El nigromante y el vampiro

Galing kay raylove94

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Apenas podía recordar el rostro de su abuela materna, pero al cerrar los ojos y pensar en ella, podía sentir... Higit pa

Prólogo
Capítulo 1. La vidente
Capítulo 2. La psiphora
Capítulo 3. El nigromante
Capítulo 4. El Oscuro
Intervención del autor
Capítulo 6. La bruja
Capítulo 7. La ninfa
Capítulo 8. El otro lado
Capítulo 9. El intruso
Capítulo 10. La madre del vampiro
Intervención del autor
Capítulo 11. El libro de las Sombras
Capítulo 12. Las gemelas Loe
Capítulo 13. Un caso sin resolver
Capítulo 14. El Oficial Mark
Capítulo 15. El precio de la verdad
Capítulo 16. Una grieta en el espacio

Capítulo 5. El vampiro

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Galing kay raylove94

Eran casi las dos de la mañana y en el cementerio, cada vez, hacía más frío. Estos jóvenes se encontraban petrificados ante la sorpresa y las llamas habían desaparecido durante la imprevista desconcentración de Ryan. Ismael empuñaba una daga en su mano derecha y lucía diferente; sus ojos totalmente negros y su rostro mostrando esa ligera sonrisa macabra, le hacía helar el alma.

     —Se encuentra bajo mi control —especulaba el Oscuro—. Si no me sueltan en este instante, haré que se corte la garganta frente a sus ojos —A lo que Ismael respondió presentando el filo a su cuello.

     —¡No! —gritaron todos, al unísono.

     Darys lo liberó lentamente de las raíces que lo sujetaban.

     —¡Libéralo ahora! —exige Gabita.

     —Gabita, Gabita —Se regodeaba el engendro mientras se sacudía la suciedad que le habían dejado las raíces—, no atinas una, ¿verdad? —Preguntó—. Te enseñaré como se hace...

     Al instante, Ismael, que aún empuñaba su daga, la atravesó en su cuello mientras los observaba. Ninguno de ellos había vivido una escena tan desgarradora como aquella.

     —¡No! —gritó Gabita, mientras todos acudían a él.

     —Espero que hayas aprendido esta vez —dijo el Oscuro disfrutando la desesperación de los chicos justo antes de desaparecer entre las sombras.

     Cuando llegaron al cuerpo ya estaba muerto, por lo que un profundo ahogo se adueñó de todos. Ryan intentó tomar la daga para extraerla y en ese instante lo vio, frente a él, a Ismael.

     —¡No la saques, Ryan! —gritó Ismael, porque a pesar de estar cerca, su voz se escuchaba muy lejos.

     —Ryan, Ryan —llamaba Gabita—, sácala —decía entre lágrimas, mientras ponía su mano sobre la empuñadura de la daga.

     El nigromante estaba en un trance donde solo él podía ver a Ismael, pero a la vez, escuchaba todo lo que sucedía a su alrededor.

     —Espera, Gabita, no... —Intentaba escuchar lo que le quería decir Ismael, pero fue demasiado tarde. Gabita extrajo la daga y dos minutos después, el cuerpo de Ismael abrió los ojos.

     —¿Pero, qué coñ...? —exclamó Darys— ¿Qué significa esto?

     —No, no puede ser —reflexionaba Gabita en voz alta—. No sería capaz.

     —Me convirtió en vampiro —susurró el chico—. Me obligó a beber su sangre.

     No entendían cómo Ismael había llegado allí y él apenas respondía; solo temblaba de miedo, muy confundido. Ryan le preguntó acerca de lo que vio cuando estaba muerto pero repetía una y otra vez, que no recordaba nada. Todos fueron a la casa esa noche, ya que no podían abandonar a Ismael y debían mantenerlo vigilado.

     Durante las siguientes semanas, todo giró en torno a la novedad y al presunto fallo del encantamiento Inmovilos. El comportamiento de Ismael estaba cambiando. Ya no era aquel muchacho tímido con espejuelos, aunque en el fondo, seguía siendo un nerd que no hallaba mejor placer que estudiar y encontrarle solución a los problemas. Se obsesionó con encontrar una cura para el vampirismo, pero todo lo llevaba al mismo destino, la muerte definitiva. Días después, entre unos libros de Herbología que Ryan encontró en la biblioteca de su papá, descubrió unas plantas que tal vez juntas, inhibieran la sed de sangre que estaba comenzando a sentir.

     Una noche, decidieron salir. Necesitaban hacer algo que les recordara que eran jóvenes. El clima era espectacular, pues la discoteca estaba ubicada al lado del mar. La brisa era refrescantemente saludable para sus ideas cansadas. Al llegar, compraron unas bebidas que tenían un grado de alcohol bastante elevado, por lo que, con tales condiciones, no tardaron en dejarse envolver por la alegría de la noche.

     Hacía días Ryan se estaba sintiendo diferente respecto a Ismael. Desde la tarde que lo acorraló contra la puerta y no supo que hacer más que escabullirse bajo su brazo, estaba considerando la posibilidad de que estuvieran juntos. Evidentemente, el vampirismo lo había vuelto un poco atrevido, aunque esa noche, era Ryan quien lo buscaba con la mirada. Se sentía culpable por tener deseos de algo que no era humano. —¿Qué pensaría mi hermana de mí? —Se cuestionaba, mientras lo observaba conversar a unos pocos metros.

     —Ryan, ¿qué pasa? —preguntó su hermana— Te noto pensativo.

     —Nada, princesa —estaba avergonzado por lo que estaba sintiendo —. Vamos, bailemos.

     Elena estaba preciosa; su vestido esmeralda entallado y su pelo cuadrado a nivel de barbilla, contrastando con su piel tan clara, la hacían lucir muy sexy. Gabita, en cambio, era más sencilla; llevaba el pelo recogido y portaba una blusa y un jean color oscuro que la hacía proyectar seriedad y seguridad. Y Darys, la más calurosa; modelaba un vestido corto que dejaba ver su espalda a juego con su larga melena negra, convirtiéndola en la reina del lugar.

     Cansado de bailar y en un afán de coger un respiro, Ryan les dijo a las chicas que iría al baño.

     —Espera —propuso Gabita—, voy contigo.

     Los baños se encontraban fuera de la multitud y al entrar, se encontraron con una desagradable sorpresa.

     —¡Ismael! —gritó Gabita al verlo alimentándose de una chica— ¿Qué haces?

     —¿Qué quieres? —Se aparta del cuello de la chica y mirando la sangre comprende la gravedad de lo que ha hecho— Lo... Lo siento, no quería, yo... Lo siento —En ese momento, salió corriendo espantado, dejando a la chica tirada casi a punto de desmayo.

     —Ve por el —dijo a la bruja—, yo me encargo de ella.

     Ryan salió tras Ismael, no podían dejarlo así. Indiscutiblemente, se estaba volviendo un peligro, incluso para él mismo. Lo encontró casi a medio kilómetro de la discoteca, sentado en un muro junto al mar.

     —¿Estás bien? —Puso una mano en su hombro— Creo que necesitas ayuda.

     —No quiero esto, Ryan —comenzó a llorar mientras intentaba ocultar su rostro—. No quiero herir a nadie.

     Ryan intentaba trasmitir tranquilidad. La brisa del mar le ayudaba a calmar sus nervios. El momento que acababan de vivir no había sido bonito; aún tenía sangre en sus manos, pero sentía que le debía la calma. ¿Cómo le hacía entender que para controlarlo, primero debía aceptarlo?

     —Hey, hey, no te pongas así, campeón —Ryan se sentó frente a Ismael e intentó apartarle las manos del rostro—. Todos nosotros hemos cometido errores intentando aceptar y comprender nuestra naturaleza. Esto no lo escogiste tú, esa es la diferencia —Su rostro lucía tenebroso. Tenía sangre en sus labios y sus ojos apenas estaban regresando a la normalidad—. No tienes la culpa de esto.

     —Hace días que aguanto el hambre —explicó ahogado en llanto mientras agachaba la cabeza, mostrándose avergonzado—, es difícil. A veces, siento como si cada músculo de mi cuerpo se comenzara a endurecer.

     —Mírame —Le pedió—. ¡Mírame, Ismael! —En ese momento, levantó la mirada dejando que sus entonces hermosos ojos cafés conectaran a los suyos— A golpes, he aprendido que hay cosas que no las puedes cambiar, que simplemente son y tienes que vivir con eso. Mírame a mí, hace unos años era un mago de luz, ahora soy un nigromante y mi energía se vuelve cada vez más oscura. Eso no define quien soy; son mis actitudes las que lo hacen —fundamentó mientras le sacaba las lágrimas con sus manos entre caricias a sus mejillas.

     El rostro de Ismael resultaba tan controversial en aquel instante que Ryan no podía apartar la mirada aunque hubiese querido. Las lágrimas del chico se deslizaban mezclándose con la sangre en sus labios. Parecerá enfermizo, pero debajo de todo eso, seguía siendo el asustadizo nerd que había conquistado a nuestro nigromante.

     —Tienes razón —concluye sujetando una de sus manos—, es tu corazón quien te define —Se acerca de frente y toca, sutilmente, con sus labios, los de Ryan.

Narrador omnisciente: raylove94
Voz de Ryan: MarcosBarreraMartore
Voz de Ismael: AdrielBerivides

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