XXXIV

3.6K 249 50
                                    

Aprieto mis labios.

Michael no ha regresado al cuarto, eso me alegra, pero al mismo tiempo siento que me volveré loca si me quedo mas tiempo sola en esta blanca habitación.

La odio.

No quiero estar aquí encerrada. Lamentablemente presiento que Michael no me tiene total confianza. Tendré que volver a las tácticas que utilice cuando estaba en la gran casa, espero que esta vez sí funcione.

No quiero estar sola.

Llevo mis manos a mi cabeza, no quiero permitir que mis pensamientos vayan más allá. Necesito mantenerme centrada en lo planeado, necesito concentrarme en el plan de Esteban, susodicho al que no he visto. Necesito hablar con él, quiero tener mas detalles de como ocurrira todo.

Mis manos tiemblan al pensarlo, cuando escape, no duraría ni un segundo. No sere la estúpida Aisa que tembló al tener el cuchillo en la mano, no pensaré dos veces antes de correr, no volteare, no veré el rostro de Michael. No veré sus ojos.

Me separó de todo y de todos, no quiero estar con él para siempre. Mis últimos días en esa casa me cambiaron, me hicieron sentir esta necesidad de compañía que no deja de irse, la odio. No quiero sentir nada.

No quiero sentir nada.

Quiero cerrar mis ojos e imaginar que estoy en casa con Emma y Max; ¿me habrá perdonado? Si, si , claro que sí. Tiene que hacerlo, tiene que saber que Michael me tiene, tiene que saberlo.

Me levanto del sofá sintiendo el desespero en mi cuerpo, mis manos siguen en mi cabeza. Las ganas de llorar aparecen.

Quiero ir a mi casa.

Comienzo a sollozar sin evitarlo, no quiero hacerlo pero las lágrimas salen por si solas y mis sollozos salen sin control. Quiero dejar de llorar.

Quiero, quiero, quiero quiero...

-¡Aisa! , ¡Aisa!

-¡Déjame!- escucho muchos sonidos, mucho alboroto. Unos brazos me rodearon desde atrás. Me agito queriendo sacarmelo de encima-¡Suéltame!

-¡Princesa, cálmate! -No, no de nuevo. Siento su brazos rodearme con fuerza, aprieta tanto que suelto un quejido. Me lastima, siempre lo hace.

A pesar del dolor, sigo moviendome, quiero que me suelte.

De repente caigo al suelo, con mis manos evito golpear mi cabeza. Ahogo un grito por la repentina caída; al menos pude librarme de sus brazos. Trato de arrastrarme lentamente.

-¿Qué te sucede, Aisa? No hagas eso- La voz seria de Michael me da escalofríos- No te alejes.

Mis piernas tiemblan, se me hace imposible pararme. Quiero salir corriendo.

-¡No...!- Exclamo. Michael toma mi tobillo, haciendo que me atraiga a él de nuevo.

-No te alejes de mi- Michael se arrodilla, lo veo borroso- Solo trato de ayudarte.

Toma mi rostro entre sus manos. Muevo mi cabeza para que no me toque, pero me toma del rostro con fuerza. Aparta el cabello de mi cara.

-Te vi nerviosa y vine lo más rápido que pude- Limpia mis lágrimas. Mi cuerpo tiembla- Quería ayudarte.

-¿Cómo...?-respiro hondo- ¿Cómo me viste?

Michael aprieta sus labios y mira a otro lado, esquivando.

-Suéltame...por favor- Susurro cerrando mis ojos. Déjame caer.

Él me mira de inmediato.

-No te voy a soltar- habla serio- Voy a ayudarte.

ContigoWhere stories live. Discover now