Alí soltó las manos de los cuatro hombres. Les miró a los ojos, los miró fijamente y luego asintió con la cabeza.
"Esperen aquí. Bajaré las protecciones lo suficiente para que podamos entrar, sin alertar a Dumbles".
Los demás asintieron y observaron cómo ella caminaba unos dos metros. Cantó en latín durante tres minutos; luego se clavó un cuchillo en la muñeca izquierda y dejó que seis gotas de su sangre cayeran al suelo. Observaron cómo las vallas brillaban visiblemente en el aire durante un momento, y luego se creó una abertura circular.
Ali se volvió hacia ellos y les hizo un gesto para que pasaran.
"¿Cómo anulaste las protecciones?" le preguntó Wallis, con curiosidad.
"Esta es una propiedad de los Black. Soy Lady Black". Ali sonrió, mientras se escuchaban algunas risitas de los demás. "Wallis, Pierre. Harry está en la torre del este. Por favor, cogedlo y salid de aquí. Sev, Lucius. El Chucho está en el vestíbulo delante de nosotros. El viejo demente está en el salón principal. Una vez que los cuatro hayan terminado, salgan de aquí. Puede que tenga que invocar Poderes que los Mortales no pueden soportar". Ali habló con seriedad, mirándolos.
"Si usas esos poderes, ¿qué le pasará a tu cuerpo de Mortal, Ali?" preguntó Wallis, mirándola fijamente a los ojos.
Ali apartó la mirada y suspiró.
"Sólo hay que terminar aquí lo más rápido posible". Ali asintió con la cabeza, y luego llamó a las sombras para que la cubrieran.
Wallis maldijo en voz baja, y luego se puso en plancha,
"Poneos en marcha. Hacemos esto tan rápido como podamos, y Ali espero que no tenga que usar esos Poderes".
"¿Qué les pasa?" preguntó Severus.
"Todavía está habitando un Cuerpo Mortal. Ali es Maestra de la Muerte; sin embargo, su cuerpo mortal no puede soportar esa clase de Poderes. Ella es inmortal, en el sentido de que su alma simplemente no morirá; su cuerpo sí. Ali no sabe qué pasaría si su cuerpo muere. La muerte tampoco puede decírselo. Puede que se convierta en una entidad sin cuerpo, puede que tenga un poder que un cuerpo mortal simplemente no puede tomar sin desintegrarse. No sé lo que puede pasar. Vámonos".
Con esa nota sombría, los cuatro hombres se separaron, dirigiéndose a sus objetivos.
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Harry levantó la vista al estar seguro de que sentía a su mamá. Sonrió mientras permanecía sentado en la cama. Sabía que su familia vendría por él. Quería ir a casa. El viejo malvado había entrado a hablar con él varias veces; era extraño, hablaba de que Harry ya no tendría nombre, de que sería un arma perfecta y sumisa. Habló de devolverlo a los Dursley. También había dicho muchas malas palabras sobre mamá.
Harry odiaba a ese viejo.
El hombre de los ojos locos había intentado decirle a Harry que era su padrino. No dejaba de llamar a Harry, James. También trató de convencer a Harry de que lo amaba, y de que lo iba a criar, y de lo afortunado que era Harry de que Dumbledore lo salvara de mamá.
A Harry tampoco le gustaba mucho aquel hombre de ojos locos.
Harry se quedó mirando la puerta; alguien la estaba haciendo sonar. Se abrió y...
Wallis entró. Sonrió a Harry y habló,
"Oh, Raven. Ven, no huyas de mí. Ven, dejemos este lúgubre lugar, y vayamos a casa por la noche estrellada".
"Oh Esmeralda. No huyas de mí. Una vez que nos vayamos de este lugar incoloro, podremos ir a casa bajo la víspera de la luna". Contestó Harry.
Wallis sonrió a Harry, y se acercó a él, levantándolo, colocándolo en su cadera.
"Bien hecho, mi pequeño Raven. Has recordado muy bien el código que tu mamá y tú habéis ideado. ¿Está bien si Pierre te escanea, para asegurarse de que estás bien?"
Harry asintió. Pierre se acercó, con su varita en la mano, y lanzó un hechizo sobre Harry. Miró a Harry y los resultados del hechizo con atención. Finalmente, asintió con la cabeza y sonrió a Harry mientras hablaba,
"No hay señales de ningún hechizo, excepto la eliminación de los hechizos de rastreo y localización. Tampoco ha comido ni dormido desde que está aquí".
Wallis asintió, y miró a Harry.
"¿Listo para ir a casa, Raven?"
"¿Dónde está mamá?"
"Ella se va a asegurar de que los hombres que te alejaron de ella no puedan volver a hacerlo. No te preocupes, Raven. Ella volverá a casa contigo". Wallis sonrió a Harry, ignorando la leve mirada que Pierre le dirigió. Wallis sabía que probablemente no debería haberlo dicho, pero quería asegurar a Harry, (y a sí mismo) que ella lo haría.
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Severus y Lucius estaban frente a Sirius Black. Severus tenía que decir que nunca había olido nada que oliera tan mal como lo hacía Black. Y eso que había sido profesor de pociones, enseñando a los tontos de primer año durante los últimos cuatro años. Black tenía, bueno, mal aspecto.
Su pelo parecía que una rata se había electrocutado y había decidido instalarse en su cabeza.
Olía como algo salido de un cerdo, se revolcó en excrementos de ratón durante un tiempo, hasta que finalmente le salieron patas, y corrió bajo la cama de un niño de catorce años durante unas semanas.
Sus ojos estaban simplemente locos.
También había estado balbuceando sobre que Dumbledore era el salvador, sobre que el Señor Tenebroso no estaba muerto, sobre que Alí era escoria, y sobre una mujer que probablemente se abría de piernas para...
"Furnuculus. Bombarda Maxima. Tormentum". Severus gruñó los tres hechizos en rápida sucesión, cada uno de los cuales golpeó al Chucho y lo envió en espiral.
Estaba cabreado.
Lucius se rió suavemente y se apartó, con la varita en la mano derecha, contento de ver cómo Severus se encargaba de esa maldita mancha en el árbol genealógico de su esposa. Lo estaba disfrutando.
Una vez que Black se hubo levantado, lanzó unos cuantos hechizos a Severus, que se limitó a esquivar o bloquear los estúpidos hechizos de broma que estaba utilizando.
"Langlock. Crucio". Severus no quiso escuchar los gritos. Mantuvo a Black bajo el cruciatus durante casi un minuto completo antes de sentir que una ola de magia lo inundaba. La reconoció como la de Ali. Apretó los labios. Severus deseaba desesperadamente torturar a Black hasta la muerte, pero quería más asegurarse de que Ali volviera con ellos.
Eso no significaba que no pudiera tomarse unos momentos para vengarse de su principal atormentador.
"Levicorpus". Cuando Black se elevó en el aire, de lado a lado, Severus lo miró fijamente a los ojos. Con un simple movimiento de tajo, y un gruñido, "Sectumsempra", la cabeza de Sirius Blacks cayó al suelo. Severus dejó que el cadáver cayera al suelo, suspiró y se volvió hacia un Lucius de aspecto ligeramente engreído. Severus le frunció el ceño y habló,
"Cállate, Lucius".
"No he dicho nada, amigo mío".
"No tenías que abrir la boca para decirlo, Malfoy".
"Sabes, puede que tengas que ponerte en plan neandertal con Ali para que se dé cuenta de tus sentimientos por ella. Después de todo, acabas de decapitar literalmente a un hombre por insinuar que era una mujer suelta".
"No lo soy, y no puedo reiterar esto lo suficiente Malfoy, NO voy a golpear a la mujer que me importa en la cabeza, y arrastrarla a mi cueva, Lucius".
"¿Temes que te clave uno de sus cuchillos en las tripas cuando venga también?" preguntó Lucius, esforzándose por no reírse.
"No. Soy muy consciente de que probablemente me castraría y luego me mataría. Ya oíste la historia que contó Wallis sobre ese idiota insípido de la ICW que intentó meterle mano".
Lucius resopló; había sido una historia divertidísima.
"Aun así, es posible que quieras darle a conocer claramente tus intenciones. Cuando Dumbledore se haya ido, habrá varios pretendientes compitiendo por sus atenciones". Lucius habló con seriedad mientras los dos hombres salían de la mansión.
"Ya tengo redactado un contrato de cortejo; pienso presentárselo en la cena de la semana que viene".
Lucius le sonrió y asintió con la cabeza mientras sentían que otra oleada de magia pasaba sobre ellos. Los dos miraron la mansión y luego el uno al otro antes de aparecerse en la mansión Peverell.
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En el salón principal de la mansión, Ali se quedó mirando a Dumbledore. Ambos tenían algo de sangre corriendo por sus cuerpos a causa de las numerosas heridas provocadas por los hechizos del otro. El salón de baile estaba destruido; las baldosas del suelo habían sido arrancadas y transfiguradas en diversas cosas, desde cristal, hasta agua, pasando por mariposas. Las paredes tenían muchos agujeros; también habían sido arrancadas en pedazos. Alí se dio cuenta de que estaban dañando la integridad estructural del edificio; esta pelea tenía que terminar rápidamente, o el edificio se iba a derrumbar.
Ambos combatientes jadeaban mientras se miraban el uno al otro. Habían hecho una pausa en su lucha cuando ambos reconocieron que Sirius Black estaba muerto. Ni siquiera se habían dirigido la palabra, sino que empezaron a destrozarse mutuamente con sus hechizos. Ali pudo ver que Dumbledore se estaba frenando; sin embargo, ella también. La había golpeado con un maleficio rompehuesos, que le había dado en dos costillas. Sabía que las costillas rotas estaban a un solo paso de perforarle los pulmones. Vio que Dumbledore se estremecía y se echó a un lado mientras él le enviaba un hechizo de fuego.
Ali lanzó una daga a Dumbledore, golpeándolo en el hombro, mientras invocaba el Poder de la Muerte. Sabía lo peligroso que era esto; le había dicho a Wallis que no estaba segura de lo que pasaría si su cuerpo, actualmente Mortal, moría, especialmente si era porque invocaba demasiado el Poder de la Muerte.
Sí, eso era mentira.
Sabía que si invocaba demasiado Poder de la Muerte en su cuerpo Mortal, éste simplemente se desintegraría. Probablemente no sería agradable.
También significaría que su cuerpo Mortal nunca sería capaz de reformarse. Su alma inmortal pasaría por una especie de metamorfosis. En resumen, significaría que no podría estar cerca de los Mortales, sin abrumarlos con su Poder. Tendría que pasar como mínimo un siglo completo en el Reino de los Muertos para poder contener el Poder y que no interactuara con los Mortales.
Por interactuar, quiere decir desintegrar.
Sí, no es lo ideal.
El Poder inundó su cuerpo, y pudo oír la voz de la Muerte en su cabeza. Hoy la Muerte era un hombre, aparentemente.
"Maestro, sólo puedes usar mi Poder durante no más de dos minutos antes de que te abrume".
"Entendido, Muerte". Ali respondió.
Utilizó el Poder para mantener las costillas en su sitio, incluso mientras se movía, sacando la espada que había traído consigo. Se abalanzó sobre Dumbledore, que transfiguró una hilera de baldosas del suelo en un látigo de llamas. Bloqueó sus golpes de espada con el látigo.
Queda 1 minuto y 45 segundos.
Ali transfiguró parte de la mesa del comedor en pinchos de piedra sobre los que intentó empujar a Dumbledore. Él logró esquivarlas y la golpeó con una conjuntiva. Ali mantuvo los ojos cerrados, incluso cuando utilizó el Poder para eliminar el hechizo de sus ojos. Oyó que Dumbledore se movía detrás de ella, y empujó su espada hacia atrás incluso cuando sintió que él usaba la magia sobre ella.
Ali tuvo que soltar la espada cuando el hechizo la calentó. Utilizó una ráfaga de magia para lanzar a Dumbledore hacia atrás. Ali giró y abrió los ojos. Envió un Sectumsempra a Dumbledore y se alegró al ver que le daba en el muslo.
Fue un golpe de refilón, que cortó ligeramente la arteria femoral. Si Dumbles no conseguía que un sanador lo viera, o lanzara un hechizo de curación, la herida lo mataría en menos de cinco minutos. Ali redobló sus esfuerzos, lanzando hechizos en rápida sucesión para evitar que Dumbledore lo curara él mismo. Consiguió lanzarle un rompehuesos y le rompió el brazo izquierdo. A cambio, él le lanzó un maleficio explosivo que la hizo retroceder y chocar contra una pared.
Quedaban 45 segundos.
Ali podía sentir que el Poder empezaba a afectar a su cuerpo. Le dolía como un cruciatus, quemándole los nervios como un fuego rodante. Se enderezó, miró a un Dumbledore moribundo y tomó su decisión.
No podía, ni quería, permitir que Dumbledore se fuera de aquí.
Ali se disculpó en silencio ante Harry, Wallis, Pierre, Severus, Lucius, Luna, Neville, Fred y George.
Usando todo el Poder que le quedaba, lanzó un hechizo al último soporte estructural que sostenía la Mansión y sonrió a Dumbledore mientras el edificio se derrumbaba.
Directamente sobre ellos.