INSUPERABLES [•1]

By HollyGeistt

328K 26.2K 4.2K

Libro 1 de la Bilogía INCONTROLABLES [BORRADOR SIN CORREGIR] Ex's Que aún no se superan. Aunque creían que s... More

Prólogo
Dedicatoria
Capítulo 1: El Ex
Capítulo 2: El nuevo Novio
Capítulo 3: La fiesta de cumpleaños
Capítulo 4: No beses con los ojos
Capítulo 5: Sin arrepentimientos
Capítulo 6: Hagamos esto más seguido.
Capítulo 7: llama a emergencias si tienes una urgencia.
Capítulo 8: Sin reglas inútiles
Capítulo 9: Críticas absurdas.
Capítulo 10: Tío Favorito
Capítulo 11: Esposa, amor de su vida
Capítulo 12: Noche de disculpas
Capítulo 13: Demuéstrale que eres digna
Capítulo 14: ¿Celoso, Potter?
Capítulo 15: Cena familiar con familia aleja.
Capítulo 16: Protectores de casa
Capítulo 17: Más amargada de lo habitual
Capítulo 18: Confundido
Capítulo 19: Hipócrita
Capítulo 20: Un tiempo
Capítulo 21: Te extraño
Capítulo 22: Tema delicado
Capítulo 23: Perdidamente enamorada
Capítulo 24: Bomberos
Capítulo 25: Obra de teatro
Capítulo 26: Lo arruiné
Capítulo 27: Incendio
Capítulo 29: Enfrenta al padre exigente
Capítulo 30: Cerrando ciclos
Capítulo 31: Torturador.
Capítulo 32: Acuario
Capítulo 33: Día favorito
Capítulo 34: La familia de Aubrey
Capítulo 35: Delfines
Capítulo 36: Papá libre
Capítulo 37: Por ellos. FINAL
Epílogo

Capítulo 28: Confesiones y aceptaciones

7.2K 613 34
By HollyGeistt

DOMINIC

Llego al hospital y atravieso los pasillos hasta llegar a la habitación donde veo a Elías conversando con un Jacob sentado cabizbajo y noto su puño ensangrentado. Hay otros dos hombres con ellos pero los ignoro hasta llegar a Elías.

—Al fin llegas — suspira.

— ¿Qué pasó?

— Despertó histérica. Peleó con los policías y casi ataca a una enfermera. Ahora la esposaron — frunzo el ceño y se encoge de hombros — si te lo preguntas fue mi idea.

— No es una criminal como para esposarla.

— No, pero había que calmarla de alguna forma.

— ¿Por qué está tan alterada?

— Esta es la mejor parte, quiere ir por Erick y no a darle un abrazo, precisamente.

— Entonces no entiendo porqué no la dejan — me encojo de hombros y me acerco a la puerta. Yo hubiera dejado que le diera una buena patada a ese infeliz. Aunque creo que Jacob ya le dió su merecido.

— Disculpa, ¿Y tú quién eres?— miro sobre mi hombro encontrando a un hombre de tez morena, alto y de unos cuarenta y tantos. Está junto a un hombre un poco más bajo que él, de barba de poco días y tez blanca.

Miro a Elías confundido, cómo es que dejan entrar a cualquiera a esta zona.

— Son los padres de Aubrey — aclara.

— Y los tuyos también — lo regaña el más bajo.

— Uhm — no sabía que tuviera dos padres. Me giro para entrar.

— Oye, oye, no respondiste.

— Soy Dominic Blake — me presento.

— El amante de Aubrey, es el subcomandante de bomberos — explica Elías y no veo la necesidad de decir lo primero.

Ambos hombres me miran y no son buenas miradas.

— Voy a entrar — murmuro y por fin abro la puerta cerrándola detrás de mí.

— ¿Por qué el subcomandante está aquí?— oigo que pregunta uno de ellos.

— Pregúntale a tu hija.

Miro la camilla donde descansa la mujer rubia que me vuelve loco. Trae un tubo en la nariz, vendas en la cabeza, brazos y piernas. Su rostro ya está limpio y sigue estando igual de radiante. Su cabeza está girada a la ventana con los ojos cerrados y noto las esposas en su muñeca derecha atadas a la camillas.

Carraspeo y abre los ojos, gira su cabeza hacia mi dirección.

— Me lleva— se queja y blanquea los ojos. Vuelve a cerrarlos y gira su cabeza otra vez a la ventana.

— Te ves bien — meto mis manos en mis bolsillos y vuelvo a repasarla buscando que todas sus heridas estén curadas.

— Vete al infierno.

Sonrío sin evitarlo. Su cara de culo aún prevalece. Me acerco y giro la silla para sentarme con las piernas a cada lado y apoyo los brazos en el respaldo.

Gira su cabeza y me observa, me gusta ver el brillo en sus ojos azules.

— Sácame de aquí — me pide, o más bien exige.

— Saliste de una operación cerebral hace menos de un día, no puedes irte como si solo tuvieras un rasguño.

— Lo sé, estoy pelona aquí — me señala su cabeza vendada con una mueca — que horror.

— El pelo crece.

— Mi ira también.

— Pues cálmate, fiera. Un factor clave de la venganza, que sé que quieres, es la paciencia.

— Se me acabó con este tipo.

Eso me hace ruido pero no digo nada.

— Yo tengo por los dos, nena. Esto no va a quedar así.

///

Una semana estuvo en el hospital. Una semana en la que busqué todas las maneras posibles de hablar con Alisa y terminar nuestra relación, pero ella ya no me responde las llamadas y los mensajes me los contesta con algo completamente diferente.

Fui a ver a Aubrey dos veces y una de esas estaba dormida y la otra con Tyler y Logan jugando PlayStation que obviamente se la llevaron y la conectaron a la televisión de la habitación del hospital.

Hoy le dieron el alta y Jacob y yo la esperamos en la entrada del hospital donde se supone que deben traerla en una silla de ruedas, pero ella viene discutiendo con la enfermera a la cual le quita su bolsa de pertenencias. Le agarra las recetas de medicamentos de mala gana y viene con nosotros a regañadientes.

— ¿Que miran?— espeta cuando pasa por nuestro lado molesta, aún tiene la cabeza vendada, al igual que la pierna y brazo derecho.

— Bueno, amigo, te la dejo — Jacob palmea mi hombro — espero que puedas controlarla.

— No es tan difícil.

Después de todo ya lidié con ella y su periodo, ¿Que puede ser más difícil que eso?

Ella sube con dificultad a mi camioneta pero no me deja ayudarla. Cierra la puerta de un portazo y respiro hondo implorando paciencia. Jacob la saluda con la mano y subo al lado conductor. Enciendo el auto y saliendo del estacionamiento del hospital. Cruzada de brazos va mirando por la ventana y mascullando quejas en voz baja.

— ¿A dónde diablos voy a ir? Ni siquiera tengo casa y antes muerta que vivir con mis padres, suficiente los tuve que aguantar esta semana — se queja.

— Te dejaré en el departamento— digo y giro el volante cuando tengo que doblar.

— ¿Departamento paraíso?

— Si.

Me gusta ese nombre. Pero dejó de serlo cuando nosotros dejamos de ser los que lo habitaban.

— No será gratis.

— Lo imaginé.

— Me pagarás la renta.

— Me parece justo.

— Y cuidarás a mi perro.

— De acuerdo.

Seguimos en silencio hasta que estaciono en mi privado. Bajo y no me deja llegar a rodear la camioneta para ayudarla cuando ya está abajo y estirando sus brazos. Me mira con suficiencia y camina al ascensor. Blanqueo los ojos y agarro el bolso del asiento trasero.

Subimos a nuestro departamento y abro la puerta recibiendo a Odín enloquecido. Quiere languetearnos y saltar a nuestros regazos, pero lo sostengo de la correa para que no se vaya sobre ella.

— Calma, cariño, no tengo fuerzas para ti hoy — le dice, le acaricia la cabeza y deja que le lama las manos contento. Hasta llora el hijo de puta, por mi nunca lloró.

— ¿Desde cuándo son tan unidos?

— Somos almas gemelas — me dice sin despegar la vista del animal —, en otra vida fuimos mejores amigos, tal vez fue mi hijo, somos muy parecidos.

— ¿Qué pastilla dices que estás tomando?— ya está delirando. Me golpea y se gira a cerrar la puerta.

Dejo al perro en el suelo, no salta a ella pero la sigue por toda la casa hasta el sillón. Dejo el bolso sobre la mesa y voy a prepararle la ducha que sé que querrá tomar. Dejo que se caliente el agua mientras voy por las cremas curativas que me dió mi madre para las quemaduras. Leo el empaque hasta llegar a ella quién está revisando el bolso.

— Mi mamá dijo que...

— ¿Esto es todo? ¿Lo compraste tú?— levanto la cabeza ante su voz de desagrado.

— No, le di dinero a Olivia y a la otra chica morena para que te lo compren. ¿Por qué?

Apenas me deja dar un paso cuando deja una tanga diminuta entre medio de ambos. Trago saliva y ella mira la prenda con horroridad.

— Porque algo me dice que sabían que estarías contigo. Mira esto — saca lencería y todas prendas diminutas, bodys, tangas de encaje, vestidos ajustados, blusas traslúcidas y minifaldas. Me hace cosquillear la entrepierna con solo imaginarla dentro de esas prendas — ¿Pero éstas se creen que yo ando así en mi casa o qué? No te daré ningún showcito si es lo que pretenden.

Sigue sacando todo del bolso y mis ojos se pierden observando un conjunto negro, el sostén de encaje dejaría ver sus pezones y la parte de abajo curiosamente no existe, solo son tiras que se adhiererian a sus muslos. Esto sería la definición perfecta para "te follaré con eso puesto", porque literalmente puedo follarla con esto puesto y no se arruinaría.

— Oye, deja eso — me lo quita de las manos y lo mete en el bolso. Puedo notar sus mejillas sonrojadas, guarda todo rápidamente y tira el bolso a un lado —. Iré a comprarme ropa.

— ¿Con qué dinero, Einstein? Todas tus tarjetas están hechas cenizas... literalmente.

— En el banco tengo dinero. Me las arreglaré — se encoge de hombros y encaprichada va por su bolso y rebusca el dinero que sé que le dieron sus padres.

— Primero ve a darte una ducha y luego te llevaré.

Se detiene y asiente recordando que recién sale del hospital.

— Bien — se va al baño y a mitad de camino comienza a quitarse el suéter que Jacob le prestó. Niego con la cabeza y dejo las cremas sobre la mesa. Aubrey encaprichada es peor que Aubrey con el período.

///

Una hora después estamos dando vueltas por el centro comercial buscando ropa nueva, ya que ella perdió todo. No sé cómo se ve tan calmada al perder todo. Yo estaría rompiendo algo.

No tiene mucho dinero, porque sus padres tampoco le dejaron un dineral, pero con lo que sacó del cajero automático y eso, pudo comprarse unos vaqueros y una camiseta. Sutilmente le di mi tarjeta con la excusa que debía cuidarla mientras yo voy al baño, espero capte la indirecta.

Cuando vuelvo la encuentro en una tienda de zapatos, donde se está probando unas zapatillas deportivas. Sé que sin deportivas no puede vivir tranquila. Ella cree que no me di cuenta que fue a buscarlas al departamento cuando peleamos. Si no lo hubiera hecho ahora las tendría.

Me apoyo en el mostrador cruzado de brazos. La dependienta me observa y logro escuchar un suspiro, pero yo miro a Aubrey levantarse del sillón y caminar cojeando al espejo de pie. Mueve los pies probando la flexibilidad de la zapatilla y luego da saltos, capto su mirada de dolor por su pierna.

Yo no entiendo cómo esta mujer puede salir de una operación tan grave y en unas semanas andar dando brincos como si nada. Los medicamentos la deben tener drogada hasta el culo.

— Me las llevo — dice finalmente. Vuelve a sentarse y se las saca volviendo a las sandalias que Olivia le prestó. Toda la ropa que tiene puesta ahora es de Olivia.

Cuando se levanta me observa y agarra las dos bolsas nuevas que aparentemente compró. Camina hasta el mostrador dónde estoy y sin mirarme le pasa la tarjeta a la dependienta. Se gira y apoya su codo en el mostrador en la misma posición que yo. Nos observamos mutuamente a los ojos.

— Puede que se me haya caído tu tarjeta mientras la cuidaba en varias tiendas y como una recompensa me hayan dado algunas cosas — dice de una buena manera que si la usó.

— Mientras no se haya perdido todo bien.

Asiente y le pone la clave que también le dije en el aparato que le pasa la dependienta. Después del cobro agarro las bolsas y salimos de la tienda.

— ¿Qué te falta?

— Pues, todo un clóset, mi rey — dice sarcástica—. Pero con una sudadera creo que estaría bien.

— De acuerdo. También quiero comprarme una nueva.

Entramos a una tienda unisex. Me dejan guardar sus bolsas en un casillero y recorremos la tienda entre las exhibiciones de ropa. En un momento ella se va diciendo ya vió algo que llamó su atención y yo me pierdo en la sección de sudaderas. Encuentro algunas que me gustan pero hay una que llama mi atención, es blanca con un logo discreto de Queen en el medio. Se lo pido a la dependienta y ella me lo entrega. Me quito mi sudadera para probarme esa. Me miro en el espejo pero la busco para que me dé su opinión.

La veo salir de un cambiador y se detiene delante del espejo. Cuando me ve se gira de inmediato y me señala.

— ¡Oye, es mío!

— Ah, no, yo lo vi primero — exclamo y subo las manos. Me acerco al espejo y nos veo atrás de él con la misma sudadera, solo que ella lo tiene a su talla.

— Quítatelo, yo lo vi primero.

— Yo me lo probé primero.

Me mira mal cuando me voy y me lo quito, se lo doy a la empleada.

— Me lo llevo.

Me pongo el mío y voy al mostrador donde ella está mirando gorritos.

— Quiero este — le dice a la chica señalando uno blanco.

Le envuelven todo y paga nuestras cosas. Lo agarra y salimos.

— Quiero ir al baño, voy a caminarme la ropa ya mismo. Así dejo esto en la lavandería de camino a casa, quiero devolverlo cuanto antes.

Asiento y ella no se da cuenta la sonrisa que me hace tener por esas palabras: "casa". La sigo mientras buscamos el baño de mujeres.

Casi choco con su espalda cuando se detiene abruptamente mirando algo en la tienda de joyas. La sigo con la mirada y lo veo, el reloj. Hay uno igual al que yo le compré detrás de la vidriera.

— No lo tenías cuando te encontré — murmuro y niega con la cabeza.

— Erick nos descubrió, Dominic. Vió mi reloj y me lo arrancó — miro su muñeca cuando la levanta y veo la cascarilla que se le hizo — lo rompió. Estaba en el departamento, ¿No lo viste?

— Solo estaba concentrado en encontrarte, no vi nada más.

Baja la cabeza, parece triste. Sigue caminando sin decir más y me quedo un momento mirando el reloj. Ese hijo de puta...¿Que más va a joderle?

Finalmente la sigo y me detengo en la puerta del baño de mujeres. Ella rebusca la ropa nueva en las bolsas mientras las sostengo, cuando tiene todo ingresa al baño y la espero afuera viendo como otras mujeres entran y luego salen. Se tarda media hora, hasta que está devuelta, con un vaquero negro, zapatillas deportivas, camiseta blanca y gorrito de lana, me entrega mi gorra con la que había estado todo este tiempo, estar pelona no es algo que le agrade. La pongo sobre mi cabeza y vamos a algún lado para comer.

Pido una pizza y jugos. Ella revisa su ropa mientras yo le mando un mensaje a Bryce que hoy no saldré con ellos.

— ¿Qué pasó?— alzo la cabeza ante su pregunta. Dejo el teléfono y la observo — ¿Cómo me encontraste?

— Estabas en el baño, creo que quisiste meterte en agua pero quedaste inconsciente antes.

— Si, es que todo estaba cerrado, la puerta principal no se abría y las ventanas estaban trabadas. Y aunque pudiera abrirlas no podía irme por ahí — mira hacia afuera —. Erick me dejó una nota y abrió todas las hornallas.

— Lo sé. ¿Qué decía la nota?

— "Tú encendiste la chispa que ahora incendiará tu hoguera para quemarte con tus mierdas, cariño. Con amor, E." Estaba poético ese día, supongo.

— Que hijo de puta — aprieto mis puños con ganas de matarlo.

— La policía dice que no hay pruebas suficientes, pero sé que no es cierto, están comprando todo.

— ¿Están?

— Su familia. Tiene a la comisaría de su lado. Sé que esto lo harán ver como yo la culpable. Una idiota irresponsable que enciende un cigarrillo frente a hornallas abiertas.

— Podemos buscar pruebas.

— Todo se quemó. Esa nota hubiera sido muy útil, pero ya no está y yo no pienso volver a ese lugar.

— Voy a ver qué puedo hacer...

Me mira, pero no dice nada porque nos traen la pizza y comenzamos a comer como desesperados.

— Así que tu abogado es tu hermano — suelto de repente.

Se atraganta con su porción de pizza y hace todo un escándalo, a la cual acude el mesero a palmearle la espalda y servirle agua. Ella lo toma mirándome a los ojos mientras yo sigo comiendo tranquilamente.

— ¿Cómo...cómo sabes?

El mesero se va cuando lo echo con la mano.

— Se le escapó a él mismo cuando te internaron.

— Que idiota...

— Si.

— Bueno, si es mi hermano, pero no somos tan unidos — dice finalmente y sigue bebiendo para calmar su garganta.

— ¿Por qué nunca me dijiste?

— Son mis asuntos.

Dejo todo bruscamente contra la mesa y no se sobresalta ni un poco. La miro fijamente comenzando a irritarme.

— Pues, me importa un comino tus putos asuntos. Tus secretos conmigo se acabaron, Aubrey. Comenzarás a decirme todo, mi paciencia está en el suelo contigo.

Mastica su pizza y corta el queso cuando muerde y se le estira en la pizza y su boca. Come muy tranquilamente hasta por fin tragar y responderme.

— Son cosas que no puedo estar liberando porque si, ¿entiendes? Y no tengo porqué decirte mis secretos, no somos nada.

«No somos nada» se repite en mi cabeza. Tiene razón, ni amigos somos como para que me cuente sus asuntos. Pero yo quiero saber qué diablos está pasando en su vida.

— Porque tú no quieres.

Ríe nasalmente.

— Aunque sigamos teniendo sexo, es solo eso, no voy a decirte nada.

— Si vas a decírmelo— impongo.

— No.

Levanto la mano llamando al mesero.

— Envuelveme esto, por favor— se me queda mirando como si fuera idiota, solo comimos una rebanada cada uno— y tráeme la cuenta.

— Si, señor— se lleva la bandeja.

— ¿Qué crees que haces?

No le respondo y me pongo de pie.

— ¡Dominic!

Le doy mi otra tarjeta al mesero y paso mis datos para que me acepten el pago. Ella me espera parada junto a la mesa, agarro las bolsas y su mano y comienzo a caminar.

— ¿Te has vuelto loco?

Tampoco respondo. Atravieso el centro comercial hasta el estacionamiento y voy a la camioneta, tiro todo atrás y la subo a su lugar. Le cierro la puerta en la cara y escucho perfectamente su insulto mientras rodeo el auto.

— ¡No voy a usarte de psicólogo clínico!— me grita cuando llegó a mi asiento y enciendo el auto.

— Pero tampoco me vas a tener como tú marioneta haciendo lo que quieres cuando quieres mientras yo no sé en qué putas mierdas estás metida — espeto conduciendo—. Ya no seré solamente tú muñeco sexual.

— ¡Yo no te pedí que hagas nada! ¡Lo haces porque quieres!

— ¡Porque me gustas, hija de puta, y no voy a dejarte tirada y moribunda como si no tuvieras a alguien que te diera su departamento a ti para que puedas vivir!

— Ya empiezas con esa mierda— rodea los ojos.

Mi pie pisa el freno a mitad de la avenida. Nuestros cuerpos se hacen hacia adelante pero volvemos rápido en sí. Agarro su mentón y la obligo a acercarse a mi.

— Acéptalo. Me encantas y te lo seguiré diciendo hasta que tú también lo digas, cobarde.

— No voy a decírtelo jamás así que lo dirás toda tu vida hasta que deje de gustarte.

— Eso no pasará jamás — la empujó contra su asiento y voy a la banquina donde la policía me hace estacionarme.

— ¿Qué pasó?— pregunta uno de ellos— casi hubo un choque detrás de ustedes.

— Fallos en el freno, lo siento.

— Sabes que no puedo dejar pasar esto.

— Está bien, acepto la multa.

Escribe en el papel, lo arranca y me lo entrega.

— Que tenga un buen día.

Tiro el papel en la guantera junto al otro y me pongo en marcha otra vez al departamento. Nos espera una larga y tensa conversación.

///

Ella está doblando su ropa nueva desde que llegamos. Está haciendo lo que nunca hace con tal de no sentarse y hablarme. No ha dicho nada en todo el camino, ni un sonido de queja ni una palabra. Odio su silencio.

Estoy en el sillón con mi tobillo sobre mi rodilla cruzado de brazos mirando cada movimiento que hace. La pizza desenvuelta está sobre la mesa, pero ninguno la ha tocado.

Ella pasa una percha por el cuello de su sudadera y me da una rápida ojeada, pero resopla y se va a la habitación. Vuelve sin la percha y agarra el pilón de ropa que doblo. Desaparece otra vez y casualmente cuando regresa el suelo está sucio porque comienza a barrer. Rodeo los ojos.

Sé que no lo hace por inmadura o berrinchuda, simplemente está buscando las palabras porque varias veces abrió la boca para decirme algo, las palabras se le atoraron e hizo otra cosa. En este tiempo que he pasado con ella he aprendido a leerla y entiendo cuando su cabeza está maquinando discursos. Ya la conozco lo suficiente aunque sepa poco de su pasado y su presente sea confuso.

Deja la escoba y es hora de tomar su pastilla, la pasa con agua y por fin se sienta en el sillón en diagonal a mi. Se toma unos segundos, cruza sus piernas con cuidado de no lastimar la que ya está lastimada. Entonces agarra la bolsa de nailon y quita su gorrito de su cabeza.

— Mi padre está en prisión — suelta de repente mientras desenvuelve su cabeza de la venda.

No digo nada pero eso me sorprende, pues vi a dos personas en el hospital y o estoy demente o me dijeron que eran sus padres.

— Te lo diré — dice sin mirarme y comenzando a llenar un algodón del líquido curativo que debe ponerse —, te diré todo y...solo hay dos personas a parte de mis padres que saben esto y no quiero que nadie más lo sepa.

— No diré nada.

Asiente y gira su cabeza al espejo de mano para poder verse cuando se pone el algodón en los puntos que tiene en la cabeza. Me siento a su lado y hago yo mismo el trabajo, obviamente se resiste un poco como la terca que es pero después de forcejear un poco logro sacarle el algodón y ponérselo en la cabeza.

— Empiezo desde el principio...

— Como me gusta.

— Cállate.

— Cállame.

Me mira con el ceño fruncido.

— Si buscas que te bese te aviso que lo único que estás en camino de conseguir es poner mi puño en tu boca.

— Tenía que intentarlo.

— En fin, déjame hablar — sacude la cabeza y mira al frente dejándome que siga limpiándole la herida—. Hace un año y medio mi padre fue encarcelado por un homicidio y robo...

— Empezamos bien.

— Pero solo lo inculparon y por mi culpa — respira hondo—. Darren Channing nunca fue un hombre ejemplar. Había sido un ladrón después que lo despidieron. Trabajaba en la empresa Peterson, pero cometió un error y lo echaron de la forma más injusta. Fiona Marie fue quien me dió a luz y hace unos veinticinco años estuvo de novia con Darren.

— ¿Fue?

— Murió el año pasado. La asesinaron y a quien culparon fue a mi padre. Pero él no fue. El padre de Erick, Ernesto Peterson, fue quien se ocupó de inculparlo y mantenerlo preso hasta ahora. Pero su hijo tenía...tiene— corrige — una obsesión conmigo así que como no habían dado todas las pruebas del robo de mi padre me pidieron en un bonito chantaje que aceptara ser la novia de Erick y ellos solo le daban dieciocho meses a mi padre de cárcel.

— Que desgraciado. Así que todo este tiempo que estuviste con Erick no fue porque lo querías o porque estuvieras enamorada...

— No, fue por mi padre. Él no está enterado de esto, en conjunto con Elías, porque sé que me prohibiría hacerlo.

Tomo la venda nueva y la envuelvo en su cabeza mientras me río de su apodo.

— En fin, ese es el porqué de mi relación con Erick, mi secreto más grande y la razón de mi cara de culo constante.

— Hay algo que no entiendo. ¿Quién asesinó a tu madre?

— No es mi madre, solo me dió a luz. Y no sé quién fue, no pude averiguarlo. Contraté a Elías cómo mi abogado en la empresa pero en realidad nunca me ayudó con mis asuntos de trabajo, siempre fue por nuestro padre. A parte de salir con Erick lo usé para descubrir ese secreto que sé que él y su familia saben. Pero no lo logré y aunque sí obtuve información no fue la necesaria para que pueda tener algo lo suficientemente jodido en su contra para que cuando mi padre salga de prisión yo pueda deshacerme de Erick con un chantaje.

Termino el vendado y le pongo su gorrito. Sube sus piernas al sillón y las abraza contra su pecho. Se ve de una forma bastante tierna de esas que nunca creí que esta mujer se vería.

— Con la demanda que me puso tu madrastra malvada yo iría a prisión y con eso me deshago de él. Mi padre estaría fuera y yo dentro, pero lo vale.

— No creo que lo valga.

— Lo hace. De todas formas lo arruiné.

— ¿Por qué?— tengo la necesidad de acercarme y no callo mis necesidades, por lo que me acerco más a ella pasando una pierna por detrás de su espalda y un brazo sobre el respaldar.

— Porque saben lo de nosotros y está lo suficientemente molesto como para sacar las pruebas contra mi padre y volverlo a meter a prisión.

— ¿Lo arruinamos?

— No, tú no, fui yo y las ganas que te tengo todo el tiempo — suelta y extiendo una sonrisa — es decir... tenía.

Se lo dejo pasar pero no lo olvidaré.

— Jamás se me salió nada de las manos— me mira a los ojos —. Pero contigo no pude controlarme, desde que la primera persona supo lo nuestro tuve que haberlo dejado.

— Que bueno que no lo hiciste — acomodo su cabello.

— Culparé a tu madre por haberte hecho así — reflexiona y me río.

— ¿Y yo debo culpar a tu padre y a la mujer que te dio a luz?

— Solo a mi padre.

— De acuerdo. Tengo otra pequeña duda — digo enredando mis dedos en un cabello suyo.

— A ver si puedo aclarar tus dudas.

— Normalmente las personas tienen dos padres, tal vez consideren a alguien más como uno pero siempre son dos. Yo me pregunto, ¿Por qué tú tienes tres y una señora que da a luz? Jamás había visto a la poligamia de cerca, la verdad.

Se ríe y yo sonrío al verla así de relajada. ¿Cómo quiere que no me guste si se ve así?

— Los padres que conociste en el hospital, son mis padres adoptivos y Darren, mi padre biológico. Se suponía que Fiona alquilaría su vientre para mis padres cuando decidieron tener un bebé. Pero la señora quedó embarazada de su novio antes de que comenzara con el proceso de gestación, aunque ella no dijo nada y lo hicieron igual. Su mentira no duró mucho, Darren la descubrió y quiso a su bebé, o sea yo. Fue todo demasiado complicado para ellos, la verdad — se encoge de hombros —. Darren quería mi custodia pero Tim y Berenice también y lucharon por ello. Fiona desapareció del mapa durante mi niñez y como ninguno podría tenerme legalmente viví en el orfanato donde conocí a Jacob, hasta los trece cuando logré convencer a Darren para que aceptara tener mi custodia compartida con Tim y Berenice. Poco después descubrimos que Darren había embarazado a otra mujer y fue como se hizo cargo de Elías. Y a los quince fue que me cambiaron a la escuela donde te conocí.

— Tu vida es toda una aventura.

— Demasiado diría yo — apoya su cabeza en el brazo que tengo extendido.

Fuimos a la escuela juntos y no salimos hasta el último año y los primeros de universidad. Ahora sé que debo agradecerle a sus padres por ponerla en mi camino y a sus problemas con Erick para reencontrarla. Aunque estos últimos no me gusten para nada y los lamente.

Observo sus ojos azules observarme a mi. Estoy anonadado por ella y eso se siente extraño. Jamás me había cautivado tanto alguien. Jamás me había gustado de una manera tan fuerte alguien. Jamás se había sentido tan correcto querer a alguien.

— Creo que ahora es mi turno de decirte un secreto.

— Si, dime.

— Me gustan más las rubias que las pelirrojas.

Continue Reading

You'll Also Like

164K 11.8K 48
Esta es mi primer historia así que he de cometer errores una disculpa.
502K 37K 51
♡♡En esta historia las chicas, una pelirubia y la otra peliazul, se odiaban, pero una de ellas al ver a su enemiga con otros ojos se da cuenta que to...
482K 23.9K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
187K 13.6K 69
Leah Moore es la perfecta definición de libertad e independencia. Aunque muchos la acusen de egoísta por haber abandonado todo para encontrar su feli...