INSUPERABLES [•1]

By HollyGeistt

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Libro 1 de la Bilogía INCONTROLABLES [BORRADOR SIN CORREGIR] Ex's Que aún no se superan. Aunque creían que s... More

Prólogo
Dedicatoria
Capítulo 1: El Ex
Capítulo 2: El nuevo Novio
Capítulo 3: La fiesta de cumpleaños
Capítulo 4: No beses con los ojos
Capítulo 5: Sin arrepentimientos
Capítulo 6: Hagamos esto más seguido.
Capítulo 7: llama a emergencias si tienes una urgencia.
Capítulo 8: Sin reglas inútiles
Capítulo 9: Críticas absurdas.
Capítulo 10: Tío Favorito
Capítulo 11: Esposa, amor de su vida
Capítulo 12: Noche de disculpas
Capítulo 13: Demuéstrale que eres digna
Capítulo 14: ¿Celoso, Potter?
Capítulo 15: Cena familiar con familia aleja.
Capítulo 16: Protectores de casa
Capítulo 17: Más amargada de lo habitual
Capítulo 18: Confundido
Capítulo 19: Hipócrita
Capítulo 20: Un tiempo
Capítulo 21: Te extraño
Capítulo 22: Tema delicado
Capítulo 23: Perdidamente enamorada
Capítulo 24: Bomberos
Capítulo 25: Obra de teatro
Capítulo 26: Lo arruiné
Capítulo 27: Incendio
Capítulo 28: Confesiones y aceptaciones
Capítulo 29: Enfrenta al padre exigente
Capítulo 31: Torturador.
Capítulo 32: Acuario
Capítulo 33: Día favorito
Capítulo 34: La familia de Aubrey
Capítulo 35: Delfines
Capítulo 36: Papá libre
Capítulo 37: Por ellos. FINAL
Epílogo

Capítulo 30: Cerrando ciclos

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By HollyGeistt

DOMINIC

Me apoyo en la puerta de la cocina viendo cómo toma su pastilla y la pasa con agua.

Cenamos con mis hermanos, el ambiente fue relajado la verdad, creí que estaría tenso por todo lo que pasó pero Tyler estuvo bien, Aubrey ayudó con eso, haciéndolo reír, proponiéndole ir a jugar a los videojuegos, conversando de cualquier cosa.

Jordan, Olivia y Charlie se fueron hace diez minutos y Logan se quedó a dormir, apuesto que ese niño vendrá en una semana o dos pidiendo vivir aquí. Ya sé que le gusta más estar con nosotros que en Manchester. Así que no me sorprendería que comience a mudarse sutilmente hasta por fin pedirme una habitación.

De repente tengo dos inquilinos.

Ella se voltea y da un brinco cuando se sobresalta al verme. Lleva una mano a su pecho y respira hondo. Se relaja y se acerca a la ventana donde hace puntas de pie buscando a Thor, supongo.

—Hoy se lo llevó Bryce— le cuento adivinando sus pensamientos. Me observa y asiente.

— Debo irme, tengo que volver con Odín, debe extrañarme.

— Seguro. Te llevo.

Asiente y ambos salimos de la casa y vamos a mi auto después de que le avisara a los chicos que voy a llevarla. El camino no es silencioso por completo porque ella pone el estéreo y va tarareando la música. Volteo a verla varias veces y regreso al frente. Las multas se me vienen a la cabeza, tengo dos las cuales pagar por no controlar los impulsos de ninguno.

Estaciono en el estacionamiento del edificio y subo con ella en el ascensor.

— ¿Estás molesto?— pregunta de repente.

— No, ¿Por qué lo estaría?— volteo a mirarla sin entender su duda.

— Por gritarle a tu padre, no me oíste, pero le dije cosas. Sé que no debí meterme, pero estaba tratando tan mal a Tyler y me desesperé.

— Está bien, has hecho lo que nosotros hemos intentado por años, pero al ser nuestro padre jamás nos escuchó — las puertas se abren y ella busca la llave en su bolso hasta que nos detenemos en la puerta —. De todas formas, gracias.

Le resta importancia con la mano y abre la puerta. Odín nos recibe entusiasmado moviendo su colita. Ella apoya su espalda en la puerta mientras yo toco la cabeza de mi perro saludándolo.

— Los chicos de la estación preguntan por ti— comento sin dejar de mirar a Odín.

— ¿Ah sí?

— Si, quieren saber si algún día puedes ir a visitarlos, están preocupados.

— Pero ni siquiera me conocen.

— Y aún así tienes un club de fans, creo que ya tienen un nombre.

Su risa me desconcentra, la observo, sus ojos se achican y su nariz se arruga, además de su perfecta y radiante sonrisa que brilla. Dejo a Odín para pararme delante de ella.

— ¿Qué dices? ¿Paso por ti mañana para dar un paseo por la estación?

— La primera presentación que tuve con ellos fue horrible. He perdido toda mi dignidad frente a ellos, volver sería humillante.

— No lo creo. Les caes genial y ni siquiera te conocen.

Rasca su frente y mira al perro cuando olfatea sus pies.

— De acuerdo, pero no mañana, quedé con Tyler para acompañarlo a pedir su cambio de universidad, e iremos a la academia de policías. Pasado mañana ven por mí.

Me dan tantas ganas de comerle la boca por ayudar tanto a mi hermano. Me encanta lo integrada que está a mi familia y la amistad que se formó entre ella y Tyler. Ella le trajo esperanzas a él y eso solo me reafirma y acentúa lo loco que me tiene. Incluso con Jordan y Olivia que la adoran. Poco a poco fue integrándose a mi familia sin quererlo hasta formar parte de ella.

— De acuerdo — me viene bien que vaya pasado mañana, así me da tiempo mañana de hacer algo que ya tendría que haber hecho hace mucho tiempo —. Descansen.

— Buenas noches — entra a la casa con Odín siguiéndola y salgo.

— Buenas noches.

///

Fui al trabajo encontrando en la entrada a Bryce jugando con Thor a lanzarle una pelota.

— ¿Los novatos?— pregunto mientras chocamos los puños en forma de saludo.

— Aún no llegaron todos. Hay diez adentro desayunando con Leah.

Asiento y voy adentro donde efectivamente están en el comedor del segundo piso contando chistes y anécdotas mientras desayunan. Todos se callan cuando me ven, excepto Leah que sigue comiendo brownies como si yo no fuera su jefe.

— Inútiles — saludo cordialmente.

— Subcomandante— hacen un saludo militar ridículo. Leah bufa viéndolos.

— Patético, mira el miedo que te tienen. Por poco no se tiran al suelo para hacerte de alfombra.

Me sirvo café que ya está preparado en la cafetera y los oigo murmurar en voz baja. Se deben estar preguntando por qué aún no estoy gritándoles. Leah se acerca a mí y apoya su cadera en la mesada mientras mastica. Me observa hasta que traga y habla.

— ¿Quién se murió?

La miro sin entenderla.

— No estás gritando, ¿Quién murió?

— Solo espero a que todos lleguen.

Me paseo por el comedor y todos parecen estatuas mientras me agarro un brownie del centro de la mesa. Me voy tranquilamente al piso de abajo donde encuentro a William saludando a los del otro turno que ya se van. Me saludan con un asentimiento y lo imito.

— Subcomandante— me dice el teniente del turno de la noche. Vamos rotando los horarios de vez en cuando para que ellos vengan de día y nosotros de noche y por nosotros, solo me refiero a Bryce y a mi, y al teniente y subteniente, porque los demás bomberos tienen sus horarios estipulados. Yo tengo que supervisar a todos así que estoy por aquí a cualquier hora o día. Al igual que en las estaciones vecinas, cosas que solo hace el subcomandante, ser jefe de bomberos no implica solo mi estación 26, sino todas las de la región.

Todos van llegando y los últimos novatos que llegan suben al comedor. Hudson llega y mueve su sombrero en forma de saludo. Va a ponerse su uniforme y yo estiro mis brazos para la tortura. William ya está aseando la ambulancia antes que yo se lo diga, es mi favorito, siempre lo digo. Bryce lee el periódico desde su trono y Hold llega corriendo disculpándose por llegar tarde y culpando al autobús, no da ni diez pasos dentro de la estación cuando termina en el suelo por pisarse los cordones. Un día normal de trabajo.

Miro la hora y doy brincos agilizando los músculos. Me acerco a la campana estirando mis dedos y cuando termino la hago sonar escandalosamente. Los novatos bajan a trompicones del segundo piso hasta llegar frente a mí.

— ¡Espero que no hayan comido mucho porque hoy los haré vomitar hasta lo que cenaron el Día de Acción de Gracias del año pasado!

Amo mi trabajo.

///

Después de mi arduo día de trabajo donde una señora metió su mano en una trituradora, un niño quedó encerrado en su balcón y un auto fue encontrado incendiado en la carretera, -últimamente las personas incendian sus autos porque si-; me reúno con Alisa en su casa.

Ella me sonríe nerviosa y nos sentamos en los sofás de la sala. Solo estamos los dos lo cual me facilita todo. Mi cara de inexpresión la tiene inquieta.

— Alisa, quiero que hablemos — comienzo y ella se acomoda en el sofá lista para escucharme —. Quiero que sepas, primeramente, que estos meses contigo han sido geniales. Eres una chica increíble que...

— No, no, no — su sonrisa se borra de inmediato — eso no suena bien.

— Déjame terminar.

— A mi es a quién vas a terminar.

A veces le toma tiempo entender las cosas, pero otras lo hace rápido.

— Si — admito—, ya no siento que estemos bien y no quiero...

— Yo si estoy bien — me interrumpe otra vez —, yo estoy perfectamente contigo, yo te quiero.

Alguien más ya me dijo esas palabras y sonaron mucho mejor, me hicieron sentir mucho mejor.

— Y yo aprecio eso, pero ya no estoy cómodo contigo y no quiero que sigamos intentando algo que no va a llegar a más, porque solo nos dañamos. He dejado claro que yo no soy alguien de andar dando vueltas cuando finalmente me decidí con algo y ya me he decidido con esto, Ali.

Comienza a llorar y se tapa la cara negando. Acaricio su hombro y se lanza a mi para abrazarme como si no quisiera soltarme.

— No, por favor, no me hagas esto. Quiero estar contigo...— ruega y llora aún más —. Todo estaba bien, ¿Que pasó? Nos vemos bien juntos, yo estoy feliz contigo y...¿Tú no eres feliz conmigo?

Decirle que no sería algo desagradable para ella de escuchar. Así que solo asiento.

— Pero...

Me suelta de golpe y se aleja, me observa como si estuviera descifrando algo. Su rostro de tristeza cambia por ira. Se pone de pie de un salto.

— ¿Hay otra verdad?

— Alisa, tiene que ver conmigo, con lo que me pasa a mí, no si hay otra o no.

— ¡Hay otra, mentiroso!— grita sin escucharme. Jamás la había visto furiosa, parece otra persona.

O tal vez siempre fue esta persona.

— ¡¿Me has engañado?! ¿A mí? ¡¿Con quién?!

Ni siquiera me deja responder cuando se gira y suelta un grito, sus manos tiran de su cabello. Se gira en brusco mirándome desesperada.

— ¿Qué he hecho mal? He sido la maldita novia perfecta. Tú siempre te cerraste a mí pero creí que solo te hacías el difícil. Estabas empezando a ceder y de repente...me negaste a ver a tu familia...— niega sin entenderlo —. Tú me quieres...

— Pero no como una novia.

Me mira ofendida. Mi cara se mueve un poco con el impacto de su mano en mi mejilla.

— He sido perfecta. Tú eres perfecto, pero ya veo que no eres más que otro simplemente hombre, eres igual a mi primo.

Froto mi mejilla aunque no haya dolido. Me pongo de pie y la observo desde mi altura. Es que jamás la había visto así, con todos sus genes Peterson reluciendo, estoy impactado. Entiendo que cualquiera se pondría furioso al saber que lo engañaron y quieren terminarle, pero el problema es que esta no es la Alisa que ella me presentó. Esta no es.

— Eres un desgraciado — me empuja —. ¡No valoraste nada de lo que te di!

— Si, lo he hecho, cada cosa que has hecho. Pero no voy a mentirte más a ti ni a mí mismo estando en una relación que no va ni atrás ni adelante.

Baja la cabeza y sus mejillas se empapan.

— ¿Me has engañado, si o no?

— Si — confieso — y si lo que quieres escuchar es si te estoy terminando por ella, no. No te termino por nadie que no sea yo mismo. He querido formar mi vida, pero me he dado cuenta que no... no eres la indicada y no voy a seguir con esto, no voy a darte lo que quieres así que es mejor terminarlo aquí para no lastimarte más.

— Pero dime — soba su nariz y me observa. Sus ojos están rojos e incrementa mi desagrado al ver a chicas llorar, nadie debería llorar por nadie que no se lo merezca y claramente yo no merezco el llanto de Alisa — ¿La amas? ¿La quieres más que a mi para dejarme?

No veo la necesidad de que ella sepa eso. Es masoquismo. No quiero destrozarla más.

— ¿Estás enamorado de ella, Dominic?

— Alisa...

— ¡Dímelo!— grita desesperada, tira de sus cabellos y se aleja. Me observa desde la lejanía — quiero saberlo.

Vuelve a acercarse pero yo niego decirle algo que ella no debe saber. No debe machacarse con más dolor del que ya le estoy causando.

— Lo lamento, Alisa, no era mi intención hacerte daño — tomo su rostro entre mis manos y dejo un beso lento en su frente, ella cierra los ojos disfrutándolo y me agarra las manos. También cierro los ojos recordando los momentos que pasamos estos meses, ella fue importante para mí, no voy a negarlo jamás. Pero simplemente me di cuenta que no es la indicada y no voy a hacerla estar en una relación donde ella da más de lo que recibe —. Espero que seas feliz y encuentres a alguien que quiera darte todo.

Me alejo pero ella no quiere soltarme.

— No te vayas, por favor. ¿Qué voy a decirle a todos?

— No tienes que dar explicaciones de nada si no quieres, solo di que terminamos.

Su labio tiembla y más lágrimas son derramadas.

— Eres un cabrón — susurra.

— Lo sé.

— Estás rompiendo mi corazón.

— Lo siento.

— ¡Maldito!— me empuja otra vez — ¡Vete con tu puta, desgraciado, y deja de decir esas mierdas de buenos deseos! ¡Te odio! ¡Vamos, anda con tu ramera y dile que ganó! ¡Te ganó! Ni siquiera eres tan buen novio.

Me mira con desprecio, odio y repulsión asquerosa. Me empuja a la puerta.

— Ve a vivir tu historia de amor barata con esa y déjame, me conseguiré uno mejor que tú.

Me empuja hacia la puerta y la abro listo para irme tragándome todas las palabras para retrucarle, pero su voz me detiene.

— Pero antes dime, ¿Quién es la zorra que se cree mejor que yo?

No voy a decirle ni una palabra más porque comienza a comportarse como una perra culpando a alguien que no tiene la culpa de mi infidelidad hacia ella. El odio debería estar completamente dirigido a mí.

— No necesitas saber estas cosas.

Suelta una risa amarga por la nariz.

— Y la defiendes. Eres un maldito. Te has dejado engatusar por una cualquiera.

— Ella no es una cualquiera, Alisa — digo sin poder contenerme — y si tan interesada estás en saber...si, me he enamorado de ella y no permito que la llames zorra, ramera o puta, porque no creo que tú sepas cómo es realmente. Abstienete a no criticar a alguien que no conoces, ódiame a mi, pero no a ella porque he sido yo quien ha empezado todo.

Da un paso atrás impactada, pero no dejo que me diga más nada cuando cierro la puerta y me voy de esa casa. Eso ha sido difícil, no salió como lo esperaba. Pero ya lo he hecho y me siento libre para hacer lo que quiero.

Me he dado cuenta que planear un futuro es algo incierto que podría decepcionar mucho más que cualquier ruptura amorosa porque nunca se sabe con lo que te va a mandar el destino. Y a mi el cabrón me mandó a la loca con la que una vez estuve, como si no hubiera tenido suficiente de ella en la escuela y ahora el destino me dice "toma imbécil, Aubrey Channing tiene mucho más para joder".

///

— ¡Tío Nic!— alzo a Charlie cuando salta a mis brazos y besa mis mejillas entusiasmada porque haya ido a buscarla a la escuela.

— ¿Cómo ha estado tu día, princesa?

— Bien, hice un castillo de arena con mis amigos en el arenero, pero un niño idiota nos lo destruyó...ese baboso — entrecierro sus ojos fulminandolo en su mente.

La meto al auto y le pongo el cinturón. Ella me habla en todo el camino sobre sus clases, su maestra de música, sus amigas y las travesuras que hacen.

— ¿Y la rubia, tío?— pregunta de la nada tomándome por sorpresa.

A veces no entiendo a mi sobrina. Cuando Aubrey está presente la repudia con todo, como si fuera el villano de su dibujo animado favorito. Pero cuando no está pregunta por ella de una manera tan sutil que sorprende, hace pasar desapercibida su pregunta como si fuera una de todos los días.

—En su casa, supongo. ¿Por qué? ¿Quieres ir a verla?— la miro por el espejo retrovisor viendo cómo da un brinco y se cruza de brazos enojada.

— ¡No! No quiero ver a esa.

— ¿Por qué la odias tanto?— giro el volante en la cuadra de mi casa. Ella se encoge de hombros, creo que ni ella lo sabe.

— No me gusta como te mira. Quiere robarte — dice mirando por la ventana.

— ¿Robarme? — me río de sus ocurrencias.

— Si — divaga — y tú...

— ¿Yo qué?

— No sé — vuelve a encogerse de hombros.

— Vamos, dime.

— Es que, tú me miras como si yo fuera tu princesa.

— Eres mi princesa.

— Si — se sonroja y ladea la cabeza, acomoda un mechón de su cabello y me mira por el espejo — pero a ella la miras como tu reina...y eso no me gusta.

Sus palabras me calan, pero lo disimulo y aún más cuando llegando a casa veo su auto estacionado en mi garaje y a ella y Tyler hablando junto a este. Mi corazón se acelera como si fuera un adolescente.

Estaciono y ellos nos notan. Bajo poniéndome los lentes y cargo a Charlie hasta llegar a ellos, su mochilita de duendes queda en mi hombro de dónde ella se sostiene. Se que ya tiene cinco años y las piernas desarrolladas para caminar por sí sola, pero me gusta cargarla y a ella que la cargue. Es divertido.

— Hola — los saluda primero.

— Hola preciosa — pasa de mis brazos a Tyler — Adivina qué— me mira entusiasmado, hoy iban a ir a anotarlo en la academia y por su cara de felicidad mal no les fue

— No estoy para adivinanzas — no paso desapercibido que Aubrey me miró rápidamente de arriba abajo y está tensa con la vista concentrada en el césped, esforzándose por no mirarme.

— ¡Me dieron una oportunidad en la academia!— celebra— van a llamarme en estos días y me confirmarán todo, pero ¡Mierda! Ya quiero empezar. Ya pedí el pase y tendré que ir por él mañana.

— Bien hecho — palmeo su espalda y su sonrisa alegre me dice que busca mi aprobación, aunque él no necesita aprobación de nadie para hacer lo que quiera siempre ha buscado mi opinión en todas sus decisiones —. Estoy orgulloso de ti, gato montés.

Veo como relaja sus hombros como si estuviera esperando mis palabras todo este tiempo. Abraza a Charlie con fuerza y suelta varias groserías que la pequeña no entiende y por eso solo ríe.

— Puta mierda, seré el mejor, se los prometo, estarán sumamente orgullosos de mí — nos dice a Aubrey y a mi —. ¡Carajo, cargaré un arma! Seré más intimidante que tú, tigre— me empuja y enarco una ceja — bueno, tal vez no tanto, pero aún así seré el mejor. Mierda, que feliz estoy.

— Se nota — decimos a la vez, ella se tensa aún más y yo sonrío, no nos miramos obviamente, la tensión no nos deja ni movernos.

— ¡Voy a contarle a Jordan! ¡Tengo que hacer una fiesta de celebración! ¡Una mega fiesta!— da brincos con Charlie haciéndola reír.

— Ni siquiera sabes si has entrado, Titi, no te ilusiones demasiado— le recuerda ella con su voz lenta y delicada...y jodidamente seductora.

— ¡Claro que entraré! Si no les patearé el trasero a todos. Venga ya, planearé mi propia fiesta de celebración para el inicio de mi carrera profesional como el mejor policía de esta patética ciudad.

Creo que solo usa su cambio de carrera como excusa para una fiesta.

El teléfono de Aubrey suena y se aleja a atender. La sigo con la mirada, específicamente a su trasero envuelto en los vaqueros nuevos.

Alguien carraspea llamando mi atención, miro a Tyler y Charlie normalmente mientras ellos tienen una ceja enarcada.

— Mantén tu vista quieta o despertarás a la jirafa — buena referencia de mi pene para usar de forma camuflada frente a la niña.

— ¿Tienes una jirafa tío?— y ella se entusiasma— en la cartelera de la escuela donde están todos los animales hay una jirafa, la maestra dice que tiene el cuello largo y grueso.

No puede ser.

Tyler suelta una carcajada y acaricia su cabello.

— Si, pequeña, así son, largos, gruesos y duros.

— Deja de darle descripciones y vayan a hacer el almuerzo.

— Pero ya es la tarde tío.

— Déjalo, su jirafa no lo deja pensar con claridad— quiero darle un golpe en la cabeza pero Aubrey regresa con el ceño fruncido —. ¿Todo bien?

— Emm...no lo sé — y me mira — debo irme creo.

— ¿Crees?

— Si, eso creo — intenta besar la mejilla de Tyler pero Charlie se interpone celosa —. Está bien, sin besos de despedida — choca los cinco y se acerca al oído de Charlie para susurrarle —. Ya voy a ganarte pequeña.

Mi sobrina entrecierra sus ojos, pero puedo ver cómo se le escapa una sonrisa cuando Aubrey se voltea y no la ve. Sé que ella le cae bien solo que cree que va a quitarnos.

— ¿Amenazas a mi sobrina?— le pregunto mientras la acompaño a su auto.

— Solo le advierto que ya no va a odiarme — deja su bolso en el asiento copiloto y cuando cierra la puerta se pega a ella — ¿Que hiciste?

— No lo sé, ¿Que hice?

— Con Alisa, ¿Qué hiciste? Acaba de llamarme, llorando y gritando lo destrozada que está, dijo que...que terminaste con ella, no lo sé, divagó mucho, apenas le entendí.

Acomoda su cabello distrayendome de todo lo que dijo. Chasquea los dedos frente a mí.

— Oye, ¿Estás escuchan...?

— ¿Mi hermano y Charlie siguen ahí atrás?— pregunto.

Asoma su cabeza por un lado de mi y asiente. Diablos.

— ¿Por qué?

— Nada, lo haré después. Ahora vete, Alisa te necesita — rodeamos el auto y le abro la puerta, me mira extraña todo el tiempo aún cuando se mete dentro. No cierro la puerta y apoyo los brazos sobre el techo y la puerta observándola encender el motor.

— Espero que no la hayas herido — murmura y me observa mientras se pone sus lentes — porque no me gusta ver a mis amigas heridas. ¿Lo captas?

— Lo capto y me atengo a las consecuencias porque si la herí y no estoy orgulloso de eso.

Niega con la cabeza y me aparto para cerrarle la puerta. Se pone el cinturón y apoyo mis antebrazos en la ventana cuando la baja.

— Conduce con cuidado — digo viéndola encender las luces y dejando sus manos en el volante para observarme, baja sus lentes dejándome ver sus preciosos ojos azules.

— ¿Te sucede algo?

— Si, muchas cosas.

— ¿Algo tiene que ver conmigo? Porque estás muy extraño.

También bajo mis lentes hasta la punta de mi nariz.

— Todo lo que me pasa tiene que ver contigo.

Abre la boca soltando aire y mis ojos viajan a tal lugar viendo su labial brilloso.

— No me eches la culpa de tus asuntos — se acomoda los lentes y mira al frente.

— Pero el asunto en mi pantalón si es tu culpa.

Suelta un jadeo y no por sorpresa porque ella sabe que siempre le dejo claro como me tiene.

— Pervertido.

—En mi defensa, la mirada que me has dado cuando llegué no ha sido de santa.

— ¿Por qué no te vas a dar una ducha de agua fría y me sacas de tu cabeza perversa?— quiero replicar pero no me deja, quita mis brazos de su ventanilla — Y no te toques pensando en mi, perturba mi cerebro. Iré a arreglar la mierda que has hecho con tu novia.

Comienza a retroceder y meto mis manos en los bolsillos.

— Ya no es mi novia — le digo y aprieta el freno, me mira atónita.

— Eso es mucho peor.

— Mucho mejor — corrijo viéndola irse.

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