CAPITULO XXXIX

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        Iban a dar las ocho de la noche, cuando Leo se detuvo frente a las enormes puertas de hierro. La verdad le encantaba el dramatismo, y para ser honestos, que mejor lugar para desarrollar los eventos de esa noche que en el cementerio; el despiadado ángel hizo un asentimiento por su buena organización, y con un leve impulso de sus doradas alas, pudo adentrarse en el campo santo.

       Para ese momento, el hermoso cielo despejado de horas atrás, se había convertido en una masa de obscuridad, donde las gigantescas nubes grisáceas amenazaban con dejar caer su ira en cualquier instante. Cuando un rayo iluminó de forma lúgubre el sendero, los cientos de cuervos que se ocultaban, quedaron al descubierto girando sus pequeñas cabezas para recibir al invitado.

         Un amago de sonrisa se dibujó en los labios de Leo ante la bienvenida, y sin más que hacer, emprendió su camino; tenía que ver como estaban las cosas, y ahora solo podía depender del famoso e insoportable Conde. Durante el trayecto, se dio cuenta que los destrozos ocasionados por el mismo demonio, días antes en su persecución contra Violeta, aun no estaban del todo reparados; sin embargo, la gigantesca figura del Arcángel Rafael, ya se erguía de nuevo sobre su antiguo lugar, como si nada le hubiese pasado. 

         "Apuesto que esto no lo viste venir" comentó el ángel en su interior.

        Las cosas que había hecho, lo que planeaba... nadie podía si quiera imaginarlo; y aunque no eran dignas de sentir orgullo, Leo no se arrepentía ni un solo instante de las decisiones que había tomado. Él cambiara completamente el curso de la historia, y ni cielo o infierno serían capaces de detenerle. 

       -Que mirada tan aterradora....

        La frase rompió su concentración, y a la vez le provocó un estremecimiento. Esa horrible voz áspera, provocaba tormento tanto en mortales como seres espirituales.

        -Viniendo de tí lo tomare como un alago...-. El ángel enfoco sus ojos hacia el lugar de donde escuchó le llamaban, y encontró oculto tras los árboles la sombra del demonio con figura humana.  

        Malthus estaba recargado sobre una enorme cruz, no le importaba mucho el significado de esta, y le hacía gracia la ironía de usarla como apoyo. Él observó a Leo acercarse a su lado, y luego volvió a centrar su atención en el sin número de cuervos que los rodeaban; aunque esto no evitó que notara el tenue brillo dorado, tras la espalda del ángel. 

           -Veo que recuperaste tus alas...

        Por primera vez, Leo sonrío abiertamente; y la naturaleza angelical que ahora lo envolvía, le hizo verse tan hermoso, que al demonio le provocó repulsión, y mortal envidia. 

         -Como el ángel que soy...-. Replicó sarcástico y divertido. -Y si tú cumples con tu parte del trato, muy pronto podrás portar unas iguales...

       El demonio entre cerró los ojos mientras observaba las nubes, como si con este gesto le fueran a permitir ver más allá. No, él no estaba interesado en tener alas de ángel, y menos convertirse en uno; pero sí tenía planes mucho más divertidos, que de momento, solo lograría con la ayuda de su acompañante.

        -Para eso estamos aquí...

       -Bueno, ¿cómo están las cosas en la ciudad?

       -El hermano está en la comandancia con la detective, y a ella no le falta mucho para caer por el veneno. En cuanto a Violeta, sigue en su casa con los híbridos... pero el ángel y el demonio desaparecieron por completo

        Leo soltó un bufido por la información. Luego de que lo sacara del averno, Malthus actuaba de forma diferente, más arrogante y cauteloso, como si supiera algo que él no, y eso lo estaba fastidiando de sobremanera; era una lástima que por esta noche no pudiera hacer nada al respecto.

ALMA ROBADAWhere stories live. Discover now