Cuando te vuelva a ver[Borrad...

Oleh EstelaStellaV

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Europa desde la muerte de su padre ha tenido que hacerse cargo de su familia. Hija mayor de tres hermanas, co... Lebih Banyak

Antes de leer
Prólogo 🍂
Capitulo uno
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capitulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
nota importante
Capítulo nueve
Capitulo diez
Capítulo once

capitulo dos

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Oleh EstelaStellaV

[sin editar]

[capitulo dos]

—¡Mamá!

Podría haber seguido mi dulce sueño en mi adorada cama a no ser por el bello grito de mi querida hermana.

—¿No ves que mamá no está aquí?

—Claro, que no soy un topo —se cruzó de brazos

—¿Entonces?

—Es mi forma de despertarte —me sacó la lengua y se fue corriendo cuando le lancé una almohada

—¡Eres peor que Felipe! —grité ahogando mi voz con la tela hecha de lana de mi manta

Me levanté colocándome mis zapatos y bajé por las escaleras sujetandome para no caerme, pero poco ayudaban los barandales ya que se valanciaban más que borracho en festival.

—¡Hija! Te ves a enferma —me fue a tocar la frente

—Estoy bien.

—No lo creo, ¡Felipe, afuera! —le gritó al gallo que había entrado en la cocina, este la miró feo y se dio la media vuelta

—Que lo has ofendido, mamá —solté con gracia

—No me importa, estoy enojada con él

—¿A quién picoteo?

—Al cartero y él dijo que era la última vez que pasaba

—Se lo merece, Felipe yo te apoyo —me fui a levantarlo

—Claro como tú le enseñas esas malas prácticas —se cruzó de brazos

—¿Yo? —me apunté ofendida— Mentira —me fui a sentar con Felipe en mis piernas

Cuando mamá se dio la media vuelta le susurré

—¿Que te he ensañado? A las bolas.

—Te escuché —mi madre me apuntó con la cuchara de palo

—Lo estoy regañando, malo, Felipe, muy malo.

—Claro.  —comentó con sarcasmo

—Así se hace, dame los tres —Lo dejé un con un pedazo de pan—Es tarde —me levanté rápido

—No irás hoy —me avisó

—¿Por qué? —Me detuvó

—Vendí unas crías de las gallinas

—No me digas que vendiste a sandía

—No, pero si a cebolla

—Cebolla, no, mamá.

—Mamá, nada, te estás matando trabajando los siete días de la semana.

—Yo puedo, lo he hecho durante cuatro años, puede hacerlo

—No, descansa esta semana —me ignoró después de hablar

Mujer testaruda, nunca me iba a escuchar, era gastar energía en ella, cuando decía algo se tenía que hacer si o si, somos una familia de cuatros y teníamos que sobrevivir a las deudas.

Tener dos hermanas gemelas no era fácil, ni mucho menos tener a una hermana que contaba por dos.

—Me iré a dormir —regresé a mi habitación

Volví a cerrar los ojos, todavía me quedaban horas de sueño, creo que fue por eso que no crecí, solo había llegando al metro sesenta y seis y mi sueño ahí mismo, quería ser alta, pero por no dormir me quedé pequeña.

Me comía todas las verduras con la esperanza de crecer, pero bueno, no me quejo o tal vez si un poco.

Cerré mis ojos y me dormí antes que Felipe comenzará a cantar otra vez.

Europa

Podía sentir que me llaman desde lo lejos, miré buscando de dónde venia la voz, pero nada, seguí caminando por el bosque hasta que un lagarto gigante perseguía a Felipe.

—¡Felipe! —grité, pero mi voz no salía

El pobre gallo corría y me abandona

—Te haré sopa, maldito gallo traidor —cada vez el lagarto gigante se acercaba

No le tenía miedo a los bichos, pero a los que eran más grandes que un elefante, si

—¡Despierta!

Abrí los ojos sobresaltada

—¡¿Qué te sucede, mocosa del demonio?! —La intenté sujetar, pero se movió más rápido

—Mamá te pide que vayas a comprar dónde Jonathan

—¿Qué cosa?

—Hay una lista en la mesa, tonta

—Te jalare las trenzas como si fueran riendas de caballo. —amenacé

—Te acusaré

—Hazlo, pero el jalón ya lo tendrás. —sonreí

—Eres una odiosa.

—No me importa —me burlé—No tienes amigos ¿verdad?

Me miró feo y yo le saqué la lengua

—Madura, Europa, madura —se dió media vuelta y se fue

—Madura, ¿Madurar yo? —Me levanté y busqué un abrigo

Me arreglé mi cabello y un poco la cara, me coloqué una bufanda roja y un gorro porque no quería ver a nadie y no quería que nadie me viera, iba a ir de modo espía, pero a mi estilo.

Quería ser espía, no parecer ladrón de película, toda de negro con apariencia sospechosa.

—Hija, ¿Ya te vas? —preguntó sin mirarme

—Si, ¿Esta es la lista?

—Si, ¿tomarás el tren?

—Depende, ¿Las necesitas con urgencia?

—Algo, mejor ve en tren

—Puedo ir en bicicleta

—No, no, ve en tren.

—Esta bien

Tomé el dinero y salí de la casa casa directamente a la línea del tren

El destino había sido quisquilloso, me había jugado una mala pasada, no había vuelto a ver al hombre que conocí en el vagón del tren, a pesar de subir todos los días, no había ninguna  señal de vida, a pesar que  había recorrido todo el pueblo.

Mi abuela me había obligo a quedarme ese día, asi que no me puede regresar en el mismo tren.

Tuve que haberle dicho mi nombre, pero pensé que sería como en los libros o las peliculas.

Bueno ahora sabía que la vida no me sonreía, cupido no me tenía en su lista, era un bastardo.

Llegué a la estación del tren y me senté en el último vagón con las esperanzas en el suelo.

—Disculpe, ¿Está disponible? —levanté mi vista y asentí

En todo el camino me limité a mirar por la ventana, el invierno se iba poco a poco, los días eran los mismos siempre, la misma rutina, sin diferencia alguna. Tenía miedo que no fuera a cambiar nunca.

Iba a morir en este pueblo sin conocer el mundo, la monotonía me iba a sumergir.

Bajé en la parada y comencé a caminar recordando las cosas, no quería sacar las manos porque se me iban a congelar, no había nieve. En esta zona la nieve no existía. A veces el invierno pasaba desapercibido, pero este año, había sido un poco duro.

—Europa —saludó Jonathan

Le sonreí

—Hola, ¿Como va todo?

—Bien, ¿Que necesitas?

Saqué la lista de mi bolsillo y la deslicé por el mesón, nuestros dedos se rozaron. Rapidamente se dio vuelta para buscarla.

Me dejé caer sobre la madera, Jonathan me miró de reojo y me preguntó:

—¿Todo mal? —sonrió

Asentí

—¿Un estúpido en el tren? —negué—¿entonces?

—Estoy enferma y hace frío, hay barro por la lluvia, casi me caigo de camino. Hoy no es mi día.

—Todavía es temprano.

—Pero es trece, los trece no son buenos, son los días de mala suerte. Me gustaría llegar a mi casa y taparme hasta la cabeza.

—Mujer, toma un respiro, te invito un dulce —dejó las bolsas

—Que sea una paleta porque si es un dulce pequeño, me moriré.

—Vale, vale

Tomé las bolsas de tela y las dejé en el suelo.

—Te ves del asco

—Tan romántico, ti adoro —le lancé un beso

Sus ojos café sonrieron y negó con la cabeza.

—Yo también te adoro, pero no te quiero dar falsas esperanzas, anímate que te ves del asco.

—Lo sé, pero el invierno no es mi estación, soy más de primavera, aunque se gasta un poco más.

—¿Cómo está Chloe?

—No sale de su habitación, no sé que hacer —jugué con la envoltura de la paleta que me había dado

—¿Y Sophie?

—Más insoportable que nunca. —chasqué la lengua

—Extraña a su hermana, es su gemela.

—Sí, yo también la extraño. Pero cambiemos el tema ¿Cómo te va con Amanda? —lo miré pícara, mientras movía mis cejas de arriba hacia abajo

—No hay mucha novedad, su padre no quiere que tenga novio y la quiere mandar para la gran ciudad.

—No te quiero hacer sentir menos, pero  yo aceptaría irme a la ciudad grande. —fui sincera

—Pero Amanda no quiere y me siento culpable porque se quiere quedar conmigo aquí.

Callé para que continuara

—Terminé con ella definitivamente, es por su bien.

—¿Estás mal?

Asintió

—Estamos los dos del asco.

Asintió

—Brindis por ello. —alcé la paleta

—Brindis. —chocó su paleta

—Compartimos babas, asco. —hice una mueca

—No la he probado. Tonta.

Le saqué la lengua

—Bueno me voy, no te molesto más, tienes clientela y no quiero ser un estorbo. —me levanté del mesón cuando vi a una anciana llegar

—No molestas mujer, iré a tu casa el sábado, esperame con sopa de gallo. —bromeó

—No voy a hacer caldo a Felipe, Jon, olvídalo.

Jonathan no se llevaba bien con Felipe, cada vez que él venia a visitarme, el gallo se le tiraba encima y le picoteaba los pies, Jon no se quedaba atrás, lo salía persiguiendo mientras lo amenazaba de que lo iba a hacer caldo.

—Yo lo puedo cocinar, se me da bien.

Negué riendo y me despedí.

Conocía a Jon desde que tengo memoria, mi mamá es buena amiga de su papá, siempre la acompañaba a comprar los víveres al almacén, siempre veía a Jon jugar solo en la pileta que estaba al frente de la tienda,  cuando era pequeño a mi amigo le sebas miedo la gente y siempre se escondía, hasta que lo encontré jugando en la barra, se sorprendió por mi llegada, pero desde ahí no nos volvimos a separar, de ese momento ya han pasado catorce años.

Me fui a sentar a la pileta mientras terminaba mi paleta.

Volvía a sentirme ansiosa, me preocupaba mi hermana menor, solo tiene quince años y su estado iba de mal en peor.

Me quedé mirando los libros que estaban afuera de la librería del frente y la duda regresaba a mí, ¿Qué libro era? Que protagonista de un libro clásico me parecía.

Me levanté dirigiendome  hacía los libros.

—Europa, que alegría verte. —me saludó Josefa

—Señora Josefa, veo que está mejor, me alegro. —sonreí

—Gracias a tu sopa, cuando la probé sentí que el alma me regresaba al cuerpo.

—Me alegra haber sido de ayuda.

—Eres de ayuda para todo el pueblo, vives lejos, casi en las montañas y de todos modos vienes cuando te necesitábamos

—Saben con no es una molestia.

Golpeó suavemente mi brazo.

—No seas modesta, tienes un corazón muy bello.

—Es lo mínimo que puedo hacer, ustedes me ayudaron cuando mi padre murió y cuando mi madre enfermó, y eso no se puede pagar. —sonreí con melancolía

Cuando mi padre murió y tuvimos la deuda todo el pueblo coopero con ella, comprando cosas y donando otras, me sentí agradecida, era pequeña, pero no lo podía olvidar y Cuando mi mamá se enfermo también me brindaron su ayuda.

—¿Cómo está su hija?

—Me ha escrito y está atareada con las cosas de la universidad.

—Mandele mis saludos y que cuando regrese me venga a ver, que la extraño.

—De tu parte. —asintió

—¿Disculpe, ¿Cuánto cuesta esto? —nos volteamos cuando escuchamos una voz masculina

Me congelé cuando fui sus ojos azules, me olvidé de respirar y mi estómago se volvió un vacío

—¿Señorita?

Mi pulsó comenzó a ir cada vez más rápido—como los rieles de un tren—No recordaba que su voz tuviera tanto impacto en mí

Mentirosa

Bueno lo acepto, mi cerebro dejó de funcionar, no sabía que hacer ni dónde meterme.

Levanté mi mirada y le sonreí con los ojos un poco entrecerrados por el sol

—Que gusto volver a verla —se quitó el sombrero y tapó el sol con su cuerpo

—Tengo el placer de decir lo mismo —repetí lo mismo que él la última vez que lo vi

Después me percaté de mi apariencia y quise meterme en un hoyo cual topo y no salir hasta que el invierno se acabara.

Bueno, bueno, ¿Que Les pareció? Arriba las esperanzas, okno, no se olviden de comentar y de votar porque cap más largo y antes, ustedes saben.

Disculpen si hay un error.

Gracias por leer ✨

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