Por fin he logrado colocar toda mi ropa en el diminuto armario. Esta habitación es considerablemente más pequeña que la anterior y tengo claro que no va a haber espacio suficiente para todos mis discos y libros.
Me tumbo en el suelo, que es de madera, y observo el techo. Echo de menos mi suave moqueta y mi lámpara con forma de luna. Mi madre me ha prometido que la colgará en cuanto tenga un rato libre, pero las dos sabemos que al final la acabará colgando mi padre.
Después de cenar una pizza que estaba a punto de caducar, mis padres se han marchado a la tienda para hacer inventario. Ahora la tienen a tan solo diez minutos andando en comparación con la larga media hora de la otra casa. El único punto positivo.
Como ya es tarde me pongo mi pijama favorito, el de Garfield, para intentar sentirme como en casa. No puedo escribir porque le dejé la libreta a Jeremy para que leyera mis avances, así que cojo uno de los libros que me han mandado leer en el instituto y me tumbo en el sofá.
—¿Quién es? —pregunto tras escuchar el timbre.
Nadie responde, así que me levanto y me acerco a la puerta. Vuelven a llamar, esta vez golpeando.
—Te dije que vendría y aquí estoy, preciosa. —Es lo primero que dice Mason nada más verme—. ¿Qué haces en pijama?
Le cierro la puerta en las narices y camino de nuevo hasta el sofá. No pienso dejar que me arruine la noche de lectura, eso es sagrado, aunque sea para un trabajo de clase.
Llama otra vez.
—¡Lárgate! —grito.
—Si no abres, tendré que contarle a tu madre lo que pasó con la clase de repaso.
Cierro el libro con odio y me levanto tan enfadada que casi me tropiezo con una de mis zapatillas.
—¿Qué quieres? —pregunto en el tono más borde posible.
Lleva una chaqueta de cuero y unos pantalones ajustados.
—Llevarte a un sitio —dice para luego cogerme de la mano y sacarme de casa. Me intento separar de él, pero tira de mí con tanta fuerza que no soy capaz de detenerle. Llegamos a su moto y me ofrece un casco.
—No voy a ir a ningún sitio contigo.
—Ven y nuestra deuda queda saldada —responde señalándose el ojo que le golpeé. Ya apenas se nota el moratón.
Me quedo mirándole, dudando si hacerle caso y acabar con toda esta tontería o marcharme a casa y volverle a cerrar la puerta en la cara.
—Déjame coger las zapatillas —resoplo y echo a caminar.
Mason no me sigue, pero sé que me observa con atención. Me pongo las botas rojas y cojo la chaqueta que tengo colgada en el perchero de la entrada. No me hace ni pizca de gracia volverme a subir a una moto con él, pero intento no pensar en el incidente del pasado. Me coloco el casco y él me mira con diversión.
—No te doy más de media hora.
—Suficiente.
Me subo detrás de él, sujetándome a su chaqueta, y arranca al instante. Nunca me gustó que fuera tan rápido, así que le grito para que disminuya la velocidad. Sorprendentemente, me hace caso.
Nos detenemos cuando llegamos a un descampado a las afueras de la ciudad. Entonces se quita el casco y se baja de la moto.
—¿No te lo vas a quitar?
Miro el reloj de mi muñeca y desvío la mirada hacia él.
—Tienes veinte minutos.
Suspira y se acerca otra vez a mí.
—Te fuiste sin que te pudiera explicar lo que ocurrió.
—No quiero hablar del tema, Mason.
Frunce el ceño y se mete la mano en el bolsillo. Ya no veo diversión en su mirada.
—Te quería devolver la pulsera.
Se me hace un nudo en la garganta al verla y extiendo la mano para cogerla. Esa pulsera me la regaló mi abuela y se me perdió aquella horrible noche. Pensé que no la volvería a ver jamás. No obstante, no dejo que se dé cuenta de mi emoción. En vez de dármela, me la pone y siento como si nunca la hubiese dejado de llevar puesta.
—¿Puedo explicarte lo que pasó?
Tardo unos segundos en reaccionar, pero al final alzo la vista y me encuentro con sus ojos verdes iluminados por la luz de la luna. Le odio por tenerlos tan bonitos.
—Quiero irme a casa —replico, volviéndome a colocar en el asiento.
—Reese...
—No hay nada de qué hablar, Mason. Llévame a casa —respondo con dureza y, cuando se sienta frente a mí, noto cómo la tensión casi traspasa la ropa.
Me da igual. Me da absolutamente igual lo que me tenga que decir. Nada de lo que me dijera haría que cambiase mi opinión sobre él. Ahora solo quiero que desaparezca de mi vida para que todo siga igual de bien que antes.
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—¿Lo tienes todo? —me pregunta Laura y yo asiento con convicción. Lo que vamos a hacer no está bien, pero todo será por una buena causa.
Kai nos da la bolsa que ha traído y se marcha corriendo. Riley está vigilando que no se acerque nadie y Jeremy, para su desgracia, está cumpliendo el castigo que le puso la directora por haber pegado a Mitchell.
No puedo evitar reírme a medida que voy pintando. Nunca se me ha dado bien el arte, pero está quedando genial.
—Está de lujo —le digo a Laura, que está emocionada moviendo el pincel de un lado a otro.
—¿Se dará cuenta de quién ha sido?
—Es demasiado evidente —confieso entre risas y vemos a lo lejos como Riley nos hace una señal de aviso. Damos el último toque a nuestra gran obra maestra y corremos hacia la parte trasera del instituto.
Los miércoles salimos antes porque no necesitamos ir a clase de refuerzo. Por eso hemos aprovechado para darle su merecido a Mitchell. Cuando el timbre suena, mucha gente empieza a salir a la vez. Riley corre a nuestro lado y se queda observando cómo algunos compañeros se detienen al ver que el coche negro de Mitchell ahora tiene toques de blanco.
No tenemos que esperar mucho para que el show empiece. Mitchell sale junto a Kirsten. Al parecer, han hecho oficial su noviazgo. A mí me jodería empezar con alguien después de haberle puesto los cuernos a mi anterior novio. Es de ser mala persona.
Nada más ver el coche, suelta la mano de Kirsten y sale corriendo hacia él. Escuchamos sus gritos maldiciendo a todo el que estuviera alrededor mientras intenta hacer desaparecer la pintura.
La palabra «traidor» adorna el capó, mientras que la palabra «cornudo» está en el lateral de la puerta del piloto. En cambio, por el otro lado hay una representación un poco abstracta de un cerdo.
—Te lo mereces —dice Riley con rabia, y nosotras asentimos.
Jeremy se une a nosotras justo cuando Mitchell se da cuenta de que no puede quitar la pintura y empieza a gritar aún más fuerte. Nada más meterse en el coche, una bomba de pintura en polvo estalla en su cara, tiñéndole de azul como si se tratara de un pitufo. Es pintura que suelen utilizar para festivales de música. El padre de Kai organiza ese tipo de eventos y nos facilitó un par de botes.
No podemos parar de reír.
Es en ese momento cuando nos ve y echa a correr hacia nosotros. Veo a Laura huir hacia el instituto, pero no me da tiempo a cruzar de nuevo la carretera porque hay muchos coches. Me dirijo hacia el parque que hay cerca y me escondo tras un arbusto para observar.
Alguien me golpea el hombro, haciéndome que caiga contra el césped.
—Jer, ten más cuidado —refunfuño al incorporarme y le doy una patada floja.
Me hace creer que le he hecho daño y tira de mi pierna para intentar acercarme a él.
—Cállate, que le he visto cerca —dice, tapándome la boca con la mano. Me quedo mirándole sin moverme y él me observa con atención.
De repente se empieza a reír a carcajadas y le empujo indignada.
—Idiota, me lo he creído.
—Lo sé. —Continúa riendo, lo que me enerva aún más. Alzo la mano para darle otro empujón, pero la atrapa antes de que pueda lograr mi cometido. Entonces se queda mirando mi muñeca—. Tienes la pulsera.
—Sí —asiento lentamente y él se aparta de mí. Con la otra mano froto la pulsera de tela que tengo justo al lado de la otra, la que me hizo él cuando fuimos de pequeños al taller de manualidades—. Mason me la devolvió.
—¿Os visteis anoche?
Vuelvo a asentir, pero eso lo empeora aún más. Se levanta fingiendo que todo va bien y se sacude los pantalones. Sé que no está bien. Sé que está disgustado. Y yo en cierto modo también lo estoy. Los dos sabemos lo que aquella pulsera significa, a pesar de ser un recuerdo familiar, y lo que supuso el verano pasado. El hecho de tenerla puesta de nuevo hace que reste importancia a lo que nuestra amistad significa para mí.
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¿Qué tal vuestra semana? ¿Y qué os está pareciendo la novela?
Me encantaría saber lo que pensáis :)
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¡Nos leemosss! ❤