¡Buenas madrugadas, hermosos seguidores!
Al igual que todas las semanas venimos a presentarles los resultados del desafío de la semana pasada, infinitas gracias por todo el apoyo y el cariño que le dan a este apartado para que sigan adelante ¡Son los mejores!
En esta ocasión tenemos 6 ganadores ¡Muchas feliciades!
Nos estamos viendo este viernes con un nuevo desafío.
*La forma en la que se muestran los participantes no tiene un orden en específico.
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KAlexr
Título: Dudar.
A esa palabra se había resumido mi vida en las últimas horas.
El pecho me subía y bajaba en clara señal de agitación. El sudor frío recorría mi frente y los temblores se esparcían en cada nervio de mi cuerpo.
Los pies me sangraban al igual que múltiples partes de mi cuerpo, la visión se me dificultaba y el rendimiento también, había perdido litros de sangre.
Miré todas las puertas que eran exactamente iguales debatiendo internamente a cual abrir.
La decisión no era nada sencilla y el sonido de un reloj me desesperaba a tal grado de querer llorar. Rasqué mi cabeza sumamente frustrada.
No tenía ni la menor idea sobre cómo había pasado de estar en una mañana tranquila en la universidad a estar inmersa en un juego que acabaría con mi vida si me equivocaba.
—Tic, tac— susurró una espeluznante voz a mis espaldas y un gélido viento azotó mi cuerpo cubierto con algunas escasas piezas de tela.
Necesitaba apurarme y terminar con el juego macabro en el que estaba incluida sin consentimiento. Ya había atravesado la piscina de tiburones, la carretera repleta de espinas y las espadas voladoras, ahora solo quedaba girar la perilla que me llevaría a mi destino final.
Era sencillo, vivir o morir.
En el último segundo cerré los ojos y dejé que la intuición me guiara, nunca fallaba... Sólo que esa vez ocurrió algo totalmente diferente.
Lo supe cuando sentí el impacto de bala atravesando mi pecho malherido.
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Título: Mala suerte
«Jodida vida», no puedo evitar pensar mientras voy conduciendo por en medio de la carretera a toda velocidad. Al parecer las palabras "universidad y vida social" no van muy bien juntas, o al menos no en mi caso; no logro entender como los demás pueden combinar ambos y salir airosos.
Unas luces rojas y azules se reflejan por el retrovisor, y una sirena me indica que debo estacionar el auto; «Maldición».
— ¿Sabe a qué velocidad iba, señorita?—pregunta el policía en cuanto bajo la ventanilla.
—Lo siento no lo sé, llevo prisa—contesto descaradamente.
—Por favor, baje del vehículo—ordena el uniformado.
—Pero no he hecho nada—contesto con carita de niña buena.
—No lo voy a repetir—dice en un tono autoritario.
Muy fastidiada abro la puerta del auto y bajo, entonces el "oficial" saca un extraño aparato y lo pone justo frente a mí:
—Sople, por favor.
—No estoy ebria—contesto casi de manera inmediata.
El policía me lanza una mirada asesina y sin más remedio obedezco la orden, rezando porque él haya desinfectado bien el aparato ese. En unos pocos segundos la maquinita comienza repicar.
—Su permiso por favor—dice evidentemente enfadado observando el aparatito.
Me interno por la ventanilla abierta del auto, tomo mi bolso y le entrego desde mi billetera el carnet; él lo sostiene, lo ilumina con la linterna y luego ilumina mi rostro para hacer la comparación.
—Señorita Méndez, queda arrestada por manejar en estado de ebriedad, por favor suba a la patrulla —, no logro reaccionar — no va a oponer resistencia, ¿verdad? — pregunta de forma sarcástica mostrándome las esposas.
A veces situaciones como estas me hacen dudar de mi propia suerte; «¿cómo explicaré mañana por qué no llegué al examen?» es mi último pensamiento antes de subirme a la patrulla.
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"Inmerso en mi dolor"
Entré por la puerta tirando todo cuanto me topaba en el camino. Creo que no quedó un solo mueble en pie, me dirigí hacia el dormitorio dando tumbos y me lancé a la cama como un cuerpo sin vida.
No venía a mi mente otra imagen que la de ella terminando conmigo, en una simple esquina de aquella carretera, no entendía porque lo estaba haciendo, pero soy tan idiota que ni siquiera me esforcé mucho en comprender, y sin dudar me fui dejándole allí con su argumento que para mi era absurdo. Ya era bastante dolorosa la escena como para seguir haciéndonos daño.
No recuerdo el momento en que el cansancio le ganó a la frustración y terminé por quedarme dormido.
Los mechones de su negro pelo jugaban con los rayos de sol, ella reía sin quitarme la mirada de encima.
Dando vueltas con los pies descalzos sobre la arena y acomodando un mechón de su cabello rebelde por detrás de la oreja, para así dejar al descubierto completamente sus inquietos ojos café.
Alguna que otra nube pasajera se quedaba, para hacer juego con su vestido creando así la imagen perfecta de mar, cielo y Diosa del amor, como solía llamarle.
Un movimiento brusco e involuntario de mi brazo para con el despertador me hizo salir de esa corta pero placentera ilusión, justo en el momento en que le tendía mi mano para ofrecerle una flor.
La mañana era gris, como si el día estuviese triste, la ventana de la habitación parecía llorar, las gotas de lluvia se escurrían a lo largo de su fino cristal, y la casa era como una escena de Criminal Minds, solo que esta vez el cadáver tenía que ponerse de pie para prepararse el café e ir a la universidad.
***
Título: IncertidumbreTemo por lo que vaya a ocurrir mañana. No puedo simplemente cerrar los ojos y esperar por un plácido sueño que, sé con certeza, nunca llegará.
No es la primera vez que paso por esto, pero eso no hace que sea más fácil de llevar. ¿Por qué todos piensan lo contrario? ¿Saben que siento sus ojos en mí? ¿Saben que siempre los escucho cuando soy el tema de conversación? No son sutiles, deben saberlo.
No es suficiente, nunca lo es. Todo, lo que hasta hace unas horas era conocimiento sólido, empieza a desmoronarse. Para cuando salga el sol no quedará nada. Siempre es lo mismo. No es algo que quiera, pero tampoco lo puedo evitar.
Se los diré, por supuesto. Y ellos, superficialmente me escucharan. Me animaran a su modo. Dirán que no debería dudar de mí, que todo estará bien. Protestaré, pero sólo terminaran diciéndome "Tranquila. Tú puedes."
Pero... ¿puedo? ¿Qué es lo que realmente puedo hacer? Es claro que no es lo que quiero.
Todo parece resumirse a una competencia. Y soy la última en la carretera. Es asfixiante, pero es la verdad.
La verdad con la que he crecido. La que ha sido introducida sin ceremonias como mi meta por alcanzar. Y puede que lo sea, se ha vuelto cierto.
¿Universidad? Sí, suena bien. Suena correcto. Pero no es mi sueño.
No hay magia en la idea de ello. No hay colores. Es incierto. Y lo que es peor, no soy capaz de hacerlo.
Me apago con cada intento. Me pierdo conforme pasa el tiempo. Y estoy tan cansada.
¿Cuándo terminará todo esto?
Puedo oír los pasos de mi madre subiendo la escalera. Ya es 'hoy'.
Escucho el familiar golpe de la puerta y, de nuevo, estoy frente a mi eterno verdugo: Expectativas.
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Título: Resiliencia
─En la luna han sido enterrados mis sueños.
Tus palabras me suenan a Alzheimer prematuro. ¿De qué rayos hablas? ¿Estás en medio de tu ciclo menstrual o ensayas el libreto de una obra de teatro de la universidad?
─Dioses del Nilo, ¡levántense de las arenas del desierto! ─rujo con voz disfónica. Pero esto no es una broma. Mi pésimo sentido del humor recién advierte que tus pupilas irradian destellos de fuego.─ Explícame ─balbuceo todas las letras del abecedario hasta formular una palabra común.
─Debo recuperarlos antes de mañana ─musitas prendida de una estela de luz.
Fantasías anquilosadas, mitología egipcia... ¡Esto es una pesadilla!
Sé que te estás perdiendo en un abismo acrómico de desesperanza. Aunque ya no puedo dudar, soy incapaz de sortear las distancias. La puerta que une tu universo imaginario con la realidad se torna cada vez más laxa. Despliego mis dedos al vacío y es solo eso lo que encuentro, un vacío cognitivo y emocional.
Ese súcubo que merodea por tu cuerpo te ha robado el alma.
Los doctores aseguran que orbitas alrededor de los planetas. ¡Qué insulsa manera de conceptualizar lo abstracto y bordear los sentimientos! De tanto oírles llamarte lunática, comienzo a olvidar tu nombre y aquellos recuerdos lejanos vuelan sin rumbo fijo.
─Resiliencia ─masculla un atisbo de vida en mi interior.
─Resiliencia ─asevera mi yo entero.
Es entonces cuando comienzo a centellear y me convierto en un sol.
─¡Dioses del Nilo, trepiden ante mi poder infinito! ─grito.
Soy Ra reencarnado y tú la fuente de mis desvaríos.
Ya sea en la luna o en la carretera, de una sola cosa estoy consciente: te amo.
Nuestros padres nos separan, afirman que si estamos cerca, avivamos los delirios. Tal vez sea cierto, pero nadie puede impedir que te envíe epístolas repletas de estrellas.
***
Título: "Viaje astral"
El sonido de su irresistible voz me obligó a prestarle toda mi atención, y el fugaz deseo de que aquellas esferas azules me regalaran un momento de paz comenzó a oprimir mi pecho con más fuerza. Una gota de agua dibujó la trayectoria más perfecta que jamás había visto en una de las ventanas del pequeño espacio donde me encontraba y supe que aquella clase era la más aburrida de toda la universidad, o al menos para la mayoría de mis compañeros. El chirrido de la puerta provocó que un escalofrío recorriera mi médula espinal. Anhelaba recuperar el sosiego, pero en cambio, recibí una fría expresión que parecía disfrutar mi lucha interior. Le devolví la mirada sabiendo que aquella sería mi última tortura y que en la mañana él tomaría la carretera para no regresar nunca más, justo como lo había prometido.
Su sempiterna sonrisa me hizo dudar y maldije por lo bajo. Creí experimentar el peor momento de mi vida en cuanto su inescrutable rostro dejó entrever un desmedido dolor. Mi adusto profesor parecía rendirse ante mis exasperados intentos por huir de aquel afecto tan corrosivo. Un suspiro desafiante me hizo sumirme en cavilaciones y cálculos, pero el irritante timbre interrumpió aquel intercambio de sentimientos encontrados. Me adherí a mi pupitre hasta que el aula de conferencias se vació por completo y en un acto temerario, decidí acercarme a mi profesor. Pequeños traspiés me guiaron hasta sus brazos y me sentí protegida por aquel contacto físico. Sus labios dominaron a los míos y me entregué en cuerpo y alma una última vez.
Abrí mis ojos algo indecisa y me encontré con la imagen desprovista de colores vivos del parámetro superior de mi habitación. Me levanté bruscamente y comprendí que aún debía vivir mi peor pesadilla...
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