❝ Forbidden ❞ || Michaeng

By _xYoungOnce

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❝ Aveces las sensaciones prohibidas son las mejores ❞ ⚘ Aclaraciones en el primer capítulo ¡! ⚘ Mención de... More

𓏲 Prólogo
𓏲 Capítulo 2
𓏲 Capítulo 3
𓏲 Capítulo 4
𓏲 Capítulo 5
𓏲 Capítulo 6
𓏲 Capítulo 7
𓏲 Capítulo 8
𓏲 Capítulo 9
𓏲 Capítulo 10
𓏲 Capítulo 11
𓏲 Capítulo 12
𓏲 Capítulo 13
𓏲 Capítulo 14
𓏲 Capítulo 15
𓏲 Capítulo 16
𓏲 Capítulo 17
𓏲 Capítulo 18
𓏲 Capítulo 19
𓏲 Capítulo 20
𓏲 Capítulo 21
𓏲 Capítulo 22
𓏲 Capítulo 23
𓏲 Capítulo 24
𓏲 Capítulo 25
𓏲 Capítulo 26
𓏲 Capítulo 27
𓏲 Capítulo 28
𓏲 Capítulo 29
𓏲 Capítulo 30
𓏲 Capítulo 31
𓏲 Capítulo 32
𓏲 Capítulo Final
𓏲 Extra O1
𓏲 Extra O2
𓏲 Extra O3
𓏲 Extra O4
𓏲 Extra O5

𓏲 Capítulo 1

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By _xYoungOnce

— Nayeon, este uniforme me hace ver gorda — se quejó la rubia viéndose en el espejo de cuerpo completo de su habitación.

— Es lo que dices siempre — rodó los ojos la castaña — ¿Para eso me llamaste? Te recuerdo que nos veremos en unos minutos.

Chaeyoung frunció el ceño y se cruzó de brazos, viendo a Nayeon a través de la pantalla de su celular que estaba puesto de manera vertical en uno de sus muebles para que pudiera verla completamente.

— Ayúdame a elegir los accesorios — mostró su juego de anillos y aritos de diferentes estilos.

— ¿Cuál es la ocasión? — enarcó una ceja con sospecha.

— Escuché que vienen de intercambio algunas estudiantes — respondió indiferente.

— ¡Ahora entiendo todo! — negó con la cabeza mientras dejaba escapar una corta risa — Ponte los negros, te quedan bien.

— ¡Gracias! — corrió de nuevo hacia el espejo y se puso el par de aritos que Nayeon había elegido — De seguro vendrán chicas muy linda.

— Es lo único que te interesa.

— ¡Chaeyoung, llegarás tarde si no te vas ahora! — gritó su madre desde el primer piso de la casa.

— ¡Voy en seguida! — guardó sus libros en su mochila y peinó su cabello lo mejor que pudo — Nos vemos, Nayeonnie, ¡no se te ocurra entrar al salón sin mí!

— Si, si, como digas, apresúrate — y cortó la llamada.

Metió su celular en el bolsillo del pantalón y salió de su habitación con su mochila en su hombro, emocionada por su día en la escuela. Se despidió de sus padres antes de salir por la puerta principal y empezó a caminar por la solitaria calle del vecindario, la escuela quedaba muy cerca por lo que ir caminando no era ningún problema para ella, aunque a veces sus padres insistían en ir a dejarla.

— ¡Chaengie!

Chaeyoung se dió la vuelta con una enorme sonrisa rápidamente al escuchar esa maravillosa voz que reconocía perfectamente, pero sus ánimos decayeron tan pronto vio al mismo chico con sus manos rodeando la cintura de Mina, sonriendo con orgullo.

— Mina, hola — sonrió forzosamente, incómoda por la presencia de su novio.

Mina quiso acercarse a abrazarla como forma de saludo, pero el chico a su lado apretó su cintura de manera disimulada, deteniéndola de golpe. Chaeyoung notó la manera tan forzada en la que ese chico trataba a su mejor amiga, estaba muy molesta, pero no podía meterse, ya en varias ocasiones habían hablado al respecto y Mina se negaba a dejarlo, así que ese ya no era su problema por más triste que se sintiera.

— Hola a ti también, Jaehyun — sonrió de la misma manera.

— Min, vámonos que mi papá nos espera — ignoró a la rubia y se llevó a Mina que, sin ninguna protesta, se dejó guiar por el pelinegro.

— Vámonos que mi papá nos espera — repitió para sí misma con voz aguda mientras hacía una mueca de disgusto. Suspiró triste, viéndolos entrar al brillante carro negro que los esperaba — Estúpido engreído — hizo un puchero y siguió su camino hacia la escuela.

Al llegar, se encontró con su castaña y sonriente amiga, la saludó con un fuerte y cariñoso abrazo antes de entrar a su salón. Tomaron asiento en su escritorio compartido de siempre, pero Chaeyoung notó rápidamente a sus nuevas compañeras, deleitándose con la vista.

— Son muy guapas, Nay — murmuró, Chaeyoung sin despegar la mirada de una en específico.

— No seas tan obvia, deja de verla — la golpeó levemente para que reaccionara, pero parecía que seguía sin escucharla — ¡Mira, Mina está aquí!

— ¿Qué? ¿Dónde? — preguntó, buscando con la mirada a la mencionada, pero su expresión cambió a una más seria al escuchar a la castaña reír a su lado — ¡Que idiota!

— Idiota tú, Mina ni siquiera estudia aquí.

— Mejor vete y busca otro asiento, la chica linda no tiene en dónde sentarse — la empujó fuera de su silla, notando que la chica que había estado viendo se estaba acercando— ¡Apúrate!

— Eres increíblemente traicionera, Son Chaeyoung — frunció el ceño, tomando sus cosas para buscar un asiento hasta atrás.

Chaeyoung no le hizo caso, sabía que no estaba molesta.

— Hola... ¿Está libre este asiento? — habló la más alta con timidez, sonriéndole de manera amable.

— Claro, puedes sentarte — asintió, sonriéndole de la misma manera.

Nayeon miraba todo desde la parte trasera del salón, murmurando algunos insultos para Chaeyoung.

— Así que... Es tu primer día — habló Chaeyoung luego de unos segundos en silencio— Me llamo Son Chaeyoung, ¿y tú?

— Me llamo Chou Tzuyu, pero puedes decirme solo Tzuyu. Es un gusto, Chaeyoung.

Chaeyoung sentía que iba a derretirse con cada palabra que salía de esa maravillosa chica, no podía dejar de verla; era alta, con cuerpo muy bien trabajado y una sonrisa encantadora, además de que parecía ser muy amable.

— El gusto es mío.

El resto del día, Chaeyoung no hizo nada más que entablar conversación con Tzuyu, preguntándole sobre su vida, sus gustos o cualquier cosa que la hiciera hablar para seguir escuchando su melodiosa voz. A la hora de la salida, la sonrisa que Chaeyoung llevaba en el rostro no se podía borrar. Claramente no estaba enamorada, pero sin dudas deseaba pasar mucho más tiempo con ella, principalmente porque era demasiado atractiva.

— Tierra llamando a Chaeyoung, ¿me escuchas? — habló Nayeon, pasando su mano frente a los ojos de Chaeyoung que no dejaban de ver a Tzuyu alejándose entre las personas — Dios, enfócate, Chaeyoung.

— No va a resistirse a mis encantos, ya verás — mordió su labio inferior, esbozando una sonrisa pícara.

— Ajá ¿Y Mina?

— Tiene novio, no molestes más con eso — se cruzó de brazos e hizo un puchero, empezando a caminar hacia la salida también.

— Eso no quita que estés enamorada de ella — recalcó, alcanzando a su berrinchuda amiga — Tú solo estás buscando una excusa para olvidarla.

Chaeyoung miró de reojo a la castaña, aún con el ceño fruncido, molesta porque tenía razón. Decir que otra guapa chica iba a hacer que olvidara a Mina, era demasiado exagerado; sus sentimientos por la pelinegra eran muy profundos como para olvidarlos de un momento para otro, aunque sabía perfectamente que esos sentimientos estaban quedando en la nada.

— Mina nunca va a corresponderme por muchas razones.

— ¿Sabe que te gusta?

Negó rápidamente — Y nunca debe saberlo, no quiero que piense que es esa típica historia de la chica lesbiana que se enamora de su mejor amiga heterosexual.

— Bueno, jamás sabremos cuál sería su opinión al respecto — soltó un suspiro, jugueteando con un lápiz entre sus dedos. A ella no le interesaba con cuántas chicas salía de vez en cuando Chaeyoung, pero le preocupaba que eso podría dañarla terriblemente por no poder expresar sus sentimientos, porque aunque no lo demostrara, sabía que estaba sufriendo de cierta forma — Y si me lo preguntas, sí es esa típica situación en donde la chica lesbiana se enamora de su mejor amiga heterosexual. — rió, siendo empujada levemente por la otra que había empezado a reír también.

Siguieron hablando por un corto tiempo más hasta que tuvieron que separar sus caminos. El día no estaba tan soleado como solía estar, siendo un alivio ya que Chaeyoung odiaba caminar bajo el sol.

Cuando llegó a su hogar, se giró a ver la casa de los Myoui, todo estaba cerrado a excepción de la ventana de Mina, las cortinas estaban abiertas, lo que significaba que estaba ahí. Quiso tocar la puerta y proponerle hacer tarea juntas, pero se detuvo ante tal pensamiento, de seguro estaba con su novio y no estaba de ánimos para encontrarse con escenas que no deseaba ver, porque, aunque Mina le jurara que nunca se había dejado tocar por su novio, no terminaba de creerlo; un chico de diecisiete que no toca a su novia era algo muy difícil de creer, menos si estaban a solas en esa enorme casa.

Quería creer que había una posibilidad de que estuviera diciendo la verdad por la manera en la que fue criada, tan sumisa a las reglas de sus padres y sus creencias, tal vez, solo tal vez estaba diciendo la verdad.

Bufó molesta y entró a su solitaria casa, sus padres trabajaban y era hija única, así que no había nadie que pudiera molestarla durante toda la tarde. Subió a su habitación y dejó sus cosas tiradas en el suelo, procedió a desvestirse para tomar una larga y relajante ducha, quería apartar cualquier triste pensamiento en cuanto a la pelinegra de la casa de enfrente.

Mientras sentía el agua fría en su piel, pensaba en lo idiota que había sido al enamorarse de Mina, a su alrededor siempre habían chicas guapas con familias menos complicadas, pero no, ella debía enamorarse justo de la imposible con familia homofóbica y venenosa.

Apartó esos pensamientos y trató de pensar en otras cosas referentes a la serie que estaba viendo, sacando teorías sobre cómo terminaría; al menos eso la mantenía distraída.

Salió del baño usando su bata y se dirigió hacia su tocador, eligió una crema con olor a frutos rojos para ponerla sobre su piel, dándole suavidad. Le gustaba mimarse cada vez que podía, la hacía sentir bonita; usar productos para cuidar su cabello y piel era casi un pasatiempo, siempre se tomaba el tiempo de elegir y buscar los mejores productos.

Abrió una de sus gavetas en busca de su ropa interior, y mientras revolvía entre sus cosas, encontró uno de sus juguetes favoritos, pensando en que esa gaveta no era un lugar seguro para esconderlo. Mordió su labio inferior con duda, debatiéndose sobre si pasaba su tarde jugando o haciendo tareas, pero aquel vibrador y su calor repentino ganaron casi automáticamente. Cerró la gaveta de su mueble y acomodó unas cuantas almohadas en el respaldo de la cama, sacó un pequeño bote de lubricante que siempre guardaba en la mesita de noche a un lado de su cama y se recostó sobre la pila de almohadas.

No se consideraba una persona tan necesitada cuando de sexo se trataba, pero últimamente se había estado sintiendo muy sola, empezó a rechazar a distintas chicas porque ya no se sentía con muchos ánimos para seguir con esa vida, aún estaba muy joven y no quería que su vida girara en torno a eso, así que de vez en cuando recurría a sus preciados juguetes que logró comprar a través de algunos contactos, ya que, al ser menor de edad, no la dejarían hacer la compra.

Desató el nudo de la bata y dejó su piel expuesta, sintiendo como el aire que entraba por la ventana le daban escalofríos. Para esas ocasiones, su mente era muy poderosa y creativa, era el único momento en el que podía fantasear como quisiera con la imagen de su guapa vecina, ese era su pequeño momento, imaginándose hasta sus más oscuros deseos con la pelinegra. No podía evitarlo, pasar sus manos por su cuerpo e imaginar que eran las de Mina, hacía que el placer aumentara en demasía.

Porque Mina era su más grande deseo.

— Jae, en serio debo hacer tareas — dijo por tercera vez Mina ante la insistencia del pelinegro por quedarse con ella

Justo ese día, los padres de Mina habían salido a una importante reunión, por lo que la casa estaba sola, así que quería aprovechar para pasar la tarde con su mejor amiga que hace mucho no visitaba, y cuando la vio llegar a su casa, las ansias porque su novio se fuera, aumentaron.

— Pero podemos hacer tarea juntos — se pegó más a ella, hablándole de manera cariñosa.

— No creo que mis padres aprueben que estemos aquí nosotros solos — le dijo con seguridad, viéndolo con frustración. Estaba cansada de pasar todo el día escuchándolo hablar de sus cosas, no quería ser grosera, pero él ni siquiera le preguntaba cómo estaba, tampoco la dejaba hablar mucho, todo solo giraba en torno a él.

— Lo sé — suspiró derrotado. Sabía que Mina tenía razón, que dos adolescentes de diecisiete años estuvieran solos en una habitación no estaba bien, se podrían ver tentados en algún momento — Me iré entonces, Min, gracias por hacerme entrar en razón — le sonrió, tomando sus cosas para irse — Llamaré un taxi y te avisaré cuando regrese.

— Me parece bien — asintió, acompañándolo hasta la entrada de la casa — Nos vemos mañana — se despidió con la mano.

Jaehyun se despidió de la misma manera y se fue, dejándola sola por fin. Corrió escaleras arriba y tomó una corta ducha, tenía planeado pasar la tarde con su mejor amiga y ver algunas películas, ya había incluso seleccionado las opciones. Salió del baño, se puso ropa casual para estar en casa y se dirigió a la casa de los Son.

Tocó la puerta unas cuántas veces y no hubo respuesta, volvió a tocar y aún nadie llegaba a atenderla; pensó en la posibilidad de que estaba dormida o tomando una ducha como siempre hacía, así que decidió esperar un momento, pero el tiempo seguía pasando y ella no podía regresar tan tarde a su casa, así que optó por subir por la parte trasera de la casa hasta la ventana de la rubia.

Habían descubierto que podían entrar sin ser descubiertas desde ahí. Vio hacia la ventana de la habitación y efectivamente estaba abierta, aunque las cortinas estaban cerradas. Subió con cuidado utilizando como soporte las barandas de las ventanas de abajo hasta que por fin llegó al balcón de la habitación. Limpió sus manos en su pantalón y caminó hacia la enorme ventana corrediza, cuando estuvo a punto de apartar las cortinas, algo la detuvo de golpe, causando que retrocediera un paso hacia atrás.

— Mina... Uhm si... Hazlo más fuerte — gimió con voz aguda la rubia — No te detengas — volvió a hablar, sus ojos cerrados con fuerzas y sus manos sobre su cuerpo.

Mina sintió un extraño revoltijo en su estómago y se acercó de nuevo, sintiendo la curiosidad de saber por qué su mejor amiga la había mencionado. Apartó un poco las cortinas, lo suficiente para ver qué pasaba dentro de la habitación y no ser descubierta; grande fue su sorpresa al presenciar con sus propios ojos aquella escena que, por alguna razón, no podía dejar de ver.

Chaeyoung estaba con sus piernas abiertas introduciendo un consolador en su entrada mientras con su otra mano, masturbaba su hinchado clítoris, gimiendo como loca, nombrando a Mina con cada vez que su juguete entraba en ella, sintiendo el placer recorrer todo su cuerpo, su piel brillando por el sudor y su mano doliendo por el esfuerzo.

La pelinegra seguía viéndola, sintiéndose cada vez más atraída. Sin darse cuenta, sus bragas comenzaron a mojarse, haciendo presencia cada vez más sobre su ropa interior. Una sensación de incomodidad la invadió, siendo algo tan nuevo y diferente para ella.

— ¡Ah! Si, así me gusta, Mina — volvió a gemir con fuerza, poniéndose de nuevo en su posición inicial para poder masturbarse.

Una corriente recorrió todo el cuerpo de Mina, sintiendo sus mejillas arder de vergüenza ante la manera en la que seguía gimiendo su nombre, tan necesitada y excitada.

— ¡Oh, Dios, si! ¡Mina! — gimió fuerte cuando su ansiado orgasmo por fin llegó, haciéndola temblar por tanto placer.

Mina se alejó rápidamente luego de verla terminar, escondiéndose para que Chaeyoung no la viera, no debía darse cuenta de que estaba ahí, debía esperar al menos unos cuantos minutos para dejarla vestirse de nuevo y que su incómoda excitación bajara.

Cuando escuchó la puerta del baño cerrarse, pudo respirar con más tranquilidad. Escondió su rostro entre sus manos sintiendo vergüenza y pensó en qué hacer, ¿debía irse o quedarse?

Una parte de ella quería salir huyendo de ahí y encerrarse en su habitación para pensar bien en lo que acababa de ver, pero la otra parte le seguía exigiendo que se quedara a pasar el tiempo con su mejor amiga, a la que había dejado de lado desde hace un tiempo.

La puerta del baño volvió a cerrarse, quedándose sin tiempo para analizar la situación y decidirse, así que hizo lo primero que pensó.

— Chaeyoung, ¿puedo entrar? — preguntó desde el balcón, empezando a sentirse nerviosa.

Chaeyoung se quedó quieta unos segundos al escucharla hablar, reaccionando tiempo después. Vio su habitación y estaba hecha un asco, las sábanas sucias y desordenadas, su juguete y lubricante tirados en el suelo. Definitivamente no podía dejarla pasar todavía.

— Eh, si, pero espera un momento — le dijo antes de empezar a arreglar todo. Metió las sábanas al cesto de ropa sucia y lo demás lo escondió bajo su cama, ya después buscaría un mejor lugar para guardarlo — ¡Ya puedes pasar!

Mina entró por fin a la habitación, encontrándose con Chaeyoung en medio de esta con una gran e inocente sonrisa, como si hace unos minutos no hubiera estado masturbándose, lo cuál la hizo preguntarse cuántas veces, Chaeyoung había hecho eso antes de verla.

— ¡Mina! — corrió hacia ella con alegría, tirándose a sus brazos como siempre hacía cuando se saludaban, porque a Mina le gustaba abrazarla y sentirla cerca. El cariño físico que le demostraba parecía ser algo normal para ella, había visto a muchas chicas en su escuela ser cariñosas entre sí sin necesidad de ser una pareja, por lo que llenar de besos y abrazos a su mejor amiga, no estaba mal, siempre se convenció de eso como una excusa para no dejar de hacerlo.

— Hola — sonrió, abrazando con fuerzas a la más baja. Trató de apartar de su mente todo lo sucedido hace unos momentos, enfocándose solamente en lo mucho que la había extrañado— Tengo algo de tiempo, mis padres no están en casa — dijo al separarse, pero aún estaban muy cerca; ya estaban acostumbradas a ser de esa manera.

— ¿Y tu novio? — hizo un puchero, sintiéndose cálida con los brazos de Mina rodeando su cintura

— Acaba de irse, así que ¿vemos algunas películas?

Chaeyoung asintió emocionada y se soltó del agarre, bajando a la cocina entre pequeños saltitos por algo de comer.

Mina la miró irse, esbozando una sonrisa en su rostro, preguntándose qué era ese nuevo y diferente sentimiento en ella.

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