Estar encerrada en esta habitación ya no me desagrada como antes.
Estar aquí es una de las pocas veces que Michael no está asfixiandome.
Me encuentro recargada en la pared, con un libro en mi regazo. Ya no me gusta estar acostada en esa cama, hago lo posible para evitarla. Trae malos recuerdos.
Por mi buen comportamiento últimamente, Michael me ha dado tiempo a solas, cosas que agradezco, y también me ha permitido traer a la habitación algunos libros de abajo.
Siento que respiro cuando él no está.
Que el aire vuelve a mi, que soy capaz de inhalar y exhalar en paz.
Claro que no siento completa paz, pero el no estar sintiendo su respiración en mi nuca es aliviante.
Este es el único momento en el que me siento de cierta manera libre.
Michael hace que compartamos la cama y que a la hora de dormir, deje que me abrace. Mi cuerpo siempre se tensa y cuando el sueño gana la batalla es cuando siento un momento de relajo, a veces no puedo dormir, y en ese caso siempre estoy atenta a su brazo rodeando mi cintura.
Atenta a que pueda hacer más que eso.
Por suerte, no ha intentado más allá que...esa vez. Solo abrazos y besos, puedo con eso, lo odio pero puedo con eso. Sé que pudiera ser peor, el llevar la fiesta en paz ha ayudado a evitar que cosas como la de la otra vez ocurrieran.
A pesar que las cosas han estado de cierta manera tranquilas entre nosotros, por dentro, siento que muero cada dia. Siento mi cuerpo pesado todo el tiempo, siento algo en mi cabeza que me hace ver oscuro, siento que mi corazón no puede más. Estoy perdiendo.
Tengo que hacerme la idea que esta vez no hay salvación.
Esta vez ya no hay esperanzas.
No tiene sentido que me revele o que trate de escapar, él tiene un arma y probablemente conoce el bosque, sería una terrible idea hacerlo. Además, no creo que se me presente la oportunidad de escapar, él me ha dejado muy claro que no me va dejar salir de la cabaña por mucho tiempo. No se cuando podré sentir el viento en mi rostro.
Cierro el libro cuando me doy cuenta que estoy muy metida en mis pensamientos como para prestarle atención. Lo dejo a un lado, en el suelo.
Cierro mis ojos por un momento. Ahora cada vez que cierro los ojos, me es difícil crear fantasías como manera de escape, es como si hasta mi imaginación se hubiera agotado, sin darme cuenta agote todo, lo exprimí completamente.
Solo veo oscuridad, aprieto mis párpados con la esperanza que eso ayude, oscuridad.
De repente.
Un rostro se forma en mi mente.
Alejandro.
Una sonrisa se forma en mi rostro.
Es gracioso, porque ni siquiera he tenido la oportunidad de compartir tanto con él, pero aún así siento algo...no sé cómo explicarlo. La manera en que se preocupó por mi esa vez que Michael llamó, su sonrisa mientras su hermana y yo bailabamos. Se sentía bonito.
En él no encontraba nada oscuro, nada malo. Tal vez es porque no lo conozco muy bien, pero puedo decir que Alejandro es...bueno.
Su hermana aparece en mi mente junto a él.
Alejandra.
Desde el primer momento ella estuvo ahí, prácticamente forzó nuestra amistad, ella es espectacular. Su energía es contagiosa y su manera de hacer las cosas...me hace sacar una sonrisa. Son lo más cercano que he tenido una amistad desde que era pequeña. Todo cambió cuando papá murió y los pocos amigos desaparecieron y yo me excluí. Ellos me hicieron sentir como una persona normal, una muchacha normal.
Trato de imaginar situaciones en la que estamos los tres, Alejandra está haciendo algo graciosos, yo la sigo sin otra opción y Alejandro está observando con una sonrisa, los tres reímos bastante.
Sin embargo, no todo es felicidad. En mi mente son capaz de sentir algo malo alrededor de mi fantasía, de repente, lo veo. En la oscuridad, unos ojos serios, oscuros, malos.
Michael.
Abro mis ojos y abrazo mis piernas. Ni en mi imaginación puedo estar tranquila.
Lo odio.
Lo odio tanto.
No importa lo que yo sienta ahora, no importa lo que diga o haga, Michael siempre hará las cosas tal como él quiere, yo no importo, al menos mis sentimientos no.
Me levanto del suelo con rapidez cuando escucho que Michael toca la puerta.
No respondo, él va entrar de todas maneras.
La puerta se abre lentamente, lo primero que se ve es la cabeza de él, examina la habitación y cuando me ve, sonríe y entra por completo a la habitación.
-Princesa.
-...Hola- respondo en voz baja. Aprieto mis manos entre el vestido.
-Hola -dice él de vuelta, aun con su sonrisa. Camina hasta quedar en el centro de la habitación. Me sorprende que no se haya acercado más-¿Cómo has estado, amor?
-Bien...leyendo- contesto, señalando el libro en el piso. Los ojos de Michael van al libro. Se queda mirando por un tiempo, el miedo me recorre al pensar que tal vez le enoje verlo en el piso. Me agacho y lo recojo inmediatamente, lo abrazo a mi pecho- Lo siento...
Michael parpadea continuamente y sube su mirada. Se ve confundido.
-¿Qué?- niega con su cabeza- No, no importa...solo me quedé...pensando.
Asiento lentamente, todavía sin sentirme segura por completo.
La sonrisa que se había esfumado, vuelve a aparecer. Doy un paso hacia atrás por inercia, presiento que algo está pasando por su mente, algo malo por supuesto. No lo usual, algo diferente. Su sonrisa flaquea, da unos pasos más cerca.
-Estaba pensando...-quedamos frente a frente. Estira su mano y toca mi mejilla. Aprieto más el libro a mi pecho- Tu comportamiento ha sido maravilloso, princesa, y creo que ambos necesitamos tomar un poco de aire...-Lo miro atenta- A unos cuantos metros es un lago, podemos caminar y pasar el rato ahí, ¿qué te parece?
-¿En serio?-pregunto sin creerlo. No puedo evitar sonreír.
Los ojos de Michael van a mi labios. Su mano sigue acariciando mi mejilla. Rie.
-Claro, princesa...te lo has ganado.
Mi sonrisa desaparece poco a poco. Mi vista va a los botones de su camisa.
-Gracias...-digo en voz baja.
Michael toma mi mentón y levanta mis rostro, acerca el suyo y besa mis labios. Es un simple toque, pero no puedo evitar sentirme horrible.
-Te amo...-susurra cerca de mis labios. Se separa y vuelve a sonreír.
-Come algo antes de salir, ¿okey? En una hora salimos- Me quedo confundida en mi sitio mientras él se voltea y camina hasta la puerta.
No me hizo contestarle que lo amaba.
...
Bajo las escaleras con rapidez, ya lista. Me coloque un vestido de color turquesa largo, algo que sé que a Michael le va a gustar y que me ayudará a que sus ganas por salir sigan intactas. Estoy emocionada, no creí que él me dejara salir, por lo menos no tan pronto.
Michael no se encuentra cuando llego abajo, pensaba que estaba aquí, pero no. Me alivia.
Voy a la cocina con emoción. Tomo unas fresas de la nevera y luego busco un cuchillo, caigo en cuenta que no hay ninguno. Claro que no hay.
Suspiro y llevo las fresas al fregadero, las lavo y busco un plato para ponerlas ahí. Comienzo a comer en paz.
Es la primera vez que siento apetito desde que estoy en este lugar, supongo que también es la primera vez que tengo algo por lo que emocionarme en este lugar.
De repente escucho pasos, bajando las escaleras. Cierro mis ojos por un momento y respiro hondo. Cuando los pasos llegan al pasillo, abro los ojos y trato de seguir comiendo con tranquilidad.
Michael aparece. Se detiene en el marco de la cocina, sin entrar. Me mira.
-Cuando termines de comer, ve a la sala, ¿okey? -asiento. Michael se queda por un momento, analizando. Luego asiente y desaparece por el pasillo.
Por alguna razón siento miedo.
...
Al terminar de comer voy a la sala, tal cual Michael me ordenó.
Paso las manos por mi vestido, para alisarlo y al mismo tiempo como mecanismo para calmar mis nervios repentinos.
Al entrar a la sala, veo a Michael sentado en uno de los sofás individuales. Su rostro está serio.
-Princesa- me abrazo a mi misma- Ven, por favor.
-Yo...
-Ven- ordena con voz seria.
Doy unos cuantos pasos hasta llegar frente a él.
Me siento en su regazo.
Mis piernas se encuentran cerradas, mis manos en mi regazo, estoy de perfil a Michael, quien acaricia uno de mis brazos.
-Aisa...-Michael susurra mi nombre- Te ves hermosa con ese vestido.
-Gra...gracias.
-Siempre estas hermosa- continua- La primera vez que nos vimos, en nuestra antigua casa, cuando estabas...lejos de mi. Siempre hermosa.
-Gracias por tus palabras, Michael...-susurro con nerviosismo. Siento su caricia por todo mi brazo, arriba y abajo- De verdad...
-Solo digo la verdad, princesa...
Bajo mi vista hacia mis manos.
-Michael...-comienzo a hablar, mi voz comienza a sonar rota, por los nervios- Me gustaria que...hablaramos de otra cosa...
-¿Cómo qué, princesa?- pregunta atento a mis palabras.
No sé la respuesta, solo quiero que deje de hablar de lo hermosa que soy, me eriza la piel. No me gusta, me incomoda, me da asco, me...
-No sé, cualquier cosa...
Mi vista sigue en mis manos. Siento su mano en mi cabello que esconde mi rsotro de él, lo coloca detrás de mi oreja.
-Aisa...-Vuelve a susurrar mi nombre-Siempre vas a estar a mi lado, ¿verdad?
Siempre con lo mismo. Odio que haga esas preguntas. Odio que me haga decir cosas que no quiero. ¿Acaso no podemos hablar...no sé, de un libro?
-Sabes que si...-susurro de vuelta.
-Pase lo que pase-continuó él- Tu y yo siempre vamos a estar juntos...-su caricia en mi brazos es más nerviosa, más rápida- Aisa si alguien viniera aquí, alguien quien no es Alexis o Esteban...¿harías algo para alejarte de mi?
Silencio.
Me quedo en silencio.
Siento a Michael apretar mi brazo.
-Contesta.
-No, no haría nada -contesto- Me quedaría contigo...
El apretón en mi brazo desaparece, en cambio, siento su mano en la parte de atrás de mi cuello, me atrae hacia él y me besa.
El beso es desesperante, sus labios se mueven con rapidez y torpes. Su mano aprieta un poco mi cuello, poco mis manos en su pecho al querer alejarme. Mi cuello duele y mis labios arden, quiero alejarme.
Vuelvo a poner mis manos en su pecho, logro romper el beso, sus labios van a mi barbilla, luego mi cuello.
-Michael...Michael-su agarre en mi cuello se hace cada vez más fuerte- Creo que es hora de ir al lago...lo prometiste...
Grito.
Michael me ha empujado.
Estoy en el suelo.
Cierro mis ojos por un momento por el golpe, mis piernas me duelen mucho.
-¡Apuesto que a ese Alejandro si dejaba que lo besaras!
¿Qué?
Abro y cierro mis ojos, creo que escuche mal, el golpe me debió haber mareado.ç
-¡Contesta, Aisa! -Los gritos de Michael se hacen cada vez más alto. Alzo mi cabeza, lo veo, está rojo de la rabia. No entiendo, no hice nada malo- ¡Habla! ¡Si dejabas a Alejandro besarte! ¿verdad? ¡¿verdad?!
Niego, asustada.
-No...yo nunca...
-¡No me mientas!
-Michael yo...-trato de pararme, mis piernas tiemblan pero lo consigo. Michael me mira muy enojado. Doy un paso hacia atrás- eso nunca pasó...yo...
-A él si lo dejabas tocarte, ¿verdad? con él no llorabas...
-Michael...-Doy un paso hacia delante ahora- Nunca pasó nada con Aleja...
-¡No digas su nombre!
Me quedo callada.
-¡Todo se va a la mierda! -Michael se voltea, lleva sus manos a su cabello. Veo su espalda tensa- pero no importa porque ellos pueden joderse solos...no nos va a afectar...-ahora está susurrando cosas, incoherencias- ¡Voy a matarlo por tocarte!
-¡Michael! -grito. Me acerco a él rápido, lo abrazo por detrás. No sé qué más hacer- Michael, nada pasó...él nunca me hizo nada, lo juro. Solo existes tú para mí...-pego mi mejilla en su espalda. Mis ojos se llenan de lágrimas- Solo estás tú, nadie más...
La respiración de Michael antes errática, está más calmada. Siento como baja su brazos. Lo abrazo con más fuerza.
-Tu eres el único, Michael. Lo juro...-No quiero que se enoje, no quiero que el salir se cancele- Te quiero y...
-¡Mentiras! -Vuelve a rugir. Toma mis brazos y los aparta de su cuerpo. Se voltea.
Sube su palma a la altura de mi rostro.
Me da una cachetada.
Caigo al suelo.
Llevo mi mano a mi mejilla.
Silencio.
Luego los pasos de Michael se escuchan, alejándose.
Estoy sola.
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Espero les haya gustado
Gracias por seguir leyendo💜
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