-¿Estás seguro de esto?- pregunto Sirius una vez más, sentándose en uno de los sofás de la casa de su madre, Walburga Black.
Terrible mujer.
-Cada día que pasa intento recordar algo, me aferro a un par de fotos viejas que no dicen nada más, he intentado hablar con el profesor Snape pero ha preferido encargar la suficiente cantidad de tareas como para que tenga tiempo de preguntarle. A veces una foto no es suficiente, lo miro y solo veo desconocidos, quiero conocerlos.
Después del incidente en la casa de los gritos y que finalmente Sirius fuera perdonado e incorporado a la vida normal nuevamente, tuvo tiempo de darle el regalo más valiosos que alguna vez recibió.
Debajo de todos aquellos harapos viejos, guardaba dos fotos como su mayor pertenencia. 14 años en los que apreciaba las fotos y se despreciaba por no haber podido hacer nada. 14 años desde que obtuvo la verdadera felicidad.
En una de las fotos estaban 8 personas posando frente a la cámara, merodeadores e inefables. Las chicas se encontraban sentadas sobre una de las mesas del gran comedor mientras los merodeadores lo hacían en las sillas.
La imagen mostraba como Sirius colocaba de manera divertida cuernos a Remus y Peter, quienes sonreían tímidamente a la cámara. Cordelia junto a Holly realizaban muecas graciosas mientras Lucinda ponía los ojos en blanco. Lo que más destaca en la imagen eran James y Elibeth, ella rodeaba los hombros de James con sus brazos formando un abrazo mirando fijamente a la cámara sonriendo abiertamente mientras esté la miraba de reojo sonriendo.
Ellos eran una familia. Y ahora esa familia estaba rota.
La segunda foto, siempre le daba ganas de llorar. Era a principios de su último año en Hogwarts, era similar a la foto que Hagrid le obsequio en sus primeros años de amistad, pero esta no tenía el hechizo de Dumbledore. Elibeth y James se encontraban bailando lo que parecía ser rock & roll, movían sus brazos y caderas de manera sincronizada y el movimiento de la foto terminaba con ella riendo a carcajadas bajo la atenta mirada de James.
Ellos eran sus amigos, si alguien merecía la felicidad eran ellos. Dos genuinas almas que estaban destinadas a estar juntas.
Voldemort les había arrebatado todo, y no conforme, ahora luchaba por arrebatarle todo al hijo de ellos.
-¿Por dónde empiezo?- subió ambas piernas sobre la mesa principal de aquella enorme habitación, estaba seguro de que su madre se estaba revolcando en el infierno por arruinar la maravillosamente cara madera con la que fue construida.
-¿Qué tal por el inicio?- se sentó emocionado, finalmente después 15 años. Sabría su verdadero origen.
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¡
Holi Holi, Gente Bella!
Queria compartirles otra parte del prólogo que dará inicio a esta bella historia.
Esperen el próximo capitulo en el transcurso del día.
Los amo ✌
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