Cuando te enamores de mí.

By angel1810

162K 19.4K 12.3K

Cuando Liana termina la preparatoria, sus padres deciden regalarle un viaje a cualquier parte del mundo. Sus... More

Sinopsis
Prólogo.
CAPÍTULO 1: Sobredosis de belleza
CAPÍTULO 2: Un mes con Theo (Editado)
CAPÍTULO 3: Una simple explicación
CAPÍTULO 4: Cuidando de Liana
CAPÍTULO 5: El muelle
CAPÍTULO 6: "Coricella" (Editado)
CAPÍTULO 7: Limoncello (Editado)
CAPÍTULO 8: Lista mental (Editado)
CAPÍTULO 9: Tócame
CAPÍTULO 10: El acantilado (Nuevo)
CAPÍTULO 11: Primo
CAPÍTULO 12: El robo
CAPÍTULO 13: Políticamente correcto.
CAPÍTULO 14: El silencio
CAPÍTULO 15: Brazos definidos
CAPÍTULO 16: La nueva niñera
CAPÍTULO 17: Fogata I
CAPÍTULO 18: Transparente
CAPÍTULO 19: Favor
CAPÍTULO 21: La sesión
CAPITULO 22: No se lo digas
CAPÍTULO 23: El trabajo
CAPÍTULO 24: Gracias, Liana
CAPÍTULO 25: Hogar
CAPÍTULO 26: La bañera
CAPÍTULO 27: Trato hecho.
CAPÍTULO 28: Zángano
CAPÍTULO 29: El primero de muchos
CAPÍTULO 30: "Lovely"
Capítulo 31: Noche de helado I
CAPÍTULO 32: Tacones
CAPÍTULO 33: Lo que tú desees
Capítulo 34: Reglas
CAPÍTULO 35: Libertad
CAPÍTULO 36: Estrellas
CAPÍTULO 37: Tratos rotos
Capítulo 38: Desde Charlotte
Capítulo 39: La verdad
Capítulo 40: El correo

CAPÍTULO 20: Alma

3.1K 391 251
By angel1810


LIANA

Siempre me ha atemorizado la idea de no tener un propósito en la vida. De no saber qué hacer con ella, de no encontrar mi "lugar". Ese lugar que algunos llaman hogar o simplemente la cosa o fuerza que te motiva a levantarte cada día.  

Después de que Theo partió en su viaje de estudios, miraba por la ventana todas las tardes preguntándome qué estaría haciendo él ahora mismo. Lo envidiaba en silencio, pero me sentía tan feliz por él. "Estoy segura de que ahora debe estar paseando por alguna calle hermosa de Europa", me decía a mí misma cuando solo tenía diez años. Cuando crecí y ya estaba en secundaria, antes de dormir, sobre todo los sábados por la noche, me recostaba pensando "Seguro Theo debe estar en alguna fiesta de universidad, bailando con alguna chica, quizás besándose" y lo envidiaba. A ella más que a él, a la chica que me imaginaba besando sus labios. 

Me consoló por varios meses la idea de que mis padres aceptaran que realice el viaje. Sola. Sin ellos y lo bastante lejos para huir de sus reglas que tanto me hostigaban. Así que cuando  aceptaron, me sentí feliz. No es que nunca lo haya sido. Papá y mamá se esforzaban a diario por hacer de mis días los mejores. Mi hermano era bueno conmigo, me enseñaba deportes, cosas nuevas en la internet; su novia, me enseñó a pintar; papá, me enseñó a cantar y mi madre me enseñó a cocinar la mejor pizza del mundo. No me quejaba, pero quería aprender más. Así que ese día no solo fui feliz, fui plena. Por fin podría abrir mis alas, lejos y lo mejor de todo, con Theo. 

Ahora ya no lo siento así.

Estos no son mis planes, son los de mi padre, de mi hermano, de Theo, pero no míos. Nunca lo han sido. 

Estoy tan molesta que podría salir de esta habitación, encarar a Theo y decirle todo lo que siento. Pero también me siento confundida y estúpidamente ilusionada. Mi corazón aún está eufórico, mis mejillas todavía están ardiendo y mi cuerpo todavía está estremecido. Lo que acaba de pasar ha sido más de lo que esperé. Pensaba que solo íbamos a besarnos, pero ha ocurrido más de lo que pude haber imaginado. Y si no fuese porque me siento traicionada, estaría en sus brazos aún. Sintiendo más de lo que sentí en diecisiete años de vida.

Pero no voy a perdonarlo. 

No puedo culparlo por usar el dinero, sé que lo necesita. Lo que no voy a disculparle es mentirme. 

Le propuse en secreto este viaje en un mail antes de graduarme, y él me traicionó. 

Planeó con mis padres más reglas. Aún peores que las de Charlotte. 

1. No querían que hable con extraños.

2. No querían que saliera sin la supervisión de Theo.

3. No querían que hiciera cosas peligrosas.

Pero la peor de todas, era no enamorarme. 

Porque ya lo estoy.

Tomo una camiseta del clóset de Theo y me visto con ella. Me arropo entre sus sábanas y trato de quedarme dormida. Mi bola de pelos, que no sé cómo logra escabullirse por todos lados, se acomoda a mis pies y se hace una bolita haciendo justicia a su nombre. Antes de cerrar los ojos, da un par de maullidos y empieza a ronronear. Me quedo mirando su plácido sueño para alejar las ideas tormentosas de mi mente. Y mientras la veo pienso que ahora que no tendré dinero, necesito algo para conseguirlo. No voy a pedírselo a mis padre, menos a Theo. Y ahora que sé toda la verdad, planeo divertirme mucho más en esta isla. 

Y con dinero baila el mono. 

Se me ocurren muchas ideas mientras bola de nieve se queda más que dormida, desde bailarina de bar, mesera, limpia luna, hasta vendedora de periódicos. Nunca he trabajado en mi vida. Ojalá lo hubiese hecho en mis épocas de verano en la escuela, pero yo no tuve una vida normal. Mientras mis amigas se la pasaban en sus trabajos de medio tiempo, yo practicaba con mi hermano algún deporte o simplemente mis padres me llevaban de viaje. 

Ah, "qué desgracia", podría decir cualquier persona.  Pero esas comodidades me han hecho una inútil. 

Tú no eres una inútil, Liana princesa guerrera. Tú puedes hacer mucho más.

Esa conciencia positiva es lo que necesito.

Cierro los ojos, aún con el corazón comprimido y lágrimas bordeando mis ojos, pero con mucha más fuerza que antes. 

Nadie confía en mí, pero mí misma confía en mí. Y si mí misma dice que yo puedo hacer todo lo  que me proponga, mí misma le hará caso. Porque mí misma sabia es. Y sabia es mamá.

***

Me levanto con mucho mejor ánimo en la mañana. Tanto que levanto el cubrecama de un solo tirón y bola de nieve suelta un maullido que me hace saltar en mi sitio. 

—¡Bola de nieve! —salgo de la cama y la tomo entre mis brazos del piso—. Lo lamento mucho, cariño. Olvidé por completo que estabas en mi cama. 

Afortunadamente bola de nieve tiene seis vidas más.

La dejo sobre mi cama y me dirijo hacia el sanitario para lavarme y cambiarme de ropa. Hoy día es una mañana soleada y según mis planes,  elijo un vestido amarillo de flores verdes y una zapatillas blancas. Tomo mi cámara de la mesita de noche y me la cuelgo en el cuello. Antes de salir, tomo un respiro hondo que llena bien todos mis pulmones y luego expiro tan fuerte que el pecho me duele.

Suficiente aire para enfrentar a Theo. 

Apenas salgo lo encuentro en el sofá, despierto y sentado mientras ojea un libro, y lo más sorprendente fumando un cigarrillo. Recuerdo a su madre prohibiéndoselo y por lo visto se ha zurrado completamente en ello. 

—Buenos días —digo, con buen ánimo.

Nadie pensaría que el día de ayer estuve debajo de él, tocándole lo que Chloe llama...

Paquete.

—Liana, ¿ya te levantaste? —pregunta, incómodo y nervioso. Se levanta del sofá, aún con el cigarrillo  en la mano derecha y camina lento hacia mí. Se detiene a una distancia prudente. 

—Pues, claro, ¿qué ves aquí? ¿Un fantasma? —sonrío y continúo hacia adelante. Me he propuesto adoptar la actitud más fresca y natural del mundo. Después de lo que me hicieron, lo último en lo que quiero lucir es como una chiquilla herida y engañada. 

Noto que mi respuesta lo descuadra.

—Liana, Liana, espera.

—¿Y ahora qué quieres? —pregunto, cruzándome de brazos—. ¿Acaso quieres que le pida más dinero a mi padre?

—Liana, escucha, yo necesito ese dinero. No lo hice como un favor, solo fue una retribución que Landon me quiso dar. Lo hubiese hecho gratis. Liana, tú y yo planea...

—Ay, por favor, Theo. No digas que lo planeamos —acomodo el borde mi falda para calmarme—. Entiende una cosa, puede que a ti no te importe más que cumplir con el —hago comillas con los dedos—. "Trato y negocio" que hiciste con mi padre —me acerco a él, Theo retrocede un paso. Lo tomo del cuello de la camiseta y lo atraigo hacia mí—. Pero eso no significa que arruinarás mis vacaciones, ¿me oíste? 

Theo me quita la mano de su camiseta y sacude la cabeza. 

—Tampoco significa que vas a hacer lo que te apuntan las narices. 

Lo noto ofuscado. Y me gusta porque me hace recordar a nuestra relación anterior.

—Bueno, si no me dejas... —giro lentamente—. Le diré a mi padre que ayer me comiste la boca sobre este piso. 

Theo me toma del brazo y me hace girar.

—¿Qué carajos estás diciendo?

—Lo que oíste.

—Así que me estás amenazando.

—Tómalo como quieras. 

La vena de su cuello se tensa. 

—¿Qué se supone que harás hoy? ¿Verte con el imbécil de Adrián?

—Ese —le quito el cigarrillo de su mano y le doy una calada—. Es mi asun.. —toso una vez y luego tres y cuatro hasta que me pongo verde como una iguana—. Asun... asun... to.

Theo empieza a reír descaradamente.

—No sé si burlarme de ti o preocuparme más.

Recupero el aliento en unos segundos.

—Búrlate todo lo que quieras. No es la primera vez que lo haces —digo, con amargura.

Su sonrisa se difumina.

Camino hacia la puerta, él vuelve a detenerme.

—¿Ni siquiera te quedarás para aclarar lo de anoche?

Por un momento, mis piernas flaquean. 

—¿Lo de anoche? ¿Qué pasó anoche?

Parpadea.

—Dime tú qué pasó.

—Nada —respondo natural.

—Liana, tú y yo...

—Por Dios, Theo eso fue un... —¿cómo lo llamaba Chloe?—. Faje. 

—¿Faje?

—Sí, eso.

Su agarre se suelta lento y confundido. 

—Pensé que querrías hablar de ello.

—Claro que no. Somos dos chicos jóvenes. Yo soy una chiquilla de dieciocho años y tú un chico atractivo de veinticinco que probablemente no ha tirado en varias semanas. Es lógico que haya pasado algo entre nosotros —le doy una palmada en el hombro—. No te culpes, Theo. Yo no lo hago.

Theo se queda en silencio. Con seguridad asimilando mis palabras. Aprovecho para caminar hacia la puerta, pero antes de irme giro para decir una última cosa.

—Y no te preocupes que no se lo diré a mi padre. No soy tan traicionera como tú.

Creo que voy a irme, hasta que Theo me ataca desprevenida.

—Ahora que lo dices...

Lo miro con ojos entornados. Vuelve a encender un cigarrillo nuevo, tapando la llama con un mano, como todo un experto fumador. 

—Ahora que lo dices, Liana —sacude en mi dirección el cigarro—. Eso que pasó no fue un faje.

—¿Ah no? ¿Entonces qué fue?

—Fue un simple beso y ya porque si ... —se acerca a mí lento y yo tengo que mantenerme firme para no lucir nerviosa como lo estoy. Termina por colocarse frente a mí, huele a cigarrillo y a helado de vainilla. Se inclina y coloca su mentón muy cerca de mi hombro desnudo. Entonces susurra despacio—. Hubiese sido un faje, Liana... —se inclina cerca de mi mejilla, casi puedo sentir sus labios tocando mi piel—. Te hubiese besado hasta el alma. 

***

—El alma —respondo.

—¿El alma? Aquí no venden almas, señorita. Aquí solo panes con queso y jugos de fruta.

—Perdón —digo abochornada por mis traicioneros pensamientos—. Un jugo está bien

—De acuerdo, en seguida le traigo su pedido. 

Luca está frente a mí, mirándome con diversión por la escena bochornosa que acaba de pasar. Estamos en el hospital de Procida haciéndole un poco de compañía a Carla. Afortunadamente, con respecto a Jake hay buena noticias. Su pierna va a mejorar pronto, o eso es lo que los doctores han dicho. Lo único malo es que tendrá que guardar reposo unos días y eso es terrible para la pareja ya que estos son sus últimos días aquí en Procida, así que se la pasarán en casa. Bueno, en el room que alquilaron con los otros amigos de Luca. 

Mientras Carla compra algunas medicinas Luca y yo aprovechamos para desayunar algo. 

—¿Cómo los conociste?

—¿A Carla y Jake?

Asiento.

—Los conocí aquí cuando Cristina y yo buscábamos un room para quedarnos unos días. Solo tenían un mini para cuatro parejas, así que nos cayó de pelos. 

En ese momento, la señora llega con las órdenes y las deja sobre la mesa. Tomo el sorbete de mi jugo antes de preguntar:

—¿Cristina y tú son pareja?

Luca echa a reír.

—Claro que no, somos amigos. 

—Ah, vale. 

—Ella ya había estado unos días aquí. Y claro está, ya me había advertido de algunos líos en esta isla.

—¿Líos? —cuestiono—. ¿Qué tipo de líos pueden haber en una isla como esta?

—Líos de amores y líos de tíos nada buenos. ¿Sabías que aquí hay un grupo de idiotas que se dedicaban a robarles todas sus pertenencias a los turistas? —suelta un bufido—. Vaya, mierda. No saben que eso solo genera inseguridad y por lo tanto, poco turismo. Y lo peor de todo es que esta isla se sostiene económicamente de eso. 

Me atraganto con el jugo porque conozco a unos de ellos. Tiene que ser Adrián.

—Quizás lo hacían por necesidad. 

—Necesidad ni nada. Eran como una organización de criminales. El dinero lo tenían en un fondo para —hace comillas con los dedos—. "Ayudar a los pueblos alejados de la isla". Pinches patrañas. Yo estoy seguro de que quien atacó a Jake fue uno de ellos —se acerca a mí como si me fuese a contar un secreto—. ¿Y sabías que hasta asesinaron a una chica porque quiso salirse del grupo?

Recuerdo las palabras de Adrian en el hospital.

Theo, Camille, Huk, los gemelos y yo éramos amigos antes. Incluso lo éramos con Carlo y su grupo, hacíamos cosas buenas por la gente de esta Isla hasta que Carlo y Huk se enamoraron de una misma persona.

—No creo que la hayan asesisanado. 

—Son chismes que corren por ahí, Liana, pero de todas maneras no deberías de fiarte de nadie. Y me refiero a esos amigos tan extraños que Carla me dijo que tenías. 

—¿Adrian y Camille?

—No los he visto, pero Carla dice que parecen tíos no tan confiables.

Me quedo en silencio. 

Puedo asegurar que Camille y Arián están dentro de ese grupo, pero... ¡¿Theo?!

Luca toma mi mano. 

—No quiero sonar como mi  prejuiciosa madre, pero lo que he aprendido de pisar muchos lugares, es que debes aprender a fiarte de quien te convenga y tú —me toca la punta de la nariz—. Clarita me caes tan bien que no quisiera verte en problemas.

—No me meteré en nada turbio, no te preocupes.

—Es que eso lo puedo asegurar mientras tengas a ese muchachón de ojos verdes a tu lado, ¿cómo se llamaba?

—Theo.

—¿Era tu primo?

—Político. Bueno... en realidad no es mi familia. Nos considerábamos así, pero creo que ya no. 

Lo veo interesaso en mi relación con Theo, así que antes de que cuestione más, decido adelantarme con algo que quizás solo él pueda saber.

—Y con toda la experiencia que tiene un chico viajero como tú... ¿qué me aconsejarías para ganarme la vida en una isla?

—¿Problemas de dinero, Clarita?

—Algo así —muevo la mano para restarle importancia—. Solo quisiera tener un trabajo. Tal vez planeo quedarme un mes más en esta isla.

—Uhmm — se frota la barbilla y se queda pensando vario segundos hasta que su mirada cae en mi cuello—. ¡Claro! ¡Lo tengo!

—¿Qué? ¿Qué?

—Clarita tienes una mina de oro en tu cuello.

—¿Mi cámara? No puedo venderla —me alarmo.

—No, no, no. Pero puedes usarla, ¿tiene instántanea?

—Sí, lo tiene todo. 

—¡Pues perfecto! Toma fotografías.

—¿A quiénes?

—A los turistas, Clarita. A los turistas. 

—¿Y tú crees que eso sea rentable?

—Regular, pero te servirá para no morir de hambre. Además tú vives con el ojiverde, ¿cierto?

—Sip.

—¿Y el primo te cobra la estancia? 

—No, no. Es solo que quiero ayudarlo. 

—Ya decía yo que tiene cara de todo, menos de tacaño.

Sonrío. 

En ese momento, llega Carla con una bolsa de medicamento. Luce cansada y tiene ojeras en las ojeras. Me gustaría decirle que vaya a descansar un momento, pero dudo que me haga caso. Se nota demasiado preocupada por su esposo y no es para menos. Estar cerca de perder a quien amas debes ser la jodida mierda real. 

—Me encontré al doctor que atendió a Jake en las escaleras y me acaba de decir que por prevención Jake sadrá de alta hasta la tarde.

Emite un gran bostezo y entonces se me parte un poco el corazón.

—Puedo quedarme unas horas para que tú descanses.

Ella me da una sonrisa tierna y se acerca a mí para tomar mi mejilla.

—Eres tan amable, Liana, pero conozco a Jake y ya es hora de que le traigan la comida. Se pone un poco rabioso cuando algo no le gusta y odia los hospitales. No creo que puedas soportarlo.

—Puedo intentarlo.

—No voy a dejar que conozcas ese lado de Jake, en serio —sonríe avergonzada—. Además ya has hecho mucho por nosotros. Prácticamente le has salvado la vida.

—No fue nada.

—Claro que sí, el dinero que me prestaste ayudó muchísimo —toma mi mano y la aprieta fuerte, luego se toma la frente y su rostro se torna sombrío—. No puedo creer que nos haya pasado esto. Estoy muy dispuesta a poner una denuncia. 

—Te lo he dicho muchas veces —le recuerda Luca. 

—Es que no quería porque lo último que pensé fue tener que hacer trámites y papeleos en mi viaje. ¿Saben lo mucho que odiaba mi trabajo administrativo? Dios, yo solo necesitaba un respiro. No es justo.

—Lamento todo lo que estás pasando, Carla.

—Gracias, cariño —se lleva las manos al cabello y lo estira hacia atrás—. En fin, no los quiero estresar con mis dramas —nos mira a ambos—. ¿Por qué no aprovechan la mañana Luca y tú para salir? —codea a Luca y él le da una sonrisa mientras ladea la cabeza—. Desde que te vió en el acantilado no ha dejado de hablar de ti. 

Luca la mira con mala cara. 

—Para ser la madre del grupo, estás avergonzado a tu hijo favorito. 

—Las madres damos empujoncitos también. 

Me quedo quieta en el asiento sin saber qué decir.  Luca gira prr mirarme  y trata de sonreír, hablar y luego volver a sonreír. 

—¿Liana, qué dices sí...

—¡Eso mi Luca! ¡Así, así! —lo anima Carla.

Luca vuelve a darle una mala cara.

—Carlita, creo que puedo oír los gritos de Jake pidiendo cagar.

Ella entrecierra los ojos y luego me mira. 

—Es un hijo postizo muy grosero, Liana. Reconócelo. 

Luego de eso, se despide y camina de regreso a la habitación de Jake. Luca y yo nos quedamos por unos segundos en un silencio un poco incómodo, pero gracioso. 

—¿Qué dices, Liana si... te acompaño a tomar tus primeras fotografías?

—Vale, me parece buena idea. 

—¿Crees que tu primo se moleste conmigo?

Me quedo pensando en la idea de un Theo celoso unos segundos.

—Para nada —respondo—. No tendría por qué. Es mi amigo, no mi carcelero.

—Eso mismo pensé —dice él.

—¿Y puedo perdirte un favor?

—¿Cuál?

—Por favor no digas que es mi primo.

Y de pronto el recuerdo de anoche se viene a mi mente enrojeciendo mis mejillas

***

No sé meda muy bien acercarme a las personas extrañas para ofrecerles mis servicios, pero a Luca se le da de maravilla. Estamos en el muelle y al pie de un puesto de helados de frutilla interceptando a cada pareja o grupo de amigos que deseen una clásica y buena foto instantánea. Algunos se niegan, otros se quedan pensativos y unos pocos aceptan. Sin embargo, no me quejo ni dejo vencer. Es el primer día. Y las primeras veces siempre son difíciles. 

—¿Por qué no vamos al puerto? Creo que ahí tendríamos más oportunidad de cazar algún cliente. 

Recuerdo a Huk en el puerto y entonces me niego rotundamente.

—No creo que sea buena idea.

—¿Por qué?

—Hay a quienes no les gusta mi presencia allí.

—¿Qué dices? Pero quién podría detestarte. 

Huk.

—Bueno, he tenido algunos problemas desde que llegué.

El viento azota mi vestido y sostengo con ambas manos los bordes. 

Qué verguenza y hoy me puse el calzón de nubes.

—Como te decía —continúo—. No he simpatizado con algunos amigos de Theo.

—Entiendo —asiente un par de veces y luego sube los hombros—. ¿Y eso qué, Clarita? ¿Acaso son dueños del puerto? Podemos poner nuestros culos en donde nos plazca —toma mi mano y hala de mí para que camine—. Estás conmigo, estás con Dios, Clarita.

Me carcajeo.

Eso me solía decir Chloe cuando me obligaba a caminar por calles de dudosa reputación.

Le hago caso al igual que a ella. Me dejo llevar por su mano apretada a la mía hacia el puerto. Me siento un poco segura con la presencia de Luca, y no porque aparente ser un chico rudo, de hecho es todo lo contrario, pero su actitud es tan fresca y positiva, que me hace sentir que puedo comerme el mundo a mi antojo. Y eso incluye poder mirarle sin miedo a Huk, porque desde que tuvimos aquella discusión, no puedo evitar estar cerca de él sin que me tiemblen las piernas y empiece a sudar frío. 

El camino no es largo, el embarcadero solo está a unos metros del muelle, pero el tramo se hace largo por la cantidad de personas que han decidido venir el día de hoy a tomarse fotografías junto a los barcos multicolores.

 Hay muchos más turistas bajando de ferrys que el primer día en que llegué. Deduzco que se debe a las fechas festivas de la isla y por las actividades que se están realizando toda esta semana. 

Luca se acerca auna pareja de novios para convencerlos de tomarse una fotografía, mientras yo, me quedo a una distancia prudente observando cada gesto y movimiento para hacerlo mismo con mi siguiente cliente. Él logra convencerlos en pocos minutos, así que terminan por colocarse a la orilla del embarcadero, justo delante de un barco de velas blancas y casco verde y sonríen de la misma peculiar manera mientras se abrazan. Les pido entonces que empiecen a reír de cualquier cosa y ellos se miran confundidos un momento, pero finalmente lo hacen. Saco la fotografía en el momento exacto y luego de unos minutos de espera, se la entrego.

—Está preciosa —dice la joven—. Mira amor, salimos lindos.

—Tú sales más linda que yo —le responde él, y luego se dan un pequeño beso.

Luca y yo nos miramos incómodos.

Terminan por pagarme por la fotografía y luego se van bastante agradecidos. 

—Te dije que aquí conseguiríamos más clientela —me recuerda Luca.

Estoy a punto de decirle que sí, cuando a lo lejos. Justo frente al puerto y en la entrada del bar del Limoncello, veo a Theo. 

Me sorprende. 

—¿Ese no es tu prim... digo tu amigo?

—Sí, es él.

Está recostado en una moto. Lo veo de perfil, mirando su móvil mientras parece esperar a alguien. 

Korina, se me pasa por la mente. Luego recuerdo sus gritos de la otra noche y la idea se esfuma. 

—¿Quieres ir a saludarlo? —me pregunta Luca al ver que no despego los ojos de él.

—No —respondo seca.

—Uhmmm, vale. Creo que está esperando a alguien.

—Así veo.

—¿Seguimos buscando clientes?

—Claro... 

Se me hace un poco difícil atrapar a mi siguiente cliente, Luca tiene que interferir con sus dotes de convencimiento, alegando que soy una fotógrafa que capta "almas". La palabra me trae el recuerdo de esta mañana, por lo que mientras Luca habla le doy una ojeada al bar. Theo sigue ahí, revisando su móvil. 

Sacudo los hombros y la cabeza tratando de relajarme un poco. Nunca me he sentido así de nerviosa y ansiosa por una situación, a excepción de la priera vez que entré a la habitación de mi novio y la vez en que mi madre me pilló escapando en la noche a una fiesta. La lista es corta. No he vivido muchas experiencias al límite. 

Mi segundo cliente se anima, se trata de una mujer con una sonrisa muy resplandeciente y su pequeña de hija de aproximadamente ocho años. Ambas posan juntas, ella con las manos en la cintura y la niña con las manos cubriendo su cara.

—Hey, linda —le digo, y ella destapa la mitad de su cara—. ¿Qué dices si dejas que capte esos bonitos ojos verdes?

—Lo lamento, es un poco tímida —dice su madre.

La niña descubre la mitad de su rostro y me sonríe. Decido tomar la fotografía para no insistirle, ni incomodarla más. Al terminar, me percato que tiene una gran cicatriz en el lado oculto de su cara. De repente, siento un poco de tristeza. 

Al entregarle la fotografía a la madre, decido no cobrarle por esta.

—¿Gratis?

—Por mi impertinencia.

—No te preocupes. 

—Ella es preciosa, no deje que se oculte nunca.

—Siempre le digo lo mismo.

La pequeña está atrás jugando con su pelota, aún cubriendo con una mano el lado izquierdo de su rostro. Tengo que aclarar la garganta para no echar a llorar. 

—Gracias por todo, señorita y... también a su...

—Amigo —respondo. 

Luca le hace una señal militar.

—Gracias por todo muchachos —se despide, para finalmente tomar de la mano a su pequeña y continuar su recorrido.

—Clarita no puedo creer que le hayas dejado una foto gratis.

—La pequeña me conmovió.

Luca palmea mi hombro. —Ay, Clarita. Eres tan peculiar.

Subo los hombros. 

—¿Siguiente cliente? —pregunto. 

—Ahora vamos camino hacia allá —señala hacia dos caminos dividos por restaurantes y puestos de artesanías—. Tomaremos el pasaje de la derecha y llegaremos a la plaza. Encontraremos muchos pececillos ahí. Aunque si sigues regalando las fotos, creo que vamos a tener que pensar en algo más.

Sonrío y sin querer miro hacia al frente. Me llama la atención una mujer bien vestida y parecida, alta y esbelta de lentes negros y un vestido de vuelo color verde. Sale de uno de los restaurantes mientras carga un bolso negro y se arregla las gafas cual estrella de cine. Luca a mi lado, la mira más que embobado. No me sorprende, pero lo que sí me deja atónita es que la dirección de su camino va hacia Theo. Él toma una posición erguida en cuanto la ve. Se saludan con un beso en la mejilla y luego ella se trepa a su moto. Theo se coloca el casco antes de arrancar e irse en dirección hacia el norte. Sin embargo, a lo lejos puedo ver que da una vuelta con dirección a la calle contraria. Va pasar junto a Luca y a mí. No me da mucho de tiempo de adoptar una posición relajada o desentendida porque estoy tan en shock que no puedo si quiera moverme o decir algo. Finalmente, la motocicleta hace su recorrido junto a nosotros y entonces aprovecho para mirar hacia otro lado y fingir que no lo he estado observando todo este tiempo. 

Acomodo mi cabello en una coleta para verme más casual, pero mientras lo hago, ocurre algo inesperado. Escucho el motor rugir demasiado cerca y demasiado fuerte, cuando giro me doy cuenta de que Theo está estacionado muy cerca de nosotros. Miro a Luca y él sube los hombros, llevando un gesto entre intrigado y divertido. Pero, personalmente, a mí esto me resulta hasta turbio porque... ¡¿qué rayos hace Theo con esa mujer que podría ser su madre?!

—Liana, sé que me has visto —dice, a mi costado y aún sobre la moto. 

Giro la cabeza sobre mi hombro.

—¿Theo?

Cuando estoy frente a él, solo puedo ver sus ojos, pero sé que bajo ese casco de mierda hay una sonrisa de mierda también.

—Solo quería decirte que voy a tener toda la tarde ocupada, así que puedes pasar el día con tu... —mira a Luca, él le sonríe—. Amigo. 

—Me llamo Luca —le recuerda.

Theo lo ignora.

Yo pongo mi atención en la forma en que la mujer se aprieta a la espalda de Theo.

¡¿Qué se supone que van a hacer toda la tarde?!

Tranquila, Liana. 

Theo y yo intercambiamos miradas, en la mía hay dolor, quejas, decepción y mucha, mucha furia. En la suya, no hay más que interrogantes.

—Vale —digo, cuando recupero la voz—. Que te la pases fenomenal.

Theo frunce el ceño, pero en pocos segundos asiente y luego arranca. La tipa de atrás me da una sonrisa de oreja a oreja mientras se aprieta a su espalda. La miro bien y me quedo más atónita aún. Podría ser mi abuela. 

Segundos después, se pierden varias calles abajo.

—Wou, qué mujer —se expresa Luca—. Tiene un parecido a Jennifer Aniston. Tu primo tiene buen gusto.

—¡Que no es mi primo!

—Bueno, bueno, no te enojes, Clarita. 

—¡No estoy enojada!

—Lo que digas, Clarita.

—Y ya por favor no me digas Clarita —camino derrotada hacia una banca y tomo asiento.

No sé qué pensar de Theo. Ni cómo interpretar todo lo que ha sucedido entre nosotros.

—De acuerdo, Cla... Liana.

Luca camina hacia mí y también toma asiento a mi lado.

—¿Estás celosa, verdad?

Lo miro sorprendida.

—No, claro que no. No me importa con quien salga Theo. 

—Estás tan enojada...

—Vale, un poco. Es que se me hace muy mayor para él, solo eso. ¿Qué podría hacer una señora de cuarenta años con un muchacho como Theo? 

—Muchas cosas Clarita —dice él sobándose las manos.

Lo miro con mala cara.

—Gracias por tu ayuda.

—Clarit... Liana, por favor. Tú eres muy linda, si te gusta Theo... no lo sé. Tienes mucha oportunidad con él, no tienes por qué sentirte insegura por una mujer tan... ¡WOU!

—Gracias Luca —sacudo la cabeza—. Claro que a mí no me interesa Theo. A mi también me interesan muchos chicos. De hecho, me gustan muchos de esta isla. 

—¿Incluído yo? 

Me sonrojo.

Sin embargo, Luca me transmite tanta confianza que me atrevo a decir:

—Tú también me gustas.

—Vaya, qué directa. Siempre supe que eras especial.

Me carcajeo.

—Quizás podemos pasar la tarde en mi casa, ya oíste que mi carcelero no estará toda la tarde. 

Pienso en Adrián no ha llamado desde ayer. No creo que deba acordarse de mí ahora.

—Te voy a aceptar la propuesta con una condición.

—¿Cuál?

—Que me dejes decirte Clarita siempre.

Asiento con una sonrisa.

Luego de eso, caminamos en dirección al departamento de Theo. 

No voy a decir aún lo que vimos al entrar. 

Pero lo resumiré  en que encontramos a una persona.... desnuda.

***********************************************************************************************


HOLANDAAAAAAS.

NO TENGO MUCHO QUÉ DECIR.

SOLO QUE LIANA TIENE DEMASIADA SUERTE CON TODO LO ENGALANADA QUE ESTÁ.

YA QUISIERA YO. YA QUISIERA.

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAP.

GRACIAS TOTALES POR SEGUIR LEYENDO.

TIENEN UNAS ALMAS MUY BELLAS.

BLESSINGS.

Instagram: Valeriaarmasn









Continue Reading

You'll Also Like

95.8K 7.8K 25
En el bullicioso escenario de Nueva York, Emma disfruta de una relación feliz con Sophie, llena de risas y momentos especiales. Sin embargo, conforme...
41.8K 3.1K 72
Hace nueve años hice algo terrible. No fue uno de mis mejores momentos, pero vi la oportunidad de tener al chico que he amado desde que era una niña...
198K 16.8K 50
Freen es una famosa guitarrista de rock sin nada serio, Becky es una chica rica insoportable. Ambas desde su primer encuentro se detestan, hacen cual...
3M 190K 102
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...