—¿Disculpa? —preguntó confundida mirando a su superior. Se señaló a sí misma y siguió—, ¿Quieren que yo lo haga?
Asintió tranquilamente y miró el tablón de corcho—Aquí dice que tú eres la encargada, y como encargada es tu deber —. Sentenció mirándola con superioridad.
Chasqueó la lengua y suspiró tratando de no explotar ante él—Está bien, lo haré —. Tomó la bolsa a regañadientes y empezó a caminar por los pasillos, tratando de no chocar con nadie.
Se paró frente al salón y suspiró. «Es fácil, solo tengo que ir, decirle que me ayude y largarme ».
Asintió segura e hizo una mueca cuando estaba a punto de abrir. «Es fácil ». Se repetía una y otra vez empezando a respirar pesadamente. Pequeñas lágrimas se empezaban a aparecer en el contorno de sus ojos, lo que la hizo reaccionar.
Se secó las lágrimas bruscamente y abrió repentinamente la puerta, asustando a las personas que yacían allí. «Mierda ».
Tragó pesadamente y empezó a caminar ignorando todas las miradas que la ponían nerviosa. Se acercó a un chico y le alzó la bolsa.
—Ehh... ¿Sucede algo? —preguntó confundido dejando de hacer lo que estaba haciendo. Se quedó callada y asintió—, ¿Y eso es...?
— E... El club de teatro necesita tu ayuda—balbuceó nerviosa, regañándose mentalmente—, necesitan hacer trajes para la obra y tú eres perfecto, como presidente del club de costura.
Pestañeó varias veces confundido y miró a sus compañeros, para luego volver su mirada a ella—Seguro —aceptó sin más encogiéndose de hombros—, Solo que...
—¡Gracias, aquí te dejo los materiales! —sin dejarlo poder terminar, se fue de allí corriendo y como dijo, dejándole la bolsa con los patrones, telas, hilo, aguja, etc.
—No me dejó terminar... —suspiró encogiéndose de hombros, dejando la bolsa de lado para seguir con su actividad.