Narra Kendall McCartney
Creí que esto duraría menos, pero me ha tomado todo el tiempo desde que llegué al instituto, 30 minutos, para ser exactos.
Ya no había nadie en los pasillos, y si lo había, me miraban hasta atravesarme los cesos. Todo por culpa del beso de ayer.
Y ese era el motivo por el que estaba fuera de clase, el beso de ayer. Resulta que, como me lo esperaba, todos hicieron un maldito e innecesario “reportaje” de todo lo sucedido ayer. Mi pregunta para todo esto es simple: ¡¿A quién demonios le importa que me de un jodido beso con Kendall?!
Ah, lo olvidaba, a las fans de Kendall, las que lo acosan y stalkean como si no hubiese un mañana.
Están locas por Kendall y ya me iba haciendo una idea de más o menos quienes eran.
En fin, caminé por los pasillos con los libros de matemáticas en mis brazos, hasta que encontré el lugar que buscaba: “Sala de redacción”.
Miré el pequeño rótulo en la puerta y decía: “Sólo personal autorizado.”
Cerré la puerta atrás de mí después de entrar.
El salón estaba completamente vacío, habían varias mesas con computadoras de escritorio, cuadernos y cosas así. En una de las paredes, había una pizarra con una tabla, y ésta tenía el título de: “índice de ventas”. Iba en aumento. Miré la pizarra fijamente, ¿las ventas habían aumentado con todo esto de Kendall y yo? No... ¿En realidad a la gente le gustaba leer chismes?
Sentí mi celular vibrar en mi bolsillo trasero, así que lo saqué y encontré un mensaje de Kendall. Desbloqueé la pantalla y leí el mensaje:
“¿Adonde estás? No te vi en la entrada y matemática aburre :( ”
Ayer luego de que me enviara ese mensaje tan… raro, le respondí algo como: “Claro, ¿29 de febrero está bien?” y seguimos charlando, donde me explicó que sus hermanos le habían tomado el teléfono y enviado ese mensaje.
En fin, seguimos charlando hasta que me quedé dormida y me envió ese último mensaje hace medio minuto.
“Estoy en la sala de redacción, creo que no llegaré a clase.” Envié y un par de segundos después, respondió:
“¿Puedo ir contigo? :) ”
Suspiré.
Quería que estuviera conmigo, pero si venía, solo entorpecería mi misión de descubrir quién es “T.” en realidad. “Misión” sonaba estúpido, pero no encontré otra palabra ideal.
“Estoy ocupada, Kendall.” Envié y guardé el aparato en mi bolsillo. Empezé a revisar cajones y las computadoras, pero nada importante aparecía.
Minutos después, escuché la puerta abrirse, y me sentí jodidamente asustada. ¿Y si me suspendían por entrar en un lugar al que no estoy autorizada entrar? Además de que estoy escapada de una clase.
Busqué un lugar para esconderme, pero la puerta se abrió, dejándome al descubierto. Solo me quedó mirar y...
—Me asustaste.–dije soltando el aire que contenían mis pulmones.
—Lo siento–se alzó de hombros y sonrió cerrando la puerta atrás de él–, te dije que estaba aburrido.
—No puedes salir de clases simplemente porque sí.–le regañé mientras se acercaba a mi.
—Claro que sí.–sonrió mostrándome sus dientes.
—Perderás la materia.
—Te copiaré en los examenes.
—¿Y qué te hace creer que dejaré que me copies?–me cruzé de brazos y alzé una ceja.
—Simple, el día del examen dirás: “Oh Kendall, eres tan guapo que no quiero que repitas el año, así que dejaré que me copies”–dijo con una voz aguda, imitando pésimamente mi voz.
Negué con la cabeza y volví en lo qie estaba.
—¿Qué estás buscando aquí?
—Quiero saber quién es “T.”–le confesé.
—¿En serio?–se sentó en la mesa en que yo estaba revisando y dejó su mochila a un lado– Sabes que eso es estúpido, ¿cierto?–lo miré mal– ¿Qué? Es cierto. Ya todos saben que nos besamos, y que a Connor le gustas y que tuvimos una salida la semana pasada; ¿y qué tiene de malo?
—Odio los chismes–confesé–, y más si son de mí.
—Yo los odio solo si son chismes falsos. Como una vez que dijeron que iba a orgías todas las noches, ¡no son todas las noches!–reí– No no, es broma. Pero sí odio los rumores falsos.
—Solo quiero encontrar a “T.” y pedirle que por favor deje mi vida privada en paz.
—¿Ahora soy parte de tu vida privada?–hizo una sonrisa pícara y rodé los ojos divertida.
—Mis amigos son parte de mi vida privada.
—¿Ahora somos amigos?–no quitó la sonrisa de su rostro.
No maldición, no somos amigos.
—Olvídalo.
—Eh... No.–me tomó del brazo y tiró de mi, para ponerme frente a él. Abrió sus piernas para reducir el espacio y puso sus manos en mis caderas. Yo llevé mis manos directamente a sus hombros.
Me miró fijo y yo a él.
Dios mío, en realidad me gustaba Kendall. Y ahora sí podía afirmarlo, lo cual me convertía en una idiota e ilusa, pero me gusta, me gusta sentirme así de… diferente. Desde Samuel no sentía algo similar. No es masoquismo, creo más bien que es un gusto pasante.
Los vellos se me erizaron cuando se acercó más, acortando el espacio entre ambos. En realidad me estaba volviendo adicta a sus besos.
No era un beso muy intenso, pero sí uno tranquilo y suave, que provocaba que mis piernas empezaran a debilitarse y mis sentidos estuvieran tranquilos y sin ninguna clase de preocupación.
—¡Oh por...!–ambos nos separamos de golpe y miramos a la puerta, donde habían dos chicas, una con sus manos en la boca (mirándonos sorprendida) y la segunda con los ojos abiertos como platos.
Miré a la pelinegra y la reconocí al instante.
—¡A tí te estaba buscando!–le grité señalándola. “Sarah Williams” dejó caer las hojas que traía entre sus manos y salió corriendo, yo por supuesto la perseguí.
Agradecí el momento en el que decidí usar unos jeans y unas zapatillas bajas.
La chica era rápida, pero la alcanzé con facilidad cuando estuvimos en las áreas verdes —cerca de la cancha—. La empujé, provocando que tropezara con sus propios pies y cayera al césped. La volteé boca arriba y me acerqué a ella, ambas jadeábamos tanto del cansancio, que ni siquiera podíamos formular una oración. Cuando recuperé el aliento, decidí subirme sobre su abdomen pero sin aplastarla, poniendo mos rodillas a ambos lados de su cuerpo.
—¿Quién demonios eres?–pregunté firme.
—Ya lo sabes, ¿por qué me persigues?
—Las preguntas las hago yo.–dije seria– Y no, no sé quién eres. ¿Por qué me dijiste que te llamabas “Sarah Williams”?
—Porque así me llamo.
—¡Deja de mentir!
—¡No estoy mintiendo!
—¡Nadie conoce a “Sarah Williams”!
—¡Eso es porque no tengo amigos, joder!–mi rostro se reinició y la miré con cara de: “Por favor di que era una broma”– ¿Feliz?–dijo más tranquila y avergonzada– Mi nombre es Sarah Marie Thomas Williams. Pero en el instituto los profesores y los que me conocen, me llaman Marie Williams. Omito el Thomas porque mi padre me omite a mí, ¿eso era lo que querías?
La vergüenza que tenía en ese momento era inexplicable.
—El viernes en el partido, tú…
—Estaba haciendo un reportaje del equipo–me interrumpió–, pero dijeron que era muy malo, así que no lo publicaron. ¿Vas a seguir avergonzándome?
La avergonzada aquí definitivamente era yo.
—Y cuando saliste del baño y me viste con Kendall, tú saliste corriendo…–suspiró.
—Kendall ha sido mi… amor platónico desde la escuela. Solo que él obviamente no me recuerda, porque yo usaba gafas y trenzas, y mi cabello era un desastre en ese entonces.–explicó. Pero conociendo a Kendall, no se acordaría de ella– Salí corriendo porque ver a la persona que te provoca hormiguéos, con otra chica, es realmente feo.
—Lo siento.
—Tranquila, todos nos equivocamos, ¿no?–alzó sus hombros– Y… ¿Te gusta?
—¿Qué?
—Kendall.–suspiré– Hacen linda pareja.
—¿En serio crees eso?–asintió– Vaya pues yo…
—¡Kendall!–volteé mi cabeza y encontré a Kendall trotando hacia nosotras. Me puse de pie y ayudé a Sa… Marie a incorporarse– Te he estado buscando por todas partes.–dijo cuando llegó a mi lado.
—Pues ya me encontraste.–me alzé de hombros. Él miró a Marie y luego a mí– Oh, Kendall, ella es Marie Williams.
—¿No habías dicho que se llamaba Francini W…?
—Dije Sarah.–le interrumpí, Kendall era realmente malo con los nombres.
—Y... ¿Ya está todo arreglado?
—Sí.–dije– Momento, no. ¿Tú no sabes quién es “T.”? La o él de los chismes.–le pregunté a Marie y ella negó.
—¿Entonces por qué corrías?–preguntó Kendall y ella lo miró, dejando su mirada fija en él. Empezé a incomodarme, ya sabía que era su “amor platónico”, pero eso no le daba derecho a mirarlo tanto.
—Te preguntó algo.–dije moviendo mi mano frente a ella. Parpadeó y luego digo.
—Por… Tú ya sabes.–me dijo– Creí que me andabas buscando para… marcar… territorio.–dijo moviendo sus ojos hacia Kendall.
Ah, ya todo tenía sentido.
—Bien–dije–, gracias por todo y perdón por haberte empujado, aplastado y culpado.
Soy realmente estúpida.
—Tranquila, fue un error.–miró a Kendall y se fue. Me volteé hacia él y preguntó:
—¿Por qué te sientas sobre ella y no sobre mi? ¿Eres lesbiana?–lo miré mal y rió– Es broma.–me abrazó mientras reía y su característico olor llegó a mis fosas nasales. Antes de separarnos, besó mi frente y dijo: –Hablo en serio.
—Controla tus celos.–bromeé.
—¿Yo?–rió sarcásticamente– Tú estabas celosa de Sammy.–se cruzó de brazos.
—Marie–corregí–, y no. Ya te dije que mis celos estaban reservados para personas…
—Que te importan–interrumpió–, ya lo sé. Entonces si no te importo, entonces no te importa que vaya donde Amanda y le de un beso y luego me la lleve al baño para…
—Detente.–interrumpí. Siquiera pensar en Kendall con Amanda de la mano, me provocaba… Agh.
—Admite que estás celosa.
—No lo estoy, no tengo por qué admitir nada.–sonreí segura.
—Bien–se volteó–, ¡Amanda!–exclamó fingiendo irse.
—Bien–dije sonando tranquila–, ¡Connor!–bromeé y él se volteó rápidamente. Me miró serio.
Sabía que le molestaba que siquiera hablara de Connor.
—No te atreverías.–dijo señalándome.
—Si te vas con Amanda, yo no pienso quedarme sola.–alzé mis hombros y se acercó a mi.
—¿Y quién dice que te dejaré sola?–dijo mirándome fijo y con una pequeña sonrisa en su rostro.
Mis ganas de besarlo crecieron, así que me acerqué a él con claras intenciones de hacerlo y él pareció entender.
Se acercó hasta que nuestras respiraciones se mezclaron, cerré mis ojos para disfrutar el momento, pero el beso nunca llegó. Y en vez de eso, una risita llegó a mis oídos.
Abrí mis ojos y lo empujé.
—¡Eres un idiota!–empezé a caminar hasta el edificio, donde volví a buscar rápidamente la sala de redacción.
—¡Oye, espérame!–podía escuchar a Kendall atrás de mí, pero yo llevaba el rostro rojo como tomate, ¡creí que me iba a besar!
Lo ignoré y llegué a la sala de redacción, la cuál estaba vacía otra vez. Colgué mi mochila en mis hombros, tomé mis libros y salí de ahí.
—¡Kendall!
Llegué a mi casillero y guardé mis libros con velocidad, y al cerrarlo, Kendall estaba a mi lado, dándome un gran susto.
—Lo siento.–dijo riendo.
—No.
—¿Por qué no?
—¡Porque me dió vergüenza!–exclamé.
—Bueno, perdón, en serio.–seguía con esa sonrisita burlona.
—No.–me volteé y seguí caminando, no sabía adonde iba, pero sabía que Kendall me seguiría.
Sentí sus manos colocarse en mis caderas, obligándome a detenerme. Y seguido, me volteó, pegándome más a él.
—Perdón.
—No.
—¡Perdón!–repitió.
—¡No!–seguí su juego.
—Linda.
—Feo.–alzó sus cejas y le saqué la lengua infantilmente.
—¿Crées que soy feo?–se hizo el ofendido e hizo un puchero.
No, para nada, pensé.
Pero asentí.
—Bien.–dijo.
—¿Bien?–asintió.
—Sí, bien.–fingió estar resentido, sin soltar mi cuerpo. Lo miré fijo y él a mí.
—Deja de mirarme.–le pedí.
—Tú empezaste.
—No.
—Sí.–sonrió.
—No recuerdo haber…–me detuve cuando se acercó y me dió un pequeño beso mientras hablaba– ¡Deja de avergonzarme!–él rió.
—Bien, lo siento de nuevo. ¿Y si contamos hasta tres?
No. Sonreí maliciosamente en mi interior. Estaba conciente de que estábamos en el instituto, en plena mañana, pero Kendall tenía razón: Era estúpido ya, ya todos sabían qué pasaba entre nosotros (aunque no fueramos nada concreto), que había pasado entre Kendall y Amanda, y supongo que ya saben lo de Connor.
Lo único que debía hacer era actuar normal e intentar que los comentarios (ya sean positivos o negativos) no me importaran tanto.
Charlie y Chris también tienen razón: Tú escoges lo que te daña.
—Bien.
—Uno... Dos...–me acerqué a él y uní mis labios con los suyos, tomándolo desprevenido. Segundos después correspondió a mi beso. Mis dedos se entredaron en su cabello y sus manos acariciaban mi piel bajo mi blusa.
Sentí mi ahora conocido calor en el estómago, esa llama que solo Kendall sabía encender. Mi respiración se agitó y sentí que perdería el control.
—Disculpen...–escuché a lo lejos, supongo que era alguien que pasaba– Disculpen.–me separé de Kendall y miré a mi derecha, encontrando al señor Gibson, el profesor de Biología.
El color rojo volvió a mi rostro.
—Disculpen señor Adams y señorita…–me miró– ¿McCartney?–parecía sorprendido– Creo que, como adulto y profesor de esta institución, es mi deber mencionarles que ustedes dos deberían buscar más privacidad.
—Sí–dijo Kendall–, lo sentimos. Es que solo sucedió y... aquí estamos. Pero tranquilo, yo mismo me aseguraré de que vayamos al baño la próxima vez.–abrí los ojos como platos, de todo lo que pudo haber dicho, ¿en serio dijo eso?
Lo mataría luego.
—Bien.–respondió el profesor.
¿Qué?
—Ah y hay que respetar a las mujeres.–alzé una ceja confundida– Su mano, señor Adams.–dijo y se fue. Seguí el brazo de Kendall y terminaba en mi trasero, tomando mi trasero en realidad.
Lo miré y sonrió infantilmente.
—Suéltame.
—Bien, lo siento–me soltó–, fue la calentura del momento.
Lo miré fijo. “La calentura del momento”, idiota.
La campana sonó segundos después, provocando que una avalancha de estudiantes saliera de las aulas y empezaran a moverse por los pasillos.
—¡Hey Kendall!–volteé y creo que Kendall también. Era Peter que aparecía entre la multitud, así que me sentí estúpida al instante.
Ambos se saludaron y luego yo saludé a Peter, quién no paraba de hablar de una tal Valerie, supongo que era su novia o algo así. Kendall lo escuchaba con atención y yo sentí que era el momento justo para irme a buscar a mis amigos.
Levanté mi mano y la sacudí en símbolo de despedida, Kendall me miró y dijo:
—¿Te veo en el siguiente receso? Hay reunión del equipo.–asentí y me alejé.
Suspiré involuntariamente.
Iba camino a buscar a Chris y a Charlie, pero unas manos se posaron sobre mis ojos, impidiéndome ver.
Olía y se sentía como un hombre, sus manos eran grandes pero suaves, y sentí su barbilla sobre mi cabeza.
—¿Connor?–pregunté y quitó las manos de mis ojos. Me volteé y lo encontré con una gran sonrisa.
—¿Cómo adivinaste?
—Tus manos son suaves.–me alzé de hombros.
—¿Quieres ir a caminar?
—Claro.–sonreí. Solo esperaba que Kendall fuera directo a su reunión. Eso me hizo recordar que ahora Connor era el capitán, así que él debería estar en la reunión también, ¿no?
—¿Y cómo ha estado tu día?–preguntó y sonreí automáticamente.
Increíble.
—Bien–dije–, ¿y el tuyo?
—Muy bien ahora.–sonreí, Connor era muy tierno– Pero he estado ocupado con mi hermana y con el equipo... Talvez ya lo sabes, pero ahora soy el capitán del equipo.
—Me alegro por tí.–le sonreí. Unas chicas que venían en dirección contraria nos miraron y empezaron a murmurar cosas entre ellas. Suspiré ondo, debía hacerles caso a mis amigos, todas sus opiniones me tenían que dejar de importar.
—Kendall ya te lo había dicho, ¿verdad?–preguntó con un tono de… ¿desepción?
Asentí.
—Lo supuse.–dijo agachando su cabeza.
—¿Qué tienes?–le pregunté, tenía mis suposiciones, pero tampoco quería pensar que en lo único que pensaba Connor era yo. Mi ego no daba para eso.
—Es que Kendall…–suspiró– Kendall me ha molestado desde… desde que lo conozco.
¿Molestado?
—¿Molestado en qué sentido?
—En el sentido de que siempre que quiero algo, él se avalanza sobre eso y lo consigue primero. Y ahora que soy capitán, me siento tan…–suspiró otra vez– No sé… potente.
—Talvez no es que Kendall vaya por lo que quieres tú solo para molestarte, talvez solo quiere lo mismo que tú y de alguna manera lo consigue más rápido.–intenté sonar como si no conociera lo competitivo que es el castaño en cuestión.
—No. Hasta con las chicas es así.
—¿De qué hablas?–me detuve y le pregunté con el seño fruncido.
—Oh–se detuvo a mi lado–, ¿Kendall no te ha hablado de las chicas?
—¿Cuáles “chicas”?–hice las comillas con los dedos.
—Bueno, espero que él no se moleste porque te lo conté, pero es que Kendall siempre me hace lo mismo: Diviso alguna chica y ya él está atrás de ella, y adivina qué es lo peor… Lo hace solo para fastidiarme. Luego las deja botadas como si no valiesen nada.
No sé que sentí dentro de mí, pero no me gustaba. ¿Acaso Kendall estaba conmigo para fastidiar a Connor? Él repetía una y otra vez que yo le gustaba a Connor, pero ¿sería capaz?
Sentí unas ganas tremendas de llorar, ¿Kendall me estaba engañando? ¿Era mentira todo lo que me dijo?
Si lo hizo con otrrs chicas, ¿por qué sería yo la exepción?
—¿Cómo te sientes?–me preguntó Connor.
—Mal.–confesé con mi voz que salía quebrada– Muy mal.
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JO-JOLA.
Eh.
¿Cómo han estado? Yo mal. Zayn Malik... Mjm. Además estaba en exánenes y bla bla bla.
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Connor?
Bien, voy a aprovechar este espacio (eh) para responder unas preguntas con respecto al capítulo anterior:
Unas chicas dijeron que creían que les faltaba un capítulo, pues no. Simplemente Adams salió de la casa de Kendall hasta su casa y ya. Jajaja no le veo la duda a eso.
Luego, unas chicas no entendieron lo que dijo Nathan mientras narraba, que dijo: “ Y Kendall no era su tipo, por ende, Kendall no era el tipo de Kendall, porque Kendall salía con put... chicas diferentes y supongo que Kendall también. Así que ni Kendall es el tipo de Kendall, ni Kendall el de Kendall.”
Bueno, más o menos dice (en resumen) que Adams no es el tipo de McCartney porque McCartney (por ser tan... lista –no se me ocurre otra palabra ahorita–) solo sale con chicos como ella (y Adams no lo es) . Y que McCartney no es el tipo de Adams porque Adams solo anda con putas (:
¿Entendido? Jajaja
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