Hoy es miércoles de resultados. Nos encantó leer sus relatos, hay mucho talento presente. En esta ocasión hemos escogido dos ganadores. Muchísimas felicidades y no olviden que nos estamos viendo el viernes con un nuevo desafío.
*La forma en la que se muestra los participantes no tiene un orden específico.
***
Rocas, árboles e insectos han sido mi compañía en las dos horas que llevo caminando en este bosque.
"Sal a explorar" decían.
"Será divertido" decían.
Pues no he hallado nada de divertido aquí. No soy fan de la naturaleza, no me gusta caminar al aire libre, así que esto ha sido solo un castigo.
No sé ni siquiera dónde me encuentro aún. Cuando mamá me dió la noticia de que nos mudaríamos, no sentí nada, solo tristeza por dejar a mis amigos y a mi novio en otra ciudad.
Luego de muchas peleas, tuve que aceptar que dejaría toda mi vida atrás, solo me quedaba aceptarlo.
Luego de otros treinta minutos caminando, ví algo que me dejó sin palabras.
Una cascada de agua cristalina, era enorme y hermosa. Nunca había visto una en mi vida, era tan... Única.
Pero lo que hizo que mis ojos cristalizaran no fue la belleza del lugar, lo que movió todos mis sentimientos fue la persona que estaba parada en la entrada de la misma.
Él.
Santiago, mi novio.
Pegué un grito que hizo que él se riera y abriera los brazos, invitándome a abrazarlo. Solté la mochila que cargaba en los hombros y corrí con todas mis fuerzas, me lancé a sus brazos y rompí en llanto.
Un mes sin verlo me afectó en esos momentos.
—Ya, tranquila, respira —Dijo con voz suave —Estoy aquí.
Me separé para limpiarme las lágrimas y le sonríe.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo?
—Bueno, creo que no puedo vivir sin ti —Bromeó dándome un casto beso en los labios.
—¿Tu planteaste eso? —Si el lo planeó, mamá fue su cómplice. Traidora.
—Puede ser —Se encogió de hombros —Tu mamá definitivamente me quiere como yerno.
Abrí la boca, estupefacta.
—¡Me hiciste caminar por horas en el bosque! —Acusé —Sabes que no me gusta caminar al aire libre.
Me crucé de hombros mientras el se reía a carcajadas.
—Pero si no lo hubiera hecho, no hubiéramos encontrado este hermoso lugar.
Tenía un punto.
—Bien, tienes razón —Acepto y lo abrazo —Pero eso no me va a quitar lo cansado.
—Caminar es bueno para la salud, además, este puede ser nuestro lugar ¿No crees?
¿Nuestro lugar? Eso solo significaba una cosa...
—¿Vas a quedarte aquí? —Pregunté emocionada.
—Dije que no puedo vivir sin ti, tanto así que ahora seré tu nuevo vecino.
Y si, solté otro grito aún más fuerte.
—Creo que ya amo este lugar —Suelto —Es más, ya amo la naturaleza y caminar al aire libre.
Él se rió otro poco mientras me abrazaba más fuerte.
—También yo, cielo, también yo —Confesó con un suspiro.
Lo observé con una sonrisa tierna.
—Te amo, Sebastián.
—También te amo, cielo.
***
Sus manos temblaban sosteniendo con fuerzas el teléfono. Gritos que la dejaban casi sin voz salían de su garganta pronunciando los nombres de sus amigos.
<<¿Por qué no me escuchan? Ya tienen que haber percibido mi ausencia.>> Mencionaba para sí.
Realizar una llamada por el móvil era imposible debido a la falta de señal.
Olivia había salido de excursión con sus amigos, pero un extraño rastro de flores silvestres tiradas en el suelo captó su atención.
Como le era difícil controlar su curiosidad, decidió descubrir qué había tras ese sendero; así que sin mencionar nada, se puso en marcha. Después de todo, regresar sería muy fácil... o eso era lo que pensaba.
—¿Hola? —llamó echándole una ojeada a la zona en la que se encontraba la última flor.
Viendo que todo estaba solitario, y que no había encontrado nada sorprendente, decidió incorporarse con sus amigos. Para su desdicha, el rastro de flores había desaparecido. Un escalofrío recorrió su piel, pero intentó mantener la calma, y siguió su camino, fracasando completamente. Ya no sabía dónde estaba, no tenía idea hacia qué sentido se dirigía.
Estaba perdida.
Caminaba con visible temor y una sensación de ser observada la atacó, volteando a ver a todos lados.
—¿Hay alguien ahí?
Una figura masculina avanzaba hacia su encuentro. La respiración de Olivia se tornó agitada y su corazón latía a toda prisa. Retrocedió de espaldas, tropezando con una raíz enorme y cayendo al suelo; pero no tardó en ponerse en pie y tomar una enorme piedra.
—N-no t-te acerques —advirtió tartamudeando.
—¡Boo! —ironizó él, al detenerse a más de un metro de distancia—. Tranquila, no voy a hacerte daño.
—¿Q-qué quieres?
—Nada. Tú eres la que necesita de mí —respondió cruzándose de brazos.
—No te necesito —aclaró decidida.
—Pensé que estabas perdida y necesitabas ayuda, pero okey, me marcho... —Dio media vuelta y comenzó a alejarse.
—¡Espera! —El chico se detuvo sin voltearse— Ayúdame, por favor —imploró Olivia.
Él asintió con un movimiento de cabeza. —Sígueme.
—¿Quién eres? —preguntó ella.
—Alguien en este mundo —respondió sin prestarle atención.
—Muy gracioso. Me llamo Olivia.
—Uh-hum.
—¿Qué edad tienes? —Continuó su interrogatorio mientras caminaba rápidamente para alcanzarlo.
—¿Eres policía?
—¿Por qué me ayudas?
—Porque el cargo de conciencia no me dejaría en paz —respondió observándola por encima del hombro.
—Tienes pinta de maleante —aseveró la chica.
—Y tú de niña impertinente.
Olivia gruñó enojada. —Odioso.
—Gracias.
—Si no es mucha molestia, ¿pudieras caminar más despacio? —pidió un poco sofocada.
—Llegamos —mencionó el chico al detenerse.
—¿Dónde estamos? ¿Vas a matarme aquí?
Él rodó los ojos y movió unas cuantas plantas que entorpecían el camino. El asombro de Olivia no podía ser mayor, no sólo por el lugar tan espléndido al que habían llegado, sino porque ahí se encontraban sus amigos sosteniendo un pastel y cantando ''Cumpleaños feliz''.
—¿Así que todo era planeado? —preguntó a su acompañante.
—Feliz cumpleaños, Olivia.
Y por primera vez, vio una sonrisa dibujarse en el rostro de este chico.