Cuando abrió sus ojos y sintió el olor de pan quemado, supo que el día no iría para nada bien.
Bajó como rayo de su habitación hacía la cocina donde seguramente su madre debería de estar, pero se llevó la sorpresa de ver a su progenitora dormir en la mesa de la cocina, mientras que se le quemaba el desayuno. Yewoo corrió hasta la tostadora y la apagó, sacando ahí el pan quemado.
— Mamá, ¿Estás bien? — preguntó parada a un lado de ella, pero su madre no contestaba. Removió su cuerpo varías veces, pero no respondía. La desesperación se hacía presente, al no sentir movimiento por parte de su madre, comenzó a moverla con fuerza, esperando así una respuesta. — ¿Mamá, qué te pasa? Despierta por favor.
Sintiendo las lágrimas atoradas en sus ojos, corrió hacía la habitación de sus padres, dónde su padre aún se encontraba durmiendo. Se subió a la cama y comenzó a mover a su padre, hasta que gruñó, despertándole por fin.
— ¿Qué ocu-
— Mamá se desmayó en la cocina, papá. No se mueve, no me contesta. — dijo sintiendo un nudo en su garganta. La idea de que su mamá se haya muerto no paraba de invadir su mente, no podía dejar que pasara, no podía dejar de alguien más se fuera.
Su padre, al escuchar lo que su hija dijo, se levantó lo más rápido que pudo a ver a su amada esposa. Al comprobar que todo era cierto, no tardó en tomar en sus brazos a la mujer de su vida.
— Yewoo, toma las llaves, vamos al hospital.
La pelinegra se mordía las uñas y se arrancaba los pellejos sueltos de su cutícula.
Estaba nerviosa.
Estar sentada en el pasillo frente a la habitación donde internaron a su mamá en urgencias no le hacía para nada bien. Aún seguía con su pijama, al igual que su padre, pero este aún seguía dentro hablando con el médico.
Las piernas de la pelinegra temblaban, solamente no esperaba ver salir a su padre con semblante triste. No. No estaría preparada. No está lista para dejar ir a otra persona importante en su vida. Sintió ganas de llorar de nuevo. No podía sentir nada más que tristeza.
Su teléfono vibró en su mano, así que tal vez para relajarse, lo revisó.
7 simios y una linda dama
Sunoo <3
¿Dónde se encuentra la bella dama?
Ni-ki.
Pensé que estábamos buscando a Yewoo 😰
Sunghoon <3
La bella dama es yewoo
Yewoo te queremos
<3
Jungwon <3
¿No vienes hoy a la escuela?
Jake <3
Te esperamos en la puerta de tu casa
pero no había nadie :(
Jay <3
No contesta >:(
Contesta, no te haremos nada jeje
Heeseung <3
Yewoo, ¿Estás bien?
puedo ver qué estás leyendo los mensajes, pero no contestas
Yo
Estoy en el hospital...
Mamá se puso mal en la mañana
Perdón por hacerlos esperarme
Ni-ki
¿ESTÁs bien tu?
Sunoo<3
¿Tu mamá está bien?
Jake <3
:(
Yo
Aún no lo sé, chicos
cualquier cosa los mantendré avisados
<3
Sonrió un poco al ver cómo todos, inclusive Ni-ki, se preocupaban por ella y por su familia. Ya les consideraba sus amigos. Podrían ser más que eso, personas especiales en su vida. Observó por la pantalla el chat después de dar la noticia, Jungwon mandó un meme cortando todo el rollo serio recibiendo un regaño por parte de Heeseung. Después comenzaron a pelear por el chat, sabiendo aún así que estaban justamente al lado del otro.
Esos chicos realmente eran especiales para ella.
La puerta de la habitación fue abierta y el rostro de su padre le tranquilizó un poco.
— ¿Qué tiene? — preguntó Yewoo mientras se paraba de la silla.
— Fue por exigirse mucho. Le han mandado medicamentos para dormir y cuando despierte la podremos llevar a casa.
Corrió por las calles con su vestido verde limón y sus sandalias blancas. Ya eran las 4pm, el horario donde los chicos salían de la escuela y como ella faltó ese día, iría a buscar a sus amigos. Esperaba llegar temprano, sabía que no podría llegar tarde o sus amigos ya no estarían ahí.
Y justamente cómo quería, llegó tres minutos antes. Se quedó esperando a que una bola de tontos salieran corriendo de la puesrta principal.
— ¡Seo Yewoo! — Jake gritó al ver desde lejos la cabellera oscura de la chica. La nombrada volteó al momento y con una sonrisa, saludó.
Los siete chicos se acercaron con rapidez, y en el momento en el qué la pelinegra iba a hablar, recibió un mar de brazos alrededor de su cuerpo haciéndola caminar un poco hacía atrás. Seis de los siete chicos se encontraban abrazándole. Nunca se lo esperó. Sus mejillas se colocaron de un color carmesí muy notorio, pero sólo para el único chico que no se acercó a Yewoo; Ni-ki.
— H-Hola, chicos... — habló sintiéndose aún nerviosa, observando una sonrisa en el rostro del japonés.
— ¿Cómo se encuentra tu mamá? — Jungwon fue el primero en preguntar al separarse del delgado cuerpo de la chica.
— ¿Fue algo grave?
— ¿Ahora está bien ella, verdad?
Esas y muchas más preguntas le llegaron por parte de esos seis chicos. Yewoo sonrió un poco, mientras negaba con la cabeza, con un alivio extendiéndose por el pecho al escuchar la preocupación de esos chicos hacía su familia.
— No se preocupen, ella está bien ahora. — contestó a todas las preguntas. — Vine a invitarlos a comer, hoy papá hará el almuerzo y bueno, supe que a ustedes les gusta como cocina él...
Ni-ki por fin se había acercado a dónde todos estaban, con una extraña sonrisa en su boca. Sacó de su mochila una libreta rosada llena de brillitos, el chico al verla arrugó todo su rostro, pero de igual forma de la extendió a Yewoo.
— Toma, me lo dió una de tus compañeras... — eso, en definitiva, llamó la atención de sus mayores. Ni-ki bufó sacudiendo la libreta en el aire. — Tómala, está toda llena de brillos que manchó mi mochila.
— Yo sí iré, sólo si hace las galletas que nos gustan. — Jake sonrió.
Mientras el padre de Yewoo preparaba un gran almuerzo para su esposa, hija y siete chicos con el estómago más grande del mundo, los pequeños del hogar estaban sentados en la sala frente a una mesa, donde habían miles de papeles y lápices.
— ¿A quién se le ocurre mandar a leer un libro de más de cien hojas de un día para el otro? — Jay bufó mientras se removía, un tanto incómodo. — Ya, Yewoo te pedí una almohada para mi trasero.
— Yo le dije que no te la dé, después de echas gases y se queda el olor en la pobre almohada. — Ni-ki comenzó a reírse al terminar de decir eso, mientras que su mayor le miraba con odio. Yewoo sonrió aún más mientras su mirada volvía a la libreta que el japonés le había dado.
«Park Sieun» decía la tapa de la libreta con una letra muy linda. En eso, Yewoo recordó algo; ella no se hablaba con casi nadie de su clase, entonces era muy poco probable que alguien se ofreciera a prestar su libreta para ponerse al día en la escuela. Soltó un suspiro. ¿Sería posible que Ni-ki haya robado la libreta? Pensó, pero poco tiempo después negó, desapareciendo esa idea de su mente.
Levantó la mirada hacía el rubio, el cuál estaba frente a ella encimado en su libreta. Se veía estresado, o eso era lo que daba a entender al ver que pasaba sus manos por sus cabellos, a veces se los jalaba, otras se golpeaba un poco la cabeza.
— ¿Necesitas ayuda? — preguntó en voz baja. Los demás hacían sus tareas, así que no quería incomodarlos. Ni-ki levantó su rostro y Yewoo se heló en su lugar.
¿Desde cuándo Nishumura se miraba tan lindo? Sus pequeños ojos oscuros que extrañamente tomaban brillo al mirarle, su piel tan visiblemente suave y el lunar que ocupaba lugar en su barbilla, se le hacía tierno. Nunca había tenido muchas oportunidades de verle sonreír, pero cuando cuando estaba con sus amigos, la hermosa sonrisa que poseía estaba siempre al aire. También era linda. También le gustaba.
— ¿Sabes sobre geometría? — el japonés preguntó, aceptando la ayuda que la chica le daría. — Ahg, olvídalo. Tu siempre sabes todo.
Yewoo sonrió algo apenada.
— ¿Qué es lo qué no sabes?
— Todo.