Sedúceme como quieras #2 ©

By Dartttemisa

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Ella es puro fuego, fuego escondido debajo de un mar tormentoso que no la deja ser ella, no la deja brillar a... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3/1
Capítulo3/2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Esto es serio.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38/1.
Capítulo 38/2.
Capítulo 39.
Capítulo 40.

Epílogo.

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By Dartttemisa

Un año después.

Liam.

Mentiría si les digiera que no la busque, fue estúpido, pero tenía que hacerlo para por fin darme cuenta de algo. El ser humano se aferra a otro ser humano cuando lo pierde, y eso provoca una carga sobre los hombros en donde te cuestionas todas tus acciones que pudiste haber hecho mal.

Siempre estuve cometiendo el mismo error. Pero ya estaba cansado de correr siempre por las personas que amo que me acostumbre a hacerlo, y cuando por fin me detuve a tomar un poco de aire y me volteé a mirar, nadie estaba corriendo por mí.

Con Jenna y Ainhoa siempre fui yo la persona perseverante, casi como si estuviera luchando una batalla solo. Pero ya no más.

Hoy se cumplía un año desde ese día y creo que te tengo que poner un poco al día.

¿Estás liste? Bien, comencemos.

Parecía que había pasado décadas de haberla visto, cuando en cambio habían sido solo tres horas. Tres horas desde que tuve que contarles todo a mis padres, asearme y disculparme. Mire a los ojos de papá mientras relataba todo lo que había hecho. Mamá estaba ella un manojo de lágrimas y nervios mientras se aferraba a mi camisa. Papá solo me miro inexpresivo para luego decirme que si hubiera estado en mi lugar habría actuado igual, porque la rabia ciega y aturde.

Una vez terminado de hablar nos subimos al coche y partimos al hospital. Por lo que sabía mi hermana estaba bien y había despertado hace uno o dos días. La extraña, y también quería ver a Logan.

Cada paso me acercaba más. Durante el camino entre en un trance en el que acababa de despertar al ver el número de la habitación de mi hermana. Allí estaba, a solo metros de su regaño.

Les pedí a mis padres que nos dejaran solos.

Mi hermana estaba conectaba a una intravenosa mientras se zambullía un pastelito que probablemente era de manjar —que lo más seguro es que lo tenía prohibido—  cambiando de canal con ceño fruncido. A penas me vio se incorporó de golpe en la cama hasta quedarse de pie sobre ella.

Yo pensé en su operación y si era correcto que ella hiciera ese tipo de movimiento.

— Liam... — me dijo con la voz temblorosa.

Y luego solo recuerdo haber caído de rodillas y derrumbarme por completo. Como cuando le quitas una piedra a un riachuelo y el agua comienza a correr con fuerza desenfrenada. Me arrodille a sus pies y le pedí perdón por no estar allí, y después me desmaye.

Luego vi a Logan, se derrumbó frente a mis ojos y pidió disculpas por no haber protegido lo suficiente a mi hermana.

Por otro lado se fue un año y comenzaron las vacaciones de verano. Logan, Lexie, Aleix y yo encontramos empleo y trabajamos el primer mes de nuestras vacaciones en un pequeño restaurante como meseros.

Zac y Abby tomaron los pocos ahorros que tenían y tomaron un vuelo hacia Tailandia, luego se irían por la carretera parando a coches para que los llevara a un destino indefinido. Estaban verdaderamente locos.

Mamá y Papá tomaron su misma iniciativa y partieron a hacer ese viaje que tanto quería hacer a Machu Picchu.

Luego de renunciar nos fuimos tres semanas a la cabaña donde nos alojamos hace unos meses y ahí estuvimos.

Un día por la mañana vinieron tres chicas a tocarnos la puerta, vecinas. Querían invitarnos a una fogata que se celebraba en honor a unas pequeñas tortuguitas que habían roto el huevo y emprenderían su camino al mar.

Fuimos todos, y ahí conocí a Joy. Una castaña bastante exótica que no dejo de bailar alrededor de la fogata en toda la noche, toco la guitarra para nosotros y fumamos marihuana con ella. Aleix estuvo tan pegado al móvil que ni los sentimos, por otro lado, mi hermana se había dejado pintar el cuerpo con gena y Logan encontró a su modelo perfecta para unas fotos en el agua.

A la madrugada las amigas de Joy se fueron a la cama al igual que mi hermana y Logan. Aleix se quedó un rato más con nosotros para luego quedarse dormido sobre la arena.

Rodee los ojos. ¡Después yo tuve que llevarlo!

— Entonces cuéntame ¿Qué te tiene así de distraído? — inquirió curiosa hundiendo los pies en la arena.

— ¿Cómo estas tan segura de que ocurre algo? Podría solo estar disfrutando del viento.

— ¡No hay viento Liam!

Reí empujándola despacio.

— Una chica.

— Oh, okey... ¿Quién es esta chica?

Me mordí la mejilla interna y me volví a mirarla. En sus ojos negros se reflejaba el fuego, se veía bonita.

Encogí un hombro.

— Ya no importa.

— ¡Oh claro que importa! No estarías así si lo fuera. Puedes contarme, al fin de cuentas soy solo una extraña que anda de paso.

Sonreí amargamente y lo hice. Le conté todo lo que sucedía hasta el amanecer mientras me escuchaba atentamente sin perderse ningún detalle, quizás fue por eso que al despedirnos la bese. Fue corto pero significativo.

Nunca me olvidaría de la chica a la que le conté todos mis problemas y me dijo algo que se volvió tan significativo para mí.

Hay un momento para el duelo, y un momento para salir adelante.

Y eso hice. Me obligue a no pensar en Ainhoa y creo... creo que fue una buena decisión.

Ainhoa.

Había pasado tanto tiempo escondida en la casa de mis padres luego de que Liam viniera a buscarme, que casi todos se sorprendieron cuando acudí a la reunión en el patio trasero.

La primera que me vio fue Rexha, fue la única que no me miro con lastima y le agradecí por ello cuando me tendió una botella de cerveza y me sonrió.

Creo que haber salido de mi habitación fue el primer paso para avanzar que hice. Porque ya me había roto, rompí, y era hora de que comenzara a afrontar mis problemas como lo hacía cuando aquella chaqueta me daba la valentía para hacerlo.

Al día siguiente tomaría un vuelo devuelta, y no sabía que haría, ni como estarían las cosas.

Liam.

Luego de cuatro meses sin un rastro de Ainhoa la vi, o creí haberla visto. El cabello de ella era idéntico y me lleve la vergüenza de la vida cuando la tome del hombro y no era ella, también una decepción.

Fuera de lo que había pasado entre nosotros no quería quedar mal, al menos si no quería estar conmigo que me lo digiera, aunque la distancia había hablado por si sola.

Pensé que la vería al regreso de clases, solo le faltaban dos años y seis meses de práctica para que se graduar, pero no vino el primer día, ni el mes siguiente ni el que vino después.

Había perdido la esperanza de volver a verla.

Y el día que la vi fuera de mi apartamento fue el peor momento para que decidiese volver.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron ella estaba sentada en el suelo mientras jugaba con unas llaves en la mano, sabía lo que pasaba por su cabeza, se estaba debatiendo si entrar con su propia llave o pedir permiso.

— Ainhoa — la llame.

Se incorporó de inmediato con una mirada inquisitiva en el rostro al verme acompañado.

— ¿Ainhoa? ¿Esa Ainhoa?— pregunto Joy sacándome de mi transe. Cerré los ojos sin saber qué hacer.

Y no fue hasta que Joy me dio un empujón que reaccione y fui hacia ella. Ainhoa pareció hacerse pequeñita ante mi cercanía y no me miro en ningún momento.

— Estas aquí. Vaya, no pensé que me honrarías con tu presencia luego de meses.

— Lo sie...

— Ni siquiera lo intentes.

La observe apretar los labios y fruncir el entrecejo. Me gire hacia Joy y le hice una seña para que se acercara.

Un segundo después abrí la puerta con cuatro mátelas en una mano. Ambas me siguieron de cerca incomodas y la situación no ayudaba para nada.

— Por aquí Joy — la llame para enseñarle su nueva habitación por los siguientes dos meses.

Estaba de paso y necesitaba alojamiento con urgencia. Solo eso.

— Está muy bien Liam. — Fingió una sonrisa—  yo... yo creo que deberías ir a hablar con ella.

Asentí.

Volví a la sala para encontrar a la pelirroja en el mismo lugar en que la había dejado. Tome una de sus maletas para llevarla hasta nuestra habitación, pero antes que pudiera hacerlo me detuvo.

— Yo puedo pedir una habitación en la residencia... no es necesario que...

Pero la ignore llevando sus maletas al armario que estaba casi vacío aparte de mis camisetas.

— Te dejare la cama, puedo dormir en el sofá.

— No es necesario...

— No lo estaba preguntando Noah — espete mirándola con dureza.

Esa noche compartí una cerveza con Joy mientras me comentaba los países que había visitado. Ainhoa se había metido a la cama a penas se escondió el sol.

Nos quedamos hablando hasta las tantas, que cuando me acosté en el sofá, luego de horas de estar manteniendo los ojos cerrados sin dormir. Quizás eso confundió a la pelirroja.

Escuche sus pasos acercándose a mi lentamente, la sentí pararse frente a mí y sorber la nariz. Controle el impulso de abrir los ojos, sabía que estaba llorando pero ella no se comunicaba conmigo. No sabía si estábamos bien o mal, o a que se debía su regreso.

Luego tomo mi brazo al mismo tiempo que se acostaba junto a mi lado y se rodeaba a sí misma. Escondió la cara en mi cuello y soltó un fuerte suspiro. Espere a que se quedara dormida para abrazarla y acurrucarme a su lado.

Solo por una noche me quería sentir en paz.

Luego... luego todo volvió a ser lo mismo.

Los meses que estuvo Joy casi no vi a Ainhoa por el apartamento, se iba temprano y llegaba tarde, o se quedaba en el apartamento que Lexie compartía con Logan. Después de esa noche intuí que me quería en la cama con ella, y cuando no protesto no volví más al sofá.

Se fue Joy, y pasaron tres meses y medio en el que Ainhoa y yo no cruzamos ninguna palabra. Hasta que un día al llegar a casa me estaba esperando con la sala inundada en velas y comida que ella misma había preparado. Vestía un hermoso vestido morado que le caía sobre la rodilla.

Hablamos esa noche, por fin hablamos de todo y nada a la vez. Nunca tocamos el tema más importante. Al final de la comida se había puesto de puntitas para besarme con ternura, y nos fuimos a la cama.

No podía dormir, su calor corporal estuvo tan presente esa noche que me aferre a las sabanas para no darme vuelta y abrazarla. Sin embargo ella fue quien lo hizo, la sentí removerse y después sus brazos estaban rodeándome mientras apoyaba su mejilla en mi espalda.

Comenzamos a repararnos de a poco, casi era como volver a empezar. Todo estaba bien, o eso creí.

Era aun de día cuando me fui a la cama por un fuerte dolor de cabeza, Ainhoa estaba en su nuevo trabajo y llamar a mi hermana era muy soso, aparte no quería preocuparla.

Pero cuando me desperté ese día Ainhoa estaba a mi lado con las mejillas empapadas en lágrimas y los ojos y nariz rojas.

— ¿Qué sucede? — le pregunte inquieto.

Se tapó la cara con las manos y comenzó a decírmelo todo.

Desde su familia y la pandilla, hasta que fue gracias a ellos que pude salir de la comisaria. De su miedo cuando me vio apuñalar la mano de Samuel hasta porque se había ido.

Necesitaba espacio, también superar sus miedos sin la ayuda de nadie.

— Y me prometí que al volver intentaría arreglarlo todo... que me la jugaría por ti, por nosotros. Me convencí que era una Ainhoa fuerte que no se deja intimidar, pero todo se me fue a la mierda por mi ¡puto orgullo! Me daba miedo hablar contigo, no quería que me digieras que estabas cansado de mí y que lo nuestro no funcionaria, o que hayas encontrado a alguien que te quisiera como quieres que te quieran. ¡Pero Liam! ¡Joder Liam! No sé si alguien pueda amarte más como yo lo hago y-y... perdóname... sé que debí estar contigo pero también quería que me entendieras, si no te conté sobre mi familia era porque no quería que me miraras con ojos diferentes. Y luego vi a Joy y me quede en silencio todo este tiempo por cobarde.

— Tranquilízate, princesa.

— ¡Extrañe tanto que me llamaras así, Liam! — chillo lanzándose a rodearme el cuello. Caímos de espaldas en la cama, yo con un fuerte dolor de cabeza y Ainhoa con un ataque de histeria por todo lo que se había guardado—  yo también te amo mi princesa, no lo dudes. Yo... yo no quería seguir corriendo por amor Ainhoa, quería que me demostraras que esto te importa tanto como a mí...

— Y me importa... de verdad que sí. Pondré todo de mi parte para estar bien.

Ese día Ainhoa no dejo de abrazarme hasta que se quedó dormida.

Los siguientes meses fueron los mejores que he tenido. Ambos nos esforzamos por demostrar al otro lo comprometidos que estábamos con esto, hablamos de muchas cosas, experimentamos tanto que al fin del día mi lengua estaba adolorida de tanto que la besaba.

Eso era una cosa aparte. Ainhoa me besaba tanto últimamente que cuando se lo dije se echó a llorar y la recompense haciéndoselo contra la pared.

Habíamos pasado por tanto. Y lo que nos quedaba...

Separarnos había sido la mejor decisión que pudimos haber tomado. Ahora todo iba sobre ruedas

Tenía una idea loca en la cabeza hace unas semanas  que no me dejaban dormir. Y la reacción de Ainhoa era la más importante.

Termino saliendo por mi boca un día cualquiera. Estábamos sentados en el sofá mirando nuestro pequeño trabajo de limpieza — que por cierto nos tomó todo el día—  que solo lo dije sin más.

— ¿No crees que el apartamento es un tanto silencioso? — inquirí mirándola de reojo—  digo... podríamos hacerlo un poco más ruidoso ¿no?

La observe con el corazón a mil mientras ella miraba todo a su alrededor mordiéndose su labio. Sus ojos se detuvieron sobre los míos y... y sonrió.

— Creo que sí... podríamos hacerlo un poco más ruidoso.

Todo eso había pasado en tan solo meses.

Hoy se cumplía un año desde que Ainhoa se había ido.

Suspire mirando la sala de la casa de mis padres repleta de mis amigos y sus familias. El año pasado este mismo día la casa había estado casi vacía, no estuve de mucho ánimo para hacer la cuenta regresiva.

Ahora, solo esperaba que Ainhoa se apresurara en llegar para la estar con ella cuando dieran las doce.

Se había sentido mal todo el día que cuando le pregunte si deseaba que me quedara con ella me echo a patadas de la casa.

Hablando de la reina de Roma...

— Tengo que decirte algo... — dijo acercándose a mí con la respiración apresurada—  vamos al baño.

— ¿Estas bien? Estas pálida.

— Solo vayamos.

¡Joder con sus malditos cambios de humor! Solo faltaban cinco minutos para las doce.

Paso una eternidad cuando por fin llegamos al final de la escalera y a paso calmado abrió la puerta del baño. Me empujo dentro con demasiada brusquedad.

— ¿Qué pasa?

— Okey... no estoy segura —cerró los ojos soltando el aire— Me lo hice esta mañana y no te dije porque no quería alarmarte — abre el cierre de su bolsa para luego sacar la caja. Ahogo un grito—  no quería que fuera como la última vez que ambos nos decepcionamos con el resultado. Yo solo... lo metí dentro junto a los papeles de la doctora...

— ¿Fuiste a medico? — Asiente—  okey, esto comenzando a sudar.

— ¿Te estas arrepintiendo? — inquirió con gesto preocupado.

— ¡No, no, no! Claro que no.

— Okey, ¿te parece si a la cuenta de tres lo damos vuelta? — pregunta con los ojos cerrado sacándolo de la caja.

— Sí.

— Dame la mano.

— ¿Por qué?

— ¡Solo dame la mano, Liam!

— ¡Esta bien!

— ¡Cinco! — Se escucha la cuenta regresiva desde el piso de abajo.

— ¿Estas lista princesa?

— ¡Cuatro!

— Siempre.

— Tres –nos unimos a la cuenta regresiva.

— Dos...

— ¡Uno!

Con un movimiento brusco damos vuelta el aparato, bajamos la mirada al mismo tiempo.

— ¡Feliz año nuevo! — se escuchó desde abajo.

En mi rostro se extiende una gran sonrisa. Ainhoa se acerca un paso para besarme la boca entre risas.

— Feliz cumpleaños Liam.

Sonreí con los ojos ardiendo, me pongo de rodillas y beso el vientre plano de mi novia.

— Feliz embarazo Ainhoa.

Finalmente lo que tanto había deseado se estaba haciendo realidad. Tenía una novia que me amaba, un bebe en camino y mi familia junta. Si algo era cierto es que los Anderson habíamos pasamos por mucho, nos caímos y nos quebramos pero siempre nos levantamos.

Con lágrimas de alegría cerré los ojos y pensé en ti. Tenías razón, nunca es tarde para ser feliz y sonreír. Abuela.

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"Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle." -Stephen Hawkin.