¿De qué te intentas ocultar? {BNHA}

Corazón Sonoro

—Con Hanta, las cosas iniciaron en julio, poco después de su cumpleaños. Él también me hacía reír. No como Denki. Pero era precioso. Hanta me enseñó a bailar bajo las estrellas. Tocar la guitarra frente al mar. Leer en silencio el uno pegado al otro. A Hanta le enseñé a patinar sobre el hielo con una sonrisa por sus torpezas. A dibujar un retrato del otro y a amarlo porque, con la dedicación echada, eso que para algunos era un garabato, se volvía una obra de arte. Aprendimos muchas cosas el uno del otro.
Hanta supo, aún no sé cómo, unir con cintas mis miedos y temores para arrojarlos lejos. Supo vendar cada herida y limpiar las lágrimas caídas. Hanta tenía un corazón enorme que me entregó y prometí cuidar a la par que yo le entregaba el mío, levemente agrietado, pero que él guardó con cariño hasta el fin de lo nuestro.
Pero antes de adelantar, mi mejor recuerdo con Hanta es la cita en la playa. Una noche como esta, pero de invierno y luna llena. El vals improvisado con la arena entre nuestros dedos de los pies. La música en nuestra mente y en los labios de Hanta; porque Hanta cantaba y su voz me elevaba al cielo para después, depositarme tiernamente de regreso al suelo. Me gustaba cuando cantaba en español. Porque Hanta sabía muchos idiomas. Y La Dama del Mar con su voz me llenaba el corazón. Él me enseñó a entenderla y, con voz temblorosa, interpretarla. Mi español no es tan bueno como el suyo. El inglés me sale más fluido. Pero con sus manos en mis mejillas, su sonrisa ladina y nuestras voces unidas, me sentía capaz de todo.
Qué lástima que mis acordes, no encajaran con su melodía. Aunque, al igual que Denki se quedó con ese trozo eléctrico de mi corazón; Hanta se llevó envuelto en cintas una canción escrita para que me recordara en las noches de invierno, en la playa, frente al mar y con un vals.