Sedúceme como quieras #2 ©

By Dartttemisa

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Ella es puro fuego, fuego escondido debajo de un mar tormentoso que no la deja ser ella, no la deja brillar a... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3/1
Capítulo3/2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Esto es serio.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 38/1.
Capítulo 38/2.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Epílogo.

Capítulo 37.

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By Dartttemisa

ADVERTENCIA: PUEDE QUE EN ESTE CAPÍTULO SE DESCRIBA ESCENAS EXPLICITAS +18 ENTRE TRES PERSONAS, SI ESTAS NO SON DE TU AGRADO TE RECOMIENDO QUE TE LO SALTES.

AUNQUE TU Y YO SABEMOS PROQUE ESTAS AQUI *guiño* *guiño*

Enséñame.

Ainhoa.

La dirección que Liam me había mandado por el móvil y que yo le había dado al señor del taxi nos conducía casi a las afueras de la cuidad. Todo a nuestro alrededor estaba repleto de árboles viejos, pocos edificios y casi ni un ápice de existencia humana.

Casi creí que nos habíamos confundido y esta no era la dirección.

Era un lugar demasiado tranquilo, nada típico de Liam. Pero me gustaba la vista que daba hacia el centro de la cuidad de la cual se podía observar todas las lucecitas de las casas u edificios.

Mire nuevamente la dirección en el móvil y caí en cuenta de que realmente este era el lugar al que nos había enviado. El edificio frente a nosotras de cuatro plantas de altura y muchos balcones sobresalientes tenía el número que salía en el chat de mi novio.

Entonces caí en cuenta de lo que significaban las llaves en mi mano, quemando casi como diciendo algo tipo "vamos, sé que quieres descubrir que puerta es la que abro"

Jimena a mi lado se apartaba el cabello de la cara para que le diera el aire, el movimiento me hizo ver su canalillo y yo solo pude pensar en cómo podrían lucir esas montañas sin ropa. Contra mis manos.

Quería a Liam aquí conmigo, quería decirle todo lo que estaba sintiendo en ese momento y que el esbozara esa sonrisa tan hermosa que hacía que me tranquilizara.

No quise esperar más. Ya podríamos esperarlo dentro.

Tome de su mano tirando de ella hacia la puerta giratoria del edificio.

Un hombre canoso con panza abultada alzo la vista desde el periódico que parecía estar leyendo y nos observó con cautela, luego frunció el ceño con desagrado.

—Aquí no se aceptan ese tipo de servicios mujeres, si quieren usurpar el bolsillo de algún inocente pueden pararse a la esquina de la otra cuadra —luego volvió la vista al periódico en sus manos negando con la cabeza. Casi pude escuchar lo que pasaba por su cabeza. No era nada bueno.

Y eso me hizo enfadar.

—No somos ninguna...

—Pero qué manera menos indiscreta de llamarnos puta. ¡Puta su abuela! Viejo gordo —espeto Jimena con las mejillas rojas y mirada desafiante hacia el señor. Este alzo la ceja y le dio una repasada con los ojos para luego sonreír y negar con la cabeza— ¡¿De qué te ríes?! Viejo gordo y feo. ¡Puto malnacido!

—Váyanse de una vez si no quieren que llame a la policía. No tengo paciencia para chiquillas necesitadas.

Ahogue un grito.

—¡Pues a lo mejor usted debería irse a un centro para ansíanos con loquera en donde aceptes a puros viejos feos prejuiciosos como usted! ¡Nosotras tampoco necesitamos de sus servicios con-ser-je, encontrare mi departamento por mí misma!

Ante la mención de un departamento este se incorporó de la silla como si le hubieran pinchado con una aguja el culo, se quitó los lentes, lanzo el periódico hacia cualquier lugar y nos lanzó una sonrisa amable.

—Haberlo dicho antes, soy el conserje de este edificio —Jimena y yo lo miramos con desconcierto. Su sonrisa tembló nerviosamente— si dan la llave puedo saber en qué piso esta su apartamento... ¿Señorita...?

Jimena lanzo un gritito exagerado dispuesta a despotricar a diestro y siniestro cuando mi voz la detuvo.

—Anderson —alce la barbilla y le di la llave— Señora Anderson.

El conserje llamado Ramón no tardo en llevarnos a la cuarta planta e indicarnos  la puerta con el número siete. Le dedique una mirada amenazante antes de que se fuera.

—También quiero el libro de reclamos para mañana en la puerta de mi departamento —sonreí fingidamente— Señor.

Ramón asintió con nerviosismo yéndose de inmediato.

A mi lado Jimena se estremeció.

—Sonaste de verdad amenazante cuando pronunciaste Señor —se froto los brazos— me dio escalofríos, me gusta.

Apreté los labios para reprimir mi sonrisa.

Metí la llave y abrí la puerta. Lo que encontré, me dejo con la boca abierta.

El departamento consistía con un espacio inmenso. La sala con la televisión conectaba directamente con el dormitorio con una cama King y un ventanal de donde se podía ver le balcón con una mesita redonda y tres sillas. La cocina estaba del lado izquierdo de la puerta, no era muy grande, pero si la mesa. Todo allí estaba repleto de utensilios y decoración como si alguien ya estuviera viviendo ahí desde hace mucho.

Pero Liam me había dicho que no se mudaría si no era conmigo.

Jimena se fue hacia el baño luego de que me digiera que necesitaba un minuto y mientras ella lo hizo fui hacia una de las mesitas de noches donde descansaba un cuadro verde oscuro una fotografía de ambos. Una que Logan nos había tomado en la casa de la cabaña. No mirábamos a la cámara, nos estábamos mirando a nosotros en la arena.

Pude ver el amor característico y la sensualidad de Liam en ese momento en sus ojos y en los míos... los míos simplemente brillaban mientras lo miraba desde abajo con las mejillas un poco sonrojadas. La mano de Liam sosteniéndome por la cintura y mi mano encima de la suya.

Era muy hermosa.

De pronto los cajones despertaron mi curiosidad y comencé a abrirlos uno por uno. En el primero no había nada, pero en el segundo había una camiseta de Liam y al lado de esta una falda mía que unos días antes había buscado y no la había encontrado por ninguna parte.

Quizá Liam se las había ingeniado para robármela y traerla hasta aquí.

—¿Estas lista? —Preguntó Jimena detrás de mí, cerca de mi nuca y me pregunte ¿Cuándo mierda había salido del baño?— aun puedes echarte para atrás, no tienes porque...

—Quiero hacerlo —me gire a mirarla. Estaba en ropa interior, trague saliva— enséñame.

**


Me encontraba de rodillas en la cama frente a Jimena. Ella se había encargado de quitarme la ropa y dejándome en ropa interior como ella y desde entonces nos habíamos limitado a mirarnos.

Sabía que ella estaba esperando a que se me bajaran todos los nervios de la piel.

—No sé... —trague duro— no sé qué hacer.

Soltó una risa comprensiva.

—Bueno... yo podría acércame —lo hizo— luego podría tocar aquí...

Y llevo una mano con cuidado hasta mi clavícula y cuelo tocando con la yema de los dedos. Mi cuerpo reacciono al momento en una ola de escalofríos y excitación a la vez. La garganta se me cerró y me relamí los labios.

—... Podría bajar —deslizo dos de sus dedos por mi pecho pasando por el canalillo hasta el estómago y más abajo. Hundí el vientre cuando un dedo toco la costura de mis bragas, me miro por encima de las pestañas y volvió a subir— podría dejar que te sentaras en mi regazo... nuestra piel tocándose y tu podrías besarme otra vez —trague duro cuando su mano se fue hacia mi muslo y subió hasta mi cintura— y yo podría tocarte hasta que gritaras de placer.

Tenía los sentidos aturdidos, sentía que en cualquier momento iba a saltar sobre ella y frotarme con lo que pudiera de su cuerpo. Casi podía percibir la piscina entre mis piernas, mi clítoris latiendo, su voz calando tan hondo que no pude ni recordar mi nombre. Solo supe que... quería besarla otra vez.

Me acerque a ella, nuestras rodillas tocándose, la tome de la nuca y la acerca a mí. Su aliento cálido me roso el labio inferior y me mordí el labio, hasta que le pedí.

—Bésame.

Y lo hizo.

Me sobresalte cuando me toco con los labios con ferocidad, jugando con mi piel carnosa, probando ángulos, tomándome del pelo e incluso jalándome un poco del cabello sosteniéndome con ambas manos para poder devorarme. Ella era la maestra y yo la estudiante.

Pero la estudiante nunca en su puta vida había sido lo que era, siempre había querido ser la maestra.

Abrí mi boca introduciéndome en su boca, probando, mordiendo y acostumbrándome a su sabor. Un sabor distinto pero no tan exquisito como el de Liam. Ese de solo sentirlo contra mi boca me hacía volverme loca de ansiedad.

Me aparte con la imagen de Liam lamiendo cierta parte de mi cuerpo en la cabeza.

—Dime que quieres Ainhoa —pronuncio en un hilo de voz mi compañera— y yo lo hare.

La duda se instaló en mi pecho. ¿Dónde diablos estaba Liam?

Cerré los ojos y cuando estuve segura de mi misma los abrí, y le pedí.

—Quítate el sostén, déjame verlas.

Son una sonrisa de medio lado Jimena hizo lo que le ordene y me dejo verlas. Trague duro con mi entrepierna palpitante. Sus pezones eran oscuros y sus pechos firmes.

Entonces volví a poner mi boca sobre la suya y Jimena me respondió con la misma ansia, la misma intensidad, más necesidad. Tome uno de sus pechos en mis manos y juguetee con su pezón. Por otro lado ella había decidido bajar hacia mis bragas e introducir su mano. Pegue mis caderas hacia su mano en cuanto dudo en si tocarme o no.

—Liam —jadeo apresuradamente mientras yo me balanceaba hacia delante— ¿está de acuerdo?

Asentí.

—¿El vendrá? —Asentí nuevamente deseosa para que su mano se moviera con más certeza sobre mi clítoris— eso sería exquisito ¿Por qué no nos divertimos nosotras primero?

Sonreí para mis adentros.

—Para eso te traje aquí.

Y su dedos tocaron es punto.

Gemí alto cuando tomo la lubricación de mi sexo y con el empezó a deslizarse en círculos sobre mi clítoris. La masa de sensaciones y una punzada de excitación se acumularon en mi pelvis volviéndome un manojo de nervios, volviéndome más necesitada de fricción.

No podía creer que estuviera haciendo esto. Y que me gustaba.

Tomo mi mano que descansaba en su hombro y la guio hacia el centro de sus piernas, estaba caliente y húmeda, tanto o más que yo.

Me separe para observarla, las mejillas con un matiz rojizo, las pupilas dilatadas y sus labios entreabiertos.

Sabía que lo necesitaba. Me que quería allí.

De pronto todo comenzó a ir más rápido. Introduje mi mano temblorosa dentro de sus bragas y me topé con su humedad, estaba empapadas y me descubrí a mí misma pensando en llevarme los dedos a la boca para descubrir a que sabía.

Jadeo alto cuando pase un dedo por su apretura. Lamio mi cuello mientras movía con frenesí su mano en ese punto mío. Rodee los ojos cuando presiono y lo hizo más y más rápido.

—Más... —pidió— más, más, más...

Entonces comencé a mover mis dedos, no sabía cómo le gustaba así que hice lo que me hacía a mí misma durante las noches en las que no tenía a Liam y tocaba masturbarme con el recuerdo de él dentro de mí.

Jadeo, gimió y lamio la piel de mi oreja.

Introduje un dedo en su interior y grito deteniendo su mano. Luego sentí como ella introducía uno en mí. Trague duro cerrando los ojos.

Y comencé a moverlos, me la folle con los dedos. Cada uno de sus gemidos me alentaba a seguir, cada silaba de mi nombre en sus labios me incitaba a mover mis caderas contra su mano para lograr mi liberación. Pero me era difícil.

En un momento dado Jimena arqueo la espalda y sentí como las paredes de su vagina presionaban mis dedos, entonces lo hice más rápido hasta que consiguiera su liberación. Había retirado su mano de mis bragas.

La ausencia de sus dedos se hizo presente. Pero sus gemidos y las estocadas de sus caderas hicieron que la ausencia pasara a segundo plano.

Se dejó caer de culo con la respiración agitada en la cama. Junte mis manos en mi regazo esperando, mi entrepierna mojándose cada vez más.

Jimena jalo de mi cintura dejándome a horcajadas en su regazo. Una pierna en cada lado, tiro de la copa del sostén hacia abajo y me deje llevar por el vaivén de las sensaciones y desconecte por completo mi racionalismo y deje que mi propio cuerpo hablara por sí solo.


Liam.

Con un asentimiento saludo al conserje del edificio yendo con esmero hacia los asesores. Estoy cansado pero por sobre todo... ansioso y excitado.

Imaginarme a mi novia ahora mismo a unos pocos pisos de mi compartir intimidad con otra mujer me ha tenido empalmado todo el camino.

Es jodidamente difícil conducir con una erección de los mil demonios.

El ascensor se abre de par en par y con cautela voy hacia lo que podría ser nuestro apartamento. De mí y de Ainhoa.

Meto mi propia llave en la cerradura y me adentro en medio suspiro. El ambiente está caliente y la hermosa voz quejosa de mi novia me recibe aturdiéndome todos los sentidos, también jadeos de Jimena llegan hasta mí.

Las pupilas dilatadas de Ainhoa conectan con mis ojos en el mismo momento en que entreabre sus labios y gime con fuerza. Lamo mis labios viendo el enredo de cuerpos desnudos que es mi cama intentando controlarme.

Pero es que la jodida imagen no deja mucho a la imaginación.

Ainhoa a horcajadas de Jimena mientras se mese con sensualidad y lentitud hace que comience a perder el sentido, instintivamente llevo una mano a mi entrepierna, aprieto. La mano de Jimena se pierde entre las piernas de Ainhoa, con el movimiento causante de los jadeos acalorados de la pelirroja.

Ainhoa en ningún momento deja de mirarme, y sé a ciencia cierta, que esto la está enloqueciendo tanto o más que a mí. Emite un quejido de protesta cuando Jimena quita la mano y se arrodilla en la cama.

Mira por sobre su hombro repasándome con sus ojos de arriba abajo con lujuria en ellos. Sonríe antes de giñarme un ojo incitándome a ir con ellas.

La pelirroja parpadea sonrojada.

Voy hacia ellas quitándome los zapatos y la camiseta dejándolas en el camino. Me arrodillo justo a Ainhoa mirándola fijamente buscando algún indicio de incomodidad u preocupación. Pero no encuentro nada.

Jimena se acerca a mí hasta depositar su boca en mi cuello y lamerlo provocativamente.

—¿Qué quieres? —pregunto sin despegar los ojos de los suyos. Ainhoa muerde sus labios tragando con fuerza. Suelto el aire cuando Jimena llega a un lugar específico de mi cuello.— dímelo y lo hago.

Lame sus labios antes de acercarse e introducir su lengua en un beso mojado y caliente. Gime cuando la mano de Jimena vuelve a escabullirse entre sus piernas. Toma mi cuello con fuerza bruta y vuelve a pegar su boca contra la mía al tiempo que hace rodar sus caderas dejando un gemido ahogado en mi boca.

Muerde mi labio separándose de mí antes de pedir algo que me desconcierta.

—Follatela —pide contra mis labios. Escaneo su rostro comprobando que no sea una broma, definitivamente no lo es cuando ella vuelve a hablar— follatela mientras ella me hace... esto.

Ambos miramos hacia abajo. Donde sus caderas están vueltas locas por el contacto.

Miro hacia nuestra nueva amiga quien trabaja arduamente en mi novia para ver si está de acuerdo. Asiente de camino a inclinarse sobre Ainhoa dejando a mí la pelirroja caliente sobre la cama abierta y expuesta.

Mi novia me dirige una mirada.

Tomo la billetera en mi bolsillo trasero sacando la tira de condones para usar uno.

Si voy a hacer esto me cuidare, solo con Ainhoa tengo la confianza suficiente como para doblegarme y hacérselo sin condón.

Quito mi ropa quedándome completamente desnudo frente a ellas. Me posiciono atrás de Jimena que está a cuatro patas comiéndole el coño. Esta se incorpora justo cuando estoy por meter la punta.

—Los gemidos de tu novia dependerán de si te detienes o no —baja su mano hasta dar un apretón en el pene— y no queremos que Ainhoa quede con gusto a poco ¿no?

Niego con la cabeza riéndome. Ambas me siguen en una corta risa.

Aprieto ambas nalgas al tiempo que meto la mitad. Salgo en protesta de ambas arrodillándome frente al culo de Jimena para pasar la lengua por su rosada y húmeda entrepierna.

¡Oh!...

Sonrió con suficiencia. Eso le hará saber bien que por muy excitante que sea su propuesta, mis embestidas irán contra más alto gima mi novia.

Entro de una estocada en Jimena. Deja escapar un grito. Su vagina está caliente y húmeda, entre fácilmente, sonrió, Ainhoa debe ser la causante de que se sienta tan bien.

Soy despiadado con ella mientras la empalo una y otra vez sin descanso. Rápidamente descubro que le gustan las estocadas largas y duras porque es cuando más alto grita. Es ruidosa, como muy ruidosa.

Y si ella grita con mis estocadas largas y duras más hará enloquecer a mi pelirroja favorita. Porque sin duda sus gemidos cortos y tímidos es música para mis odios que me ínsita a seguir, seguir y seguir.

Comienzo a ir más rápido con embestidas más certeras consiguiendo llegar a mi puto orgasmo cuando miro hacia los ojos verdes de Ainhoa quienes no se han despegado de mis movimientos ni un segundo. Ella enrolla las piernas en los hombros de nuestra amiga al tiempo que su espalda se arquea y entierra la mano en el cabello castaño.

Jimena se aparta dejando a Ainhoa en la cama dando espasmos hasta que su cuerpo se calme. Yo aprovecho de cuatro estocadas largas y duras, y así Jimena llegue a su propio orgasmo.

Grita cuando llega y tengo que apretar el culo para no venirme por la manera en que las paredes de su vagina me atrapan.

Salgo.

Eso ha sido... lo mejor que he experimentado en mi vida.

La manera en que sus ojos verdes y lujuriosos me miraban mientras yo entraba y salía... va a ser jodidamente difícil quitarme esto de la cabeza.

En un movimiento rápido Ainhoa enrolla las piernas en la cintura de Jimena y la hace voltear quedando esta última debajo del cuerpo de ella.

—¿Q-que...? Ah... si... —musita entrecortadamente la castaña.

Arqueo las cejas al ver la mano de Ainhoa perderse entre las piernas de que Jimena.

¿Aun quiere más?

Mira por encima de su hombro hacia mí y luego hacia su culo en pompa en una clara invitación. Joder esta mujer hará que me dé un paro cardiaco de lo mucho que está sorprendiéndome.

Quito el condón usado tirándola a la papelera y me introduzco en ella despacio, jugando, como sé que a ella le vuelve loca. Y que despegue sus labios  del intenso beso me lo confirma. Vuelve a mirarme hacia atrás.

Joder.

Me balanceo hacia delante, atrás y en círculos.

—Liam...

—¿Qué, princesa?

—Más... más por favor.

La suplica saliendo de sus labios da una corriente justo en la parte en donde nuestros cuerpos se unen.

Palmoteo una de sus nalgas y de paso adueñándome de su cintura estrecha con fuerza para que se quede en el mismo sitio cuando de mis estocadas.

El sonido de nuestros cuerpos chocando y los gemidos entre cortados de Jimena por lo que Ainhoa le hace es lo último que escucho antes de venirme dentro.





*

*

*

Hola!!! espero que le haya gustado el capítulo.

Para ponerlos en contexto no soy una experta en esto, tampoco en como se hacia un trio, ni mucho menos tengo una experiencia con la comunidad lgbt, pero intente hacer lo que pude. Ojala lo hayan disfrutado, se despide...

D.S

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