Hablarán De Ti Y De Mi [CLEXA...

By PalmeraVanti

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Clarke Griffin esta finalizando la carrera de secretariado ejecutivo y consigue la mejor oportunidad laboral... More

¿Y ésta quién es?
JaneCG y Lexa
4 "Lo siento" 2 Encuentros de manos y 1.000 Sensaciones
¿La secretaria o la escritora? ¿Habitación o café? ¿Traje gris o negro?
Jefa - Empleada
¿Dos días para qué?
Va por dentro
El sabor de un beso
Otro beso robado
¿Quieres una jefa?
Sígueme el juego
Elixir
Así sabe un Cinnamon Dolce Latte
Un orgasmo como analgésico
Tanta vida de repente
Una buena explicación
Un pasado doloroso
****** --- ACLARACIÓN--- ******
El crujir de un corazón ajeno
Celos con sentido
Zumos que prometen despertar sobresaltos emocionales
Flores de papel
Segunda oportunidad con chocolates y flores de papel en mano
Vas a despertar a la galaxia con tus gritos
Atracadora de reinos prohibidos

Coronación al amanecer

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By PalmeraVanti

Clarke POV

Pulsaciones aceleradas gracias a sus acercamientos, aquella mujer se divertía jugando con mis sentidos y estos aceptaban su rendición con facilidad.

Acompañando aquel órgano enloquecido se encontraban mis manos sudorosas, esas que segundos atrás se habían posado sobre la delicada piel de Alexandria y necesitaban volver a repetir esa sensación por lo que les restara de vida.

Me encontraba en la difícil situación de apostarle con valentía a un sí o rendirme a un cobarde no.

Los roces que habían compartido nuestros labios volvían a reproducirse en mis pensamientos y los míos volvían a hormiguear como si realmente lo estuvieran viviendo.

Definitivamente sería un sí.

Sonreí mordiendo mi labio inferior al escuchar la respuesta que mi corazón le otorgaba a mis dudas, iríamos a por Alexandria pero no se lo haríamos tan fácil. Le impondría un juego a nuestra relación y de solo pensarlo una adrenalina me recorría entera.

El elevador se ubicaba en planta baja abriendo sus puertas y todos mis pensamientos que hasta el momento se abocaban a la castaña de cuerpo de infierno que me robaba el aliento, se depositaron en una sola persona.

Raven.

Sin dudarlo caminé directa hasta su escritorio y pude verla entregando una planilla a una mujer de vestimenta muy elegante pero excesivamente formal para mi gusto. De soslayo los ojos de Raven observaron mi avance furioso hacia ella y su mentón se tensionó bajo la mirada de aquella señora.

Me ubiqué a un lado de la mujer y en cuanto me sintió llegar volteó en mi busca, le sonreí con amabilidad y ella respondió el gesto, en cuanto noté que su mirada volvía a volcarse a la planilla que tenía entre sus manos busqué la de Raven que esperaba mi encuentro, mordió su labio inferior nerviosa y yo crucé los brazos sobre el escritorio observándola con una ceja en alto.

La mujer finalizó la lectura, le pidió a Raven un bolígrafo, colocó su firma en la parte inferior derecha y se fue agradeciéndole la amable atención.

¿Y bien? — Pregunté desafiándola con la mirada mientras la suya se escondía tímida entre el grupo de carpetas sobre el escritorio.

— ¿Qué? — Preguntó alzando finalmente la mirada para encontrarse con mis ojos que aclamaban sin mucha paciencia una explicación — Vale, vale, la he ayudado, si ¿Y qué?

¿Y qué?... ¿Y qué? — Ironice duplicando su pregunta — Podrías comenzar dándome la explicación de por qué me has lanzado a los brazos de la mujer a la que un día atrás querías soltar tu saliva sobre su café. 

Raven rió al recordarlo y yo incapaz de mantener mi seriedad reí con ella. Cuando las risas se atenuaron mi amiga negó con la cabeza, se inclinó sobre el escritorio cruzando sus brazos para quedar frente a mi y luego en esa posición habló.

La he visto llorar por ti Clarkie 

Mi cuerpo abandonó la postura intimidante y se relajó en una que dejaba ver confusión — ¿De qué hablas?

Lo que escuchas, la vi llorar, pude ver como sus ojos se cristalizaban viviendo el momento en que su corazón era estrangulado por las manos de Niylah cuando te cogió de la cintura, luego la oí discutir con su padre y por si me quedaba alguna duda la vi lanzar los obsequios al cesto de basura. — Raven suspiró profundo y continuó hablando — Nunca pensé que diría algo así, pero creo que de verdad te quiere y que se alejara ha sido culpa de su padre. 

Ladee la cabeza en negación arrugando mis facciones ante su razonamiento — El señor Gustus no sabe de lo nuestro.

Los labios de Raven se escondieron en una casi imperceptible línea y sus ojos me confirmaron las dudas de sus pensamientos — No sé, pero estoy casi segura que la decisión de alejarse de ti ronda en torno a él. 

A toda su familia. — Raven me miró pidiendo una explicación — Es lo que me ha dicho.

— Esta noche cena en mi casa, quiero saber todo.

Vale. — Respondí sin ocultar la sonrisa.

❁❁❁

Una semana que transcurría con normalidad y yo me divertía jugando a la provocación con Alexandria Jasmin. No tardaba en rendirse a mi juego y cuando se acercaba buscando concretar el acercamiento yo fingía demencia, alejándome con los reproches de mi corazón haciéndose audibles en mis pensamientos y contemplando esa sonrisa cargada de picardía que se abría camino en sus labios con cada paso que daba distanciando nuestros cuerpos, ambas jugábamos un juego que nos seducía y dolía a partes iguales.

Cada < No > que emitían mis labios ocultaban una excusa, sentir que si le faltaba me extrañaba, pero a mis pensamientos que fingían fortaleza se les escapaba un detalle, que en cada uno de mis movimientos, en cada mirada, en cada sonrisa, se nota que moría de ganas. Ganas de ella que paseaban con total impunidad por todos mis rincones, exclamando ser atendidas y saciadas por sus manos o su boca.

Y aunque el miedo de volver a sufrir dejándome ser en sus manos me sorprendía cuando pretendía avanzar, la idea de soltarme de su agarre se hacía presente por momentos, esos momentos donde mi corazón bombeaba enérgicamente contemplando las líneas de su sonrisa, haciéndome saber que si le faltaban no podría continuar. ¿Soltarme o aferrarme? Soltarla era una opción pero no tan válida, temía caer al hacerlo, porque la necesitaba para continuar.

El día que culminaría con el fin de la semana laboral había llegado y mi corazón y yo ya habíamos tomado una decisión, nos regalaríamos unos minutos en los labios de Alexandria Jasmin.

La reunión improvisada del señor Gustus con un cliente nos llevó a Alexandria Jasmin y a mi a abandonar juntas la oficina al mismo tiempo, el momento perfecto para atrapar sus labios en un beso del cuál dejaríamos el ritmo en sus manos.

Ingresamos al elevador, presione el botón y me coloqué a su lado a una distancia precisa dónde con facilidad me era posible captar la dulzura de su perfume. La observé disimuladamente de lado y descubrí sus ojos puestos en mi mientras sus manos jugaban nerviosas e indecisas a ambos lados de su cuerpo. Los papeles habían cambiado, la tímida ahora era su rol dejándome a mi el papel de la extrovertida con ganas de jugar.

Y pues si la vida corta la baraja y te regala el ancho de espada, la jugada ya la tienes ganada.

Realicé dos pequeños pasos, detuve el movimiento descendente del elevador y me lancé en busca de sus labios, en cuanto me sintieron llegar se dejaron atrapar con facilidad, su labio superior fue prisionero de los míos en la primera embestida mientras que en la segunda el suyo inferior se deslizó con cautela entre mis labios rozando la punta de mi lengua. El deseo se disparó en cuanto el vértice de mi lengua alcanzó sus besos.

Unas increíbles ganas de inhalar en el hueco de su cuello profundamente para que esa fragancia abofeteara a mi sentido del olfato comenzaron a tomar cada vez más forma en mi con la intención de culminar en una instantánea derrota.

Con latidos pesados que evidenciaban la dificultad de aquella tarea para mi corazón, mis labios respondieron a la súplica de mi mente de alejarse de la suavidad de los suyos, un par de roces más de su lengua en el interior de mi boca y terminaríamos atándonos a su cuerpo con nudos imposibles de desatar luego.

A mi cuerpo nunca le había resultado tan difícil alejarse de un beso como cuando se trataba de los labios de ella, con manos sudadas y temblorosas de deseo oprimí nuevamente el botón para que el elevador retomara su marcha.

Pude oír su respiración forzada a mi lado y saberme la causa de ella estremecía cada articulación de mi cuerpo. Ambas nos mantuvimos inmóviles y en silencio hasta que el elevador completó el descenso, sin mirarnos, sin tocarnos, pero deseándolo con todas nuestras fuerzas.

Seguía sorprendiéndome lo obediente que había resultado ser Alexandria Jasmin, respetaba cada acercamiento y el final fastidioso para ambas que yo siempre le otorgaba, aunque sus manos intentaban sostenerse con fuerza buscando que la lejanía de mi cobardía no nos sorprendiera, siempre terminaba por ceder respetando los tiempos que le había pedido.

Me alejé sin mirar atrás, voltear a mirarla y encontrar una de esas sonrisas pícaras que obligaban a mi sistema a pausarse por segundos no era muy buena opción y mucho menos luego de aquel beso.

Vaya si extrañaba sus besos, mis pensamientos no recordaban lo delicioso que resultaba perder mi reloj entre sus labios.

Mantuve mis pasos firmes y al pasar junto al escritorio de Raven le dediqué un saludo con un movimiento de cabeza, no tenía tiempo para charlas luego del pedido que me había encargado casi con urgencia el señor Gustus.

El trámite que mi jefe había dejado en mis manos me había tomado casi el día entero, cuando conseguí llegar a la empresa solo quedaban Raven y algún que otro empleado más dispersos por algunos sectores.

— ¿Quieres cenar en casa hoy? No te propongo el plan de tu vida, pero sí Netflix, helado y la comodidad de mi sofá. — Le sonreí mientras guiñaba un ojo a modo juguetón.

Sabía que no me equivocaría con el helado. — Raven presionó su puño y lo movió hacia abajo.

¿Qué? — Pregunté confundida ante sus palabras.

Nada, nada. Agradezco tu tentadora oferta, pero tengo planes para hoy, tal vez mañana y así me cuentas todo.

¿Te cuente qué? — Ladee mi cabeza aún más confundida.

Nada... Quedamos para mañana ¿Vale? 

Vale. — Respondí rodando los ojos.

Tomé mis cosas y con pasos tranquilos por un Nueva York algo atareado para esas horas del atardecer daba por finalizada la semana laboral. Al llegar a casa cogí el móvil, le marqué a mi madre para preguntarle como se encontraban todos y hablamos durante poco más de media hora.

Estaría sola y sin helado — Debí pasar por la heladería de camino aquí — me reproché internamente, pero no le permitiría a mi cansancio competir con mi tentación, marqué y pedí helado por delivery.

Me di un baño que ayudó demasiado a relajar la tensión en mi cuerpo, me vestí cómodamente, preparé una cena ligera la cual comí sin siquiera sentarme y en el momento exacto que me disponía a tomar el helado de la nevera para dedicarle algo de tiempo a Netflix, el sonido del portero lo impidió.

Raven. — Fue lo primero que se dijeron mis pensamientos.

Caminé hasta la puerta sin siquiera preocuparme en ocultar la ridícula camiseta de Mickey que llevaba puesta, estaba segura que del otro lado estaría mi amiga, no habían más opciones factibles, al menos para mi mente.

Realicé las dos vueltas de llave y al abrir la puerta la mujer frente a mis ojos pellizcó mi corazón con la presión exacta para lograr estremecerlo.

Nuestros ojos conectaron pero la unión solo duró unos segundos ya que a los míos los atropellaba la necesidad de observarla con detenimiento. Su cabello removido y amoldado en un peinado con ondas que le sentaba delicioso a sus facciones, el escote de ese vestido que permitía apreciar con tentación sus marcadas clavículas y ese último trozo de tela que ocultaba con exactitud lo que debía dejando al descubierto sus delgadas piernas.

Y tu con una camiseta de Mickey, idiota. — Me reprocharon mis pensamientos molestos.

Mi corazón pidió oxígeno y mis pulmones aclamaban a mis venas que dejaran correr su sangre. O tal vez era al revés. A esa altura ya todo daba igual, con Alexandria Jasmin frente a mi nada en mi interior funcionaba con normalidad.

He traído helado. — Habló consiguiendo que volviera a buscar sus ojos.

Y yo he dicho que a mis tiempos. — Fingí estar molesta ante su descaro.

¿Te resistes al helado?

Me resisto a ti. — Descansé mi cuerpo sobre uno de mis brazos ubicándolo en el marco de la puerta y alcé una de mis cejas desafiándola.

¿Realmente puedes hacerlo?  Aumentó el desafió con sus palabras, inclinó su cuerpo para darse paso debajo de mi brazo y mis ojos no tuvieron la fuerza suficiente, se deslizaron rápidamente por la piel de su cuello hasta alcanzar el tentador escote.

Inhalé con dificultad buscando recuperar el aliento que Alexandria Jasmin y su impecable presentación se habían robado — Si. 

Pídeme que me vaya y lo haré. — Llevó ambos brazos arriba a la altura de su cabeza.

Ella no imaginaba que su voz descolocaba a mi organismo en el instante que rozaba mis tímpanos, que sus ojos acorralaban mis sentidos abocándolos al deseo y sus labios tentaban a mi libido a la derrota entre sus piernas.

Vete. — Fingí desinterés, ignorando los golpes frenéticos de mi corazón contra mi pecho que me pedían a gritos que le rogara quedarse.

La expresión en su rostro me permitió percibir como mi respuesta la había tomado por sorpresa. Sus labios se curvaron molestos, se inclinó para colocar el helado junto a mis pies y el movimiento de inclinación frente a mi jugó con mi imaginación incitándola rápidamente.

Sus ojos se clavaron en los míos y la conexión ardía en mis pupilas mientras mi boca perdía toda su saliva secándose por completo.

Adiós. — Se despidió frustrada y en cuanto giró para marcharse mis ojos se desviaron a la parte baja de su cintura.

La tela del vestido cubría exacto el límite entre el final de su culo y el principio de sus piernas, y yo era lo suficientemente humana como para rendirme a sus irresistibles encantos físicos.

La tomé del brazo y la giré hacia mi con el objetivo en la mira. Mis labios atraparon los de Alexandria Jasmin, una de mis manos se aferró a su cintura acercándola a mi cuerpo y la otra se dejó llevar por la sensación que le provocaba la suavidad de su cabello entre sus dedos.

Con su cuerpo entre mis brazos roté y moví una de mis piernas consiguiendo cerrar la puerta de un portazo, afirmé el agarre sobre su cintura y guié sus pasos hasta sentir que sus piernas golpearon con el sofá. Me distancié del beso con dificultad y con el pulso acelerado consiguiendo el temblar de mi mano le di un empujoncito dejándola caer sobre el.

Sus labios abiertos pedían aire y mi entrepierna comenzaba a reclamar atención al verla tendida sobre mi propio sofá esperando por mi. Sonreí de manera traviesa y me senté a horcajadas sosteniendo el peso de mi cuerpo con mis piernas a ambos lados de su cintura.

Volví a unir nuestros labios y las lenguas de ambas buscaron su lugar dentro de la boca de la otra, enrede mi mano en su cabello y jalé con una fuerza medida, sensación que no me cansaba de repetir y cada vez que lo hacía me gustaba un poco más su reacción, llevé mi boca hasta su hombro y le dediqué una mordida que se llevó como premio un gemido ahogado de su parte, mi lengua se dispuso a recorrer su piel y viajó desde su cuello hasta encontrarse con su oreja, mordí su lóbulo con deseo y con mis labios rozando su oreja solté en un susurro cálido — Vas a despertar a la galaxia con tus gritos. — Para luego volver a buscar su boca.

Su lengua ingresó acariciando mi paladar y mis labios rápidamente la abrazaron para soltarla muy lentamente, en el camino abrí mis ojos y me permití apreciar los suyos cerrados, entregados al placer que nuestro contacto le estaba regalando, otro gemido ahogado escapó de sus labios cuando terminé por soltar su lengua succionando antes el extremo de la misma.

Sus ojos se abrieron ubicándose a la altura de mis pechos y mis labios inhalaron profundo cumpliendo con los pedidos de oxígeno de mis pulmones al intuir su próximo movimiento. Sus ágiles manos desnudaron mi piel con facilidad mientras dejaba caer la camiseta a un lado.

Sus pupilas devoraron mis pechos desnudos con descaro, su respiración pesada que conseguía disparar mis sentidos al saberme la culpable de ella, hacía subir y bajar su tórax lenta y pesadamente. Observar minuciosamente la manera en la que me contemplaba incrementaba mi excitación rápidamente y comenzaba a necesitar que actuara.

Sus ojos volvieron en busca de los míos y al sentirlos llegar mi vientre vivió una punzada de deseo deliciosa. Sin romper con la estimulante unión de nuestras miradas comenzó a acercarse lentamente hacia uno de mis pezones, con sus labios entre abiertos acariciándolo sutilmente respiró sobre él y la calidez de su aliento consiguió que reaccionara erectándose mientras un gemido colmado de afán sexual escapaba de mis labios.

Los labios de Alexandria Jasmin capturaron el pezón para terminar de endurecerlo y cuando llegó el turno de su lengua de jugar con él, mi bajo vientre se incendió exigiendo más y más calor. Haciendo uso de la mano que se encontraba tirando de su cabello incrementé la presión de mi puño cerrado y la atraje más hacia mi, al sentirlo separó aún más sus labios permitiéndole a gran parte de mi seno ingresar en su boca, mi pezón se encontró con su lengua y al alejarse lo encarceló entre sus dientes, mi espalda se arqueó ante la sensación de aquello y sus dedos dibujaron con suavidad el hueco de mi espalda para luego aferrarse a mi cintura.

Cambió de pezón jugando de la misma manera, combinando sensaciones entre succiones, lamidas y mordidas que me llegaban a estremecer al punto de creer que me correría sin mucho más que el disfrute de sus maneras sobre esas delicadas zonas de mi fisonomía.

Dejó de dedicarle atención y la repentina distancia entre su lengua y mis pechos dolió en mi sexo que reclamaba su atención con urgencia.

La humedad de su lengua comenzó a recorrer mi cuello, humectando también mi mentón hasta alcanzar nuevamente mis labios. Sus manos apretaron mi cintura con fuerza, clavando sus uñas mientras los besos incrementaban al ritmo de la pasión y nuestros cuerpos se movían inquietos, desesperados por sentirse.

Lleve mis manos cegadas por la lujuria a ambos lados de ese escote que anteriormente me había quitado el aliento de una sola bocanada y jalé de él sin cuidado liberando sus pechos, al soltar la tela esta se cerró entorno a sus senos acercándolos de manera provocativa para la vista. La ambición por su piel guió a mis labios al encuentro con uno de sus pezones y sentirlo despertar en mi boca terminó por dominarme, dibujé pequeños círculos siguiendo su forma y al buscar el otro los latidos necesitados de mi ardiente sexo me obligaron a comenzar a mover las caderas buscando el roce con una de sus piernas.

Tuve intención de dedicarle más tiempo a la estimulación de uno de mis lugares favoritos de su cuerpo, pero esta vez su mano se enredó en el moño que sostenía mi cabello para guiar a mi boca hasta el encuentro con la suya. Atrapó mis labios en un beso suave pero pasional y con la mano libre deslizando por mi piel desnuda llegó a la altura de aquella parte que la reclamaba a gritos silenciosos, hizo la braga a un lado y sus dedos ingresaron abriéndose camino entre los pliegues de mi intimidad.

Pude sentir a sus labios sonreír en medio del beso mientras sus dedos jugaban a estimularme sin mucha atención exacta. Mi lengua decidió saborear su boca una vez más y con una de mis manos tomé la muñeca de la que se divertía con la humectación que ella misma había generado, la sostuve con firmeza evitando que se moviera y separando dos de sus dedos me senté sobre ella abriéndole camino en mi interior. La sonrisa en sus labios incrementó para luego atrapar el mío inferior con sus dientes y dejarlo escapar lentamente a medida que inclinaba mi cabeza hacia atrás disfrutando de la forma tan delicada que tenía de ingresar en mi.

Una primera penetración lenta sacudió a mis entrañas que ardían de deseo y en la segunda su dedo pulgar se ubico en la posición estratégica para rozar mi centro con cada embestida.

Alexandria Jasmin abandonó mis labios lamiendo y mordiendo cada zona de piel que le venía en gana mientras incrementaba rítmicamente las embestidas, pero yo bajé mis caderas impidiendo que continuara moviendo su mano. Su entrecejo se frunció y me buscó algo confundida, le dediqué una sonrisa traviesa y sin desconectar las miradas moví mis caderas buscando la siguiente penetración.

Sus labios se secaron visiblemente para luego separarse, realicé el siguiente movimiento con su mano aún inmovilizada por la mía y sus pupilas se apoderaron por completo de su iris.

Quédate quieta. — Le susurré consumiendo su mirada con la mía.

Comencé a moverme sobre su mano incrementando lentamente la velocidad, disfrutando del perfecto resbalar de sus dedos en mi interior gracias al excelente trabajo de lubricación que había comenzado desde la primer aparición de su escote frente a mis ojos. Su otra mano se aferró al hueco de mi cintura siguiendo el ritmo, subiendo y bajando sin soltarse de aquel agarre que ya comenzaba a darle lugar a la presión de sus uñas en mi piel.

Joder. — Murmuraron sus labios en cuanto mis movimientos se volvieron más veloces y sus ojos se perdieron en mis pechos.

Su boca se abalanzó sobre ellos para besarlos y lamerlos aún mejor que en cualquiera de mis sueños.

Con sus dedos entrando y saliendo sin terminar de abandonar mi interior por completo, su pulgar haciendo un excelente trabajo de contacto con mi centro y su boca recreando sus maneras sobre mis pechos desnudos el orgasmo no tardó en golpear con fuerza, explotando con una deliciosa sensación en mi vientre y empapando su mano completamente con las consecuencias de mi reciente llegada al clímax.

Sus dedos continuaron dentro mío mientras pequeños espasmos seguían golpeándome, sentirlos presos de mi interior en cada contracción que los presionaba se sentía deleitable. Me dejé caer sobre su cuerpo, mi respiración buscaba calmarse disfrutando en cada inhalación el aroma del hueco de su cuello.

Alexandria Jasmin comenzó a regalarle pequeños y suaves besos a mi hombro hasta llegar a mi cuello y recorriendo luego el mismo camino a la inversa. Cuando mi respiración se tornó más normalizada abandoné la cómoda posición para acunar sus mejillas con mis manos y unir nuestros labios en un delicado beso.

Lo correspondió con dulzura pero con la respiración demasiado lenta y pesada. Separé nuestros labios y nuestros ojos se buscaron al instante.

Me encanta estar dentro de ti. — Confesó con una sonrisa dominada por el deseo para luego comenzar a quitar lentamente los dedos de mi interior — Pero extraño tu sabor. — Bajo mi atenta mirada llevó los dos dedos que acababan de abandonar el interior de mi sexo hasta la altura de sus labios.

Ubicó su lengua en el comienzo de sus dedos y comenzó a deslizarla a lo largo de ellos. Su mirada me desafió y acepté el desafío sintiendo como sus maneras conseguían conquistar mi entrepierna que volvía a reaccionar a su provocación.

Acerqué mi rostro al suyo manteniéndole la mirada y justo antes de que su lengua abandonara los dedos ubiqué la mía del otro lado siguiéndole el juego, mis papilas reaccionaron descontroladamente a mi propio sabor sobre ellos y cuando nuestras lenguas terminaron de finalizar el recorrido encontrándose en el final los mejores sabores del mundo tomaron forma en sus labios. El sabor de sus besos y mi propio sabor, mi combinación favorita.

La unión de nuestros labios se volvía cada vez más deseable, como si en cada beso la necesidad de gastar nuestro tiempo en los labios de la otra resultara la mejor de las inversiones.

Separándome de sus labios bajé mi rostro hasta el centro de su pecho deleitándome la vista con la desnudez que había improvisado haciendo uso de su escote. Ubiqué mi lengua entre medio de sus senos y comencé a subir lentamente, dejando un rastro tibio y húmedo de saliva, pasando por su cuello y su barbilla hasta alcanzar su boca nuevamente.

Compartimos un beso de esos lentos pero juguetones, suaves pero excitantes, mientras mis manos de manera ágil se colaban por su espalda para desprender la cremallera del vestido.

Mis manos se ubicaron en los hombros de Alexandria Jasmin y comenzaron a deslizar el vestido por su piel, mi cuerpo copiando el movimiento se dejó caer lentamente entre sus piernas hasta dejarme de rodillas frente a ella. Tiré del vestido y terminé por desnudarla frente a mi, solo vestía sus bragas y la sublimidad de su belleza llenó mis ojos de miel.

Las yemas de mis dedos acariciaron sus piernas hasta ubicarse en los extremos de su braga para luego jalar de ella, Alexandria Jasmin elevó sus caderas para que pudiera hacerla a un lado y el movimiento avivó aún más el hambre de ella que vivía mi boca.

Mis ojos ascendieron hasta sus pechos y tentaron a mis manos a buscarlos y atraparlos. Sin ser capaz de resistirme a esa tentación ubiqué mis manos justo encima de su monte de Venus, uniendo ambos pulgares y extendiendo el resto de los dedos hasta su cadera. Con mis manos formando una w comencé a recorrer su torso hasta llegar a sus senos.

Mi mirada buscaba estudiar sus reacciones y la suya observándome fijamente pretendía otorgarme esa satisfacción. Su entrepierna, un volcán al que estaba dispuesta a lanzarme y arder, permitiéndole a su fuego quemar en todas mis partes.

Retiré la lengua del interior de mi boca y con nuestras pupilas viviendo la conexión más íntima le dediqué una primer lamida a su sexo. No fui capaz de contener el jadeo en cuanto su sabor ingresó en mi sistema alterando y desconectando todas las señales, su humedad desbordaba más allá de sus labios y mis ojos se cerraron entregándose por completo al placer que estaba por venir, mi lengua volvió a lamer esta vez abriéndose camino entre sus pliegues.

El cuerpo de Alexandria Jasmin se arqueó luego de la primer lamida, inclinando su cabeza hacia atrás. Mis manos se cerraron en torno a sus pechos y mis dedos comenzaron a jugar con sus pezones.

Los gemidos cada vez más colmados de placer que escapan de su boca incentivaban a mis ganas de conseguir que liberara su cuerpo de esa tensión gracias a mi. Luego de unas deliciosas lamidas mi lengua se centró en su clítoris para darle acceso a dos de mis dedos que pretendían colarse en su interior para regalarle una doble estimulación.

Comencé con caricias lentas sobre la parte superior del interior de su sexo buscando de que manera le gustaba más, las yemas de mis dedos se encontraron con esa sagrada zona rugosa y su acierto fue confirmado por el gemido que escapó de sus labios al dedicarle el primer roce.

Con suaves y medidos movimientos de mis manos, Alexandria Jasmin disfrutaba de tenerme dentro mientras mi lengua dibujaba pequeños círculos al rededor de su centro ardiente que comenzaba a crecer y latir cada vez un poco más. Cuando sus gemidos alertaron a mis sentidos de que el momento de mayor placer estaba por llegar aceleré el ritmo de las penetraciones y ella subió sus caderas buscando sentirme más y mejor.

Un orgasmo furioso y húmedo atrapó mis dedos en su interior, sus paredes se contrajeron a su alrededor mientras su clítoris latía en la punta de mi lengua y el sonido de su gemido más poderoso resonó satisfactoriamente en mis oídos.

Mantuve mis dedos en su interior hasta que los espamos abandonaron su cuerpo y su respiración lentamente volvía a la normalidad para luego ascender a lo largo de su piel hasta llegar a sus labios, los cuales me recibieron con el beso más tierno y sincero hasta el momento.

Me senté a su lado y Alexandria Jasmin descansó sus pies en un extremo del sofá para luego dejar caer su cabeza en mis piernas. Le dediqué una pequeña sonrisa y ella respondió con una ladera que cobijo a mi corazón en un cálido abrazo. Enredé una de mis manos en su cabello y comencé a acariciarlo disfrutando de como sus ojos no eran capaces de mantenerse abiertos ante aquella sensación.

— Vamos a la cama, no quiero que te duermas aquí.

Abrió sus perfectos ojos verdes, esos que con solo una mirada me arrojaban a sus pies y volviendo a sonreír habló — El helado se derritió. — Me recordó.

Yo he comprado y lo tengo en el congelador, pero ya he comido mi postre.

Mordió su labio inferior y luego sosteniéndose de mi cuello se inclinó para besar mis labios.

Tomé su mano y la guíe hasta mi cuarto, observando de soslayo la manera en que sus piernas subían cada escalón.

¿Hasta la manera en que sube las escaleras tenía que gustarme? Estaba bien jodida.

Nos recostamos en mi cama y ella se ubicó descansando la cabeza sobre mi pecho. Sentir el calor de su respiración mientras su mano descansaba cómodamente en mi cintura y la mía la acariciaba con suavidad, resultaba la escena más hermosa que había vivido nunca y podría repetirla en cada capítulo de mi día a día sin que llegara a cansarme.

Cuando mis facultades parecían abandonar por un rato mi cuerpo para entregarme a los brazos de Morfeo la sensación de su mano sobre la mía me obligó a abrir los ojos. Alexandria Jasmin se alejó de mi pecho ubicando su rostro a mi lado en la almohada y levantó mi mano con la palma en dirección a ella, a pocos centímetros de su mirada y su dedo índice comenzó a dibujar las líneas de mi manos.

¿Qué haces? — Pregunté sonriendo mientras la miraba embobadamente.

— Descubro las líneas de tus manos. —

¿Sabes leerlas? — Pregunté frunciendo mi entrecejo, desconfiando de su palabra.

Claro. — Respondió dando la vuelta para recorrerlas nuevamente.

¿Y que dicen?

Que tienes a una castaña muerta por ti y está tan loca que sería capaz de cruzar el desierto descalza solo si del otro lado la esperan tus besos y caricias. — Sonrió y sus ojos abandonaron mis manos para ubicarse en los míos.

Sonreí negando con la cabeza ante sus palabras — Pues yo veo el futuro.

¿Si? — Preguntó con la misma entonación de desconfianza que lo había hecho yo anteriormente.

Si... ¿Y sabes qué va a suceder ahora? — Ubiqué mi dedo índice y mayor sobre su ombligo y comencé a dar con ellos pequeños pasitos a lo largo de su torso — Esa castaña recibiría todos los besos y caricias que pida.

Nuestros labios se fundieron en un beso que rápidamente subió de niveles convirtiéndose en uno ardiente, despertando nuestros cuerpos y nuestra insaciable sed.

❁❁❁

Un tenue rayo de sol colándose por una rendija consiguió despertarme y la primer imagen que descubrieron mis ojos consiguió que a mi corazón se le olvidara realizar un par de latidos. Pude ver los paisajes mas hermoso del mundo dibujándose en su rostro dormido. Allí, encencerrada entre esas cuatro paredes, con ventanas y puertas clausuradas, la oscuridad de la habitación y las líneas de sus labios y su nariz iluminadas a contraluz. Los anaranjados y amarillos de un sol saliente fueron testigos de como mi corazón la coronaba su dueña ese amanecer.

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