[Sin editar]
—Europa, ¿Estás aquí? —Movió su mano frente a mis ojos
—¿Ah? Sí.
—Has estado distraída todo el día, ¿Estás bien? —se sentó a mi lado
—Sí, solo estaba pensando.
—¿En qué?
—Qué te voy a extrañar cuando te cases —la abracé
—Pero si no me voy a ir del pueblo.
—Pero te irás con tu esposo, estoy celosa.
—Siempre voy a estar para ti, no importa donde estés —juntó nuestras frentes—Eres mi mejor amiga, siempre juntas ¿Lo recuerdas?
—Siempre juntas.
Y esa promesa fue sellada con un fuerte abrazo.
—Quiero saber, ¿Por qué esos suspiros?
—¿Cuáles suspiros?
—Europa, llevas distraída y suspirando por todo.
—Eso no es verdad —me miró—bueno tal vez un poco, pero no es nada.
—Europa...
—Bueno, conocí a un chico, o bueno a un hombre.
Me observó esperando que continuara
—Y el es inteligente, respetuoso y amable. Lo conocí en el vagón del tren y estuvimos todo el recorrido hablando y fue.... Estupendo, nunca antes me había sentido así, quise escucharlo siempre, quise que esas hora durarán para siempre. Es guapo, parece un ángel y su voz es muy dulce, le gusta leer.
Me interrumpió
—Respira.
Suspiré y volví a tomar aire.
—Pero hay un problema, que para mí no lo es, pero Jon lo encuentra.
—Espera, ¿Jon lo sabía?
Asentí
—¿Y por qué yo no?
—Me vió con él en la plaza
—Espera, ¿Fuiste a la plaza con él?
Asentí y negué
—Bueno, me lo encontré cuando fui a comprar.
—Entiendo, y el problema ¿Es?
—Es de ciudad...
Abrió la boca para hablar, pero la interrumpí
—Sé lo que dirás, pero el bueno.
Cruzó sus brazos
—Lo que hemos hablado me ha demostrado que si lo es —mi amiga me miró dudosa
—¿Hace cuanto lo conoces?
—Se cumplió un mes. —jugué con mis dedos
—¡Un mes!
—No grites, te pueden escuchar.
—Un mes, Europa, un mes.
—Si lo sé, has dicho mucho mi nombre, lo siento si no te conté, pero pensé que no lo iba a volver a ver, bueno no creo que vuelva.
—Se fue, ¿Verdad?
Asentí
—Dijo que volvería, pero Jon me dijo que fue una mentira, que solo lo dijo para que yo lo esperara si se dignaba a regresar.
—¿Y tú quieres que vuelva?
La idea de volver a ver Nathaniel, producía un cosquilleo en mi estómago y aceleraba mi corazón, me gustó el tiempo que pasé con él, fue algo nuevo.
Me sentí en paz y segura cada vez que estaba a su lado.
¿Quería volverlo a ver?
Era obvia la respuesta, claro que quería volver a hacerlo, me hacía ilusión de reencontrarme con su sonrisa.
Me despertaba ansiosa, esperando el día que me subiera al vagón y lo viera sentando, como la primera vez.
Pero su fecha de regreso, era incierta. No me dió nada, solo se marchó dejando una promesa a su paso.
Pasaban los días y cada vez se volvían más largos y la esperanza se iba junto con las hojas de los árboles.
—Sí, quiero volver a verlo, pero me tengo que resignar, que puede que no suceda.
—Si él es distinto, volverá. Jon tiende a ser muy extremo. No diré que no te cuides porque conociendo a nuestro querido amigo, es lo primero que te dijo.
—¿Entoces?
—¿Entonces qué?
—¿Me apoyas?
—Te apoyaría hasta en esconder un cuerpo. —acarició mi cabello
Entoces solo quedaba esperar.
(...)
—Mamá, ¿Donde estan los medicamentos de Chloe?
Mamá dejó de lavar los platos y me miró preocupada mientras se secaba las manos en su delantal
—Hija, no pude ir a comprarlos, ¿Podrías ir tú?, Claro si no tienes nada que hacer.
—Le prometí a Elo que la acompañaría a la iglesia, pero no creo que me demoré.
—Solo serán unos minutos, y si no es mucho pedir, ¿podría ir a dejar estos encargos?
—Claro.
—Toma el dinero del tarro. —volvió a lo suyo como si nada
Tarareaba una canción que desconocía, pero solo lo ignoré, pasé a buscar el dinero para irme lo más rápido posible.
—¿Estás bien mamá?
—Claro, pero ve antes que se enfríen los encargos.
—Te quiero.
Salí de la casa y un frío viento golpeó mis mejillas, tenía que apresurarme para no llegar tarde a la iglesia.
Corrí hasta llegar a la estación del tren.
—No puede ser. —jadee intentando recuperar el aliento
La estación estaba vacía, lo que significaba que el tren ya había marchando.
—Europa, ¿Que sucede?
—Voy tarde, y perdí el tren.
—Europa, el tren hoy no funciona, es domingo.
—¿Domingo?
Asintió
—Entonces me iré —me despedí
¿Domingo? ¿Cómo se había pasado la semana tan rápido?
¿Cómo estaba viviendo? Cómo una máquina que solo trabajaba sin parar. La semana se había ido y yo ni cuenta me había dado.
No habia dormido bien, es más cuidado a mi hermana, y trabajando no tomaba el tiempo, para mí no la noche y el día eran iguales.
Mi cuerpo estaba acostumbrado a este nivel de actividad, el no dormir porque hay que trabaje para pagar las medicinas.
Lo llevo haciendo desde los catorce y era mi rutina.
Mis pies ya lo dolían por las largas horas de caminatas, mis piernas ya no temblaban del frío viento cuando este las golpeaba.
¿Hace cuanto que no me enfermaba? ¿Tal vez si lo había estado y no le tome importancia?
Ya no me daba miedo caminar por la noche sola.
El bosque lo conocía perfectamente, cuando era niña y estaba triste me iba a buscar flores, no las arrancaba porque morían, si las arrancaba se deprimian hasta legar a la muerte y el sentimiento que quería olvidar regresaba aún más fuerte y cargado de culpabilidad.
Llegué a la ciudad y repartí los pedidos con una sonrisa en el rostro.
Siempre era lo mismo, pero era mi vida y no podía rendirme cuando mi familia dependía de mí.
Era un día que duraba toda la vida
¿hola? ¿alguien? Buenooo gracias por la espera, ya no tengo vacaciones y estoy en colapso, o bueno a punto.
Disculpen la demora, errores y de más.
Gracias por leer y llegar hasta aquí.