Oliver Twist

By WattpadClasicosES

5.9K 621 71

Oliver Twist es una de las novelas más célebres de la literatura universal. Es la novela más conocida del esc... More

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII

Capítulo XLV

22 6 1
By WattpadClasicosES

Fajín encarga a Noé Claypole una misión secreta


A la mañana siguiente, levantóse el judío muy temprano y esperó con impaciencia la presentación de su nuevo discípulo, el cual pareció, a fin, bien que con considerable retraso, a tiempo para asaltar con voracidad de buitre el almuerzo.

—Bolter —comenzó el judío, tomando una silla y sentándose frente a Noé Claypole.

—Presente —contestó el llamado—. ¿Qué se ofrece? No me pregunte usted nada hasta que haya comido. Veo que tiene usted la mala costumbre de no dejar tiempo ni para digerir las comidas, lo que tengo por falta imperdonable.

—Siempre he creído que se puede comer y hablar al mismo tiempo —replicó Fajín, maldiciendo interiormente la voracidad de su nuevo recluta.

—¡Oh, sí! ¡Puedo hablar! ¡Hasta creo que la conversación azuza mi apetito! —respondió Claypole, cortando una rebanada de pan verdaderamente monstruosa—. ¿Dónde está Carlota?

—Fuera. La hice salir esta mañana con la otra joven, porque necesitaba estar a solas con usted.

—Preferible hubiera sido que le hubiera usted mandado que me preparase una buena tostada con manteca antes de salir; pero, en fin, hable usted, que sus palabras no han de detener el movimiento de mis mandíbulas.

No había, en efecto, peligro de que la conferencia restase alientos a quien se había sentado a la mesa con la firme resolución de trabajar con ardor.

—Ayer hizo usted una buena campaña, amigo mío —comenzó diciendo Fajín—. Seis chelines y nueve peniques y medio en el primer día suponen un resultado soberbio. Auguro que la zancadilla del cachorro será para usted la base de su fortuna.

—No olvide usted poner en cuenta los tres botes de estaño y la jarra de leche —observó Bolter.

—Nada olvido, querido. Los tres botes de estaño suponen en usted gran dosis de genio, pero fue golpe magistral escamotear la jarra de leche.

—Para ser principiante, creo que no lo hice del todo mal —dijo Bolter con satisfacción—. Botes y jarra estaban colgados al aire en la puerta de un figón, y yo creí que la lluvia enmohecería a los primeros y aguaría la leche de la segunda, y por eso me los llevé. Además, unos y otra hubieran podido acatarrarse, lo que habría sido una lástima. ¡Ja, ja, ja, ja!

El judío fingió reír también de todas veras mientras Bolter, poniendo brusco fin a sus carcajadas, embauló la primera rebanada de pan y se dispuso a hacer lo propio con la segunda.

—Necesito encargarle una misión, Bolter —dijo Fajín, apoyando los codos sobre la mesa—, que exige mucho cuidado y no menos astucia.

—He de decirle que no se le ocurra ponerme en peligro enviándome a los centros policiacos. No me convienen semejantes comisiones, ya lo sabe usted.

—La comisión que he de encargarle, no ofrece el menor peligro. Se trata de seguir los pasos a una mujer.

—¿Vieja?

—Joven.

—Esa comisión la desempeñaré a maravilla. Ya cuando iba a la escuela era un atisbador muy regular. ¿Y en qué ha de consistir el espionaje? Supongo que no tendré que...

—No tendrá usted que hacer nada —interrumpió el judío—. Nada más que decirme adónde va, a quién ve, y si es posible repetirme lo que aquélla hable. Acordarse de la calle, si en la calle se detiene, y de la casa, si en alguna casa entra: en una palabra, traerme cuantos datos pueda recoger.

—¿Y cuánto me valdrá el trabajo? —preguntó Noé, mirando con descaro a su maestro.

—Si cumple usted bien, le daré una libra esterlina, querido. ¡Una libra! —repitió Fajín, deseando excitar el interés de su discípulo—. Crea usted que jamás pagué tan cara ninguna comisión, fuera de la clase que fuera.

—¿Quién es ella?

—Una de las nuestras.

—¡Diablo! —exclamó Noé, rascándose la punta de la nariz—. Desconfía de ella, ¿eh?

—Parece que ha trabado relaciones nuevas fuera de casa, y necesito saber quiénes son sus nuevos amigos.

—Comprendo. Quiere usted tener el placer de conocerlos, para saber si son caballeros de respetabilidad, ¿no? ¡ja, ja, ja, ja! Cuente usted conmigo.

—Ya sabía que podía contar —respondió Fajín, entusiasmado ante la buena acogida que su nuevo discípulo dispensaba a su proposición.

—¡Claro que sí! ¡Pues no faltaba más!.. ¿Y dónde está ella? ¿Dónde debo esperarla? ¿Cuándo he de comenzar el espionaje?

—Todos esos datos se los facilitaré cuando sea sazón oportuna, amigo mío. A su tiempo sabrá usted quien es la interesada. Esté dispuesto a ponerse en campaña, y déjeme a mí el resto.

Aquella noche, la siguiente y la tercera, el espía estuvo vestido de carretero, dispuesto a lanzarse a la calle a la primera indicación, del judío. Pasaron seis noches... seis eternidades para Fajín, todas las cuales volvió éste a su casa con expresión de desencanto y diciendo que no había llegado el momento de obrar. A la séptima, regresó más temprano con cara que reflejaba viva alegría. Era domingo.

—Esta noche sale —dijo Fajín—. Casi me atrevo a asegurar que el objeto de su salida es el asunto en cuestión, pues ha estado todo el día sola y el hombre a quien teme no volverá a casa hasta poco antes del amanecer. Venga conmigo... ¡Volando!

Levantóse Noé sin despegar los labios, impulsado por la excitación que observó en Fajín y que le afectó profundamente juntos salieron de casa sin hacer ruido y, atravesando un verdadero laberinto de calles, llegaron al fin frente a la puerta de una taberna-posada, donde hicieron alto. Noé vio que era la misma en que había pasado la noche el día que llegó a Londres.

Eran las doce de la noche, y la puerta estaba cerrada. Un silbido peculiar del judío bastó para que aquélla girase sin ruido sobre sus goznes. Entraron y la puerta se cerró.

Sin decir palabra, y apelando al lenguaje de los sordomudos, Fajín y el judío que les había abierto la puerta señalaron con el dedo a Noé una ventanita defendida con su correspondiente cristal, y le indicaron que se acercase y observara a la persona que en la habitación se encontraba.

—¿Es la mujer? —preguntó Noé con voz que parecía un susurro.

—Sí.

—No veo bien su cara... Tiene los ojos clavados en el suelo y la luz está colocada detrás de ella.

—Espere ahí —susurró Fajín.

Hizo una seña a Barney y éste desapareció al punto. Segundos después vio Noé que entraba en la habitación en que se encontraba la mujer, que fingiendo despabilar la vela la colocaba de manera que su luz diese de lleno en el rostro de aquélla, y que dirigía a ésta la palabra consiguiendo que alzara la cabeza.

—¡Ya la veo bien! —murmuró el espía.

—¿Con toda claridad? —preguntó Fajín.

—La reconocería entre mil.

Abandonó presuroso su observatorio en el momento en que la muchacha salía de la habitación y se dirigía a la calle. Fajín escondió a Noé detrás de una puerta vidriera provista de cortinillas, desde donde vieron pasar a la joven, conteniendo la respiración.

—¡Ahora! —murmuró Barney, que había salido a acompañar a Anita hasta la puerta.

Noé cambió una mirada de inteligencia con Fajín, y se lanzó a la Calle.

—¡Por la izquierda... acera de enfrente, y cuidado! —murmuró Barney.

Así lo hizo Noé. A la luz de los faroles, no tardó en ver a la joven que le llevaba alguna delantera. Apretó el paso hasta colocarse a la distancia que le pareció conveniente, y siguió por la acera contraria a la que seguía Anita, a fin de no perder ninguno de los movimientos de ésta. La joven miraba de tanto en tanto en derredor con inquietud manifiesta, y en una ocasión interrumpió su marcha para dejar pasar a dos hombres que la seguían de cerca. A medida que pasaba el tiempo parecía cobrar nuevos alientos su paso era más firme y decidido. El espía, siempre a la misma distancia, la seguía sin perderla de ojo.

Continue Reading

You'll Also Like

108K 3.5K 96
Aquí encontrarás: ✏Diy ✏Tutoriales ✏Recetas ✏Manualidades ✏Imágenes ✏Consejos ✏horoscopos ✏Chistes ✏test's ✏Datos curiosos ✏Frases ✏Trucos ✏Apps ✏Dib...
79K 7K 27
Quería sentirse libre y amar sin ninguna restricción, no tener un destino que cumplir.
4.2K 810 45
Lucy Maud Montgomery, escritora canadiense mundialmente célebre por la serie de novelas infantiles «Ana, la de Tejas Verdes», nos dejó en «El castill...
7.5K 314 9
los personajes no me pertenecen aparte de mi oc, si no al creador Miyoho ↣ Pedidos abiertos ↢ - one shots - headcanons - escenarios - letras de canci...