Cielo.
Provincia de Córdoba, Argentina - Un año y medio después...
― ¡Evi! ― Gritó Irene, antes de salir corriendo en mi dirección en la terminal. Había conseguido tener salidas de la clínica desde los seis meses que estuve internada, y está va a ser larga ya que estoy ahí hace ya un año y medio, o un poco más. La ya no tan pequeña Irene se colgó de mi cuello y sentí mis ojos picar.
Y todo está mejorando, muy de a poco.
Sé que tiempo es lo que me sobra en esa clínica, me falta mucho por enmendar pero voy muy bien, si tuve intentos de quitarme la vida en la clínica pero son cosas que ya pasaron, hace poco fue un año de eso y ya tengo amigos en la clínica que festejaron un año de superación conmigo, lo cual fue muy lindo.
Y el "regalo" de la clínica fue un fin de semana en Córdoba con mi hermana, mi mamá y mi padrastro. Pudieron arreglar sus diferencias, Irene vuelve a tener contacto con nosotros y ellos volvieron de Europa, compraron una casa otra vez en Salsacate y planean quedarse ahí.
Mi papá me buscó en Buenos Aires, todavía no quise verlo, sé que ahora está en Córdoba y que espera por mi, me mandó algunas cartas, regalos y esas cosas pero jamás se Animó a ir a visitarme ni yo a él, pero es algo que justo este fin de semana quiero resolver, un ciclo que cerrar.
Magalí quiso contactarse conmigo, yo no quise, ella también está internada, entró y salió varias veces. También tuve contacto con algunas personas acá en Córdoba que me pidieron perdón y me dijeron que Magali les había preguntado por mi en ese año que me fuí. Fue increíble la cantidad de gente que me creyó muerta, hoy lo tomo con humor.
Respecto a Mateo, no quiero ser un peso en su vida todavía así que decidí alejarme, medio a escondidas le mandé un regalo de navidad a él y a Emi, unas tobilleras que había hecho en un taller en la clínica, pero le pedí a Juli, que era con la que más comunicación tenía, que cerremos esto, que no le hacía bien a Mateo, a Emilio, a ellos, y a mi tampoco lo cual fue triste pero necesario.
― ¿Cómo estás Ire? ― Dije abrazándola fuerte ― Estás re alta pendeja, me vas a pasar y te voy a tener que matar de abrazos, te re extrañé ― Dije abrazándola de lado y yendo con su mamá y la mía, que aunque suene raro se llevan bien, ellas juntas arreglaron que Ire falte al colegio hoy por ser viernes y que me venga a recibir, raro pero piola, nunca vi algo así.
Mi mamá no se si tuvo una terapia de shock o que pero cuando entré a la clínica volvió a Argentina a los pocos meses para evadirme perdón por todo. Y también quiso denunciar a Mariana por negligencia ya que ella fue quien le recomendó medicarme a mi mamá, la convenció y mi mamá la autorizó porque creía que me iba a hacer bien, pero no, pagamos las consecuencias y ya pasó. Creo que todas las personas involucradas tuvimos que tener terapia, de una u otra forma.
― ¡Hola mami! ― Dije feliz abrazándola y rió acariciándome el pelo.
― ¡Hola hijita! ¿Cómo estuvo el viaje?
― Bien, tengo un re sueño ― Me separé y me até el pelo, me molestaba en la cara ― ¿Vamos? También tengo hambre.
Ella rió ― Silvina también ya llegó y está en casa, cocinó un montón de cosas solo porque venías ― Reí.
― Vamos entonces, ¿Ire venis?
Ella se despidió de su mamá y se fue con nosotras, teníamos unos diez minutos más de viaje en los cuales Irene se durmió en mis piernas apenas arrancamos.
Mientras acariciaba el pelo de mi hermanita jugaba con el cordón de la capucha de mi buzo, bueno el de Mateo, me lo llevé tal vez adrede pero, quería algo para no extrañarlo tanto y hasta le dejé una nota, espero que no le moleste. Lamentablemente perdió su perfume, pero no quería decir cada vez que me lo pongo siento que está conmigo y que no tengo miedo, así que lo llevo cada vez que me enfrento a cosas como las de hoy, poder viajar sola fue un desafío que por suerte pude superar.
Estuvimos pasando un lindo día con mi mamá y padrastro, mi tía y mi hermana. No te dad cuenta de lo mucho que los extrañas hasta que los volves a ver.
― ¿El es Mateo? ― Preguntó Ire, estaba mostrandole varias fotos de él último tiempo sin ella y bueno, ella quería saber, Asentí ― ¿Por qué no vino con vos?
― Eh... Ya no estamos juntos, él... está haciendo cosas que le gustan en Buenos Aires, yo estaba en la clínica y... ― El timbre me interrumpió, me salvé ― Ahí vengo, ¡Yo voy ma! ― Le avisé, ya que ella estaba en la cocina y fuí a abrir, me puse pálida al ver a la persona tras la puerta.
Tenía un ramo de flores, margaritas, y cuando me vió los ojos se le llenaron de lágrimas, me vio por varios segundos sin poder creerlo.
Tragó grueso ― ¿...Eva?
― ¿Papá? ― Solté un sollozo ― ¡Papá! ― No contuve mis ganas de abrazarlo, esperé esto por años, a estas alturas, casi diez años.
― ¿Hija estas bien? ― Preguntó mi mamá y al vernos también se emocionó por el reencuentro, sonrió ― Vení Ire, es el papá de Evi.
― Papá yo...
― Sh, perdóname hija, perdóname, estas tan grande y estoy tan orgulloso de vos, te quiero muchísimo hija y no sabes lo feliz que me hace saber que estas superando todo esto, perdóname por favor.
Suspiré y cerré los ojos con fuerza, mi papá acariciaba mi espalda por sobre mi buzo ― Te perdono Pa, te extraño muchísimo.
― Eso no va a pasar más, nunca más te viy a dejar Evita.
Creo que ahora si mi familia estaba casi completa, aunque bueno, una parte de mi siempre va a quedar en Buenos Aires, con Mateo Palacios más exactamente.
Mateo.
Buenos Aires Capital...
Conocer a Cielo fue lo mejor que me pasó en la vida, eso es algo que nadie va a poder cambiar, venga quien venga, esté con quien esté. Creo que si en un futuro tengo una hija le pondría Cielo o Eva, o ambos nombres, igual que ella.
Extrañarla se volvió algo de todos los días, escribirle cartas pasó a ser de una tradición de todos los días a ser algo se una vez por semana, una vez por mes hasta ahora. Hace cuatro meses que no le escribo, y es algo que estoy intentando llevar con mi psicólogo.
Y estoy mucho mejor, se puede decir que soy el de antes pero con una vacío, Cielo se llevó un pedacito de mi corazón con ella, y un buzo mío. Fuí a buscar algunas cosas que había dejado y encontré una nota de ella diciendo que se lo había llevado, lo que en realidad me ilusionó, creí que iba a volver. Pero ya pasó casi un año y medio y solo me contestó una sola carta, no me contactó nunca más después de eso.
Voy a estudiar psicología en unos meses, aunque voy a dejar las terapias obvio. Pero quiero ser una ayuda para personas que sienten que no tienen una salida, y también para aquellos que no saben como lidiar con sus amigos, parejas o familiares que pasan por cosas así. Quiero ayudar, ahora de un lado profesional.
Psicólogo Palacios, jamás en mi vida lo pensé.
Conseguí mudarme solo, y obviamente Cielo no va a cumplir su promesa de hacer un mural en mi casa pero, cuando vi que el de la terraza de su casa no estaba terminado y que su tía iba a taparlo, le saqué varias fotos y estoy intentando recrearlo, recuerdo pasar horas con ella solo mirándolo.
Ahora estaba en una cita en el psicólogo justamente.
― ¿Cómo te sentiste cuando Cielo se fue? ― Me pregunta él y hago una mueca.
― Muy mal, me desespere.
― ¿Pudiste hablar con ella después de eso?
Negué ― No, nunca más me contestó el celular y ni las cartas que le mandé, algunas las tiene su tía, no sé si se las dió, otras las guardé.
― Bueno mirá Mateo, yo creo que esté apego a Cielo se debe a que, básicamente ― Se saca los anteojos y los deja en su regazo ― Siempre ayudaste a quienes amas y no tuviste una mala vida, tenes una familia muy linda y unida, amigos que te quieren, Cielo te amó mucho ― Asentí suavemente, odiaba que hablen de ella en pasado ― Pero esta chica fue la que dió la nota porque era la única cosa en tu vida que no encajaba con toda esa armonía, ¿Me entendes? Como que desestabilizó un poco las cosas lo que no está mal ― Fruncí el ceño ―Creciste mucho como persona, esto te ayudo a darte cuenta que hay una realidad y no siempre es como queremos sino como tiene que ser y a veces no queremos que las cosas terminen así, queremos un final feliz.
>>Ella era la única que no pudiste ayudar o entender, y te quedaste con las ganas de ayudarla. Y no está mal lo que hiciste Mateo pero tenes que entender que no podes salvar a todo el mundo.
Se me llenaron los ojos de lagrimas ― ¿Qué iba a hacer? ¿Dejar que se mate? ¿Qué la vayan a buscar a su casa como si estuviera loca para llevarsela a la fuerza a ese lugar? ¿Qué se vaya justamente como se fue? Entiendo, si pero ¿Tenía que dejar que eso pasara o hice bien en todo lo que hice por nosotros?
― Pero no lo lograste Mateo, Cielo se fue hace más de un año, sabemos que tuvo intentos de suicidio apenas llegó a la clínica, no sólo uno y que intentó volver a hacerlo después de que... bueno nos enteramos después de que le mandaste la carta y su papá también quiso presentarse allá, ¿No? ― Lo dijo delicadamente, un nudo se formó en mi garganta pensar en que ella volvió a sentir que no tenía salida me destruía ― Eso te carcome, ¿Y sabes porque se fue? Porque te quería evitar un trauma, se que va a sonar fuerte, pero no creo que ella hubiese querido que justo vos, la encuentras, sabes de lo que te hablo, ni que vos fueses quien tenga que frenarla de hacer algo algo fuerte.
Me pasé las manos por el pelo, era mucho para mi ― Nunca me voy a perdonar por no haberme dado cuenta, jamás, siempre hubo señales, ella no estaba bien...
― Pero hubiese sido peor, mucho peor, te hubiese afectado mucho más y hasta su relación se podría haber tornado muy tóxica.
Lo miré ― fue la relación más linda que tuve en mi corta vida y nunca la voy a olvidar, ni voy a tener nada con nadie como ella.
Suspiró y miró la hora ― Estamos por hoy Mateo, ¿Venis la semana que viene a la misma hora? ― Asentí parandome ― Buenísimo, nos vemos entonces ― Dice dirigiéndonos a la puerta mientras el profesional la abre y yo salgo.
― Y acordate Mateo, así como vos estabas cuidando a Cielo, ella te cuidó a vos y cuando sepas de que, vas a poder dejar esto como algo de tu pasado ― Dijo por última vez y asentí con una pequeña sonrisa.
Cuando salí a la calle, un gatito se me acercó y comenzó a jugar con la tira de una tobillera que mi mamá me había regalado en Navidad, que siempre sentí especial por cierto y nunca me saqué desatado de mi zapatilla, algo de todos los días notese el sarcasmo.
― ¡Lina, vení! ― Escuché de una chica que agarro a individua ahora llamada Lina creo y su dueña me miró, era una morocha, bastante bajita, de ojos bien verdes, lindos ojos.
― ¿Es tuya? ― Le digo con una sonrisa y asiente, la gatita intenta salir de los brazos de la chica y le muerde el dedo
― Auh ― Dijo en un susurro y reí, me dió ternura. ― Si, la adopté hace una semana y se me escapó como tres veces ya, no sé que onda ― Reímos un poco y me quedó mirando ― ¿Vivís por acá? Te vi algunas veces, yo me mude a media cuadra hace como tres años y no te veo hace mucho, unos meses, perdón soy re chusma, ¿Hablo mucho no? ― Preguntó más para si misma, cada segundo me caía mejor.
Negué ― No, no, vivo lejos de acá, pero vengo al psicólogo una vez a la semana, tengo cara de trastornado nomás pero estoy bien, lo juro.
― No obvio, no pareces ― Murmuró y sonrió ― ¿Cómo te llamabas?
― Mateo ― Me presente ― ¿Y vos?
― Nicole ― sonreímos casi al mismo tiempo mientras estrechaba su mano con la mía, la diferencia de tamaño volvió a darme ternura y su calida mano, no sé, fue una linda sensación.