Cuando te enamores de mí.

Od angel1810

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Cuando Liana termina la preparatoria, sus padres deciden regalarle un viaje a cualquier parte del mundo. Sus... Více

Sinopsis
Prólogo.
CAPÍTULO 1: Sobredosis de belleza
CAPÍTULO 2: Un mes con Theo (Editado)
CAPÍTULO 3: Una simple explicación
CAPÍTULO 4: Cuidando de Liana
CAPÍTULO 5: El muelle
CAPÍTULO 6: "Coricella" (Editado)
CAPÍTULO 7: Limoncello (Editado)
CAPÍTULO 8: Lista mental (Editado)
CAPÍTULO 9: Tócame
CAPÍTULO 10: El acantilado (Nuevo)
CAPÍTULO 11: Primo
CAPÍTULO 12: El robo
CAPÍTULO 13: Políticamente correcto.
CAPÍTULO 14: El silencio
CAPÍTULO 15: Brazos definidos
CAPÍTULO 16: La nueva niñera
CAPÍTULO 17: Fogata I
CAPÍTULO 18: Transparente
CAPÍTULO 19: Favor
CAPÍTULO 20: Alma
CAPÍTULO 21: La sesión
CAPITULO 22: No se lo digas
CAPÍTULO 24: Gracias, Liana
CAPÍTULO 25: Hogar
CAPÍTULO 26: La bañera
CAPÍTULO 27: Trato hecho.
CAPÍTULO 28: Zángano
CAPÍTULO 29: El primero de muchos
CAPÍTULO 30: "Lovely"
Capítulo 31: Noche de helado I
CAPÍTULO 32: Tacones
CAPÍTULO 33: Lo que tú desees
Capítulo 34: Reglas
CAPÍTULO 35: Libertad
CAPÍTULO 36: Estrellas
CAPÍTULO 37: Tratos rotos
Capítulo 38: Desde Charlotte
Capítulo 39: La verdad

CAPÍTULO 23: El trabajo

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Od angel1810


LIANA

Estoy en el auto de la "amiga cariñosa" de Theo, rumbo al departamento. Aún no sé cómo hizo para sacarme de ahí, pero no voy a cuestionarlo. Unos minutos más en ese calabozo y me iba a volver completamente loca. Adrián tuvo menos suerte que yo, él iba a tener que quedarse toda la noche en ese lugar, pero no parecía muy asustado por ello. De hecho, me dijo que en pocas horas iba a jugarse una partida de cartas con el guardia Billy. Me sentí fatal por dejarlo solo, pero no podía hacer mucho al respecto. Theo se rehusó a brindarle su ayuda. 

En el camino me voy silenciosa, con Luca a mi lado, insistiendo cada dos minutos en que lo disculpe y la mirada desaprobatoria de Theo a través del retrovisor. 

Me siento como una niña pequeña y sé que me estaba comportando como una, pero no me arrepiento de nada. He ayudado a alguien. He hecho por primera vez algo que puedo guardar en mi mente como un recuerdo asombroso de algo que jamás nadie se atrevería a hacer. Aún así sea ilegal. 

Pero no tenía ninguna fotografía de ello. 

Papá va a matarme si se entera.

Pero... si no se entera, no le va a doler.

—Estoy tan decepcionado de ti, Liana. 

Pienso que es la voz de mi padre, pero no es de Theo. Odio el tono autoritario que usa. No está en la posición correcta. 

Es un desubicado.

Revoleo los ojos, pero más cuando su amiguita empieza a hablar.

—No la regañes, Theo. Ya te explicó por qué lo hizo. 

—No necesito tu ayuda, gracias... señora —le digo. 

Ella echa a reír.

—Me agrada —le da un codazo a Theo y él la mira como si quisiera comerla con la mirada. 

—Perdóname ya, Liana —insiste Luca.

—No lo haré. Eres un bocón y un mal amigo. 

—Pero qué querías que hiciera. Yo no tengo dinero para sacarte del bote. 

—Lo menos que quería era que se lo cuentes a este pesado —señalo hacia el asiento de Theo.

—Liana, hiciste algo malo. Terrible. Robaste dinero. 

—No lo hice yo. Y ni siquiera sabía hasta que me dijeron el motivo. Y cuando lo supe, me quedé callada, sí. No iba a interrumpir una misión tan importante.

—¿De qué estás hablando?

—Ya no importa —lo miro con mala cara—. No vas a saber nada porque ya veo que no puedo confiar en ti.

—Estaba en su departamento y él me quitó el móvil. Es rápido con las manos. 

—Ya, claro.

—Liana...

—Shhhh.

La mujer nos deja en el departamento de Theo, yo soy la primera en bajar seguido de Theo. Luca se queda en el auto. 

—Llevaré a su casa a este muchachito — le dice la mujer a Theo. 

—Vale, gracias por todo Tristán. Por el dinero y todo lo demás.

—Ay no tienes de qué preocuparte, mi amor.

Me muerdo la mejilla. La mujer me mira desde su asiento y levanta una mano despidiéndose.

—Gusto en conocerte, Liana.

Solo asiento. La mujer arruga la nariz. 

—Es tan especial como me dijiste —le dice a Theo y él le da una sonrisa incómoda. 

Luca intenta disculparse por milésima vez, pero me giro sin escuchar una palabra más. Cuando ellos se han ido, abro con rapidez la llave de la reja y subo las escaleras como si me estuviese persiguiendo el mismísimo demonio. 

Solo es Theo, enfadado. 

Al estar en departamento,  no intento abrir la puerta de la habitación, pero él sí. Quiero darle al menos un poco de lo que yo sentí cuando vi  a esa mujer sobre él, desnuda y tocándolo. Y es injusto, lo sé, porque Theo y yo no tenemos una relación, pero eso no quita que me duela. Me lastima que pueda tener sentimientos y líos con otras chicas, y que conmigo se rehúse a hacerlo. Sé que le gusto, que me desea al igual que yo, es por eso que me frustra esta situación. No soy una mujer prohibida para él. ¿Cuándo va a entenderlo?

—¿Por qué huyes? ¿No debería ser yo? —cuestiono. 

Se queda en la puerta de su habitación, con la mano a punto de girar la perilla.

—Adelante, enciérrate ahí y finjamos que no lo sé todo.

—¿Qué?

—Lo sé todo, Theo. 

Theo traga saliva. Sus ojos se ven más grandes por la sorpresa, y por lo tanto más verdes que de costumbre.

—Adrián me lo contó todo.

Theo cierra los ojos y aprieta los puños a sus costados.

—Ese imbécil.

—Pero Theo... —me acerco a él, pero me esquiva y camina hacia el sofá. Se desploma en este y se queda quieto mientras lleva un gesto cansado y a la vez desesperado. 

Me quedo en mi lugar uno segundos para darle su espacio. Hasta que la ansiedad me gana  y empiezo a hablar como si pudiera morir si no lo hiciera.

—Theo, escucha, ¿es por eso que estabas así de preocupado por mí? ¿Creíste que no iba a entenderlo?

—No tienes nada que entender.

—Claro que sí. No es la forma, pero...

Theo hace un gesto con los dientes, lo aprieta y me pide silencio después.

—No voy a callarme —digo, cruzándome de brazos—. Tampoco voy a juzgarte. Lo que tú hacías con ese grupo es... increíble.

—¡¿Increíble?! — se desespera.

Salto en mi lugar.

—Liana, por Dios, ¿qué ideas te metió Adrián? ¿Que robar por el bien común es algo bueno? —ríe con ironía—. Eso solo lo hace para meterte en problemas. 

—Ayudamos a una niña enferma —susurro.

—Por ahora. 

—Pero lo hicimos.

—Y cuándo ella necesite más, medicamentos y eso —sube una ceja—. ¿Qué harán? ¿Seguir robando? Tapando una herida para clavar un cuchillo. 

—Theo...

—Lo que ellos hacen y lo que yo hacía no está bien Liana, ¿puedes entenderlo?

—No, pero...

—¿Te oyes? Es por eso que no quería que te juntes con ellos. Solo bastó que ese idiota te muestre una noche y ya crees que puedes salvar el mundo —se levanta del sofá y camina hacia el mesón. Se apoya en este y se cruza de brazos. Me quedo en silencio por un momento tratando de encontrar la forma de decir algo bueno, algo que me ayude a contradecir a Theo, pero no hay nada. 

Theo tiene razón. Robar no está bien. Y nunca he sido terca ni obstinada cuando sé que algo está mal. He tenido práctica. Desde que era una niña me han prohibido cosas que aparentemente no estaban bien para mi salud. 

—De acuerdo, lo que hicieron estuvo mal, pero no vas a negar que salvamos una vida.

—No dije que no, pero la forma correcta no lo es. 

—¿Había otra? Dime cuál.

Se queda en silencio.

—¿Lo ves?

Theo gruñe y camina hacia su habitación, lo sigo porque no estoy dispuesta a terminar esta conversación.

—¿Es por eso que no quieres llamar a tus padres?

—Sí —responde seco.

—No tienes por qué sentirte mal.

—Ya, claro. 

—Ellos entenderían.

—Liana —gira y de pronto empiezo a sentirme como un estorbo para él—. Quiero descansar, ¿de acuerdo? Mañana regreso al trabajo. Se me acabaron los días de descanso.

—¿Habías pedido días?

—Claro, por ti, pero ya se acabó.

—No me lo habías dicho, ¿en dónde trabajas?

—En una tienda de servicio fotográfico.

—Qué genial.

—Sí, claro —dice con voz arrastrada mientras se quita las zapatillas y la camiseta—. Es un trabajo fenomenal. 

—A mi me encantaría tener un trabajo serio.

—No es nada serio, es solo para ganar dinero.

—¿Por qué no montas tu propio estudio?

—Eso requiere mucho dinero, Tigger.

—Es verdad... y...

—No, no lo haré.

—Pero él puedo ayudarte. No hay nada que no haría tu padre por ti.

—Prometí no pedirle ni un centavo.

—Eres un orgulloso —reniego. 

Theo se levanta de la cama y camina hacia el sanitario. Me quedo entonces pensando en lo que hice esta noche. Cómo mi corazón se ablandó con el rostro de esa madre desesperada, recibiendo ese dinero. Creía que Adrián y yo éramos unos ángeles, pero no sabía que él acaba de cometer un crimen. 

No voy a culpar a Adrián, menos a Theo. 

Yo hubiese dado lo que tenía por sentirme así de útil.

Salvarle la vida a alguien que amase, significaría para mí vivir más de mil veces.

Theo sale del sanitario en unos minutos, sin camiseta aún y ahora con unos shorts de tela liviana en color negro. Aclaro la garganta y me coloco de pie. No he olvidado lo que vi hace unas horas. 

Antes de cruzar la puerta, hago la última pregunta. La que me tiene más preocupada que todo  lo demás.

—¿Vas a decirle a papá lo que hice?

Theo se acuesta en su cama boca arriba con los brazos flexionados bajo su cabeza.

—Claro que no.

—¿Y eso?

—Porque eso significaría que te regreses a Charlotte.

—¿Y acaso no sería el fin a uno de tus problemas?

Gira. Su mirada se clava en mí.

—No quiero que te vayas de mi lado, Tigger —pronuncia.

Sonrío, pero en segundos mi gesto cambia al recordar la imagen de la mujer en pelotas.

—No creo que a tu novia de esta mañana le agrade escuchar eso.

—Ah, Tristán —mira hacia el techo. 

Niégalo Theo, niégalo, por favor.

—Tienes razón —articula y mis piernas flaquean.

Intento irme, pero su voz me detiene. ¿Por qué me tortura de esta manera?

—Liana, no te enfades conmigo.

—No estoy enfadada, ¿por qué lo estaría? 

—Sí, me lo dijiste esta mañana también. Que lo que ocurrió sucede en todos lados porque somos jóvenes y solteros.

—Exacto.

—Entonces ven y acuéstate aquí —vuelve a mirarme.

—¿Qué? ¿Juntos?

—¿No podríamos? ¿Las cosas no son tan normales entre nosotros?

—Sí, pero...

—Bueno...

Gira y veo su perfil. Admiro sus largas y pobladas pestañas y lo ve bien que se ve en esa posición. Y por un momento tonto pienso que podemos al menos eliminar esa tensión absurda entre nosotros. 

—De acuerdo —me sobo las manos, corro y doy un salto sobre la cama. Theo chilla al instante.

Ups.

—¡Au! ¡Liana! ¡Me aplastaste un huevo! 

—Perdón, perdón —me cubro los labios para no explotar en una carcajada. 

Me acomodo a su lado, con las manos sobre mi pecho, rígida y sin saber qué decir o qué hacer. 

—También estoy agotada.

—Claro que lo estás. Te metiste en muchos problemas hoy.

—Y lo peor es que no llevé mi cámara.

Theo ríe.

—No es necesario que documentes todo. Hay recuerdos que son mejores en la memoria.

—Vale, pero al menos le hubiese tomado una foto a la mujer —suspiro—. Ni siquiera puedes imaginar lo agradecida que estaba.

—Un poco, lo he vivido.

—¿También te agradecían?

—Algunas veces.

Me acomodo entonces frente a él, Theo se mantiene en la misma posición.

—Quizás suene mal, pero estoy orgullosa de ti.

Theo gira hacia mí completamente confundido.

—No, Liana, no digas eso. Ya te dije que está mal.

—Eres tan testarudo. 

—Solo digo la verdad.

—Y yo también. Pero más orgullosa estoy en que hayas decidido salirte sin importarte lo que piensen ellos.

Theo sonríe, veo brillo en sus ojos. ¿Son indicios de lágrimas?

—Gracias por tus palabras, Tigger. 

Me vuelvo acomodar de frente.

—Me gustaría haber cometido muchos errores en mi vida, para así algún día decir, oye la cagué feo, pero estoy aquí de pie, aprendiendo cada día de ello.

—También la has cagado feo.

Le doy un golpe y Theo se queja de dolor.

—Ay no, el otro huevo. Que mi madre se olvide de los nietitos. 

Me carcajeo. Sin embargo, mi sonrisa se difumina rápido. Imaginarme a Theo teniendo hijos con otra mujer me hace de pronto estremecerme. 

—¿Qué planeas hacer después?

—¿De qué?

—Ya sabes. De que me vaya de Procida.

Theo se queda en silencio. 

No me gusta nada ese silencio. Tiemblo un poco.

—No sé —responde, como si no lo otorgara ninguna importancia a mi pregunta. Estoy a punto de protestar, hasta que él gira y de pronto me abraza. Me toman varios segundos entender que su mano está sobre mi espalda. Lo miro y tiene los ojos cerrados con una gran sonrisa que no muestra sus dientes.

—¿Qué haces?

—Dormir.

—Yo no quiero dormir. Ni siquiera me he lavado los dientes.

—Ya lo sé, hueles fatal, pero no me importa.

—¿Después de golpearte los huevo qué sigue?

—No, con él no te juegues. Es mi amigo y lo quiero.

Me carcajeo.

Hace tiempo que Theo y yo no pasábamos un momento así. Lo extrañaba. 

No me quedo a dormir con él. Cuando compruebo que está completamente sumergido en el sueño, me levanto y camino hacia el sofá con una manta. Me doy cuenta que no puedo hacerlo. No puedo llevar la misma relación con él. Ahora que he probado sus labios, sus manos tocándome, no creo que pueda olvidarme de ello tan fácilmente. Sería casi imposible e insoportable someterme y acostumbrarme a la idea de no poder estar cerca de él de esa forma. 

Así que tomo el móvil y hago una llamada.

***

Siete de la mañana, alguien grita mi nombre. 

Es Theo.

—¿Pero qué... —rezongo. 

—¿Qué pensabas? ¿Que no ibas a recibir un castigo?

—¡¿Qué?!

—Esta mañana me vas a acompañar al trabajo. Quiero que conozcas más de mí.

—¿Más? —pregunto, tambaleando sentada en el sofá.

Cuando abro un ojo, veo a Theo fresco como una lechuga, comiendo una tostada y sosteniendo un vaso de jugo.

—Te preparé el desayuno.

—Te lo agradezco, pero planeo dormir otras tres horitas.

—De eso nada —deja el vaso de jugo en el centro de mesa, se acerca y me toma del hombro para hacer que me levante—. Mueve el culo, Liana. Hoy día iremos a la tienda.

—Pero qué haré ahí hoy. 

Me acomodo las bragas.

Ups, exceso de confianza.  Theo gira y finge no haver visto nada.

—Uhmmm, bueno, mirar y aprender. ¿Acaso no te gusta la fotografía?

—Sí, pero...

—No se diga más, Tigger. Ve a lavarte los dientes, báñate y cámbiate. Te espero en veinte minutos. 

Camino de mala gana hacia la habitación, pero me detengo cuando me acuerdo de todo lo que pasó anoche.

—Un momento, no puedo ir. Debo saber cómo está Adrián.

—Ese idiota está bien.

—Liana, ¿crees que iba a dejarlo en la cárcerl?

—¿Cómo?

—Pagué su fianza. 

—¿Con qué dinero?

—Tristán me prestó. 

—Wou, sí que tiene mucho. ¿Es tu sugar mommy?

—Claro que no—no parece ser algo que sea cierto—. Ahora ve, no quiero que se me haga tarde el primer día. Mi jefe es un pesado. 

—Vale, vale.

Theo habla en serio con los veinte minutos. Me tengo en vestir rápido y con lo que encuentre. Y como medida desesperada, tomo una de sus camisetas para meterla bajo un short holgado color beige. No es el mejor look, pero lo único decente cuando la mayoría de mi ropa necesita un lavado urgente. 

Desayuno rápido, con la voz de Theo exigiendo que me apresure y mis maldiciones a a cada instante. No termino de beber el juego cuando Theo toma mi bolso y se lo lleva en el hombro. Voy tras de él limpiandome la boca y algunas migas de pan de la ropa. 

—Oye, espera  un poco. Puedo regurjitar. 

—Regurjitas más tarde.

Hago una mueca de pesadez.

—¿Acaso no puedes tardar unos minutos?

—¿Y que me descuenten? No, gracias.

Subimos a la moto y emprendemos el viaje. La velocidad de Theo, me marea un poco más. No hablaba en broma cuando decía lo de regurjitar. 

Nos detenemos frente a una local de puertas de madera y partes de vidrio. Con un letrero enorme en  letras rojas llamada Isabella. El ambiente se ve pequeño, pero peculiar. Está ubicado en un pasaje angosto camino a la plaza principal de Procida. Lo que más me llama la atención al ingresar es que parece más una casa de moda. Debe ser  como un multinegocio. Sin embargo, no se compara a la sorpresa que me llevo de ver a Korina tras un mostrador y una caja registradora.

Ah, ya salió el peine.

—No puedo creerlo, ¿la trajiste? —chilla.

Me muerdo la mejilla.

Giro y veo a Theo tomando un... ¿vestido?

—Un momento —digo, confundida—. ¿No es este un estudio fotográfico?

Korina ríe.

—No, es una tienda de ropa, pero tenemos un viejo cuarto oscuro que Theo y yo usamos de vez en cuando —me dice Korina.

Theo le pone mala cara. 

Yo no sé ni que cara tengo, pero debe ser una de odio puro.

—Me largo —digo y camino hacia la entrada. Theo se interpone delante de mí.

—Liana, escucha. Este sí es un estudio fotográfico, bueno, lo era hasta que Cremeto lo compró.

—¿Quién es Cremento?

—Nuestro jefe —dice Korina—. Se llame Alex, pero nunca le digas el nombre completo o te mata.

¿Qué tiene de malo?

Repito en mi cabeza entonces:

Alex Cremento. Alex... Cremento. 

Suelto una carcajada muy sonora.

—¿Por qué mierda se lo dijiste Korina? —refunfuña Theo. Ella le da una sonrisa maliciosa.

—Tranquilo, que no voy a meter la pata con el señor Excremento.

—Cremento, Liana, Cremento —me corrige, luego suspira—. Liana esto es importante para mí, ¿entiendes?

Frunzo el ceño.

—Le pago a Cremento por el alquiler del cuarto oscuro siendo mesero. Tengo mis propias sesiones y clientes, pero no un lugar de trabajo. Es mi forma de obtener lo que necesito. 

—Theo... —coloco una mano sobre su hombro—. Y aguantar a esta lagarta debe ser aún peor.

—¿Qué dijiste? —gruñe Korina.

—Nada —digo, vacilante.

En ese momento, alguien entra y la campana tintinea varias veces. Theo y yo giramos, entonces ingresa un hombre con un polo de estampado de piel de vaca, pantalones apretados en color rojo y unos aretes que mataría por tener. 

De que Cremento tiene estilo, lo tiene. 

—Buenos días, mis no tan amados y jóvenes servidores —saluda, seguido de eso deja un animal peludo y feo sentado en una mesa. La bola semipeluda me ladra en cuanto me ve. 

—Buenos días, sr Cremento —dice Theo a mi lado y luego hala de mi brazo para que hable.

Cremeto se contornea de aquí y allá delante de nosotros.

—Buenos días —atino a decir.

Me acuerdo de su nombre y una risa ronca escapa de mí. Me cubro los labios mientras Theo parece lamentarse de haberme traído.

—¿Y quién es este bello ejemplar? —pregunta, mirándome de arriba a abajo.

¿Ejemplar?

—Es mi... —Theo titubea—. Es una amiga.

—¿Y por qué trajiste a una amiga al trabajo?

—Eh...

—Porque me contó que en Procida hay un hermosa y elegantísima tienda de ropa—intervengo—. Y quise conocerla. 

—Ah —dice él—. Pero no creo que tengas dinero para llevarte nada de lo que tengo aquí. Son diseños exclusivos y por esas fachas —mira mi camiseta—. No creo que te guste nada de aquí.

Qué grosero.

Pasa de mí y se dirige hacia Korina a ella la saluda con dos besos en la cara y toda la ambilidad del mundo. Miro a Theo y él sube los hombros, luego me susurra un "No le hagas caso" en  la oreja.

—Pero... —empieza a hablar—. Si Theo te trajo en realidad para trabajar aquí, solo tengo puesto de limpieza.

Una sonrisa se forma en mis labios.

Theo me pellizca antes de hablar.

—No, no la traje para eso. En realidad... —susurra—. Pensé que no vendría el día de hoy...

Me muerdo el labio inferior.

—De hecho, sí. Vine por el trabajo y si usted quiere me puede contratar.

—Liana —gruñe Theo.

—No parece que estés muy acostumbrada a fregar pisos.

—Claro que sí —muevo una mano con optimismo—. Mi madre me hacía fregar la porquería de mi cerda.

—¿Una cerda?

—Mi mascota.

—Ugh, qué horror.

Hago una mueca de desagrado. 

Cada vez Excremento me cae peor.

—Pero bueno... necesito con urgencia alguien que mantenga impecable este lugar —se da media vuelta, toma una tela y se dirige hacia el siguiente ambiente—. ¡Contratada! —grita desde la otra habitación.

—No, no, no —reniega Theo.

—Qué pesadilla —gruñe Korina.

—¡Muchas gracias señor Excremento! —Theo me cubre la boca con una mano. 

Rip a mi  primer trabajo.

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HOLAAAAAAAAAAAAAA.

No había dejado nota de autor porque sabía que iba a escribir otro cap ejem

Y no quería ilusionar a la people y luego que ocurriera algo raro como que mi coneja la semana pasada se comió el cable de internet y me dejó sin wifi por varios días jajajaja.

Así queeeee.... espero que lo hayan disfrutado. Las cosas ya se van agilizando más. Liana ya está en otros escenarios y está conociendo más y más gente, pero también descubriendo las cosas turbias que hacía antes Theo. OJO ROBAR ESTÁ MAL, esto solo lo escribo para entretener. 

Y bueno, amo mucho que la sigan leyendo a pesar de lo mucho que tardo.

ESTE CAP EN UNA COMPENSACIÓN POR LO MUCHO QUE TARDÉ.

OS QUIERO SUPEEEEEEEEEEEER (me gusta decir OS aunque en Perú no se diga así je)

Nos leemos en el siguiente cap.

Blesssings.

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