ALMA ROBADA

By SeleneOrtiz3

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Continuación de "Alma Perdida" Ahora que se ha descubierto quien era el verdadero responsable por... More

CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
CAPITULO X
CAPITULO XI
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
CAPITULO XIV
CAPITULO XV
CAPITULO XVI (parte 1)
CAPITULO XVI (parte 2)
CAPITULO XVII (parte 1)
CAPITULO XVII (parte 2)
CAPITULO XVIII
CAPITULO XIX
CAPITULO XX (parte 1)
CAPITULO XX (parte 2)
CAPITULO XXI
CAPITULO XXII
CAPITULO XXIII
CAPITULO XXIV
CAPITULO XXV
CAPITULO XXVI
CAPITULO XXVII
CAPITULO XXVIII
CAPITULO XXIX
CAPITULO XXX
CAPITULO XXXI
CAPITULO XXXII
CAPITULO XXXIII
CAPITULO XXXIV
CAPITULO XXXIV (parte 2)
CAPITULO XXXV
CAPITULO XXXVI
CAPITULO XXXVII
CAPITULO XXXVIII
CAPITULO XXXIX
CAPITULO XL
CAPITULO XLI
CAPITULO XLII
FINAL
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CAPITULO XLIII

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By SeleneOrtiz3

Una ola de fuego azul impacto contra diez bestias. Damon estaba prácticamente pegado a una pared tratando de evitar el agua, y seguía maldiciendo en más de un idioma; no solo por el hecho de tener que soportar la lluvia, sino porque ya había pasado demasiado tiempo desde que viera como Violeta se pusiera en camino hacia Leo. ¿En qué momento había sido esa una buena idea?

El demonio apretó el puño con fuerza, y al mismo tiempo el círculo de llamas que envolvía los hellhounds se cerró sobre ellos, convirtiéndolos en cenizas, para luego desaparecer en la nada. Damon estaba a punto de marcharse, pues allí ya no había más que hacer, cuando un graznido lo detuvo.

Mirando curioso a su alrededor, intentó localizar el ave responsable de esto. Había estado tan concentrado en deshacerse de los perros, que perdió por completo la noción de los cuervos; lo cual era un error tonto, si tomaba en cuenta que no podían dejar que Malthus averiguara en dónde se encontraban él y David, para que no pudiera decirle nada a Leo. Entonces, el pájaro cayó en picada desde un edificio cercano, mientras se retorcía como si una soga invisible lo estuviera asfixiando.

Sin embargo, este no fue el único que actuó de forma curiosa. Un sin fin de cuervos en lugares cercanos comenzaron a graznar como locos; unos revoloteaban chocando entre sí antes de desaparecer, otros se retorcían sobre el suelo como si los estuviesen quemando, y otros tantos caían igual que el anterior antes de explotar y quedar convertidos en nada. El demonio miró asombrado este fenómeno, y su mente empezó a forzar la marcha tratando de llegar a una respuesta lógica; y para algo como esto solo había una: Malthus.

Entonces el dolor llegó; arrasando con todo pensamiento coherente y doblándolo por la desesperación. Damon no entendía lo que pasaba, o de dónde había llegado tal sufrimiento hasta su cuerpo; lo único de lo que era consciente, era de cómo su interior se estaba desgarrando en pedazos, como si cientos de cristales se esparcieran cortando cada centímetro.

El demonio cayó rendido al suelo; no había forma de escapar, ni tampoco un lugar en el cual ocultarse cuando todo provenía desde dentro. Finalmente la lluvia lo alcanzó por completo, pero Damon no podía luchar contra lo que no veía; su visión se redujo a sombras distorsionadas, mientras que los ruidos a su alrededor se convirtieron en un asfixiante silencio, donde solo pudo escuchar su voz al llamarlo.

-¡Violeta!-. Clamo antes de desaparecer en medio de un mar de fuego.

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El hellhound retrocedió cuando Violeta blandió la espada sobre él, pero en el instante en que intentó escapar, sus instintos de depredador le hicieron lanzarse contra ella; el enorme peso de la bestia la hizo caer sobre el suelo, y un tibio calor empezó a cubrir ciertas partes de su cuerpo. El mundo a su alrededor se movió como si estuviera por colapsar debido al impacto; sin embargo, sus ojos seguían clavados en la escena que ocurría frente a ellos.

El miedo que hasta ese momento había intentado soportar, la supero de una forma que jamás había imaginado podría sentir; el sentimiento le calo hasta los huesos, y sus pulmones se negaron a seguir trabajando, mientras que su voz salió con melodía de súplica de sus labios. "Damon" gritó en medio de una tempestad de terror y sufrimiento.

Leo ya no era un ángel; cada rastro de divinidad se había perdido como si el agua lo hubiese disuelto. Sus ojos rojos brillaban por el deseo de venganza, y sus alas habían dejado las plumas para asimilar la forma de las de un murciélago. Y así, con su nueva apariencia, tan familiar para él y tan desconocida para ella; su espada se elevó cortando a traición la lluvia... y algo más...

La cabeza voló por el cielo, para después caer en la tierra cuando la fuerza de gravedad la reclamó. La realidad superó en más de un sentido la visión que Violeta había presenciado; y en ese momento supo que nunca más volvería a ser la misma, algo acababa de romperse en su interior.

Varios rayos iluminaron por completo el cielo, y un último trueno anuncio el final de la tormenta; las gotas de lluvia detuvieron su caída, y la humedad que circulaba en el ambiente se volvió tan pesada como el plomo. El ángel caído sonrío satisfecho por su obra, y contempló con atención sardónica como el cuerpo sin vida se desplomaba frente a sus ojos; aunque el enojo por su equivocación seguía presente, aprovecharía lo que había conseguido...sin embargo, pronto la opresión que flotaba en el aire lo inmovilizo.

El hellhound ancló sus fauces en el hombro derecho de Violeta, y atravesó con facilidad la piel. Sus filosos dientes se hundieron como cuchillo en la mantequilla, pero ella ni siquiera se inmuto; las facciones de su rostro se habían convertido en una máscara de hielo y fuego... no reflejaban emoción alguna, pero ardían de odio. Cuando la sangre brotó de su herida hacia el hocico del perro, el renacer de una era perdida inició.

Violeta levantó su mano derecha para alcanzar el cuerpo del animal, y un pequeño círculo del color de su nombre le rodeaba la palma, dónde una estrella de seis puntas se distinguía. En el momento en que su brillo rozo el pelaje, la bestia la liberó soltando un aullido de dolor, que pronto captó la atención de todos los presentes.

Apenas había dado unos pasos para alejarse, cuando el perro cayó como costal de arena sobre un charco de agua, sus ojos quedaron fijos en un punto hacia la nada, y los movimientos que indicaban su respiración se detuvieron. Estaba muerto. Violeta se levantó sin apartar sus ojos de la escena que provocaba su dolor, y limpió de su cara el agua que trataba de bloquear su visión; aunque era solo eso, agua de lluvia, pues no había lágrimas en ellos.

Todo se había desvanecido, y el tiempo ya no valía nada. Violeta sentía como si miles de espectros se burlaran por su inutilidad, y añoraba con desesperación aquella vida que dejó escapar; no importaba cuanto quisiera encontrar la manera de retroceder, su dolor era la prueba de que todo era real.

No perdonaría a Leo, sin importar como, ella lo haría pagar por su crimen.

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David ocultó sus alas al verse rodeado de personas, y empezó a caminar tan rápido como pudo a través del bullicio. Varios oficiales rodeaban el edificio con cinta amarilla para cortarle el paso a los curiosos, y el circo mediático que tenía la prensa era digno de admirarse. Todos querían saber que había pasado.

La comisaría estaba en completa oscuridad en su interior, mientras que en el exterior las sombras provocadas por las luces de las ambulancias, patrullas y flashes de cámaras, provocaban un aire dramático a la escena; además de que permitían ver las grietas que tenían las paredes.

El ángel se detuvo asombrado ante la visión; parecía que un tornado había sacudido el edificio, haciendolo su única víctima; y como no había forma de que tal fenómeno pudiese ocurrir en la realidad, solo dejaba una posible respuesta. David contrajo una mueca al sentirse como un tonto por subestimar la situación en la que se encontraban; y por primera vez el miedo de que algo malo le ocurriera a Daniel, lo hizo estremecerse. El dolor que esto le causaría a Violeta, podía ser mortal.

Él busco a través de la multitud tratando de ubicar un rostro conocido, tenía entendido que Gabriel había dejado la casa de los Cábala mucho antes de que él llegara, y para estos momentos ya tendría que estar en la comisaria. Además, Luc no había sido muy explícito respecto a por qué tenía que ir a ese lugar, pues por lo poco que entendió, el semidemonio tampoco sabía muy bien lo que ocurría... aunque eso parecía ser algo común esa noche.

Finalmente, en medio de varios oficiales, el rostro de la detective Susan LeBlanc captó su atención. Ella se mantenía firme escuchando lo que sus compañeros decían, pero la verdad es que su mirada reflejaba que sus pensamientos estaban muy lejos; y a esto se le sumaba el hecho, de que de vez en cuando, los temblores de su cuerpo se hacían evidentes aunque intentara controlarlos.

David cruzó la cinta de restricción para acercarse a ella y ver que rayos había ocurrido, cuando alguien lo llamó desde otra dirección; Daniel estaba sentado en una camilla dentro de una ambulancia, mientras que una mujer terminaba de vendarle una herida en la cabeza.

-¿Qué ocurrió?

-¿En dónde está Violeta?

Las preguntas se cruzaron, cuando los dos intentaron hablar al mismo tiempo. La joven paramédico realizó un ultimó chequeo, y se fue para apoyar a sus compañeros con los demás heridos, dejándoles solos para que pudieran hablar con tranquilidad.

David la siguió con la mirada, y se sorprendió al ver como en otras 3 ambulancias, había más personas que se veían en muy malas condiciones, y que el joven Cábala parecía bastante despierto, a pesar de las heridas en su rostro y cuerpo.

-¿En dónde está Violeta?-. Preguntó Daniel una vez más, interrumpiendo sus pensamientos y, temeroso de escuchar la respuesta.

El ángel sintió empatía por su interrogador, y tragándose sus propios sentimientos, respiró para poder hablar con él, y entender de una vez por todas que pasaba.

-Fue en busca de Leo...

-¡¿Y por qué mierda la dejaron hacer eso?!

-Tú sabes la respuesta. Ahora dime ¿Qué paso aquí?

Daniel apretó la mandíbula, y todos sus músculos se tensionaron adoloridos. Quería saber en dónde estaba su hermana, si estaba bien, y por qué rayos nadie la detuvo de ir a buscar a un ángel demente que quería asesinarla; pero se limitó a responder.

-Miles de cuervos encerraron el edificio y cortaron la luz, después hubo un temblor; las personas dentro de la comisaría fueron poseídas por demonios o algo así, intentaron matarme, y luego... ni puta idea-. Una de sus manos subió con cuidado hasta su cabeza, de pronto le pareció ver doble a David, y si soportarlo era difícil, ver a dos como él le ponía de peor humor. -Un golpe me dejó en blanco, hasta que la detective me despertó. Tampoco entiendo cómo es que ella está bien; cuando antes no podía ni mantenerse en pie...-. Al ver que el ángel lo miraba de forma inquisitiva, explicó el motivo. -Cuando recién llegamos uno de los cuervos la hirió. Corrígeme si me equivoco, pero las heridas provocadas por demonios pueden envenenarte...

En ese instante una luz se encendió en medio de los pensamientos de David. Gabriel se había dirigido hasta ese lugar, llevando consigo una de las espadas de Daniel; pues según explicó Violeta, el semidemonio había puesto "Sueño de Morfeo" en todas sus armas.

-Gabriel debió haberla cortado con tu arma, y de esa forma contrarrestar el veneno...-. Comentó meditando a fondo sobre Luc. ¿Amigo, enemigo? Tenía que encontrar la manera de asegurarlo de su lado.

-¿Gabriel? Él no está aquí... ¿y de qué arma estás hablando?

-¿Qué?-. La alarma finalmente comenzó a sonar en la cabeza del ángel. Si Gabriel no estaba allí, entonces quién había impedido que se llevaran a Daniel; aunque a esas alturas ese era el menor de los dilemas.

Habían atacado un edificio humano, poseído personas, utilizado magia fuerte para mantenerse ocultos ¿Y todo para poder capturar a Daniel? No necesitaba pensar mucho sobre quién era el responsable; pero si le preocupaba que Leo estuviera tan interesado en cortar la cabeza del joven Profeta, simplemente para ocultar sus planes.

Sin duda alguna debían ser planes muy grandes y retorcidos cómo para no querer dejar cabos sueltos.

-La última vez que supe de él, fue cuando Vi me llamó para avisarme que... mierda...

Daniel se dobló sintiendo que iba a regresar lo que ni siquiera había comido. El estómago se le fue hasta la garganta, cortando el paso a las palabras; y la tierra bajo sus pies comenzó a temblar, provocando que todo a su alrededor se moviera vertiginosamente. Los síntomas eran familiares, y él sabía perfectamente lo que seguía; lo que no se esperaba es que esta vez llegaban para quedarse.

El hechizo que había mantenido su alma encerrada, evitando que de esta forma sus habilidades se manifestaran, estallo en mil pedazos en su interior, al mismo tiempo que lo hacía el que resguardaba el alma de su hermana. Ambos de forma totalmente distinta.

Las voces en lenguas desconocidas susurraron cantos en su mente; el ruido del exterior se había perdido en el viento, como si fuera parte de una época distinta; y aunque en la lejanía la voz de David intentaba alcanzarlo, era demasiado débil para si quiera llamar su atención. Cuando sus ojos se abrieron, no estaban enfocados en el plano mortal frente a ellos; y el brillo divino que reflejaban, le dieron la pista al ángel respecto a lo que ocurría. Daniel era un Profeta, y parecía que finalmente, el primero de los nueve coros de Ángeles hablaría libremente con él.

Sus ojos se abrieron a un mundo de luz, donde extraños ojos le miraban con atención. Daniel quería entender lo que ocurría, preguntar en dónde estaba, cuando finalmente una frase en un idioma conocido lo distrajo. "Dile que la detenga". Dijo alguien tan cerca y tan lejos; mientras le mostraban la imagen de Violeta frente al árbol lleno de cuerpos.

Una vez que el mensaje fue transmitido, la realidad volvió a mostrarse ante sus ojos.

David dejo de intentar hacerlo regresar al presente, cuando unas gigantescas llamaradas quisieron alcanzar el cielo para hacerlo arder. Todo estaba mal, y ellos habían dejado que llegara hasta ese punto. El ángel sujeto por el brazo a Daniel, y desaparecieron dejando tras de sí un destello plateado; solo la detective Susan LeBlanc fue capaz de ver a consciencia cada detalle en esa escena.

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Damon llegó justo en el momento en que la espada de Leo cometía el crimen. El color de sus alas delataba su condición, y el pecado que ahora manchaba sus manos, era solo la confirmación de su nuevo estatus como caído. Sin embargo, nada de esto le importaba al demonio, ya que sus ojos se mantenían clavados en la víctima.

La realidad se distorsiono cambiando un cuerpo por otro; mostrando que quien estaba en el suelo empapando la tierra con su sangre, no era Daniel, sino Gabriel Astori. El destino había cedido ante la profecía dada, y el futuro se había modificado de acuerdo a los designios del cielo.

Pero el tiempo era caprichoso, y no permitiría pausas para que el demonio comprendiera lo que ocurría. Apenas se había dado cuenta que se trataba del nefilim, cuando un gruñido lo hizo girarse en otra dirección. Tenía muy presente que él mismo había liberado a los perros del infierno, y también quien lo había invocado a ese lugar. Violeta.

Entonces el dolor que lo había atacado segundos atrás, regreso con más fuerza para mantenerlo inmóvil en el espacio de cielo que se encontraba. Damon quería acercarse para alejar a la bestia de Violeta, e impedirle que viera aquella imagen tan macabra; pero su cuerpo no respondía. Su interior se estaba ardiendo, y un fuerte crak lo dejo sordo.

Cuando en medio de su delirio, pudo ver como la misma Violeta alejaba de si al hellhound, y este caía muerto a unos centímetros de ella; se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. La coraza que había cubierto de forma engañosa el alma de la joven, había estallado en mil pedazos en su interior. La magia que la ocultaba era tan fuerte, que incluso ahora que se quebraba dañaba con furia a su portador, haciéndolo retorcerse por el dolor que le causaba.

Ella se puso de pie sin el menor esfuerzo, mientras que la sangre caía por su herida como un rió escarlata; y el círculo que se dibujaba en su mano, desapareció para volver a mostrarse en la hoja de la espada. Damon abrió los ojos de golpe por la sorpresa, y pese a que el dolor le dificultaba moverse, abrió sus alas preparándose para el vuelo; sabía que lo que estaba por venir no era bueno.

Los ojos de Violeta estaban llenos de odio, y fijos en aquel que había despertado todo ese resentimiento. El demonio no sabía si ella era consciente que quien se encontraba en el suelo era Gabriel y no su hermano, pero tampoco pensó que esto hiciera una gran diferencia; parecía estar fuera de sí.

Un destello plateado se coló en medio de la visión, a solo unos metros entre Violeta y Leo; formando con ellos y Malthus un rombo. Damon apenas y tuvo tiempo de distinguir que eran dos figuras las que emergían de este sello, pues sin saber muy bien por qué o cómo, su cuerpo reacciono moviéndose sin pensarlo; en menos de una fracción de segundo llegó y los sujetó para alejarse tanto como fuese necesario; mientras que un resplandor morado intentaba cazarlos...

Violeta había interpretado la aparición de David como una amenaza, y clavando la espada que tenía en sus manos sobre el suelo, el círculo con el símbolo de la estrella dejo el arma para reflejarse en la tierra, extendiéndose para encerrar todo a su paso.

Leo al darse cuenta de lo que ocurrió, sujetó a Arial para acercarla a él, y con sus manos invocó un circulo similar al que mantenía encerrado a Malthus, solo que este árbol no tenía una calavera entre sus raíces. El poder emergente de Violeta choco en un instante con ambos sellos, extinguió las llamas que salían de ellos, e hizo que las figuras se tambalearan como si fueran a desaparecer en cualquier segundo; sin embargo, resistieron.

Los poderes de Violeta habrían cubierto todo el cementerio, de no ser porque la pequeña capilla que días antes le ayudo a conservar su vida, los detuvo; las gárgolas funcionaron como receptores, y de esa forma el círculo que antes se expandía sin control, se mantuvo en los límites del campo santo. Al darse cuenta de esto, Damon finalmente se detuvo.

En primera instancia, Daniel no supo muy bien si se encontraba aun en medio de una de esas extrañas visiones, o había logrado regresar a la realidad; en especial por qué no entendía en que momento Damon se había sumado al paisaje, o cómo llegaron hasta ese lugar; sin embargo, su confusión paso a segundo plano cuando vio los rostros de sus acompañantes. La palabra alentador se borró de su vocabulario, gracias a sus expresiones.

-Te lo dije...-. Espetó Damon entre jadeos; aun sentía el dolor carcomiéndolo desde el interior. -Te advertí que no podías acercarte a ella...-. Sus ojos dorados se clavaron en David.

El ángel por su parte, escuchó en la lejanía las palabras, pero su asombro le impidió formular una respuesta. Se negaba a creer lo que sus ojos le mostraban, y mil preguntas lo torturaban en su cabeza. ¿Violeta había hecho eso? ¿Leo sabía lo que ella era y por eso la perseguía? ¿Era el único que no estaba enterado?... otras tantas navegaban en el mar de la duda; pero la peor de todas brillaba como el sol sobre las demás ¿Acaso su amor por ella, fue solo una ilusión?

-Es... ¿Es Violeta quien está haciendo eso?-. Daniel intentaba seguir el ritmo de las cosas, pero incluso sus pulmones se negaban a darle aire, tratando de averiguar que ocurría. -¿Qué rayos está pasando?

Damon enfocó sus ojos en él, y un amago de sonrisa intentó curvar sus labios. Ahora entendía por qué se lanzó a salvarlos, o mejor dicho, salvarlo; parecía que la promesa de no herirlo era más profunda de lo que quisiera, y por instinto lo saco de un lugar peligroso... aunque ahora nada de eso importaba; lo que realmente le gustaría saber, era cómo terminó el nefilim tomando su lugar.

-Un Profeta y una Exorcista Original... demasiado para ser solo una casualidad-. Comentó el demonio sin apartar los ojos del joven.

-¿Qué? ¿Quieres explicarme de una vez de qué mierda estás hablando, y qué ocurre con mi hermana?-. Sus nervios se habían quedado en la comisaría, Daniel sentía que podía asesinar a alguien, si no le decían que pasaba.

-Eres un Profeta. Las visiones que has tenido últimamente, y que te ayudaron a mantener tu cabeza pegada al cuello; son solo una parte de lo que puedes hacer cuando los chismosos de los Serafines, hablan contigo...-. Damon pasó saliva, y respiró profundamente. Poco a poco su cuerpo superaba el quiebre del alma. -En cuanto a tu hermana...

-Es una descendiente del Rey Salomón...-. Le interrumpió David. -Alguien que nace con el poder de matar ángeles y demonios; y....

-Y someterlos a su voluntad, gracias a un encanto natural...-. Terminó con malicia Damon, conocedor de lo que esta verdad provocaba en el ángel.

-Pero eso es imposible... por qué todos murieron hace más de 500 años... y Violeta... ella no...-. David se negaba a aceptar tal revelación como una realidad. En ningún momento ella había mostrado tener la sangre de Salomón, y algo como eso era imposible de ocultar.

-Su alma estaba encerrada, y por lo tanto, sus poderes fueron sellados...-. Damon finalmente centró su atención en el círculo mágico que casi lo mata.

-Sigo sin entender ni una puta palabra...-. Daniel los miró a los dos fulminándolos. Sus pupilas ahora parecían ser un láser, queriendo pulverizar todo a su paso.

-Ni lo harás. Al menos no si quieres que saquemos a Violeta de esto con vida...-. El demonio extendió su mano derecha, y una llamarada azul la envolvió; él la lanzó contra el resplandor del círculo, y el fuego desapareció en cuanto hizo contacto. -No tenemos tiempo para conversar; y si ella sigue manteniendo ese sello, su vida se esfumara junto con el...

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Malthus pese a estar atrapado, era incapaz de apartar sus ojos de la joven y sonreír fascinado. Honestamente le hubiera encantado arrancarle el corazón, y mostrar su alma como trofeo en el infierno; pero el sello bajo sus pies, le recordaba que si quería salir con vida de esto, tendría que jugarse hasta su orgullo... y no sería la primera vez que lo entregaba a alguien como ella.

Salomón. Ese era su nombre; rey en la tierra, hijo amado del cielo, y amigo fiel para el infierno.

En su época, una que ahora era solo una fábula; los seres espirituales habían perdido el respeto por la creación. Los ángeles mostraban su apariencia ante los hombres, ya fuera para guiarlos o castigarles; y los demonios se divertían tentando a los humanos en viva presencia. Nadie podía hacer nada, y las dos fuerzas que mantenían el bien contra el mal, sabían que el único resultado al que se llegaría, sería la destrucción de todo mucho antes de lo planeado.

Conocedores de que su intervención solo provocaría un caos mayor, ambas partes llegaron a un acuerdo. Así fue como él obtuvo sus poderes. Gracia divina que hacía a cualquier ente postrarse ante sus pies; y la fuerza no solo para exorcizar mandándolos de regreso a cielo o infierno, sino asesinar su alma y convertirlos en nada.

Ni los ángeles ni los demonios aceptaron con gusto el acuerdo, pero era tarde para contrarrestar este hecho. Aquellos que intentaron eliminarlo perdieron su inmortalidad y exhalaron su último aliento de eternidad en sus manos; y otros tantos cayeron con sus encantos antes de si quiera intentar hacer algo en su contra.

El Rey, que pese a el gran poder que había obtenido, seguía siendo un hombre sabio e indulgente, mostrando así las mejores cualidades de los humanos; les dio la opción de ser libres y no volver a mostrarse ante su presencia, o mantenerse a su lado para suprimir a aquellos que aún se revelaban. Fue así como nacieron los Pilares de Salomón... o por lo menos, esa era la versión oficial...

Malthus sabía que la historia no era tan simple, y que por eso cuando el Rey murió, los ángeles y demonios se dieron a la tarea de exterminar a aquellos que habían heredado su sangre. Exorcista Original. La forma vulgar y común para referirse a un descendiente de Salomón. No era fácil matarlos cuando no podían acercarse a ellos; pero los humanos son criaturas increíblemente manejables y supersticiosas; y cuando el miedo les gana la batalla, con actos crueles pueden acabar con lo que sea. La Inquisición fue la batalla final contra la sangre del rey... o igual que antes, eso pensaba la gran mayoría.

Días antes, el Conde había descubierto la verdad cuando intentaba asesinar a Violeta. Sus poderes podían no estar latentes, como normalmente sucedía, pero él lo supo al instante, ella era una exorcista.

Sin embargo, lejos de ser ese el descubrimiento del siglo, lo que realmente tenía al demonio en total estado de ira y alucinación, era el sello con el cual Leo lo había encerrado. Uno que para varíar, se suponía que solo los exorcistas originales podían utilizar; por lo tanto ¿Cómo rayos un ángel había aprendido a invocarlo? y peor aún ¿Qué pretendía hacer ahora que lo tenía atrapado?

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Leo tenía ambas manos levantadas, tratando de mantener intactos los sellos; pero el poder de Violeta los había encerrado, y con cada segundo que pasaba los círculos disminuían su tamaño, incluso las llamas habían desaparecido.

Arial dio un paso para acercarse más a su compañero, y presiono su ala a su espalda al darse cuenta que una de sus plumas desapareció por el roce con la magia. Ella también sabía muy bien de lo que la joven era capaz, pues ya había perdido su otra ala a causa de una fuerza similar.

-Llamemos a los otros, o nos consumirá...-. Comentó con voz preocupada al oído de Leo. Le advirtió que llevar a cabo este plan solos, no era una buena idea. Ahora la situación le daba la razón.

El caído soltó un bufido de enojo al escucharla, y paso sus ojos de Violeta a Malthus, y del Conde al cuerpo tendido bajo sus pies.

Estaba bastante seguro que segundos atrás, lo que terminó de despertar la ira de Violeta, fue la llegada de David y alguien más... quien fuera, en ese preciso momento no importaba. Ella seguramente no se dio cuenta de quien se trataba, y el símbolo de la estrella se activó como mecanismo de protección, dejándolos encerrados. Y para empeorar las cosas, apostaría su vida a que el que alejo a su hermano, era el demonio de ojos dorados. A estas alturas ya sospechaba de quien se trataba, pero arriesgarse a fallar con el nombre sería estúpido de su parte.

Por otra parte, teniendo en cuenta que había más personas de las que esperaba para esa noche, dejar que sus aliados se mostraran, solo aumentaría las posibilidades de que sus planes quedaran al descubierto. No por qué fueran fáciles de adivinar, pero si por qué podían capturara a alguien y hacerlo hablar. No, Leo no pensaba echar todo a perder ahora; había pasado pro tanto para lograr sus objetivos, como para rendirse simplemente por qué Violeta finalmente había despertado.

¿Entonces qué se suponía debía hacer? La respuesta podía ser simple y obvia; pero no sería lo mismo llevarla a cabo.

-Toma el alma del nefilim...-. Dijo entre dientes. Sentía que incluso hablar le distraería de mantener sus sellos intactos.

-¿Estás seguro?

-Yo me ocupo del demonio...

Huir no era algo que le gustara, pero si se había convertido en un experto durante estos últimos años; y si no quería que ellos vieran a sus aliados, la verdad es que tampoco quería esperar porque cielo o infierno, enviarán refuerzos para capturarlo.

Siguiendo las órdenes, Arial se inclinó sobre el cuerpo de Gabriel, e hizo aparecer en su mano la daga cristalina una vez más; mientras tanto, Leo enfocó sus ojos en el Conde, y con un movimiento de sus ojos y recitando extrañas lenguas, comenzó a manipular el sello donde lo tenía prisionero.

El círculo bajo los pies de conde empezó a girar con rapidez, desdibujando los símbolos que lo formaban; mientras que la calavera se volvía más evidente, y unas llamaradas naranjas y rojas luchaban por volver a rodearlo. Malthus soltó un gruñido de rabia, e intentó inútilmente llamar la atención de Violeta, que parecía estar perdida en otra realidad, mirando en todo momento hacia la cabeza que el ángel había cercenado. Pero todo cambió cuando Arial se arrodilló a un lado del cuerpo, y puso sus manos sobre él.

Los ojos de Violeta abandonaron su habitual color marrón, y se transformaron en una clara representación, del paisaje que se muestra cuando el día abandona el cielo para ceder paso a la noche; los colores danzaban en sus pupilas, haciendo que los efectos resaltaran las gamas de naranjas y azules; logrando que Cielo e infierno mostraran la armonía que vivía dentro de su cuerpo.

-¡No lo toques!

La orden salió de forma directa hacia la pelirroja, al mismo tiempo que un rayo morado se alzaba desde el suelo, para impactarse de lleno contra la barrera que provocaba el sello de Leo. De no ser por esto, la descarga hubiese alcanzado a Arial.

Violeta inclinó un poco su cabeza hacia un lado, como reacción a la duda que le provocó lo que había hecho al hablar. Por primera vez fue consciente de lo que estaba pasando a su alrededor, de lo que estaba haciendo sin entender cómo; pero en su mente, eso carecía de importancia. Sabía que algo había despertado en su interior, lo sentía corriendo por sus venas mostrándole el mundo de forma distinta; pero ella todo lo que quería era que alguien la ayudara a alejar a Leo y a ese otro ángel.

Entonces sus manos se levantaron frene a sus ojos, y la pequeña herida que la súcubo le provocara meses antes, brillo presuntuosa clamando por su atención.

-Mirza...-. Dijo acariciando la cicatriz. Al instante, un resplandor escarlata formo un círculo a su lado, del cual la demonio apareció.

La súcubo abrió los ojos sorprendida, un segundo estaba llorando dentro de La Torre de Babel, y al siguiente se encontraba a un lado de Violeta, envuelta por un extraño destello, y con un curioso símbolo bajo sus pies. No tenía una explicación razonable para esto; pero la escena que se desarrollaba si logro darle una pista respecto a los confundidos sentimientos que percibía por parte de la joven.

Limpiándose con el brazo las lágrimas que aun caían, Mirza se puso en guardia y evaluó la situación. No necesitaba que Violeta le dijera lo que quería, su vínculo le hacía saberlo. Su rostro humano se transformó en el demoniaco; y una sonrisa divertida hizo más crueles sus facciones, mientras que la misma estrella que la encerraba, se dibujaba sobre la cicatriz que selló meses atrás el contrato entre ambas, convirtiéndola así, en el primer pilar de la exorcista.

La súcubo observó la espada que Violeta había clavado sobre el suelo, y avanzó lentamente hasta ella para tomarla. En la hoja aun podía distinguirse el delicado gravado de la estrella; y aunque Mirza no sabía lo que ocurría, si era capaz de sentir el poder que emanaba por su cuerpo; ya no solo se trataba de emociones ajenas, también la fuerza que había despertado, ahora le hacía sentirse invencible.

Empuñó el arma, y el ataque dio inicio.

La demonio se lanzó con furia hacia donde estaban Leo y Arial, aun sorprendidos de que la joven ya tuviese un pilar a su disposición. El sello bajó sus pies actuó como una barrera cristalina, pero se tambaleaba con cada golpe que Mirza asestaba. Por su parte, Violeta enfocó finalmente su atención en Malthus, que usando la poca energía que le quedaba, y viendo cada vez más cerca su final, la llamó para negociar un contrato.

-Déjame ser tu pilar, exorcista...-. La voz le llegaba desde el interior. El demonio ni siquiera movía los labios, pero Violeta le escuchaba claramente, mientras se paraba frente a él. -Yo acabare con ellos... y te diré todo lo que desconoces...

Ella frunció el gesto al darse cuenta como la llamaba, pero la oferta resultó tentadora. Su cautivadora mirada descendió hasta el círculo que lo mantenía encerrado, y las llamas que luchaban por consumirlo y trataban de erguirse de nuevo con esplendor. Entonces, Violeta levantó su mano sobre estas, y varias chispas de electricidad surgieron cuando ambos poderes colisionaron. Uno luchando por mantenerse, el otro tratando de quebrarlo.

El impacto repercutió en el cuerpo del caído. Una arcada de dolor casi le hace doblarse, y varias gotas de sangre salieron de su boca a causa del daño que estaba sufriendo por mantener ambos círculos.

-¡¿Terminaste?!-. -. Escupió Leo entre dientes, sin apartar sus ojos de ambos enemigos.

Arial mantenía la daga sobre el cuerpo del Nefilim, y a medida que recitaba extraños rezos, lo cristalino cedía paso a un radiante amarillo. Intentaba enfocarse por completo en su tarea, pero con golpe que daba Mirza, su cuerpo se tensionaba en respuesta. ¿Cuánto tiempo podrían mantenerse así?

-¡La tengo!-. Gritó finalmente, poniéndose de pie

Justo en ese instante, el escudo cristalino que los mantenía a salvo, se mostró ante los ojos de Mirza cuando tras un fuerte golpe, lo que parecía ser una grieta se dibujó dónde la espada pegó. La súcubo sonrío satisfecha, mientras que Arial la maldecía esperando la oportunidad de ponerla en su lugar; sabía que su poder era mucho mayor que la de un demonio de clase tan baja, pero también sabía las ventajas que tenía la súcubo por ser un pilar.

-Entonces prepárate, porque ya no tenemos tiempo...-. Explicó Leo, concentrándose en su último movimiento...

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La revelación de Damon provocó que el ángel se llenara de miedo, y que a Daniel se le helara la sangre. Toda esa infernal noche había iniciado con la premisa de que él podía morir; y ahora resultaba que era la vida de su hermana la que estaba en juego.

La cabeza le daba vuelta ya fuera por la información o por los golpes sufridos; tenía el estómago con un nudo que ni un marinero podría desatar; y el poco aire que se colaba en sus pulmones no era suficiente para estabilizarlo. ¿Qué podía hacer? Entonces el viento o alguien más susurro delicadamente la respuesta a su oído: "Dile que la detenga" , escuchó recordando la imagen y lo que finalmente entendía.

-Entonces sácala de ahí...-. Comentó con decisión al demonio, mientras su mirada reflejaba que alguien más hablaba con él.

Damon entrecerró los ojos para estudiar las facciones del joven, y sus ojos brillaron en respuesta a los del Profeta. ¿Qué la sacara decía? Si se acercaba más de la cuenta a ese sello, su eterna vida perecería en un instante. ¿Acaso querían aprovechar el poder de Violeta para asesinarlo?

-Solo aquellos que tengan un contrato con ella, pueden estar dentro de ese círculo sin morir...-. Señalo hacia la magia. -Y suicidarme no está en mis planes a corto plazo...

-Tú tienes un contrato con ella...-. Apuntó David sin apartar sus ojos del círculo.

-No. Tengo un contrato con el idiota de tu hermano, pero no con ella. Yo simplemente soy el dueño de...-. Las palabras dejaron de fluir de sus labios, mientras traían a su mente el recuerdo de cuando se quedó con el alma de la joven, haciendo lo que ella tanto recriminaba. Robársela.

-Su alma...-. Terminó Daniel, comprendiendo como cada suceso pasado, ahora se iba conectando entre sí. -Por eso puedes entrar; por eso la detienes en ese lugar...

-¿Qué viste?-. Preguntó Damon, al notar como Daniel se perdía en sus propias memorias. Si los Serafines le habían mostrado algo, él quería saber para ver que tanto podía arriesgar.

-Un árbol gigante, donde sus ramas tienen cuerpos empalados. Violeta está parada frente a él, observando. Y tú apareces siempre a su lado....-. Estaba a punto de decir que la tomaba entre sus brazos para desaparecer entre el fuego, pero sus celos de hermano se lo impidieron; las palabras simplemente se quedaron atoradas en su garganta.

-El árbol de la vida. Representa el origen de la creación y todo lo que existe...-. David hablaba sin cambiar su postura. Parecía como si su inconciencia quisiera tomar el control sobre la consciencia que no daba crédito a lo que pasaba. -Solo los exorcistas originales, pueden transformarlo en un arma capaz de asesinar lo que fue creado para la inmortalidad...

-Sí... inmortales como yo-. Especificó el demonio, meditando sobre la forma en que Daniel se detuvo mientras hablaba. ¿Qué se quedó para sí mismo?

- Pero con su alma, tú puedes acercarte. ¿Sino por qué me lo dirían?

-Tal vez solo quieren deshacerse de mí...-. Replicó torciendo el gesto. La idea no terminaba de convencerlo. -¿Por qué mejor no mandamos a David? Y luego podemos...

De pronto el círculo frente a ellos comenzó a brillar más de lo que ya lo hacía, y ondas irregulares de poder se elevaban del suelo en forma de rayos. Damon dejó de hablar para volver a centrar su atención en lo que ocurría en el interior, pero era difícil distinguir algo cuando estaban tan lejos de dónde ocurría la acción.

-Es la súcubo...-. Dijo David dando unos pasos al frente, poniéndose en riesgo a solo centímetros del círculo. Quería acercarse más, necesitaba encontrar a Violeta.

La declaración hizo que de forma instintiva, Damon extendiera sus alas y se elevara por los cielos. Era imposible acercarse por el sello en tierra; pero incluso los poderes de Violeta tenían un límite en cuanto a alcance, y el demonio estaba seguro que en las alturas podría distinguir mejor que estaba pasando.

Bum bum. Bum bum.

El latido de un corazón inexistente volvió a retumbar sobre sus oídos, cuando finalmente pudo ver lo que ocurría en el interior. La expresión en el rostro de Violeta podía ser fría; pero él sabía que esa no era la realidad. Además, los sellos que mantenían a Leo y Malthus "protegidos" de los poderes de la joven, eran círculos mágicos que solo podían usar los exorcistas ¿Qué estaba pasando allí dentro?

A David le costó un par de segundos llegar a su lado, e igual que el demonio, la sorpresa provocó reacciones en su interior, aunque contrarias a lo que pasaba con Damon. Ira, enojo, frustración, dolor, desesperación... los peores sentimientos que alguna vez escuchara nombrar como parte de la naturaleza humana, ahora lo envolvían cortándole la respiración.

-Ese es... por qué Gabriel...-. Al ángel le costaba materializar las palabras con sus labios. Pero se tragó el nudo que les impedía el paso, y se concentró en resolver lo que aún tenía arreglo, luego de esquivar un destello de energía. -Sus poderes están fuera de control...

-Han estado suprimidos por mucho tiempo, no tiene idea de cómo usarlos...Y ya invocó a Mirza-. Damon miraba de un punto a otro, quería encontrar una brecha que le permitiera entrar; pero no había puntos ciegos en el sello. Además, el fuerte latido del corazón en sus oídos, no lo dejaba pensar con claridad.

-Daniel...

-¿Qué?

-Daniel.... él no es un ser inmortal, y los poderes de Violeta no deberían causarle gran problema. Él puede entrar, y abrirnos un camino...-. David no estaba seguro que eso funcionaría, pero no tenían muchas opciones de dónde elegir. Si Violeta seguía desperdiciando así sus poderes, pronto se le iría la vida en ello.

-Quizás no lo mataría, pero tampoco podrá entrar fácilmente y...

El demonio dejó de hablar cuando se dio cuenta de lo que estaba por ocurrir. Leo extendió sus alas, y varios sellos con diferentes figuras aparecieron brillando en rojo escarlata sobre sus brazos, como si estuviesen dibujados con sangre; mientras que en el sello donde mantenía encerrado a Malthus, la calavera adquirió un tono de color similar.

La joven pelirroja que estaba a un lado del caído, apunto con la daga que tenía en su mano hacia el conde; y justo en el momento en que Mirza logró romper cual cristal el círculo que los protegía, lanzó el arma contra Malthus, atravesándolo.

Un grito de dolor por parte del demonio, hizo que la tierra temblara. Las llamas que habían intentado sofocarlo, y que Violeta mantenía bajas, de pronto se alzaron como si cobraran vida propia, y superaron incluso la altura desde donde sobrevolaban David y Damon. El ángel logro esquivarlas por poco, pero Damon tomo una media drástica...

Fuego azul contra fuego rojo colisionaron sin piedad. La desesperación por no poder acercarse a Violeta fue más fuerte que cualquier pensamiento racional en su cabeza, y todos esos momentos que había compartido con ella durante este poco tiempo, desfilaron en su interior recordándole una sola cosa. Ella confiaba en él. No le importo que la hubiese apuñalado, que fuera un demonio, que el universo lo señalara con alguien indeseable... Violeta tomo su mano y le dijo que confiaría en él con una sonrisa.

Sin ser totalmente consciente de ello, Damon decidió en ese momento, que no importaba si su eternidad se ponía en riesgo por desafiar los poderes de un exorcista; a como diera lugar llegaría hasta ella.

La guadaña se materializó en medio del océano de fuego, y comenzó a abrirle paso. Los ojos del demonio brillaron con más fuerza, y sus alas le ayudaron a no perder impulso. Quería alcanzarla, quería estar con ella... o mejor dicho, necesitaba estar a su lado.

David observó la escena desde un lado, y sintió como un hueco en su pecho comenzaba a expandirse; la reacción de Damon no era normal, pero si familiar para el ángel. Esta no era la primera vez que veía tal decisión en la mirada de alguien... en su trabajo era algo común. Una punzada de celos le hizo querer detenerlo, más no se atrevió a interponerse en su camino; si Damon lograba evitar que Violeta saliera lastimada, entonces con eso sería suficiente por ahora; además... él también podía estar actuando así solo por la influencia de la exorcista.

El ángel resoplo con frustración, y descendió de nuevo hacia la tierra, donde se llevó una sorpresa al darse cuenta que el joven había pensado lo mismo que él. Daniel estaba intentando atravesar el sello que había puesto su hermana, y aunque avanzaba muy lento, como si miles de manos lo quisieran detener, sus pasos no se detenían.

Intentando ayudar, David invocó su arco, y varias flechas plateadas comenzaron a dibujar un camino que iluminó un sendero para Daniel; algunas desaparecían mientras que otras pocas provocaban una estela a su paso. No sería sencillo, pero era todo lo que podía hacer por ahora.

**************************************************

Mirza se lanzó contra el ángel de un ala; pero a solo centímetros de alcanzarla, un nuevo círculo apareció sobre la estrella de Violeta, y absorbió a la pelirroja. Leo, que ahora miraba la escena, sonrío complacido de haber logrado su objetivo, y en respuesta al movimiento de la súcubo, le lanzó una flecha que se le incrusto en la espalda.

El caído aprovechó la distracción de Mirza, y se giró en busca de Violeta, que observaba molesta como unas llamas habían alcanzado a Malthus, e intentaban consumirlo; cuando el grito de la demonio llamó su atención y quiso saber lo que pasaba; lo único que alcanzo a distinguir fue a Leo tomándola por el cuello, y arrastrarla con él dentro del torbellino de fuego.

El calor insoportable le escocía la piel; no estaba segura de sí había demasiado humo dentro de aquel infernal espiral y por eso no podía respirar; o la falta de aire en sus pulmones era resultado de que Leo apretara con saña su garganta, cortando el paso del oxígeno. Aun así, sus manos seguían luchando contra el agarre, intentando liberarse; mientras que en el exterior su estrella brillaba con más fuerza.

-Felicidades mi querida Violeta...-. El tono burlón de su voz, no disfrazaba por completo el enojo que sentía. -Finalmente has despertado como lo que eres... una maldita asesina...

Ella le enterró las uñas sobre la piel por el comentario, pero Leo ni siquiera se inmuto.

Violeta levantó los ojos para poder verlo mejor. Ya no se trataba de aquel joven de hermosa sonrisa, que vio por primera vez al intentar disculparse con David; este ser era alguien completamente diferente. No solo por el hecho de que su apariencia denotaba la pérdida de su divinidad como ángel, sino simplemente por la forma en que la miraba.

-Sabes una cosa... con ese brillo en tus ojos, se parecen aún más...-. Dijo sin poder evitarlo, mientras acercaba su rostro a solo milímetros de ella. -Quizás sí...

La frase quedó sin terminar, cuando un aullido de dolor por parte de Malthus le hizo torcer el gesto. El demonio aún se retorcía en un lado de ellos, tratando de conservar su vida, y su voz era un incordio para cualquiera que la escuchara. El lamento provocó que el caído soltara un poco su agarre, y Violeta aprovecho la oportunidad para soltarse.

Tratando de recuperar el aliento, ella se alejó cuanto pudo; pero Leo ni siquiera prestó atención a este hecho, y se dirigió hasta donde el Conde ardía en medio de una lucha contra el dolor; y con sus manos tomó la daga que Arial le había lanzado segundos atrás. Cuando el arma abandonó el cuerpo del demonio, los lamentos y su vida terminaron.

La calavera bajó sus pies comenzó a emanar sangre de sus bordes; mientras que una a una las alas de Leo iban retomando su habitual y celestial brillo dorado, mientras nuevas plumas las cubrían. Violeta abrió los ojos sorprendida ante la transformación; y sus neuronas comenzaron a circular el rumor de que probablemente en lo que acababa de ocurrir, estaba la clave a como hacía para entrar al cielo, aun después de cometer crímenes.

El ahora de nuevo ángel, observó divertido la daga que tenía en sus manos, mientras la limpiaba de la sangre del demonio. Tal vez no era lo que buscaba aquella noche, pero seguía siendo demasiado valioso para perderle.

-Ahora sí ¿En dónde nos quedamos?-. Preguntó enfocándose de nuevo en la joven; mientras guardaba el arma tras su espalda.

En el momento en que Leo oculto la daga, un lejano susurro llegó a la mente de Violeta. Una voz familiar clamó su nombre desde la distancia; y sus ojos místicos se nublaron por lágrimas contenidas. Era Gabriel quien la llamaba.

-Dónde te mueres...-. Dijo entre dientes, antes de agacharse y poner sus palmas en la tierra.

Las llamas comenzaron a girar de un lado a otro; la sangre que ahora cubría la tierra burbujeo por el calor que elevaba su temperatura, y el sello del árbol con la calavera se distorsiono para formar otra imagen.

Leo agachó la mirada para ver a que se enfrentaría, y sus ojos revelaron miedo cuando seis pequeños círculos rodearon el espacio donde se encontraba. Él apretó la mandíbula, e invocó su arco para después lanzar una flecha a cada imagen; al instante, los círculos se volvieron fragmentos en el aire.

Violeta maldijo al verlo escapar, y apretó los puños antes de intentar ponerlos sobre la tierra; sin embargo, en cuanto el ángel se dio cuenta de que pretendía hacerlo de nuevo, lanzó una flecha para evitarlo. Una sutil línea de luz pasó rosando la mejilla izquierda de la joven, abriéndole la piel...

En cuanto la sangre hizo contacto con el suelo, los círculos que los encerraban brillaron con mayor fuerza. Leo maldijo en voz alta, mientras ayudado por sus alas se mantenía alejado de la magia bajo sus pies; aunque no le era sencillo, pues sentía como si la gravedad hubiera aumentado un centenar de veces, y sabía que su energía ya estaba por terminar.

Sin embargo, él no era el único que se encontraba en mal estado; Violeta nunca había hecho uso de sus poderes, y ahora los estaba utilizando como si fueran inagotables. Si continuaba de esta forma, su vida terminaría más rápido de lo esperado... y su cuerpo ya empezaba a darle señales de alerta.

Su visión era borrosa, y los pulmones cada vez ingresaban menos oxígeno a su sistema. Ella podía distinguir la figura de Leo a un par de metros, pero ya no era capaz de ver con claridad sus facciones; y todo a su alrededor parecía estar difuminado. El ángel se percató que el brillo en los ojos de la joven perdía intensidad, y supo que esta era su última oportunidad de escapar; el problema es que no sabía cómo.

Podía intentar herirla con una flecha, y todo terminaría... pero solo dentro del sello, pues afuera estarían esperando por él, David, el demonio de ojos dorados, y quien sabía cuantos más habían llegado ya a escena. Era irónico que técnicamente estuviera más seguro donde estaba, que afuera. Entonces una idea bailo en sus pensamientos; y a estas alturas, intentarlo sería mejor que quedarse sin hacer nada.

Leo tomó de su espalda la daga que guardaba, y cerró los ojos para buscar en sus recuerdos la imagen que necesitaba. No fue fácil encontrar justo lo que requería en el estado de agotamiento que se encontraba; pero como era su última oportunidad, su cerebro le dio el acceso; al verla, empuño el arma y comenzó a trazar suaves líneas sobre el viento.

Una hermosa flor apareció sobre el lugar que el ángel dibujó, su brillo resplandecía en color aqua, y sus pétalos se movían como si el viento realmente estuviera acariciándolos. Violeta trato de enfocarse en aquella extraña figura, y aunque no podía distinguirla con claridad, algo en su pecho se contrajo cuando de nuevo la voz de Gabriel susurro en sus pensamientos; ese era el sello que el nefilim utilizaba para abrir puertas astrales.

La joven se levantó consiente de lo que Leo pretendía; no entendía como había sido capaz de invocar ese círculo mágico; pero no tenía tiempo para averiguarlo. Sus ojos buscaron la borrosa figura del ángel, y al encontrarlo, sus manos se abrieron tratando de alcanzarlo.

Los seis círculos que antes había hecho desaparecer con sus flechas, volvieron a rodearlo a él y a la flor que tenía enfrente. Leo apretó la daga con fuerza, y un desesperado impulso por invocar nuevamente su arco y dispararle a Violeta, surgió como su mayor deseo; sabía que al asesinarla, no solo se desharía del último exorcista original, sino que el demonio de ojos dorados tendría que cumplir con su contrato. Sin embargo, se contuvo. Había llegado hasta donde se encontraba, reconociendo las batallas que tenía que abandonar.

El ángel levantó la mano que tenía libre hacia la flor, y cuando sus dedos hicieron contacto con aquel hermoso brillo, un nuevo paisaje comenzó a reflejarse dentro de los pétalos. El cielo estaba iluminado por los rayos del sol, y los edificios se mostraban imponentes en la distancia; una nueva ciudad sería su tabla de salvación.

-Hasta pronto...-. Dijo antes de atravesar.

-¡No!-. Violeta apretó los puños, y los seis círculos emitieron una línea de luz que fue tras él.

Morado, negro, azul, rojo, verde y amarillo. Las líneas se fusionaron en una y se enlazaron al brazo dónde Leo aun sujetaba la daga cristalina; el ángel que ya volaba en un cielo diferente, sintió el tirón provocado por aquel látigo de luz, y su cuerpo tuvo que luchar por no ceder ante esta fuerza. Violeta observó como la flor empezaba a desaparecer, y con ella Leo quedaba oculto...libre; los ojos de la joven brillaron con más furia, y un dolor sofocante en su pecho la impulso a seguir en pie.

Desde el momento en que sus miradas se cruzaron, Violeta supo la verdad; era Gabriel quien estaba en el cementerio, era su amigo a quien Leo llamaba con el nombre de su hermano. El nefilim había hecho justo lo que prometió: cuidar de ellos sin importar el precio. Por lo tanto, igualando la lealtad y amistad que le había sido brindada, ella no dejaría escapara a Leo... sin importar el precio.

Entonces una presencia familiar inundo el ambiente tras su espalda. Violeta aun no lo veía, pero sabía perfectamente de quien se trataba. Ella se giró para poder observarlo, y cuando sus miradas se encontraron, el demonio sintió como el sonido del corazón aceleró su ritmo frenéticamente. Sus ojos ahora eran los de un exorcista. Pero no fue eso lo que lo cautivo, fue el dolor oculto en ellos lo que le hizo sentir el deseo de permanecer a su lado.

-Detente ya...-. Ordeno con voz indescifrable, mientras se acercaba a ella.

La joven ignoro sus palabras, y volvió a centrar su atención en Leo. No iba a dejarlo escapar, eso no pasaría.

Damon contrajo el gesto, y miró sorprendido a su alrededor. Todos los sellos se mantenían intactos, y brillaban de forma cegadora, mientras que intentaba regresar a Leo hacia ella. Los poderes de Violeta superaban por mucho sus expectativas, y desertaban nuevas sospechas en su interior; pero nada de eso importaría si no la hacía detenerse.

-Déjalo ir Violeta

-No...no puedo...-. Su voz se quebró, pero las facciones en su rostro no mostraron compasión alguna.

-Se te está yendo la vida en ello...-. Un paso más cerca

-Entonces tendrás mi alma solo para ti...

La respuesta lo detuvo. Eso era cierto. Si ella lograba asesinar al ángel, pero en el trayecto moría... entonces él podía seguir conservando su alma, toda esta retorcida historia terminaría, y su eternidad continuaría como si nunca hubiese sido alterada por el extraño contrato que ahora lo unía a una exorcista y un ángel. Sin embargo ¿Era eso lo que realmente quería?

Damon sujetó con más fuerza su guadaña, y una torcida sonrisa curvo sus labios antes de que empuñara la filosa arma hasta el pecho de Violeta, sorprendiéndola.

-Como si me fuera a conformar con algo que ya es mío...-. Susurró a su oído, para después liberar el alma dentro de su cuerpo.

El resplandor de su propia alma le hizo perder el equilibrio. Violeta soltó el agarre que mantenía en los sellos que tenían atrapado al ángel, y en cuanto Damon notó que Leo quedó libre, su llama azul se expandió chocando contra el fuego rojo del círculo mágico. Lo último que pudo distinguir Leo, fue el brillo de los ojos dorados del demonio, antes de que el filo de su guadaña terminará de romper la puerta astral que había abierto.

Violeta sintió que se desvanecía cuando el alma entro en su cuerpo; pero el sentimiento de dolor y venganza se negaba a dejarla seguir adelante, y sus propios pensamientos la tenían atrapada en una guerra de muerte. Los seis círculos seguían latentes, dirigiendo su luz hacia un punto ciego en la nada, pues Leo se había ido.

-¡Ya basta!-. Damon intentó romperlos con su guadaña, pero sus poderes no eran suficientes. -¡Vas a morir ¿Qué no lo entiendes?!

Ella ignoró sus palabras y contuvo el aliento. Cómo podía decir que iba a morir, si destrozar a Leo sería lo único que la dejaría volver a respirar. Ahora mismo se estaba ahogando entre el fango que ese ángel había echado sobre ella.

El demonio se dio cuenta que el fuego del exterior se estaba cerrando sobre ellos, incluso cuando su fuego azul intentaba contenerlo. Damon volvió a dirigir su mirada hacia Violeta, y pudo distinguir pánico en ellos. Entonces lo entendió. Lo que había vivido esa noche era demasiado, y a pesar de todo, intentaba controlarlo caminando en la cuerda floja hacia la oscuridad.

-Mírame...-.Damon descendió frente a Violeta, y tomo su rostro entre sus manos; pero ella se negaba a desviar la mirada del lugar desde el cual Leo escapó.

De pronto algo en la distancia la hizo dudar. Había muchos ruidos provenientes del exterior, pero esa voz podía distinguirla incluso en medio del infierno personal que atravesaba. Violeta parpadeo cuando la escuchó por segunda vez, y sus ojos finalmente chocaron con el cálido dorado.

A pesar de la sorpresa que se llevó al escuchar a Daniel tan cerca, Damon no apartó la vista. Sentía que si lo hacía, volvería a perderla.

-Si no haces desaparecer estos sellos, lo vas a lastimar...-. Dijo muy serio, consciente de que solo tratándose de su hermano ella bajaría la guardia.

-Leo...-. Decir el nombre en voz alta, era como escupir espinas. Le lastimaba la garganta solo mencionarlo.

-No hoy...-. Sus pulgares se movieron en círculos para trazar una suave caricia; quería que se relajara para que sus poderes se contuvieran.

El llamado de Daniel se escuchaba cada vez más cerca, y Violeta liberó lentamente los músculos de su cuerpo; en cuanto Damon vio como sus ojos regresaban a la normalidad, tomó la oportunidad que había estado esperando.

Las llamaradas azules cobraron más fuerza, y en un segundo consumieron el naranja abrasador; la estrella que brillaba por el campo santo estalló como si fuese un espejo, al mismo tiempo que lo hizo el sello que aun rodeaba a Violeta y a Damon. Dejándolos finalmente libres.

Daniel se detuvo a un lado de Mirza, quien tenía la espada en sus manos, y había estado intentando atravesar el espiral de fuego durante todo este tiempo. Ambos observaron como las olas azules fueron desapareciendo, y el corazón de Daniel se congelo.

Un gigantesco árbol se alzó por entre las tumbas, el color del tronco era demasiado oscuro a causa de las llamas; y el cuerpo empalado del demonio hacía que la escena situada en el cementerio se volviera aun peor. Y justo como en su visión, su hermana se encontraba a unos pasos, sostenida por el demonio de brillantes ojos dorados, mientras que el fuego azul desaparecía lentamente.

-Vi...-. Su voz fue un débil susurro, y su mano se levantó tratando de alcanzarla.

Ella reacciono al instante, y su mirada se apartó de Damon para centrarse en quien la llamaba. En cuanto sus ojos se cruzaron con los de su hermano, finalmente la carga que sentía sobre sus hombros se aligero, y sus pies emprendieron el camino hasta sus brazos; dónde se refugió de la realidad que le atormentaba.

Mirza se quedó a un lado de los hermanos, sintiendo como ella misma retomaba el control sobre sus emociones; mientras que Damon y David, quien se acercó al desaparecer los sellos; se mantuvieron al margen, observando y pensando en lo que vendría ahora.

Para el ángel, la verdad había sido un golpe duro; y necesitaba aclarar sus sentimientos ahora que no sabía si eran reales o una ilusión. Pero también quería proteger a Violeta de cosas como las que acababa de vivir; mantenerla a salvo, ser su consuelo, su ayuda, su guía... su ángel. Mientras que Damon pensaba algo totalmente opuesto.

Esa noche el demonio había descubierto que Violeta guardaba dentro de sí, más que una simple niña asustada y orgullosa; que podía pelear con furia por los que eran importantes para ella, y que la luz y la oscuridad tenían una guerra constante en su interior, pero que podía mantenerlas en balance... simplemente era una guerrera; y él quería estar a su lado, ser por el cual reaccionara cuando su corazón tuviera dudas, enseñarla... consumirla.

-¿Terminó?-. Preguntó Daniel distrayéndolos; mientras acariciaba el cabello de su hermana, y fijaba sus ojos en el cuerpo de su amigo.

Damon caminó hacia el árbol y al poner su mano sobre el tronco, la figura se convirtió en cenizas frente a los ojos de todos. Ya sabían por qué los demonios estaban desapareciendo...

-Creo que solo volvimos al punto de partida...-. Explicó mientras se sacudía el polvo de las manos.

-¡Violeta!-. David finalmente se atrevió a acercarse a ella, cuando vio cómo se desplomaba en brazos de Daniel. Él colocó una mano sobre su frente, y otra en su muñeca para revisarle el pulso, mientras el joven la ayudaba a sostenerse. -Agotaste demasiada energía... estás muy débil.

Tanto Damon como Mirza se acercaron a ellos, para ver mejor lo que pasaba. El demonio pensó primero que la súcubo podía ayudar dándole algo de su energía, a final de cuentas era su pilar; pero tomando en cuenta que era debido a la falta de experiencia de Violeta en usar sus poderes, que se encontraba en ese estado, prefirió omitirse el comentario.

-Yo estoy bien... estoy viva-. Dijo alejando de sí al ángel, y tratando de mantenerse por sus medios. Pero Gabriel...-. Ella estiró su mano señalando hacia el lugar donde yacía su amigo.

Un silencio sepulcral inundó el ambiente; mientras que las gigantescas nubes grises que cubrían el cielo, se alejaban lamentando la pérdida de aquella vida; y el brillo plateado de la luna acariciaba el cuerpo del guerrero caído.

Violeta inspiró profundamente para controlar los espasmos que le impedían caminar; y avanzo con pasos lentos hasta poder inclinarse a un lado de su amigo y segundo pilar.

-Leo... él...él no solo lo asesino de esta forma tan brutal...-. Su voz temblaba tanto como su cuerpo, pero las facciones de su rostro eran duras. -También robó su alma. Ese maldito infeliz tiene su alma...

Daniel se acercó y se inclinó a un lado de ella, para luego pasarle el brazo por el hombro tratando de reconfortarla; incluso cuando se sentía igual de mal. Gabriel les había apoyado más que ninguna otra persona, y por primera vez en mucho tiempo sintieron que no se encontraban solos, que había alguien más en quien podían confiar realmente. Quizás fuese extraño, pero se sentía incluso peor que cuando su abuela había muerto, ya que el nefilim se mostraba feliz por ayudarlos... más de lo que aquella mujer demostró al estar con ellos.

David levantó la vista, y contempló como las estrellas brillaban con fuerza. Sabía que la lluvia de antes había sido el lamento de los cielos, y que ahora mostraban un hermoso paisaje en honor a Gabriel. El ángel caminó hasta el cuerpo de su amigo, y con cuidado tomó la cabeza para después colocarla cerca del cuello.

Un hermoso círculo que fusionaba los colores verde y plateado, brillo alrededor del nefilim.

-Perdóname por no poder hacer más por ti amigo...-. Su voz reflejó su dolor; mientras que el sello borraba los estragos de batalla en el cuerpo de Gabriel.

Damon se acercó e hizo una ligera reverencia, reconociendo el valor que había mostrado el nefilim. Él sabía que los pilares harían de todo para proteger a sus contratistas; pero los actos de Gabriel se definieron mucho antes... cuando cedió su amistad a los hermanos y su lealtad a la vida humana; merecía que incluso él lo respetara.

Violeta miró hacia David, y su gesto tan lleno de calma, así como la hermosura de sus alas, le transmitieron la paz y tranquilidad que necesitaba. Después dirigió sus ojos hacia Damon, y se sorprendió al darse cuenta del respeto con que observaba el cuerpo de Gabriel; ella sintió como un fuerte dolor en su pecho le cortó el aliento, y su vista se nublo cuando las lágrimas volvieron a intentar escapar. Sin embargo, las contuvo cuando una idea se coló en sus pensamientos.

-Leo, él se llevó su alma. Entonces... si la recuperamos, Gabriel va a estar bien, y podrá...

-Gabriel murió-. Damon cortó su esperanza al instante. Le dolió ver la forma en que sus ojos se iluminaron por la ilusión, pero no quería que mantuviera una idea que no podría ser real.

-Pero yo lo escuché hablarme... su alma sigue intacta encerrada en la daga que tiene Leo. Y ahora su cuerpo ya está bien...

-Lo siento Violeta, pero lo más que podemos hacer ahora, es recuperar su alma para enviarla a donde pertenece. Pero él no volverá a la vida...-. David expresaba cada palabra como una súplica por perdón. Sentía que era responsable por no haberse dado cuenta antes, que su hermano estaba haciendo cosas tan terribles... por no detenerlo.

-No... no voy aceptar algo como eso...

-Vi, yo sé que cuanto te duele, pero...-. Daniel intentó abrazarla, pero ella lo alejo con una mirada llena de ira. Era la primera vez que reaccionaba así con él.

-No importa lo que digan, no pienso aceptarlo, yo... yo...

Violeta intentó ponerse de pie, y el mundo se apagó ante sus ojos, quedando todo en oscuridad. Su consciencia intentó mantenerse en alerta, pero una fuerza mayor la atrajo a las profundidades. Su fuerza había llegado a su límite, había perdido mucha sangre, y su corazón ya no podía con tanto dolor; necesitaba un descanso.

Daniel se levantó al instante para sujetarla, pero su cuerpo tampoco se encontraba en las mejores condiciones. El peso de Violeta le pareció mil veces más de lo usual, y sus brazos no pudieron por más que se esforzó.

-Tú también estás herido...-. David se acercó a ellos, y extendió la mano para alcanzar a la joven; pero Daniel la apretó más contra él. Aun no entendía que era la plática que habían tenido, eso de que su hermana era una exorcista, pero si entendía que odiaba la forma en que el ángel la miraba.

-Yo puedo...-. Dijo antes de tomar aire, para volver a intentarlo.

Estaba a punto de tratar, cuando Damon se la arrebató de las manos cargándola; mientras que Mirza se quedaba como simple observadora, disfrutando el espectáculo. Poco a poco su habitual carácter regresaba, y el dolor que sentía por parte de Violeta, se perdía para quedar solo como un recuerdo.

*********************************************************

El taxi se detuvo frente al cementerio, y Luc observó intrigado tras la ventana. Todo parecía estar en completa calma; aunque no terminaba de creerse tal paisaje.

El semidemonio bajo del auto, y mientras que este alejaba, se colocó frente a las gigantescas puertas de hierro. Nada. Ningún ruido se escuchaba del interior; ni siquiera los típicos sonidos que hacían los insectos nocturnos, ya que una poderosa barrera bloqueaba la épica batalla que se libraba dentro.

Intrigado, Luc retrocedió un par de pasos para ver si podía distinguir algo, y para darse más confianza palpo con cuidado su costado derecho, dónde ahora descansaba una katana de tamaño medio que había tomado de las cosas de Daniel; al darse cuenta que esto no le ayudaba a sentirse seguro, tomó la mochila que tenía en su espalda, y comenzó a indagar en su contenido. Varías botellas con diferentes venenos se mantenían intactas dentro... eso sí le hacía sentirse mejor.

-¿Amigo o enemigo?

La sorpresa hizo que se le detuviera el corazón. El niño que lo llamaba estaba parado frente a él, ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento apareció; y el brillo en sus ojos revelaba su origen celestial.

Su mano instintivamente se apretó sobre una de las botellas, y sus pies se movieron intentando alejarse; cuando de pronto, el ruido del claxon de un auto retumbó en sus oídos. Lo hubiesen golpeado de no ser por que el niño lo jalo hacia él.

-No lo volveré a preguntar ¿Amigo o enemigo?

Esta vez, Luc meditó seriamente al respecto. Si quisiera deshacerse de él, simplemente pudo dejar que lo atropellaran, pero lo había ayudado a evitar el accidente; además, aunque sus ojos revelaban que no era humano, su presencia no era especialmente atemorizante... y realmente parecía curioso respecto a lo que preguntaba; aunque eso no le daba ni la menor pista a que podía referirse.

Entonces recordó el momento en que Violeta hizo una pregunta similar; y tuvo el presentimiento de que ese niño se refería a lo mismo.

-Lo que se necesite para mantenerme con vida...-. Respondió seguro, y preparándose para escapar.

El pequeño entrecerró los ojos e inclinó un poco su cabeza; para después ofrecerle una tierna sonrisa, mientras que el brillo en su mirada se esfumaba, dejando al descubierto una fusión de tonos verdes y miel; pero completamente humanos.

-Buena respuesta. Ahora presta atención-. El niño se giró y señalo hacia el cementerio. -Adentro, Violeta despertó sus poderes como descendiente de Salomón; pero por ahora, no creo que sea suficiente para que atrapen a Leo...-. El gesto de su rostro al pronunciar el nombre del ángel, se llenó de tristeza y soledad. -Sin embargo... si aprende a controlarse, y consigue buenos pilares para que la apoyen...

-Wo wo wo... espera un segundo ¿Estás diciendo que Violeta es una exorcista original?-. Había escuchado las leyendas al respecto, y aunque eso provocaba que muchas cosas tuvieran sentido; también sabía que ellos ya no existían.

-Concéntrate Luc, no tengo mucho tiempo...-. El pequeño puso los ojos en blanco, y luego volvió a poner rostro serio. -Lo que quiero es ofrecerte un trato...

Perdón por el retraso, pero como verán el capítulo es bastante largo pues ya es el penúltimo. Espero lo disfruten, y que se resuelvan algunas de sus dudas; aunque aún quedan muchos asuntos por resolver, y que en el tercero se explicarán mejor; por ejemplo, lo que Violeta y Daniel pueden hacer con sus poderes.

Nos vemos en unos días con el final. Muchos saludos, besos, abrazos, y miles de gracias por su tiempo, comentarios y votos. USTEDES SON LO MÁXIMO POR LEER ESTA HISTORIA.

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