INSUPERABLES [•1]

By HollyGeistt

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Libro 1 de la Bilogía INCONTROLABLES [BORRADOR SIN CORREGIR] Ex's Que aún no se superan. Aunque creían que s... More

Prólogo
Dedicatoria
Capítulo 1: El Ex
Capítulo 2: El nuevo Novio
Capítulo 3: La fiesta de cumpleaños
Capítulo 4: No beses con los ojos
Capítulo 5: Sin arrepentimientos
Capítulo 6: Hagamos esto más seguido.
Capítulo 7: llama a emergencias si tienes una urgencia.
Capítulo 8: Sin reglas inútiles
Capítulo 10: Tío Favorito
Capítulo 11: Esposa, amor de su vida
Capítulo 12: Noche de disculpas
Capítulo 13: Demuéstrale que eres digna
Capítulo 14: ¿Celoso, Potter?
Capítulo 15: Cena familiar con familia aleja.
Capítulo 16: Protectores de casa
Capítulo 17: Más amargada de lo habitual
Capítulo 18: Confundido
Capítulo 19: Hipócrita
Capítulo 20: Un tiempo
Capítulo 21: Te extraño
Capítulo 22: Tema delicado
Capítulo 23: Perdidamente enamorada
Capítulo 24: Bomberos
Capítulo 25: Obra de teatro
Capítulo 26: Lo arruiné
Capítulo 27: Incendio
Capítulo 28: Confesiones y aceptaciones
Capítulo 29: Enfrenta al padre exigente
Capítulo 30: Cerrando ciclos
Capítulo 31: Torturador.
Capítulo 32: Acuario
Capítulo 33: Día favorito
Capítulo 34: La familia de Aubrey
Capítulo 35: Delfines
Capítulo 36: Papá libre
Capítulo 37: Por ellos. FINAL
Epílogo

Capítulo 9: Críticas absurdas.

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By HollyGeistt

DOMINIC

Odio los aviones. Malditos vehículos aéreos que tiemblan. Los odio.

Alisa está a mi lado intentando contarme cosas de su vida para distraerme, pero solo hace que me den ganas de tirarme desde esta altura ridícula.

—Cuando era niña, viajaba mucho con mis padres, una vez viajamos en una tormenta y el aterrizaje fue horrible, nos hicieron poner mascarillas respiratorias. Jamás lloré tanto en mi vida como ese día, creería que moriría.

Mis ojos estaban enormes mientras ella seguía contándome de su casi muerte.

Miro al pasillo buscando una salida, debemos estar a miles de metros del suelo. Maldita sea, que horror. Mis ojos caen en tres asientos atrás de nosotros en la otra fila. Aubrey lee un libro y escucha música a la vez, su cabello rubio está en un hombro suyo y su mejilla está hinchada por apoyarla en un puño de su mano.

Aparentemente siente mi mirada porque levanta la vista y me mira. Entrecierra los ojos y trato de disimular mis ganas de suicidarme, pero no lo logro cuando la veo quitarse su cinturón y levantarse de su asiento. Su novio la toma del brazo y ella le dice algo. Miro al frente apretando las manos a los lados, es por el avión, por el avión.

—... Entonces las azafatas nos dijeron que no nos preocuparamos y por suerte no pasó nada ¿Lo ves? Estamos seguros, Domi — concluye su historia que me tiene los pelos de punta.

— Hola, ¿Qué tal el viaje?— aparece Aubrey, apoyándose en el asiento de adelante. Veo que trae su libro y sus auriculares en la mano.

— ¡Brey! Estamos bien, le estaba contando una historia de mis viajes a Dominic. Le tiene un poquito de miedo a las alturas — le dice tapándose la boca como si le contara un secreto.

— No le tengo miedo a las alturas — digo de inmediato —, le tengo desconfianza a los aviones.

— ¿Quieres leer un poco para distraerte?— me ofrece su libro.

— No hace falta — niego.

— Señorita, le pido que vuelva a su asiento, vamos a aterrizar pronto — le dice un azafata y lo único que escucho yo es la palabra aterrizar. Antes solía viajar mucho, en los viajes de ocho o más horas me tomaba una píldora para dormir. En los más cortos me lo tenía que aguantar, pero aún así no me acostumbro a estos vehículos del demonio.

— Claro— nos mira y le sonríe a Alisa como despedida y me mira. Cuando pasó por mi lado palmeó mi hombro y no pude evitar tomar su mano deteniéndola, fue un impulso, un autoreflejo.

La azafata nos mira muy atenta sin decir nada.

Aubrey me observa y veo como mira a mi compañera y luego a su asiento. Entonces cuando se asegura de que nadie está mirando se pone de cuclillas y toma mi mano, siento algo frío.

— Pon la primera playlist y cierra los ojos — me susurra. Asiento y se va a su lugar.

La azafata, quién nos miraba con una sonrisilla, la borra y vuelve a su semblante de azafata.

Me pongo los auriculares y enciendo su teléfono, tiene contraseña y la miro con los ojos entrecerrados. Aprieta los labios para disimular una sonrisa. Y me muestra los números con los dedos. Los pongo e ingreso, voy a la app de música y pongo la primer playlist. Cierro los ojos y me agarro fuerte de los apoyabrazos después de guardar su teléfono junto al mío en mi bolsillo del pantalón.

Malditos sean los aviones.

///

Sobreviví.

Salimos del aeropuerto donde nos recogió un auto para llevarnos al hotel, donde nos encontramos con los tíos de Alisa, ya que ellos vinieron antes.

— ¡Que alegría que ya estén aquí!— nos abraza a todos menos a Aubrey, aunque a ella no parece molestarle, de hecho parece hasta agradecida de que a penas se hayan tocado.

— Vengan pasen, por ahí les darán sus habitaciones — el tío de Alisa, si mal no recuerdo se llama Ernesto, nos guía a la recepción del lujoso hotel.

Miro a Aubrey mirar todo como si fuera una niña. Luce tan sorprendida con tantos lujos. Parece la mujer más fina y elegante por fuera, pero en realidad es alguien que se sorprende mucho cuando ve cosas grandes y caras. Recuerdo su cara cuando entró a nuestro departamento de sexo, trataba de disimular su fascinación por las cosas pero yo la descubrí.

Siempre luce fría e inexpresiva, como una diosa inalcanzable. Si tan solo supiera que su sonrisa haría que cayeran todos a sus pies.

Nos dieron las habitaciones y subimos. Hay una cama blanca grande, con un balcón con vista a la playa. Ya está por anochecer así que Alisa se prepara para la cena y tengo que hacer lo mismo.

Llevo conmigo el teléfono y los auriculares de Aubrey para devolvérselos en cuando tengo una oportunidad.

En el restaurante nos encontramos con los padres de Alisa a quienes no habíamos visto, a la prima de Alisa, que no me acuerdo cómo se llama y los tíos. Además de Aubrey y Erick, claro.

Cenamos y ambas madres se me hacen muy...clasistas. Se la pasaron hablando de las vestimentas de los demás, asegurando uno que otro estaba ahí por malos trabajos, como una venta de drogas o inventos así. Juzgaban a los meseros por ser eso, meseros. Se creen las reinas de Inglaterra y que ellos son sus sirvientes. Sus esposos no les decían nada, es más, parecían acotar un que otro comentario. La prima de Alisa se mantuvo callada todo el tiempo. Alisa y Aubrey hablaban entre sí, y me di cuenta que Aubrey estaba cansada de escuchar a los demás, parecía que se le escaparía un cuchillo por accidente a la garganta de su suegra. Erick no se quedaba atrás con esos comentarios de cuarta.

Otro tema de conversación fue mi trabajo, las señoras estaban muy interesadas en saber mi salario, en saber más sobre mi familia.

— ¿Cómo va la empresa de tu padre?— me pregunta Margareth, la mamá de Alisa.

— Bien, por suerte. No estoy muy involucrado en el tema de la empresa.

— ¿Y tú madrastra? Me enteré que su proyecto falló— indaga la señora Margareth, mamá de Erick.

— Si, un derrumbe.

— Una pena. ¿Qué fue lo que pasó?

— No estoy informado y es información confidencial — miento en las dos maneras, viendo lo tensa que está Aubrey no creo que le guste hablar del tema.

Cenamos escuchando conversaciones de porquería. Luego fuimos a un pequeño buffet que había en la playa, donde pedimos la típica bebida de la isla. Todos estaban hablando y ninguno tenía la intención de salir a bailar como varias personas con sus parejas estaban haciendo.

Que aburrido.

Después de un rato veo como Aubrey se pone de pie y le pide ir a bailar a su novio. Él niega rotundamente y la hace sentar. Ella se rasca el mentón y veo que se contiene.

Aún no entiendo porqué sale con ese pejelagarto, es un idiota y a veces siento que ella lo sabe. Aubrey es muy inteligente, es una mujer que no se deja pisotear, excepto por él, y no entiendo porqué.

— ¿Bailamos?

Me giro a mi novia y asiento. La llevo a la pista y nos movemos al ritmo de la música. Ella pone sus manos en mis hombros y yo en su cintura. Alisa tiene el cabello castaño claro tirando a rojizo, me gusta cuando le brilla. Parece fuego y a mi me encanta el fuego.

Después de un rato todos comienzan a irse, estoy acostumbrado a mis amigos que se quedan jodiendo hasta altas horas de la madrugada. Pero no digo nada.

En el ascensor Aubrey queda justo a mi lado. Aprovecho para pasar mi mano por su cintura hasta dejarle su teléfono auriculares en su bolsillo del vestido. Ella se tensa pero se mantiene seria, al igual que yo.

Cuando las puertas se abren todos bajamos y vamos a nuestras respectivas habitaciones, descubrí cuál es la de Aubrey con su novio, están al final del pasillo.

Una vez que comienzo a sacarme la camisa mirando por la ventana hacia la playa, está todo oscuro por la noche, se logra oír el sonido de las olas a lo lejos. La suave y delicada mano de Alisa se desliza por mi espalda hasta mi abdomen y apoya su mentón en mi espalda. Me giro y la beso. Alisa es tan linda. Estoy acostumbrado a salir con chicas de pocos días, unas cuantas folladas y adiós. Jamás había salido con una chica como ella, buena, dedicada, que se compromete en la relación. Quiero comenzar a equilibrar mi vida, dejar de estar con todas y dedicarme a una. Primero acomodé mi trabajo, me volví subcomandante como siempre quise, con eso también arreglé mi economía. Supongo que ahora me toca tener una relación estable para ordenar lo que era una vida destroza.

Follo con Alisa, lo hago de manera suave, a ella le gusta así, aunque a mí me gusta más rudo, puedo ceder un poco por ella.

Tiro el condón al cesto y me acuesto con ella. Besa mi mejilla y apoya su cabeza en mi pecho haciéndome caricias.

— Mañana tenemos que ocupar nuestro día con mi tío, iremos a desayunar con él y luego pasaremos el día en la playa. A la noche cenaremos elegante y le haremos una fiesta de celebración — me cuenta el itinerario de mañana.

— De acuerdo.

— ¿Qué te parece la isla? Es bonita, ¿Verdad?

— Si, muy bonita.

Hablamos un poco más antes de que ella se quede dormida en mi pecho. Me quedo mirando al techo pensando en todo y nada a la vez. Cada pensamiento me lleva a la misma conclusión: necesito sexo del bueno.

Y eso me lleva a otra conclusión: Aubrey.

Ella es una maldita reina de las mamadas y diosa del sexo. Al pasar los años había olvidado lo buena que era en la cama, o mejoró muchísimo, tuvo práctica claramente.

Nuestra relación en la escuela se había basado en eso simplemente, sexo adolescente. Apenas llegamos a ser amigos.

Tomo mi teléfono y busco su contacto. Le mando un mensaje y solo espero que su novio no lo vea.

DOMINIC: "¿Estás ocupada para hacer un trabajo?"

Sutil, podría relacionarse con su trabajo.

Espero unos cuantos minutos hasta que recibo una respuesta.

ANNABELLE: "Si, pero me desocupo en dos minutos"

DOMINIC: "¿Qué estás haciendo?"

ANNABELLE: "Follando, ¿Y tú?"

La respuesta me toma por sorpresa. Me levanto de la cama dejando a Alisa totalmente dormida. Me pongo unos boxers y me acerco al balcón.

DOMINIC: "¿Estás follando mientras escribes?"

ANNABELLE: "obvio. Soy multiusos, cariño ;)"

No puedo evitar sonreír como idiota. No deja de sorprenderme. Sacudo la cabeza y me voy al baño para lavarme y cambiarme mientras le escribo un lugar para encontrarnos.

Sé que cuestionará el hecho de que mi pene pudo estar en otros lugares, así que me ducho rápido. No me sorprendería para nada, me hizo comprar un departamento nuevo para sesiones de sexo, no es raro que me acuse de algo así.

Solo espero que ella haga lo mismo sabiendo que ahora está con ese enclenque. Pensar en eso me causa un sabor amargo, está claro que no se lo está haciendo bien, ya que ella puede escribir y pensar mientras lo hacen. Ese pensamiento no hace más que inflarme el ego, conmigo le tiemblan las piernas y no puede ni hablar.

Diez minutos después salgo de la habitación silencioso y voy por el pasillo al ascensor, pero me detengo de inmediato cuando oigo una conversación que llama mi atención. Son los padres de Erick y este mismo hablando.

— ¿Por qué tenías que traer a esa chica, Erick?— reconozco la voz del padre de él.

— Es mi novia, no iba a dejarla.

— Te dije que no me gusta para nada, es mi cumpleaños y ella no estaba invitada.

— No estorbará.

— Siempre lo hace y lo sabes — oigo un bufido —, ¿Cuando se te terminará este capricho con esa?

— No es un capricho, yo la amo. Ella es perfecta para mi, es una relación estable, siempre han querido eso, no sé porqué se quejan.

— Si, queríamos eso para ti, pero no con esa, hijo — habla su madre —, tan solo mírala, son de mundos distintos. Claramente está por ti por dinero, ella no podría pagarse ni un reloj común.

— No me importa pagarle nada.

Y aún así no veo que ande comprándole nada.

— Ella es hermosa y pega mucho conmigo, nos vemos genial en las fotos.

Es un idiota, confirmo.

— ¿Tengo que recordarte de dónde viene, Erick? Es una arrastrada.

— Mamá...

— Sabes que tengo razón, con esos padres que tiene y esa cara de sinvergüenza...

— Tú madre tiene razón, a ver si dejas de una vez por todas este capricho — le dice Ernesto.

— ¿Dónde está ahora? Apuesto que se está revolcando con alguien de por ahí. Cuídate mucho hijo, mujeres como ellas son de la clase de zorras arrastradas.

Estoy empezando a cabrearme.

— Bajó por comida, no a acostarse con nadie.

Casi se me sale una carcajada.

— Cariño, eres ingenuo, hay servicio a la habitación.

— Sabes lo perfeccionista que es, le gusta ir ella misma por sus cosas. ¿Saben qué? Iré a la habitación, tengo sueño.

Me voy antes de que me vean. Voy por las escaleras riendo y negando con la cabeza. Es un maldito hipócrita, anda con ella ¿Para qué? ¿Estética? ¿Para verse bien junto a semejante mujer? Me avergüenza pertenecer al equipo de hombres ya que él también está.

Llego a la habitación que alquilé en el último piso, oigo el sonido de la ducha y sonrío, claro, no podía lavarse en su habitación o el alcahuete iba a sospechar. Es inteligente.

Mujer precavida vale por dos, diría Jordan.

Cierro la puerta con llave y comienzo a desvestirme pensando en las idioteces que dijeron los padres de Erick. Prácticamente la denigraron por...¿Qué? ¿No ser de la misma clase social que ellos? Con eso me doy cuenta que esta familia es más mierda de lo que creí.

Me giro cuando la puerta del cuarto de baño se abre y ella sale secando su cabello, trae una toalla envuelta a su cuerpo y no puedo evitar mirar sus piernas. De verdad, con los años se puso más buena.

— No podía lavarme en la habitación — comenta y deja la toalla de su cabello en una silla —. Espero que estés limpio, no sé ni quiero saber dónde has metido tu pene.

Río sabiendo que iba a decir eso. Asiento y me bajo el bóxer mostrándole todo.

— Estoy limpio.

— Bien, tendrás que esperarme un segundo — dice acercándose a la cama y sentándose junto al teléfono. Me detengo frente a ella y me enarca una ceja —. Tengo que hacer una llamada, luego te la chuparé, no seas impaciente.

— Soy muy impaciente cuando te tengo desnuda y me haces esperar — me quejo y tomo su cuello para que me mire —. Haz tu llamadita rápido que tengo prisa.

— Uhh, ¿A alguien no lo han atendido bien?— se burla mientras toma el teléfono sin despegar sus ojos de mi.

Resoplo y bajo mis manos de su cuello a sus hombros y al borde de su toalla. Comienza a marcar en el tubo mientras una de mis manos quita su toalla sin nada de paciencia. Quiero follarla ya, quiero tenerla encima y debajo de mi, quiero estar dentro de ella haciéndola gritar como dios manda y no escribiendo en un teléfono sin sentir ni un poco de placer.

Lo siento, escuchar a ese pejelagarto hablar de esa forma de ella con sus padres, me cabreó. Ojalá pudiera saber que yo puedo hacer gritar de placer a su novia mientras él da la imagen de parejita perfecta.

Suelta un jadeo y se lleva el teléfono de línea a la oreja. Coquetamente su mano libre se detiene en mi muslo y tenso mis músculos. Comienza a subir por la cara interna robándome un jadeo involuntario. Mierda.

— Hola, buenas noches, quisiera pedir servicio a la habitación — habla, tiene mi maldita erección frente a su cara y ella pide servicio a la habitación, genial — en realidad, iré por la comida yo misma en unos...— me mira calculando el tiempo que estaremos haciéndolo.

— Cuarenta minutos — no puede quedarse mucho tiempo o su estúpido novio podría sospechar.

— Veinte minutos — le dice ella y la miro mal. Eso es muy poco tiempo para todo lo que quiero hacerle.

Pero la idiota sabe convencerme tomando mi longitud con su mano. Comienza a mover su mano con una sonrisa ladina, le gusta desafiarme.

— Está bien, quiero una ensalada de lechuga y huevo con aceite de soja y me gustaría que le agregaran pedazos de zanahoria cortada a rodajas — pide como toda una diosa mientras su mano me hace maravillas en mi miembro — Ajá...si...está bien...— habla mientras me observa aún sentada y de piernas cruzadas, su mano deja mi miembro para posarse en mi culo, me empuja ligeramente hacia adelante y me emociono cuando queda a menos de cinco centímetros de mi erección que casi golpea su cara — bueno, muchas gracias, iré en unos veinte minutos...— su lengua pasa como si fuera un helado sobre la punta, sus ojos están conectados con los míos. Asiente pero luego recuerda que nadie más que yo puede verla así que responde — si, si ocurre algo llame a esta habitación... Bien, adiós.

Cuelga y no le doy el tiempo a siquiera apoyar el teléfono de línea en su lugar cuando la obligo a abrir la boca y meterme en ella. Aún con mi gran longitud abarcandola reconozco el sonido que su risa ahogada. Se burla de mi desesperación, la muy cabrona.

Su lengua me recorre todo lo que puede y tengo que lanzar la cabeza hacia atrás por el placer que me genera. Se lo saca y se lo vuelve a meter saboreandolo como más quiere.

Aubrey es una dominante, le gusta estar arriba, le gusta tener el control, primero busca su placer y en el intento logra hacerte cosas increíbles que volvería loco a cualquiera.

Yo también soy así y a pesar de eso creo que coordinamos muy bien en la cama.

Tomo su cabello en un puño y marco mi ritmo en su boca. Sus manos van a parar a mi culo y clava sus uñas en él, cosa que me enciende más. Cuando oigo sus arcadas la separo para que pare y se recomponga, pero para mi sorpresa ella sigue con su trabajo volviéndome aún más fanático de sus mamadas.

Se lo saca de la boca y pasa su lengua por todo mi falo, hasta llegar a mis huevos y también llevárselos a la boca. Mierda, ella es tan... exótica, tan experta.

— Nena...— gimo cuando siento que me llevará a la locura.

Se separa y nos miramos. Ella espera que le hable pero me tiene como quiere. Mi dedo pulgar se desliza por su labio inferior y tiro de él para ver su precioso tatuaje. Bite me.

— Ponte en cuatro — exijo y veo el brillo lujurioso pasar por sus bellos ojos. Sonríe y pasa su lengua por su labio inferior.

— No me des órdenes — dice poniéndose de pie, nuestros pechos se juntan.

— Y tú no me hagas esperar — llevo mi mano a su cintura y con la otra tiro de su toalla dejándola totalmente desnuda —. Ponte en cuatro, ahora.

Se muerde el labio y cualquier cosa que haría queda aplazada por un extraño sonido que escuchamos, un jadeo. Nos miramos y lentamente giramos nuestras cabezas al teléfono que está colgando del cable. La llamada no se colgó.

— Mierda — murmura y toma el teléfono para colgar pero la detengo y lo llevo a mi para hablar. Me mira sin entenderme.

— Puedes unirte si quieres — digo con la voz ronca por la excitación.

— Dame eso — Aubrey me quita el teléfono y cuelga definitivamente antes de murmurar un "lo siento".

Quito toda mi ropa de la cama y la miro cuando ella se me para en frente. Mi erección aún sigue muy latente. Muy.

— Tendré que ir a hablar con esa persona ahora, saben que esta no es la habitación que me asignaron con mi novio — pone sus manos en su cintura molesta, no sabe qué me da una vista perfecta de sus pechos y enojada se ve más sexy.

La tomo de la cintura y la pego a mi, no se queja pero tampoco parece que le agrada.

— ¿Tu novio no estará sospechando del porqué no vuelves con la comida?

— Él no me espera para comer y eso era para mi, ya se debe haber dormido y no despertará hasta mañana.

— ¿Y por qué te irás en veinte minutos?

— Porque esa comida tiene que entrar a esa habitación en una hora razonable para evitar sospecha y los platos sucios deben estar cuando él se despierte.

— Me gusta tu cerebro — beso su frente y ríe.

— Eso es raro.

— Lo sé — niego con la cabeza —. En fin, ¿Vas a subir a la cama o tendré que obligarte?

— Solo porqué esto tiene que ser rápido — se voltea para subir y mi vista viaja a su redondo culazo. Clava sus rodillas en la punta y se inclina hacia adelante dejándome ver todo, no puedo evitar morder mi labio. Me mira sobre su hombro con una ceja enarcada —. Si vas a estar embobado te conviene tomar una foto, dura más y podrás hacer este trabajo más rápido.

— No me des ideas, nena.

Se apoya sobre sus codos cuando me ve moverme hasta mi pantalón. No sólo saco un paquete de condones, sino también mi teléfono.

— Oye, estaba bromeando.

— Uh-hum.

Prendo la cámara y apunto a su trasero, pero ella se sienta y me mira mal.

— Dominic Blake baja ese teléfono ahora.

— Tranquila, nena, no vas a aparecer en una página porno.

— Si, pero...

— Estará en mi carpeta de cosas privadas y pervertidas, nadie la verá.

— ¿Y por qué debería confiar en ti?

— Porque si, me conoces, yo no haría nada con tus fotos que no sea...

— ¿Que no sea recordarle a Groot quien manda?— dice con esa mirada de "soy más lista que tú, imbécil".

— ¿Groot?

Señala mi entrepierna.

— ¿Le pusiste nombre?

— Tal vez.

— ¿Y de dónde me suena ese nombre?

— Es del tronco superhéroe de "Los guardianes de la galaxia"— recuerdo al personaje pero no entiendo el significado, ella suspira y sigue explicando — cuando estás dentro de mí se siente duro y grueso como un tronco y lo relacioné con ese personaje. Es un buen nombre.

Me quedo mirándola fijamente unos segundos para que me diga que es una broma, pero no lo hace así que comienzo a reír. Apoyo mi rodilla junto a ella y me inclino para besarla. Esas ocurrencias solo las tiene ella.

— Creo que la ducha te hizo mal — le murmuro y me empuja — iba a decir que no haría más que masturbarme pensando en ti.

— Ya toma tu puta foto que estamos perdiendo el tiempo.

— Bueno — me pongo detrás de ella cuando vuelve a ponerse en cuatro — muéstrame tus perfectas condiciones físicas, nena.

La primera foto que tomo sale con su dedo del medio hacia atrás. Me río y tomo la segunda esta vez pegándome a su trasero, su cabeza está baja así que no se le ve la cara, pero quién sabe qué tiene una mandala tatuada en la espalda reconocería que es ella.

Dejo el teléfono en la mesa de noche y comienzo a frotar nuestras partes íntimas. Le robo un jadeo con nuestra afición y eso me hace sonreír.

— ¿De verdad estabas follando con él?— pregunto mientras abro el condón.

— Si, tenía qué — suelta sin pensarlo. Analizo sus palabras mientras deslizo el condón por mi falo. ¿Tenía qué? ¿Que significa eso?

Mi mano se desliza por su espalda y siento como se estremece por mi toque, hasta que llego a su nuca y le levantó un poco la cabeza, me mira sobre su hombro. Tengo la punta en su entrada pero no me muevo antes de preguntar.

— ¿No querías?— frunce el ceño y se gira un poco para verme mejor — ¿Es una obligación acaso tener que hacerlo con ese? ¿No te está obligando verdad?

No me sorprendería para nada con lo que escuché. Prácticamente la usa para verse bien.

— ¿De qué estás hablando? Claro que no me obliga. Deja de hacer tanta pausa y fóllame de una vez, ¿Quieres?— se queja y molesta por mi cuestionamiento gira hacia adelante. Su puño está apretado.

— Solo diré una cosa más — la tomó del cuello y la hago levantarse para pegar su espalda a mi pecho. Corro su cabello y ladea la cabeza para dejarme acceder a su oído para susurrarle: — Ten en claro que yo no me olvido de nada y soy poco tolerante a hombres como él.

Me mira con el ceño fruncido pero antes de que pueda replicarme nada me introduzco en ella haciéndola ahogar un gemido. Atrapo sus labios con los míos y la beso con ganas. Dejo unos segundos para que se acostumbre al tamaño para poder moverme como nos gusta.

Ella corta el beso para gemir en mi boca. Como me gusta oír ese sonido saliendo de ella. Es bastante silenciosa, tengo que admitir, pero hay veces que no puede contenerse y siempre es cuando estoy dentro de ella.

Entro y salgo de ella con frenesí, haciendo que nuestras pelvis se choquen gustosas. La hago pegar su pecho a la cama y me detengo, sin salir de ella, para acomodarme mejor.

— Te haré gritar todo lo que él no lo hace — le digo y espero su respuesta.

— Disfruta tus quince minutos.

Y lo hago y también hago que ella lo disfrute.

Son quince minutos en los que la hago gemir, jadear y gritar como loca. La cama se balancea con nuestro vaivén, es un sommier de los finos y caros pero aún así logro escuchar varias veces el rechinar de los resortes bajo nosotros. En un momento ella queda arriba y toma el control, subiendo y bajando por mi erección, cabalgando como ella solo sabe hacerlo. También muevo mi cadera junto con ella y llevo mis manos a su clítoris para masajearlo mientras no deja de moverse.

— Dom...— gime con fuerza cuando me siento de golpe y me meto su pezón a la boca.

Aubrey me es irresistible. Es demasiado ardiente para este mundo.

— Me gusta como suena eso, nena — murmura contra su pecho mientras me intercambio al otro pezón que pide mi atención.

Termino en el condón y sigo moviéndola hasta que ella también lo hace, a mi no me fue difícil ya que su mamada me dejó un paso más adelante. Es muy buena en lo que hace.

Me dejo caer en la cama y la traigo conmigo haciendo que quede sobre mi. Nuestras respiraciones están por los aires y nuestro pulso a mil. Siento su pecho bombardear sobre el mío con rapidez.

— Mierda, eso estuvo bueno — murmura.

— Quítame el condón que me está molestando.

Se quita de mí y me saca el condón, le hace un nudo perfectamente y lo arroja al piso ya que no ve el cesto de basura. Vuelve a acostarse pero esta vez a mi lado, quería que volviera a mi pero no me quejo.

— ¿Ya te vas?

—Aún hay tiempo.

Cierro los ojos y paso mi brazo por debajo de mi cabeza.

— ¿Te está gustando el lugar?

— Me encanta, amo estas playas.

— ¿Nunca habías venido?

— No aquí, Erick siempre me lleva a otras pero esta es la primera vez aquí y me encanta — la siento moverse y abro un ojo solo para saber que hace, se acuesta boca abajo y apoya su mentón en mi pecho, me mira pero yo vuelvo a cerrar los ojos —. Me gusta mucho la vibra que trasmiten en ese bar, ¿Viste como todos bailaban y se divertían?

Habla por unos largos cinco minutos sobre todo lo que le gusta de aquí, realmente le gusta, pero habla como si fuera algo lejano, como si en realidad no estuviera disfrutando al tope de las islas canarias.

Me jode y no sé por qué. Ese imbécil que se hace llamar su novio me cae peor a cada segundo que pasa.

— En fin, tengo que irme — se levanta y va por su ropa. Hago lo mismo y me mira confundida cuando me ve vestirme — ¿También te vas?

— Voy a acompañarte abajo.

No responde y ambos salimos de la habitación cuando ya estamos listos. Una vez en recepción nos guían a la cocina donde nos hacen esperar afuera. Un mesero sale con un carrito con el pedido de Aubrey.

— Muchas gracias.

Estamos por irnos cuando veo como una mesera se nos queda mirando y sus mejillas se vuelven rosadas. Le guiño un ojo y Aubrey la mira.

— Debe ser la chica del teléfono — le hago unas señas y ella tímidamente se nos acerca. Apoyo mis brazos en el mostrador y veo a Aubrey negar divertida.

— ¿Necesita algo señor?

— Solo quería saber qué tal estás.

Aubrey rodea los ojos y se para a mi lado empujándome un poco para que le dé espacio.

— Lamento mucho lo que oíste por el teléfono, pero quería pedirte que la información que sabes se quede contigo, no me gusta que mi vida privada se divulgue.

— ¿Bromea?— ríe un poco y nos mira a ambos — La familia con la que vinieron nos trataron horrible — señala a sus demás compañeros en la cocina que nos miran y sonríen como si nos aceptaran y nos dieran su aprobación— nos reconforta saber que son unos cornudos.

Aubrey me mira sin creerselo y yo río.

— Aún así lamentamos que nos hayas escuchado.

— Descuiden, suele pasar.

— De acuerdo, gracias — nos despedimos y todos levantan sus manos para saludarnos.

— Sigan con lo que hacen, si quieren puedo llamarlos por la mañana temprano a su habitación para que vuelvan a sus habitaciones con sus parejas.

— Que agradable sujeto — murmuro divertido —. Te lo agradeceríamos.

Aubrey toma mi mano y me guía al ascensor con su comida en su mano libre. Parece muy asombrada.

— Tengo que contárselo a los chicos, morirán de risa — me río mientras aprieto el botón del piso de Aubrey y ella blanquea los ojos.

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