ALMA ROBADA

By SeleneOrtiz3

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Continuación de "Alma Perdida" Ahora que se ha descubierto quien era el verdadero responsable por... More

CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
CAPITULO X
CAPITULO XI
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
CAPITULO XIV
CAPITULO XV
CAPITULO XVI (parte 1)
CAPITULO XVI (parte 2)
CAPITULO XVII (parte 1)
CAPITULO XVII (parte 2)
CAPITULO XVIII
CAPITULO XIX
CAPITULO XX (parte 1)
CAPITULO XX (parte 2)
CAPITULO XXI
CAPITULO XXII
CAPITULO XXIII
CAPITULO XXIV
CAPITULO XXV
CAPITULO XXVI
CAPITULO XXVII
CAPITULO XXVIII
CAPITULO XXIX
CAPITULO XXX
CAPITULO XXXI
CAPITULO XXXII
CAPITULO XXXIII
CAPITULO XXXIV
CAPITULO XXXIV (parte 2)
CAPITULO XXXV
CAPITULO XXXVI
CAPITULO XXXVII
CAPITULO XXXVIII
CAPITULO XXXIX
CAPITULO XLI
CAPITULO XLII
CAPITULO XLIII
FINAL
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CAPITULO XL

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By SeleneOrtiz3

      El aire templado que acariciaba con cuidado la ciudad durante el día, se había vuelto más osado con la llegada de la noche; y en su rebeldía, varias nubes grises llegaron con él. 

        Las cortinas del departamento se balanceaban de un lugar a otro sin descanso, pues el balcón estaba abierto a cualquier intromisión; y así, entre las sombras nocturnas, y los ruidos provenientes del primer piso, donde la cafetería recibía a sus habituales visitantes, un destello plateado llenó de luz el espacio, permitiéndole la entrada a su departamento a David. 

         El ángel suspiro al darse cuenta que ya no estaba en el cielo, y se llevó una mano a su cabello para sacudirlo. Estaba en shock. El mundo se había puesto de cabeza frente a sus ojos.

        Luego de que Damon revelara que Daniel era el único Profeta de la época, habían decidido que sería bueno investigar más al respecto, solo para estar seguros cual papel desempeñaba el joven en este embrollo; en especial, porque hasta el momento no había mostrado un solo indicio de la habilidad que estos humanos poseían. Al menos él no había visto nada que lo delatara, y por sus alas, eso era imposible.

        Resultado de su reciente visita al cielo: Era cierto, Daniel Cábala era un Profeta... el único. Sin embargo, sus poderes habían sido suprimidos desde su nacimiento por alguna clase de hechizo desconocido; y no solo eso, sino que su alma se encontraba resguardada de tal forma, que ni siquiera un arcángel hubiese podido encontrarlo. Quién lo hizo, por qué y cómo; era totalmente desconocido para todos. 

       Entonces, el problema no estaba en si era o no, sino como Leo lo había averiguado, y qué estaba ocultando el cruel ángel, que sentía la necesidad de matar a Daniel para que nadie se enterara. 

       David miró a su alrededor tratando de ubicarse de nuevo en la realidad, y se dio cuenta que con cada pregunta que lograban contestar, obtenían en la respuesta, otras tantas imposibles de entender. Sería interesante si al final del día, iba a ser Daniel quien encontrara la solución a este imposible problema; y de ser así, lo primero que necesitaban era mantenerlo con vida... y sacarlo de la vista de los policías. 

       Él ángel bajó las escaleras para llegar hasta la cafetería. Pensaba que al ser Gabriel quien se había quedado cuidando de Violeta, ahora seguramente los encontraría en el lugar; sin embargo, al darse cuenta que no estaban, dudo seriamente hacia donde debía dirigirse. Al final la mejor elección era a casa de ella.

       *****************************************

        En el momento exacto en que los sellos fueron abiertos, una sonrisa se dibujó en el rostro de Arial. No era fácil mantener espíritus impuros controlados en el cuerpo de un humano, pero gracias a la ayuda de Malthus, las cosas estaban resultando mejor de lo que esperaba; y como si fuese ella misma quien estaba en frente de Daniel, ahora podía ver el terror que se apoderaba de su rostro.

        El pobre humano no tenía idea de lo que le esperaba, y esta vez no habría nadie que viniera a rescatarlo, nadie se interpondría entre ella y su presa; y mejor aún, por fin tomaría venganza por su ala perdida.

         -Ha pasado mucho tiempo Daniel...-. Comentó cautelosa y divertida, parada en las escaleras que estaban frente a la comandancia. Aun no podía dejarse ver, las instrucciones de Leo habían sido claras.

         Al instante en que lo dijo, las mismas palabras salieron de los labios de uno de los hombres que estaba parado frente a Daniel, dentro del lugar. 

        De ser figuras inertes con rostros demoniacos, el mayor de los Cábala observó como aquellas personas carentes de humanidad, volvían sus ojos hacia ellos. No sabía si era una suerte que Susan no fuera capaz de ver lo que estaba ocurriendo, o un problema; pero al escuchar como la deforme voz lo llamaba, estuvo seguro que no era el miedo quien lo paralizaba, sino aquel que le observaba tras las líneas de fuego.

        Pero Daniel no era el único consciente del horror que los rodeaba; aunque la detective empeoraba con el correr del tiempo, el sonido bajo y manipulador que llamó el nombre del joven, hizo que toda su sangre se congelara, y sus músculos se tensaran en contra de la marcha desenfrenada de su corazón. 

       -¿Qué... está pasando?-. Preguntó entre dientes, notando como Daniel apretaba su agarre sobre ella.

        Él la observó de reojo, y meditó seriamente que responder. No había forma de que le dijera que al parecer todos lo que estaban dentro de la comandancia estaba poseídos; pues aunque en su vida había visto algo similar, no encontraba otra explicación. Por otra parte, aunque solo venía el nombre de Leo a su cabeza, tenía el presentimiento que era alguien más quien lo llamaba. Especialmente por qué dudaba que ese ángel se mostrara frente a él. 

        Estaba por responder, cuando algo hizo que se le cortara el aliento, y su ritmo cardíaco disminuyera. Esa familiar sensación se apoderó tan rápido de él, que ni siquiera le dio tiempo de pensar lo que estaba ocurriendo; y de pronto la vio. Horribles imágenes en su cabeza, desfilando a velocidad vertiginosa.  Para cuando logro distinguir lo que era verdad, y solo una visión, ya tenía en su mano el arma de la detective, y la apuntaba contra un hombre tras ellos. 

           Daniel había visto en solo un segundo lo que apenas estaba por pasar; pero eso no lo detuvo. Un oficial con las mismas características de posesión que las personas frente a ellos, se acercaba desde la parte de atrás sin buenas intenciones; y las opciones para detenerlo eran limitadas.

       -Matar o morir... ¿No es divertido?...

        Las palabras retumbaron en su cabeza, como si alguien se las dictara desde el interior. Arial esperaba poder divertirse antes de cumplir con su misión, y en el repertorio de juegos, encabezaba la lista manchar el alma del joven. Sin embargo, cuando él reacciono ante lo que no había visto, y una sonrisa se dibujó en sus labios, el despiadado ángel se vio sorprendido.

      *************************************************

       Damon atravesó las puertas de la oficina de un golpe, haciendo que Mirza se levantara de su silla en alerta. Que Azahín, quien era el dueño de ese lugar, estuviese en pésimas condiciones y peor aún, que tantos lo supieran, era solo una entrada para los demonios carroñeros, hambrientos de aprovechar cualquier ventaja para subir en el escalafón de posiciones.

         En cuanto la súcubo se dio cuenta de quién era, su mueca de fastidio fue imposible de disimular. Hacer de niñera en momentos así era un verdadero incordio; especialmente cuando no podía quitarse de la cabeza como estaría Violeta.

         -¿Lo encontró?-. La voz de Azahín aun delataba su gravedad, pero al menos su estado físico ya no daba tanta lástima.

        -Quiero que me digas todo lo que esa vieja bruja te dijo...-. Respondió ignorando por completo la pregunta anterior. Damon tenía un lío en la cabeza. -Y no omitas un solo detalle, o yo mismo te abriré esas heridas.

        -No habló de Violeta... no creo que sepa de ella...

      Un pequeño rechinido de dientes vibró de forma imperceptible por el aire. Aunque no preguntara directamente, eso era exactamente lo que Damon estaba pensando; y el hecho de que ella no mencionara nada de la joven, pero que delatara la verdad de Daniel, solo lo ponía peor que antes. 

      Nada, absolutamente nada, tenía sentido.

        En el momento en que dejó la universidad, había intentado seguir el rastro de Malthus; pero sus intentos habían sido totalmente inútiles, pues lo único que había logrado, era darle tres vueltas completas a la ciudad, sin el menor éxito. Solo quedó como un tonto.

       -Dijo que ella misma mandó buscar por las almas de las suicidas...-. En cuanto el íncubo se percató que Damon estaba a punto de explotar, decidió que era bueno seguir hablando. -Pero nadie pudo encontrarlas, ni a los demonios con los cuales pactaron...

       -¿Pero saben sus nombres?

      -No... los rastros eran difusos; y quien esté haciendo esto ha sabido muy bien ocultar las identidades de sus pactantes...-. El que no lo dijera en voz alta, no significaba que no lo pensara. Leo.

         -¿Entonces lo de Daniel era todo?-. Mantenía su postura, pero sus facciones, los músculos tensos, y la voz que salía de su garganta más como un gruñido que como palabras; delataban por completo su estado.

        -Ella... también dijo que estuviera atento pues... mandaría a alguien...

        Aquello fue como un balde de agua bendita en su cara. Damon sabía que si esa anciana del mal, se enteraba que era Violeta en realidad, no podrían volver a quitársela de encima; y eso no era algo que planeaba soportar. Él estaba por replicar en voz alta, cuando su atención se desvió completamente hacia Mirza, que hasta el momento, se había mantenido fuera de sus pensamientos.

         -¿Qué te ocurre?-. Preguntó curiosos, y varios niveles más tranquilo

       Ella levantó la vista del suelo, y trago saliva tratando de apaciguar la horrible sensación en su estómago y garganta. Todavía no podía creer que de nuevo tuviera sensaciones humanas en su cuerpo, cuando luego de convertirse en demonio había olvidado por completo esa parte. Aunque sabía que lo que le pasaba, era algo que probablemente Violeta estaba experimentando; por eso, cuando se dio cuenta que Damon era quien preguntaba, por alguna extraña razón, dudo si decirle la verdad o no. 

        -Nada... que pregunta más tonta...-. Explicó tratando de parecer normal y desinteresada. 

      Al escuchar la respuesta, Damon enfocó de lleno sus ojos en ella. Por supuesto que no podía importarle menos si estaba bien o no; pero por más que le gustaba afirmar que solo "sospechaba" que era Violeta; el vínculo que ella y esa súcubo tenían, era claro hasta para un ciego. Entonces, lo que le pasaba a una, era a causa de la otra.

         Antes de que se diera cuenta, Mirza sintió como las manos de Damon la sujetaron con una presión exacta por el cuello; no la lastimaba, pero si la hacía sentir acorralada. Y por si eso no fuera suficiente, el dorado que brillaba a través de su mirada, le hizo sentirse como una frágil criatura ante los deseos de un monstruoso amo.

        -Es...con...fu...so...-. Logro decir entre dientes. Las palabras se quedaban atoradas en su garganta, y sus pensamientos solo apuntaban hacia el imponente ser que la mantenía atrapada. 

         -¿Pero está bien?-. Su ceja se levantó un poco en señal de victoria, por la respuesta obtenida. 

       -S... sí...

       La afirmación fue su pase a la libertad. Damon soltó su mano, y se alejó con una sonrisa en los labios; dejarla con Gabriel de alguna forma lo hacía sentir seguro, pero confirmarlo con Mirza no estaba demás. En cuanto se dio cuenta que su preocupación estaba demás, una maldición se le escapó por lo bajo.

        -¿Qué crees qué este pasando?

        Decirlo en voz baja, o pensarlo, ya daba igual. Solo necesitaba ver la forma en que los dos demonios le veían para entender que su interés en Violeta estaba bailando en una delgada línea, que podía llevarle a cruzar límites muy peligrosos. 

      La súcubo intentó relajar el ardor que sentía masajeando la piel de su cuello, mientras que mil ideas le cruzaban por la cabeza, poniéndola en conflicto con las emociones de alguien más. 

       -No lo sé. No lo entiendo...

      -Pues intenta algo...-. Replicó Azahín interesado

      -Es difícil describirlo. Ella... ¿Ella ganó algo?

      La respuesta carecía totalmente de lógica en su cabeza, y fue aun peor decirlo en voz alta. Sin embargo, cuando los otros dos demonios los escucharon, sus expresiones delataron que entendían tan ridícula frase; Mirza hizo un gesto de sorpresa al entender eso, pero antes de que pudiera preguntar nada, Damon corto sus posibilidades.

      -Fue el nefilim...-. Aseguro con una sonrisa triunfante en el rostro. -Luc no se atrevería a tocarla sin mi permiso...

      -Quizás no se dio cuenta de lo que hacía...-. El íncubo torció el gesto en una mueca pensativa, y luego se enfocó en la súcubo. -Como le paso a ella...

      -No. Fue totalmente voluntario... Ese idiota se moría por probar la teoría; me sorprende que se tomara tanto tiempo para hacerlo...

      -Entonces ya no hay dudas, ella es...

     Los ojos furiosos de Damon le hicieron callar. Azahín, quien también era consciente de la verdadera identidad del demonio, entendió perfectamente lo que esto significaba para él. Además había cosas peores con las que tratar, pues incluso sabiendo lo que era Violeta, el misterio de por qué su alma parecía tan diferente, aún estaba brillando frente a ellos, sin dejarlos avanzar. 

      ************************************************

       Había recorrido menos de tres cuadras. El acelerador estaba al límite, y sus manos se apretaban con tanta fuerza al volante, que entre el torbellino de ideas que hostigaban su cabeza, de vez en cuando aparecía la advertencia de que parara, o lo sacaría de su lugar.

        Gabriel sentía como sus sus pulmones estuviesen siendo comprimidos por una energía exterior, y el ritmo de su corazón probablemente era más rápido que su propio auto. No le gustaba la forma como había quedado unido a Violeta, aunque tampoco se arrepentía; ella necesitaba ser consciente de los peligros a los que estaba por enfrentarse, y la mejor forma de que lo lograra, era sabiendo que era en realidad. Aparte de eso, no encontraba otra forma para mantenerla segura.

        Iba tan concentrado en su discurso interno, respecto a que había hecho lo mejor; cuando solo por un milagro, logró ver el niño que a unos metros estaba parado en medio de la calle. Sus neuronas sufrieron un corto circuito al entender lo que estaba por pasar, y su corazón se detuvo de golpe, tratando de hacer que con eso el auto también dejara de moverse.

         Con una habilidad extraordinaria, Gabriel manipulo el auto evadiendo por solo centímetros el cuerpo del pequeño; desafortunadamente, el auto solo se detuvo hasta estrellarse con un árbol.

         El nefilim hizo una mueca de dolor cuando todo se detuvo. Sí, no era un humano normal y su fuerza podía con este accidente; sin embargo, estaba tan distraído con sus otros asuntos, que no tuvo tiempo de planear como recibir el impacto. Ahora su costado izquierdo estaba lastimado.

         Gabriel inspiró profundamente para centrarse en lo que estaba pasando, y al darse cuenta que estaba atrapado por el árbol, tuvo que hacer uso de sus poderes para liberarse del cinturón de seguridad, y tratar de salir por el lado del copiloto. Este accidente seguramente había llamado la atención, y sabía que no podía darse el lujo de esperar a que llegaran policías o ambulancias para entretenerlo. 

        Estaba a punto de salir, cuando recordó porque había terminado en esta penosa situación. Sus ojos chocolate se abrieron de golpe, e ignorando completamente el dolor en su cuerpo, Gabriel prácticamente saltó para poder salir del auto; estaba seguro que lo había esquivado, pero necesitaba ver al niño para saber si se encontraba a salvo. El nefilim no se esperaba lo que encontró.

       El pequeño estaba parado frente al auto, esperando a que él saliera. Sus ojos azules brillaban sin disimulo, y el brillo verde que emanaban de sus alas, hicieron que a Gabriel se le fuera el habla. No haberse dado cuenta de eso antes, solo demostraba lo mal que estaba llevando las cosas que ocurrían.

       -Lo lamento, pero...-. El niño extendió su mano hacia él. -No tenemos tiempo que perder...

       Gabriel retrocedió de forma inconsciente ante el gesto, y apretó los puños con fuerza a su lado mientras desviaba la mirada. La presencia que salía del ser frente a sus ojos era tan abrumadora, que le faltaba poco para arrodillarse.

       -No se supone que nos encontráramos de esta forma...-. Comentó el pequeño al notar la tensión del nefilim. -Pero de verdad, no tenemos tiempo...-. Dijo de nuevo, en un tono de disculpa. -Si no hacemos algo rápido, Daniel podría...

        La mención del nombre logro contrarrestar el efecto abrumador. Gabriel volvió enfocar sus ojos en el niño; pero en lugar de mostrar el cálido color chocolate, reflejaban un azul tan brillante como los de su acompañante. 

        -¿Quién eres?-. No importaba que tan fuerte fuera, sabía que la desventaja que tenía en ese momento era abismal. Aun así, podía intentarlo.

        El niño se detuvo ante la interrupción he hizo un gesto, el cual debido a su apariencia, solo le hizo verse como a punto de estallar en una rabieta. Sin embargo, la profundidad que reflejaban sus ojos, eran un claro reflejo de su eternidad.

      -No puedo decir mi nombre en alto. En realidad, se supone que ni siquiera debería estar aquí... pero prefiero esto a no hacer nada...-. Él balanceo un poco su mano, tratando de llamar la atención del nefilim hacia ella, para ver si por fin se decidía a tomarla. 

      Gabriel leyó la respuesta más que escucharla. Y por primera vez la rudeza de su cara desapareció, para ceder el paso a la sorpresa. No haberse dado cuenta de quién era, fue tan tonto, que su ego se fue tres metros bajo tierra.

      -Si Damon está aquí, solo era cuestión de tiempo para que aparecieras...

      Un ligero atisbo de sonrisa se mostró en sus infantiles rasgos, era imposible negar los lazos que le unían al demonio, y eso en cierta forma le causaba alegría; desafortunadamente, no era el mejor momento para hablar al respecto. Él recupero la seriedad, y avanzo decidido para tomar a Gabriel por el antebrazo; al instante un círculo del mismo color a sus alas apareció bajo sus pies, y pronto lo único que se vislumbró en ese espacio fue la estela de luz que dejaron tras de sí.

      *************************************************************

        Habían pasado un par de minutos desde que se quedaron solos, y la aparente calma que de pronto había invadido el espacio, solo hizo que Luc desconfiara más de lo que ocurría. En cuanto el nefilim salió de la casa, Violeta había limpiado sus lágrimas, y se había puesto a caminar alrededor de manera extraña; parecía un depredador planeando el ataque. Aunque lo único que hacía, era tratar de procesar la información.

         Su vida acababa de cambiar de forma tan radical, que ni siquiera estaba segura de cómo se suponía debía actuar. Ella intentaba entender lo que Gabriel le había dicho, pero era tan difícil reconocer sus propias memorias a las de él, y distinguir la información correcta, que se sentía como si la rotación de la tierra hubiese aumentado un millón de veces. Además de que no encontraba la manera de ordenar los detalles importantes, la constante pregunta respecto a que le había ocultado su amigo, le hacía más complicado el concentrarse.

        Violeta respiró profundamente, y fue hasta la cocina para tomar algo de agua; su garganta estaba tan seca, que parecía había corrido un maratón; y saber que esto no era ni la punta del iceberg solo la ponía peor. Ella se sirvió un vaso, y mientras observaba como el líquido lo comenzaba a llenar, su mente se perdió por completo en el flujo de recuerdos que la atormentaban, haciendo que su cuerpo reaccionara ante el estrés, y de forma involuntaria comenzar a temblar. 

        En cuanto Luc vio que no solo el agua se estaba derramando, sino que Violeta parecía imitar una gelatina, se acercó para quitarle las cosas que sostenía en sus manos; pero al notar la expresión de su rostro, se detuvo sin saber qué hacer. Sus ojos miraban hacia la nada, y estaba tan blanca como una hoja de papel. ¿Qué rayos le había hecho el nefilim? se preguntó con irritación, antes de decidirse a llamarla.

         Al darse cuenta que estaba tan encerrada en su propio mundo, el semidemonio caminó una vez más para intentar alcanzarla. La necesidad de hacer algo por ella surgió de forma natural en su mente.

        -No me toques...

       Su tono de voz fue algo más que amenazante. El agua había detenido su flujo, y aunque Violeta seguía temblando, ahora sus ojos parecían enfocar la realidad, y no otro lugar en el espacio. Luc se detuvo en cuanto la escucho hablar, y luego sin darse cuenta retrocedió un par de pasos.

       -No... No sé qué fue lo que te hizo el nefilim; pero necesitas controlarte...

       -Es que...yo no puedo... todo da vueltas, y es tan irreal. Que no sé cómo hacerlo....-. Violeta se giró para encararlo, y al chocar sus ojos con los negros de Luc, involuntariamente las lágrimas lucharon por salir. -Si te acercas ahora, yo podría... yo podría matarte...

         Sin embargo, las lágrimas no eran por miedo; sino por coraje. Se sentía impotente de no saber qué hacer con lo que ahora sabía, y le frustraba no ser capaz de controlar las emociones que navegaban en su cabeza sin descanso. Había tantas cosas por resolver, y ella estaba allí, temblando como una niña temerosa de la oscuridad.

        El semidemonio se sorprendió aún más de escuchar aquella aseveración como respuesta, y por difícil que resultaba tomar en consideración eso, sabía que no estaba mintiendo. 

       -¿Qué es lo más importante en este momento?-.  Soltó de pronto. 

      -¿Qué?

      -¿Qué es lo más importante en este momento? De todo lo que hay en tu cabeza, ¿Qué sería lo más importante?-. Luc inspiró profundamente, y moldeó el tono de su voz para que saliera neutral. El miedo que sintió de verla fue indescriptible, pero tenía que hacerla relajarse, o en verdad estaría en problemas. 

         Ella cerró los ojos para ver si así podía mirar mejor el laberinto de sus pensamientos, y de entre todos, el camino que más próximo estaba, era el de su hermano. ´No había nada más importante que él en ese instante.

       -Daniel...

       -Bien, entonces solo concéntrate en lo referente a él.... ignora por completo lo demás....-. En especial la parte en la que aseguraba poder matarlo; que aunque no se imaginaba cómo podría hacerlo, tampoco tenía intenciones de averiguarlo.  -Y respira profundamente para que retomes el control de tu cuerpo...

        -¿Te doy miedo Luc?-. Una sonrisa traviesa le curvó los labios, mientras respiraba más lento, intentando calmarse. Viendo como estaban las cosas, era imposible pasar por alto la ironía de que ahora fuese el semidemonio quien sintiera miedo de ella.

       -No quiero tener que enfrentarme a Damon si algo te pasa...-. Parte verdad, parte mentira

      Al escuchar el nombre, Violeta se tensiono de pies a cabeza dejando finalmente de temblar. Damon. Que pasaría ahora que sabía... Entonces un pequeño destello plateado, proveniente de la habitación contigua les hizo olvidarse del demonio. Ella sabía perfectamente de quien se trataba, y a estas alturas, tener cerca a David, era lo peor que podía pasar. 

       *************************************

        La sonrisa en los labios del joven, fue como una cachetada al ego de Arial, quien de inmediato entendió que de alguna forma, sus planes no iban a resultar tan fáciles como ella esperaba. 

        Daniel aun notaba en su cuerpo los estragos que traían consigo las terribles visiones, pero como lo que le acaban de mostrar, estaba por ocurrir, no se detuvo a meditarlo mucho sino que le permitió a sus instintos tomar el control.

       La postura altanera del guerrero experimentado, salió en su máxima expresión, y contra el pronóstico del despiadado ángel, Daniel lejos de disparar el arma, la utilizo para golpear fuertemente en la nuca de su adversario. Sus movimientos habían sido fríos y calculadores; en solo segundos logró dejar a un lado a la detective, esquivar el golpe del oficial frente a sus ojos, y mandarlo al suelo el tiempo suficiente para escapar. No era maestro en artes marciales por nada.

       -Como si me fuera a dejar vencer tan fácil...-. Explicó tratando de mostrarse confiado, aunque su cerebro emitiera señales de miedo.

        -¿Daniel?-. Susan estaba peor, y su visión ya no daba ni un diez por ciento; además de que estaban sumidos en una espantosa oscuridad. 

         -Detective, necesitamos ir a un lugar seguro, y rápido...-. Él se acercó hasta ella para volver a sujetarla, y empezó a retroceder. Ya no quedaban personas tras ellos, pero enfrente había más de las que pudiera controlar.

         Susan se sentía como en una pesadilla, su mente divagaba entre consciencia e inconsciencia; y las pocas cosas que podía percibir solo le resultaban ridículas de creer. Al no ser capaz de controlar sus pensamientos, y su cuerpo, ella decidió dejarse llevar en la imposible realidad que su cerebro creaba...

       -Las... celdas... 

       Daniel se dio un golpe mentalmente por no haberlo pensado antes, estaban en una maldita comandancia, seguro que encerrarse en una celda no era como había pensado terminar la noche, pero a estas alturas que otra opción quedaba. 

        Él comenzó a caminar tan rápido como pudo, manteniendo a LeBlanc a su lado; sabía que ella necesitaba ayuda, pero si no lograban evitar a esas personas poseídas, entonces ninguno de los dos saldría con vida. Arial por su parte, como una si fuese un titiritero experto, comenzó a estirar los hilos desde donde se encontraba, para mandar a sus marionetas tras ellos.

       Los movimientos de las personas eran torpes; los espíritus impuros que utilizaba el ángel no podían moverse con libertad en la tierra, pero no podía utilizar demonios, pues llamaría demasiado la atención. Aun así, no era fácil para Daniel avanzar sin herirlos; y por si fuera poco, la sinfonía de los cuervos había iniciado de nuevo, haciéndole sentir que su cabeza estallaría en cualquier segundo. 

         Al entrar al pasillo donde se encontraban las celdas, de las cuatro que había, solo dos de ellas estaban ocupadas, por lo tanto, encerrarse no sería un problema, el problema era en donde estaban las malditas llaves. Daniel dejo a Susan recargada sobre una de las celdas que estaba vacía, y comenzó a buscar a su alrededor, hasta que la realidad lo golpeo. El oficial contra el que había peleado primero, venía precisamente de este lugar, sin duda alguna sería el quien tendría las llaves; por lo tanto, tendría que regresar. 

         Su ritmo cardiaco se fue tres metros bajo tierra al darse cuenta de lo difícil que resultaría lograr su cometido. Daniel no entendía mucho de lo que pasaba, pero intentar comprender solo era una pérdida de tiempo; además lo más importante para él en ese momento, era mantenerse con vida, y mantenerse tranquilo, ya que las palabras de Damon habían sido claras, si perdía el control, Violeta también y todo se iría por el retrete. Honestamente en una situación así, lograr estar en paz era como pedir un árbol que diera dinero.

        El asomó un poco la cabeza por el pasillo que conducía de regreso a las oficinas, y entrecerró los ojos tratando de vislumbrar algo, cualquier cosa que le diera una pista de donde estaban las otras personas; sin embargo, sin la poca luz que le daba su celular era imposible, el lugar estaba sumido en una profunda oscuridad.

         Tratando de mantener los latidos de su corazón en calma, Daniel respiró profundamente y se preparó mental y físicamente para lo peor. Tenía una ligera idea de dónde estaba y como regresar tras sus pasos; además de que sin la carga de Susan sería más sencillo, pero no podía confiarse...

       -¿Te gustan los juegos Daniel?

       La macabra voz llego como un susurro en el viento, como si fuese el mismo aire quien le llamara. Todos sus músculos se tensaron al escucharla, y en alerta busco inútilmente a su alrededor. Por un segundo pensó en responderle, pero al hacerlo solo delataría donde se encontraba, así terminó mordiéndose la lengua, y comenzó a avanzar agachado.

       Al no recibir respuesta, Arial sonrió una vez más. El gato y el ratón. Cuanto tiempo podría mantenerse oculto el joven, si no había a donde escapar. Esa trampa había sido diseñada de tal forma, que Daniel solo saldría de allí cuando ella lo atrapara; no importaba cuanto luchara contra los poseídos, o si lograba derrotarlos a todos, mientras no rompieran la conexión de Malthus con el sello que tenía activo alrededor del edificio, para el humano era imposible salir.

         *************************************

        Una maldición escapo de los labios de Gabriel, cuando a unos metros de distancia, el torbellino de plumas negras quedó visible ante sus ojos. Ahora le quedaba perfectamente clara la parte en la que el niño le afirmaba no tenían tiempo.

      -Yo no puedo atravesarlo, ni siquiera puedo abrir una puerta para entrar, pues no sé qué clase de sello está utilizando...-. Explicó con rabia, al darse cuenta que había llegado allí para nada. -Pero tú...

        -Si lo hago mostraría mi identidad, y al revelar eso, también descubrirían quien es Damon...

      -Y el precio sobre la cabeza de Violeta solo aumentará....¡¿Entonces para qué me buscaste?!

       En ese instante le importo un cuerno saber a quién le estaba hablando de semejante manera; acababa de firmar un pacto con Violeta, y aparte de que le había prometido proteger a su hermano, él lo hacía por voluntad propia; pero todo resultó inútil al final.

        El niño apretó sus pequeños puños con impotencia, y levantó la mirada hacia el cielo, en busca de una solución menos peligrosa a la que tenía. Al no obtener respuesta, con un gesto de tristeza comenzó a hablar. 

        -Yo no puedo romper el sello, porque me delataría... pero puedo hacer algo más... es solo que no se si tú estás dispuesto a ayudar...

        El nefilim centró sus ojos en el niño, y al ver su expresión un escalofrío le recorrió el cuerpo. No fueron necesarias las palabras para ver a donde se dirigía esta conversación.

     ********************************

         La detective apoyó su mano en el frio metal, y sujetó con toda su fuerza la reja para intentar ponerse en pie. No tenía idea de cuánto había pasado desde que Daniel la dejara, y quería saber lo que ocurría; sin embargo, su cuerpo ya ni siquiera obedecía sus órdenes, pues en el instante en que quiso levantarse, la fuerza de gravedad la regresó al suelo de forma despiadada.

        Estaba a punto de intentarlo, cuando algo captó su atención. No podía ver nada, y los ruidos que escuchaban le taladraban el cerebro; pero de entre todo ese miedo que le provocaban, y la frialdad del ambiente a su alrededor, una cálida caricia le recorrió la piel de la mejilla. El sentimiento provocado por ese simple roce hizo eco en su interior, logrando exorcizar por un instante el terror que la embargaba. 

       -¿Quién está allí?-. Preguntó confundida, entre susurros

       La respuesta le llegó a través de un punzante dolor en su pecho. Fue tan inesperado, que un grito se liberó de sus labios haciendo que Daniel se detuviera en su camino.

        Él dio vuelta para regresar a ver lo que le ocurría a Susan, pero entre la euforia de escapar, y haberla dejado, no prestó demasiada atención a su alrededor, chocando contra unas cosas que habían caído al suelo por el terremoto, delatando así donde se encontraba. Antes de que pudiera moverse, ya estaba rodeado.

        Su cuerpo intentaba seguir el ritmo de los ataques, y aunque logro evitar algunos, la mayoría impactaba con fuerza sobre su piel. Aunque no podían culparlo, la situación estaba fuera de control; estaba peleando en medio de una absurda oscuridad, con personas poseídas. Le gustara o no, su parte racional le impedía intentar matarlos o herirlos de gravedad, aunque con esa decisión era él quien llevaba las de perder. 

       Y así, en medio de la pelea clandestina, pese a que sus esfuerzos eran épicos, un inesperado agarre detuvo sus movimientos. Daniel intentó liberarse como lo había estado haciendo, pero la fuerza de quien lo sostenía era incomparable a la de los demás sujetos; tanto, que incluso le cortaba la respiración. Entonces todo se detuvo, un certero golpe asestó contra su cara y la inconciencia llegó de forma irremediable. 

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Soy historias cortas y diferentes.