El nigromante y el vampiro

By raylove94

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Apenas podía recordar el rostro de su abuela materna, pero al cerrar los ojos y pensar en ella, podía sentir... More

Prólogo
Capítulo 1. La vidente
Capítulo 2. La psiphora
Capítulo 3. El nigromante
Capítulo 4. El Oscuro
Capítulo 5. El vampiro
Intervención del autor
Capítulo 6. La bruja
Capítulo 7. La ninfa
Capítulo 8. El otro lado
Capítulo 9. El intruso
Capítulo 10. La madre del vampiro
Intervención del autor
Capítulo 11. El libro de las Sombras
Capítulo 13. Un caso sin resolver
Capítulo 14. El Oficial Mark
Capítulo 15. El precio de la verdad
Capítulo 16. Una grieta en el espacio

Capítulo 12. Las gemelas Loe

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By raylove94

Ryan y Darys llevaban días cargando con la certeza de que Ismael y Mell fueran hermanos. No sabían como decirlo, estando seguros de que, más que respuestas, se verían nuevamente envueltos en un mar de preguntas. Varios días habían pasado desde que se habían comunicado con Gabita, pidiéndole un encuentro.

     —Te noto algo raro —comentó el vampiro, interrumpiendo al silencioso y pensativo Ryan—, ¿qué te pasa?

     —Nada —respondió mientras enroscaba uno de sus dedos entre los negros mechones de cabello de su compañero.

     —Cuéntame, cariño. O es que, acaso no confías en mí.

     —No te preocupes Ismael, solo pienso en el destino.

     —¿Destino, dices? —preguntó curioso.

     —¿Crees que sea casualidad que yo me haya convertido en nigromante, igual que Giles? —expuso— Últimamente están pasando muchas cosas que, ya no sé ni qué pensar.

     —Para empezar, Giles no se convirtió, sino que fue bautizado por la oscuridad desde el principio. Y, yo creo que has estado leyendo El libro de las Sombras por mucho tiempo. No debes dejar que te afecte.

     —Puede ser—confirmó tranquilo—. Deberías tomarlo, finalmente, es tuyo.

     —No, Ryan —opuso mientras ponía una mano sobre el libro que se encontraba a su lado—, esto fue escrito por un nigromante y para un nigromante —hizo una pausa—. Eres tú quien debe tenerlo.

     Ismael tenía razón. Solamente un nigromante podría entender todo lo que contenía. Por muy macabro que fuera, el Peri em-heru incluía: maleficios, rituales, historias, posibles encantamientos asociados a la Alquimia Oscura, y más. Todo vinculado a la muerte y al Purgatorio, construidos sobre la idea de que la muerte no era más que un renacimiento.

     —Sabía que tenía que contarte algo—dijo Ryan—, casi lo olvido.

     —¿Qué descubriste? —Ismael se mostró ansioso.

     —Observa —mientras señalaba una página del libro a la que le faltaba un pedazo—. Ha sido arrancado.

     —Espera —pidió a la vez que se dirigía al fondo del cuarto, donde tenía sus libros y notas de estudio.

     Del interior de uno de sus libros, sacó un pedazo de papel antiguo que encajaba a la perfección con el resto de la página. Resulta que, aquel encantamiento Inmovilos que les había fallado en el primer encuentro con el Oscuro, definitivamente, había estado mal ejecutado. Este ritual debía ser realizado por un representativo de la luz y otro de la oscuridad, cada uno, desde su lado correspondiente del velo, ya que el tiempo no puede detenerse de forma parcial, sino total, abarcando ambas dimensiones.

     —Claro, ahora lo entiendo —comprendió Ismael—. Al ejecutar el encantamiento de este lado solamente, hicieron que nuestro tiempo se igualara al del purgatorio, haciéndolo más lento.

     —Por eso no se detuvo. Yo debía ejecutar el encantamiento desde el otro lado.

     Ryan e Ismael hacían una combinación atractivamente perfecta. Su nivel de complicidad, sumado a los nuevos conocimientos y habilidades, e impulsados por la oscuridad que los complementaba, crecía cada vez más. A veces, Ryan disfrutaba observarlo mientras leía. Lo amaba, claro que lo amaba. Ismael, cada vez se sentía más débil y el efecto del tónico duraba menos con cada sorbo. Todos lo ignoraban pero el vampiro estaba necesitando alimentarse de sangre humana.

     Gabita y Mell llegaron una tarde de la semana siguiente, acompañadas de Lay y otra de las integrantes de la Sociedad de los Cinco.

     —No sabes cuánto te he extrañado —comenta Ismael mientras abraza a su amiga Gabita—. Solo han pasado unas semanas pero, ¡vaya que me has hecho falta!

     —Y tú a mí, no tienes idea —Suspiraba mientras correspondía el abrazo, con la misma intensidad—. De hecho, los he extrañado a todos —Observa a Elena, directamente a los ojos—. Cuando los conocí, no imaginaba que un día, llegaría a extrañarlos tanto.

     Y así, entre besos y cálidos abrazos, recibían a sus amigas.

     —Su nombre es Jenny Loe —Mell presentó a la chica que las acompañaba—. Ella y su hermana Rose, nos han ayudado mucho todo este tiempo.

     —¿Las gemelas Loe? ¿Es broma? —Reaccionó sorprendido, Ismael—. Esta chica ha protagonizado muchas de las batallas contra la oscuridad en los últimos tiempos.

     Jenny y Rose eran descendientes directas de los Walcott, némacos fundadores de la primera Sociedad de la Luz. Jenny, nacida como némaca, adquirió los conocimientos y habilidades físicas necesarias para luchar contra cualquier criatura. Durante años, se había dedicado a perseguir y matar a los engendros que el Oscuro iba creando, por lo que, entre los vampiros, solían referirse a ella como "la cazadora". Rose, en cambio, era una maga muy poderosa. Su habilidad natural desarrollada, asociada a la bilocación, le permitía viajar astralmente hacia cualquier sitio, lo que le aportaba cierta inmunidad ya que, no podía ser dañada en su forma astral.

     —Había escuchado hablar de ustedes —compartió Jenny—, los primeros hermanos magos. Confieso que, sentía una curiosidad enorme por conocerlos.

     —Pues, no te has perdido de nada peculiar —comentó Darys—, soy clarividente y mi hermano, un nigromante.

     —El vínculo natural de dos hermanos con el mismo don, pero, desde lados opuestos de la magia —sonrió mientras observaba a Gabita—. No tienen idea de lo que son capaces de hacer.

     Estuvieron conversando unos minutos antes de que, en un pestañear, apareciera la otra hermana Loe, justo donde Elena, quien se encontraba en la cocina.

     —¡Ah —gritó Elena sorprendida mientras tomaba unas bocanadas de aire —, Jenny!

     —No, soy Rose. Disculpa el susto. Tú debes ser...

     —Elena, un placer. Que susto me has dado.

     —Elena, la psiphora. Gabita me ha hablado mucho de ti —Sonríe—. Disculpa el sobresalto, ¿sabes dónde puedo encontrar a mi hermana?

     —Está en la sala con el resto de los chicos. Aprovecha y lleva estos —le ofrece una bandeja con seis vasos y una jarra con jugo que olía muy bien.

     —Lo siento, Elena, estando en mi forma astral, no puedo agarrar objetos sólidos.

     Rose, aparte de esos grandes ojazos, se parecía demasiado a su gemela. Ambas lucían el cabello rojo, corto y vestían prendas muy alegres y coloridas. Jenny realmente, clasificaría como el reverso perfecto del prototipo habitual de un cazador. Teniendo en cuenta su parecido y la habilidad de Rose para proyectarse, lograban confundir a sus víctimas, provocando su desesperación y dejándolos vulnerables. Ambas se habían vuelto expertas en el engaño visual.

     —Cuando cruzo al otro lado, ¿lo hago de forma astral?

     —Así es —contestó Rose—. La forma astral es una proyección de tu alma hacia otro sitio. En tu caso, tu forma astral es la que cruza al Purgatorio, tu cuerpo se queda aquí.

     —La diferencia es que mi hermana solo puede proyectarse dentro de esta dimensión y como es su don natural, no necesita un hechizo —explicó Jenny—. Tú en cambio, puedes moverte a través del velo, aprovechando tu vínculo con la muerte, pero, siempre necesitarás un hechizo para hacerlo.

     —No siempre —interrumpió Ryan—. La noche en que vi al Oscuro aquí, en la cocina, fue involuntario y la noche que encontré el Libro de las Sombras, también.

     —Tendríamos que analizar qué pasó en el cementerio, pero, la noche que lo viste aquí, él estaba del otro lado, pero tu no. Lo que hiciste fue entrar en su mente —aclaró Lay.

     —Eso es imposible, para hacerlo sin un hechizo tendría que ser un telépata —señaló Ismael—, y no es el caso.

     —No necesariamente. Siendo un vidente oscuro, puede ver más allá de lo habitual. Si toca a alguien que está siendo intervenido por un encantamiento de forma remota, actuando como un puente.

     —Teniendo en cuenta que estabas durmiendo con una de sus creaciones... —comentó sarcásticamente Jenny, cargando el ambiente de una incomodidad general.

     —¿Qué insinúas? —Ryan sabía la respuesta pero quería que no fuera cierta.

     —Que el Oscuro ha estado en mi mente todo este tiempo —resolvió Ismael—. Él no es el intruso, sino yo.

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