Million Dollar Man » Harry St...

By harryscinnamon

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❝ Tienes el mundo entero a tus pies, pero... ¿Cuál es el precio de ello? ❞ [ Advertencias: este fanfic puede... More

Sinopsis
Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XL
Epílogo

XXXIX

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By harryscinnamon

-No tenías porqué venir hasta acá, Navah -fue lo primero que espetó Harry, demostrando con ello una gran dificultad al hablar. Era como si la lengua le pesara en demasía.

Quise rodar los ojos,, mas me contuve a hacer el gesto con temor a tocar su vena sensible y borracha, provocando que se molestara.

-¿Sabes? no fue precisamente por placer que me tienes aquí, Harry. Recibí una llamada donde me dijeron que estabas muy borracho y que estaban buscando alguien que viniera a sacarte antes de llamar a los guardias. Y francamente, creo que no se equivocaron al llamarme, realmente estás hecho mierda -repliqué, evidentemente molesta, mas manteniendo el tono neutro de mi voz.

Él solamente me observó con la mayor atención que podían convocar ese par de ojos verdes que parecían estar completamente idos.

Tras un rato de silencio, abrí la boca y con voz conciliadora dije:

-Vámonos, ¿Quieres? Llamaré a Trudy para que nos envíe la limusina. No tienes porqué quedarte aquí a dar este show innecesario.

En un rápido movimiento saqué mi celular de mi cartear, lista para redactar un mensaje a la ama de llaves. No obstante, antes de lograr conseguirlo, Harry me detuvo.

-¡No! -exclamó en un fuerte grito, tratando con ello de arrebatarme el teléfono de las manos, el que me apresuré a poner fuera de su alcance, provocando que así perdiera el poco equilibrio que mantenía gracias a sus torpes movimientos.

Ya una vez que se vio a salvo de lo que pareció una nada grata caída, llevó sus dos manos a su frente, jalándose levemente los cabellos, absolutamente mareado gracias a los tantos tragos que se había estado tomando hasta ese minuto.

Solté un suspiro. Este iba a ser un verdadero desafío.

-Basta, Harry, hazme un favor, deja tus absurdos berrinches y vámonos ya -insistí, próxima a perder la poca paciencia que traía esa noche. Después del día de mierda que había tenido no era como si pudiese exigírseme más que lo que ya estaba haciendo.

-No me interesa. Vete tú, a mi me da igual lo que hagas. Además, ¿Cómo mierda fue que apareciste aquí? Creí haber ordenado específicamente que te mantuvieran encerrada en tu habitación sin salir -señaló, alzando una de sus cejas, acusadoramente.

-¿Podrías dejar de comportarte como un completo idiota cuando lo único que estoy haciendo es tratar de ayudarte? -inquirí, fastidiada y aprovechando de evadirlo de paso. Él no se daba cuenta de que mi única razón para estar metida en ese sitio era él, exclusivamente él. No lo estaba haciendo por mí ni por nadie más, lo hacía por él. ¿Qué tan difícil era eso de entender?

-¿Y qué con eso, Navah? ¿Me vas a decir que no estás disfrutando de verme así, destruido por tu causa? -me sonrió ampliamente y con gran amargura-. Admítelo, luego de lo de Chantelle esto era exactamente lo que tanto esperabas.

Era definitivo, razonar con él en ese estado tan deplorable no tenía sentido alguno. Y es que el idiota estaba tan empeñado y obstinado en quedarse ahí para hundirse en su propia e inexistente misera, que no iba a escucharme por más que intentara e intentara hacerlo abrir los ojos. Y por más que deseara que no fuese así, sabía que no estaba más que perdiendo el tiempo ahí en la barra con él. Mas no quería marcharme y dejarlo ahí solo y con una estupidez subdesarrollada. Temía que fuese capaz de cometer cualquier clase de locura.

-Harry, no me vengas a pedir que te tenga lástima cuando eres quien menos la merece -mascullé, cruzándome de brazos, inconforme-. En lugar de querer dar pena, deberías estar agradeciéndome que a pesar de toda tu mierda esté aquí contigo; que haya partido tras de ti a buscarte cuando no lo mercías; que esté cuidándote cuando en realidad debería haberte dejado aquí solo.

Él soltó una extraña carcajada que me provocó un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal.

-Preciosa, la pregunta del millón es esta: ¿Por qué diablos lo haces? Quiero decir, cuando nadie te lo ha pedido. ¿Es que acaso Liam no te recibió en su departament esta vez y terminaste viniendo por lo más seguro, por tu segunda opción? -ironizó.

No emití comentario alguno al respecto. Simplemente no iba a darle en el gusto para que me hiriera según lo que quisiera su voluntad. Él podía decir lo que quisiera, hablar cuanta mierda se le ocurriera, pero sabía que si lo hacía era meramente porque estaba borracho y porque eso le daba las agallas suficientes como para hablar esa cantidad de idioteces. Sino, quería creer que la situación hubiese sido completamente diferente. Estaba más que segura que el Harry sobrio jamás se habría permitido pronunciar frases como aquellas, y que en vez de echarme de ahí, me habría hecho quedarme.

Harry creía estar herido, y por eso mismo era que quería convertirse en la pobre persona a la que aspiraba a ser. Sin embargo, si estaba así era únicamente por sus propios actos, por lo que finalmente no hacía nada más que victimizarse en un contexto que no le correspondía.

-Vete -ordenó a secas.

Y lo dudé, dudé en hacerlo. En un primer instante no creí que fuese hacerlo, al menos no hasta que le dediqué una mirada con más detención, analizándolo.

Estaba despeinado, con la vista en cualquier parte, los ojos desorbitados, con la camisa arremangada, sucia y la mitad de los botones desabrochados, su perfume era reemplazado por un fuerte olor a cantina barata y su expresión reflejaba la más genuina perdición. Todo eso, sumado a su actitud, no era precisamente una tentadora invitación para permanecer a su lado soportándolo durante el resto de la noche, sino que más bien parecía ser todo lo contrario.

Y a fin de cuentas, ya había hecho mi parte, si él quería rechazarme, tampoco le iba a rogar.

¿Qué motivo habría tenido para quedarme con él? Ninguno que valiera la pena, no después del episodio esa tarde.

-Como quieras, vete a la mierda. Haz lo que quieras con tu vida, si quieres terminar con un maldito coma etílico, adelante, no me interesa -solté, molesta. Acto seguido, me di media vuelta y me dispuse a salir del bar de porquería en el que me encontraba. Rápidamente empecé a caminar, atravesando el lugar, pasando entre medio de las mesas de billar, donde justamente un par de hombres se encontraban jugando. Hasta que en eso, uno de los tipos hizo un comentario que refrenó mi caminar enseguida.

-Uh, nena, ese trasero está como para partirlo en dos...

Me limité a tragar saliva y pasar de largo, ignorándolo. Mas obviamente esto no pareció gustarle en lo absoluto al hombre, quien no tardó en caminar hasta mí y capturar mi brazo de modo que me volteara a verlo y así no pudiese seguir alejándome de ellos.

-Hey, pero, ¿Por qué tan pesada, nena? Un par de tragos y te aseguro que nos lo pasaremos fantástico en tu cama...

Abrí la boca para decir algo, mas no hubo tiempo para ello, porque antes de cualquier otra cosa, nos vimos interrumpidos por cierto rizado que se le lanzaba a golpearlo.

Mis ojos se abrieron de sobremanera al ver a Harry encima del tipo, dándole puñetazo tras puñetazo en el rostro, soltando tanto ofensas como amenazas a medio formular, incapaz de detenerse. No obstante, los amigos del hombre no tardaron en integrarse a la pelea, capturando a Harry por los hombros, para comenzar ellos a golpearlo.

Mi corazón se aceleró de sobremanera, no lo pensé dos veces antes de ir y acercarme hacia ellos.

-¡No! ¡Déjenlo, déjenlo en paz! -chillé, a ver si conseguía hacerlos razonar. Sin embargo, el hombre que motivó el origen de la pelea, nuevamente capturó mis brazos, impidiendo que me metiera en medio.

-¡Quédate quieta, maldita zorra! -bramó. Su tono me asustó, pero la adrenalina que corría por mis venas fue mayor. Me removí bajo la presión de sus dedos lo más que pude, aunque de nada sirvió.

-¡Déjame en paz! -grité, tratando de zafarme, siendo testigo de cómo las heridas iban apareciendo en el rostro de Harry a medida de que pasaba el rato.

Afortunadamente, ante aquel tremendo escándalo, los guardias del local llegaron a intervenir -más tarde que temprano- así separándolos a todos. Harry cayó al piso y un guardia lo recogió, guiándolo hacia la salida, al igual que hicieron con los otros tres protagonistas de la disputa.

Me apresuré a ir tras Harry, encontrándomelo a la salida del lugar. Permanecía de pie, tratando de afirmarse como podía de una de las paredes de ladrillo. Tosiendo incansablemente debido al montón de golpes que acababa de recibir en el estómago.

-¿Harry? -lo llamé, aterrada.

No dejaba de toser, hasta que entonces fue que empezó a expulsarlo todo por la boca.

Me llevé una mano a mi rostro. Joder, este hombre era un maldito desastre. Era una verdadera ironía pensar que meses atrás habíamos venido a este mismo sitio para tener una agradable cita, compartir nachos con guacamole y una absurda partida de billar.

Y mientras que él seguía en lo suyo, yo me dediqué a llamar a Gertrudy, pidiéndole que por favor mandara la limusina de inmediato. Ya cuando corté la llamada, Styles parecía haber terminado su pequeño espectáculo.

Volví a acercarme a él, abrí mi cartera y de esta saqué un pañuelo blanco con el que limpiar su rostro. Detestaba verlo así de demacrado.

-Realmente odio cómo te pones cuando bebes -murmuré, aprovechando de limpiar parte de la sangre que corría de sus heridas. Estaba segura de que su bonito rostro iba a quedar con un montón de horribles moretones-. No tenías porqué empezar una riña. Tan solo fue un estúpido comentario.

-Te puso las manos encima, Navah -logró decir, agotado, con los ojos entrecerrados.

No obtuve más réplicas que esa. Durante el resto de ese rato, él guardó silencio, sentado en el piso como un vagabundo, con la cabeza apoyada entre sus manos, en tanto yo me asomaba nerviosa a revisar si venía Charles o no, siendo interrumpida cada tanto por el hipo que atacaba a mi acompañante.

Fueron veinte minutos de esta manera hasta que por fin apareció el vehículo iluminando las calles desiertas. El chofer se bajó para ayudarme a subir al castaño, y finalmente fue que emprendimos nuestro regreso a la mansión.

(...)

-¡Dios mío, señorita Navah, señor Harry! ¿Qué fue lo que ocurrió? -exclamaba Trudy, alterada, vistiendo su pijama, al vernos llegar. Lorenzo no tardó en integrarse, también lucía recién despertado.

-Se metió en una pelea en un bar -respondí-. Trae el botiquín, Tru. Lorenzo, por favor ayúdame a subirlo por las escaleras.

-¡No! ¡Que estoy bien, joder! -vociferó Harry en una especie de grito, tratando de soltarse de mi agarre, irónicamente, dio un paso y se quejó. No solo estaba ebrio, sino también herido. Había que revisar sus heridas y chequear que no fuese nada grave.

De modo que, ignorando su comentario, lo subimos a la rastra hasta llevarlo a su habitación. La ama de llaves apareció al rato para curarlo.

Y aunque debería haberlo hecho, no lo hice. No me moví en ningún segundo de la habitación, sino que permanecí ahí, quieta, siendo testigo de todo, hasta que por fin Trudy me dijo que no tenía nada grave, que solamente eran heridas superficiales y varios moretones que le dolerían durante una buena cantidad de días.

Una parte de mí no pudo evitar pensar que vaya que se merecía esos moretones. A ver si eran suficientes como para recordarle que no tenía que andar buscando problemas porque sí.

Lorenzo trajo una taza de café para despertar un poco más a Harry. Sin embargo, tanto el haber vomitado como el haber sido golpeado, indudablemente le habían ayudado bastante a que se le pasara la borrachera.

Una vez que Trudy terminó, dejó a Harry sosteniéndose una bolsa de hielo contra una de sus mejillas, y tras desearnos las buenas noches, se retiró, dejándonos a solas.

No sé porqué me sorprendió tanto cuando vi a Harry dejando de lado la bolsa en cuanto la mujer desapareció.

-No seas idiota, Harry, ya escuchaste a Trudy, necesitas ponerte esto al menos durante una hora -mascullé, sentándome a su lado, y acercándole la bolsa a la mejilla.

-No es necesario, Navah -murmuró, apartándose-. No quiero ninguna mierda, ni el café, ni esa porquería que está jodidamente fría.

-Es para que no se te hinche la cara, Harry -insistí.

-No, Navah, tan solo... Déjame -pidió, infantilmente.

-Basta, Harry. Te dije que dejaras esa actitud de mierda -lo reprendí, ya tratando de ponerme más firme con él.

-¡Es que no quiero! -exclamó-. ¿Por qué mierda sigues aquí? ¿Por qué diablos me soportas? ¡Tú misma lo dijiste, no tiene sentido seguir con esto si traté de buscar a otra! ¿O acaso ya se te olvidó?

-Cállate -traté de que sonara como una orden, sin embargo solo sonó como una súplica-. Tan solo cálalte.

¿Por qué diablos teníamos que hablar de eso justo en el momento menos indicado? Acababa de recibir una golpiza, tenía que descansar, no seguir hablando mierdas que tan solo conseguían agitarnos a ambos.

-No te entiendo -farfulló-. ¿Te das cuenta de que esto es una maldita locura?

-No seas cruel, ¿Quieres? -pedí, con los ojos húmedos, lista para empezar a llorar.

-No estoy siendo cruel -replicó, mortalmente serio, lo que solo le daba aún más énfasis a sus declaraciones.

-Lo eres... -dije, negando con la cabeza, bajando la vista al sentir que las lágrimas se deslizaban por mi mejilla-. Sabes que te amo, sabes que si sigo aquí a tu lado es porque te amo...

Una de sus manos me tomó por el rostro, la otra alejó otra vez la condenada bolsa de hielo.

-Perdóname... Perdóname, por favor... -me rogó, con la voz en un hilo, igual que la mía. Esta vez sentí que su disculpa era genuina, no un mero deber moral que tenía que cumplir.

Aparté su mano para limpiarme las lágrimas. No quería seguir llorando, ya había llorado suficiente ese día.

-Harry, no importa... Tan solo, no lo vuelvas a hacer -susurré, no muy convencida de mis propias palabras.

-No... No es por eso, bebé... Quiero decir, además de eso... -balbuceó, complicándose al verbalizar su explicación-. A lo que voy es que... Perdóname por haberte arruinado de este modo...

Fruncí el ceño, sin comprenderlo.

-¿Qué?

-Lo siento mucho... -repitió, finalmente, quebrándose. Llorando, por primera vez, llorando frente a mí.

Supuse que todo se debía a que estaba ebrio. Quise creer que todo eso no era más que el último efecto del alcohol en su cuerpo, que estaba hablando sin saber.

-De verdad lo siento... -insistió.

Esbocé una sonrisa torcida, amarga.

-Harry... Tan solo... Duérmete.

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