Sedúceme como quieras #2 ©

De Dartttemisa

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Ella es puro fuego, fuego escondido debajo de un mar tormentoso que no la deja ser ella, no la deja brillar a... Mais

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3/1
Capítulo3/2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Esto es serio.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38/1.
Capítulo 38/2.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Epílogo.

Capítulo 34.

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De Dartttemisa

A

Liam.

Yo lo sabía. Mucho antes de que ella misma se diera cuenta que había vivido toda una vida sin experimentar, haciendo lo correcto o lo que se decía que teníamos que hacer en esta etapa de nuestras vidas.

Por eso, cuando corrió lejos de mí la noche que beso a Alicia creyó que estaba mal. Porque nunca vivió la experiencia o nunca se paró a pensarla, a masticarla. Ella, tan hermosa y tan pelirroja se había puesto clausuras sin darse cuenta y yo no podía dejarlo así.

Así que rasque un poco más profundo. Y no la detuve.

Ambos estábamos atentos a lo que decía Jime sobre su país. Ainhoa le preguntaba de vez en cuando o la interrumpía para agregar algo, a lo que la Mexicana sonreía y asentía con frenesí.

La pelirroja no quitaba sus ojos de la morena mientras comíamos, y Jimena disfrutaba de la atención que estaba recibiendo. Por mi parte me limite a observar a mi novia, tan absorto en ella y en lo atenta que estaba que cuando vi que agacho la cabeza supe de inmediato que se estaba cerrando.

Porque le había dado miedo.


Ainhoa.

Mis manos sudaban cuando entre a la casa de Liam. Las cosas no marchaban bien, aun no sabía si seguía enfadado conmigo y esperaba que no.

Supe que su enfado había disipado cuando apenas me quite la chaqueta me atrajo por la cintura, me dio la vuelta y me beso. Fue profundo, con intensidad y medio torpe.

Lo echaba de menos.

Entre beso y beso me hizo caminar de espaldas y cuando la parte trasera de mis tobillos chocaron con el sillón, Liam me abrazo e hizo que cayéramos en este.

Me escondí bajo su cuello.

—Lo siento por gritarte el otro día, no debí... no debí hacerlo —mi voz flaqueo un poco.

En sus brazos me sentía como una niña que solo quería que me rodeara con brazos y piernas y me susurrara palabras bonitas.

—Tranquila, yo tampoco debí gritarte. —Enredo los dedos en mi cabello— ni forzarte a hablar de tu familia.

—Liam...

—No, no hace falta que me lo digas porque yo te lo pedí —alce la cabeza y vi sus mejillas sonrojarse un poco— dímelo cuando te nazca.

Sonreí, y quise comérmelo a besos por ser tan comprensible y paciente conmigo desde el principio.

Entonces mi mente viajo al sentimiento que despertaba en mi cuando estábamos juntos, quise decírselo. Pero él se me adelanto a hablar.

—Quiero hablar de una cosa contigo —hablo incorporándose, aproveche la oportunidad para sentarme en su regazo.

Espero que sus padres no lleguen, si lo hacen y me ven así sería muy vergonzoso.

—Te escucho.

—Jimena.

Y solo hizo falta ese nombre para que echara a correr hacia atrás. Pero el me detuvo, aferrándose a mis caderas y aprisionándome la barbilla para que lo mirase.

—No sé a qué te refieres.

—Oh, sí lo sabes —desvié la mirada con el sentimiento de culpabilidad en el pecho— te gusta.

Apreté los labios, no respondí.

Pincho la piel de mi cintura para llamar mi atención.

—No claro que no —mentí— me gustas tú.

El me dedico esa sonrisa que hacia querer volverme gelatina.

—Puedes decírmelo princesa, no me molesta en absoluto.

Me dio un pequeño beso.

Me cruce de brazos.

—Es atractiva...

—¿Quieres estar con ella? —inquirió interrumpiéndome.

—¿Qué? No. ¡Dios Liam! Estoy contigo.

Se encogió de hombros.

—¿Y qué? ¿Estar conmigo te impide experimentar? —No respondí— si te preocupa nuestro noviazgo ten por seguro que no se verá afectado —confiesa.

Él estaba metiendo el dedo en la herida, y yo estaba comenzando a pensarlo, pensándomelo de verdad.

—Es preciosa, es... es muy preciosa.

—Podrías pasar una noche con ella si así lo quisieses —agache la cabeza.

—Nunca he hecho algo así —confesé— además no quiero traicionarte.

—No lo estarás haciendo porque estaré al tanto —escondí mi cabeza en su cuello y aspire su olor— me gusta mimarte.

—No sé...

—Si lo deseas pregúntaselo, sé que le gustas princesa. Que estar conmigo no te impida vivir.

Luego de decirle que me lo pensaría prendimos la tele y buscamos una película. Estábamos entre una de terror que ni en sueños vería y una de rápidos y furioso.

Sabía que le encantaban así que como el me mimaba a mí, quise mimarlo a él. Porque se lo merecía. También tenía que hacer algo por él.


Liam.

Corro por las llaves en el momento en el que Ainhoa me llama para ir a verla. Cuando abrí los ojos y conteste el teléfono y ella hablo, me di cuenta que algo iba mal.

Mamá me grito desde la cocina que condujera con cuidado. Estaba lavando los platos de la cena de esta tarde.

Habíamos conocido a la hermana de Logan y mamá la había adorado. Fue grato tener a todos un sábado por la tarde, casi como un familia de esas que se reunían todos los domingos para no tener el contacto.

Salte del coche una vez aparque, preocupado con el sonido de su voz en la cabeza.

Si su ex novia le había hecho algo juro que lo mataría con mis propias manos.

Pero cuando toque la puerta supe que nada remoto a lo que había maquinado en mi cabeza sucedía.

Ainhoa me recibió en una ropa interior verde oscuro. Su sostén y braguita combinaban. Eran nueva. Puesto que nunca traía algo en conjunto.

—¿Qué pasa? Creí que sucedía algo malo.

Ella negó con la cabeza mordiendo su labio.

—Algo malo pasa —alce una ceja— y es que te necesito.

—Si querías que te hiciera el amor me lo hubieras dicho princesa —dije cerrando la puerta de una patada y quitándome los zapatos.

—Quítate la camiseta y siéntate en la silla.

—Andamos mandona.

Hice lo que me pidió y me senté en la silla. Ella tomo algo del cajón y se sentó sobre mis rodillas. La acomode de una manera en la que sintiera lo dura que se me había puesto de solo verla.

Entonces me puso enfrente un pastico.

—¿Ves esto? —Asentí sin entender— son píldoras anticonceptivas, esta, es la de hoy —apunto hacia el calendario que tenía colgado en su puerta— va al día, si follamos ahora sin condón evita que quede embarazada.

Quería decirle que ya lo sabía, pero me mordí la lengua al ver su determinación.

Luego saco un preservativo de su sostén.

—Tú decides, ¿condón o pastilla? —Me obligue a tragar duro cuando lo dijo— de todas formas me tomare la pastilla, pero tú decides ahora si quieres que follemos con condón o no.

Apreté los labios. El otro día se había sentido bien estar dentro de ella sin nada, pero luego me había dado pánico y no quería que eso sucediera. Pero también estaba su propuesta, eso quería decir que lo quería hacer como el otro día.

Era Ainhoa. Y confiaba en ella.

Alce la barbilla hasta la pastilla.

Sonrió lanzando por los aires el preservativo y me beso. Se alejó tan rápido me toco.

Tomo mi cinturón y se dispuso a quitarlo. Yo la mire mientras lo hacía, era tan sexy cuando se lo proponía.

—Usaremos esto —me apunto con la prenda en sus manos— esta noche mando yo.


Ainhoa.

Era la idea más descabellada que había tenido mucho tiempo, ni siquiera pare a pensarlo dos veces cuando lo llame. Se me vino a la cabeza y en el segundo hable.

Creo que las mejores cosas salen cuando no piensas en las consecuencias, o que luego se considere error.

Y luego de conocer sus miedos, sus preocupaciones y las partes más oscuras del que quise tomarlo de la mano y que caminase junto a mí.

Por eso, mientras amarraba sus manos en la parte de atrás de la silla se quedó en silencio, porque confiaba en mí, se dejó guiar de por mí en todo momento.

Había sugerido el cinturón porque sabía que la cabeza de Liam funcionaba primero antes que el deseo lo dominase. Como el otro día, cuando estuvo tan envuelto en excitación que no se dio cuenta que debía protegerse. Porque su conciencia se lo pedía.

Y antes de hacer cualquier cosa espere su aprobación mientras mis pies se curvaban y el me recorría el cuerpo con unas manos invisibles, y lo sentí todo. Entonces ladeo la cabeza y asintió.

Esperaba que no esperase un baile digno de una stripper, porque era atrevida y me moriría de la vergüenza, pero si él lo hubiese pedido yo no me hubiera negado. Porque me gustaba como me miraba cuando estaba desnuda, debajo o encima de él.

Amaba como me miraba.

Mis manos fueron al broche de mi sostén y deslice los tirantes por mis brazos. Liam se lamio los labios y ver ese simple gesto hizo que me dieran ganas de frotarme los pezones.

Baje la lencería que por impulso me había comprado una vez y la deslice por mis piernas, di un salto para salir de ellas. Me sentía sensual y quise demostrarle que podía serlo, que tenía seguridad de mi misma y que sabía lo que hacía cuando le baje la bragueta.

Le lance una mirada entre las pestañas para que alzara las caderas, lo hizo y se los quite junto con su ropa interior.

Entonces como arco reflejo me senté sobre su regazo con su dureza entre nuestros vientres. Lo mire desde arriba, de donde podía ver perfectamente sus ojos, en ellos, los sentimientos encontrados, la lujuria pero también un poco de miedo y a la vez tan brillantes como los de un felino.

Y lo bese, despacio con dulzura poquito a poquito porque presentía que de los dos era la única que sentía y deseaba como loca que nuestros cuerpos se encontrasen con rudeza y sin piedad. Me tome mi tiempo, degustándolo como se merecía.

Moví mi cabeza hacia un lado con delicadeza mientras lo prendía poco a poco. Deje escapar un quejido cuando se removió en la silla y acerco más el cuello hacia mí como pidiéndome algo. No fue hasta que me mordió fuerte el labio retrocediendo la cabeza y me metió la lengua con impaciencia queriendo encontrar la mía.

Deje que me guiara, que me besara como solo él sabía hacerlo y me avergoncé por la humedad que sentía entre las piernas. Pero si estaba empapando su pierna no dijo nada.

Lance otro quejido cuando chupo con demasiado fuerza mi labio inferior. Su liquido preseminal manchándome el abdomen bajo.

Decidí que le había dejado tener el mando por demasiado tiempo y que esta noche era solo mía.

Lleve una mano entre nosotros y lo tome bajando un poco, entonces se calmó, dejo de besarme fuerte y tiro la cabeza hacia atrás. La manzana de su cuello haciéndose presente.

Chupe tres de mis dedos antes de untar mi saliva en la punta, luego lo tome y sin dejar de mirar su boca entreabierta lo puse en mi entrada.

Quería ver su expresión cuando bajara.

Con una mano en su hombro, la punta de su dureza en mi entrada me deslice con suavidad hacia abajo. Liam cerró los ojos como si le costase y sus parpados temblaron.

La silla se movió y supe que ejercía presión en el amarre. No supe si era un indicio bueno o malo, pero continúe.

De mis labios se escapó una mescla de gemido y quejido cuando lo tuve todo dentro. Era la segunda vez en esta posición y aun ardía un poco.

Liam respiro pesadamente, y al siguiente segundo me miro. Sus ojos acuosos.

Lo bese con ternura para luego trazar un camino de la comisura de su boca hasta su oreja, pase por la manzana, sus hombros, su pecho y después a sus parpados hasta que dejo de estar tan tenso.

Entonces comencé a moverme.

Mordiéndome el labio me deslice con cuidado hacia adelante y cuando comprobé que no me detendría seguí. Y seguí, y seguí lento hasta que mis caderas se aburrieron y comenzaron moverse con más destreza, con más dureza. Y Liam... Liam me miraba en todo momento y eso me incitaba seguir haciéndolo.

Soltó un ruido ronco cuando en vez de mover hacia adelante lo hice hacia arriba. Lo mire a los ojos con inocencia y probé de nuevo recibiendo un ruido más fuerte de su parte.

Escondí mi boca en su cuello, lamiendo y chupando su sabor salado por el sudor y el perfume de hombre. Mis caderas tomaron vida propia y el choque de nuestros cuerpos uniéndose inundo la habitación.

Parecía una completa loca necesitada montándolo en una silla sin dejar de moverme en ningún momento aunque doliese, pero el deseo le ganaba al dolor. De eso seguro.

En un momento quise estar más unida a él y mientras el enterraba sus dientes en mi hombro yo me alce hasta que estuvo solo la punta dentro de mí y me deje caer con fuerza. Grite cuando sentí la opresión de mi vientre esparcirse por todo mi cuerpo y lo volví a hacer.

Esta vez, Liam quiso acompañarme en el acto y yo me había dejado caer con tanta torpeza que de pronto vi como mis pies dejaban el suelo y como Liam se iba casi en cámara lenta hacia atrás.

Lance un gritito de dolor por mis rodillas y Liam se rio desde debajo de mí.

Me incorpore para ver lo que habíamos hecho. La silla se había hecho añicos.

Hice una mueca. Era una buena silla.

—Quítame esto —pidió dando un vistazo hacia el lado.

Le quite el cinturón de sus muñecas con las mejillas calientes.

—Me rompiste la silla —reproche.

—Corrección, rompimos la silla.

Fruncí el ceño, se estaba burlando de mí en un momento como este.

—Pero...

—Deja de lamentarte y mejor quédate quieta.

Acompañando a sus actos me abrazo por la cintura con una mano mientras con la otra se ayudaba a introducirse en mí. Rodee los ojos cuando su boca alcanzo un pezón.

Me quede quita como el pidió y no tarde en gritar cuando sus caderas se impulsaron cada vez con más maldad y fuerza en mí. Era tan rápido que hacía que la fricción fuera exquisita ayudándome cada vez a llegar hasta el máximo.

El tembló primero con sus estocadas certeras y luego llevo una mano hasta mi clítoris haciendo círculos para acompañarlo en el orgasmo. Cuando mis piernas dejaron de temblar en la última ola de excitación me deje caer encima de el cansada.

**


Unas horas más tarde seguía sin poder dormir aunque tuviera todo el cuerpo dolorido. Estaba demasiado concentrada en el latir de su corazón en el pecho. Él ya se había dormido hace horas y yo aún no podía quitar la estúpida sonrisa de mi rostro.

Entonces pensé en el día que dormí en la casa de sus padres, cuando me metí en la cama y lo abrace sintiendo la palabra con por todo el cuerpo. Y quise decirlo. Ahora más segura y sin miedo.

—Te amo con el cuerpo y alma Liam —su pecho se hincho— Te amo como solo quiero amarte a ti.

Cerré los ojos sintiendo el alivio de mis hombros tras dejar caer esa carga.

—Yo también te amo Ainhoa —mi corazón se disparó y quise llorar con sus siguientes palabras— te amo como sé que solo puedo amarte a ti.

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