Desafortunadamente los días libres o vacaciones por la muerte de Soodam de parte de la escuela se habían acabado.
Los últimos días con los amigos de su hermana fueron... buenos. No había hecho nada más que reír junto a ellos, reírse de ellos, ect. Comenzaron a tratarla normal, casi todos. Aunque Ni-ki tratara a Yewoo frente a sus amigos, la verdad era que detrás aún no se llevaba bien. Seguía siendo distante y grosero con ella, algo que Yewoo tuvo que ignorar y por ahora le estaba yendo bien.
Solamente que volver a la escuela y sentir las miradas que seguramente le darían al entrar la ponía triste y por lo mismo, no tenía ganas de soportar a Ni-ki.
— ¿Estás segura de ir, hija? De seguro que la escuela entenderá que necesitas más tiempo para volver. — Su padre volvía a preguntar. Desde que ella se había levantado, tuvo la presencia de sus dos padres detrás de ella preguntándole si realmente quería ir a la escuela. Yewoo respondía con un sí. No estaba tan lista, pero si no iba hoy, nunca lo superaría.
Ella entendía a sus padres. Se preocupaban por ella, pero ahora que Soodam no estaba, se preocupaban mucho más.
— Estoy bien. — dijo y observó por la ventana de la camioneta el cabello de Sunoo. Él no venía sólo, detrás de él Jay le iba empujándole seguramente apurandolo. — Bajaré ahora.
— Pero, hija... Aún no hemos llegado a la puerta. — La señora Im dijo con preocupación, pero aún sí Yewoo quiso bajar.
— Bajaré ahora. — repitió y esperó a que su padre le quitara el seguro a su puerta. — Adiós, los veré en la tarde.
— ¿Pasamos por tí?
Yewoo se quedó pensando poco tiempo, a diferencia de antes.
— No, iré sóla a casa hoy. — y tal vez, de ahora en adelante.
No esperó repuesta de sus padres. Cerró la puerta y se acopló a la caminata que debía de hacer hasta llegar a la puerta de la escuela.
— ¡Yewoo! — la voz de Sunoo le hizo parar, ella volteó esperando a que Jay y él llegarán hasta donde ella y les saludó con un asentimiento. — Siempre vienes en coche, ¿por qué hoy caminando?
— Te cansarás.
Yewoo sonrió un poco al notar que Jay trataba de no hablarle fríamente, ahora lo hacía con un tono normal, hasta algo preocupado.
— Quería cambiar de rutina, ¿Es... Es algo bueno, verdad?
— ¡Claro que lo es! — Sunoo aplaudió mientras sonreía. No estaba mintiendo, estaba felíz de que Yewoo hablara con más seguridad hacía ello y que sea capaz de hacer ahora cosas que ella no hubiera hecho antes.
Recordaba las pláticas que tenía con Soodam. Siempre hablando de Yewoo, realmente le amaba, se preocupaba por ella y que Sunoo sea presente en los cambios que la hermana pequeña de su mejor amiga están teniendo en ese momento, seguramente hacía felíz a Soodam, dónde quiera que estuviera.
— ¿Vamos juntos a clases ya? — Jay habló metiendo las manos a los bolsillos de su pantalón del uniforme. — Tengo un exámen a primera hora.
— ¡Oh! Claro, vamos. — Yewoo comenzó a caminar seguida de Sunoo y Jay.
No se equivocó al pensar sobre las miradas de lastima que le darían. Yewoo, con sólo lo pisar el suelo de su escuela sintió las miradas que alumnos, hasta profesores y conserjes le daban.
Era normal, eso suponía. Tenía que aguantar esas miradas por un rato hasta que ellos puedan superar la muerte de su hermana. Suspiró reacomodando su mochila en su espalda, todo iba a salir bien.
— Yewoo, nosotros tenemos que ir a nuestros salones, es hora de dejarte sola, ¿Estarás bien? — Esta vez Jay le habló. Ella no supo simular su rostro de sorpresa, porque hasta Sunoo que iba a decirle lo mismo a la chica se sorprendió abriendo sus ojos lo más que podía y tapando con su mano izquierda su boca. Jay miró con una ceja alzada a los dos y solamente bufó: — Sólo contesta.
— V-Voy a estar bien. — Yewoo asintió y observó como los dos amigos se iban cada uno por su lado.
¿Ahora qué hacía ella? Estaba sola enmedio de todas esas personas, las cuáles seguramente le veían como un pequeño lobo bebé buscando si manada.
En este momento quería a Ni-ki a su lado. O bueno, igual a Dahyun. Lastimosamente, ellos estaban en el grupo B, mientras Yewoo estaba en el A. Comenzó a caminar hacía su salón de clases, aún no comenzaba la suya pero estaría por mientras, así evitaría hablar con otros sobre su hermana.
Al llegar entro buscando su lugar, pero se llevó una sorpresa al ver un ramo de flores rojas encima de su mesa. Yewoo parpadeó sin entender nada. ¿Eran para ella o...
— Oye, Yewoo. — volteó su cuerpo hacia Beomgyu, un compañero de clase que alguna vez Soodam había llevado a casa por un trabajo. La nombrada observó el nerviosismo de el chico esperando a que hable. — ¿Le p-puedes dejar esas flores a Soodam? En su tumba, digo.
La pequeña ilusión de que alguien le había traído flores a ella se había marchado al escuchar a ese chico.
— ¿Por qué no vas tú y se las dejas? — sonó fría. Ella ya no quería volver por un gran tiempo a ese lugar, no porque no hubiera querido a su hermana, era por el bien de ella. No quería hundirse más.
Beomgyu alzó una ceja. Nunca había escuchado hablar a la hermana de Soodam. Tragó saliva algo nervioso.
— Es que tengo práctica hoy y bueno... Esperaba que tú se las pudieras dejar por mí. — hizo un pequeño puchero. — ¿Puedes?
Yewoo volvió a ver el ramo en su mesa y soltó el aire de tenía en su pecho.
— Está bien, lo haré.
¿Había algo más incómodo que esto?
Sonrió un poco cuando la hora de el almuerzo llegó.
Después de que el profesor entrara y pidiera un minuto de silencio para Soodam y después de hablar sobre el suicidio, la clase fue totalmente incómoda para Yewoo. No pudo ni siquiera prestar atención y lo único que pedía era que su primer bloque de clases terminara.
Salió de su aula con lentitud, sin antes esperar a que todos sus compañeros salieran primero. Tomó de su bolsa su tarjeta de comida y salió a la cafetería.
Al entrar pudo respirar por un momento, no habían vistas de lastima; solamente jóvenes adolescentes contándole a sus amigos cosas sobre sus vidas, platicando sobre un tema en específico. Y ahí estaba Yewoo, una chica sin amigos y en una fila esperando su comida.
Vió a lo lejos, o bueno, escuchó a lo lejos unas carcajadas provenientes del grupo ese, de Ni-ki. Ahí estaba él junto a los demás riéndose de algo totalmente ajeno a ella. Algo que llamó la atención de Yewoo fue el asiento vacío que había al lado izquierdo de Ni-ki, donde antes Soodam se sentaba. Decir que no quería sentarse con ellos sería mentira, pero de por sí ya sentía que sobraba allí.
Ya con su bandeja de comida en manos, comenzó a caminar.
Pero no hacía ellos. Hacía su escondite secreto, donde estuvo almorzando por mucho tiempo.
Una vez entró al baño y se dió cuenta de que no había nadie más ahí, Yewoo se metió a uno y comenzó a llorar.
Extrañaba los abrazos de su hermana, su sonrisa, sus consejos, sus animos, sus abrazos. No se sentía realmente cómoda con sus amigos, se sentía fuera, desplazada. No encajaba. Tal vez Yewoo fue hecha para nunca tener amigos, para siempre estar sola.
Necesitaba un abrazo, pero no sabía que hacer para obtenerlo.