only you ↺ n. ni-ki.

Von catkrina

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━ Aunque la pequeña e introvertida niña este sufriendo, de su boca no saldría ninguna palabra, porque est... Mehr

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Von catkrina

Tomó un respiro y observó la luz de luna esperando a desaparecer por las nubes. Le echó un vistazo al reloj de su teléfono, cuarto para las seis de la mañana. No tenía sueño, pero si tenía muchas ganas contenidas de salir a correr.

Se levantó de su cama y corrió hasta el cajón donde guardaba su ropa para hacer ejercicio. Pensó qué nunca lo volvería a hacer, ya que, lo había dejado hace mucho tiempo y más cuando Soodam no estaba con ella para animarla a seguir sus sueños. Atletismo, a Yewoo siempre le ha gustado correr en grandes terrenos y por pocos segundos. Se sentía libre y tenía adrenalina por todo el cuerpo al momento. Se ponía retos y no paraba hasta conseguirlos. Tal vez podría volverlo a hacer.

Una vez lista, bajó de su habitación y salió de casa sin avisarle a nadie, aunque bueno, su madre miraba todo lo que hacía su hija ya fuera de la casa a través de su ventana. La señora Im sonrió mientras veía como Yewoo calentaba un poco, para después comenzar a correr.

Era bueno que ella siguiera con su vida.  Con la vida que ella quería.

A la hora de la escuela, se suponía que Yewoo se debía de sentir cansada, pero no, no lo estaba. De hecho, tenía más fuerzas que nunca. Así que, al cruzar la entrada corrió hasta su salón de clases buscando con la mirada a Park Sieun.

— Hola, Sieun. — Al encontrarla en la esquina de su salón hablando con otras chicas, se acercó sin dudar. Dejó de lado la timidez y le saludó con confianza y una hermosa sonrisa plantada en su rostro. — Gracias por prestarme tu libreta, estadía perdida en la clase de historia.

Sieun abrió sus ojos al escuchar a la pelinegra hablar.

— Eh, ¿Gracias? — tomó con cuidado la libreta que colgaba de las manos de Yewoo con cuidado. — Aunque, Ni-ki me rogó por dársela... pero, que bueno que te haya servido, ¿Yewoo?  — Sonrió amablemente.

La nombrada asintió y observó como Sieun y sus amigas se iban. Entonces, miles de dudas cruzaron por su mente al escuchar lo que la chica le había dicho. ¿Ni-ki le rogó? Ahg, estaba tan confundida.

Pero en el fondo, le había gustado que el japonés se haya preocupado por ella.

Decir que le había prestado atención a sus primeras tres clases del día sería mentira, porque estuvo pensando en Ni-ki. ¿Era bueno pensar tanto en él? Se preguntó. Solamente se estaba haciendo ilusiones tontas, ¿Por qué él le rogaría a Sieun que le diera su libreta para después dársela a ella? Era estúpido, algo que no cualquiera haría...

— ¿Le gusto? — susurró llevando las dos palmas de sus manos a sus mejillas, sintiendo el calor recorrer en ellas. — No puede ser... ¿Qué hago?

Se sintió nerviosa de un momento al otro. ¿Qué es lo que su pecho estaba sintiendo en ese momento? Era algo diferente, como una emoción atrapada, pidiendo a gritos salir. Negó varías veces, y al sonar el timbre salió corriendo hacía la cafetería.

Sin mirar, tomó una bandeja y corrió hasta el lugar donde servían la comida. No eligió nada, solamente agarró todo lo que le entendían, sin medir el costo, todo por estar pensando en los seguramente inexistentes sentimientos de Nishumura hacía ella. Al pagar con la tarjeta del almuerzo, solamente caminó hasta sentarse en una mesa, sola.

— ¡Hola, Seo Yewoo! — Dahyun sonrió sentándose enfrente suyo. La pelinegra sonrió al ver a su amiga. — Te veo sola, así que... ¡Vine a hacer compañía! — aplaudió al aire, con una sonrisa en su rostro, tanto que contagió a Yewoo. — Hace mucho que no nos vemos, tengo un chisme; Yeonjun me corrió del trabajo por comerme las muestras de helado.

La chica levantó sus cejas, sorprendida.

— ¿Y no le dijiste nada? — Comió de su ensalada, mientras estaba pendiente de lo que Pinkie Pie relataba.

—  No. — alzó sus hombros, desinteresada. — Ya me corrió como seis veces, pero siempre me necesita. Puff, hombres. — tomó una cucharada de puré de papa y se lo comió. — Efta mut dico

Yewoo río de lo tierna que podría llegar a ser su amiga.

— ¿Sabes dónde está Ni-ki? — la pregunta se le escapó de sus labios. No lo había pensado, solamente lo tiró al aire esperando a que la castaña frente a ella le contestara. Recibió una mirada extraña por parte de Dahyun. — N-no es lo que crees...

Una pequeña sonrisa comenzó a deslizarse por los delgados labios de la castaña;

— ¿Y qué es lo qué creo? — alzó una ceja. — Sé que ustedes dos se traen algo, pero no estoy muy segura de qué.

El dolor en su pecho, el calor que se extendía en su corazón, volvía pero ahora con muchas más fuerzas que antes. Solamente pensarlo le hacía sentir nerviosa, pero que otra persona lo dijese solamente hacía que el rostro pálido de Yewoo se convirtiera en un lindo tomate.

— ¿De qué hablas? — Yewoo cruzó sus brazos subre su pecho, a la defensiva. — No hay nada. Solamente me llevo bien con su grupo de amigos y pues, me tiene que aguantar.

Dahyun negó con la cabeza. ¿Sabría Yewoo que era una pésima mentirosa? Tal vez no, porque ahora está mintiendo terriblemente. Sus pestañas revoloteaban y sus ojos no se quedaban quietos, solamente estaba escapando, escapando de la mirada que su amiga castaña le daba.

— Eso ni tú te lo crees, Yewoo. — Dahyun comenzó a hacer sonidos raros juntando sus labios y lanzando besos al aire. — ¡Te gusta Ni-ki! ¡Oh dios mío!

Lo gritó. Ella lo acaba de gritar justamente cuando las puertas de la cafetería se abrían y entraban los dientes nuevos amigos de Yewoo. Dahyun no era para nada discreta y tampoco había gritado a propósito, solamente se le había ido un poco la mano.

Yewoo suspiró hasta sentir un dolor en su pecho, observó como los siete chicos se acercaban lentamente y la pelinegra cruzó los dedos para que no hayan escuchado el griterío de hace unos momentos.

Logró escapar de la incómoda situación que se puso haber armado. No dijo nada, solamente corrió, huyendo como cobarde, pero es que ella no lo entendía.

Nunca nadie le había gustado nunca. Bien, tal vez unos cuantos chicos de la televisión ¿Pero uno real? No. Era primeriza, aparte que, no sabía si de verdad le gustaba ese chico.

Ni-ki nunca había tenido ni un mínimo interés en ella, nunca. Apenas y se miraban cuando él iba a su casa gracias a Soodam. Después, él le trató algo mal, le lastimó mucho, le habló feo, le hizo llorar un poco... No tenía ningún motivo por el sentir atracción y/o sentimientos hacía ese chico. Pero, también recordaba haber visto a Ni-ki peleando con otro chico por unas flores. Ni-ki bailando junto a ella esa noche, pidiéndole la libreta a otra chica, solamente para ella...

Basta.

Sentada encima del verde césped del patio, sintió cómo el aire pasaba por su rostro moviendo levemente las pequeñas ondas que se formaban gracias al clima que Seúl estaba tomando en estos últimos meses. Se estaba saltando una clase, por primera vez. Todo por culpa de Nishumura.

— ¿Realmente lo habrá escuchado o yo sola me hago ilusiones? — Últimamente había comenzado a hablar consigo misma. Había nacido en ella la necesidad de comunicarse con alguien, pero al no tener a alguien realmente cercano a ella –cómo alguna vez lo fue su hermana– comenzó a apoyarse ella misma.

Escuchó tres pisadas y volteó con el temor de ver a uno de los profesores merodear por el lugar, pero en cambio observó a Ni-ki. Estaba en el mismo lugar donde ella estaba, con la diferencia de que el japonés se encontraba parado mirando hacía un punto en específico y Yewoo estaba sentada admirandole.

— ¿Quién escuchó qué? — decidió hablar Ni-ki, tomando asiento a un lado de la pelinegra.

— ¿Qué haces aquí? — susurró comenzando a sentir el conocido ardor en sus mejillas al sentir como la rodilla del chico rosaba con su mano. — Estás saltandote clases.

— Tú igual lo haces. — comentó. En ese momento la de flequillo deseaba obtener una mirada del rubio, ya que este hablaba, pero no quitaba la mirada de donde sea que la tenía. — Te vas a atrasar más.

— No importa. — terminó, dejando así un silencio abrazados entre los dos. — Oye, Ni-ki... — volvió a observar el perfil del japonés, era muy lindo. Se miraba tranquilo, cuando cerraba los ojos gracias al aire y su cabello se removía al igual que el de ella. — Sobre la libreta que me diste... ¿Sieun realmente te la dió, o se la pediste?

Hubo un silencio en el qué Nishumura no se atrevió a contestar. Yewoo miró como tragaba saliva, y limpió las palmas de sus manos sobre sus rodillas cubiertas de sus pantalones escolares.

— Bueno... Yo... — se pasó la mano por su cabeza, despeinando aún más su hermosa cabellera. — La verdad es que se lo pedí para que no te atrasaras. Sé cómo eres con tus estudios y todo eso.

La pelinegra articuló una sonrisa, mientras sus dedos comenzaban a jugar entre sí debajo de sus piernas.

— ¿Te preocupaste por mi? — preguntó bajo, más para ella que para él, pero Ni-ki lo logró escuchar.

Bajó su mirada a sus piernas y escuchó como el japonés aclaraba su garganta de la nada. Comenzó a sentir todos esos calores en su pecho, a los que se estaba acostumbrado poco a poco, pero ahora le acompañaba otro sentimiento más; mariposas. Las tan clichés y esperadas mariposas que se suelen sentir al estar junto a la persona que te gusta. Esos estaba sintiendo Yewoo, sus mejillas se coloreaban de el rojo más potente de las paletas de colores. Y llenó de aire sus mejillas esperando una respuesta a algo que esperaba...

¿Esto era lo que se sentía el... Amor?

— No me gustas.

Todas las ilusiones que la pelinegra se hizo en varias semanas, Ni-ki se las destruyó en menos de díez segundos con solamente tres palabras.

Tres palabras que harían que su corazón doliera por algunos meses.

YO dejo esto aquí y me voy...

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