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Busan, Corea del Sur
5 de marzo 10:45 am.
Taehyung
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Todo se llenó de oscuridad y silencio. El teléfono dejó de sonar, dejaron de escucharse las preguntas y la preocupación de mi amigo tras ellas.
—¿Nam..?—pregunté al aire como si estuviera frente a mi. Sin embargo, no hubo respuesta alguna.
Todo fue tan claro con ver a través del agua, nuevamente era yo sin esa máscara, con el silencio como mi aliado, volví a mi sitio como si fuera mi cuestión.
Estúpida alfombra. Pensé.
Todo estaba manchado de su asquerosa sangre. Que repugnante.
Se alumbraban sus heridas de una manera casi perfecta sobre aquel piso, como si fuera su único lugar en donde encajaban. Y contemplé mi mano, aquella en donde se posaba la tarjeta más extraña. Era otra vil baraja que se volaba del casino, tan típico, pensé de manera típica.
Al recorrer su mirada, me acechaba incluso en la muerte, pero pude encararlo sabiendo que era tan valiente y estúpido al mismo tiempo, por ser un cobarde hasta aquel momento. Aunque no todo se volvió color de rosas, todo se volvió tan putrefacto como aquel cuerpo en un instante.
Y fueron segundos de una suciedad asquerosa.
Olía a sangre, a viles colonias tan putrefactas como aquella agua de las rosas sobre la mesa. Grises y verdes cual moho con los olores más horribles del planeta. Y sus ojos, se volvieron uniformes, con una capa gris y azulada sobre su pupila pero… comenzó a convulsionar sobre el suelo.
Y sólo opaque los sonidos guturales extraños provenientes de lo que quedaba de mi padre; tarareando el paisaje que Debussy me brindaba, "Claro de luna" siempre fue la favorita de mi madre. Entendía porqué ella siempre la repetía, armonía tras armonía la cantaba con su dulce voz opacando la oscuridad del mundo. Pero aquella paz, no fue infinita. Comenzó a movilizarse de nuevo, moviendo un dedo y luego otro, así hasta mover el brazo y abrir los ojos.
Era tan indescriptible ver a aquel cuerpo, se notaba con tanta oscuridad dentro; sin nada. Como un cascarón que sólo imponía miedo.
No había mucha diferencia...
Aquella desconfianza sobre un acto continuo, un acto que terminaría en algo oscuro y trágico. Una tragicomedia en sus más viles guiones.
Porque la acción que aconteció, me dejó sin palabras y perplejo en mi lugar. Sintiendo aquella falta de aire demasiado intensa.
Mientras yo moría de asfixia por el asma, él se arrastraba sobre la madera hasta volver a tocar a mi hermana, y sin pensarlo, comenzó a comérsela.
Derrochando su sangre a tal punto de quedarse sin ella, solo viendo sus ojos sobre mi.
Esa imágen era tan traumatizante en mi mente que no me pude mover. Quería vomitar y llorar; pero no lo hice...
Sólo esperé ahí parado observando aquel acto tan turbio, consumiendo mi mente con aquella repugnancia. Hasta que en el intento de el escape choqué con la mesa y sólo escuché aquel jarrón podrido quebrarse.
Y la gota que colmó el vaso, fue aquel sonido. Una nota tan rasposa que era una alarma de escape.
Hasta que hice lo que siempre hacía; correr...
Correr al escondite del ratón, aquel lugar el cual era parte de mi durante toda mi vida.
Correr sobre las maderas rotas dejando un camino de sangre.
Sangre es lo que quería. Y yo estaba repleta de ella.
Así que sólo el primer paso fue el bloqueo, el bloqueo mental del miedo y la adrenalina, como si fuera un baile contemporáneo. Siendo la caída, la primera de mis facetas.
Quise alejarme y seguir escondido tiritando del miedo, pero solo pensé en que aquel bloqueo no serviría. Sus ojos me comían vivo, buscándome con su mirada apagada me encontró en aquel escondite.
Sin embargo, sucedió algo incongruente; mi teléfono volvió a prenderse con el sonido de llamada de Nam. Y eso sugirió el segundo paso de la danza. Sus ojos se prendieron en un fuego mismo, como si fueran los del diablo, su acción que nunca practicaba de humano se volvía inverosímil, demasiado irreconocible. Una desesperación me mantuvo alerta aún con mi asma silenciosa, que me hizo pensar en salir de ahí lo más pronto posible, e ir por el inhalador en el cajón detrás de aquella criatura. Y aquella alarma, fue mi salida marcada; ya que, sus rasguños me indicaban una serie de deseos por un sonido "fuerte", atrayente al oído. Las notas eran incomparables y molestas a sus sangrantes dedos por alcanzarme, hasta un punto que casi lo logra rozando mi playera. No lo pensé y aquella acción fue la que me salvó la vida. Una inesperada respuesta de Nam me había abierto las puertas a la salvación; una salida.
Así que tomé el móvil y lo arrojé lejos, y de pronto vi mi hipótesis comprobada. Pero no fueron los segundos los que fueron lentos, fueron mis pisadas del acecho del miedo y la adrenalina que me mantenían despierto, y la respiración fue la que se me fue acabando. En un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba del otro lado del cuarto adueñándome del poco alivio que me podía brindar mi inhalador. Pero lo que no predije, fue aquella nota grave que accionó los oídos de la criatura.
Maldito inhalador.
En un momento podía salvarme la vida y al otro condenarme. Era tan vil y veloz que escuché su saliva cayendo, su terquedad y hambruna de mi. Ese fue su pensamiento constante y me di cuenta que no había cambiado, que era él mismo en un cuerpo desgastado. Y aquello me provocó adrenalina y confusión, para que mi segundo movimiento fuera el indicado.
Esconderme detrás del mueble.
Sin hacer ruido, observé su movimiento continuo de sed de sangre y lo analicé como si se repitiera mi vida una y otra vez, hasta que algo cambió mi perspectiva.
Un bulto en mi espalda generó mi satisfacción deseada y como comprobación acaricie aquella arma escondida como yo.
Una escopeta.
Bingo.
Y sonreí hacia mi objetivo.
• ─𖥸─ ·
Tae está en una situación cambiante y aterradora. ¿Podrá salir ileso? 🤔
Lo sabremos el siguiente capítulo ^^
¿Qué opinan de la historia?, ¿Les va gustando el desenlace?
Dejen sus comentarios :)
Nos leemos pronto ♡
Agatha.