Entre Bandas

By mariamelaine

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Dos bandas, delitos, pasión y dolor. Una mezcla explosiva que te hará vibrar de emoción. Sigue a estos jóvene... More

Entre Bandas
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35

Capítulo 17

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By mariamelaine

Evelyn descansó un poco después de preparar todas sus cosas, se encontraría por la mañana con Danger e irían a su casa. Bajó la maleta hasta la puerta de entrada para luego ir a desayunar donde se encontró a su madre.

— Buenos días, hija... llegaste un poco tarde anoche ¿no?

— Sí, uno de mis amigos ganó una pelea de gallos y fuimos a celebrarlo.

— Eso está bien pero ya sabes cómo están las cosas...— murmuró la mujer preocupada cuando se oyeron pasos por la escalera.

— No me importa, hoy me voy de casa.

— ¿Que te vas de casa?

— ¡María!— se oyó gritar. La mujer miró hacia la puerta— ¿qué son esas maletas en la entrada? ¿Es que piensas abandonarme?

— Son mías— dijo Evelyn— me marcho de casa.

— ¿Que te marchas de casa?— el hombre apareció al poco tiempo allí— ¿con todo lo que te hemos dado? Menuda forma de despreciarnos.

— Tú me has despreciado a mí y lo único que me has dado han sido golpes y más golpes.

— ¿Cómo te atreves?— alzó el reverso de la mano el hombre.

— ¡No, cariño!— trató de detenerlo la mujer.

— Déjalo que me pegue, será el último bofetón que me dará— dijo la joven mirando a su padre.

— Eso si sales con vida de aquí, ¡maldita sea!— la empujó contra la mesa de la cocina y también apartó a su mujer a otro lado. La joven jadeó al golpear su vientre contra la mesa. El hombre no se detuvo ahí sino que la cogió por los pelos y tiró de ella— ¡no eres más que una vergüenza para esta familia!

— ¡Suéltame!— gritó Evelyn pero el hombre no obedeció sino que le golpeó el rostro y la volvió a empujar aunque esta vez contra el suelo dispuesto a meterle patadas sin cesar.

— ¡No, por favor!— gritaba la mujer tratando de apartarlo.

— ¡No te metas en esto!— la empujó contra el marco de la puerta para seguir con lo que había dispuesto— ¡vas a aprender que a mí no se me desafía!

Entonces comenzó a pegarle patadas por todo el cuerpo, sobretodo en el vientre. En una de esas con el impulso llegó a mandarle la cabeza contra el rodapié y la dejó completamente inconsciente. La mujer lloraba arrinconada.

Alguien tocó en la puerta.

— ¿Quién coño es ahora?— exclamó el hombre— vete a abrir pero ni se te ocurra abrir el pico o las mato a las dos— amenazó a su mujer.

La mujer asintió y corrió a abrir la puerta. Rihanne esperaba impaciente detrás, había estado toda la noche por fuera de su casa y necesitaba hablar con alguien de confianza. Cuando la madre de Evelyn abrió la puerta, ambas se miraron. Los ojos de la mujer la delataban y la joven se preocupó.

— ¿Está Evelyn?— preguntó.

La mujer comenzó a llorar de nuevo.

— ¿Qué pasa?— se alarmó Rihanne— ¿dónde está?

— En... en... en la...

— ¿Dentro?— preguntó Rihanne y en cuanto la mujer asintió empujó la puerta— ¡Evelyn! ¡Evelyn!— corrió hacia la cocina donde la encontró tirada en el suelo y al padre al lado.

— ¡Maldito patán!— exclamó cogiendo el móvil aprisa para marcar el número de emergencias y pidió una ambulancia.

— ¿Cómo se te ha ocurrido hablar?— miró a su mujer indignado al verla aparecer. El hombre le quiso arrancar el móvil a Rihanne pero esta le impidió alcanzarlo.

— Le aseguro que si me toca un pelo no dudaré en denunciarle, no como su hija que bastante ha aguantado ya sus abusos.

De repente el móvil de Evelyn comenzó a sonar. Rihanne se acercó a su amiga sin dejar de mirar al hombre para coger el móvil. Este parecía frustrado y al poco salió de allí, sabiendo que esta vez estaba entre la espada y la pared. La joven cogió la llamada.

— ¿Sí?

— ¿Rihanne? ¿Qué haces con el móvil de Evelyn?

— Oh, Danger, no te lo vas a creer...— murmuró Rihanne— ha sucedido lo que temíamos.

Le tomó el pulso a su amiga tratando de mantenerse tranquila, en la cabeza tenía una brecha que sangraba bastante.

— ¿Qué ha pasado?— preguntó Danger, preocupado, temiéndose lo peor.

— Su padre... tienes que venir enseguida...— temblaba la joven buscando un paño para taponar la herida— he llamado a una ambulancia.

— Voy para allá— dijo el chico antes de colgar. La madre de Evelyn le tendió un paño a la joven al darse cuenta de lo que buscaba y al momento se oyeron las sirenas de la ambulancia— no entiendo cómo he podido dejar que pase esto...— miró Rihanne con reproche a la mujer.

La mujer bajó la mirada avergonzada. Entonces alguien cogió el brazo de la joven.

— Rihanne...

— ¡Evelyn!— exclamó Rihanne cogiéndole la mano— tranquila, no dejaré que te haga más daño.

— Danger... llámalo... por favor...

— Ya ha llamado él, viene para acá— Evelyn sonrió levemente y se le cerraron los ojos— no, Evelyn, por favor...— la zarandeó un poco su amiga pero no reaccionaba. Apurada se incorporó dejando a la madre de la joven taponando la herida para avisar a la ambulancia qué casa era.

Al instante, entraron los sanitarios con una camilla y unos maletines. Colocaron a la joven tras hacer una comprobación de su estado en la camilla y se dispusieron a salir cuando Danger llegó. Cuando vio a la joven en la camilla, se acercó a ella.

— Evelyn, Evelyn...— le cogió la mano y siguió a los sanitarios— ¿se pondrá bien?

— Bueno, por lo que hemos comprobado tiene una pequeña hemorragia interna y es posible que haya sido por el bazo. Quizás haya que operarla.

— Joder, joder...— murmuraba Danger cuando Rihanne lo agarró para que dejara trabajar a los de la ambulancia y pudieran subir a Evelyn sin dificultad al vehículo.

— Se pondrá bien, Danger, se pondrá bien...— aunque no lo decía del todo convencida— hay que avisar a los demás.

— Hazlo tú porque yo me voy con ella al hospital, no tenía que haberla dejado sola— se culpaba el chico pasándose la mano por el pelo, frustrado.

La joven asintió y sacó su móvil del bolsillo para comenzar a llamar al resto del grupo. Luego cogió un taxi para ir directa al hospital tras la ambulancia donde Danger y la madre de Evelyn acompañando a la chica.

Sindy llevaba cerca de una hora esperando delante de la puerta de la casa de Ami pero por más que la llamaba, nadie contestaba. Al parecer su amiga no se hallaba allí y en caso de que estuviera no quería abrirle por nada del mundo. También la había llamado al móvil y le había enviado mensajes pero no había forma de dar con ella después de lo sucedido.

Entonces decidió ir a ver a Hayden para hablar con él del tema ya que la noche anterior poco había podido hacer estando las cosas tan en caliente. Se dirigió a la nave y al llegar tocó en la puerta.

— ¿Quién es?— se oyó gritar desde dentro.

— Soy Sindy— dijo la joven— abre por favor.

— No quiero saber nada de nadie.

Sindy apoyó la frente en la puerta.

— Te lo suplico, Hayden, abre la puerta, tenemos que hablar con Ami.

— ¿Y cómo? Ella no quiere saber nada de mí, no he parado de llamarla y ni contesta.

— A mí tampoco pero tenemos que solucionarlo, cree que la hemos traicionado.

— Por eso no quiero que me vean contigo como comprenderás— la joven cayó de rodillas al suelo sintiendo un dolor indescriptible— no te lo tomes a mal.

— Voy a perder a mi mejor amiga, Hayden, la única que he tenido en mucho tiempo.

— Y yo a mi novia, quieras que no, jode y no entiendo a qué vino todo aquello.

— Cree que la estamos traicionando, por eso tenemos que hablar con ella.

Hayden abrió la puerta.

— ¿Y cómo pretendes conseguirlo?

La joven lo miró desde abajo.

— Sólo se me ocurre contarle toda la verdad.

— ¿Y cuál es tu verdad? Porque la mía es más visible, no he estado con nadie más que con ella— le tendió la mano a la joven.

— Lo que estuvimos hablando anoche, esa es la verdad.

El rostro del chico se ensombreció.

— Tú no tenías que haber hurgado donde no te llamaba.

— Me preocupo por ti... encontré ese papel de casualidad.

— Es que no tienes por qué meterte en mi vida.

La joven bajó la mirada.

— Quizás no haya sido buena idea venir, lo siento, no volveré a molestarte, buscaré una solución yo sola— dijo la joven girándose.

— Quieras que no, este problema ahora es de los dos— la detuvo él agarrándola del hombro— pero sin soltar prenda de lo que sabes, se podrá solucionar.

— Te incomoda mi presencia, además la solución es contar la verdad.

— Me molesta que Ami crea todo eso y si lo cree por algo será— la miró directamente a los ojos.

— Debiste haber dejado que me desmayara aquel día... desde ese momento, ella comenzó a pensar cosas raras.

— Si sabías que las pensaba ¿por qué no dijiste nada?

— Porque en ese momento no pensé que fuesen celos, anoche me di cuenta de que sí.

— No sé, no sé... si sois tan amigas debías de saberlo desde antes— echó a caminar él hacia el interior de la nave— y no lo entiendo, tía, sospechabas y aún así te apareces por aquí sola, así sin más. Da que pensar, ¿no crees?

— No me abre la puerta. ¡Joder!— exclamó la joven comenzando a llorar— con todo lo que tengo encima y ahora me pasa esto...

— ¡No eres la única que está hasta los huevos de la vida, créeme!— espetó él. Sindy se cubrió el rostro, sollozando. Hayden la observó y luego meneó la cabeza, todavía seguía enojado por lo sucedido y es que nunca le salía nada derecho al parecer— mira, mejor dejemos de complicar las cosas, Ami tendrá que aparecer lo quiera o no y para entonces se hablarán las cosas. Mientras, no te ralles, ya que no hay por qué hacerlo, no somos los culpables ¿verdad? ¿O sí?

La estudió él, desde la noche anterior le había estado dando vueltas a todo y claro estaba que Ami no podía estarse imaginando cosas, ella por nada no llegaría a esa conclusión y todo apuntaba a que posiblemente pudieran estarle ocultando algo pero que tenía la mente muy limpia así que podría ser que...

— Esperaremos entonces— dijo Sindy afligida— no quiero perder a mi amiga. Si aparece por aquí ¿me avisarás?

Él asintió, entonces ella se giró y salió de la nave.

JK subió corriendo las escaleras que llevaban al piso de Marius, todavía flipaba con la noticia que le había dado Rihanne. Al llegar arriba, tocó en la puerta con fuerza.

— ¡Marius, tío! ¿Estás por ahí?— exclamó.

— ¡Ya voy!— se oyó desde dentro. Se oyó el ruido de los muelles del colchón y luego se abrió la puerta.

— Joder, tío, ¿todavía durmiendo? No sabes lo que me acaba de contar Rihanne— se quedó mirando detrás de su colega al oír de nuevo los muelles de la cama.

— ¿Qué pasó?— preguntó Marius bostezando.

— ¿Es que no estás solo?— se flipó JK al ver la melena de una joven— eso explica que te marcharas pronto anoche, ¿no decías que lo de traerte las gatitas a casa ya era cosa seria como para dejarse llevar por ello?

— JK...— dijo Marius cerrando un poco la puerta— ¿qué fue lo que pasó?

— Está bien, está bien, no me meto... se trata de Evelyn— su expresión se tornó seria— está de camino al hospital, su padre le ha dado una bien buena.

— ¿Qué?— preguntó Marius abriendo los ojos desmesuradamente— ¡joder!— maldijo.

— Lo que oyes, tío, yo tengo que ir ahora a trabajar así que me pasaré más tarde, solo vine a avisarte. Me las piro pues y siento haberte cortado el rollo— le picó un ojo dándole una palmada en el brazo antes de empezar a bajar las escaleras.

Marius entró rápidamente en la casa para cambiarse de ropa.

— ¿Y esas prisas?— se extrañó Ami— Era uno de tus colegas ¿no?

— Sí, vino a decirme que una de mis amigas va hacia el hospital.

Ami dejó de peinarse el pelo con las manos.

— ¿Qué le ha pasado?

— Su padre... le ha dado una brutal paliza.

— Vaya...— la joven bajó la mirada pensativa. ¿Sería esa la única oportunidad que tendría para estar con él así? Había estado pensando durante casi toda la noche hasta que concilió el sueño y estaba con su banda por encima de todo, eran sus amigos por mucho despegue que hubiera y que Marius la tratara bien, no cambiaba nada. Eran polos opuestos como sus grupos.

— Debo ir al hospital— dijo el chico poniéndose una camiseta limpia. Ella asintió.

— Yo será mejor que también me cambie.

— Puedes quedarte el tiempo que haga falta hasta que se seque bien la ropa— dijo él.

— Gracias— le sonrió levemente.

Marius cogió las llaves de la moto y se puso una cazadora.

— ¿Sabes conducir?— se extrañó ella, nunca lo había visto en ningún vehículo.

— Lo máximo que sé conducir es una moto, que es lo que tengo. No tengo dinero para sacarme el carné de conducir.

— Bueno, algo es algo.

— Sí, mientras me lleve a donde quiero... bueno, me voy ya.

— Bien... espero que no sea nada grave lo de tu amiga.

— Gracias— dijo él antes de salir. Ella se quedó observando la puerta cerrada, se sentía vacía. La traición que sufrió la noche anterior volvió con más fuerza. ¿Qué iba a hacer ahora? No quería preocupar a su madre y también debía ir a trabajar en algunas horas, necesitaba hablar con alguien de confianza, alguien más cercano a su problema.

Quizás hablando con Viola y Hayley podría sacar el dolor que tenía, ellas también eran sus amigas aunque a veces no lo demostraran. Al momento se incorporó y cogió su ropa para cambiarse, aún estaba algo húmedo pero pasaría por su casa a cambiarse para salir directa de casa de sus amigas al trabajo.

Tras cambiarse, miró la cama donde había pasado la noche. Luego salió de allí. Una hora después estaba ante la puerta de la casa de Viola, dudando si podría estar allí alguien ya que era día de trabajo. Acercó su mano a la puerta pero se detuvo antes de tocar. ¿Podría contarles todo lo de esa noche? No sabía cómo podían reaccionar, incluso ella misma estaba confusa. Entonces, sin pensárselo más, tocó en la puerta. Esperó un momento y luego oyó la voz de Hayley.

— ¡Ya voy!— entonces la puerta se abrió— ¿Ami?

— Hola...— susurró la joven— espero no molestar, necesito hablar...

— Claro, pasa, pasa.

Ella entró y ambas fueron al salón.

— ¿Viola está trabajando?— preguntó Ami antes de sentarse al no verla.

— No, ella tiene el día libre pero fue a hablar con Héctor.

— Vaya, veo que ha recapacitado, la verdad que su comportamiento impactó a todo el grupo.

— Sí, la verdad que sí.

— ¿Qué crees que le pasa?— retrasaba el asunto Ami.

— Yo sinceramente creo que a Viola le gusta Héctor y estaba celosa de Tatiana.

— ¿Que le gusta?— se sorprendió Ami— pero si siempre lo ha odiado, diría que sólo lo soportaba por la banda.

— Lo odia porque cree que él no se fijaría en ella. De todas formas son suposiciones mías.

— Sí bueno...— Ami se retorcía las manos en el regazo— ¿qué piensas de lo que pasó anoche?

— ¿La verdad? No lo sé, no entendía nada.

— Llevo tiempo viendo cosas, Hayley, y le he estado dando muchas vueltas, no sé si lo que hice fue correcto pero ya estaba harta de ver a Sindy junto a Hayden cuando yo no me encuentro delante. ¿A ti no te darían sospechas?

— Es posible pero antes me aseguraría.

— Sindy jamás me contaría nada pero no puede negar cómo lo mira...— murmuró Ami recordando las veces que la había pillado.

— ¿Cuánto hace que te diste cuenta de todo eso?

— Lo llevo pensando de forma seria desde que los vi juntos cuando ella se desmayó en sus brazos, sin embargo... pensando después he ido atando cabos y si ella le quiere, explicaría muchas cosas.

— ¿Qué clase de cosas?

— Antes de que la presentara a la banda me volvía loca con un muchacho, yo nunca lo llegué a ver pero cuando le presenté a Hayden pareció llevarse una gran sorpresa y desde entonces ya no me hablaba de ningún chico, decía que prefería estar sola que seguir soñando. Jamás lo entendí entonces.

— ¿Crees que ese muchacho sería Hayden?

Ami se encogió de hombros.

— Posiblemente, desde la vez en que se desmayó ante Hayden apenas tiene contacto conmigo y muchas veces habla de él, como ayer mismo. Me preguntó que si sabía algo de su pasado y no sé por qué, ni siquiera se ha preocupado por los cambios que están sucediéndose en mi vida. Parece como si ya no fuéramos amigas.

— Quizás deberías hablar con ella y aclarar las cosas.

— ¿Tú me contarías la verdad si estuvieras enamorada de mi novio en su situación?

— Ayer intentó detenerte para explicarte las cosas, supongo que ella a lo mejor te lo contaría.

— O quizás no... ya veré qué hago— se incorporó Ami— gracias por escucharme.

— De nada— sonrió Hayley.

Ami se despidió entonces para ir al trabajo.

Marius entró rápidamente en el hospital y se dirigió a la sala de espera donde ya estaban sus amigos.

— Marius, menos mal...— Rihanne se incorporó y fue a su encuentro— no sabemos nada del estado de Evelyn, nadie nos quiere informar y no hay quien calme a Danger, Roger lo ha estado intentando pero no deja de maldecir y se puede meter tortazos a todo lo que encuentra.

El chico asintió y se acercó hasta Danger.

— Eh, amigo.

— ¡Marius, maldita sea!— exclamó el chico apoyado en la pared— es todo por mi culpa, seguí tu consejo y le dije que se viniera conmigo y mira, ¡joder, mira!

— Entonces no es culpa tuya, Danger, sería culpa mía porque te lo dije...

— ¡No! Yo quería que ella lo hiciera, yo quería ayudarla...— se llevó las manos al rostro, enojado.

— ¿Los médicos no han salido aún?— preguntó el chico. Danger negó con la cabeza.

— ¡Joder!— le dio con el talón en la pared— lo mato, Marius, te juro que lo mato.

— ¡No digas eso! ¿Quieres que te metan en la cárcel? ¿Quién cuidará de ella entonces?

— ¿Y si no sale de esta?— rebatió.

— Va a salir, ten fe— dijo Marius.

— La justicia se ocupará de ese cabrón— dijo Roger.

— Eso si lo encuentran porque si no, lo haré yo— aseguró Danger.

— Lo mejor será que vayas con Roger a tomarte un té o algo, estás muy nervioso— dijo Marius.

— No quiero irme de aquí— entonces salió un médico de la sala donde habían metido a Evelyn.

Las chicas que estaban sentadas junto a la madre de la joven se incorporaron enseguida.

— ¿Familiares de Evelyn Rivero?

— Yo... yo soy la madre— tartamudeó la mujer con lo nerviosa que estaba.

— Y nosotros sus amigos— se metió Rihanne todavía rencorosa con la mujer. No entendía como una madre podía permitir que le hiciera eso a su hija aunque claro, ella no estaba en su situación muy diferente.

— Bueno, después de unas pruebas que realizamos en el momento que llegó, hemos tenido que intervenirle quirúrgicamente.

— ¿La han operado?— se sorprendió la madre.

— ¿Se pondrá bien?— intervino Danger.

— Hemos tenido que extirparle un trozo del bazo que estaba destrozado y para saber si se pondrá bien tendremos que esperar a que despierte porque el golpe de la cabeza ha hecho que aún no recupere el conocimiento.

— ¿Podríamos verla?— preguntó Danitza que al enterarse y saber que Owen no podía ir por su nuevo trabajo junto a JK, había acudido dejando de lado sus clases.

— Desde que la trasladen a la habitación, les aviso.

Dicho eso, el médico se retiró y todo el grupo se miró entre sí.

Viola había ido a hablar con Héctor, sabía más o menos donde vivía aunque nunca había ido, así que temía equivocarse. Por el camino le daba vueltas a lo que diría, estaba realmente nerviosa, deseando poder echarse atrás.

Cuando llegó al barrio donde él vivía, lo vio dirigirse a una casa. Indecisa lo llamó pero él no parecía escucharla y lo perdió en el interior de la vivienda. Se mordió el labio inferior y lentamente se acercó a la puerta.

Alzó la mano e hizo amago de tocar un par de veces hasta que lo hizo y al ver que no abrían directamente se dio la vuelta para alejarse, queriendo huir de allí lo antes posible.

— ¿Viola?— se oyó detrás de ella.

La voz la hizo girarse inmediatamente.

— ¿Tatiana?

— ¿Qué haces aquí?— preguntó desafiante.

— Pensaba que aquí vivía Héctor...— murmuró Viola bajando la mirada.

— Es obvio que no— dijo Tatiana cruzándose de brazos.

— Creo haberle visto entrar aquí— se atrevió a alzar la mirada, después de todo no había hecho nada malo.

— Cierto, entró aquí para traerme un regalo...— dijo Tatiana sonriendo con malicia— ¿quieres saber qué es?

— Sólo quería hablar con él.

— Pues lo siento, no voy a dejar que mi prometido hable contigo.

Viola entrecerró los ojos, ¿qué le importaba eso a ella?

— Tu prometido tiene derecho a decidir, sólo quiero disculparme por lo del otro día.

— De acuerdo... le avisaré— dijo con la cabeza bien alta.

Viola esperó mirándose las manos, lo quisiera o no, ya no había vuelta atrás pero ¿por qué se sentía peor que antes?

Al momento salió Héctor que la miró fijamente sin decir nada por unos instantes, luego con voz apagada, dijo:

— Hola, Viola...

Ella alzó la mirada y tomó aire antes de hablar.

— Vengo a pedirte perdón, no tenía que haberme comportado como lo hice y todos queremos que vuelvas a la banda.

— Todos no quieren que vuelva. Tú no quieres.

Viola miró a otro lado.

— Eso da igual, la banda somos todos y no soy yo quien decide.

— Te obligaron a venir ¿verdad?

— Tenía que disculparme— objetó ella.

— Lo haces por obligación, Viola, si tienes que disculparte me gustaría que fuera de corazón. De todas formas aunque quiera volver a la banda, me es imposible, ahora soy un hombre responsable que está aprendiendo cómo llevar el negocia familiar y con una boda cerca.

Ella lo miró a los ojos un instante y su mirada reveló reproche incluso tristeza pero no quería que él viera lo que le pasaba por la cabeza así que volvió a bajarla.

— Como quieras y... felicidades entonces— retrocedió antes de girarse.

— Gracias...— susurró el chico mirándola fijamente con dolor.

La joven se alejó abrazándose a sí misma para no venirse abajo, sentía como si la hubieran atravesado con un cuchillo sin piedad y bien que lo tenía merecido por llegar a creer en imposibles.

Héctor la vio marchar y cerró los puños aguantando las ganas de ir tras ella.

— Cariño, ¿todo bien?— apareció Tatiana a sus espaldas buscando con la mirada a la otra joven y sonriendo al ver que se había marchado.

— Sí, todo bien— dijo Héctor entrando sin mirarla.


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