Lo más valioso

By TylerEvelynRood

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A la edad de siete años Christine fue adoptada por Anthony Bloom después de perder a sus padres en un trágico... More

Nota de autora:
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Avance
Sinopsis & prólogo
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By TylerEvelynRood

| Black out days — phantogram |

—Por favor, Christine—recargó su mano en mi cabeza—, coloca otro lugar para nuestros invitados.—Sonrió efusivamente.

Lo miré de reojo, no pregunté y tampoco lo cuestioné.

—Le dije que no es necesario que nos quedemos, yo tengo papeleo que ordenar.—Contestó James, arreglándose la corbata. Observando cómo sacaba los platos del gabinete.

Solo me limité a pensar en el circo que estaba por suceder.

La chica no dijo nada, su mirada silenciosa recorría la comida y la sala en donde nos encontrábamos. Sentí celos al verla ahí. ¿Y si Anthony ya no me quería? ¿Qué será de ella? El plato resbaló de mis manos, estrellándose en el suelo, sacándome de mi transe.

Todos me miraban.

Miré al suelo, observando mi reflejo en el piso. Me agaché rápidamente para recoger los pedazos rotos, pero Dimitri me sujetó la mano antes de tocar algún pedazo filoso.—Yo lo limpio, te puedes cortar.

¿Y si quería cortarme para que Anthony dejara de mirar a la chica que estaba al lado del detective?  Deseo que me mire con esos ojos tiernos, él debería mirarme como si fuera lo más valioso para él ¿lo era?

Qué curioso, no se sentía así.

Asentí lentamente, levantándome para agarrar otro plato. El detective se había sacado el abrigo y la chica se sentó en la mesa, le coloqué un plato a los dos con la sonrisa más hipócrita que tenía.

—Espero que les guste la carne, hoy Dimitri se encargó de hacer mi mejor cosecha.—Comentó irónicamente mientras sacaba la carne del horno y las verduras del sartén.—Hice un puré de papas para que podamos acompañar una comida tan perfecta cómo esta. Lástima que no la hice yo.

—Deje el egocentrismo de lado señor Anthony, ¿usted sabe cocinar mejor?—sonrió de medio lado, rompiendo la leve línea de ironía.

—Es una de mis mejores cualidades, salgo a cazar en el bosque.

Observé a Anthony de reojo, solo me mordí el labio aguantando la risa ahogada.

—¿Tiene los papeles que le permiten hacer ese tipo de actos tan repulsivos?—Contraatacó.

—Claro. ¿Quiere ver también mi diario de vida?—se sentó en la silla, colocando sus manos en la mesa—, pregunto ya que últimamente anda de curioso.

—Oh, se me olvidaba que soy detective ¿se lo comenté?—hizo un ademán con su mano. Observándolo.

Anthony entendió a la perfección, no respondió nada. No piensa caer en ese juego patético de superioridad.

Que patético.

La comida estaba en la mesa y todos nos encontrábamos sentados alrededor de ella. Lástima que esto tenga recuerdos tan amargos de la cena del día de gracias. 

—¿Ustedes rezan?—preguntó Evangeline delicadamente, colocándose una servilleta en las piernas.

—Solo si crees en esa mierda.—Solté sin pensar.

Todos estaban sorprendidos de lo que había dicho. Yo también, no voy a mentir. Me comencé a servir jugo.

—Cuida tu boca, Christine.—Susurró Anthony en mi oído.

Sonreí aparentando que no me había dicho nada. Dando inicio a la comida, a disfrutarla además de decirle a Dimitri que había cocinado excelente, pero...

¿disfrutaban la carne? Esa era mi gran duda.

—¿De dónde sacas cortes tan deliciosos Anthony?—Preguntó James, comiendo con entusiasmo.

Sonreí levemente. Masticando la comida, esperando la respuesta.

—En el mercado central de Woodstock, el señor que trabaja ahí tuvo un problema legal hace años y a cambio me regala sus mejores cortes.—Saboreó el vino, junto con cada mentira que había dicho.

Evangeline comía a gusto, le gustaba la carne que saboreaba. ¿A qué sabría su carne? Me lo imaginaba, agridulce, un poco de miel con orégano y pimienta.

¿Por qué no? Degollarla.

—¿En qué piensas Christine?—preguntó Anthony, observándome curioso.

Sonreí una vez más, devolviéndole la sonrisa—, En que de verdad me frustré haciendo un cuadro ayer, pero se me acabaron los lienzos y las pinturas.

Él lo entendió a la perfección... ¿por qué ocultarlo?

—Oh, necesitas nuevas pinturas.—Tomó de su vino.

—Ayer estaba pintando un paisaje rojo, esa pintura siempre se me acaba primero.—Le di un bocado a la carne.

Cerré los ojos para poder imaginar cómo sería deshacerme de ella. Suspiré profundamente alejándome de esos pensamientos tan excitantes en ese momento.

—¿Usted pinta señorita Christine?—se limpió la boca, mirándome— me gustaría ver una pintura suya, nunca había visto a una chica de su edad pintar antes.

—Detective, soy una chica de diecisiete años con muchas cualidades y no solo en la pintura.—Lo observé después de dejar mis cubiertos en la mesa.— Cuando terminé la cena le muestro.

Anthony se mordió el labio, mirando su copa.

...

La madera rechinaba debajo de nuestros pies, guiándolo a mi sala de pintura. Mi última pieza estaba intacta, con una ventana abierta ventilándola.

El olor a químicos impregnados en las paredes hizo retroceder un paso atrás al detective.

—¿nunca olió la trementina y el alcohol puros?—entré primero, abriendo las cortinas que se movían por el viento del verano.

—No sé cómo soporta este olor.

—Es cosa de acostumbrarse y de amor al arte, no sé cuántas noches me la pasé aquí sacando todo lo que sentía.—Sonreí como buscaba el interruptor de la Luz.

Hubiese estado genial que en vez de encontrarse una habitación llena de pinturas, pinceles y manchas de colores hubiese encontrado... sangre.

—Usted es apasionada en lo que hace.—Miró el cuadro.

Una mujer desnuda arrancándose el corazón del pecho, comiéndoselo.

Pude escuchar como el detective tragaba pesadamente.—¿muy duro para procesar?

—Al contrario, se le pueden ver muchos significados.

—Exactamente.—Cubrí el cuadro.—Pero, aun así, no le gustó.

—Soy más de las cosas sencillas, me gusta el arte de paisajes y cosas así.

Recorrió el estudio a sus anchas, descubriendo algunos cuadros que había realizado, con la misma temática, corazones.

—¿Cuál estás pintando ahora mismo?—preguntó curioso, mirándome.

—No puedo mostrarlo ya que aún no está terminado.

Anthony apareció en la puerta.

—Creo que ya es hora de irse detective, Christine tiene que dormir.

Asintió en silencio, dándole el último vistazo en donde se encontraba esa obra femenina desnuda con el corazón descubierto, cubierta con la tela.

—Espero ver tu proyecto ya terminado, Christine.—palmeó mi cabeza.

Asentí, mirando como se iba.

Anthony colocó la mano en su espalda, acompañándolo a las escaleras. Mirando hacia atrás me observó, guiñándome el ojo mientras sonreía.

Me detuve para devolverme al estudio, esa habitación destinada a mi mente.

Lo observé desde la puerta, ahí estaba, mi mejor creación. Caminé lentamente para dirigirme detrás de las cortinas perfectamente oculto con una tela. Mi obra actual. 

La coloqué en el atril, y la destapé.

Tres personas encima de una mesa, comiéndose a una persona, disfrutando de ella. El hombre del medio exprimía el corazón de la víctima y los otros dos comían con fervor.

Me mordí el dedo índice, observándola. Se me hizo triste no seguir con ella, ya tenía la cara perfecta para esa obra y me entristece no poder dibujarla con su propia sangre.

Evangeline, tu cara quedara perfecta en la víctima.

Dimitri se apoyó en el mural, mirándome.— Tu padre salió a recoger unas pinturas para ti.

—Él no es mi padre.—Seguí mirando el cuadro.

—Él te crio, te da de comer y te viste.—Se acercó lentamente detrás de mí para poder observar más—, según la ley, él es tu padre.

—En un mes cumpliré mi mayoría de edad, seré libre según el estado de New York.—Cerré los ojos al sentir su respiración en mi nuca.

—¿Crees que serás libre después de eso?

Cerré los ojos, mi respiración estaba agitada.—No.—jadeé—, Esto apenas comienza.

Mordió el lóbulo de mi oreja.

Me sentí extraña ¿por qué me sentía así? El corazón se me iba a salir del pecho. Volví a abrir los ojos y me obligué a centrarme en la pintura, en lo que imaginé en ese momento.

Su mano sujetó mi cabello lentamente, peinándolo con sus dedos. Haciendo una trenza con ellos. Sujetándolo lentamente hacia atrás, obligándome a estirar mi cuello hacia atrás.—¿Por qué querías recoger el vidrio en la cena? ¿Querías cortarte?

Sus dedos recorrieron la piel de mi garganta, su aliento pegaba en mi cara, un toque suave y limpio. Me faltaba el aire—, Solo...—jaló más el cabello.—Sí, pero no con querer, se sentía como tentar al destino... si me cortaba estaba bien, sino, ¿qué más da?

—No lo hagas más, no quiero que te lastimes de una manera absurda.

Sonreí, observándolo. Las tenues luces resaltaban sus facciones.

Soltó mi cabello al ver como lo miraba, alejándose del estudio, sin mirar atrás.

—Dimitri...—Lo miré, llamándolo.

—Dime, Chrissy.

Iba a preguntarle si lo podía besar, pero ¿de dónde salían esas palabras? No me atreví.—Nada, olvídalo.

Caminó hacia mí otra vez, me besó la cabeza y se marchó, dejándome sola, mirando otra vez el cuadro.

...

Anthony.

—Muchas gracias por invitarnos a cenar señor Anthony.—Comentó Evangeline, abrazándome.

Noté a James incomodo, observándome como su hermana me abrazaba.

Después de un rato ambos se marcharon así que esperé un tiempo prudente para poder subirme a mi auto y así ir en busca de las pinturas de Christine. Un viernes en la noche, las calles llenas de jóvenes y personas de fiestas. Sería fácil escoger a cualquier chica ebria de las calles.

Di varias vueltas por el bar y la vi; castaña, alta, delgada y con cara de ángel. Me levantó el dedo como si yo fuera un taxista, me detuve, bajando el vidrio rápidamente.

Observándola, mientras me colocaba mis guantes de cuero.

—¿Pasa por la quinta?—Asentí, abriéndole la puerta.

Se sentó atrás.

—¿Quiere agua señorita?—le mostré una botella mientras seguía viendo el camino.

—Vanessa, me llamo Vanessa.—Dijo, aceptando la botella, bebiéndola hasta el fondo. Sin dudarlo.

Si mis cálculos no están mal, en cuatro minutos debería estar desmayada, es un sedante bastante fuerte y más para alguien con esa contextura.

La chica cayó en el vidrio. Frené en un callejón para poder comprobar que estuviera desmayada.

Me bajé del auto, y fui directo a abrir el maletero para poder volver por ella. Su cara se veía pacifica, la cargué entre mis manos y la dejé ahí adentro. Respiraba tranquilamente.

Solo estaba en el momento equivocado a la hora equivocada. Tapé su boca y le inyecté anestesia. Si se despierta, no podrá hacer ruido. Sus manos y pies estaban atados.

Así que cerré el maletero, estaba todo listo. Christine iba a tener sus pinturas. Me subí al auto y se escuchaba la canción que más me encantaba, money de Abba. Tocando el volante al ritmo de la canción mientras tarareaba con el volumen alto.

Una patrulla detrás de mí me apuntaba para que me detuviera, ahí lo vi. Tenía las luces encendidas en una calle que no era necesario y podría causar un accidente. Le bajé a la música y me detuve, el policía se bajó del auto, caminando hacia mi dirección.

Tocó el vidrio y lo bajé.—¿Sucede algo oficial?

—¿Sabe por qué lo detuve?

Negué.

—Tiene las luces traseras encendidas, por favor apáguelas.—Me alumbró la cara, también el fondo del auto. Buscando algo.

Un leve golpe en el maletero.

Me miró curioso, pero dudó el mismo de lo que había escualos ya que no se veía tan convencido. —Es la música— le subí el volumen y la batería coincidió con el golpe.

El oficial levantó las cejas, viendo que era real, pero tenía un leve presentimiento. Miraba extraño el auto.—Muéstreme sus papeles de conducir, por favor.

Los saqué de la guantera y se los pasé, su reacción fue enorme al ver quien era.—Mi sobrino estudia derecho con usted, se pondrá feliz al saber que le puse una multa a su profesor que lo llena de tareas.

Otro golpe.

—Señor, baje del auto y le pediré que abra el maletero.

Accedí. Me bajé del auto, acompañándolo a abrir el maletero mostrando en dónde estaba el cuerpo de una mujer desmayada. El frío de la noche en Woodstock se hacía notar, por más verano que fuera las noches eran frías. El aliento salía de nuestras bocas, las botas del oficial sonaban en la calle y los autos pasaban.

No sentí terror, si este tenía que ser el final. Lo aceptaría, pero no dejaría a Christine sola.

El radio del policía sonaba. Se fue corriendo cuando estaba metiendo la llave en el maletero.

Su mirada parecía preocupada, me gritó que había sucedido un robo lejos de aquí y necesitaban todos los refuerzos posibles, su compañero estaba herido.

—Váyase, pero apagué sus malditas luces señor Anthony. Por parte de mi sobrino, deje de ser un imbécil.—Se subió a su patrulla y se fue, colocando las sirenas.

Volví a abrir el maletero, ella estaba despierta, pero no podía moverse.

—¿Qué pasó cariño? ¿No puedes moverte?—sonreí, limpiándole la lagrima que caía por su ojo derecho.—No debes confiar en desconocidos.

Cerré el maletero.
Nos veremos en otra ocasión. Vanessa.

***

Recuerden que la novela tiene playlist, ahí pueden encontrar muchas canciones de las cuales me he inspirado para todo esto.

para quienes quieran ver edits de esta novela les dejo mi tiktok: Tylerbooks_

edit realizado por: @// https.wattt en instagram

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