[ [ ꪶíꪀꫀꪖડ ρꪖ𝕣ꪖꪶꫀꪶꪖડ ] | | �...

By macabeso23

46K 4.4K 551

Ella creyó tenerlo todo, pero olvidó una cosa; de encontrar el amor nadie se escapa. ¿Podría más la soberbia... More

Capítulo 1. [Daños Colaterales]
Capítulo 2. [Desde El Día Uno]
Capítulo 3. [La Propuesta]
Capítulo 4. [Eternas Coincidencias]
Capítulo 5. [Imagen Y Semejanza]
Capítulo 6. [La Casa Del Cielo]
Capítulo 8. [Acertijos]
Capítulo 9. [Resarcimiento]
Capítulo 10. [Secuelas Del Pasado]
Capítulo 11. [El Primer Beso]
Capítulo 12. [Lágrimas Y Olvidos]
Capítulo 13. [Pasiones Recíprocas]
Capítulo 14. [Efímero'S]
Capítulo 15. {Guía Espiritual}
Capítulo 16. [Mundos Cruzados]
Capítulo 17. [La pieza del rompecabezas]
Capítulo 18. [La curiosidad mató al gato]
Capítulo 19. [Entre Imaginación Y Realidad]
Capítulo 20. [Un Juego De Seducción]
Capítulo 21. [ Islas Canarias, Parte 1]
Capítulo 22. [Islas Canarias, parte 2]
Capítulo 23. (Entre Su Mundo Y Mi Mundo)
Capítulo 24. [Avril]
Capítulo 25. [Libre Verdugo]
Capítulo 26. [El Plan Cero]
Capítulo 27. [Fragmentos De Verdades]
Capítulo 28. [Fragmentos De Verdades part. 2]
Capítulo 29. [Quince Minutos]
Capítulo 30. [La Efímera Felicidad]
Capítulo 31. [Colisión]
Capítulo 32. [Al Descubierto]
Capítulo 33. [El primer amanecer]
Capítulo 34. [El mejor de los inicios]
Capítulo 35. [Las Personas Inteligentes...]
Capítulo 36. [No estaba triste, estaba nostálgica...]

Capítulo 7. [Inefable]

1.1K 134 14
By macabeso23

CIUDAD DE NUEVA YORK

MANHATTAN:

ALGUNOS DÍAS DESPUÉS

Su cuerpo desnudo se movía de un lado hacia el  otro con desesperación.

La mujer que estaba a su lado abrió sus ojos somnolientos mientras escuchaba los murmullos y quejidos ahogados de la mujer con quien había compartido la cama esa noche. Encendió la lámpara que estaba a su lado tirando la mano sin dejar de verla. Los quejidos cada vez se volvían más intensos y más ahogados, por lo que cobró la compostura, y empezó a agitar a la otra persona por el hombro con cuidado. Mucho cuidado.

—Oye. . .—murmuró muy bajo viendo a la mujer a su lado hacer expresiones de disgustos en su rostro—. Cariño. . . —la llamó pero no abrió los ojos—. Despierta, estás teniendo una pesadilla—murmuró cerca de su oído y un grito la apartó haciendo que casi cayera de la cama.

La mujer abrió los ojos con miedo.

Sentía ahogo en su garganta y también encendió la luz de la lámpara con prontitud mientras sus ojos se abrían y sus manos sujetaban fuertemente su cabeza.

—¿Estás bien?—le preguntó la otra mujer con preocupación. Los ojos marrones de Bárbara la vieron como si fuera algún espejismo—. ¿Qué pasa?

—¿Quién eres?—preguntó con la voz ronca y molestia en ella. La mujer la vio ceñuda por un momento, pero luego recordó que cuando Bárbara le había propuesto pasar la noche juntas, estaba muy borracha. Por lo que no dijo nada y al verla bien volvió a acostarse cubriendo su igual cuerpo desnudo—. Te he hecho una pregunta—volvió a hablar con seriedad.

—Te he escuchado—dijo como si nada—. Por lo visto no recuerdas nada de lo que sucedió entre nosotras y. . . Es lamentable. Fue delicioso—la mujer le sonrió besando su brazo desnudo y la morena se alejó de ella.

—¡Quiero que te vayas ahora mismo!—Bárbara se puso de pie cubriendo su cuerpo con una bata de seda blanca que estaba tirada en el piso. La mujer cuyo nombre aún era desconocido para Bárbara la vio fijamente mientras ella acomoda su cabello en una coleta alta—. ¿Qué esperas? ¡Lárgate ahora mismo!—le gritó al ver que seguía acostada en su cama.

—No te entiendo—la mujer salió de la cama desnuda y echa una furia buscando su ropa—. Que me fuera no fue precisamente lo que que querías ayer, Bárbara.

—Estaba borracha—se excusó—, no recuerdo nada de lo que pasó y tampoco recuerdo cómo fue que llegamos a mí casa cuando hay tantos hoteles en ésta maldita ciudad—alzó la voz mostrando su enojo—. ¿Eres una prostituta o algo por el estilo?—la mujer abrió los ojos y caminó hasta ella para luego propinarle una bofetada a Bárbara que la hizo girar el rostro sosteniendo su mejilla. La morena la vio con furia y con la mandíbula apretada—. ¡¿Quién te crees que eres?!—la tomó por el brazo con brusquedad—. ¡¿Cómo se te ocurre ponerme una mano encima?! ¿Sabes quién soy yo?

La mujer se echó a reír con ironía.

—Solo eres una hija de puta más—empezó a vestirse tras soltarse del agarre de la morena. Bárbara la vio sin decir nada más. Solo deseaba que se marchara pronto y no sentía ningún mínimo de empatía hacia la mujer porque no siquiera lograba recordarla—. Para quitarte la duda, no soy una prostituta. Soy una mujer que se metió a la cama contigo porque le dió la gana—le dijo—. Ni siquiera recuerdas que fuiste tú quien me invitó a pasar la noche juntas. No te busqué. Ni siquiera tenía los ojos puestos en ti. Fuiste tú quien de manera insistente logró su propósito—Bárbara sonrió al escucharla. Ella siempre lograba lo que se proponía hasta sin poder recordar—. Esto fue una equivocación.

—En algo estamos de acuerdo—dijo Bárbara a la defensiva—. Ni siquiera sé cómo te llamas.

—Es una pena—murmuró la otra mujer viéndola mientras ajustaba sus zapatos de tacón fino—. Soy la dueña del casino en el que estuviste anoche—Bárbara abrió los ojos ganándose una sonrisa de la mujer—. Sí, lo sé. Imposible que me recuerdes pero quería hacértelo saber.

—¡Como sea!—dijo la morena desinteresada—. Jamás traigo a mis amantes a mi casa. Tenía que estar muy borracha como para no haberme dado cuenta de lo que estaba haciendo.

—Yo conduje. Tú me indicaste el camino que debía seguir.

—No lo recuerdo—Bárbara suspiró sintiendo un ligero dolor de cabeza—. ¿Hace cuánto llegamos?

—Aproximadamente entre las dos y tres de la mañana—ambas se vieron—. Llegaste sola al casino. Te entretuviste mucho tiempo con el Barman y con una de las mujeres que trabajan para mí—la morena sonrió—. No sabía quién eras hasta que el barman me lo dijo. Cuando me viste pasaste tu atención a mi y la chica quedó un poco triste por tu cambio repentino de intereses—le dijo riendo un poco—. Debo decir que sentí pena por ella pero no podría culparte. Aún estando borracha sabías quién te convenía más.

—¿Y cómo fue que llegamos a esto?—las señaló y a la habitación de la morena.

—Como dije. . . Fuiste muy insistente. Querías tenerme desde que me viste.

La morena levantó una ceja.

—¿Tan fascinada estaba?—le preguntó con picardía mientras la mujer mordía su labio inferior.

—Fascinada es poco—caminó hasta Bárbara y pasó sus brazos por el cuello de la morena logrando que instintivamente Bárbara colara sus manos por si cintura.

No podía negar que era una mujer sumamente hermosa con unas curvas bastante pronunciadas. Eso le encantaba, y el dinero era solo un bono extra del cual acababa de enterarse y que sin duda le sacaría provecho en alguna oportunidad sin dejar a un lado su propósito principal: Los Achaga.

Bárbara no había sabido nada de Macarena durante cinco días. La castaña la había llamado un par de veces, pero sin obtener resultado alguno. Ella no había querido contestarle puesto que creía que la noche en la que se habían visto, había sido un buen momento para que la recordara y la dejara con ganas de más. Lo que si era cierto es que Bárbara quería recuperar un poco de lo que había perdido en esos días. Estuvo leyendo libros de amor donde anotaba cada frase que sintiera extremadamente cursi para recitarselas a Macarena en su segundo encuentro. A ella le gustaban esas cursilerías.

Invirtió tiempo completo en su trabajo tras el abandono que había sufrido por su inquieta y maliciosa aventura de amor que estaba teniendo con la castaña. Al día siguiente de haberse visto, Bárbara le había deseado un buen día con unas rosas y un tarjetón que llevaba unos osos cursis y estúpidos incrustados en el. Cosa que en más de una ocasión la hizo sentirse asqueada. Desde ese día solo habían pasado cuatro días más. Días donde había estado ausente por completo de su teléfono móvil y solo se dedicó a trabajar.

—También estaba fascinada con lo que veía—murmuró la mujer besando lentamente el cuello de Bárbara—. No fue algo unilateral. Fue algo mutuo, Bárbara.

—¡Qué bueno saberlo!—Bárbara levantó a la mujer por las caderas haciendo que sus piernas se mezclaran en su cintura y ambas se sonrieran antes de caer una encima de la otra sobre la cama—. Fue un error haberte comparado con una prostituta—empezó a hablarle Bárbara mientras le quitaba nuevamente el vestido—. No hay punto de comparación entre tú y una mujer de esas.

La morena escuchó la risa de la mujer y la vio a los ojos directamente.

—¿Qué?

—Así de conquistadora estabas—susurró mordiendo su cuello—. Definitivamente me gusta esta faceta que tienes. Olvidaré a la perra engreída que me echó de su habitación y de su casa porque "no atrae a sus amantes jamás"—se burló de la morena y esta no dijo nada. En un movimiento rápido Bárbara dejó a la mujer boca abajo presionando su cuello con una de sus manos libres.

—Lo de las amantes es cierto—susurró en su oído—. No me gusta que mis amantes conozcan mi casa para evitarme escenas de celos innecesarios. La mayoría se vuelven locas después de estar conmigo—ella sonrió.

—Te garantizo que eso no sucederá conmigo—Bárbara sonrió besando la parte trasera de su cuello—. Los compromisos y yo somos como el agua y el aceite. Como el fuego y el agua. Juntos somos caos.

Bárbara le dió la vuelta nuevamente y quedó sobre ella viéndose entre si.

—Es justo lo que estoy buscando en estos momentos—murmuró contra su boca antes de besarla.

Las manos de la mujer buscaron desesperadamente el lazo formado sobre el abdomen de Bárbara para quitarle la bata que cubría su cuerpo. Al sentir sus manos quisquillosas, Bárbara sonrió elevando su pelvis    mordiendo su labio inferior.

—¿Cómo te llamas?—le preguntó mientras besaba su abdomen de manera sensual. La mujer sonrió mordiendo su labio inferior—. Contéstame—le pidió.

—¿Te excitaría aún más si te digo mi nombre?—le preguntó coqueta haciendo que la morena rodara los ojos. Ella rió—. Mi nombre es Ehla—Bárbara frunció el ceño—. ¿Qué? ¿Qué pasa?

—Es un. . .—guardó silencio por un instante—. Lindo nombre.

Ehla sonrió.

La morena respiró hondo y se separó de Ehla dejándola muy confundida.

—¿Qué pasa?—le preguntó con rapidez viendo a la morena volver a cubrir su cuerpo desnudo. Bárbara no contestó—. ¿Hubieras preferido no saber mi nombre?

—No. Pregunté tu nombre porque quería saberlo. Era lo justo—le contestó Bárbara—. Me gusta Ehla.

—¿Entonces por qué te detuviste?—la mujer se apoyó sobre sus codos viendo a Bárbara.

—Necesito estar sola, Ehla.

—No. . .—dijo con voz cansada. La mujer se levantó de la cama nuevamente—. Esto que haces no me gusta. Me emocionas para nada—Bárbara la vio con seriedad—. Me hubiese gustado repetir lo de anoche—su voz fue sugerente pero Bárbara la rechazó nuevamente al pasarle su vestido.

—De verdad necesito estar sola—dijo firme.

—¡Como quieras!

Ehla se terminó de vestir y luego buscó su móvil y su bolso de mano.

—Sabes dónde encontrarme si quieres verme nuevamente—Ehla besó los labios de Bárbara con rapidez.

Ehla empezó a caminar fuera de la habitación cuando la voz de Bárbara la detuvo.

—Te acompaño.

Ella le sonrió.

—Toda una dama.

Las dos mujeres bajaron en completo y absoluto silencio. Bárbara solo quería que esa noche terminara.

—¿Segura que quieres que me vaya?—le preguntó viéndola desde el marco de la puerta de manera seductora.

—Sí, pero voy a llamarte—Bárbara caminó hasta ella y la tomó por la cintura con firmeza—. Voy a buscarte—le besó los labios—, es una promesa, y yo jamás falto a mis promesas.

Ehla se despidió de Bárbara con un beso apasionado y luego se marchó dejándola sola.

Bárbara cerró la puerta soltando un suspiro y caminó de nuevo hacia su habitación a paso lento y cansado. Al llegar quitó de nuevo su bata sedosa y desnuda se metió a su cama. Cerró sus ojos relajándose por completo. Todavía podía sentir el alcohol hirviendo dentro de su organismo por lo que se dejó relajar cayendo en un profundo sueño.

......

AL DÍA SIGUIENTE

CASA DE LOS ACHAGA


—¿Debo preocuparme por el hecho que aún sigues en cama?—le preguntó Alonso a Macarena mientras se sentaba en el orillo de la cama con cuidado. La castaña de ojos azules se quejó cubriendo su cuerpo por completo—. ¡Vamos, arriba bebé!—Alonso amagó con quitar el cubre camas pero Macarena fue más hábil y lo sujetó con fuerzas—. Tienes que salir de esa cama. Helena estuvo aquí esta mañana.

—¿Qué dijo?—preguntó rápidamente al oír el nombre de su mejor amiga.

—Solo estaba preocupada porque no le contestas las llamadas ni los mensajes.

—Mi teléfono está en el cajón—Alonso volteó a ver al cajón y efectivamente, el teléfono estaba sobre el—. No he querido hablar con nadie. Estoy en ese período de mi vida donde no quiero que nadie me moleste. Mucho hago con existir—se quejó nuevamente descubriendo su rostro—. ¿Se ha ido?

Él asintió.

—Le dije que has enfermado.

—Gracias—musitó bajo—. Solo un día más y estaré como nueva. Lo prometo.

Alonso soltó una bocanada de aire.

—El problema es que no tienes un día más, hija. Necesito que me acompañes a. . . —Macarena se escondió nuevamente interrumpiendo a su padre.

—¡No! ¡Por favor!

—¡Te necesito conmigo esta noche!

—¡No quiero, papá!—refutó levantándose de la cama. Él la vio aún sentado—. Tus cenas de negocios son extremadamente aburridas y. . . Ya tenía planes—el levantó una de sus cejas.

—Acabas de decirme que necesitabas un día más—Macarena entrecerró los ojos—. Solo será un par de horas, lo prometo. Quiero que conozcas a alguien.

—¡Déjame adivinar!—se mostró pensativa—. ¿Otro de tus socios?

—¡No!—dijo—. No es otro de mis socios, pero es una persona importante que quiero que conozcas—ambos se vieron—. Prometo que no estaremos mucho tiempo. Solo haremos acto de presencia, conoces a esta persona y luego si quieres puedes marcharte. No voy a molestarte más con mis próximas reuniones y puedes quedarte en casa o hacer lo que te gusta hacer—la castaña rodó los ojos nuevamente—. Por favor.

Ella lo pensó.

—¿Estará Bárbara?—la pregunta de Macarena sorprendió a Alonso haciéndolo abrir los ojos y ella al verlo mordió su labio inferior sintiéndose estúpida y desubicada—. Ella siempre asiste a ese tipo de reuniones.

Alonso la vio entre divertido y curioso.

—No me han informado que asistirá. ¿Por qué? ¿Te gustaría verla nuevamente?—su pregunta desequilibró a Macarena.

"Me encantaría" 

Pensó.

—Solo es curiosidad.

—Ajá. . .—susurró muy bajo viendo cómo Macarena evadía su mirada—. Creí que habían hecho una buena amistad.

—¿Por qué lo crees?—cuestionó de inmediato.

—Llegaste muy animada el día que salieron—se encogió de hombros.

—Lamento informarte que desde ese día no he recibido ninguna llamada de su parte. Solo la flor y un tarjetón con ositos incrustados—sus ojos brillaron y Alonso abrió los ojos—. Fue un detalle muy lindo de su parte, pero supongo que no le agradó mi compañía del todo.

—No digas eso—la animó con una media sonrisa—. ¿A quién no le agradaría tu compañía? Mírate—la invitó—, eres una mujer sumamente hermosa con los ojos más preciosos del mundo—Macarena le sonrió—. Al contrario. Ella debería sentirse halagada de que tú aceptaras salir con ella.

—Papá. . .—murmuró bajo riendo suavemente—. Bárbara es una mujer preciosa también y puede tener a cualquier persona a su lado.

—Y sin embargo se interesó en ti esa noche—le recordó—. No quiero que te desanimes porque no te ha llamado. Ambos sabemos que es una mujer muy ocupada por su trabajo tan demandante y si no es esa la razón, tampoco dejes que te afecte. Tú puedes tener a quien quieras a tu lado—le dijo con sinceridad—. Lo mismo que tiene ella, lo tienes tú. Eres capaz, dulce y muy, muy inteligente. Eso sin contar que tienes una sonrisa angelical que podría enloquecer a más de uno, o una—le guiño—. Pero dejando el tema de Bárbara a un lado y volviendo a lo nuestro. . .

—¿De verdad es necesario?—le preguntó y Alonso asintió.

—Si no fuera necesario no te lo pediría y lo sabes.

—¡Está bien!—Alonso sonrió—. Pero solo serán dos horas. Luego de eso nos vamos—le dijo.

—¡Como mi princesita diga!—Alonso se acercó a Macarena y la abrazó para luego plantar un beso en su cabeza—. ¿Puedes estar lista a eso de las siete?

—¡Siempre soy puntual!—ambos sonrieron.

—¡Lo sé!—caminó hasta la puerta y antes de cerrarla por completo volvió a verla—. Gracias por aceptar ir conmigo.

—Sabías que no iba a decir que no aún negándome desde que entraste por esa puerta—Alonso rió—. ¡Lo sabías, papá!

—Lo sabía porque tú nunca me fallas—le guiño—. Come algo.

—¡Lo haré!—gritó al ver que su padre había cerrado la puerta finalmente.

Macarena se dejó caer sobre la cama una vez y respiró profundamente mientras veía hacia el techo. Extrañaba hacer planes con sus amigos para salir a divertirse o simplemente quedar con su mejor amiga y hacer noche de pijamadas y kareoke. Ni siquiera recordaba la última vez que se había dedicado a lo que más le gustaba: pintar.

Había leído dos libros en esas interminables noches donde no podía conciliar el sueño. Incluso leyó todos los correos que tenía en bandeja de entrada sin leer aún mientras bebía una copa de vino con la única compañía de la luna. Traer de vuelta viejos hábitos nunca estuvo en su mente pero no le quedaba opción. Dentro de esas cuatro paredes no había nada más que hacer que contemplar el cielo estrellado por las noches mientras se fundía en sus propios pensamientos.

Tenerlo todo a veces también significaba no tener nada.

.....

—Espero que se divierta mucho, señorita Macarena.

La castaña escuchó que uno de los cuidadores de la casa le dijo. Ella le sonrió agradeciéndole con un asentimiento de cabeza y una sonrisa amena. Aunque sabía que no sería, puesto que odiaba y se aburría en esas reuniones, agradecía los buenos deseos.

El cuerpo de Macarena se acoplaba muy bien en un vestido color negro ceñido al cuerpo y un escote ligeramente pronunciado. Su cabello estaba recogido perfectamente en una coleta baja con algunas hebras de cabello suelto que jugaban perfectamente con su perfil más resaltante. Alonso al verla sonrió y la eligió infinidades de veces mientras iban en camino al lugar donde sería la reunión.

Durante el trayecto la castaña guardó silencio y solo se limitaba a asentir y a sonreír. Más allá de lo que proyectaba, sentía un nudo en su estómago por solo pensar en la idea que Bárbara también asistiría al evento, aunque no haya recibido ningún mensaje o llamada de su parte. No quería mostrarse insistente. Ella no era una mujer insistente y mucho menos por la atención de otra mujer, pero a diferencia de otras mujeres, Bárbara lograba obtener su atención por completo sin hacer méritos. Había olvidado cuántos días estuvo pensando en su último encuentro y el que a esas alturas de partido, parecía ser la última vez que se verían. Ella hubiese deseado que durara un poco más pero así eran las cosas y lamentablemente, la intención y el interés siempre debía ser de dos, no de una persona nada más.

—¡Llegamos!—avisó Alonso mientras su chófer les abría la puerta a ambos.

—¿Me veo bien?—preguntó algo insegura mientras caminaba del brazo de su papá.

—Te ves espléndida—le susurró sin dejar de sonreír Alonso.

Involuntariamente los ojos de Macarena recorrieron el lugar buscando quizá, la silueta de cierta morena de ojos cafés. Sintió decepción cuando no la vio. Solo habían hombres de traje hablando entre ellos, tomando whisky y fumando tabaco, por lo que hizo una mueca de asco.

Macarena sonreía sin mostrar los dientes.

Y de pronto vio a un hombre esbelto, cabello azabache y una mirada profunda verla con detenimiento, recorriendo su cuerpo y finalmente llegar hasta sus ojos. El hombre al darse cuenta que Macarena lo había estado observando, le sonrió mostrando sus dientes y levantó una copa en su dirección con cortesía. Ella siguió estática. Sin mostrarse interesada, pero en si mundo, eso era lo que más llamaba la atención en un hombre: una mujer que no estuviera dispuesta.

—¿Quién es?—le preguntó a su padre en voz baja. Alonso siguió la mirada de Macarena sin dejar de sonreír y saludar a los demás hombres hasta que vio a quien se refería. También pudo notar que el hombre observaba a su hija sin pudor.

—Es De las Casas—Macarena frunció el ceño.

—¿Cuáles casas?—inquirió.

—Cielo. . . De las casas es su apellido—Alonso evitó reír—. Es uno de los hombres más ricos de Nueva York. Se dedica a la producción de comidas enlatadas y tiene varias sucursales en Estados Unidos y en algunos contactos con personas de la frontera que también distribuyen junto con él.

—Se escucha alguien importante—dijo más para si misma—. Su mirada me desconcierta un poco.  ¿Lo conoces?

—No mucho—le dijo—. Solo hemos compartido unos cuantos brindis porque aunque no lo parezca tenemos más aliados en común de lo que pensaba. No hemos intercambiado más palabras que un saludo cordial de bienvenida y de despedida. Si quieres puedo pedirle que deje de verte como si fueras un pedazo de carne andante—su expresión cambió y se mostró más serio.

—No hace falta, pues ignorarlo toda la noche.

—Buscará la manera de acercarse a ti en cuanto tenga la oportunidad—le advirtió—. Deja que me ocupe.

—Puedo hacerlo sola, papá. No soy una adolescente que no puede valerse por sí misma.

—Sabes que solo quiero cuidarte—le dijo—. Pero está bien. ¿Has visto a Bárbara?—la pregunta de Alonso hizo que Macarena volteara a verlo con los ojos abiertos—. Me sentiría más seguro si te quedas con ella y no sola.

—Estoy contigo—le recordó.

—Debo saludar a algunos socios. Si quieres puedes venir conmigo pero sé que eso no te gusta—Macarena blanqueó los ojos—. Serán unos minutos.

—Puedo esperarte. Iré al jardín—le informó dándole un beso en la mejilla.

Alonso se alejó de Macarena.

Ella lo vio irse y antes de darse la vuelta, observó que el hombre seguía viéndola, y esta vez sonrió sin descaro alguno.

Sin mirar atrás, caminó hasta la parte trasera del lugar viéndose rodeada de arbustos y algunos personajes excéntricos mientras era ignorada por ellos. Lo mejor que podía hacer en ese momento era sacar su móvil y pedir ayuda, pero ella se había comprometido con su padre y no podía defraudarlo. Así mismo había perdido las esperanzas de ver a Bárbara en esa insípida reunión de negocios. La morena le había hablado que siempre intentaba evitarlas a toda costa por lo aburridas que le parecían. Así que solo desechó las esperanzas y maldijo bajo. Tan bajo que solo quedó en un susurro a la intemperie.

—Es una bonita noche, ¿no crees?

La voz ronca de un hombre se escuchó a sus espaldas. Desconocía la voz por completo, por lo que dedujo en su mente que el hombre la había seguido y la había acorralado. Igual o peor que un cazador.

—Lo es—dijo dándose la vuelta para verlo. De cerca era aún más alto que ella, su cabello se mostraba brilloso y tenía ojos marrones. Solo que los suyos eran más claros que los de la morena que vivía en su mente.

—Mucho gusto—extendió su mano hacia ella—. Mi nombre es Ariel De las Casas—se presentó tomando su mano y dejando un beso en la carátula de la misma.

—Macarena Achaga—dijo en modo de presentación y él sonrió.

—Es un placer conocerte—ambos sonrieron—. De lejos no pude apreciar que tienes unos ojos muy bonitos—Macarena se sonrojó—. No quiero que pienses que soy un acosador. Solo que me fue imposible no fijar mi atención en ti y me gustaría invitarte una copa de vino.

—Yo. . .—Macarena se quedó muda por un momento. Socializar no era justo lo que quería, pero, ¿cómo podía rechazarlo sin verse antipática?—. No tomo—dijo lo primero que se le ocurrió y vió al hombre sonreír.

—Es la primera vez en mucho tiempo que conozco a una persona que no toma—le dijo—. Tampoco lo hacía, pero entre cenas de negocios y eventos sociales no me quedó de otra que adaptarme a las circunstancias. En vista de que no tomas, me gustaría invitarte a cenar, mañana en la noche—la mujer abrió los ojos—. No sé cómo hacer esto. . . —Ariel se mostró un poco nervioso mientras rascaba su cabeza y aquello le pareció adorable a la castaña.

—Es un buen comienzo—fue lo que contestó—. Al menos eres directo—ambos se sonrieron—. Eso es lindo.

—¿Entonces es un si?—le preguntó acercándose un poco más y la castaña después de pensarlo, asintió. ¿Por qué no?

—Es un sí—le dijo sonriendo—. Aunque normalmente no salgo a cenar con desconocidos.

—Para eso estoy invitándote a cenar mañana conmigo—le dijo—. Quero conocerte y que me conozcas. No tengo ningún problema con que elijas el lugar y la hora sí eso te hace sentir segura—Macarena lo vio a los ojos—. Solo me gustaría poder conocerte, Macarena. Esta es mi tarjeta—Ariel sacó una tarjeta de su saco y se la dió a Macarena en sus manos—. Mi número telefónico y mi correo electrónico están allí. Puedes enviar a cualquiera de los dos o a mi correo si no te sientes segura en darme tu número telefónico—se adelantó a decirle—. Por el momento debo irme, pero no podía hacer sin antes decirte que me pareces la mujer más hermosa del evento y que sería un honor para mí que aceptes salir a cenar conmigo.


"Debería sentirse halagada de que tú aceptaras salir con ella"

"Tú puedes tener a quién quieras a tu lado"

Macarena recordó las palabras de su padre y. . . Tenía razón. Podía a tener a cualquier persona que quisiera a su lado y a su Merced si se lo proponía. No debía sucumbir a la idea de rogar por la atención de alguien cuando ella era mucho para cualquier persona. Incluso si esa persona se tratara de Bárbara López.

No lo pensó mucho y aceptó la propuesta de Ariel felizmente.

A fin de cuentas, Bárbara fue quien había decidido alejarse de ella, y por supuesto, Macarena no iba a esperarla toda la vida, y si lo hacía, podía divertirse mientras.

—¿Me prestas tu móvil?—le preguntó la castaña y Ariel se sorprendió pero aceptó. Macarena tecleó rápidamente y luego se sonrieron—. Ese es mi número telefónico, te daré el beneficio de la duda—le guiño seductoramente mientras lo veía—. ¿Me llamarás por la mañana?

Ariel la vio sonriendo ampliamente.

—¡Por supuesto!—contestó—. Estaré ansioso.

—Igual yo.

Y con una última mirada y sonrisa, Ariel y Macarena se despidieron. 

—¡Impresionante!—escuchó detrás de ella—. Es la primera vez que veo efectuarse una conquista en menos de quince minutos—dijo esa misma voz.

Los vellos de Macarena se erizaron de punta en punta. Reconocía la voz ronca y firme a sus espaldas, y aunque sabía quién estaba allí con ella, sentía pánico de voltear.

—Estás hermosa—le dijo Bárbara viéndola de pie a cabeza pero Macarena sabía que aquella mirada marrón era distinta a las otras miradas que le había regalado noches atrás.

—No sabía que estarías aquí—la morena soltó una risa nasal y luego se encogió de hombros.

—Evidentemente—de reojo observó el camino por donde Ariel se había ido y luego fajó de nuevo sus orbes marrones sobre Macarena. La castaña se sentía de alguna manera intimidada por el silencio y las cortas palabras de Bárbara. Esa noche no había llegado como la anterior, llenándola de elogios y sonrisas. Esa Bárbara era más callada y con facciones duras—. ¿Cómo está Alonso?

—Con unos socios en estos momentos—le contestó.

—Sí—rió suave—, él y esa costumbre extraña de dejarte sola en un nido de víboras, pero al parecer te has adaptado un poco—su voz salió cuestionable—. Ariel De las Casas, un gran prospecto de compañía para una noche memorable—dijo con dureza y eso no pasó desapercibido para Macarena.

La castaña casi jadeó bajo sintiendo mariposas en el estómago. ¿Bárbara estaba celosa?

—Se mostró amable—continuó su juego de palabras. Ella era quien se había perdido por días, así no que había espacio para sus muestras de celos—. Y parece ser un buen hombre.

Bárbara sonrió.

—Lo es. Lo conozco, y lo es.

—Entonces confiaré en tu palabra—le sonrió—, aceptaré cenar con él.

—Esperaré los detalles memorables de su encuentro—Bárbara le sonrió como si no le afectara en lo más mínimo—. Ese vestido te queda precioso—la morena se acercó a Macarena quedando frente a frente—. Me gusta cómo se funde en tu cuerpo—acarició su brazo desnudo y la escuchó suspirar—. Usa el rojo, quedará encantado—le guiño para darse la vuelta e irse. 

Macarena confundida la vio empezar a alejarse pero con su voz la detuvo.

—¿Una copa de vino?—le preguntó.

Bárbara mordió su labio inferior.

—No puedo—le dijo en voz baja acercándose nuevamente—. También estoy acompañada esta noche. A diferencia de ti, las curvas siempre serán mis favoritas—soltó de pronto antes de irse.

Macarena endureció sus facciones y a lo lejos divisó a Bárbara entre la multitud. Efectivamente, estaba acompaña de una rubia muy, muy guapa. Fácilmente podría pasar como modelo de revista. Su garganta se apretó al ver a Bárbara pasar su brazo por la cintura de la mujer y pegarla a su cuerpo. Veía a la rubia susurrarle cosas al oído y luego las veía sonreír.

Por un momento la mirada marrón de Bárbara se encontró con los de Macarena, y como si aquello no significara nada para la morena, le guiño un ojo, y levantó la copa de vino en su dirección. Tal y como había hecho Ariel minutos atrás.

Pero esta vez ella no sonrió.

Solo se inmutó a verla con desilusión.

Y comprendió que quizá aquella rubia era la razón de la lejanía repentina de Bárbara. Quizá ella no había sido suficiente o quizá Bárbara las prefería más de catálogos. Lo que si era cierto es que algo dentro de Macarena esa noche se rompió. Evidentemente, solo era ella quién estaba interesada.

Pero eso iba a cambiar muy pronto.

Porque ella también podía.

Y se lo demostraría.

Macarena se fue y Bárbara a los lejos sin que ella pudiera verla la observó irse. Tras perderla de su vista, se alejó por completo de la mujer y dejó de sonreír. Su expresión pasó de risueña y feliz a una mujer dura y llena de odio por dentro.

Bárbara no había asistido esa noche.

Recibió una llamada donde le informaron que Macarena estaría ahí y vio la ocasión perfecta para sorprenderla después de tanto días sin saber de ella. Con lo que no contó la morena era que al llegar, la vería muy animada hablando con un hombre que fácilmente podría darle competencia. Que logró obtener su atención y que algo hizo bien para que Macarena aceptara su invitación a comer. Ella debía evitarlo. El plan principal era interrumpir su conversación y que Macarena fijara su entera atención en ella, pero al verla allí, sonriendo como si Ariel fuese un galán de telenovela, su ego se vio herido al igual que su orgullo.

Perdió la cuenta de cuántas veces maldijo el haber quedado como una insignificante delante de Macarena. Ni siquiera se había esforzado en explicarle el motivo por el cual había aceptado salir con él. Solo le dio una respuesta vacía y sin sentido y ya. La dejó marchar. La dejó ir como si se tratara de cualquier persona. Fue allí donde se dio cuenta que Macarena aún no comía de palma de su mano como tanto presumía. Que aún había trabajo por hacer antes que alguien más lograra tener su atención.

Bárbara sabía lo que ella representaba como mujer pero no podía evitar sentir que Ariel estaba siendo una piedra en su camino que no le dejaría las cosas fáciles con Macarena. Odiaba que las cosas se salieran de sus manos y volvió a maldecir.

Porque cuando creyó tener todo bajo control,

las fichas del juego empezaron a cambiar.

Continue Reading

You'll Also Like

181K 10.3K 25
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...
270K 19.1K 35
Con la reciente muerte de su padre el duque de Hastings y presentada en su primera temporada social, Annette empieza a acercarse al hermano mayor de...
156K 4.2K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
337K 16.7K 51
𝘏𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶! | 𝘖𝘯𝘦 𝘚𝘩𝘰𝘵𝘴 ılı.ıllı