Sedúceme como quieras #2 ©

By Dartttemisa

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Ella es puro fuego, fuego escondido debajo de un mar tormentoso que no la deja ser ella, no la deja brillar a... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3/1
Capítulo3/2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Esto es serio.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38/1.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Epílogo.

Capítulo 38/2.

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By Dartttemisa

Fortaleza.

Ainhoa.

Me quede mirando un segundo la estatua clavada en el césped de la gran casa, hace mucho que no venía aquí. La última vez fue de noche, ni siquiera recordaba que había una estatua de un Jaguar frente.

Y ese fue mi error. Habérmela quedado mirando más de la cuenta.

Liam ya había saltado de coche dejándolo medio estacionado para entrar. Trague con fuerza cuando lo busque encontrándolo frente a la puerta. Con manos temblorosas me desasí del cinturón.

Liam daba patadas a la puerta una y otra vez, estaba por alcanzarlo cuando la puerta se rompió. Entonces el entro.

Estaba irreconocible y estaba decidido a buscarlo en todas partes. Corrió de dos en dos las escaleras para llegar al segundo piso.

—¡Sal de donde estés Muller!

Me sobresalte cuando comenzó a golpear una por una cada puerta. De estas salían chicos con el ceño fruncido preguntándose quién era el idiota que los interrumpía.

—No eres de la fraternidad —hablo uno interponiéndose frente a Liam.

—Pero estoy buscando a alguien que sí. Y no me moveré de aquí hasta que lo golpee tan fuerte que deje respirar.

El chico abrió y cerró la boca como si no esperaba que Liam soltara algo como eso. Luego su mirada se posó en mí, inquisitiva.

Y Liam lo empujo, realmente lo empujo tan fuerte que el chico cayó de espaldas y tuve que ignorar el fuerte sonido de su cabeza chocando con el suelo.

Mi novio se plantó frente a él desafiante.

—A mi novia ni me la mires. —El chico asintió desconcertado tocándose la nuca— ¿Dónde está Samuel Muller?

Este le mantuvo la mirada sin dignarse a responder, sus ojos se desviaron un milisegundo en el piso de abajo. Rece para que Liam no se percatara de ello, pero si lo hizo.

Tarde me di cuenta que estábamos rodeados por casi todos los chicos que vivían allí.

—¿Noah? —Me voltee de inmediato al reconocer esa voz— ¿Qué sucede? ¿Qué le pasa? —inquirió apuntando hacia Liam.

Abrí la boca para responder pero entonces escuche el ruido de metal chocando entre si y vidrio quebrándose. Me estremecí cuando escuche eso último, por un segundo mi mente me la jugo al recordarme el día del asalto, como ellos rompieron los grítales del coche de Josh.

Moví la cabeza y seguí el ruido.

Tuve retroceder dos pasos cuando llegue a la amplia cocina. Samuel sangraba de la nariz y Liam apretaba los dientes mientras se disponía a volver a golpearlo.

—¡Liam! —grite para detenerlo.

Me miro colérico un momento y al siguiente ya le había dado un puñetazo en el estómago. La multitud me había seguido, pero nadie hacia nada, nadie lo apartaba de él. Y Samuel no se defendía, intentaba hablar y ponía las manos tapando su cuerpo.

—¡No te basto con hacerle daño hijo de puta! —Otro golpe— ¡¿tenías que quitármela?!

Encesto otro golpe, luego otro... y otro, y otro, y otro. Era horrible, verlo así era horrible.

En un momento dado le agarro la nuca y le estampo la cabeza en el borde de la mesa, ahogue un grito cuando en la cabeza de Samuel se abrió una brecha y de esta empezó a brotar sangre. Liam grito de rabia y le volvió a estampar la cabeza con el borde.

En mi cabeza empezaba a formularme las miles de muertes que eran provocadas por golpes en la cabeza en cierto punto, no quería que Liam se convierta en un asesino. Tenía que impedirle continuar.

No alcance a llegar cuando un Liam respirando fuerte y desesperada tomo un cuchillo de cocina. Mi corazón se paró en el segundo en que Liam lo miro decidiendo en su cabeza que hacer con él, entonces miro a Samuel quien se apoyaba en la mesa.

Negué con la cabeza cuando agarro mejor el cuchillo y de un salto... grite. Grite, grite y me tape la boca y los ojos, miles de fragmentos se me vinieron a la cabeza cuando Liam encesto el cuchillo en la mano de Samuel.

De repente el grito de dolor de Samuel se había convertido en el de Josh la noche en que nos asaltaron, repetidas veces frente a mis ojos mientras el cuchillo salía y entraba nuevamente en su piel. Rompiéndola cada vez. Esa horrible noche.

No podía creer que Liam hiciera eso. Mis piernas se doblaron aun gritando por el recuerdo y entonces unos brazos me sostuvieron por detrás.

Conocía ese olor, esa piel, lo que antes provocaba. Pero yo solo podía pensar en Liam, en cómo me miraba con los ojos abiertos como si supiera lo que había provocado en mí su movimiento.


Liam.

Tenía el poder en mis manos, esto en su cuello lo mataría.

Se lo merecía, se lo merecía, se lo merecía joder.

Pero entonces cuando me impulse y escuche su grito desgarrador me desvié. Y se lo clave en la mano, la mire.

Sostenida por Josh gritaba llevándose la mano a los ojos, la boca, la cabeza. Estas temblaban frente a su rostro. Me miraba llorando mientras se intentaba afirmarse de los pies. Y cuando mis ojos se desviaron un segundo a su ex novio lo supe, su cara pálida, se afirmaba el estómago mientras intentaba no mirar lo que aún tenía en mis manos.

El mango del cuchillo me quemo entre los dedos.

—Ainhoa...

—Ya he llamado a la policía —me detuve en seco mirando al chico de antes, el que había mirada a Ainhoa.— los llame desde que este idiota intento derribar la casa a patadas, deberían estar... —sus ojos se fueron hacia fuera, las luces rojas reflejándose en la cara de todos.

Mire mis manos, tenía el poder de matarlo de acabar con él. En cambio esa día lo único que acabe fue lo más bonito que había tenido en la vida.

¿Qué mierda hice?

**


Camine con decisión con las manos esposadas tras la espalda, bajo la mirada de todos en la comisaria. Mi camiseta manchada de sangre y mis manos también.

Mire por encima del hombro. Ainhoa nos seguía en silencio y lloraba sin ninguna expresión en el rostro. Ni siquiera podía mirarme.

El oficial que caminaba conmigo me guio hasta una celda, me quito las esposas y cerro. Ainhoa trago con fuerza aun mirando sus zapatos.

—¿Qué tenemos Righ? —hablo un oficial en el escritorio cerca de la celda.

El oficial Righ suspiro negando con la cabeza.

—Un chaval —apretó los labios— intento de asesinato.

Trague con fuerza. Estuve a punto de matarlo.

—¿Y ella?

Solo entonces el oficial Righ reparo en Ainhoa.

—Señorita ¿usted estuvo ahí verdad? —Titubeando Ainhoa levanto la cabeza y lo miro, asintió— necesito saber todo lo que sucedió en esa casa para poder dejarlo entre rejas.

—Yo... yo lo conozco —musito.

—Entonces no tendrá problema en declarar en su contra.

Fruncí el ceño. Mi corazón alterándose.

Entonces pude ver como de los ojos de Ainhoa caía una lagrima y se erguía. Entonces me miro, con mucho en ellos ¿pero lo más importante? Me miro con rencor. Nunca me había mirado así.

—Sí, declarare en su contra.

Parpadee sin poder creérmelo, sin poder asimilar su mirada fría. Como su cara de tristeza pasó a ser una malvada nunca antes vista en su tierno rostro. Ese que tanto me gustaba.

Se acercó hacia la celda, los oficiales rellenando unos papeles. Me miro directo a los ojos quitándose su brazalete de la muñeca y poniéndolo en la mía.

¿Qué mierda estaba ocurriendo?

—Espero que te pudras en la cárcel —dijo en voz alta. Acto seguido se alejó dos pasos y escupió en mis pies.

Ahí fue cuando me di cuenta que la había perdido por completo.


Ainhoa.

Sin ninguna emoción en el rostro di media vuelta y seguí al oficial.

Papá también decía que eran buena en eso. Ocultar mis verdaderas emociones y cambiarlas a las que quería que la gente viera. Antes odiaba que mencionara esas cosas sobre mí.

Resulta que ahora me aferro a eso, y dada la expresión en el rostro de mi novio creo que finalmente tengo que darle la razón a Kevin.

Siguiendo desde varios pasos atrás del oficial busco mi móvil en el bolsillo de la chaqueta que no usaba desde hace dos años, sintiendo lo poderosa e imparable que solía hacerme sentir.

Tecleo el número en el móvil con los ojos fijos en la espalda del oficial y lo llevo discretamente a mi oreja. Sonrió cuando en el segundo tono ya ha respondido.

—¿Si?

—Reúne a todos y tomen el primer vuelo, vengan conmigo, tenemos trabajo por hacer.

—Entendido.

Mis zapatos suenan contra el piso brillante y bien pulido de la comisaria mientras espero una respuesta. Casi no quiero admitirlo pero mamá hizo bien en enviarme los planos de cada comisaria de esta ciudad, me doy palmaditas en la espalda por habérmelas aprendido de memoria. Esta era la estación catorce.

Guardo el móvil.

Solo cuantos metros más y...

Inevitablemente las comisuras de mi boca se alzan en una pequeña sonrisa. Tan predecible.

¿Saben lo que vio el oficial?

Una chica asustada, atemorizada por lo que sus ojos abrían presenciado. Sangre en las manos y un poco en el cuello, para que ellos pensaran que había intentado atacarme luego de haberle atravesado la mano a mi novio con un cuchillo. A sangre fría.

Dispuesta a declarar para que Liam se quedara el tiempo suficiente entre rejas.

Era justo lo que necesitaba para que me llevara a una pieza aparte de las de interrogatorio, sin cámaras, sin más oficiales, solo él y yo. Para que el pudiera exagerar un poco de más en el caso e irse con una sonrisa a casa a con su esposa.

Borro mi sonrisa cuando este se voltea.

—Por aquí Señorita —invita a pasar primero.

Hago un repaso rápido de la habitación y espero que cierre la puerta y se siente frente a mí. Rodeo los ojos internamente cuando empuja el vaso con agua hacia mí.

—¿Puede comenzar a relatarme lo que sucedió en la fraternidad?

Trago saliva asintiendo.

—No quise hacerlo... e-era muy impulsivo —aprieto los labios— creí que no lo sabría, le guarde el secreto a mi mejor amiga —finjo una cara indignada— esa zorra no espero demasiado para ir a contarle... —sollozo— de verdad que no quise hacerlo...

Finjo no ver el rodeo de sus ojos.

—Al punto señorita.

Hundo la cara en mis manos fingiendo llorar. Mi mano viaja hasta el bolsillo oculto de una de las hombreras de la chaqueta de cuero. Lloro más fuerte.

El oficial chasquea la lengua levantándose para acercarse a mí.

—Niña...

Y entonces actúo, queda a mitad de la frase cuando lo acorralo contra una de las paredes apuntando la punta del cuchillo negro de combate que mi padre me regalo al cumplir los diecisiete, justo en la vena más importante del sistema humano.

Gracias al cielo es bajito.

—¿Qué demonios crees que haces niñata? —carraspea. Presiono más la hoja del filo.

Es demasiado inteligente como para no guiar su mano hacia la pistola de mano.

—Esto es lo que le dirás a tu compañero y al rellenar la ficha. Engañe a mi novio, él lo descubrió, se volvió loco y quiso matarlo, le clavó el cuchillo en la mano y antes de que prosiguiera intervine —ladeo mi cuello— quiso ahorcarme. Y harás todo lo posible para retenerlo aquí, en el caso de que no puedas, lo llevaras a la prisión pública no a la privada de Weist. —quiere replicar cuando entonces hundo la punta y la sangre comienza a correr de apoco. Se pone blanco. Ladeo la cabeza hacia un lado y sonrió— dígame oficial ¿tiene usted hijos?

Pregunto al ver la pegatina de carritos y de bob esponja en la funda de su pistola. Entonces doy en el punto justo y sede.

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