La noche había sido excitante, para ambos.
Fred fue cuidadoso como prometió, y aunque ambos querían más, era cuestión de bienestar para los bebés y no podían arriesgarse a eso, por mucho deseo que tuvieran por el otro.
Habían dormido tres horas más después de su acción, y ambos se levantaron para preparar el desayuno juntos, esperando a que George volviese de dónde se escapó ayer por la noche.
Los dos sabían, que estaba con Amaia.
-Toma- Fred le pasa un vaso a Ylenia, con un líquido transparente pero blanquizal -, bebe- ordena mientras termina de masticar su tostada.
-¿Qué es?- pregunta ella, comiendo su desayuno.
-Los sobres que tienes que tomarte para la infección- explica -, saben a menta, no están malos.
-¿Cómo sabes que saben a menta?- pregunta confundida.
-Lo he probado antes de dártelo- dice, y ella frunce el ceño -. ¿Qué?, Tendré que saber lo que te tomas, ¿no?
Ylenia ríe sacudiendo la cabeza mientras agarra el vaso para tomar su contenido, le devuelve el vaso a Fred y vuelve con su desayuno.
-Quiero ir a casa de mis padres luego.
-Tendrías que estar un día más aquí tranquilita...
-Estoy bien, Freddie- dice mientras él se sienta a su lado -, ya escuchaste a Meredith, puedo hacer vida normal, no me pasa nada.
-Pero, no sé...
-Fred- advierte.
-Está bien- el pelirrojo se rinde -, iré contigo entonces.
-Vale, cómo quieras...
Cuando se acerca para darle un beso en los labios, alguien entra por la puerta de la cocina.
-Hombre- Fred habla -, pero mira quién llega...
-Buenos días- George sonríe con picardía -. Cuñada, estás guapísima esta mañana- elogia, agarrando un vaso para servirse café -. Hermano- lo mira unos segundos, sin saber qué decirle -, tu novia está guapísima hoy.
El mayor alza las cejas sin sorpresa alguna.
-Que contento estás, ¿no?
-El sol brilla- habla, agarrando una tostada de la encimera de la cocina -, la calle está llena de gente- sonríe y suelta un suspiro entusiasta -, y Amaia es oficialmente mi novia.
-Ah, ¿que antes no lo era?- pregunta su hermano con confusión.
-No, tarado.
Mientras el par de gemelos discute, Ylenia se hunde en sus pensamientos. Justamente pensando en su amiga Amaia.
¿Amaia y George pareja oficialmente?
No es que no se alegrase, al contrario, los quería mucho a los dos, y, era por eso mismo por lo que no estaba segura.
Con esto no quiero decir que la Lupin esté en contra de los muggles, ¡ni mucho menos! Pero no le hacía gracia que su amiga estuviese metida en los asuntos mágicos, que no eran nada buenos en estas fechas.
-Cuñada.
La castaña sube la mirada, viendo, ahora, a ambos gemelos de pie frente a ella.
-¿Qué te parece?- pregunta el hermano menor.
La chica sonríe y se toma unos segundos para responder.
-Estoy muy contenta por vosotros, George- se levanta, acercándose para envolver al chico en un abrazo cálido pero corto -. Cuida a esa rubia.
-Lo haré- dice George mientras su cuñada se va por l puerta de la cocina -. Está rara, ¿no?- pregunta mientras su hermano recoge los platos que ella había dejado -. ¿Habéis peleado?
Fred ríe -No- niega mirándolo -, estamos bien.
-¿Entonces?
El gemelo mayor sacude la cabeza, dejando que los platos se fregaran solos para caminar fuera de la cocina en busca de su chica.
Entra a la habitación, viéndola agarrar ropa del armario.
-¿Te apetece almorzar en casa de mis padres?- pregunta sin mirarlo, sabiendo que había entrado -. Antes quiero ir a ver a mi abuelo- dice, oyendo los pasos de su chico acercándose.
-Me parece perfecto- habla, posando las manos en sus caderas -, genial- coloca la barbilla en el hombro de la castaña y deja besos cariñosos sobre su piel.
-Bien- ella sonríe -, agarrando la ropa mientras disfruta de los besos de su pelirrojo.
-Que bien hueles- halaga, aspirando en su cuello y ella suelta una risa por el cosquilleo -, mi preciosa.
-¡Tortolos!- una voz los interrumpe, ambos miran a George, que estaba apoyando en el marco de la puerta -, ¿qué van a hacer hoy?
-Comer en casa de mis padres- dice ella, acariciando en brazo de Fred, que no se había separado de su cuello -, ¿te apuntas?
-Valep- asiente sonriendo.
-Ahora déjame a solas con mi novia.
-Ya sabéis lo que hacer si pensáis follar- advierte el menor, poniendo un dedo en alto mientras la chica reía. Sacude la cabeza y se va, cerrando la puerta a su paso.
-¿Qué piensas de Amaia y George?- pregunta el mayor repentinamente.
Ylenia alza las cejas.
-¿Tú crees que tu hermano quiere a Amaia de verdad?
-A ver, querer.. no sé- bufa cuando ella se gira para mirarlo -. Querer me parece un sentimiento muy fuerte.. no sé.
-¿No me digas?- pregunta con diversión.
-Pues sí- sonríe, llevando una mano hasta su cuello para acariciar la piel de allí -, es algo muy fuerte...
-Pero enserio...
-No sé, nena- observa sus ojos mientras acaricia su pálido cuello -. Sé que a George le gusta mucho Amaia, y sé que ella es importante para él- dice, sincero -. ¿Te preocupa?
-No es eso- mueve la cabeza, colocando una mano en el brazo estirado de Fred -. Sólo me preocupa que Amaia se meta en nuestro mundo, ella puede salir mal parada.
-Lo sé- el pelirrojo asiente -. George no lo permitirá... aunque le cueste mentirle, es por ella- dice y la Lupin asiente -. Por eso sé que Amaia le importa. No te preocupes, ángel, no le pasará nada.
-Sí- asiente, no muy convencida.
-¿Nos bañamos?
-¿Juntos?- la menor se separa para agarrar la ropa y cerrar el armario.
-Hombre... hay que ahorrar agua- dice, dejando una cachetada en el trasero de la chica que se había encaminado hacia la puerta.
Ella se gira con una sonrisa.
-Ya, claro- dice sarcástica -. Anda, vamos...
Con una sonrisa, Fred va tras ella.
Después de visitar al abuelo Teddy, que estaba mejorando pero seguía sin despertar, Ylenia junto a sus dos Weasley, se encontraban en la casa Lupin.
Los gemelos estaban en la cocina haciendo el almuerzo, y la chica acompañaba a su padre en el jardín.
-Así es- Remus asiente, agachando su cabeza.
-Papá... ¿de verdad?- pregunta con sorpresa -. ¿Mamá te ha pedido el divorcio?- el mayor asinte, y ella alza las cejas.
A la castaña también le jodía toda esta situación, y es que joder, eran sus padres.
Desde que tiene uso de razón sus padres habían estado juntos, y para ella verlos como pareja había sido de referente y expectativa de pareja.
Pero ahora todo se había arruinado.
Todo se había ido a la mierda.
Ella sólo esperaba no ser una de esas familias que tenía que hacer dos cumpleaños para que sus padres no se vieran, sobre todo por los bebés que traía en camino.
No le gustaría que tuviera que verlos por separado siempre, pero, eso ya no estaba en su mano, y ella era consciente de ello.
-Lo siento mucho, papá- susurra, agarrando la mano del castaño, brindándole calor.
-Sé que la embarré, Elizabeth- suspira, apretando la mano de su hija -. Y ya no puedo hacer nada para arreglarlo, tu madre me lo dijo bien claro...- ambos callan, ella sin saber que decir, y él evitando el tema doloroso -. ¿Cómo está el abuelo?
-Mejor- dice, acariciando su mano -, sus signos vitales han mejorado, sigue sin despertar, pero los médicos dicen que hay probabilidad de que lo haga.. ojalá no se equivoquen.
-Claro que no, cariño- sonríe reconfortantemente y ella hace lo mismo -. Ya verás como el abuelo despierta... ese viejo es muy fuerte- Ylenia asiente.
-La comida ya está- se oye una voz y ambos miran hacia la puerta del jardín -, George hizo un pastel de carne riquísimo, ¿venís?
-Sí, Freddie, ya vamos- le sonríe con amor y el pelirrojo asiente, mandándole un beso por el aire antes de irse a la casa otra vez -. Vamos a comer, ¿sí?
-Sí- Remus se levanta, y ambos caminan con lentitud.
-¿Quieres que me quede contigo unos días, papá?- le pregunta, agarrándose a su brazo.
-No, cariño, no te preocupes, yo estaré bien. Tú ahora tienes que cuidarte y estar tranquila.
-Pero puedo estarlo aquí contigo, es que no me gusta que estés solo, papá- discute -. Ed está con mamá y tú estás solo, no me gusta, me preocupa eso, y no te vendría mal un poco de compañía...
-¿Y Fred?- pregunta -. ¿Estará de acuerdo?
-A Fred no le va a importar, me echará de menos y vendrá a verme, pero ya- despreocupa -... pero vamos, que si no estuviera de acuerdo yo hago lo que me da la gana.
-Esa es mi hija- dice con orgullo, sonriendo mientras entra a la cocina.
Después de la cena y los postres, la chica se dispone a hablar con Fred a solas en el jardín, le comenta la situación de sus padres y que ha decidido quedarse con Remus, pero él no se ve muy de acuerdo.
-¿Te tienes que quedar?- pregunta, acariciando las manos de la chica, que las tenía sobre las suyas.
-No quiero dejar a mi papá solo, Fred- dice, acercándose más a él. Estaban sentados cada uno en una hamaca, pero pegados -. Entiéndeme, amor... está solo. No está mi hermano, y me da miedo que esté aquí solo.. de verdad.
Fred suspira, y termina asintiendo mientras la mira.
-Si yo lo entiendo, nena- habla -. Pero es que a mi me da miedo que estéis aquí los dos solos- admite -. Estás embarazada... Ylenia, la casa es grande, ¿si llegan los mortífagos de un momento a otro? Me muero si os pasa algo- habla, esta vez acariciando su barriga.
-Mira- ella se acerca, y coloca las manos de Fred en sus labios, dejando varios besos -, te prometo que me cuidaré, pondré hechizos de protección en la casa, cerraré bien todas las puertas... y tendré seguro en mi habitación cuando duerma, y por supuesto hechizo anti apariciones y cerraremos la chimenea- habla mientras Fred niega con la cabeza -. Estaré bien... además, puedes venir cuando quieras, Fred, yo no me voy a mover de aquí...
El pelirrojo vuelve a suspirar.
-No me quedo tranquilo.
-Venga- ella reconforta su brazo -, hoy me quedaré en el piso y mañana ya vendré, ¿vale?- sonríe -. Además, que puedes venir y colarte en mi habitación por las noches, tonto...
Él ríe.
-Me aseguraré de estar pegado a ti como un grano en el culo- dice, y entrecierra los ojos pensando unos segundos para luego añadir; -. O más bien, estaré pegado a tu culo... esa idea me gusta más.. sí.
Ylenia ríe.
-Vámonos ya, anda- se levanta, seguida de su chico -. Que estoy cansada... y eso que no he hecho nada en todo el día.
-No, pero cuando lleguemos tengo trabajo para ti.
-¿No me digas?- pregunta sonriendo con picardía -, ¿qué es?
-Hombre, después de chupar ese helado y de esa manera delante mía...- habla, recordando como se comía el helado de caramelo - ¿no pretenderás que me quede quieto?
-Oh- tuerce sus labios divertidamente -, eres un pervertido- se queja bromeando -, ahora resulta que no puedo comer helado...
-Claro que puedes- dice, agarrando su mano para caminar hacia la casa -, pero si lo haces, luego tendrás que chupar otra cosa.
-Maldito salido- riendo, entra a la casa antes de que su padre escuche algo.