Cuando te enamores de mí.

By angel1810

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Cuando Liana termina la preparatoria, sus padres deciden regalarle un viaje a cualquier parte del mundo. Sus... More

Sinopsis
Prólogo.
CAPÍTULO 1: Sobredosis de belleza
CAPÍTULO 2: Un mes con Theo (Editado)
CAPÍTULO 3: Una simple explicación
CAPÍTULO 4: Cuidando de Liana
CAPÍTULO 5: El muelle
CAPÍTULO 6: "Coricella" (Editado)
CAPÍTULO 7: Limoncello (Editado)
CAPÍTULO 8: Lista mental (Editado)
CAPÍTULO 9: Tócame
CAPÍTULO 10: El acantilado (Nuevo)
CAPÍTULO 11: Primo
CAPÍTULO 12: El robo
CAPÍTULO 13: Políticamente correcto.
CAPÍTULO 14: El silencio
CAPÍTULO 15: Brazos definidos
CAPÍTULO 16: La nueva niñera
CAPÍTULO 17: Fogata I
CAPÍTULO 18: Transparente
CAPÍTULO 20: Alma
CAPÍTULO 21: La sesión
CAPITULO 22: No se lo digas
CAPÍTULO 23: El trabajo
CAPÍTULO 24: Gracias, Liana
CAPÍTULO 25: Hogar
CAPÍTULO 26: La bañera
CAPÍTULO 27: Trato hecho.
CAPÍTULO 28: Zángano
CAPÍTULO 29: El primero de muchos
CAPÍTULO 30: "Lovely"
Capítulo 31: Noche de helado I
CAPÍTULO 32: Tacones
CAPÍTULO 33: Lo que tú desees
Capítulo 34: Reglas
CAPÍTULO 35: Libertad
CAPÍTULO 36: Estrellas
CAPÍTULO 37: Tratos rotos
Capítulo 38: Desde Charlotte
Capítulo 39: La verdad

CAPÍTULO 19: Favor

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By angel1810


LIANA

Los silencios entre Theo y yo fueron por mucho tiempo espacios que lejos de ser vacíos se sentían llenos de un sentimientos inexplicables y puros. Algunas veces solo lo veía concentrarse en una película, en sus animes, leer un libro, mientras yo, hablaba como una cotorra o simplemente solo me recostaba a un lado del sofá de mi sala pensando. Theo me escuchaba atenta y de manera silenciosa y yo fantaseaba con la idea de crecer y viajar. Algunas veces le proponía hacerlo juntos, que nos escapemos por la noche y viajemos a cualquier parte de la ciudad,  y él solo sonreía y me revolvía el cabello. Éramos como dos hermanos pasando el rato mientras esperaban la llegada de sus padres.  Juro que lo éramos. Y no sé en qué momento de mi vida mis sentimientos por él dieron un giro que ahora hacía todo incómodo y difícil. 

Ese silencio está justo ahora. 

Caminamos de regreso al departamento, Theo ha ido en mi búsqueda al hospital por una llamada de Korina. Desde que hemos cruzado la puerta de este, no ha dicho más que preguntarme si estoy bien o no. Se nota pensativo, como si estuviera tratando de encontrarle solución a un problema grande, o como si tuviese una preocupación que no lo dejara en paz. Por mi parte, tampoco he dicho mucho, salvo preguntar por mi gata.

Llegamos al departamento, Theo entra a la cocina y yo me quedo en el sofá acariciando a la gatita quien maúlla de hambre. 

—Debes estar muy hambrienta. Te traeré un poco de leche, ¿de acuerdo?

La dejo en el sofá y me dirijo hacia la cocina. Encuentro a Theo de espaldas preparándose una taza de café. Retuerzo los dedos sobre mi camiseta, nerviosa y bastante incómoda antes de decidirme a hablar.

—¿Puedo tomar un poco de leche para mi gata?

No gira, pero responde.

—Claro que sí esta es tu casa, Liana. Puedes tomar lo que quieras.

—Gracias —digo, bajito. 

Abro el refrigerador y me propongo a irme con la leche y salir de este momento incómodo, hasta que recuerdo que debo calentarla antes de dársela. Me detengo y doy un giro. Theo ahora está de frente, bebiendo en tragos cortos su café. Me mira y sube una ceja antes de tomar un trago más y dejar la taza tras de él y sobre la encimera. 

—¿Algún problema? —me pregunta.

—Necesito usar tu cocina. 

Se mueve a un lado. Ojalá su cocina no estuviese tan pequeña. 

Camino hacia y él y me coloco en el pequeño espacio que me ha otorgado. Tomo un vaso y vacío el contenido, luego lo introduzco en el microondas y espero en silencio treinta inquietantes segundos, pero suficientes para que Theo empiece a hablar. 

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro. 

Lo miro, él también lo hace uno segundos hasta que gira y oculta su gesto tras un sorbo de café.

—¿Tienes algo serio con Adrián?

Parpadeo.

—Somos amigos.

—Los vi besándose. 

Voy a responder para explicarlo, hasta que él me interrumpe.

—No te estoy reclamando nada. No quiero que lo malinterpretes. 

—No lo hago —respondo, un poco herida.

—Solo quería saberlo para hablar seriamente con él y preguntarle cuáles son sus intenciones contigo. 

—¿Qué?

—Es mi responsabilidad.

—Meterte en mi vida no es tu responsabilidad.

—¿Acaso crees que voy a prohibirte algo? —pregunta con ironía—. Ya me has demostrado muchas veces que eres una voluntariosa.  Lo único que voy a hacer es decirle que no pase de listo contigo, es todo —deja la taza nuevamente en la encimera y se dispone a irse, pero yo continuó hablando.

—Theo, no eres mi hermano, ni mucho menos mi padre. Y Adrián y yo no tenemos nada. Somos amigos.

—No creo que Adrián te vea como una amiga...

—No soy una estúpida para no notarlo, sé que le gusto y me lo ha dicho. 

—¿Ah sí?

—Sí.

—¿Qué dijo?

—Ha dicho que quiere follar conmigo.

Theo escupe el café y se limpia con una mano en poco tiempo.

—No hay duda que hablaré seriamente con ese imbécil —dice renegando, mientras se dirige con su taza de café hacia la sala. 

—No lo culpes por ser transparente —digo, caminando tras de él.

—¿Transparente? —empieza a reír. El sonido me desquicia.

—Ríete todo lo que quieras. Yo me río más de lo idiota que te ves comportándote como mi padre —paso por su lado chocando su hombro y él me sigue hacia la sala. 

—Si fuese Landon, ya no estarías aquí.

—Anda, traicióname entonces —lo reto.

Se queda en silencio uno segundos y suspira. 

—Jamás le diría a Landon todo lo que ha pasado. 

—Es que no te conviene porque quedarías mal, ¿verdad?

Se lleva una mano al cabello y da un pequeño giro sobre su lugar. Le he dado en el clavo, claro que sí.

Dejo la leche en un pequeño plato y llamo a mi pequeña bola de nieve, esta se acerca a beber al instante. Theo aún se mantiene silencioso junto al mesón, noqueado por mi última frase. Y me da gusto. ¿Por qué actúa como si yo fuese una niña malcriada a la que constantemente tiene que tirar del pañal hacia atrás? 

Me coloco de pie y entonces en pocos segundos, siento las manos de Theo en mi cintura. Me toma desprevenida mientras me carga en sus brazos y eleva mis pies del suelo. Empieza entonces a dar vueltas conmigo.

—¡¿Pero qué haces?!—pregunto, confundida.

—Lo que te encantaba. 

Entonces empieza a dar vueltas rápidas conmigo en su propio lugar. 

Lo recuerdo. Me encantaba. Pero cuando tenía ocho años y le llegaba al pecho. Me divertía y reía como una boba. Servía para alegrarme cuando mis padres no me permitían salir o ir a un viaje escolar. Theo siempre encontraba la forma de hacerme reír. Y hasta ahora lo consigue. Empiezo a sonreír, quizás ya no como una niña, pero me hace sentir feliz que intente reparar nuestra amistad. Aunque yo no estoy segura si eso me hace realmente feliz. No sé si quiero retornar al punto de "familia política". 

En algún momento, Theo pierde el equilibrio. Caemos al piso entre risas, pero al instante Theo se preocupa por mi estado. Le aseguro que estoy bien y entonces poco a poco nuestras risas se van atenuando lentamente. Ahora solo escuchan los rasguños de mi bola de nieve sobre el sofá  y después la risa y voz de Korina que al parecer está ingresando a su departamento con un muchacho. Theo no parece incomodarse, todo lo contrario, me mira y entonces dice:

—Alguien la va a pasar bien esta noche. 

Sonrío, pero tan pronto lo entiendo, la sonrisa se esfuma. Me gustaría ser Korina. Es decir, me gustaría...

La vida se esfuma rápido, Liana.

Piensa rápido. 

Entonces, me desmayo. 

THEO

—¿Liana?

Me acerco a ella y me coloco de rodillas a su lado. 

—Liana, por favor, no juegues —le pido.

Ella no responde, incluso ni siquiera se mueve. 

Mierda.

Me acerco a su pecho para escuchar los latidos de su corazón. Escucho el sonido de este bombeando sangre más rápido de lo normal. Bien, al menos por ese lado no la cagué. 

Tomo su mejilla, está bastante caliente. Quizás solo se desmayó o algo parecido. Empiezo a hiperventilar. 

—Liana, por favor, responde. Si estás jugando, de acuerdo, ganaste. 

Pero no mueve ni un solo músculo.

Coloco una mano tras su cabeza y la incorporo hacia mí. Entonces, se me ocurre algo, empiezo a hacerle cosquillas. Una sonrisa maliciosa se forma en su rostro al instante. Abre los ojos y me mira mientras se muerde los labios. Me quedo un poco idiota unos segundos hasta que revoleo los ojos y niego con la cabeza.

—No vuelvas a hacer eso. 

—Era un chistecito. Pensé que lo pillarías.

—Claro que sí, por eso te hice cosquillas. 

—Estabas temblando, si hasta pude oír  tu respiración agitada cuando te acercaste a mi pecho. 

—Claro que estaba temblando. No sabría que hacer si algo te sucediera. 

Su sonrisa empieza convertirse en una línea recta. Siento que he dicho algo estúpido hasta que su cuerpo empieza a sentirse extraño entre mis brazos. Está temblando y puedo notar lo enrojecidas que se ven sus mejillas. No se mueve, pero mira tan directo que me hace tragar saliva. No sé cómo tiene el valor de sostenerme la mirada. Y es que Liana nunca ha sido una chica tímida, puede que sí inexperta e inocente, pero siempre ha demostrado mucha seguridad para todo lo que se ha propuesto. Ahora siento que se ha propuesto volverme loco. 

Y lo está consiguiendo porque... no puedo dejar de ver el espacio que se forma entre sus labios Imaginarme lo bien que se sentiría acercarme un poco más y llenar ese vacío con mi lengua. Quitarle esos cabellos sobre su cuello y depositar algunos besos sobre los lunares en puntos de su piel. Morder suavemente ese inicio antes de sus pechos y succionar su piel hasta dejarla un poco enrojecida. Me imagino tantas e imposibles situaciones en esos pocos segundos, todas llenas de deseo, que cuando despierto, me doy cuenta de que no debo pensar así en ella, porque... mierda, ¿qué clase de persona sería si hiciera eso?

Trato de retroceder, pero es inútil. No pude haber pasado desapercibido por ella. Sé que ha notado que estoy hinchándome de dolor por no poder al menos darle un beso sin sentirme como un maldito aprovechado.

—Theo, espera —dice, antes de que mueva un músculo más.

—Liana, no. Sabes que está mal.

— Al menos respóndeme algo.

Dudo en responder y ella insiste.

—Solo te pido eso —quita el peso de mis manos y se acomoda a un lado junto  a mí. Se ve como  una gatita sinuosa, a punto de hacerme pisar el palito de la traición hacia su padre.

Asiento.

—¿Me quieres?

—¿Lo dudas?

—¿Me quieres como a una hermana?

No sé cuánto tiempo tardo en responder, pero sé que el tiempo suficiente para que Liana caiga nuevamente en el momento de frustración y gire el rostro hacia un lado. No me gusta verla así por lo que digo casi al instante:

—Te quiero de muchas formas, pero en ninguna de ellas está como a una hermana. 

Gira de inmediato.

El brillo en sus ojos me termina por consumir y ella lo nota. Se acerca un  poco más, dudosa, yo me quedo quieto. Resistiéndome a algo que sé que una sola frase logrará derribarme. 

Liana termina por dar el último movimiento hacia mí, sus rodillas chocan con la mías y una de sus manos está rozando la puntas de mis dedos. 

—Bésame, Theo —me pide. 

El muro, muralla, lo que sea que imaginariamente me hubiese estado deteniendo de su cuerpo, se rompe o desaparece. No me toma mucho tiempo más que un segundo atraerla del rosteo y besarla. 

No puedo decir que siente bien al inicio porque tan pronto siento su boca  sobre la mía, el recuerdo de los dos hace unos años me golpea fuerte. Sin embargo, así como mi mente me juega traiciones, mi cuerpo está más que agradecido de sentirla cerca de mí, de sentir sus labios moviéndose sobre los míos porque desde que la vi, no he podido dejr de pensar que Liana es la chica más atractiva, dulce y sexy que pude haber visto en toda mi vida. Es hermosa físicamente, tiene unos ojos bellos y brillantes, unos labios que casi te obligan a besarla y esas mejillas  apachurrables que son fáciles de adorar. Y me culpo a mí mismo por dejar que todo eso me haga sentir como si no pudiese controlar mis impulsos. Por dejar que su boca devorando la mía no me deje pensar en que estoy rompiendo mis promesas y acabando con la confianza de su padre. No debería, pero lo estoy haciendo. Lo hago porque ella al igual que yo, lo desea tanto. Así que tomo su rostro con fuerza entre mis manos y la beso con todas las fuerzas posibles. Ella me sigue el ritmo, sin separarse ni un solo instante, incluso pidiendo más mientras trata de apretarse mucho más a mi cuerpo, pero mis rodillas se lo impiden y lo agradezco porque estoy segura de que si cayéramos al piso no podría controlar mis manos lejos de su cuerpo. Hasta que no sé cómo agilamente coloca las manos a ambas lados de mi cuerpo y el suyo empieza a obligarme a inclinarme hacia atrás. Me empiezo a poner bastante duro, lo que me temía. Y no es que no pueda controlarme, pero me va a costar y es seguro que después hasta será doloroso. 

Para mi sorpresa, Liana se separa uno centímetros, entonces nos miramos fijo ambos con las respiraciones agitadas y ella con un gesto entre sorpresa y felicidad. Llevo una mano tras su cabeza y la atraigo hacia mí pegando su frente a la mía. Cierro los ojos un momento tratando de controlar lo que siento y sin saber que decir. Para cuando los vuelvo a abrir, me choco con esos ojos azules que me enloquecen, mirándome preocupados y con esos labios suaves y bastante enrojecidos, por lo que no lo dudo más. La atraigo de un solo tirón hacia mí y la beso con más fuerza que antes. 

LIANA

No me permito pensar en nada más que en los labios de Theo devorando los míos con una necesidad que anula cualquier tipo de sensación y pensamiento que tenga que ver con las dudas de sus sentimientos hacia mí. Está confirmado que le gusto. Le gusto tanto como él a mí. Se siente extraño, sí, porque siento que es una nueva persona. Y lo era desde el tiempo en que nos habíamos alejado. Siempre supe que los años iban a marcar una distancia entre nosotros, no solo en kilómetro, sino porque ambos íbamos a crecer, cambiar y madurar. Nunca pensé que ese cariño de niños iba a evolucionar en una combustión de deseo, pasión y algo que empiezo a creer que puede ser amor. 

Empiezo a devorar su boca con más fuerza, pasando mis manos por esos cabellos rizados y suaves, disfrutando del sabor a café en su lengua mientras mi mente empieza a cocinar la idea de él y yo para siempre. De un Theo y yo viviendo aventuras aquí o en cualquier parte del mundo. Quizás solo viviendo en Procida. De cualquier manera todo me parece un sueño, así como el estar besándolo ahora mismo. Es entonces que mi pecho empieza a doler, pero no me preocupo por ello porque sé que es debido a la cantidadde emociones y sensaciones que mi cuerpo está experimentando. Y me decido a no conformarse con eso. Me separro de él y de rodillas me arrastro hasta que me coloco entre sus piernas. Theo está contrariado, pero no se queja en lo absoluto y debo aprovechar que tiene la boca cerrada por un momento. Lo tomo de las mejillas y vuelvo a besarlo, pero esta vez llevo sus labios hacia mi cuello. No tarda mucho en comprenderlo, empieza a dejar besos húmedos sobre mi piel. Miro hacia al techo del departamento y aprieto los ojos. Siento sus manos sobre mi cintura vagando entre el inicio de mis shorts y el borde de mi camiseta, su lengua lamiendo partes específicas de mi cuello y la calentura entre mis piernas que poco a poco se va convirtiendo en un solor específico y punzante. 

Lo necesito ahí. 

Lo necesito ahí como la otra noche. 

Lo empujo hacia atrás, al principio se resiste un poco, pero lo consigo. Intenta decir algo mientras me recuesto sobre él y empiezo a besar su cuello, pero se enmudece en poco tiempo. Solo puedo escuchar ahora el sonido de mi boca succionando su piel y los gristos de alguien... 

Korina. 

Vuelvo a su boca y encuentro una sonrisa en ella. Nos burlamos en silencio de los gritos de cabra loca que da Korina, hasta que volvemos a lo nuestro. Me sorprende cuando Theo gira sobre mí y me tiene ahora abajo. Lo miro con un toque de nervios y parpadeo mientras trago saliva. Se ve guapísimo con la escasa luz de la cocina y esos ojos verdes resaltan aún más con la camiseta verde uva que lleva puesta. Entonces llevo mis manos bajo su abdomen y acaricio debajo de su ropa lentamente, deslizando mis manos hasta sus pectorales. Lo veo estremecerse y morderse los labios, en pocos segundos lo tengo sobre mí comiéndome la boca. Sus manos terminan por escabullirse bajo mi camiseta y la otra va a lo largo de mi pierna derecha, dezlizándose desde mi pantorrila hacia mi muslo. La sensación de sus caricias se ve opacada complemtamente, cuando con un movimiento vuelvo a sentir esa presión sobre mi centro. Dolorosa, pero que compensa ese latido violento que ya es casi insoportble. Como acto reflejo, envuelvo su torso con mis piernas, lo que hace que Theo hable por primera vez:

—Tigger, un movimiento más y... —frota su frente sobre la mía—. Ya no creo que pueda controlarme. 

—No lo hagas —digo, pegándome más.

Me da un beso en la frente y lo escucho susurrar:

—¿Es lo que quieres, Liana? —se mueve sobre mí, presionando su miembro contra mi centro.

Trago saliva. El dolor y la necesidad ya no me dejan hablar con claridad.

—S... Sí, si quiero —digo, con valentía.

No pienso en el dolor. Pienso en lo que vendrá después y me emociona.

—¿Qué quieres? Tienes que decirlo.

Mis mejillas se sienten pesadas para permitirme pronunciar las palabras. Estoy abochornada, pero no dejo que eso me amilane.

—Quiero sentirte, Theo... —no puedo hablar más porque vuelve a hacer ese movimiento delicioso entre mis piernas—. Sí, eso... eso quiero —digo, entrego cortado.

Vuelve a besarme, esta vez acapara toda mi boca con la suya y yo aprovecho para envolver y pegarme mucho más. Los besos se vuelven entrecortados, torpes cuando sus brazos se colocan a cada costado de mí y empieza ese movimiento ondulante y tortuoso sobre mi pelvis. Con mis manos me sujeto de sus hombros, mientras cierro los ojos y me muerdo los labios. La tela de sus shorts frota toscamente mi pierna y la costura de su pelvis choca incómodante contra mi centro, pero no es algo que me haga sentir mal. Me gusta, pero quisiera más. Sus movimientos se vuelven más fuertes, golpeando de forma específica ahí, ahí en donde duele placenteramente. Me tuerzo como una lombris bajo su cuerpo, apretando los ojos y atrayéndolo de ves en cuando para besarlo. Y entre esos besos me sorprendo de mí misma cuando mi mano empieza a bajar hacia el inicio de sus jeans. Mi mano ágil y pequeña empieza entonces a colarse por el estrecho espacio que me da el elástico de estos. La deslizo suave y de manera cautelosa hasta que siento la tela de sus boxers. Theo deja de besarme y pega su mejilla a la mía, escucho su respiración agitada hasta que empieza amordisquear el lóbulo de mi oreja. Me permito descifrar esa señal como el pase para seguir. Continúo mi recorrido hasta que puedo palpar lo duro y firme que está y quizás hasta un poco humedecido. Lo puedo sentir incluso encima de la tela. Theo está tan excitado como yo. Y me pone nerviosa, pero me encanta. 

No dejo de acariciarlo, descubriendo su forma, el tamaño y lo bien que se siente bajo mi tacto. Escuchando los quejidos casi inaudibles de Theo sobre mi oreja acompañados de sus besos sobre la piel de mi cuello y uno que otra en mi boca. 

Si es dos veces tu mano, está decente. 

¡Caracoles! ¿Por qué tengo que pensar en los consejos de Chloe ahora?

Y bueno, creo que Theo pasa muy bien esa primera prueba.

Me decido a hablar por primera vez con la palabra: Te quiero a punto de colarse entre mis labios, pero me veo interrumpiida cuando el móvil de Theo empieza a sonar una y luego tres veces sin parar. No estamos muy  dispuestos a contestar, si no fuese porque mi gata acaba de saltar como una loca sobre la mesa de centro cercana a nosotros, haciendo que el móvil caiga y rebote como una mini pelota hasta nosotros. De pronto, escuchamos el audio de una voz que recuerdo al instante. Es mi padre.

—Hola, enano. Debes estar durmiendo ahora... Bueno, por cierto, ¿dónde duerme mi niña? Espero que no en la misma habitación... —escucho su risa, ambos nos separamos al instante—. Vale, vale, bromeo. Solo quería decirte que me dejaste preocupado la última ve que hablamos... —Theo entonces quiere tomar su móvil, pero yo se lo impidio porque lo tomo primero, entonces ecucho atentamente lo que dice mi padre—. Sé que tienes problemas de dinero con Liana metida ahí en tu departamento. Así que te hice un adelanto de lo que acordamos por el favor que nos hiciste de aceptarla. Sé que crees que no es nada, pero te lo agradecemos mucho. Annie y yo, así que no dudes en pedirnos más si necesitas. O si solo necesitas dinero, no importa, yo puedo dártelo. Eres como un hijo para nosotros y para Liana como un hermano. Te queremos y nuevamente gracias enano por cuidar de ella. Es un favor que nunca olvidaremos.

Dejo el móvil en el piso. Mis ojos se llenan de lágrimas. El alma se me cae hasta el piso.

Soy un favor.

Soy una estúpida.

—Liana, déja... déjame explicártelo, por favor, yo...

Me coloco de pie y camino hacia la habitación.  Ahora soy yo quien cierra la puerta de un tirón.

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3500 PALABRAS PARA UNA SOLA ESCENA EN UN CAP.

ME SALIÓ MÁS LARGO DE LO QUE QUERÍA... *INSERTE CARA MAÑOSA"

EN SERIO, YO PENSÉ QUE SERÍA MÁS CORTO.

PERO BUEH, ESPERO QUE LO HAYAN DISFRUTADO.

GRACIAS, MIL GRACIAS POR SEGUIR  LEYENDO.

GRACIAS POR ESPERARME.

LOOOOOAS AMOOO.

SOLECITOS, CONEJITOS Y TODOS LOS APODOS CUTRES QUE SE ME  OCURRAN, PERO QUE SON CON MUCHO AMOR.

BLESSINGS.

Nos leemos en el siguiente capítulo.









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