gran esfuerzo, Martín se liberó diciendo con tono molesto: pues si tú no estás adolorido, yo sí... anoche lo hicimos muchas veces, y... aún me duele...

Carlos: ¿qué te duele?

Sonrojado, el ojicafé respondió agachando la cabeza: pues me duele... me duele mi intimidad...

Sonriendo con cinismo por saber que él era el culpable de ese dolor, Carlos se acercó más a su doncel.

Carlos: es normal que te duela tu trasero, por eso necesitamos darle más uso para que así ya no te duela cada vez que te la meta...

Martín contestó enojado: ¿cómo puedes decir eso? cómo se ve que no conoces bien el cuerpo de los donceles... no somos objetos para que nos usen como juguetes sexuales... mi cuerpo necesita descansar para recuperarse... estoy muy lastimado de "abajo"...

Ante la negativa del doncel, Carlos comenzó a exasperarse, por lo que empujando a Martín en la cama, dijo: pues vamos a ver qué tan lastimado estás...

El castaño no pudo evitar que el barbado le bajara el pantalón pijama que estaba usando, así como su ropa interior, en la cual iba pegada una toalla sanitaria, que llamó la atención del varón.

Carlos: ¿qué es esto? ¿para qué la usas?

Avergonzado y evitando la mirada de su marido, Martín respondió: porque todo el día me ha estado saliendo lo que dejaste dentro de mí anoche...

Comprendiendo a lo que el doncel se refería, Carlos ordenó: abre bien tus piernas... quiero verte el culo para examinarte...

Martín: ¿e-estás loco? Claro que no... me da pena...

Carlos: ¿pena? no tienes que sentir pena conmigo... soy tu marido y conozco cada rincón de ti, ahora ábrete bien y es una orden...

Como si oyera lo contrario, Martín apretó más sus piernas, por lo que el ojiverde tuvo que abrírselas a la fuerza.

Una vez que el doncel estaba totalmente expuesto, Carlos observó la entrada del castaño, la cual efectivamente lucía enrojecida e hinchada.

Rascándose la cabeza, el barbado comentó: parece que sí me pasé contigo anoche... tu culo está muy irritado, tienes que ponerte algo para que se desinflame...

Con un nudo en la garganta por la vergüenza que estaba viviendo, Martín dijo: ya estoy poniéndome una crema especial, pero necesita tiempo para que la inflamación baje...

El semental expresó con total sinceridad: me lleva la verga y yo que ando bien caliente... necesito deslechar y no puedo usar tu agujero...

Martín rápidamente se subió la ropa interior y la pijama para luego decir: pues si creíste que al casarte conmigo podrías usarme como un muñeco sexual todas las noches, te equivocaste... soy un ser humano con limitaciones...

Carlos miró de pies a cabeza al sensual doncel y sus ojos brillaron de lujuria ante una idea perversa.

Carlos: no, bonito, no me equivoqué al pensar que podría usarte todas las noches... quizás hoy tu culito no se puede usar, pero no es el único agujero que tienes...

Los ojos de Martín se abrieron grandemente y preguntó tartamudeando: ¿q-qué qui-quieres decir?

Mirándolo con una amplia sonrisa, el semental respondió: que ahora que lo pienso aún eres virgencito de esa linda boquita que tienes... solo mi lengua ha penetrado tu boca, creo que ya es tiempo que algo más grande te entre por ahí...

Rápidamente, el doncel se levantó de la cama expresando con temor: no Carlos... eso sí que no...

El varón se puso de pie diciendo: ¿por qué no? ¿qué tiene de malo? El sexo oral es muy normal y más en una pareja de casados como nosotros...

Martín: pues me niego a hacerlo... eso no es propio de un doncel decente...

Carlos se acercó al ojicafé: lo que es propio de un doncel es satisfacer a su marido y ya te dije que ando bien caliente, necesito desfogarme...

Martín vociferó: tú andas caliente todo el tiempo, eres un ninfómano... si quieres desfogarte, vete a buscar un prostituto, a mí no me importa...

Carlos sujetó con fuerza del brazo a Martín para evitar que escapara a algún lado.

Carlos: ¿crees que voy a pagarle a una puta cuando te tengo a ti? No tengo que buscar otro agujero cuando tengo el mío propio en casa...

Martín no soportó más la humillación y le dio una bofetada a su marido.

Con lágrimas en los ojos, Martín dijo: yo no soy solo un agujero, respétame... recuerda que voy a ser madre de tu hijo, no me trates como un prostituto...

Viendo que el tierno rostro del doncel era cubierto por el llanto, Carlos sintió por primera vez algo que oprimió su pecho... no era nuevo ver a Martín llorar, pero esta vez las lágrimas del castaño producían un extraño efecto en el varón.

Sin mostrar ningún rastro de vulnerabilidad, el ojiverde habló con voz gruesa: ya, está bien, deja de llorar... si no quieres chupármela hoy, lo haremos en otra ocasión... sé que aún te estás acostumbrando a ser un doncel casado y tienes miedo a experimentar ciertas cosas... ven, vamos a la cama...

Martín sintió los brazos de Carlos rodeándolo y guiándolo al lecho nupcial.

Una vez que ambos estuvieron nuevamente en la cama, Carlos se colocó encima del doncel diciendo: no te la voy a meter ni por el culo, ni por la boca, pero tienes que ayudarme a deslecharme... es tu obligación como mi esposo...

Temeroso, el inocente castaño preguntó entre lágrimas: n-no entiendo... ¿q-qué quieres ahora?

Carlos tomó una de las delicadas manos del doncel para luego decirle mirándolo a los ojos y con la voz cargada de lujuria: quiero que me masturbes con tus manitas... ayúdame a correrme mientras siento tus suaves manos tocando mi verga...

Temblando bajo el candente cuerpo de su marido, Martín comentó: Carlos, yo nunca he...

El barbado silenció al doncel con un ardiente beso.

Carlos: no voy admitirte un "no"... estoy siendo muy comprensivo contigo... si quisiera, podría violarte por el culo o por la boca, pero estoy respetando tu dolor y tu pudor, ahora tú sé un buen esposo y haz lo que te pido... ayúdame a apagar el fuego que arde en mí...

Martín miró los ojos de su marido y comprendió que él tenía razón... él era un doncel casado y tenía obligaciones que cumplir... esta noche no podía ofrecerle su intimidad al barbado, pero sí podía hacer uso de otras "técnicas" para regalarle placer.

Bastó un cruce de miradas, para que Carlos entendiera la rendición de su doncel, por lo que tras una sonrisa, se acostó cómodamente en la cama y colocó sus manos detrás de su cabeza.

Carlos: vamos, bonito... cúmplele a tu marido, dame placer con tus manitas...

Sin más alternativa que obedecer, Martín se arrodilló frente a Carlos y cuando iba a quitarle el pantalón, el varón ordenó: primero desnúdate tú...

Martín: ¿desnudarme? ¿para qué? no es necesario...

Carlos: es necesario para mí... quiero verte desnudo para recrear mi imaginación... aunque no te la meta, verte desnudo me excita muchísimo...

El doncel agachó la cabeza con sumisión para luego despojarse de cada una de sus prendas, quedando como Dios lo trajo al mundo.

Carlos se relamió los labios ante la hermosa y sensual silueta frente a él.

Carlos: ahora haz lo que ibas hacer antes... bájame el pantalón para que puedas masturbarme...

Martín respiró con determinación tratando de convencerse a sí mismo que lo que hacía, lo hacía solo por obligación.

Con sus manos temblorosas, el doncel bajó los pantalones de Carlos, pero cuando estaba a punto de bajarle también los calzoncillos, dudó por unos instantes... a través del bóxer negro del varón, el ojicafé podía observar el marcado contorno cilíndrico del pene de su marido, y eso le asustaba.

Carlos: no te detengas, continúa...

La voz del macho hizo que Martín tirara de la ropa interior de Carlos, emergiendo de ella una gruesa y palpitante longitud.

A pesar que ya lo había experimentado varias veces dentro de él, esta era la primera vez que el castaño tocaba el pene de Carlos.

Los ojos de Martín apreciaron muy de cerca la forma y color del miembro masculino de su marido, el cual ya goteaba en su punta por la excitación del momento.

Tras sentir una cosquilla recorrer todo su cuerpo, Martín escuchó la voz de Carlos: si quieres, puedes probarlo, es todo tuyo... lo puedes chupar, pero no morder...

Ignorando el comentario soez del varón, Martín evitó mirar a Carlos al momento de extender su mano y tocarle la virilidad con la punta de los dedos. El miembro se sentía hinchado y caliente.

Martín no sabía qué hacer, aunque tenía el gran pene de Carlos en su pequeña mano.

Carlos, por su parte, observaba fijamente al doncel estudiando cada uno de sus movimientos y expresiones... le encantaba saber que él era como un maestro para su ingenuo esposo, un maestro en el arte del sexo y la pasión.

Hasta ese momento, el ojicafé miró a su marido para que lo guiara.

El macho dijo con coz ronca: mueve tu mano y sacude mi verga, pero no demasiado brusco...

Martín obedeció mientras sentía que el calor subía a sus mejillas.

Carlos comenzó a llenarse de placer al sentir la suave mano de su doncel frotándole la virilidad.

Carlos: ohhh, sí... así... más rápido...

El doncel inclinó la cabeza para ocultar su rubor y cerró los ojos para no observar su propia mano agitando el pene de su marido.

Carlos: ohhh... ahhh...

Los gruñidos del semental eran como un taladro para los oídos de Martín, por lo que aceleró el movimiento de su mano con el objetivo de terminar lo más rápido posible.

Para Carlos esos minutos de placer eran la gloria y tenía que hacer un gran esfuerzo para contenerse y no dejarse llevar por su lado primitivo, ya que si dejaba salir a su bestia interior terminaría montando a su bello doncel.

Luchando por controlarse, Carlos tomó la cintura del castaño, palmeando su desnudo trasero y gimiendo su nombre.

Carlos: Martín, oh sí, Martín, Martííínnn...

Cada vez que escuchaba su nombre, una extraña sensación florecía en el pecho del doncel, quien movía con avidez su mano, esta vez no con la intención de terminar pronto, sino para enloquecer de placer a su marido.

El ferviente deseo de Carlos, le hizo levantar la cabeza y besar el cuello del ojicafé, quien abrió sus bellos ojos al sentir que los dientes del macho le mordían la cavidad entre su quijada y hombros.

Con la mano que tenía libre, Martín empujó el velludo pecho de Carlos para liberar su cuello, pero cuando las miradas de ambos se encontraron, el varón se precipitó hacia adelante chocando sus calientes labios con los de su doncel.

Carlos presionó la boca de Martín contra la suya, mordisqueando. Incluso, cuando el doncel resoplaba faltándole el aliento, el macho no lo dejó ir.

A través de ese apasionado beso, Carlos estaba devorando a su doncel, al punto que la saliva de ambos goteaba por la comisura de sus labios.

Como acto reflejo, Martín solo pudo presionar con más fuerza el pene del semental al tiempo de desplazar sus dedos a lo largo y ancho del miembro viril.

Carlos empezó a temblar sintiendo el orgasmo cerca, por lo que se vio obligado a romper el beso para gruñir en voz alta.

Carlos: aghhh, me vengo Martín, me vengo aghhhhh...

Chorros calientes de semen salieron de la punta del pene de Carlos, salpicando en la cara del ingenuo doncel, quien cerró los ojos de inmediato para evitar que el líquido le entrara.

Mientras Carlos resoplaba por el orgasmo, Martín quedó aturdido, sin palabras por la sustancia caliente que ahora cubría su mano y su rostro. La sensación de calor y humedad le hicieron quedar congelado.

Recuperando el aliento, Carlos miró fijamente a Martín como si estuviera hechizado por la belleza del doncel.

Con los ojos brillantes por la libido, el semental lamió el rostro del doncel diciéndole: eres un buen esposo... sabes complacer a tu marido...

El macho le dio una nalgada a Martín para después empujarlo con suavidad e indicarle que se acostara a su lado.

Minutos después, Carlos dormía plácidamente después de haberse desfogado, soñando con algún día desvirgar la boca de su doncel... pero Martín lloraba en silencio, pues el sentimiento de culpa por lo que había hecho no lo dejaban descansar.

Martín sentía que se estaba comportando igual que un prostituto y tenía miedo, miedo de no saber en que terminaría convirtiéndolo su ninfómano marido.

**********

Al día siguiente, Carlos se despertó muy temprano con la intención de salir a buscar trabajo... no quiso despertar a su doncel y prefirió dejarlo descansar... ver el rostro angelical de Martín durmiendo provocó una ligera sonrisa en el varón.

Al pasar por el comedor donde Julián desayunaba acompañado de Tomasa, el barbado le indicó a la ama de llaves.

Carlos: Tomasa, en un rato quiero que le lleves su desayuno a mi doncel y te quedas con él hasta que se termine todos sus alimentos... anda un poco remilgoso, pero quiero que coma muy bien... prepárale algo muy rico para que coma como se debe, yo ya me voy, pero regreso más tarde... no te vayas a olvidar, Tomasa, por favor...

Como era costumbre, el ojiverde ignoró a Julián, quien tras ver salir al semental, comentó: pues vaya que estuvo fuerte la pelea con Fabricio... la cara de Carlos tiene golpes por todas partes...

Tomasa: te lo dije... por eso me espanté cuando lo vi llegar sangrando y todo golpeado...

Julián: creo que debo ir al hospital para ver cómo está Fabricio... hasta cierto punto, me siento responsable por lo que pasó...

Tomasa: me parece buena idea... pero te fijaste con cuánta preocupación, Carlos me recomendó que le llevara el desayuno a su doncel... nunca lo había visto tan preocupado porque alguien comiera, ni por don Serafín, que en paz descanse...

Julián asintió: sí, tienes razón... te lo recomendó mucho...

Tomasa: hasta me dijo "por favor"... de cuando acá, Carlos me pide favor, si todo el tiempo se la pasa dando órdenes y de mal genio... no cabe duda que el amor hace milagros...

Julián expresó con una sonrisa: entonces sí lo quiere... Carlos no se casó solo por la herencia... ¡CARLOS AMA A MARTÍN!

**********

En casa de la familia Montero, el doctor César estaba furioso porque Daniel no había llegado a dormir.

Preocupado por no saber nada, se comunicó por teléfono con el mejor amigo de su hijo.

Montero: ¿estás seguro Aldo? ¿no sabes dónde pasó la noche Dani?... entiendo, gracias, de todas formas...

Luego de colgar el auricular, el doctor escuchó que la puerta de la calle se abrió, por lo que se apresuró a ver de quién se trataba... al llegar, se sorprendió de ver a Daniel acompañado de Mauro.

Con semblante muy molesto, el médico vociferó: ¿qué significa esto Daniel? ¿qué horas son estas de regresar a tu casa? y acompañado de este tipo...

Mauro: doctor Montero, permítame explicarle...

Montero: tú te callas y te largas de mi casa... no tienes nada qué hacer acá... es Daniel quién me tiene que explicar por qué no vino a dormir...

El doncel se mantuvo en silencio cuando el semental habló: discúlpeme doctor, pero no me voy y soy yo quien le va a explicar todo... Dani no vino a dormir porque pasó la noche conmigo...

Montero: ¿cómo que pasó la noche contigo? ¿qué quieres decir?

Pasando su mano por encima del hombro del doncel, Mauro respondió con firmeza: quiero decir que Dani y yo estuvimos toda la noche juntos, dormimos juntos y bueno, por respeto a usted, no quiero ser más específico...

Furioso, el doctor se lanzó sobre Mauro agarrándolo con fuerza por la camisa.

Montero: eres un desgraciado sinvergüenza... ¿cómo te atreves a venir a mi casa a decirme que te aprovechaste de mi hijo?

Daniel gritó: suéltalo papá... Mauro no se aprovechó de mí, yo estuve con él porque quise... porque lo amo...

Montero: tú te callas y vete para tu cuarto que luego arreglo cuentas contigo... primero voy a matar a este sinvergüenza...

Mauro se liberó del agarre del médico al tiempo de gritar: yo no soy ningún sinvergüenza, si estoy aquí es para responderle a su hijo como hombre... estoy dispuesto a casarme con él para no manchar la honra de Dani...

Montero sonrió sarcásticamente: sí claro... ¿crees que soy tan ingenuo para tragarme ese cuento? Tú lo que quieres es casarte con mi hijo para recuperar la herencia de tu abuelo...

Daniel intervino: aunque así fuera... yo quiero casarme con Mauro, papá... y ahora no puedes hacer nada para impedir nuestra boda... no después de lo que pasó entre él y yo...

Montero: pero ¿te has vuelto loco? ¿no te das cuenta que este tipo solo te está usando?

Daniel aseveró: Mauro es el hombre que yo amo y tienes que dejar que me case con él... ¿o prefieres tener un hijo deshonrado?

Montero: prefiero cualquier cosa antes que verte sufriendo al lado de este semental...

El médico miró lleno de rabia a Mauro: y tú te largas ahora mismo de mi casa... y óyelo bien, sobre mi cadáver te casarás con Dani...

Mauro: usted tiene que aceptar que Dani y yo nos queremos...

Montero: tú no lo quieres, ni Dani te quiere a ti... todo esto no es más que un capricho...

Mauro respondió con gallardía colocándose al lado del doncel, a quien tomó por la cintura: como sea, pero Daniel será mi esposo y si me corre de esta casa me iré, pero Dani se va conmigo...

Furioso, el hombre mayor caminó rápidamente hasta un elegante mueble de la sala, de donde sacó una pistola y amenazó apuntándole a Mauro.

Montero: dije que te largues de mi casa y si das un paso más con mi hijo, te vuelo los sesos de la cabeza...

Muy asustado al ver la reacción de su padre, Dani dijo: ¿qué haces papá? ¿estás loco?

Montero: vete para tu cuarto Dani, o le disparo a este sinvergüenza...

Valientemente, Mauro sujetó con fuerza la mano del doncel: tú te vas conmigo ahora mismo Dani, no tengas miedo...

El médico quitó el seguro de la pistola diciendo: ¿me desafías? Muy bien, Mauro... atrévete a salir por esa puerta con Daniel... te aseguro que no saldrás vivo de aquí...

Viendo la determinación de su padre, el ojiavellana se soltó del semental: basta, papá... me voy a mi cuarto, pero no le hagas a nada a Mauro, por favor...

Al ver que el doncel se iba a su habitación, Mauro gritó: Dani, espera...

Montero: no te atrevas a dar un paso más y lárgate de una vez...

Mauro: pero señor entienda que usted ya no puede separarnos, no después de lo que pasó entre su hijo y yo...

Montero gritó con la mirada desorbitada: ¡lárgate de mi casa! y te repito lo que ya te dije... solo muerto, permitiré que mi Daniel sea tu esposo...

Mauro: pero ¿por qué?

Montero: porque sé que a tu lado, Dani jamás será feliz... sé que ninguno de los dos se ama y bajo esas condiciones, ambos vivirían un infierno... lo que pase contigo no me importa, pero no condenaré a mi propio hijo... lárgate y no vuelvas más por aquí...

Mauro no tuvo de otra más que salir de esa casa hecho una furia... pero antes de subir a su camioneta, el semental miró hacia la ventana del cuarto de Dani, quien aferrado a los barrotes de su ventanal, lo observaba con lágrimas en los ojos.

En ese instante, el médico entró a la recámara de su hijo muy molesto.

Montero: qué decepcionado estoy de ti Daniel, no puedo creer que después de saber lo que te conté, hayas aceptado seguir con ese tipo... dónde quedó tu dignidad como doncel...

Llorando, el ojiavellana respondió: mi amor por Mauro es más fuerte que mi dignidad...

Montero: entiende que no es amor lo que sientes... no puede serlo cuando no lo conoces lo suficiente...

Daniel gritó: sí es amor, estoy harto que pienses que esto es un capricho... amo tanto a Mauro que por eso me entregué a él y esta vez no es mentira, él mismo te lo corroboró, así que ya no puedes separarnos, tienes que aceptar mi matrimonio...

Montero: no Dani, tú no te vas a casar con Mauro... aunque ese cabrón te haya deshonrado, no aceptaré su boda porque como tu padre, no puedo ver como te echas de cabeza al precipicio y quedarme de brazos cruzados...

Daniel: ¿y qué puedes hacer? Ya soy mayor de edad y puedo tomar mis propias decisiones...

Montero: serás mayor de edad, pero estás bajo mi dominio y dependes económicamente de mí... te advertí que si no me hacías caso, te irías de San Benito y eso voy hacer... te voy a mandar a vivir a la capital...

Daniel: no puedes obligarme...

Montero: claro que puedo... mañana mismo te llevo a la capital y no volverás a San Benito en muchos años, de eso me encargo yo mismo...

Daniel replicó con rebeldía: no me iré a ningún lado...

Montero: o te vas a la capital o tu querido Mauro se va a la cárcel...

Daniel: tú no puedes hacer eso... ¿de qué lo acusarías?

Montero: pruébame y ya verás como sí puedo... así que arregla tus maletas porque mañana mismo te vas de San Benito...

El médico no dijo más y salió de la recámara cerrando la puerta con llave.

Daniel corrió a la puerta intentando abrirla, pero ya era inútil.

Daniel: papá, ábreme... no puedes dejarme encerrado... no puedes obligarme a irme de San Benito... ábreme papá, ábreme...

De nada servían los gritos y lágrimas del doncel, el doctor Montero ya había tomado una decisión y haría lo que fuera necesario para proteger a su único hijo del menor de LOS SEMENTALES.

**********

En casa de la familia Riva Palacio, don Joaquín desayunaba junto a su nieto recién llegado, Tiago.

Joaquín: me quieres decir por qué anoche llegaste tan tarde de la calle... ¿con quién estuviste todo ese tiempo?

El pelirrizado contestó con desdén: con un amigo, ¿por qué? ¿te molesta?

Joaquín: por supuesto que me molesta... acabas de regresar al pueblo y ya te la pasas todo el día en la calle... aquí las cosas no son como en la capital... la gente de San Benito es muy mal pensada y qué crees que dirán de ti si saben que eres un doncel que se la vive fuera de su casa con "amigos"...

Tiago: a mí no me importa lo que la gente piense de mí...

Joaquín: pero a mí sí... soy un abogado respetable y tengo que cuidar el honor de nuestra familia... si regresaste para seguir con tu libertinaje, mejor te hubieras quedado en la capital... es más, todavía no entiendo por qué regresaste a San Benito...

Tiago: pues, regresé porque... porque aquí estás tú que eres mi única familia y porque he decidido que ya es tiempo de sentar cabeza... ya soy un doncel adulto y creo que ya debo pensar en formar una familia ¿no te gustaría?

Joaquín: por supuesto que me gustaría, pero no te creo... durante años no has hecho más que vivir una vida llena de frivolidades y ahora de repente regresas... ¿por qué no me dices cuál es la verdadera razón de tu regreso?

Tras dar un sorbo a su taza de café, el doncel ojiazul comentó: te aseguro que no hay otra razón más que las que ya te dije...

Joaquín: y si realmente quieres formar una familia, ¿con quién piensas hacerlo? Porque hasta donde recuerdo todos los hombres de San Benito eran poca cosa para ti...

Tiago: eso aún no lo sé, pero en todos estos años que estuve fuera, seguramente muchas cosas han cambiado en el pueblo y estoy seguro que por ahí debe haber un hombre que tiene todo lo que yo necesito...

Joaquín: aún no me has dicho el nombre del "amigo" con el que saliste ayer...

El doncel ignoró la pregunta de su abuelo: sabes qué, ya desayuné demasiado, voy a salir a caminar un poco, no quiero engordar...

Tiago besó la mejilla de su abuelo y se fue sin decir más, dejando al canoso varón con incertidumbre, pues sabía que su nieto algo le ocultaba.

**********

Mauro regresó al rancho furioso y dando de golpes a las paredes de la casa... Diego que iba de salida se sorprendió al ver así a su hermano menor.

Diego: ¿qué te pasa? ¿quieres destruir la casa o qué?

Mauro vociferó: estoy que me lleva la verga... el imbécil del doctor Montero acaba de correrme de su casa a punta de pistola...

Diego: ¿qué? ¿por qué hizo eso?

Mauro: porque no quiere que me case con Dani, pero ahora esto ya se volvió un reto para mí... Dani va ser mi esposo, aunque el mundo entero se oponga...

Sin decir más, el ojimiel se dirigió apresuradamente a su habitación dejando al ojinegro preocupado.

Tomasa que alcanzó a escuchar los gritos del semental menor, se acercó a Diego preguntando: ¿qué le pasa a tu hermano? ¿por qué está así?

Diego: ya sabes como es... creo que quizás es sobre esto que Julián quería hablar conmigo ayer... ¿dónde está Julián?

Tomasa: Julián salió... fue al hospital...

Diego: ¿al hospital? ¿está enfermo?

Tomasa: no, fue a visitar al doctor Cisneros...

El musculoso ojinegro se sorprendió: ¿a quién? ¿quién es el doctor Cisneros?

Tomasa: no sé muy bien... creo que es un médico que también viene de la capital y al parecer Julián y él son amigos...

Diego: ¿amigos? ¿tú conoces a ese doctor?

Tomasa: sí, lo vi ayer que vino a visitar a Julián... es un muchacho guapísimo y muy varonil...

La mujer no dijo más y se retiró a la cocina mientras que Diego se quedó con el ceño fruncido.

**********

Y precisamente en el hospital, Julián llegó al consultorio de Fabricio a quien encontró terminando de atender a un paciente.

Cuando el doncel vio el rostro golpeado del varón, se sintió culpable.

Fabricio se percató de la presencia del ojiazul y se apresuró a saludarlo: Julián ¿tú aquí?

Julián: hola Fabricio... mírate nada más... el salvaje de Carlos te hizo mucho daño...

Fabricio: va, él también se llevó lo suyo... supongo que ya lo viste...

Julián: sí... y quiero pedirte una disculpa porque de alguna manera yo soy responsable de esto...

Fabricio: ¿tú? ¿por qué?

Julián: porque yo no quise aclararle por qué habías ido a verme... Carlos es tan malpensado que creyó que Martín lo estaba engañando contigo... si yo le hubiera dicho lo que hubo entre nosotros quizás esto no habría pasado...

El ojiverde se acercó a Julián diciéndole: tú no tenías por qué aclararle nada a ese tipo... lo que hubo entre tú y yo solo nos corresponde a nosotros... además, desde hace tiempo tenía ganas de darme un encontronazo con ese salvaje... si tú supieras todo lo que ese malnacido le ha hecho al pobre de Martín...

Julián cuestionó: ¿qué le ha hecho?

Fabricio: ahora no tengo tiempo para platicar, estoy trabajando, pero si quieres después podemos vernos para hablar con más calma... te invito a tomar un café...

Julián dudó: no lo sé... yo solo vine para saber cómo estabas porque me preocupé, pero no quiero que te confundas... esto no significa que deseo comenzar algo contigo...

Fabricio miró los ojos del doncel diciéndole: pues si te preocupaste por mí es porque no te soy tan indiferente... aún sientes algo por mí, aunque quieras negarlo...

Julián: jamás lo he negado... tú fuiste demasiado importante en mi vida como para ya no sentir absolutamente nada por ti...

Fabricio sonrió al escuchar las palabras del ojiazul, por lo que acarició la suave mejilla del doncel, quien se ruborizó ante el contacto.

Pero antes de decir algo más, el doctor Montero interrumpió el momento.

Montero: Julián, qué sorpresa encontrarte aquí, pero me da mucho gusto... necesito hablar contigo...

**********

En una refaccionaria mecánica de San Benito, Carlos solicitaba trabajo, pero obviamente no podían ofrecerle nada de lo que él buscaba.

Carlos: ¿está loco? ¿cómo cree que voy aceptar ese miserable sueldo? Yo soy Carlos Obregón, necesito mucho más que esta miseria...

Encargado: pues lo siento señor Obregón, es el único puesto que puedo ofrecerle porque tampoco lo voy a nombrar "jefe"... si no le parece el trabajo, busque en otro lugar...

Carlos: eso haré, aunque en este maldito pueblo no hay nada a mi altura...

Furioso, el soberbio semental salió del modesto negocio chocando con Tiago, quien casualmente pasaba por ahí.

Tiago: lo siento, señor...

Carlos miró al sensual doncel, a quien reconoció de inmediato: ¿Tiago?

El ojiazul también reconoció al apuesto varón: ¿Carlos? Pero mírate nada más... qué cambiado estás... la barba te hace lucir más atractivo...

El semental mayor sonrió mientras Tiago le acariciaba la barba con coquetería.

Carlos: tú también estás muy cambiado y debo decir que mejor de lo que te recordaba...

Tiago: gracias...

Carlos: pero ¿qué haces en San Benito? ¿cuándo volviste?

Tiago: apenas ayer, de hecho volví porque estoy saliendo con tu hermano Diego...

El barbado se sorprendió: ¿con Diego? ¿tú y él...?

Tiago: sí, Diego y yo estamos intentando algo... espero que no te moleste, lo que pasó entre tú y yo ya tiene muchos años y para ambos fue solo una aventura ¿verdad?

Carlos: por supuesto que no me molesta... tú ya lo dijiste, solo vivimos una aventura, además yo ya estoy felizmente casado con un hermoso doncel que me satisface en todos los sentidos...

Tiago: me alegro por ti... al fin, un doncel pudo domarte...

Carlos: a mí nadie me doma... es ese doncel quien se muere por mí, lo traigo loco...

Tiago: sí, claro... bueno, te dejo... seguramente nos volveremos a ver, solo te pido una cosa...

Carlos: ¿cuál?

Tiago: no le digas a tu hermano nada de lo que hubo entre nosotros... después de todo para qué hablar de algo que ya no representa nada para ninguno de los dos...

Con su sonrisa cínica, Carlos dijo: ¿temes que si mi hermano sabe que te acostaste conmigo te mande a volar?

Tiago acarició con sensualidad los vellos del pecho que sobresalían de la camisa de Carlos, al tiempo de decir: lo que creo es que tú eres un caballero y los caballeros no tienen memoria...

Tras guiñarle el ojo, Tiago se alejó de Carlos, quien sonrió socarronamente viéndole el trasero al doncel.

**********

Julián regresó al rancho y se topó con Mauro cuando este salía de su recámara.

Julián: Mauro, necesito hablar contigo...

Groseramente, el ojimiel respondió: pues yo no y quítate de mi camino que llevo prisa...

Julián: escúchame Mauro, vengo del hospital, donde platiqué con el doctor Montero y él me pidió que...

Mauro: te pidió que lo ayudes para alejarme de su hijo ¿verdad? pues ni te molestes en decirme nada porque tú aquí solo eres el albacea y no tienes derecho a meterte en mi vida privada...

Julián: yo sé que no tengo derecho, pero al menos tengo que pedirte que no te busques más problemas...

Mauro: si los busco es cosa mía... tú no te metas...

Julián insistió: por Dios Mauro, yo sé perfectamente que si quieres casarte con el hijo del doctor Montero es solo por tu herencia, pero estás equivocando el camino... no cometas el mismo error que Carlos...

El ojimiel vociferó: tú no eres nadie para decidir lo que es un error o no...

Julián: casarse sin amor siempre será un error... y en el último de los casos, si quieres casarte, búscate a cualquier otro doncel, pero deja en paz al hijo del doctor Montero, no te busques problemas con él...

Mauro sentenció: es él quien se está buscando problemas conmigo...

Julián: entiende Mauro por favor... las cosas que se hacen por capricho siempre terminan mal...

Mauro: no, entiende tú Julián... hasta hace unos días me valía madres casarme con Daniel o con cualquier otro, pero ahora con tantos obstáculos, estoy decidido a hacerlo mi esposo solo para demostrarle a Montero, a ti y a todo el mundo, que yo hago lo que quiero con mi vida y aunque le pese a todos ¡DANIEL SERÁ MI DONCEL!

El semental se alejó furioso mientras que Julián apretó con fuerzas el amuleto de don Serafín.

***********

Diego llegó a la cantina del pueblo para descansar después de estar toda la mañana en el campo y se sorprendió de encontrarse con Carlos.

El ojinegro se sentó en la misma mesa que el barbado.

Con ironía, el ojinegro comentó: me habían dicho que andabas buscando trabajo... ya veo que le estás echando muchas ganas para encontrarlo...

Tomando su trago, el barbado dijo: déjate de pendejadas... llevo dos días buscando trabajo, pero en este mugroso pueblo no hay nada para mí... todo lo que me ofrecen no me alcanza para la vida que llevo y mucho menos para mantener a Martín y a mi hijo...

Diego: eso es obvio, pero es que eres un pendejo, ¿cómo vas andar buscando trabajo en otro lado cuando al igual que yo eres dueño del rancho y el negocio de las manzanas?

Carlos: ¿y qué quieres? que trabaje junto con Julián... eso nunca, jamás me arrodillaré ante ese estúpido...

Diego: es que no te estás arrodillando, entiende que vas a trabajar para algo que a ti también te conviene... al final, Julián es solo administrador, pero los dueños somos nosotros y en 10 años cuando él se vaya, los únicos beneficiados seremos nosotros...

Carlos: yo no pienso esperar 10 años, por eso me casé con Martín y estoy esperando un hijo... en menos de un año seré libre de la zorra de Julián...

Diego: pues con mayor razón deberías sumarte al trabajo... solo serán pocos meses que tendrás que soportarlo...

Carlos: ni un solo día me doblegaré a ese cazafortunas... y mejor cambiemos de tema que no hay poder en este mundo que me haga cambiar de opinión... mejor dime ¿cómo vas tú? ¿no piensas seguir mis pasos? Lo mejor es que te cases y preñes a un doncel para ser libre del testamento del abuelo...

Diego guardó silencio por unos instantes y luego dijo: pues sí, lo he estado pensando y aún no me he decidido... pero por lo pronto estoy saliendo con alguien y...

Carlos: ¿te refieres a Tiago, el nieto del abogado?

Diego: sí, ¿cómo lo sabes?

Carlos: porque me lo encontré hace un rato y él mismo me lo sugirió... pero si quieres que te dé un consejo, búscate a otro doncel para casarte, no con él...

Diego: ¿por qué no? después de todo es un doncel de buena familia y...

Carlos interrumpió: y también es un doncel de cascos ligeros... se ve que es un libertino...

Diego: pues sí, tienes razón, pero yo tampoco he sido un santo como para exigir al más puro de los donceles...

Carlos: ¿y por qué no? nosotros somos hombres y podemos estar con quien sea, pero al casarnos tenemos que elegir bien... además, aunque no te cases con un doncel puro, pero tampoco te vas a casar con una puta y perdóname, pero para mí, Tiago es una puta...

Diego: para ti todos los donceles son unas putas... lo mismo decías de tu ahora esposo... decías que Martín era una puta y...

Furioso, Carlos se levantó y sujetó con fuerza de la camisa a su hermano: no vuelvas a decir eso nunca más... Martín no es ninguna puta, él es un doncel decente y el único hombre en su vida he sido yo...

Diego empujó al barbado: eres tú quien lo decía, no yo...

Carlos: pues olvídate de lo que decía, ahora Martín es mi doncel y está esperando un hijo mío... no voy a permitir que nadie hable mal de él porque al que lo haga le parto la cara, aunque seas tú, mi propio hermano...

El ojiverde se alejó dejando muy confundido a Diego, quien se sirvió un trago de la botella de la que Carlos estaba bebiendo.

**********

Julián entró a la cocina del rancho y se sorprendió al encontrar a Martín horneando algo.

Julián: ¿Martín? ¿qué haces aquí?

Tímidamente, el doncel ojicafé respondió: estoy cocinando, espero que no te moleste...

Julián: por supuesto que no... tú aquí puedes hacer lo que quieras, esta también es tu casa, siéntete en confianza... ¿qué estás cocinando?

Martín: estoy haciendo una tarta de manzana, se me antojó y como aquí lo que sobran son manzanas...

Julián: es normal que tengas antojos, pero por qué no le pediste a Tomasa que te hiciera la tarta...

Martín: es que a mí me gusta cocinar, sobre todo postres... te aseguro que me quedan muy ricos...

Sonriendo por la ternura del castaño, el ojiazul respondió: pues tendré que probar tu tarta para saber si es cierto...

Martín también sonrió al contestar: claro que sí... haré una tarta más solo para ti...

Julián cambió el tema diciendo: oye Martín, ¿tú sabes a dónde va Carlos cuando no está aquí?

Martín: la verdad no, solo sé que está buscando trabajo, aunque no entiendo por qué... se supone que su familia es dueña de uno de los negocios de manzanas más importantes de la región...

Julián: precisamente es de eso de lo que quiero hablar contigo...

Ingenuamente, el castaño cuestionó: ¿sobre qué?

Julián: necesito de tu ayuda Martín, ayúdame a convencer a Carlos para que trabaje en el negocio familiar y no en otro lado...

Martín: pero por qué no quiere trabajar aquí... se supone que es herencia de su abuelo...

Julián: hay muchas cosas que desconoces Martín, pero estoy seguro que tú puedes convencer a Carlos de dejar a un lado su orgullo...

Martín: ¿convencerlo yo? No Julián, Carlos es muy testarudo y mi opinión para él no vale nada...

Julián: sí, ya sé cómo es Carlos, pero dudo que tu opinión no sirva... después de todo eres su esposo y puedes ejercer cierta influencia sobre él...

Martín: ¿a qué te refieres?

Julián: a que un doncel puede convencer a un hombre enamorado de cosas que nadie más puede ¿entiendes lo que te digo?

Martín miró a los ojos de Julián sin alcanzar a comprender las palabras del pelirrubio.

**********

La noche cayó en San Benito y Daniel daba de vueltas en su recámara cuando su padre entró.

Montero: veo que no has hecho ninguna maleta, será mejor que las prepares porque mañana muy temprano nos vamos al aeropuerto...

Daniel: papá, ya te dije que yo no...

Montero: no hay "peros" que valgan Dani... mi decisión ya está tomada... mañana te vas de San Benito...

Llorando, el ojiavellana dijo: es que no puedo creer que quieras que me vaya sabiendo que ya me entregué a Mauro...

Montero: por favor Dani, no soy tan ingenuo para creerme otra vez esa mentira...

Daniel: esta vez es verdad... el mismo Mauro te lo dijo...

Montero: porque seguramente tú lo convenciste de hacerlo... te conozco muy bien y sé hasta dónde eres capaz de llegar para cumplir tus caprichos...

Daniel: pues aunque lo dudes es verdad... anoche Mauro y yo hicimos el amor...

Montero: ¿amor? Tú ni siquiera sabes lo que es eso... y en el último de los casos, prefiero que te vayas deshonrado a que te cases con ese tipo... en la capital conocerás más muchachos y te olvidarás de este "semental"...

Daniel: nunca papá... nunca me olvidaré de Mauro... yo lo amo, entiéndelo... ¿qué puedo hacer para que lo comprendas?

Montero: pues si quieres que crea en tu gran amor, vete a la capital... vive allá algunos años y si después de ese tiempo vuelves e insistes que amas a Mauro, entonces ya no me opondré...

Daniel: y eso ¿cuándo será? Cuando yo sea un anciano y Mauro ya esté casado con otro...

Montero: pues si ese muchacho te quiere, te esperará...

Daniel: pero yo no, no quiero esperar tanto tiempo...

Montero: pues no te queda de otra, porque mañana te vas a vivir a la capital y no hay poder en el mundo que me convenza de lo contrario...

**********

Carlos regresó al rancho y entró a su habitación, donde Martín se encontraba sentado en la cama leyendo una revista.

Con semblante de cansancio, el barbado comentó: ya volví y vengo harto... no pensé que conseguir empleo en este pueblucho fuera tan difícil...

De pronto, los ojos del semental mayor se fijaron en lo que había en la mesa de centro que estaba dentro de la recámara.

Carlos: ¿y esa tarta?

Martín: ahh, es mía... tenía antojo de tarta de manzana...

Sonriendo, el barbado comentó: ¿así que ya comenzaron tus antojos? Me alegra que así sea para que comas bien, te veo muy flaco... aunque si esta tarta la cocinó Tomasa no debe estar muy buena... Tomasa cocina bien, pero sus postres no me gustan...

Con su timidez característica, el ojicafé aclaró: es que esa tarta no la hizo Tomasa, la cociné yo...

Carlos: ¿tú? ¿sabes cocinar?

Martín: sí, me encanta hacerlo... y creo que lo hago bien...

Carlos: pues eso habrá que comprobarlo... voy a probar de tu tarta...

Martín: sí, claro... come lo que quieras, yo ya estoy satisfecho...

Bruscamente, Carlos cortó una rebanada de la tarta de manzana y se la llevó a la boca para comerla de un solo bocado.

El ojicafé esperaba nervioso la reacción de su marido.

Tras terminar de devorar el pedazo de tarta, Carlos expresó: pero si esto es una delicia... está riquísima, creo que sí me la voy acabar todo...

Martín esbozó discretamente una sonrisa al ver como Carlos con las manos desnudas agarró otra rebanada de tarta para comerla vorazmente.

Con la boca llena, el barbado expresó: ¿por qué no me habías dicho que cocinabas tan bien? si todo lo haces tan rico, voy a querer que solo tú me prepares mis alimentos...

Martín: no te lo había dicho porque nunca me lo has preguntado...

Sin dejar de comer, el ojiverde respondió: estoy descubriendo cosas de ti, bonito, que me gustan mucho... eres todo un estuche de monerías... a partir de hoy, esta tarta de manzana se ha convertido en mi postre favorito... mañana tienes que hacerme otra...

Martín no respondió, y vio como Carlos se devoraba la tarta chupándose hasta los dedos.

El doncel no pudo evitar sonreír al imaginarse que su bebé tal vez sería tan goloso y tragón como su padre.

**********

Mientras tanto, Mauro hablaba con Aldo, el mejor amigo de Daniel.

Mauro: ¿estás seguro Aldo?

Aldo: sí, acabo de ir a casa del doctor Montero y él mismo me lo dijo... mañana se lleva a Dani a la capital... creo que saldrán muy temprano de su casa... y estaba hablando muy en serio porque ni siquiera me permitió ver a Dani...

Mauro apretó sus puños con rabia al tiempo de expresar: no, Dani no se va ir de San Benito... yo no lo voy a permitir...

Al día siguiente, cerca de las 8 de la mañana, el doctor Montero salía de su casa llevando una maleta en cada mano, una era de Daniel y la otra era suya... su plan era llevar a su hijo a vivir con unos parientes de la capital, pero él se quedaría unos días también.

Luego de guardar las maletas en la cajuela de su coche, el médico le gritó a Daniel, que no se movía del marco de la puerta de salida.

Montero: apúrate Dani... en dos horas sale nuestro vuelo, tenemos que llegar ya al aeropuerto...

El doncel comenzó a caminar hacia el auto con pasos lentos y apesadumbrados... no deseaba irse a la capital, pero no podía hacer nada más.

Pero ni Daniel, ni el doctor Montero, sospechaban que a unas cuadras de su casa, Mauro los observaba montando su caballo... el semental menor había llegado desde muy temprano esperando para verlos salir.

Cuando Mauro vio que Daniel caminaba hacia el carro, jaló las riendas de su caballo, el cual comenzó a trotar acortando la distancia entre el doncel y su semental.

Ni Daniel, ni su padre, se percataron que a toda velocidad, Mauro se dirigía galopando hacia ellos.

Entonces el silencio de la mañana fue roto por el grito de Mauro: ¡DANIIIIIIIIIIIIIIIIII!

El ojiavellana levantó la mirada sorprendiéndose de ver a su semental como un gallardo príncipe a bordo de su caballo.

Al llegar hasta el doncel, Mauro extendió su mano la cual fue tomada por Daniel, quien solo sintió como era elevado por los aires y colocado delante del ojimiel en la silla de montar.

Mauro le sonrió a Daniel al tenerlo entre sus brazos... de inmediato, el varón jaló las riendas del caballo para alejarse galopando velozmente.

Todo pasó tan rápido que el doctor Montero no tuvo tiempo ni de reaccionar, por lo que solo pudo gritar mientras veía como el menor de LOS SEMENTALES se robaba a su hijo.

Montero: ¡DANIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!

HASTA AQUÍ EL CAPÍTULO DE HOY... ¿NO SE LES HIZO DEMASIADO LARGO? ¿NO LES DIO CALOR? 🥵 🔥

¿A DÓNDE SE LLEVARÁ MAURO A DANI?

¿CÓMO REACCIONARÁN DIEGO, CARLOS Y JULIÁN AL SABER LO QUE HIZO MAURO?

¿MARTÍN Y CARLOS SEGUIRÁN ACERCÁNDOSE O PASARÁ ALGO QUE LOS SEPARE?

RECUERDEN QUE SI QUIEREN MÁS ACTUALIZACIONES, COMENTEN Y DENLE ESTRELLITA.

NOS LEEMOS MUY PRONTO
😉😉😉

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