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De propetyOfNegan

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De propetyOfNegan

Extra 1.0

Dedicado a:

confortini

Espero te guste, se que estabas emocionada por leer esto <3

Dos semanas.

-¿sabes? Cuando vi a James Hopkins ir a mi oficina, me sorprendí. El hijo de puta se escondió en la alta sociedad y desde ahí no ha vuelto a acercarse a nada que le recuerde a su pasado, si, un bastardo que me desagrada solo por ser él.

Scarlett asintió sin mucha atención, buscando las distintas salidas del pequeño café en el que estaban, esperando ser atendidos con conversaciones dispersas por parte de Alfie.

El lugar era más pequeño que otros a los que han ido, sin embargo el ambiente hogareño logró hacerles olvidar que eran gangsters altamente peligrosos, llenos de dinero y problemas detrás.

-no deberíamos celebrar antes de tiempo- interrumpió su monólogo, respirando con dificultad- los italianos no se acostumbraran a nuestras órdenes con tanta facilidad, deberíamos seguir mostrando poder y control en su territorio. ¿Por qué estamos aquí?

-buenas tardes, ¿qué desean ordenar?

-una taza de té junto con un sándwich de queso y jamón de pavo.

Desvió el tema, odiaba cuando hacía eso, necesitaba ser lo más objetiva posible y su hermano no lo permitía.

-¿usted?

-un pastel de chocolate y un café expreso.

-en unos minutos le traeremos la orden.

Asintió sin fijarse demasiado en la persona que los atendió, esperando una respuesta del mayor.

-bien, quería tener un poco más de privacidad para decirte esta mierda, sip, espero que estes de acuerdo conmigo- se acercó más a la mesa de cristal, jugando con sus dedos antes de hablar- quiero que todo esté jodido negocio sea tuyo. Únicamente tuyo, que en todos los permisos, en cada puto papel legal diga "dueña legal: Scarlett Solomons" sin mi maldito nombre ahí, si, no quiero seguir siendo el jefe de todo cuando tú eres la que realmente manda.

-¿por qué?

¿Y si lo hacía mal? ¿Por qué la escogió a ella?

Eran las preguntas más estúpidas que se podía hacer, y aún así las pensó mirando fijamente los ojos grises de su hermano.

-porque eres una líder innata y yo solo soy un imbécil que tiene un poco de poder. Todos los bastardos que trabajan con nosotros te obedecen a ti antes que a mi. Sería un honor trabajar para ti, solecito, ¿aceptas ser la dueña de todo por lo que has trabajado? ¿Uh?

Hablaba en serio, su rostro lo demostraba, esperando paciente por una respuesta.

Llegaron los pedidos y fue cuando por fin dejó de mirarla.

Saboreo el pastel de chocolate y bizcochos, tranquilizando su respiración.

-déjame pensar, ¿bien? Solo dame un poco de tiempo.

-piensa durante todo el tiempo que necesites, Solecito. Mi propuesta no se irá a ningún lado.

Dos meses.

Cerró los ojos completamente sosegada, disfrutando del baño de agua caliente, notando como todos sus músculos tensos se relajaban, permitiéndole suspirar con una leve sonrisa.

Se sentía cómoda con aquella tranquilidad momentánea, no había nada que la atormentara y estaba por fin volviendo a vivir.

Quizá volvería a Camden para seguir acostumbrándose a la idea de ser la dueña legal de todo el lugar.
No podía ir a aquella fábrica que con tanto esmero y trabajo arduo consiguió, creía que no merecía semejante honor, no debía de tener el poder total.

Aún no le entregaba una respuesta a Alfie, quería mejorarse mentalmente antes de dar un sí o un no definitivo, y agradecía que el mayor estuviera esperando con total paciencia.

Remojó su cabello en agua caliente, olvidándose nuevamente de los problemas.

-solecito, cuando salgas, ¿podrías bajar al primer piso? Alguien quiere verte.

Al escuchar la voz de Alfie del otro lado de la puerta, se asustó.

¿Era Thomas? ¿Esme o Polly? ¿Quién mierda había ido a verla?

Después de minutos donde descanso plácidamente, prefirió afrontar aquella visita inesperada.

No se demoró en vestir, peinando su cabello húmedo con los dedos y con cremas aromatizantes, abrochando cada botón con rapidez adquirida.

Tomó la perilla de la puerta con nervios, esperando escuchar algo desde las escaleras.

Al ver a la joven sirvienta, la interceptó con un gesto.

-Pauline, ¿Quién es?

-es una mujer y un niño, no escuche su nombre, Maggie abrió la puerta y la guió sin decirle a nadie. Alfie ahora está con ella. ¿Crees que sea un hijo bastardo de Alfie?

-no, no creo que tuviese una amante años atrás, follar no estaba entre sus prioridades, pero ¿un niño? ¿Y si quiere mentirle diciendo que ese niño en suyo?

-Sarah dice que lo vio, pero no me han dejado entrar, Scar.

Asintió dando pasos inseguros hasta la puerta del salón, la cual parecía esconder un secreto inimaginable e íntimo.

-Pauline, ¿queda chocolate caliente?- la mujer asintió- Me gustaría una taza, para los nervios de saber que seré tía.

Se relajó con aquella broma, abriendo la puerta de madera y enfrentando a los desconocidos.

-¡Scar!

-querida, vuelvo a verte.

Recibió en segundos el abrazo fuerte y cálido de Finn, abrazándola por la cintura con un amor fraternal que la dejó débil.

Quería demasiado el menor de los Shelby.

Buscó a la segunda voz, viendo a Pol avanzar hasta ella con lentitud. Esperando que el rubio se alejase.

-te extrañé, Scar, Birmingham se siente raro sin ti.

-yo también te extrañe mucho, Finn, aquí no tengo a nadie que me pregunte cosas sobre Londres o de arte.

El menor le sonrió alejándose, sin dejarla ir a pesar de que Polly la abrazó con dulzura.

-han pasado muchas lunas sin verte, querida.

-demasiadas diría yo, pero lo bueno es que vuelvo a verlos.

Sonrió de lado, notando como Alfred estaba sentado, viéndola con un brillo de felicidad en sus ojos. Demasiado contento como para ocultarlo.

-¿desean algo para beber?

-el señor Solomons nos prohibió pedir cosas para tomar, dijo que debíamos quedarnos sin comer o esperar hasta volver a Birmingham.

El mayor abrió los ojos con sorpresa, soltando una risa sarcástica cuando escucho al Shelby.

-ignóralo, es egoísta por naturaleza. Y dile Alfie, no le molestará, Finn. ¿Cómo han estado?

-créeme que nunca hubo tanta tensión en un té familiar, Thomas solo quiere matar a Michael y Arthur logró encontrar a una mujer para casarse. Es católica, aparentemente una buena mujer, pero no la conozco aún.

-ire a traer cosas para comer, Scarlett, si, después me iré a Camden para que disfruten el reencuentro. Un gusto a ambos, aunque ya no tanto para el niño, pareciera que todos los Shelby son igual de estúpidos e impulsivos.

-¡hey!

Tres meses.

Llevo involuntariamente la mano a su vientre, viéndose consecutivamente en el espejo, colocándose de lado y sin desviar la mirada de aquel lugar.

-¿cuantos meses tiene?

Aquella pregunta todavía le carcomía la mente, recordando cómo aquella estilista le sonrió con toda la inocencia del mundo, diciéndole que muchas mujeres embarazadas temían vestirse bien y dejaban de arreglarse solo por la panza.

No le dijo a nadie, temiendo que aquel comentario fuese verdad, después de todo, la estilista veía a más mujeres con todo tipo de cuerpo.

¿Qué mierda haría ella con un bebé? ¿Por qué le habían dicho eso cuando todo estaba tan malditamente bien? Le había devuelto inseguridades sobre si estaba preparada para salir al mundo exterior.

Porque aunque quisiese negarlo, parte de volver al mundo real, era reconocer la posibilidad de tener una familia.

Volvió a modelar en ropa interior, fijándose si tenía más estómago, si algo en su cuerpo había cambiado, si sus senos crecieron o si sus muslos habían aumentado por cosas sin sentido.

No podía simplemente estar embarazada, era ilógico, no había motivos. No.

Sin siquiera saber si estaba embarazada o no, no aceptó la idea.

Ella no tendría a un bebé, su decisión era definitiva e irreversible, pero aún con las dudas, le preguntaría a Polly.

No quería decirle a Maggie, desde ya podía imaginar su rostro contento por la llegada de un bebé, pidiéndole arreglar todo para hacer una celebración, con decoración rosada esperando una niña.

No, no quería una niña o un niño, solo esperaba no tener un problema como ese.

Suspiro frustrada, vistiéndose con rapidez, odiando ver su estómago levemente abultado, no había diferencia notable, pero Scarlett lo sentía, sentía algo dentro de ella. 

-¡Scar! Querida, ¿qué tal? Hoy vine más temprano- Pol saludó con un movimiento apenas visible.

-necesito hablar contigo, en privado.

-¿qué sucede?- susurró preocupada, caminando detrás de una Scarlett seria y pensante.

Salieron al patio, avanzando hasta aquella estructura de madera que habían adornado para un té, disfrutando de la primavera después de un invierno frío.

-¿cómo puedo saber si estoy embarazada? ¿Parezco como si tuviera un niño dentro?

Polly frunció el ceño viendo su cuerpo de arriba a abajo, alejándose un paso para ver a detalle todo su torso.

-¿qué te hace pensar que estás embarazada? ¿Te ha llegado tu menstruación?

-no.

-¿hace cuento?

-¿cuatro meses? ¿Tres? No recuerdo muy bien.

-entonces estás embarazada, querida.

Pensó que aquellos meses debido al estrés y todos sus problemas, tenía un retraso en sus días, creyendo firmemente que la ausencia de sangre se debía a todos sus problemas. Como si no tuviese tiempo para aquel proceso natural.

-no puedo estar así, Pol, no quiero.

-si quieres puedes confirmarlo con un doctor, pero...

Llevo su palma a su vientre, palpando cosas que no sabía, acariciando con fuerza parte de su estómago.

-yo diría que si lo estás, Scarlett, veamos el té, después confirma con un doctor.

Cuatro meses.

-¿qué mierda te sucede?- alzó la mirada de su taza de té para ver a Alfie mirándole con el ceño fruncido, apoyando su rostro en la mano izquierda y jugando con un tenedor con la derecha- habla, Scarlett, uh, háblame sobre qué mierda está pasando por tu cabeza, ¿si?.

-nada fuera de lo normal.

-¿te preocupa ser dueña de la empresa? Si es lo que te tiene preocupada puedo entenderlo, no me enojare si es lo que crees, si, además seguiríamos con la jodida dinámica esta de que cuando te necesito tú pones a todos los hijos de puta en su lugar.

-no es eso, Alfie, solo...- movía su pierna derecha frenética, tapándose el rostro con lentitud, sintiéndose nuevamente débil- estoy embarazada, Alfie. Y... y no sé qué mierda hacer.

El Solomons mayor se levantó rápidamente para abrazar a Scarlett y dejar que se desahogara, envolviendo su delicado cuerpo con sus brazos, permitiéndole descansar.

No hizo demasiadas preguntas, ya era una mujer que disfrutaba de su sexualidad y no tenía derecho a cuestionarla, tampoco quiso indagar si el bebé creciendo en su vientre era del blinder o de algún hijo de puta que quizá la violó mientras estaba encarcelada.

No quiso hacer preguntas que sabía que la incomodarían.

Y aquella idea era nueva para el, una pequeña parte de él seguía pensando que eran adultos recién conociendo el mundo y sus peligros.

Notaba como lentamente el tiempo se le estaba escapando de las manos.

-uh, a ver, Solecito- aclaró su garganta nervioso, sin saber que decir realmente- un Niño es una bendición, si, y... y si tiene una madre como tú, el pequeño no podrá tener mejor vida, serias una excelente mamá, lo cuidaremos, lo tendrás bien educado e incluso será un pequeño caprichoso porque lo consentiremos en todo, ¿qué tal? Lo harás bien, si, si, no estes insegura con eso.

-no, no puedo, es una carga muy grande, no quiero dejar de lado todo lo que estoy haciendo solo porque estoy embarazada- volvió a sollozar al decir su realidad, abrazando débilmente la cintura masculina- es vergonzoso y no quiero recaer en esa vida tan aburrida, tan asquerosa. No es como quiero vivir, con un hijo y esperando en casa, o quedándome sin hacer cosas solo porque sé que tengo que cuidarme por el bebé, o incluso pensar primero en él que en mi, como si yo no fuese la importante. ¿Y si su padre no lo quiere? ¿Cómo mierda criaré a un niño sola? ¿Me crees capaz de poder dar a luz? ¿No debería ser deseado un hijo? Porque lo siento como si fuese una calle sin salida de la que no hay vuelta atrás, ¿Realmente debo tenerlo? Porque no quiero, Alfie, no quiero y sé que no podré

-esta bien, Scarlett, está bien.

No sabía que decirle con exactitud, no tendría esas inseguridades sobre si ser padre o no, el no cargaba con ese peso, no era decisión de él decirle si debía tenerlo o no.

A pesar de sus leyes morales, pecados que había detrás de un asesinato, acompañó a Scarlett, a su hermanita.

-buscaremos dónde sacarte esa cosa, ¿si? No serás madre, solecito, si no quieres tenerlo, no lo tendrás. Pero por favor, deja de llorar, estaremos bien.

Días después lo encontraron, buscaron por toda Inglaterra un lugar donde pudieran a sacar al bebé dentro de ella, Tyler se dedicó a gastar petróleo como desquiciado, viajando en autos veloces, comprando tickets de tren y haciendo un papel de hombre desesperado por no ser padre.

Habían creado un guion que seguir, y así estaban, avanzando con lentitud, retomando lo que les pertenecía y cuidando sus apariencias.

Alfie sabía que si se enteraban del estado actual de Scarlett, todos se preocuparían por ella y entraría una crisis moral donde habrían conflictos sobre el aborto de la mujer, por ello actuaron silenciosamente, aparentando una cotidianidad hasta encontrar un hospital donde poder hacer todo en sigilo, sin nadie que los viera.

-¡Scarlett! Lo tengo, ya sé donde- Tyler interrumpió en la oficina, con unos papeles en su mano y una sonrisa que denotaba victoria.

-Ty, ¿qué tienes?

-Walton Centre, Liverpool, a la afueras, es privado y resguardan bien la identidad del paciente, hay un pasillo nuevo, donde hacen todo el cuidado que necesita una mujer embarazada, y también están desarrollando distintos métodos para sacar al bebé.

Liverpool, Scarlett tendría que ir a Liverpool.

Cuatro meses y medio.

Gritos, escuchaba los gritos traspasar paredes de concreto, agudos y llenos de dolor, como si dentro de aquel hospital estuviesen torturando al paciente antes de sanarlo.

Tenía miedo, demasiado, sentía que los dedos se le entumecían y quedaban estáticos en una sola posición, el sudor frío en la espalda que la obligaba a encogerse y estar alejada del respaldar frío.

Notó una mano dándole consuelo, subiendo y bajando por su espalda.

-Thomas extendió el negocio, apuestas en los partidos de fútbol, no ha tocado la Ginebra porque dice que es tuya. Busca mantenerse lo más ocupado posible, con suerte lo veo en la semana.

Polly intentaba distraerla, como si su voz suave y llena de magnetismo lograra apaciguar los gritos y el olor a sangre.

Lograba oír la desesperación de mujeres, como un eco que nunca paraba de escucharse.

-¿él está bien?

-no lo sé, se aísla en su oficina, Finn es el que más ha logrado sacarle unas palabras, pero esta callado, más callado que de costumbre.

-oh...

Dejo de ver a Pol para ver cómo una enfermera saca a una camilla con una sábana blanca encima de la silueta bien conocida de una mujer. Alejándose por los pasillos con la muerte siguiéndole de cerca.

Comenzó a temerle a aquel lugar desdichado.

Las nauseas subieron por su garganta al ver cómo una mujer salía en silla de ruedas, su bata anteriormente blanca estaba sucia por la sangre que salía de su entrepierna, dando un aspecto nefasto y deteriorado, con sus débiles piernas sucias por pequeñas gotas carmesí.

No, no podía quedar débil, tenía cosas que hacer.

Tapó su boca negándose a vomitar, cerrando los ojos y queriendo tomar aire fresco.

-salgamos de aquí, aún no me atenderán.

Se levantó con rapidez buscando la salida, queriendo una mísera ventana en todo aquel pabellón.

Los gemelos se le tensaron, todo su cuerpo quedó estático al ver cómo, al fondo del pasillo, una madre tomaba la mano de una niña moribunda, llorando desconsoladamente mientras susurraba palabras que no alcanzaba a oír.

Avanzó insegura, olvidándose de la presencia de la Gray, siendo respetuosa al caminar levemente más alejada de la camilla donde una niña agonizaba.

-lo lamento, mamá. Lo intentamos, al menos la gente ya no nos mirará mal.

-mi princesa, perdóname tú a mi, no me di cuenta de... perdón.

Ignoró el sentimiento que se albergó en su pecho, abriendo una ventana con fuerza alejada de todo el ambiente que consideraba tóxico, buscando en los bolsillos de su abrigo negro un encendedor, con sus manos temblorosas buscando prender el cigarro entre sus labios.

Sin embargo, se derrumbó y comenzó a temblar, respirando aceleradamente, como si su cuerpo no pudiese aceptar nada de lo que estaba pasando.

¿Y si quizá no era mala idea tener al bebé? Podría darlo en adopción, ignorar aquel sentimiento maternal para seguir disfrutando de su vida, con poder y dinero.

Pero en cuestión de segundos recordó cómo Ada dio a luz, sus gritos, la forma en la que estaba dilatada y la pequeña cabeza de Karl aparecía, la sangre y el dolor que no la dejaron descansar cómodamente los primeros minutos.

Quizá no podría soportar el dolor, sabía que varias mujeres habían muerto mientras estaban en parto, ¿qué sucedería si ella era una de esas mujeres? Dejaría solo a Alfie, no volvería a ver a Finn, mucho menos a Thomas y a Pol, ¿con quien se quedaría el bebé? ¿Alfie le diría a Tommy que el es el padre o Thomas mandaría a la mierda a Alfie y se negaría a cualquier acción relacionada con el bebé?

No sabía, no sabía que hacer o cómo reaccionar, si seguir adelante con aquel aborto o simplemente desistir.

Por unos instantes creyó que todo sería más fácil si se daba un tiro en la sien.

Cinco meses.

-uh, algo con chocolate y almendras, Alfie, por favor, por tu hermanita.

-dile al bebé que como siga jodiendo con el chocolate no me caerá bien, ni querrá verme el maldito.

El mayor río de sus palabras, asintiendo en silencio mientras se despedía de ella. Besando su coronilla antes de desaparecer de la biblioteca.

Cerró el libro entre sus manos después de escuchar como el motor se prendía y finalmente el mayor abandonaba el terreno.

Subió las escaleras con rapidez, cansándose cuando llegó al segundo piso, notando como el aire pasaba por sus pulmones con dificultad, como si hubiese corrido una maratón.

Aquello era lo que más estaba comenzando a odiar, cómo su cuerpo se cansaba más rápido al hacer ciertas acciones, subir escaleras y dar caminatas era agotador.

Abrió la puerta de su habitación y comenzó a desnudarse, queriendo darse otro baño para relajar su cuerpo de cualquier molestia que podría tener.

Pauline ya sabía de ello, que cuando entraba a su cuarto por las tardes, era porque iba a darse otro baño de tina.

Se vio en el espejo después de semanas, sintiendo temor de lo que vería.

Su vientre había crecido notoriamente, sus pechos habían crecido y prueba de ello era como algunos sostenes ya no le quedaban, sus muslos también habían aumentado, seguían tonificados, pero alzaban sus curvas con naturalidad incómoda para ella.

-no sé qué haré contigo, querido, pero estoy intentando amarte, de verdad lo hago.

Susurró lo último con inseguridad, acariciando su estómago abultado con la yema de los dedos.

De repente sintió cómo algo se movía dentro de ella.

Sintió al bebé, ¿habrá escuchado su voz o solo fue una alucinación?

Su corazón se aceleró, experimentando una felicidad inusual y repentina.

El bebé había reconocido su voz, sabía quién era.

Seis meses.

-terminé con Phoenix.

Maggie abrió la boca frunciendo el ceño.

-¿por qué terminaste con la francesa? Es preciosa, te cuida y ha estado para ti cuando lo necesitas.

Scarlett fingió no escuchar, sabiendo que Alfie le dijo eso a ella, sin esperar la presencia de la estadounidense.

La habitación masculina recibía aire fresco y permitía que el calor en su cuerpo se disipara, ignorando cualquier pensamientos mientras miraba fijamente los árboles en la lejanía, sentada en el alféizar.

-¿qué te hizo? O mejor, ¿qué le hiciste tú a ella? No terminarías una relación que lleva más de un año solo por capricho, aunque conociendo tu impulsividad, si lo harías.

-Scarlett, terminé con Phoenix, ¿qué opinas?

La observo, sin prestar atención a lo que Maggie le decía, como si fuese un fantasma.

-es tu vida, Alfie, si terminaste con ella debe haber una razón, si no quieres decirla ahora no me importa, tarde o temprano me dirás.

Le agradeció con gestos amables, para seguidamente estar serio ante Parks.

-Margareth Parks, termine con la bruja, porque desgraciadamente se le ocurrió decir que Scarlett era una cobarde que no sabía que hacer con su vida, que era lo suficiente débil e inferior como para que ella, una francesa que no sabe nada, pudiese despojarla de todo lo que tiene. De todo por lo que mi hermana ha luchado todos estos años, ¿crees que soportaré que una bruja de mierda diga esas estupideces sobre Scarlett? Ni jodiendo.

-¿en serio?- Maggie quedó estática, dejando de doblar ropa para mirar fijamente al barbudo.

-si, la mandé a la mierda por eso, puede que haya logrado amarla, quererla un poco más que al resto, si, pero Scar está primero, la familia es muchísimo más importante, ¿no?

Lo último lo dijo con jugueteo, riéndose mientras sacaba del velador un chocolate con envoltorio morado.

-¿quieres, solecito? Lo compré para ti.

Diary milk, aquella era una delicia para ella, una exquisitez para su paladar, chocolate con leche, demasiado relajante y exquisito, la debilitaba.

Asintió acercándose hasta él, acostándose a su lado y recibiendo el producto sin abrir.

-¿volverás a estar con una mujer o simplemente te quedarás soltero?

-no sé, ¿sabes? Ahora tendremos que cuidar a un bebé, no tendré tiempo suficiente para conocer a alguien, mostrar que soy un buen hombre a pesar de toda la mierda que he vivido, si. Mucho menos esperaré hasta contarle mis problemas internos, los traumas que el bastardo de mi padre me dejó y la suavidad con la que mamá me enseñaba a leer. Decirle que el amor que tengo, es malditamente real y todas esas jodidas cosas. Por ahora estoy bien, si, mucho mejor.

Scarlett había comenzado a reír desde que Alfie abrió la boca y comenzó a responder a Parks, sin embargo, el sarcasmo notable de su hermano quedó en ella.

¿Sería una buena madre? Esperaba que si, no quería desilusionar al pequeño o pequeña que estaba dentro de ella, deseaba brindarle la confianza necesaria para contarle sus problemas, saber la vida del bebé y ella guiarlo cuando esté perdido.

No quería ser como Caleb que cuando no sabía que hacer, los golpeaba, esperando sin éxito alguno que lo obedecieran y obtener a fuerzas un respeto inmerecido. ¿Podría ser capaz de alzarle la mano a su propio hijo?

No quería volverse un monstruo delante de él, era lo único que pedía.

-por cierto, ¿cómo se llamará? ¿Puedo ayudarte a escoger el hombre? Podría darte ideas y ver cuál nombre suena mejor. Dame un poco de tiempo, si, si, si- se reía traviesamente, llevando un cuadrado de chocolate a su boca- ¡creo que lo tengo, Solecito!

La risa de Alfie la saco de sus pensamientos, sintiendo cómo dentro suyo el bebé volvía a moverse descontrolado.

¿Reconoció la voz de Alfie? ¿Reaccionaba ante él? Anteriormente solo se movía cuando ella le hablaba en las noches, como si fuese un pequeño secreto entre ambos.

-ire a cocinar, después hablaré contigo, señorita.

Maggie habló con seriedad antes de irse con una canasta con ropa, dándoles nuevamente privacidad.

-reconoció tu voz. Alfie, el bebé te conoce.

El rostro de Alfie se iluminó, sin palabras.

-¿puedo?

-si.

Aquella experiencia todavía era nueva para ella, no estaba acostumbrada a sentirse desbordante de emociones positivas.

Desabotonó dos botones de la camisa, mostrando su vientre. El mayor colocó una mano con timidez, acercándose lentamente.

-hola, soy tu tío, espero que cuando nazcas seas jodidamente feliz, y que hagas igual de feliz a tu mamá, porque hemos estado luchando para que todo salga bien, sip, faltan meses para conocerte pero, pero- alargo la primera vocal, riéndose en voz baja- siento que ya te quiero demasiado.

-Alfie.

-dime, Solecito.

-aceptare tu trato, firmaré los papeles necesarios para ser la dueña legal de todo.

Siete meses.

Tosió falsamente, viendo el papel frente a ella, leyendo todas las palabras con cuidado único, fijándose constantemente en los gestos que el hombre hacía frente a ella.

-¿tienes algo que decir?

-oh, no... no realmente- su voz salió extremadamente temblorosa, dejando de verla para mirar sus manos.

Si, su abultado vientre era evidente y tenía algunos cambios de humor repentinos, sin embargo, conservaba el Aura amenazante y segura que volvía adquirir después de meses.

Ningún imbécil la podía tratar o mirar como si fuese menos, se volvían indefensos cuando ella se defendía con palabras cortantes ante sus gestos y frases despectivas.

Eran cobardes después de escuchar como ella preguntaba si es que había algún problema.

-bien- firmó el contrato, repitiendo la acción en dos hojas más, acomodando su ropa antes de señalar a Tyler- el hombre de allí tiene las cuarenta mil libras, pero diría que la casa ya es mía.

-si, señorita, desde hoy en adelante, la casa es suya. Extrañamente suya.

-¿cómo?- Tyler frunció el ceño, cruzándose de brazos y acercándose progresivamente.

-nada, nada, solo que es poco común que, bueno, una mujer compre una casa tan cara.

-toma las malditas libras y vete.

Le entregó el maletín de cuero con brusquedad, dejándolo sobre la mesa, el pequeño hombre con gafas tomó los papeles sobre la mesa, entregándole uno a Scarlett y abriendo el maletín.

-fue... fue un gusto, señorita Solomons.

Asintió sin dejar de verle, suspirando antes de levantarse y recorrer nuevamente la casa.

Escucho a la lejanía un motor prendiéndose, y los pasos masculinos siguiéndole de cerca.

-¿qué te parece?

-es una bonita casa, acogedora, tiene varias habitaciones pero no tantas para ser exagerado, la verdad es que me gusta, mucho- Castle sonrió, notando como veía el estudio con ventanales y estanterías vacías- ¿qué pondrás aquí?

-es una oficina, pero no me gustaría traer problemas de Londres aquí, no quiero que esta casa se convierta en otra sede de trabajo relacionado al licor o a los caballos- suspiro entrando, viendo cuán espaciosa era, el color menta en las paredes era suave y agradable a la vista.

De forma inmediata se fijó en cómo podría dejar un piano, viendo que aquel lugar era perfecto para desarrollar las artes, un ventanal enorme y colores pasteles.

-pondré un piano, también traeré todos los libros que tengo en la otra casa, un escritorio y creo que buscaré plantitas para colocar aquí. Quiero que sea un ambiente seguro, un lugar cómodo.

-Si, sería una habitación perfecta para el o la bebé. ¿Ya ha escogido los nombres?

-Tu y Alfie tienen una rara obsesión.

-Rose es un buen nombre, cuando lo pronuncias tú suena espectacular- el chico a su lado sonrió, dándole un empujón suave y amistoso, sin moverla siquiera- Rose Shelby, oh... ¿será Shelby o Solomons?

Bajo la mirada por el suelo oscuro, sonriendo sin gracia alguna.

-Finn me hizo la misma pregunta, ¿le dirás a Tommy o será un secreto?- repitió con voz baja y mirada perdida.

Podía haber avanzado, dejar de lado sus pesadillas, dormir perfectamente en las noches y disfrutar de sus amigos perrunos, volverse sarcástica, engreída y narcisista cuando la situación lo ameritaba, podía ser una perfecta hija de puta con quien la trataba mal.

Pero pensar en cómo abandonó Birmingham, la dejaba con un sabor amargo en la boca, creyendo que era una herida abierta que no lograba cerrar por más esfuerzos que hacía.

Thomas era un tema complicado para ella, después de estos cortos meses había olvidado cómo descifrar al gitano, no quería desilusionarse con su rechazo inmediato.

No quería escuchar como reaccionaba molesto, haciendo preguntas de las que no se podría defender. Para finalmente verlo alejarse de ella en silencio.

-no lo sé, Tyler, espero que un día sea un Shelby.

-no te preocupes. Scarlett, será un Shelby, se vera en sus acciones y gestos, ¿sabes por qué? Porque el bebé tendrá sangre gitana por sus venas- Castle intento animarla, exitoso al ver cómo reía bajo, explotando el recinto.

-es una casa bellísima. No me cansaré de admirarla.

-¿este fin de semana tendré que buscar a Finn y a la señorita Gray?

-no, solo a Finn, Polly ha tenido muchos problemas, pero esta bien, gracias por interesarte en mis relaciones amistosas.

-no tiene muchos amigos, es un trabajo fácil.

Soltó una risa falsa, notando como Tyler cambiaba de personalidad con facilidad.
De un guarda espaldas serio e intimidante, a alguien curioso y tímido, hasta un amigo que se preocupaba por ella, haciéndole bromas.

-Tu mejor amigo es mi hermano, un veterano de guerra que usualmente habla de estupideces y es jodidamente disperso.

-en mi defensa es buen hablador.

Scarlett observo la escalera con pasamanos de madera oscura.

Aquel lugar vacío se sentía más seguro que su hogar actual.

Si tendría al bebé, aquella casona sería el lugar perfecto para criarlo de la mejor forma.

Respaldado, hermoso, con jardines extensos y una bodega a metros de la casa, por si quería jugar a ser un explorador.

Dos meses más y tendría a su pequeño, quizá debía obedecer las bromas de Tyler y Alfie.

Necesitaría un buen nombre.

Ocho meses.

-Un buen nombre es...

Alfie interrumpió con rapidez.

-ni siquiera deberías hablar, sal a jugar con tu pistola o a hacer alguna mierda relevante.

-Alfie- Scar le dirigió una mirada severa, dándole una oportunidad a Tyler- ¿qué ibas a decir, Ty?

-Joel. es bonito.

-¿sabes por qué tu mamá no te enseñó a leer? Porque Joel es un nombre horrible, se escribe feo. ¿Quieres que mi sobrino tenga un nombre que es horrible? ¿Que sus pequeños compañeritos lo molesten?

-Alfie, eres un maldito que no sabe ganar sin insultar.

-¿lo dice el que pelea en peleas clandestinas con gritos bastante fuertes de por medio?- se hizo el ofendido, con una reacción exagerada y sarcástica- Solecito, ignora a Tyler y escucha. Zachary. Zachary es mejor maldito nombre.

La risa de Castle se escuchó por el comedor.

-vaya mierda.

-vamos a ver, bastardo...

-tengo una sola duda, una- interrumpió finalmente, notando cómo dejaban de pelear tontamente para escucharla- ¿de verdad creen que escogeré uno de los nombres que dicen? ¿Joel, Zachary, Aidan, Noah, David? ¿Rose, Charlotte, Olivia, Crystal, Danna, Elizabeth?

Mencionó los últimos nombres que habían dicho, intercalando la mirada entre ambos.

-queremos ayudarte.

-pero están discutiendo, no me sirve si pelean. Castle, te dije que pelear con Alfie era tonto. Alfred, ¿por qué molestas a un hombre que es diez o doce años menor que tú?

-pero... prometido, dejaremos de pelear y te ayudaremos.

-el nombre, si es niña o niño, lo escogeré yo, y tengan asegurado que no será ninguno de los cientos que me han dicho.

Intentaron objetar, sin embargo los ignoro y subió con dificultad a su habitación, cerrando los ojos antes de entrar y descansar en uno de los sillones individuales, suspirando.

Polly había utilizado sus conocimientos de bruja para saber de que sexo sería, entre risas, conversaciones esporádicas y chismes, le confesó que sería un niño curioso. Sin revelar más para conservar su atención, manteniendo el misterio lo máximo posible.

Ya tenía un nombre, lo tenía desde el momento en el que Pol le dijo que era un niño, buscando distintos hasta dar con uno que le agradase al oírlo.
También, queriendo o no, busco entre sus memorias algún recuerdo que le diese la respuesta a sus preguntas.

¿Cómo le habría puesto Tommy?

Luego de una madrugada pensando, tuvo una pequeña lista, la mayoría consistía en estrellas y nombres que escuchó un día y le agradaban.

Sabía que eran nombres de constelaciones o estrellas porque Thomas se lo dijo cuando le dio un monólogo meses atrás.

Se explayó en las estrellas y la luna, diciéndole distintos nombres que había leído un un libro. Confesándole que podría aburrirle mucho las historias de drama excesivo, pero cuando los libros consistían en astrología le prestaba algo más de atención.

Tenía una lista de cinco nombres de cada sexo, cuando Pol le reveló que sería niño aquella lista se fue acortando.

Altair y Regulus fueron las opciones que más le agradaron.

Y conste los días avanzaban, durante las noches comenzó a leerle al pequeño, sin saber muy bien si es que hacía bien en leer en voz alta, pero creía que si el bebé podía reconocer su voz de alguna u otra forma, leerle lograría relajar al pequeño y hacer que se sintieran más cercanos.

Aprendía a generar un lazo con él leyéndole, acariciando su estómago como si pudiese unir la yema de sus dígitos contra la pequeña mano del bebé.

-Altair, hoy traigo el principito*, creo que leer casos de misterio, acertijos y asesinatos no es lo mejor, traje algo más infantil para la ocasión.

Se desvistió con lentitud, sin verse al espejo, simplemente paseando por su habitación con cotidianidad.

Aún no abandonaban la anterior casa, lo haría oficialmente cuando Altair estuviese entre sus brazos.

-hey, ¿no quieres que te lea?

Usualmente el bebé se movía dentro suyo, le dolía, pero sabía que estaba ahí y se sentía a gusto, ahora le extrañaba que estuviese tan tranquilo.

-¿Altair? ¿Mi Niño?- después de segundos lo sintió levemente, como una patada.

Cerró los ojos con fuerza, recostándose con un pijama suavecito, recién lavado y planchado, un leve aroma a lavanda impregnando.

-¿Regulus? Leeremos el principito- a veces se sentía estúpida hablándole a la nada, tal como esa vez.

Sin embargo aquel pensar abandonaba su cuerpo cuando el bebé se alzaba.

-¿Reggie?- vió su vientre moverse de forma extraña, dolorosa a su vez- ¿Te gusta ese? Bien, así te llamaras, Regulus.

Sonrió buscando el libro con tapa azul, notando su estado inquieto.

-bien, Reggie, comencemos- aclaró su garganta, abriendo el libro y viendo varios dibujos en las primeras páginas- cuando yo tenía seis años, vi una vez una lámina magnífica en un libro...

Nueve meses.

-¿y? ¿Qué más sucedió?

-Arthur ganó la pelea, le dio en la mandíbula y en el abdomen, creo que el otro quedó con la nariz rota, pero ¡Arthur gano y se llevó el premio! Aunque después se emborrachó tanto que se lo dio al segundo lugar.

-Tu hermano se volvió muy humilde.

Scar soltó una risa mientras Finn a su lado asentía con una taza de té, viendo a su figura materna contenta.

Le agradaban aquellos momentos donde eran ellos, compartiendo anécdotas y hablando de temas al azar, sin nada que los atormentara o les dejara incómodos.

Quería demasiado a Scarlett, y sabía que mentirle a Tommy valía la pena cuando estaba junto a ella.

-¿cuando nacerá Regulus?

-oh, durante estos días, según el doctor nacería en las primeras semanas de agosto.

-¿puedo venir a jugar con él?

-por supuesto, Finn, pero primero tengo que cambiarme de casa, después de eso podrás ir las veces que quieras.

-Gracias, Scar.

La abrazo con fuerza, cerrando los ojos y respirando con tranquilidad, sintiéndose en calma, como si ella le diese las soluciones a todos sus problemas.
Y aunque quizá verla durante unas horas era poco, ella lograba guiarlo cuando más perdido se sentía.

-¿qué sucede, Finn? Estás raro.

-eres lo más cercano a una mamá que tengo, Scar, y no sé, solamente se que harás un buen trabajo con el bebé y que serás una excelente madre porque lo has sido conmigo durante estos cuatro años- sus ojos mantuvieron algunas lágrimas- Y no sé porque siento tantas ganas de llorar, no... no lo sé.

La Solomons volvió a abrazarlo, permitiéndole que se sintiera seguro a su lado, sintiendo cómo su camisa se humedecía por las lagrimas, con sollozos bajos y casi inaudibles.

Espero segundos antes de hablar, con voz temblorosa.

-¿me cambiaras por el bebé?- preguntó finalmente, sin moverse y con el corazón en la garganta.

-no, Finn, puede que me preocupe mas por él los primeros meses, pero es porque soy inexperta, y tendré que acostumbrarme a ello, pero tranquilo que seguiré pendiente de ti y de todo lo que necesites. Si quieres mi ayuda o no sabes que hacer, estaré aquí para ayudarte en todo- acaricio su espalda con tranquilidad, sonriendo con ternura- si tu me ves como una madre, entonces yo puedo verte como un hijo, ¿qué te parece?

-Gracias.

No la soltó hasta minutos después, siguiendo con su tarde de té y tortas, con aquel halo de nostalgia que rodeó la presencia del adolescente, aún así, pudo volver a sonreír y a sentirte extremadamente cercano a Scarlett.

-te quiero mucho, Scar.

Tuvo la valentía de decírselo antes de irse, sonriendo y acomodando su gorro sobre el cabello rubio y corto.

-también lo hago, Finn, no creas que no es así. Ahora ve y miéntele a Thomas diciendo que saliste a conocer Birmingham.

Asintió con los ojos juguetones, yendo hasta el auto con Tyler.

-nos vemos cuando nazca Reg, intentaré venir pronto.

-cuídate, Finn, sigue entrenando, quizá un día intentes darle una buena pelea a mi mejor hombre. Tyler Castle.

-¡lo haré! Entrenaré para destruirlo.

Ambos hombres sonrieron subiéndose al auto, manejando hasta perderse en la distancia.

Entró a dormir, escuchando a Alfie hablar con Maggie, dándole finalmente una oportunidad para que sea feliz en otro lugar, en otro ambiente más amigable.

Esperaba que la mujer diga que si.

...

Dolía, su vientre dolía demasiado, sentía como su entrepierna palpitaba de dolor.

Abrió los ojos colocándose rápidamente en posición fetal, notando un infierno en su espalda y estómago, sin poder resistir todo el dolor que repentinamente apareció en su cuerpo.

-¡Maggie!

Maldijo retorciéndose, sintiendo humedad en la entrepierna y en las sábanas bajo ella.

-mierda, ¡Maggie! ¡Pauline! ¡Sarah!

Gritaba con desesperación, sin saber que hacer.

Tessa y Cyrill comenzaron a ladrar, raspando la puerta de su habitación con desespero, deteniéndose cuando se escucharon los pasos acelerados de dos personas.

-maldito y jodido dolor- susurró con los dientes apretados, sin saber en qué posición colocarse para alivianar la molestia.

-¡Scar! ¡Estás sangrando!

-Pauline, necesito ir al hospital, me duele demasiado- cerró los ojos con rapidez, esta vez siendo Regulus el culpable, moviéndose dentro de ella- puta mierda...

-Tyler, ¡Sarah, despierta a Tyler y dile que venga a buscar a Scarlett!

No sabía que sucedía, solo cerró los ojos y acarició su vientre con miedo, no quería morir. No quería irse de su hogar y no volver.

Pedía a las estrellas y a los dioses que no sucediera eso.

Tenía que cuidar de Regulus.

No sintió el tiempo pasar, notando como iba en la parte trasera del auto, acostada y recibiendo la ayuda de la menor, con Tyler conduciendo a una velocidad rápida y constante, nervioso por lo que vivía.

-hay que llamar a Alfie, tenemos que...

No escucho a Pauline, comenzando a respirar con lentitud. Sintiendo cómo perdía la fuerza y llegaba a su cuerpo un cansancio desconocido y repentino.

No quería morir, tenía mucho miedo y no había forma de sentirse a salvo.

Castle estacionó el auto, sabiendo que llegó al hospital de Londres en un tiempo récord, cerró la puerta con fuerza y le indicó que hacer a la menor, abriendo la puerta trasera para ver cómo la Solomons parecía dormir.

-no, no, Scarlett despierta. despierta- golpeó suavemente su rostro, viendo que seguía con los ojos cerrados.

-duele, Tyler. Mucho.

La alzó en sus brazos con fuerza, sin pensar mucho en lo que sucedía, guiándose por los gritos de Pauline y como lo guiaba con señas.

Su corazón acelerado y nervioso, tomando con cuidado a Scar, sin querer caerle daño con su caminata rápida y fuerte.

La ansiedad tomaba su cuerpo.

La dejó en la camilla con la máxima suavidad que podía, acomodando su cabello. Notó la frialdad del líquido carmesí en su camisa azul, con una mancha de sangre en el abdomen que lo asustó.

-¿estado actual?

-inició el parto, había mucha sangre, no sabíamos que hacer.

-ire con ella en un instante, sala 8. Pronto recibirán noticias.

Miro a Pauline.

-tenemos que esperar, me quedaré aquí y tú ve a decirle a Alfie. Está en Camden town con Maggie.

Asintió, corriendo nuevamente a las afueras, con el Bugatti a la espera de él.

No sabía cómo, pero de alguna forma llegó hasta el corazón del barrio judío, buscando con la mirada desesperadamente a Alfie.

-¡Alfred Solomons! ¿Lo han visto?- negaban muchas personas.

Otras simplemente decían que estaba en otro lugar, o que había ido a casa, incluso que estaba en el otro extremo de Londres.

Estaba más nervioso de lo que podía creer. Aquel imprevisto no podía ser real.

Se suponía que Alfie estaría con Scarlett, y ahora el maldito no estaba por ningún lado.

-¡Alfie! ¡Maldito bastardo aparece!

Lo vio en una esquina, con su impecable abrigo azul marino y bastón oscuro, hablando con otros judíos, sin embargo, al escuchar su nombre lo vio.

Aceleró, frenando en seco cuando estuvo lo suficientemente cerca.

-Scarlett está en el hospital, el bebé.

-Santa mierda, los veré luego.

Se subió al auto con rapidez, cerrando de un portazo y pidiendo respuestas.

-¡no se! Solo desperté y ella estaba gritando de dolor, Pauline quería darle algo, pero no podía. No... está muy mal, Alfie, no se si perdió mucha sangre, solo la lleve al auto y conduje hasta el hospital.

-bien, si, bien, ella estará bien, está en manos de jodidos profesionales, ¿no? Si, tiene que estar bien.

Comenzó a susurrar asegurándose de la salud femenina, viendo el camino sin realmente estar al pendiente.

No tenía idea de lo que debía hacer, pero necesitaba mostrar seguridad a su hermana, era lo único que sabía.

Tenía que ser fuerte.

No dejo que Castle se estacionará, bajo e ignoro el dolor en la rodilla.

-¿donde mierda se encuentra mi hermana? Scarlett Solomons, va a parir- habló a la recepcionista, golpeando la barra y acercándose hasta ver sus ojos verdes.

-yo...

-no te pongas jodidamente nerviosa y dime dónde está, yo estoy más nervioso que tú, si- aclaró la garganta desquitándose sin sentido, respirando para calmarse- por favor, necesito saber que estará bien.

-no puede entrar, los doctores tienen que trabajar y...

-¿qué puta habitación?- su voz fue sería e intimidante, sin desviar la mirada para terminar de asustar.

-sala 8, solo puede entrar el padre, como familiar cercano tiene que estar en la sala de espera.

Dio media vuelta, adentrándose como dueño y señor del hospital.

Avanzó con pasos largos, hasta dar con la silueta de Pauline sentada, con frío y la mirada perdida.

-¡Pauline! Querida, gracias por estar aquí- la mujer se levantó para abrazarlo, apegándose a su abrigo- tranquila, tranquila.

-no me han dicho nada, y la siento gritar, Alfie, no se que hacer.

-iré yo, uh, si, si- se quito el abrigo, entregándoselo a Pauline- Toma, estás jodidamente helada y no necesito que te enfermes.

-pero, no puedes entrar...

-¡Nadie le dice que hacer al jodido Alfie Solomons!

Empujó las puertas blancas con fuerza, viendo cómo dos hombres y dos mujeres estaban al rededor de una Scarlett sudorosa.

-puja, solo falta la mitad del cuerpo. Vamos bien.

No sabía que en aquel momento se congelaría, totalmente nervioso.

-¡maldito imbécil! ¿No ves que es jodidamente doloroso?- sus palabras salieron con dificultad, siendo sarcástica al no tener tantas energías.

-¿quien es usted? Salga.

-póngale algo de morfina o una anestesia, puede evitar que sea jodidamente doloroso para ella.

Se liberó de un enfermero que se acercó a él, viendo cómo no hacían nada por acelerar el proceso, con su hermana llorando de dolor y mordiendo su labio inferior con fuerza.

-¡bastardo de mierda! Dale algo.

-Ella se embarazo y ella tiene que sentir el dolor de ser madre.

No lo soporto, empujó al segundo doctor, el cual no hacía nada, y lo alzó por su camisa bien cuidada.

-hijo de puta, si, eres un hijo de puta infeliz que...- no terminó la frase, acercándolo mientras dos enfermeros intentaban soltar su agarre- dale algo para que pare el puto dolor y pensaré un poco antes de joder todo tu trabajo.

-ella se embarazó y...

-hazlo o todo tu maldito equipo no volverá a trabajar en un hospital. Haré sus malditas e inservibles vidas una miseria, ¿si? Puedo hacerlo, bastardo de mierda.

-¡morfina! ¡Media cucharada de morfina!

Lo dejo caer, permitiendo que los enfermeros lo detuvieran un poco.

-¡Alfie!- Scar bebió del líquido con dificultad, cerrando los ojos y cerrando las piernas por instinto.

-¡hagan algo, mierda! ¡Está sufriendo!

El mayor de los Solomons no lo soportaba, creía que sentía el mismo dolor que Scarlett, resistiéndose a los enfermeros que sin éxito alguno intentaban sacarlo de la sala.

Estuvo 5 minutos ahí, contó los segundos en su mente mientras caminaba por el largo de la sala, sabiendo que con su presencia lograría que los bastardos que estaban como doctores atenderían a Scarlett de forma amable.

Escuchó, escuchó el susurro de la enfermera lleno de alivio.

-es un varón.

Se detuvo abruptamente, caminando hasta la mujer con un gorrito blanco.

Tenía entre sus brazos un cuerpo pequeño y lleno de sangre.

Quiso vomitar, se tragó las arcadas con dificultad, aclarando la garganta y haciendo gestos con los ojos.

-¿ella está bien?- preguntó a la mujer, con voz suave y baja, sin querer hablar con los hombres de la habitación.

-necesitará descanso y comer, pero... está estable.

Soltó un suspiro lleno de estrés, sintiendo el relajamiento muscular en todo su cuerpo.

Ella estaba bien, Scarlett ya no sentía dolor.

-¿por qué no llora? ¿Está muerto? Oh mierda, ¿por qué no llora?- entro en crisis, siguiendo de cerca a la enfermera, sin querer tocar al pequeño o incluso reaccionar agresivo.

Intento ser calmado y no alzar la voz, Scarlett debía de estar cansada y no podía hacer otro escándalo.

-espere un segundo.

Se sentía ansioso, dando vueltas por la pequeña camilla en la que habían dejado a su sobrino.

-cuidado con el niño, si me entero que le hicieron algo, mataré a todos aquí, si, quizá con algunas personas lo piense, pero ustedes hijos de...

Un llanto, un llanto bastó para calmarlo y ver cómo el rostro ensangrentado abría la boca, comenzando a gritar y dejar salir emociones puras.

-míralo, oh, maldito Dios- la enfermera lo limpio y envolvió en mantas calientes, volviendo con Scarlett- ¿puedo?

-primero es la madre.

La enfermera le entregó el bebé a su hermana cansada, con una leve capa de sudor en su frente, sus ojos chocolate agitados, sin una pizca notable de ánimo.

El bebé seguía llorando. Cuando llego a brazos de Scar, susurró un saludo y un nombre.

El pequeño callo y se acurrucó junto a ella, como si la reconociera aún con sus ojos cerrados.

Lo encontró curioso, extremadamente curioso.

-necesito aire, volveré enseguida, Solecito.

Abandonó la habitación y recibió el frío del pasillo, notando como el también sudaba, con un calor que experimentó segundos después de salir.

-es un niño, todo salió bien, Scarlett está bien.

-¡bien!

-Dios santo.

Pauline se acercó a la ventana, saltando de emoción y abrazando a Tyler en el proceso, un muy preocupado Castle.

-el bendito niño nació.

Cerró los ojos y se sentó exhausto en las sillas, respiro con calma después de minutos de tensión.
Las enfermeras la ayudaron, limpiándole con toallas húmedas, preguntando si le dolía alguna parte en especial, recibiendo un trato verdaderamente amable.

-puede que se demore unos minutos en abrir los ojos, pero verá su entorno y lo primordial. La verá a usted.

Acaricio la pequeña mano del bebé, admirándola con curiosidad y temor.

Sentía que podía dañarlo.

-¿cuál es su nombre?

-Regulus.

Soltó con voz baja y seguridad, acariciando su mejilla con delicadeza única.

-¿Reggie? Hola, soy tu mamá.

Soltó una risa de felicidad, viendo cómo el pequeño se acurrucaba más contra ella, respirando calmado y frunciendo el ceño hasta abrir los ojos.

Azules, sus ojos eran azules.

Un azul intenso, claro contra la luz y cautivante en la oscuridad.

-perdone pero, ¿de donde viene su nombre? Nunca lo había escuchado.

Dejo un beso en su coronilla, sabiendo que desde aquel momento iba a cuidar a su hijo de lo impensable y más.

-su nombre está hecho de estrellas y oscuridad, una constelación muy especial, la favorita de su padre, ¿no es así, mi niño?

Escucho un quejido de su parte, cerrando los ojos y queriendo más de su calor.

-es precioso, me gusta lo que ha dicho. Hecho de estrellas y oscuridad- lo repitió en voz baja, admirada.

Le sonrió con cansancio, escuchando las indicaciones con poca concentración, asintiendo y esperando un momento de soledad.

Al obtenerlo, soltó aliento comprimido, abrazando el cuerpo de Reg con cariño notable.

-te amo, Reggie, no dudes que intentaré ser la mejor madre para ti. Lo prometo desde hoy y para siempre.

Persephone, reina del inframundo y diosa de la primavera, admiro a su retoño con adoración, sabiendo que era una obra de arte que pronto se vería magnífica, su pequeño hijo era su creación más querida y detallada.

La diosa creo la perfección sin quererlo.

El recién nacido tendría el poder que cualquier hombre de edad querría, el futuro Imperio en las manos del pequeño rey.

Regulus sería bendecido, guiado por los astros, la naturaleza que su madre tanto ama y por los dioses que lo cuidan desde el Olimpo, recibiendo en un futuro las enseñanzas de las quimeras que en el inframundo aguardan.

-Espero ser la madre que quieres que sea, Reggie, por favor, se exigente.

Soltó otra risa, viendo cómo el rostro infantil tenía la intención de sonreír.

Mordió su labio emocionada, notando lágrimas en sus ojos.

-cuando conozcas el cielo en las noches, verás como las estrellas cumplen deseos, ellas te guiarán cuando estes perdido, estarán muy contentas con tu nacimiento, mi niño.



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*El principito fue publicado oficialmente en 1943, Por obvias razones no calza en la historia, así que les pidió amablemente que ignoren ese pequeño detalle.
Los cuentos que encontré no me parecieron verdaderamente interesantes, preferí algo seguro y bueno como lo es un clásico de la literatura.

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