Mateo.
― Cielo no tiene por que enterarse ― Digo por la llamada.
― Si se entera se va a enojar con los dos Mateo, usa ese contacto con inteligencia, además de que a mi sobrina tampoco le cae muy bien Mariana ― Habla Silvina.
Después de lo que le pasó a Cielo, me asusté asique decidí llamar a Silvina para que me pase el número de su psicóloga.
Sé que no es su persona favorita en el mundo pero tengo que hacer algo, no me puedo quedar acá solo viendo cómo sufre asique mientras ahora ella va a tener una cita por videollamada con la profesional, yo aproveché para ponerme en contacto con su tía y pedirle ayuda.
Le conté más o menos lo que había pasado, después de eso Cielo tuvo un bajón chiquito, se salteó varias comidas y durmió bastante mal los días siguientes, además de que no podía salir ni a la reja de su casa. Estaba algo afectada y no me quedó otra opción, necesitaba ayuda para poder mejorar su mundo, su realidad.
Cuando Cielo terminó su cita con la psicóloga me mandó un resumen de la hora que habló con ella. Al ya conocer a la chica era como una cita más y muy seguramente iba a tener que tomar más medicamentos, pero no me quiso decir que.
Lo cual estaba perfecto pero así no voy a poder hacer mucho.
Ahora estaba dudando, la escuché quedarse bastante sobre Mariana y si sabía que yo la iba a llamar se iba a enojar conmigo. Así que tenía que ser discreto.
Fuí a su casa y me dejó pasar, me sorprendió un poco lo que vi cuando llegué a su cuarto.
Cientos de papeles en el piso, con dibujos a lápiz muy lindos, hermosos tengo que decir, muchos de ellos firmados cómo "Cielo".
Ella estaba tirando muchos de los dibujos, agarré uno del piso que estaba sin terminar.
― Quedatelo si queres ― Dice tirando más dibujos y la abrazo por la espalda.
― Banca Cielo, ¿Qué haces? ¿Son tuyos? ― Apoyo su cabeza en mi hombro y cerró los ojos por unos segundos.
― No puede ser que ahora sea tan tarada Dios ― Se pasó las manos por la cara ― Ahora tengo que tomar antidepresivos, me las tiene que recetar un psiquiatra pero es obvio que me las van a dar.
― ¿Por qué?
― ¿Cómo qué por qué? Porque estoy loca Mateo, ¿Okey? No controlo lo que pasa en mi cabeza, ni mis miedos, mi ansiedad, no controlo nada ― Se sienta en la cama ― Me estoy perdiendo de a poco Mateo, y nadie me puede ayudar.
Largó todo el llanto y me arodillé frente a ella para abrazarla ― Tranquila, las cosas van a salir bien, es cuestión de tiempo nomás.
― Eso digo hace un año y todo sigue empeorando ― Se aleja un poco y se seca las lágrimas ― ¿Me ayudas a tirar esto?
― ¿Por qué los vas a tirar?
― Porque son feos.
― ¿Esto es feo Cielo? ¿Posta? Es hermoso, ¿Qué decis?
― ¿Seguro Palacios? ― Asentí.
― Obvio, Eva ― Rió apenas ― ¿Sabes? Te voy a decir así más seguido, si no te molesta obvio.
― Ya te dije que no, de vos no ― Señaló ― Bueno, por lo menos ayúdame y los guardo en el cuarto de Silvina, no quiero dibujar nunca más, ya no sirvo para esto ― Suspiró otra vez y volvió a pararse para agarra varios dibujos ― Elegí los que quieras y llevatelos si querés, no los quiero.
Me daba un poco de lastima que se rinda así, una razón más para llamar a su psicóloga.
Agarré ese dibujo que ya tenia, y quería uno más, busqué con la mirada hasta que uno que me llamó la atención.
Todos los trazos eran muy delicados, Cielo tenía una delicadeza y dedicación muy linda para el dibujo, era muy buena.
Ambas hojas de papel las metí en mi mochila lo mejor que pude para no arrugarlas. Después los demás dibujos los agarré y los llevé a el cuarto de Silvina donde estaba la morocha.
Al acercarme vi que estaba llorando mirando una foto ― ¿Estás bien?
Asintió y me extendió la foto.
― Mira, esto fue hace casi dos años, en el casamiento de mi mamá y mi padrastro.
Era alguien totalmente distinta no solo porque estaba rubia, parecía más sana, más feliz. Cualquiera que viera esta foto no creería que después de un tiempo Cielo iba a estar así, tan pálida, insegura, sin dormir y tan llena de problemas.
Aunque para mi era igual de linda, había algo que no estaba bien, Cielo estaba enferma, y era algo que no podíamos seguir evitando.
― Que linda foto. ― La abrazo y asiente.
― Todo estaba bien en ese momento, supongo ― Dice y cuando va a volver a llorar la agarro de la cara.
― No eu, mírame, no llores ― Le seco las lágrimas ― Vas a volver a estar bien, igual de feliz, por tu mamá, por tu tía, por mi, pero por vos, sobretodo, te juro que voy a ayudarte Cielo, por mi vida te lo juro.
― Gracias, no tenes porqué hacerlo.
― Si que tengo, no me voy a ir se tu lado hasta que mejores y veas que valió la pena, te quiero mucho.
Me abrazó ― Yo a vos también, te quiero muchísimo Mateo.
La miré y tuve la intención de acercarme para besarla pero me contuve, y en ese momento se me cruza por la cabeza. esa pregunta.
¿Que tanto me gustaba Cielo? ¿Lo suficiente como para querer besarla ahora? No quería ponerla incómoda, ni asustarla mucho menos.
― ¿Queres que vayamos a tomar un helado? ― Le propongo y hace una mueca ― Dale, no va a pasar nada, estás conmigo.
Entrelacé nuestras manos y observó esa acción ― Vamos y venimos, rápido ― Determina y asiento con una sonrisa.
― Vamos entonces, agarra una campera ― Le digo mientras yo voy a buscar mi buzo y ella me hace caso, cuando vuelve ya lista, salimos.
Estaba lindo el día pero había una brisa fresca, para mi es el clima perfecto para tomar un helado.
Llegamos entre charlas a la la heladería donde ell ase pidió todo un cuarto de granizado y yo de chocolate.
― Que aburrido solo chocolate.
La miré indignado saliendo del local ― Que aburrido solo crema granizada, con mi heladito no te metes, a las piñas.
Rió ― Uh que sensible, ¿Querés cenar en casa hoy? ― La miré sonriendo, pocas veces me invitaba a comer, decía que le ponía incómoda que la viera comer.
― ¿En serio? ¡Más vale! ¿Querés que compremos ahora algunas cosas?
Negó sonriendo apenas ― No, tranqui, en casa hay de todo, ¿Vamos?
Asentí y caminamos entre risas hasta su casa.
Al llegar a esta, ella busco varias cosas en la alacena para cocinar unos ricos ñoquis con salsa.
― Nunca los hice sola, me enseñó Silvina asique rezá porque me salgan ricos.
Abrí grande los ojos y rió, no me muero ahora y no me muero más.
Ella empezó a preparar todo, no me dejó ayudarla, dijo que quería hacer las cosas por si misma por una vez y la dejé,
Cielo no necesitaba alguien en quien confiar, sino alguien que confíe en ella.
Simplemente me dijo que me sentara y esperara, hasta que me cansé de ser casi una planta y me acerqué a ella.
― ¿Te puedo ayudar en algo? Dalee ― Supliqué y rodó los ojos asintiendo ― Bueno, decime.
― Revolvé la salsa ― La miré mal y largó una risita ― Me querías ayudar, ahí está.
Así fue como me quedé cómo un boludo revolviendo y vigilando la salsa hasta que los ñoquis estuvieron listos.
Llevamos los platos ya servidos a la mesa del comedor, la mesa ya la habíamos puesto antes, entonces nos sentamos a degustar lo que Cielo había preparado.
― Quiero ver tu reacción ― Dice divertida.
― Y yo quiero saber si me vas a intoxicar o envenenar, para variar.
Rió, me encantaba su risa ― No, me viste haciendo todo tonto, no tuve oportunidad ― Agrega divertida ― Dale que quiero saber si te sigo cocinando o no.
La miré por última vez para por fin probar los ñoquis con la salsa, casi me salió un gemido de lo rico que estaban.
― Flaca, casate conmigo y vayamos a vivir juntos, por favor te lo pido, esto está riquísimo Eva ― Rió y vi sus mejillas teñirse de rojo por un instante ― Te pido tres mil disculpas, está buenísimo.
― ¿Viste? No me tenías fe.
Comimos mientras ella me explicaba la receta que Silvina le había dado, la voy a implementar cuando mamá y papá se vayan a cenar dejándonos a mi y a Emilio a merced de la desgracia conmigo a cargo de los dos.
Yo sólo me sé hacer la chocolatada, ¿Algún problema?
― Posta, le voy a decir a mi mamá que cocinas riquísimo y que si vos queres, que le enseñes.
― Pobre, no le digas así que capaz que me manda a la mierda ― Habla mientras llevamos a lavar lo que ensuciamos.
― Ella me dice que le ayude, se me pasan los fideos Eva, vas a ser un ángel caído del cielo, literalmente.
― Si vos decis, yo no tengo problema.
― Sos mi única esperanza.
Después nos fuimos a su cuarto a mirar un documental sobre nada más y nada menos que Ted Bundy. Es que, arrancas a ver uno y ya queres ver todos, aunque me da un poco de miedo el hecho de que Cielo mire documentales de este tipo para "tranquilizarse o entretenerse".
― No seas cagón, todas o la mayoría de las mujeres miran documentales de asesinos por mero entretenimiento igual que yo.
¿Como dice que dijo?
― Me la voy a pensar dos veces antes de hacerte enojar, siento que me vas a meter en un frasco lleno de ácido para ver cómo me desintegro lentamente.
Rió ― Que exagerado.
Miramos en silencio un rato largo la pantalla, en algún momento me quedé dormido y me desperte a los diez minutos por ahí, tenía algo de sueño.
Al despertar, vi a Cielo secarse las lágrimas a mi lado, la acerqué a mi pecho donde todavía seguía con los ojos aguados, la envolví en un cálido abrazo.
― ¿Estás bien? ― Negó ― ¿Por algo en especial? ¿Queres hablar? ― Negó otra vez y tragó grueso. ― Bueno, está bien.
Entrelacé mi mano con la suya y pregunté algo que jamás creí preguntarle ― ¿Tomaste la pastilla?
Sorbió la nariz ― No cierto, gracias ― Las sacó del cajón y agarró una botellita de su mesa de luz para tomarla, lo hizo con facilidad y se volvió a acostar, más específicamente en mi pecho mientras yo la abrazaba.
Le acaricié el pelo hasta que se durmió, y no pasó mucho para que yo lo haga.
A la mañana siguiente, me desperté por su sutil llanto, lloraba dormida, otra vez, pero sabía que por el efecto de las pastillas no iba a tener eso ataques, por esto es que digo que es una mierda su medicación ya que de todas maneras, no la ayuda.
Sequé sus lágrimas y dejé un beso en su frente antes de levantarme con mi celular en mano e ir al pasillo, me quedé cerca de la puerta para vigilarla por las dudas.
Vi la hora, nueve y media pasadas.
Suspiré antes de buscar el contacto que necesitaba y volví a mirar a Cielo que seguía durmiendo, se calmaba de a poco.
Pero no podía seguir así.
Marqué el número y puse el celular en mi oreja, me atendió a los primeros tonos.
― ¿Hola? ― Dijo del otro lado de la línea.
Es por tu bien Cielo.
― Hola Mariana, soy Mateo Palacios, amigo de Cielo.
• • •
HOLA HOLA, como estaaaan? bueno, yo ahí ando, estoy oficialmente de vacaciones, por fin, necesito vacaciones de la vida igual, pero bueno, todo no se puede dea
Nos enojariamos con Mateo si no fuera pro el bien de Cielo, ya que ella odia a Mariana por haberla diagnosticado mal la primera vez, aunque esto va a ser mejor aclarado más adelante
NO QUIERO SABER NADA MAS DE LA FAMOSA SEPARACIÓN, si lloré con Shawnmila imaginense con ellos, de luto casi
no me siento muy bien emocionalmente y eso hace que entienda a Cielo jsjss lpm me río para no llorar.
Pero eu, mi mamá ya buscó ayuda y nos tienen que llamar ya que al parecer hay VARIOS adolescentes hechos pija psicológicamente lo cual es bueno ah
aunque estoy como el tik tok ese de "no entiendo, que hago entonces? me mato o no?"
joda joda, todavía quiero vivir para un concierto de cualquier cantante argentino, me tengo fe
Sin más para decir, cuiden su salud mental, tomen agua y los quiero mucho, baii🤍🤍