La mañana siguiente, después de una gran noche de sexo, ambos yacen en la cama, aún acostados mientras mantienen una conversación en un tono bajo y cálido.
-Preciosa- el pelirrojo, con una mano aparta la sábana, observando las marcas que hizo ayer en pecho de su chica, sonríe.
Ella le devuelve la sonrisa, cayendo en la almohada, deja que Fred observe sus pechos y suspira.
-No tengo ganas de levantarme.
-Pues no te levantes- murmura, agachando su cuerpo para besar sus clavículas -. Puedo hacerlo yo por ti todo el día de hoy.
-No- sonríe, acariciando el cabello del Weasley mientras él besaba su cuerpo -, hoy es un día importante y necesito estar en pie.
Efectivamente.
Hoy era el día que Ylenia dejaba su apartamento muggle para ir a vivir en el piso de los gemelos mientras le daban su próxima casa, la cual ya habían pagado a mitades.
Bueno, casi mitades, porque Fred puso más dinero sin que ella se diera cuenta.
Ella ya tenía todo listo en el apartamento, tenía todo metido en cajas, lo único que había que hacer era traerlo todo al piso, y algunas cosas que llevaría a casa de sus padres porque no quería ocupar mucho espacio mientras se quedaba en el piso con Fred.
Y sabía que eso lo haría Fred ya que con apariciones era mucho más rápido y sencillo y ella no podía aparecerse, pero, quería estar despierta el día de hoy para aunque sea, despedirse de su apartamento muggle y ayudar al pelirrojo.
-Estoy feliz- murmura el chico, apoyando la cabeza en su mano y el codo en la almohada.
-¿Sí?- ella acaricia su propia panza.
-Sí- asiente -, por fin vas a vivir conmigo.
La castaña suelta una risa.
-Llevamos meses haciendo eso- dice por lo bajo -, prácticamente vivíamos juntos.
-Lo sé- dice -, pero no es lo mismo oficialmente que clandestinamente- ella asiente, llevando la mano al rostro de Fred para acariciar las pecas de su cara.
-Lo sé, amor. Yo también estoy feliz- suspira con alivio, pasando la yema de los dedos por las pecas del Weasley -. No hay una persona en el mundo con la que quisiera compartir esta experiencia más que contigo- Fred sonríe, y ella pasa los dedos por sus labios -. Te quiero, pelirrojo.
Dedicándole una sonrisa, se inclina para poder unir sus labios en un beso dulce y cálido.
Después de darse una ducha caliente, y cuando digo caliente no me refiero sólo al agua.. ambos empiezan el día.
Se encuentran en la cocina, de pie. Ylenia habla con George mientras el mayor le amasa el trasero a su novia a costas de su hermano.
Y es que, aunque hace escasos minutos había tenido relaciones con ella, le encantaba tocarla en cualquier momento. Claro que ella no se quejaba, al contrario, no le molestaba para nada y le gustaba mucho esa parte de Fred.
Los dos con café en la mano, a excepción de ella que tomaba té con miel.
George se había ofrecido a ayudar a la pareja a traer las cosas del apartamento al piso, también contaban con Remus y Ed, ya que, no eran pocas las cosas que ella tenía y su padre tendría que llevarse más de la mitad, probablemente.
Una hora después, los dos Lupin llegan, y todos aparecen en el apartamento de la chica con un trasportador, ya que, ella no podía hacer apariciones en su estado.
-Ay, esto siempre me marea- se queja la embarazada, amenazando con arcadas que no llegan a más que eso, amenazas -. Vale- traga y mira a los hombres de su alrededor, escapándose una sonrisa de sus labios -. Oh, son tan lindos todos- hace un pequeño puchero haciendo sonreír a su padre y a su novio, los otros dos riendo -. Los quiero mucho- sorbe su nariz.
Sorprendente se había puesto sentimental, pero tose y cambia su expresión, añadiendo:
-Bueno, venga, que hay que terminar rápido.
Los hombres ríen, todos sabían los repentinos que eran los cambios de humor Ylenia desde su embarazo.
La mayoría de las cosas estaban metidas en cajas, y eran pocas faltaban por envolver, como adornos o cosas colgadas por el apartamento.
Ella daba ordenes mientras comía trozos de fruta que Fred le había cortado antes de venir, pues, el pelirrojo sabía que a su chica le entraría hambre.
Los hombres hacían todo lo que ella decía, era casi un sueño ser ella en esos momentos.
Si decía que guardaran algo, lo hacían. Un completo sueño.
-Quita ese reloj de ahí- Ylenia señala el lugar donde está colocado el reloj, que es enfrente del sofá y justo encima de la pequeña televisión muggle -. Venga, chico- le mete prisa a su hermano, que va suspirando a agarra el reloj y meterlo en una de las cajas con cosas frágiles.
-Hey- la castaña se voltea al oír la voz de su pelirrojo preferido -, ven aquí- hace una seña con sus ojos y ella se acerca -. Mira lo que he encontrado.
La Lupin sonríe instantáneamente al ver aquel anillo con el adorno de mariposa en el centro.
-Me encantaba- dice, observándolo -. Cada vez que lo veía me recordaba a ti- se relame los labios y sube la mirada para encontrarse con aquellos ojos miel -. Por eso mismo dejé de ponérmelo.
Fred asiente, deja de mirarla y sopla el anillo quitándole algo de polvo. Agarra la mano derecha de la menor y, agarrando su dedo anular, le coloca el anillo.
-Aún te queda perfecto.
Ella sonríe, tocando su anillo.
-Aún me pregunto cómo supiste mi talla de anillo.
-Bueno- suelta una risa débil que capta la atención de su chica -, se la pregunté a tu padre.
-Mentiras- dice, incrédula.
-¿Qué iba a hacer?- bufa -. Necesitaba saberla.
-Tonto- agarra un trozo de melón y lo lleva a la boca del pecoso -. Gracias por la fruta- él abre la boca y deja que ella meta la pieza en su boca -. ¿Por qué luego no te comes..
Antes de terminar la frase, ambos oyen el chillido del mayor allí presente.
-¡Ylenia Elizabeth!
La nombrada frunce el ceño al escuchar el tono con el que ha dicho su nombre, sus nombres. Suspira y camina hacia donde provenía el grito, con Fred siguiéndola.
-Papá- habla, entrando a la sala. Se trataba de la que era su habitación. George también estaba allí, pero él estaba riéndose -, ¿qué pa..- se queda en silencio al ver lo que su padre tiene en la mano.
-¡Tú!- el castaño, que tenía las cejas fruncidas por su molestia, señala a Fred -. ¡¿Tú le has dado estas cosas a mi hija, verdad!?- exhala, acercándose al Weasley con un vibrador naranja en la mano.
-Pues no- dice, observando el objeto -. Ese no se lo he regalado yo- mira a su chica y frunce el ceño -. ¿Quién te ha dado ese?- pregunta con tranquilidad.
-¡Nadie!- se defiende arrebatándole el vibrador a su padre de las manos.
-Ay, Merlín- el hombre lobo se sienta en la orilla de la cama, colocando una mano en su frente con dramatismo -, a mi me va a dar algo.
-Por favor, no seas dramático- ella bufa.
-Nunca había visto ese vibrador- murmura Fred, acercándose a ella intentando que su suegro no los escuchara.
-Me lo compré cuando no estábamos juntos- susurra la otra -. Ya sabes, eso de estar sola.. uh..- George tose y ella deja de hablar para mirar a su padre, que se echa aire con las manos mientras mira con los ojos muy abiertos a su hija, al parecer, había oído la conversación -. Papá- ladea la cabeza, alzando las cejas -, por Merlín- señala su propia panza -. No es como que no sepas que tuve relaciones, ¿no?- pregunta -. Me parece que eso no es un secreto para nadie.
-¡Y tanto!- George interviene, chilloteando -. Remus, si estos han tenido más sexo que tú, ¡están todo el día dale que te pe..- al ver la cara de horror del Lupin y las malas miradas de su hermano y su cuñada, cierra la boca, desviando la mirada para no sentirse incómodo.
-Godric ayúdame- el mayor maldice.
El merodeador, finalmente se levanta, echándole una mala mirada a George.
-Papi..- al verlo salir de la habitación, deja el vibrador en la cama y sigue a su padre.
Los gemelos se quedan solos, y Fred se acerca a su hermano con una mala expresión.
-Pero bueno, ¿tú eres tonto o qué?
-¡Se me escapó!- chilla y sale corriendo de la habitación.
El pelirrojo suspira, negando con la cabeza. Agarra el vibrador de la cama y lo guarda en una de las cajas que había en la misma habitación.
Agarra dos cajas y sale de la habitación para volver a la sala principal donde se escuchan los murmullos de su chica, que intentaba tranquilizar a su padre.
Remus mira a Fred cuando entra en la sala, le echa una mirada de indignación y el pelirrojo alza las cejas, mirando a otro lado para no sentirse incómodo ante su suegro.
Casi se hacía de noche, ya estaban los cinco en el piso de Fred y George, que estaba lleno de cajas de cartón.
-Está todo listo- dice ella -. Papá, tú llévate esas- señala un lugar de la sala, donde estaban más de la mitad de las cajas -. Las dejan en mi cuarto, ¿sí? Iré por ellas en un tiempo igual así que no desembalen nada- los Lupin asienten, viendo a la menor aún dando órdenes.
-Los ayudo- George se ofrece, agarrando varias cajas y los tres desaparecen haciendo una aparición.
Ylenia suspira, girando el rostro para mirar a Fred.
Le dedica una sonrisa y el pelirrojo se la devuelve.
-¿Llevamos esas a la habitación?- sugiere Fred, agarrando varias cajas.
Ella asiente, y con su varita, hace que las cajas floten hasta la habitación del Weasley.
Él llega detrás de ella, le pega una fuerte cachetada en el trasero y ella se queja.
-Auch- se soba el culo, mirándolo con el ceño fruncido.
-¿Qué?- pregunta Fred, encogiéndose de hombros.
-Que me das demasiado fuerte- replica.
El pecoso chasquea la lengua y se acerca.
-¿Y qué hago? Si es que ese vestido es muy corto, nena- sonríe sin mostrar los dientes, ella entrecierra los ojos -. Me entran ganas de follarte otra vez- ella deja de respirar cuando él se acerca -. Dios, es que esas piernas me ponen malo- se muerde el labio inferior mientras le da un repaso con la mirada a sus piernas descubiertas.
-Estás más salido que el pico de una mesa- bromea, volviendo a respirar.
-Por tu culpa- se defiende, ella alza las cejas.
-¿Disculpa?
-Sí- afirma Fred -. Si no fueras por ahí provocándome no estaría tan duro como lo estoy todo el día.
-Fred- regaña, dándole un pequeño empujón.
El pelirrojo se acerca sin descaro y toquetea sus caderas, ella alza la mirada con una pequeña sonrisa tímida.
-¿Te da vergüenza?- él se burla, sonriendo victorioso mientras ella evita su mirada -. Vamos, cielo...
-Quita- Ylenia hace el ademán de alejarlo, pero él se aferra a su cintura, y una vez que se queda quieta, baja su mano al corte de su vestido.
La castaña suelta un jadeo cuando una de las manos de Fred se cuela en su vestido, iniciando un pequeño roce con su ropa interior.
-Fred...- murmura, él, hace como que no la escucha y comienza a trazar pequeños círculos por encima de la ropa interior.
-Cómo me gusta cuando dices mi nombre de esa manera..- se muerde el labio inferior, viendo como los ojos de su chica se convertían en una súplica de que atravesara sus bragas.
Y eso hizo.
Echó sus bragas a un lado y metió la fría mano dentro, haciendo contacto con su húmeda intimidad.
Mientras la toca, ahueca el rostro en su cuello y comienza a besar y lamer su piel.
-Fred- jadea -... mira que si llegan y estamos.. ah..- suelta un gemido al notar los dos dedos de Fred dentro de su feminidad, traga duro y su habla vuelve -.. y estamos.. nosotros.. así ah.. aquí..
-¿Y qué?- la vibración de sus palabras cae justo en su cuello -, ¿te importa? Ellos no van a entrar.
-Pero- traga con dificultad mientras su chico la masturba -, pero.. fíjate y si.. ah.. y si.. hm.. entran y... mierda...
-No lo harán- camina con ella hacia la cama hasta obligarla a sentarse en ella -, mi preciosa, abre bien las piernas.
No puede hacer más que obedecer, mientras ella abre las piernas, él cierra la puerta. Se arrodilla ante ella, y muerde su labio inferior al ver la humedad de sus bragas azules.
El pelirrojo desliza las bragas por sus muslos y las tira lejos de ellos. Haciendo contacto visual, besa sus muslo internos mientras ella lo mira con súplica y ojos borrachos.
-Voy a crearte un orgasmo- habla, agarrando las piernas de la Lupin para ponerlas en sus hombros -, y luego, te despedirás de tu papá y tu hermano como una buena chica- dice, comenzando a besar su intimidad -. Cómo si nunca te la hubiera metido, ¿entiendes?
-Entiendo- dice entre suspiros. Agonizando por que Fred la vuelva a tocar, esperando por él.