Desde pequeño le pregunto al mundo el porque me ha hecho de esta forma.
¿Merezco ser el blanco donde todos vacíen sus flechas?
El odio y el desdén me persiguen a cada parte que voy.
Y no soy un roble de tronco fuerte capaz de soportar los más crueles temporales.
Soy un árbol diminuto y frágil, capaz de ser arrancado de cuajo por cualquier mínima brisa.
He buscado con desesperación un lugar seguro mi vida entera. Pero no existe.
Cada paso que doy, es señalado con el más puro odio. De aquellos que me utilizan como payaso para animar su circo.
Desearía poder fabricarme un traje de persona normal.
Sonreír a todos, ser capaz de contener mis particularidades atascadas en mi garganta y parar este constante sufrimiento.
Desearía dejar de ver con tentación el montón de antidepresivos que descansan sobre mi mueble como si fuera una forma rápida y efectiva de huir.
Desearía crear una pequeña cajita en la cual esconderme de los otros.
Deseo tantas cosas y obtengo tan pocas.
Mi único mecanismo para lidiar con mi existencia es ahogarme en llanto hasta dificultarme el respirar.
Cada noche de mi vida le pido a la nada que me quite estas cargas de encima.
Todavía sigo sin obtener soluciones o respuestas.